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El Espíritu Santo es una persona real que vino a vivir dentro de los verdaderos
seguidores de Jesucristo después de que Jesús resucitara de la muerte y subió a
los cielos (Hechos 2).
"Y yo pediré al Padre que os envíe otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que
esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque
no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y
permanecerá siempre en vosotros. No voy a dejaros abandonados: volveré para
estar con vosotros." (Juan 14:16-18)
Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y todas las cualidades divinas atribuidas al Padre
y al Hijo, son igualmente atribuidas al Espíritu Santo. Cuando una persona nace
de nuevo por creer y recibir a Jesús (Juan 1:12-13; Juan 3:3-21), Dios habita en
esa persona a través del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16). El Espíritu Santo tiene
intelecto (1ª Corintios 2:11), emoción (Romanos 15:30), y voluntad propia (1ª
Corintios 12:11)
El Espíritu Santo además actúa como maestro de los cristianos (1ª Corintios 2: 9-14). Les
revela la voluntad de Dios y la verdad de Dios.
OTRA función del Espíritu Santo: Darnos fortaleza y ayuda en nuestra lucha contra el
pecado
"Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por
su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas que van a
suceder." (Juan 16:13)
El Espíritu Santo ha sido dado para vivir dentro de quienes creen en Jesús, con la
función de reflejar el carácter de Dios en la vida de un creyente. De forma que
no podamos hacerlo a nuestra manera, el Espíritu Santo impartirá en nuestras
vidas amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y
dominio propio (Gálatas 5:22-23). Por encima de intentar ser amado, paciente,
amable, Dios nos pide que dependamos en Él para que reflejemos estas
cualidades en nuestras vidas.
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Los dones espirituales son habilidades especiales que Dios regala a sus hijos para la
edificación de su iglesia. Debemos usarlos para bendecirnos los unos a los otros y
construir juntos una iglesia fuerte que honra a Dios.
Todos los cristianos tenemos por lo menos un don y el Espíritu Santo distribuye los dones
según quiere: «Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno
según él lo determina» (1 Corintios 12:11). Sin embargo, la Biblia nos dice también que
podemos anhelar otros dones, y nos anima a pedirlos (1 Corintios 12:31).
Dios los da a sus hijos para capacitarlos a trabajar juntos por el crecimiento de
la iglesia. Deben usarse con unidad de propósito, por el bien común. El deseo principal
debe ser siempre que Cristo sea glorificado.
A fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de
Cristo.
(Efesios 4:12)
Los dones no se nos dan como un premio a nuestra espiritualidad. Dios nos los regala para
que sirvamos a nuestros hermanos y animarnos los unos a los otros en nuestro andar
con Jesús. Al usarlos de forma correcta mostramos que Dios es real en nuestras vidas y
que es él quien nos dirige.
Pero después agrega: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para
provecho.” En otras palabras, los dones espirituales están destinados a ser provechosos y
cubrir necesidades, no para usarlos como un juguete. Pablo más adelante escribe acerca
del cuerpo en donde los miembros son diferentes (el se refiere a que no todos tienen los
mismos dones espirituales) y que los miembros en el cuerpo deberían preocuparse unos
por otros. Con relación a esto (preocuparse unos por otros) también necesitamos dones
espirituales. Al final el capítulo termina con: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os
muestro un camino aun más excelente.” 1 Corintios 12:31.
Puedo recibir dones del espíritu por medio de la fe, también puedo luchar y practicarlos,
pero si no estoy pensando en ayudar a la gente y no me preocupo por los demás,
rápidamente puedo irme por el mal camino. Es fácil creer que solo los dones
espirituales dan valor y un contenido a quién los usa. Si pienso así quiere decir que estoy
siendo motivado por algo incorrecto y pronto comenzaré a pensar en honor y en ser
alguien grande en la iglesia. Y por esta misma razón, los celos y la envidia se pueden
convertir en mi motivación al usar dones espirituales.
Por eso Pablo escribe: “yo os muestro un camino aun más excelente.” Y luego empieza 1
Corintios 13. Él usa muchas palabras para advertirnos y asegurarse que no somos nada si
todos tenemos dones espirituales, y explica que es posible usar los dones de espirituales
sin amor. Quizá tú pienses que todos los que tienen dones espirituales tienen amor, casi
como si fueran la misma cosa, pero ¡no, no es así!
Un camino aun más excelente (mejor que solo recibir dones espirituales o dones de fe) es
cuando el amor es lo que nos motiva.
Respuesta: En realidad hay tres listas bíblicas de los “dones del Espíritu,”
también conocida como dones espirituales. Los tres pasajes principales que
describen los dones espirituales son Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:4-11; y 1
Corintios 12:28. Los dones espirituales identificados en Romanos 12 son
profecía, servicio, enseñanza, exhortación, dadivosidad, liderazgo y misericordia.
La lista en 1 Corintios 12:4-11 incluye la palabra de sabiduría, palabra de
conocimiento, fe, sanidad, poderes milagrosos, profecía, discernimiento de
espíritus, hablar en lenguas e interpretación de lenguas. La lista en 1 Corintios
12:28 incluye sanidades, ayudas, administraciones, y diversas clases de lenguas.
Esta es una breve descripción de cada uno de los dones:
Liderazgo – El líder dotado es aquel que dirige, preside o administra sobre otras
personas en la iglesia. La palabra literalmente significa “guiar” y conlleva la idea
de alguien que dirige un barco. Alguien con el don de liderazgo gobierna con
sabiduría y gracia y exhibe el fruto del Espíritu en su vida al dirigir con el ejemplo.
Palabra de sabiduría – El hecho de que este don sea descrito como “palabra” de
sabiduría, indica que es uno de los dones del uso de la palabra. El don describe a
alguien que puede entender y declarar verdades bíblicas, de tal manera, que
puedan hábilmente ser aplicadas a las situaciones de la vida con todo
discernimiento.
Fe – Todos los creyentes tienen fe en alguna medida, porque es uno de los dones
que concede el Espíritu a todos los que vienen a Cristo en fe (Gálatas 5:22-23). El
don espiritual de la fe es manifestado por alguien con una fuerte e
inquebrantable confianza en Dios, Su Palabra, Sus promesas, y el poder de la
oración que efectúa milagros.
Sanidad – Aunque Dios aún sana en la actualidad, la habilidad del hombre para
producir curaciones milagrosas perteneció a los apóstoles de la iglesia del primer
siglo, con el fin de confirmar que su mensaje procedía de Dios. Los cristianos de
ahora no tienen el poder de sanar a los enfermos o resucitar a los muertos. Si
ellos lo hicieran, los hospitales y las morgues estarían llenos de estas personas
“dotadas” desocupando camas y féretros por todas partes.