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El contrato mercantil se utiliza para plasmar acuerdos en los que una parte ofrece
unos servicios o productos a cambio de una prestación económica determinada.
Para ello, las dos partes que intervienen en el contrato firman que están de
acuerdo con las condiciones que indica el contrato y que se disponen a cumplirlo.
Estos contratos se rigen por el Código de Comercio, que es la normativa legal que
regula la legislación comercial de cada país.
El consentimiento:
El consentimiento es la manifestación de voluntad, que debe ser libre, esto es sin
vicios (error, violencia, dolo o mala fe); por la que una persona da su aprobación
para celebrar un contrato. El consentimiento puede ser expreso o tácito. Es
expreso cuando se manifiesta verbalmente, por escrito o por signo inequívocos. El
consentimiento tácito resulta de hechos o de actos que lo presupongan o que
autoricen a presumirlo.
OFERTA:
La oferta va normalmente dirigida a un sujeto concreto (con el que se desea
contratar). Sólo es tal la declaración de voluntad que contiene todos los elementos
esenciales del contrato (cosa u objeto y causa, además de la determinación de los
sujetos implicados, que son quien declara y aquél a quien se dirige), puesto que
con la misma el oferente propone un contrato a otra persona. La falta de
especificaciones, además de esos elementos esenciales, serán sustituidas por los
usos, la publicidad, la buena fe y las normas dispositivas aplicables al caso
(artículo 1258 del Código civil).
Sólo es oferta aquella declaración de voluntad que pueda generar la perfección del
contrato con el mero asentimiento de la otra parte contratante (aceptación). Lo que
no se produce cuando ese asentimiento va acompañado de alguna variación
significativa.
ACEPTACION
La aceptación es precisamente la declaración de voluntad por la que el
destinatario de la oferta asiente a la misma. Debe ser tempestiva y sin variaciones
con respecto a la oferta. Es tempestiva aquella aceptación que tenga lugar antes
de que pierda vigencia o eficacia la oferta. Si contiene variaciones relevantes, no
podrá ser considerada como una aceptación (Sentencia del Tribunal Supremo
20.4.2001 - RJA 5282), sino como una contraoferta, cuya eficacia para la
perfección del contrato dependerá de la aceptación del oferente inicial. Cuando la
aceptación recoja alguna variante menor, de escasa importancia, podrá
considerarse como tal, dando así lugar a la perfección del contrato.
Ineficiencia-Inexistencia
Se considera “contrato inexistente” aquel que omite algún elemento exigible, esto
es, el que carece de algún elemento esencial del negocio jurídico.
El TS usa el término inexistencia para los contratos que no reúnen los requisitos
del art. 1261 CC, y que tiene lugar cuando tampoco reúne el acto las condiciones
requeridas por la ley. Esto tiene realmente tres clasificaciones de actos inválidos, a
saber: inexistencia, nulidad y anulabilidad. Así pues, consideremos inexistentes
aquellos actos o negocios jurídicos y/o contractuales a los que les falte algún
elemento sustancialmente básico y no responden a su propia definición.
Nulidad