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29-5-2019

Instalaciones en los Edificios


Energía solar fotovoltaica

La energía solar fotovoltaica es una fuente de energía que produce electricidad de


origen renovable, obtenida directamente a partir de la radiación solar mediante un
dispositivo semiconductor denominado célula fotovoltaica, o bien mediante una
deposición de metales sobre un sustrato denominada célula solar de película fina.
Este tipo de energía se usa principalmente para producir electricidad a gran escala
a través de redes de distribución, aunque también permite alimentar innumerables
aplicaciones y aparatos autónomos, así como abastecer refugios de montaña o
viviendas aisladas de la red
eléctrica. Debido a la creciente
demanda de energías
renovables, la fabricación de
células solares e instalaciones
fotovoltaicas ha avanzado
considerablemente en los
últimos años. Comenzaron a
producirse en masa a partir del
año 2000, cuando
medioambientalistas
alemanes y la organización
Eurosolar obtuvo financiación
para la creación de diez
millones de tejados solares.

Programas de incentivos económicos, primero, y posteriormente sistemas


de autoconsumo fotovoltaico y balance neto sin subsidios, han apoyado la
instalación de la fotovoltaica en un gran número de países. Gracias a ello la energía
solar fotovoltaica se ha convertido en la tercera fuente de energía renovable más
importante en términos de capacidad instalada a nivel global, después de
las energías hidroeléctrica y eólica. A principios de 2017, se estima que hay
instalados en todo el mundo cerca de 300 GW de potencia fotovoltaica.
La energía fotovoltaica no emite ningún tipo de polución durante su funcionamiento,
contribuyendo a evitar la emisión de gases de efecto invernadero. Su principal
desventaja consiste en que su producción depende de la radiación solar, por lo que
si la célula no se encuentra alineada perpendicularmente al Sol se pierde entre un
10-25 % de la energía incidente. Debido a ello, en las plantas de conexión a red se
ha popularizado el uso de seguidores solares para maximizar la producción de
energía.
La producción se ve afectada asimismo por las condiciones meteorológicas
adversas, como la falta de sol, nubes o la suciedad que se deposita sobre los
paneles. Esto implica que para garantizar el suministro eléctrico es necesario
complementar esta energía con otras fuentes de energía gestionables como las
centrales basadas en la quema de combustibles fósiles, la energía hidroeléctrica o
la energía nuclear.
Gracias a los avances tecnológicos, la sofisticación y la economía de escala, el
coste de la energía solar fotovoltaica se ha reducido de forma constante desde que
se fabricaron las primeras células solares comerciales, aumentando a su vez la
eficiencia, y logrando que su coste medio de generación eléctrica sea ya competitivo
con las fuentes de energía convencionales en un creciente número de regiones
geográficas, alcanzando la paridad de red.
Actualmente el coste de la electricidad producida en instalaciones solares se sitúa
entre 0,05-0,10 $/kWh en Europa, China, India, Sudáfrica y Estados Unidos. En
2015, se alcanzaron nuevos récords en proyectos de Emiratos Árabes
Unidos(0,0584 $/kWh), Perú (0,048 $/kWh) y México (0,048 $/kWh). En mayo de
2016, una subasta solar en Dubái alcanzó un precio de 0,03 $/kWh.

Historia
El término «fotovoltaico» se comenzó a usar en Reino Unido en el año 1849.
Proviene del griego φώς: phos, que significa «luz», y de -voltaico, que proviene del
ámbito de la electricidad, en honor al físico italiano Alejandro Volta.
El efecto fotovoltaico fue reconocido por primera vez unos diez años antes, en 1839,
por el físico francés Alexandre-Edmond Becquerel, pero la primera célula solar no
se fabricó hasta 1883. Su creador fue Charles Fritts, quien recubrió una muestra
de selenio semiconductor con pan de oro para formar la unión. Este primitivo
dispositivo presentaba una eficiencia menor del 1 %, pero demostró de forma
práctica que, efectivamente, producir electricidad con luz era posible.
Los estudios realizados en el siglo XIX por Michael Faraday, James Clerk
Maxwell, Nikola Tesla y Heinrich Hertz sobre inducción electromagnética, fuerzas
eléctricas y ondas electromagnéticas, y sobre todo los de Albert Einstein en 1905,
proporcionaron la base teórica al efecto fotoeléctrico, que es el fundamento de la
conversión de energía solar a electricidad.
Principio de funcionamiento

Cuando un semiconductor dopado se expone a radiación electromagnética, se


desprende del mismo un fotón, que golpea a un electrón y lo arranca, creando
un hueco en el átomo. Normalmente, el electrón encuentra rápidamente otro hueco
para volver a llenarlo, y la energía proporcionada por el fotón, por tanto, se disipa
en forma de calor. El principio de una célula fotovoltaica es obligar a los electrones
y a los huecos a avanzar hacia el lado opuesto del material en lugar de simplemente
recombinarse en él: así, se producirá una diferencia de potencial y por lo tanto
tensión entre las dos partes del material, como ocurre en una pila.
Para ello, se crea un campo eléctrico permanente, a través de una unión pn, entre
dos capas dopadas respectivamente, p y n.

En las células de silicio, que son mayoritariamente utilizadas, se encuentran por


tanto:

 La capa superior de la celda, que se compone de silicio dopado de tipo n. En


esta capa, hay un número de electrones libres mayor que en una capa de silicio
puro, de ahí el nombre del dopaje n, negativo. El material permanece
eléctricamente neutro, ya que tanto los átomos de silicio como los del material
dopante son neutros: pero la red cristalina tiene globalmente una mayor
presencia de electrones que en una red de silicio puro.

 La capa inferior de la celda, que se compone de silicio dopado de tipo p. Esta


capa tiene por lo tanto una cantidad media de electrones libres menor que una
capa de silicio puro. Los electrones están ligados a la red cristalina que, en
consecuencia, es eléctricamente neutra pero presenta huecos, positivos (p). La
conducción eléctrica está asegurada por estos portadores de carga, que se
desplazan por todo el material.
En el momento de la creación de la unión pn, los electrones libres de la capa n
entran instantáneamente en la capa p y se recombinan con los huecos en la región
p. Existirá así durante toda la vida de la unión, una carga positiva en la región n a lo
largo de la unión (porque faltan electrones) y una carga negativa en la región en p
a lo largo de la unión (porque los huecos han desaparecido); el conjunto forma la
«Zona de Carga de Espacio» (ZCE) y existe un campo eléctrico entre las dos, de n
hacia p.
Este campo eléctrico hace de la ZCE un diodo, que sólo permite el flujo de corriente
en una dirección: los electrones pueden moverse de la región p a la n, pero no en
la dirección opuesta y por el contrario los huecos no pasan más que de n hacia p.
En funcionamiento, cuando un fotón arranca un electrón a la matriz, creando un
electrón libre y un hueco, bajo el efecto de este campo eléctrico cada uno va en
dirección opuesta: los electrones se acumulan en la región n (para convertirse en
polo negativo), mientras que los huecos se acumulan en la región dopada p (que se
convierte en el polo positivo). Este fenómeno es más eficaz en la ZCE, donde casi
no hay portadores de carga (electrones o huecos), ya que son anulados, o en la
cercanía inmediata a la ZCE: cuando un fotón crea un par electrón-hueco, se
separaron y es improbable que encuentren a su opuesto, pero si la creación tiene
lugar en un sitio más alejado de la unión, el electrón (convertido en hueco) mantiene
una gran oportunidad para recombinarse antes de llegar a la zona n. Pero la ZCE
es necesariamente muy delgada, así que no es útil dar un gran espesor a la célula.
Efectivamente, el grosor de la capa n es muy pequeño, ya que esta capa sólo se
necesita básicamente para crear la ZCE que hace funcionar la célula. En cambio, el
grosor de la capa p es mayor: depende de un compromiso entre la necesidad de
minimizar las recombinaciones electrón-hueco, y por el contrario permitir la
captación del mayor número de fotones posible, para lo que se requiere cierto
mínimo espesor.
En resumen, una célula fotovoltaica es el equivalente de un generador de energía a
la que se ha añadido un diodo.

Para lograr una célula solar práctica, además es preciso añadir contactos eléctricos
(que permitan extraer la energía generada), una capa que proteja la célula pero deje
pasar la luz, una capa antireflectante para garantizar la correcta absorción de
los fotones, y otros elementos que aumenten la eficiencia de la misma.

Componentes de una planta solar fotovoltaica


Una planta solar fotovoltaica cuenta con distintos elementos que permiten su
funcionamiento, como son los paneles fotovoltaicos para la captación de la
radiación solar, y los inversores para la transformación de la corriente
continua en corriente alterna. Existen otros, los más importantes se mencionan a
continuación:
Paneles solares fotovoltaicos
Generalmente, un módulo o panel fotovoltaico consiste en una asociación de
células, encapsulada en dos capas de EVA (etileno-vinilo-acetato), entre una lámina
frontal de vidrio y una capa posterior de un polímero termoplástico (frecuentemente
se emplea el tedlar) u otra lámina de cristal cuando se desea obtener módulos con
algún grado de transparencia. Muy frecuentemente este conjunto es enmarcado en
una estructura de aluminio anodizado con el objetivo de aumentar la resistencia
mecánica del conjunto y facilitar el anclaje del módulo a las estructuras de soporte.
Las células más comúnmente empleadas en los paneles fotovoltaicos son de silicio,
y se puede dividir en tres subcategorías:

 Las células de silicio monocristalino están constituidas por un único cristal de


silicio, normalmente manufacturado mediante el proceso Czochralski. Este tipo
de células presenta un color azul oscuro uniforme.
 Las células de silicio policristalino (también llamado multicristalino) están
constituidas por un conjunto de cristales de silicio, lo que explica que su
rendimiento sea algo inferior al de las células monocristalinas. Se caracterizan
por un color azul más intenso.
 Las células de silicio amorfo. Son menos eficientes que las células de silicio
cristalino pero también menos costoso. Este tipo de células es, por ejemplo, el
que se emplea en aplicaciones solares como relojes o calculadoras.

Inversores
La corriente eléctrica continua que proporcionan los módulos fotovoltaicos se puede
transformar en corriente alterna mediante un aparato electrónico llamado inversor e
inyectar en la red eléctrica (para venta de energía) o bien en la red interior
(para autoconsumo).

El proceso, simplificado, sería el siguiente:

 Se genera la energía a bajas tensiones (380-800 V) y en corriente continua.


 Se transforma con un inversor en corriente alterna.
 En plantas de potencia inferior a 100 kW se inyecta la energía directamente a la
red de distribución en baja tensión (400 V en trifásico o 230 V en monofásico).
 Y para potencias superiores a los 100 kW se utiliza un transformador para elevar
la energía a media tensión (hasta 36 kV) y se inyecta en las redes de transporte
para su posterior suministro.

En las etapas iniciales del desarrollo de los inversores fotovoltaicos, los requisitos
de los operadores de las redes eléctricas a la que se conectaban solicitaban
únicamente el aporte de energía activa y la desconexión del inversor de la red si
ésta excedía de unos ciertos límites de tensión y frecuencia. Con el progresivo
desarrollo de estos equipos y la cada vez mayor importancia de las redes eléctricas
inteligentes, los inversores son ya capaces de proveer energía reactiva e incluso
aportar estabilidad a la red eléctrica.

Seguidores solares
El uso de seguidores a uno o dos ejes permite aumentar considerablemente la
producción solar, en torno al 30 % para los primeros y un 6 % adicional para los
segundos, en lugares de elevada radiación directa.
Los seguidores solares son bastante comunes en aplicaciones fotovoltaicas.
Existen de varios tipos:

 En dos ejes: la superficie se mantiene siempre perpendicular al Sol.


 En un eje polar: la superficie gira sobre un eje orientado al sur e inclinado un
ángulo igual a la latitud. El giro se ajusta para que la normal a la superficie
coincida en todo momento con el meridiano terrestre que contiene al Sol.
 En un eje azimutal: la superficie gira sobre un eje vertical, el ángulo de la
superficie es constante e igual a la latitud. El giro se ajusta para que la normal a
la superficie coincida en todo momento con el meridiano local que contiene al
Sol.
 En un eje horizontal: la superficie gira en un eje horizontal y orientado en
dirección norte-sur. El giro se ajusta para que la normal a la superficie coincida
en todo momento con el meridiano terrestre que contiene al Sol.

Cableado
Es el elemento que transporta la energía eléctrica desde su generación, para su
posterior distribución y transporte. Su dimensionamiento viene determinado por el
criterio más restrictivo entre la máxima caída de tensión admisible y la intensidad
máxima admisible. Aumentar las secciones de conductor que se obtienen como
resultado de los cálculos teóricos aporta ventajas añadidas como:

 Líneas más descargadas, lo que prolonga la vida útil de los cables.


 Posibilidad de aumento de potencia de la planta sin cambiar el conductor.
 Mejor respuesta a posibles cortocircuitos.
 Mejora del performance ratio (PR) de la instalación.

Plantas de concentración fotovoltaica


Otro tipo de tecnología en las plantas fotovoltaicas son las que utilizan una
tecnología de concentración llamada CPV por sus siglas en inglés (Concentrated
Photovoltaics) para maximizar la energía solar recibida por la instalación, al igual
que en una central térmica solar. Las instalaciones de concentración fotovoltaica se
sitúan en emplazamientos de alta irradiación solar directa, como son los países a
ambas riberas del Mediterráneo, Australia, Estados
Unidos, China, Sudáfrica, México, etc.
Hasta el año 2006 estas tecnologías formaban parte del ámbito de investigación,
pero en los últimos años se han puesto en marcha instalaciones de mayor tamaño
como la de ISFOC (Instituto de Sistemas Solares Fotovoltaicos de Concentración)
en Puertollano (Castilla La Mancha) con 3 MW suministrando electricidad a la red
eléctrica.
La idea básica de la concentración fotovoltaica es la sustitución de material
semiconductor por material reflectante o refractante (más barato). El grado de
concentración puede alcanzar un factor de 1000, de tal modo que, dada la pequeña
superficie de célula solar empleada, se puede utilizar la tecnología más eficiente
(triple unión, por ejemplo). Por otro lado, el sistema óptico introduce un factor de
pérdidas que hace recuperar menos radiación que la fotovoltaica plana. Esto, unido
a la elevada precisión de los sistemas de seguimiento, constituye la principal barrera
a resolver por la tecnología de concentración.
Recientemente se ha anunciado el desarrollo de plantas de grandes dimensiones
(por encima de 1 MW). Las plantas de concentración fotovoltaica utilizan un
seguidor de doble eje para posibilitar un máximo aprovechamiento del recurso solar
durante todo el día.

El desarrollo de la energía solar fotovoltaica en el mundo

Entre los años 2001 y 2016 se ha producido un crecimiento exponencial de la


producción fotovoltaica, duplicándose aproximadamente cada dos años. La
potencia total fotovoltaica instalada en el mundo (conectada a red) ascendía a
16 gigavatios (GW) en 2008, 40 GW en 2010, 100 GW en 2012, 180 GW en 2014 y
300 GW en 2016.

Históricamente, Estados Unidos lideró la instalación de energía fotovoltaica desde


sus inicios hasta 1996, cuando su capacidad instalada alcanzaba los 77 MW, más
que cualquier otro país hasta la fecha. En los años posteriores, fueron superados
por Japón, que mantuvo el liderato hasta que a su vez Alemania la sobrepasó en
2005, manteniendo el liderato desde entonces. A comienzos de 2016, Alemania se
aproximaba a los 40 GW instalados.

Sin embargo, por esas fechas China, uno de los países donde la fotovoltaica está
experimentando un crecimiento más vertiginoso superó a Alemania, convirtiéndose
desde entonces en el mayor productor de energía fotovoltaica del mundo. Se espera
que multiplique su potencia instalada actual hasta los
200 GW en 2020.

Producción mundial
La capacidad total instalada supone ya una fracción
significativa del mix eléctrico en la Unión Europea,
cubriendo de media el 3,5 % de la demanda de
electricidad y alcanzando el 7 % en los períodos de
mayor producción. En algunos países, como Alemania,
Italia, Reino Unido o España, alcanza máximos
superiores al 10 %, al igual que en Japón o en algunos
estados soleados de Estados Unidos, como California.
La producción anual de energía eléctrica generada
mediante esta fuente de energía a nivel mundial
equivalía en 2015 a cerca de 184 TWh, suficiente para abastecer las necesidades
energéticas de millones de hogares y cubriendo aproximadamente un 1 % de la
demanda mundial de electricidad.

México
México es el país latinoamericano con mayor capacidad instalada, y tiene aún un
enorme potencial en lo que respecta a energía solar. Un 70 % de su territorio
presenta una irradiación superior a 4,5 kWh/m²/día, lo que lo convierte en un país
muy soleado, e implica que utilizando la tecnología fotovoltaica actual, una planta
solar de 25 km² en cualquier lugar del estado de Chihuahua o el desierto de
Sonora (que ocuparía el 0,01 % de la superficie de México) podría proporcionar
toda la electricidad demandada por el país.
El proyecto Aura Solar, situado en La Paz (Baja California Sur), inaugurado a
principios de 2014, tenía previsto generar 82 GWh al año, suficiente para
abastecer el consumo de 164 000 habitantes (65 % de la población de La Paz),
pero fue arrasado por el huracán Odile en septiembre del mismo año y la planta no
opera desde entonces. La instalación cubría una superficie de 100 hectáreas con
131 800 módulos policristalinos sobre seguidores de un eje.
Otra planta fotovoltaica de 47 MW se encuentra en fase de planificación
en Puerto Libertad (Sonora). La planta, originalmente diseñada para albergar
39 MW, se amplió para permitir la generación de 107 GWh/año.
México cuenta ya con más de 3000 MW instalados. Se espera que experimente un
mayor crecimiento en los próximos años, con el fin de alcanzar el objetivo de
cubrir el 35 % de su demanda energética a partir de energías renovables en 2024,
según una ley aprobada por el gobierno mexicano en 2012.

Autoconsumo y balance neto


El autoconsumo fotovoltaico consiste en la producción individual a pequeña escala
de electricidad para el propio consumo, a través de paneles fotovoltaicos. Ello se
puede complementar con el balance neto. Este esquema de producción, que
permite compensar el consumo eléctrico mediante lo generado por una instalación
fotovoltaica en momentos de menor consumo, ya ha sido implantado con éxito en
muchos países. Fue propuesto en España por la Asociación de la Industria
Fotovoltaica (ASIF) para promover la electricidad renovable sin necesidad de apoyo
económico adicional, y estuvo en fase de proyecto por el IDAE. Posteriormente se
recogió en el Plan de Energías Renovables 2011-2020, pero todavía no ha sido
regulado.
Sin embargo, en los últimos años, debido al creciente auge de pequeñas
instalaciones de energía renovable, el autoconsumo con balance neto ha
comenzado a ser regulado en diversos países del mundo, siendo una realidad en
países como Alemania, Italia, Dinamarca, Japón, Australia, Estados Unidos,
Canadá y México, entre otros.
Entre las ventajas del autoconsumo respecto al consumo de la red se encuentran
las siguientes:

 Con el abaratamiento de los sistemas de autoconsumo y el encarecimiento de


las tarifas eléctricas, cada vez es más rentable que uno mismo produzca su
propia electricidad.
 Se reduce la dependencia de las compañías eléctricas.
 Los sistemas de autoconsumo fotovoltaicos utilizan la energía solar, una fuente
gratuita, inagotable, limpia y respetuosa con el medioambiente.
 Se genera un sistema distribuido de generación eléctrica que reduce la
necesidad de invertir en nuevas redes y reduce las pérdidas de energía por el
transporte de la electricidad a través de la red.
 Se reduce la dependencia energética del país con el exterior.
 Se evitan problemas para abastecer toda la demanda en hora punta, conocidos
por los cortes de electricidad y subidas de tensión.
 Se minimiza el impacto de las instalaciones eléctricas en su entorno.
 Las empresas reducen sus costes energéticos, mejoran su imagen y refuerzan
su compromiso con el medio ambiente.
En el caso del autoconsumo fotovoltaico, el tiempo de retorno de la inversión se
calcula sobre la base de cuánta electricidad se deja de consumir de la red, debido
al empleo de paneles fotovoltaicos.
Por ejemplo, en Alemania, con precios de la electricidad en 0,25 €/kWh y una
insolación de 900 kWh/kWp, una instalación de 1 kWp ahorra unos 225 € al año, lo
que con unos costes de instalación de 1700 €/kWp significa que el sistema se
amortizará en menos de 7 años.
Esta cifra es aún menor en países como España, con una irradiación superior a la
existente en el norte del continente europeo.

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