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DE "PRIMERO SUEÑO"
Y
OTROS ENSAYOS
SORJUANISTAS
por
por
PSICOANÁLISIS Y FILOSOFÍA
DEL SUEÑO
Francisco de Quevedo
P latón en el V Libro de La República , por boca de
Sócrates pregunta:
11
de la misma clase del pensamiento juzgador, ya que
la imaginación se debe a nuestro propio poder cada
vez que la deseemos, como cuando al formarnos un
retrato practicamos la memoria mediante el uso de
imágenes mentales. (...) Está claro que la imagina-
ción no es un sentido por las siguientes considera-
ciones: el sentido es ya bien una facultad o una
actividad, como la vista o estar viendo. La imagina-
ción ocurre en ausencia de ambos, como por ejemplo
en sueños (...) aparecen las visiones hasta cuando
tenemos los ojos cerrados. Tampoco es la imagina-
ción cualquiera de las cosas que jamás está en error,
como el conocimiento o la inteligencia, puesto que la
imaginación puede ser falsa.
12
En Introducción a Crítica de la razón pura Immanuel
Kant (1724-1804), señaló:
13
Si entonces mi percepción contiene conocimiento de
un evento, de algo que está pasando actualmente,
debemos hacer un juicio empírico sobre el que
pensamos que la secuencia está determinada (...) si
no fuera así, si yo sugiriera que el antecedente y el
evento no se conectaran necesariamente [de acuerdo
a la ley de la causalidad], yo tendría que considerar
la sucesión como un juego meramente subjetivo de
mi fantasía, y si todavía me lo representara a mí
mismo, como algo objetivo, tendría que llamarlo un
mero sueño.
14
El sueño autor de representaciones,
en su teatro, sobre el viento armado,
sombras suele vestir de bulto bello.
15
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe;
y en cenizas le convierte
la muerte ¡desdicha fuerte!:
¿Que hay quien intenta reinar,
viendo que ha de dispertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?, un frenesí;
¿qué es la vida?, una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
16
Habla Descartes:
17
En la primera Meditación , Descartes expresó:
18
En el siguiente párrafo de la IV parte del Discurso,
Descartes se denuncia como poeta:
19
solamente como si se hubieran visto al observar el
primero, así, temiendo que no iba a poder consignar
en mi Tratado todo lo que tenía en la mente, me
propuse sólo demostrar extensamente mis concepcio-
nes sobre la luz. Más tarde -cuando llegó la ocasión-
resolví añadir algo acerca del sol y las estrellas fijas,
puesto que la luz proviene casi enteramente de ellos;
habría que tratar sobre los cielos porque son transmi-
sores de luz, y los planetas, cometas y la tierra
porque la reflejan; y más particularmente los cuerpos
presentes en la tierra, puesto que son de color o
transparentes, o bien luminosos . Finalmente traté
sobre el hombre porque es el expectador de todo.
Escuchemos a Segismundo:
20
yo en esas cortes bellas
de la inquieta república de estrellas,
vi en el lugar primero
por rey de las estrellas al lucero;
yo en esferas perfectas,
llamando el sol a cortes los planetas,
le vi que presidía,
como mayor oráculo del día.
Pues ¿cómo si entre flores, entre estrellas,
piedras, signos, planetas, las más bellas
prefieren, tú has servido
la de menor beldad, habiendo sido
por más bella y hermosa,
sol, lucero, diamante , estrella y rosa?
21
a la ley de las horas:
no han podido vencer a mis dolores
las noches, ni dar paz a mis enojos.
Madrugan más en mí que en las auroras
lágrimas a este llano,
que amanece a mi mal siempre temprano;
y tanto, que persuade la tristeza
a mis dos ojos que nacieron antes
para llorar, que para verse sueño.
De sosiego los tienes ignorantes,
de tal manera, que al morir el día
con luz enferma vi que permitía
el sol que le mirasen en poniente.
Con pies torpes al punto, ciega y fría,
cayó de las estrellas blandamente
la noche, tras las pardas sombras mudas,
que el sueño persuadieron a la gente.
22
imaginación es en ese grado una facultad que
determina la sensibilidad a priori.
(•)
El concepto de un perro, significa una regla de
acuerdo con la cual mi imaginación puede delinear
la figura de un cuadrúpedo de una manera general,
sin limitaciones a una figura única determinada que
-tal como la experiencia o cualquier imagen posible
que pueda yo representar in concreto- actualmente
se presenta. Este esquematismo de nuestro entendi-
miento , en la aplicación a la mera forma de sus
apariencias, es un arte oculto en las profundidades
del alma, cuya conducta real posiblemente jamás
nos permitirá la naturaleza descubrir, exponién-
dola ante nuestra mirada.
23
Descartes en Meditación III, nos habla de sus experien-
cias en el mundo arquetípico:
24
nen, pero que nunca pueden contener nada mayor o
más perfecto.
25
(...)
Platón reconoció muy bien que nuestra facultad de
conocimiento siente una necesidad mucho mayor que
la de proyectar apariencias de acuerdo a una unidad
sintética, con el propósito de poder percibirlas como
experiencias. Él sabía que nuestra razón naturalmen-
te se eleva a maneras de conocimiento que por lo
pronto trascienden los límites de la experiencia y
que ningún objeto empírico puede jamás coincidir
con ellas, pero las cuales deben sin embargo ser
reconocidas como poseedoras de su propia reali-
dad y las que de ninguna forma son meras ficciones
del cerebro.
( •)
Estas ideas son nada menos que determinadas
completamente en el entendimiento supremo, cada
una como individuo y cada una incambiable, y son
las causas originales de las cosas. Pero sólo la totali-
dad de las cosas, en su interrelación en la constitu-
ción del universo, es completamente adecuada a la
idea.
26
Pero lo que yo intitulo el ideal parece estar todavía
más alejado de la realidad objetiva que la idea. Por
lo ideal yo entiendo la idea , no meramente in con-
creto sino in individuo, esto es, como una cosa
individual, determinable o hasta determinada por la
misma idea.
(•)
Lo que para nosotros es un ideal para Platón era una
idea del entendimiento divino , un objeto individual
de su pura intuición, el más perfecto de toda clase de
seres posibles, y el arquetipo de todas las copias en
el campo de la apariencia. Sin volar tan alto, estamos
obligados a confesar que la razón humana contiene
no sólo ideas sino también ideales , los que aunque
no tienen -como las ideas platónicas- fuerza creati-
va, sin embargo tienen poder práctico (como princi-
pios regulatorios) y forman las bases de la posible
perfección de ciertas acciones.
(...)
La virtud y en consecuencia la sabiduría humana en
su pureza completa, son las ideas . El sabio (de los
estoicos) es sin embargo un ideal , esto es, un hombre
que existe sólo en el pensamiento, pero en completa
conformidad con la idea de la sabiduría. Así como la
idea nos da la regla , el ideal en tal caso sirve como
el arquetipo para la determinación completa de la
copia.
27
(.)
El ideal es, por lo tanto, el arquetipo (prototypon)
de todas las cosas, las que individual y colectivamen-
te -como copias imperfectas (ectypa) - obtienen de él
[arquetipo] el material de su posibilidad.
28
En tiempos pasados, a pesar de algunas opiniones
contrarias y la influencia de Aristóteles, no era dificil
entender el concepto de Platón sobre la idea como
supraordinada [de orden superior] y preexistente a
todo fenómeno . Arquetipo , lejos de ser un término
nuevo, ya se usaba anteriormente a la época de San
Agustín, y era sinónimo de la idea de Platón.
29
En el primer volumen de El mundo como voluntad y
representación (p. 170), Schopenhauer reconoce que su
definición de voluntad es idéntica a lo que "en la
filosofía kantiana se denomina la cosa en sí":
30
causada por la sensación perceptiva irracional.
Siempre y cuando estemos limitados a su percepción,
somos como las personas sentadas en una cueva
obscura [alegoría de la cueva]. Su sabiduría consisti-
ría en predecir la secuencia de esas sombras,
aprehendida de la experiencia. Por otro lado, sólo los
arquetipos reales de esos contornos sombríos, las
ideas eternas , las formas originales de todas las
cosas, pueden ser descritas como de existencia
verdadera, puesto que siempre son pero nunca llegan
a ser ni nunca se van. No les pertenece ninguna
pluralidad, puesto que cada una por su naturaleza es
sólo una, ya que es el arquetipo en sí, del cual todas
las cosas -particulares, transitorias de la misma
especie y nombre- son copias o sombras. Tampoco
les pertenecen [a las ideas] el nacimiento y la muerte,
puesto que verdaderamente son o existen, mas nunca
están deviniendo o desapareciendo como sus efime-
ras copias. (Mas en estas dos definiciones negativas
se contienen necesariamente la presuposición de que
el tiempo, espacio y la causalidad no tienen signifi-
cación o validez para estas ideas, y no existen en
ellas). Por lo tanto, en un sentido apropiado el
conocimiento sólo puede surgir de ellas, puesto que
el objeto de dicho conocimiento sólo puede ser aquel
que siempre y en todo caso (y además en sí mismo)
31
es, y no aquello que es y luego no es, de acuerdo a
como lo miremos.
(...)
Si las enseñanzas de Kant y las de Platón desde la
época de Kant, hubieran sido debidamente captadas
y aprehendidas; si los hombres hubieran verdadera y
seriamente reflexionado sobre el significado y
contenido interior de las lecciones de estos dos
grandes maestros, en lugar de usar ligeramente las
expresiones técnicas de uno y parodiar el estilo del
otro, no hubieran fracasado en descubrir hace mucho
tiempo lo mucho que coincidían los dos grandes
sabios, y que el verdadero significado , la finalidad,
de ambas enseñanzas es absolutamente la misma.
32
que lo singular sobre lo múltiple es una forma. La
razón para decir esto es que no pueden declarar en
qué consisten las substancias de este tipo : substan-
cias eternas que existen independientes del indivi-
duo y las substancias sensibles.
33
ideas -siendo la substancia de las cosas- ser inde-
pendientes?
34
la propensión que tenía Platón de hipostatizar [funda-
mentalizar] las ideas . Las formas tenían para él
-como las ideas para Platón- una existencia metafi-
sica propia, como condicionante de todas las cosas
individuales".
35
... es la primera investigación sistemática de la
Teoría de las formas [ideas] y que ofrece argumen-
tos más precisos para su existencia además de una
caracterización más definida de su naturaleza que la
de los propios diálogos [de Platón]. Cuestionando si
Platón estaba comprometido con sus argumentos y
caracterizaciones, permite una nueva comprehensión
y revela profundidades escondidas en los Diálogos.
La atención al Peri ideon también ilumina el pensa-
miento de Aristóteles, pues al recoger los argumentos
de la existencia de las formas [ideas], nos demuestra
de qué manera entendía a Platón, y al criticar sus
argumentos señala dónde y por qué lo objeta.
No se puede considerar el Peri ideon de interés
puramente histórico, puesto que una gran parte del
debate entre Platón y Aristóteles en el area metafisica
involucra cuestiones latentes acerca de la naturaleza
de las universales [ideas]. ¿Pueden éstas -por
ejemplo- existir en abstracto? ¿Son perceptibles?
¿Eternas? ¿Cómo están relacionadas a las particula-
res? ¿Cuántas universales existen? ¿Qué decisiones
debemos tomar acerca de estos asuntos, mediante la
especulación a priori, ciencia o filosofía? Platón es
el primero en arriesgar respuestas a estas preguntas,
el Peri ideon es lo primero que replica a sus afirma-
ciones. Cualquiera que esté interesado en el proble-
36
ma de las universales debería estarlo en la contro-
versia original.
37
Habida cuenta que sólo los filósofos tienen la facul-
tad de concebir lo eterno e inmutable, ya que
aquellos que divagan en las regiones de lo múltiple
y lo variable no son filósofos. (...) Supongamos que
las mentes filosóficas amen siempre el tipo de
conocimiento que les demuestre la naturaleza eterna,
invariable a la generación y a la corrupción. (...) Y
existe una belleza absoluta y un bien absoluto, y para
cada una de las otras cosas -a las que se les aplica el
término "múltiple"- existe también un absoluto,
puesto que pueden ser reducidas a una sola idea, a la
que se denomina la esencia singular. Lo múltiple
-como decimos- se ve, mas no se conoce y las ideas
se conocen pero no se ven.
38
este encabezado debemos de agrupar todo lo que
existe, no en palabras ni formas corporales, sino en
la mente, siendo claro que es algo diferente de la
naturaleza del círculo o de las tres cosas menciona-
das anteriormente. De todas éstas la inteligencia se
acerca más en parentesco y similitud al quinto [idea]
del que los otros instrumentos están más alejados.
39
han emprendido ciegamente, sin el conocimiento de
lo que se requería hacer.
Un cierto misterio yace aquí escondido y solamen-
te resolviéndolo se puede avanzar en el campo
ilimitado del conocimiento, producido por un enten-
dimiento puro que sea seguro y confiable. Lo que
debemos hacer es descubrir -en toda su apropiada
universalidad- la base de la posibilidad de los juicios
sintéticos a priori [ideal para intuir las condiciones
que hacen posibles cada tipo de tales juicios, y
señalar todo este conocimiento que forma un género
aparte -no en un lineamiento precipitado- sino en
un sistema orgánico y suficiente para cualquier uso,
de acuerdo a sus fuentes originales, divisiones,
extensión y límites.
40
2. Todo poeta es un ser que simboliza sus traumas
orales con arquetipos pertenecientes al inconsciente
colectivo, del cual su propio inconsciente es parte
integrante.
41
lantar los fines esenciales de la razón . Por sistema
entiendo la unidad de los tipos diversos de conoci-
miento bajo una idea.
(•)
Hasta ahora, el concepto de la filosofa ha sido
meramente escolástico, concepto de un sistema de
conocimiento que se persigue únicamente por su
carácter científico, y que por lo tanto está enfocado
sólo a la unidad sistemática inherente a la ciencia, y
consecuentemente nada más que a la perfección
lógica del conocimiento. Mas existe también otro
concepto de la filosofía, un conceptus cosmicus, que
siempre ha formado la base real del término filosofía,
especialmente cuando ha sido como personificado y
su arquetipo representado en el filósofo ideal.
Desde este ángulo, la filosofa es la ciencia de la
relación de todo el conocimiento con los fines
esenciales de la razón humana ( teleología rationis
humanae), y el filósofo no es un artífice en el campo
de la razón, sino el legislador de la razón humana.
En este sentido del término, sería muy arrogante
denominarse filósofo y pretender haber igualado al
prototipo que existe sólo en la idea.
El matemático, el filósofo natural y el lógico -no
importa lo exitosos que hayan sido los primeros en
sus avances en el campo del conocimiento racional y
el último, especialmente en el conocimiento filosófi-
42
co- son sólo artífices en el campo de la razón. Existe
un maestro, concebido en el ideal [arquetipo] quien
les da las tareas, y los emplea como instrumentos
para extender los fines esenciales de la razón huma-
na. Sólo a él debemos llamar filósofo.
43
LAS FUENTES PROFANAS
Fancisco de la Maza en Sor Juana Inés de la Cruz
en su tiempo (septiembre 1967) nos dejó algunos
comentarios sobre Primero sueño:
47
Duerme Sor Juana, pero sólo su cuerpo, pues el
espíritu, libre de cuidados corporales, se remonta en
audaz vuelo hasta las estrellas e "iba copiando las
imágenes todas de las cosas", es decir, observando,
copiándolas en la mente.
Llega el alma a la más alta cima del Cosmos,
"aspirando a la Causa Primera", pero, "por mirarlo
todo, nada veía", como el que:
48
mente, desde lo universal hasta lo humano, pero
vuelve a darse cuenta que no puede saber, ni el plan
de los universales aristotélicos, ni la individuación
particular, por lo que la intención de su mente le
resulta un "insolente exceso".
( •)
Es indudable que, en el fondo -y a lo largo y a lo
ancho del poema- hay un escepticismo primordial.
También diríamos agnosticismo. Nos referimos,
como ella, a una desesperación de saber racional-
mente los principios y las causas.
(•)
Sincera, atrevida, ella misma asustada de su intrepi-
dez, consciente de su fracaso metafisico, se resigna
humildemente al "ignoramos e ignoraremos" -por
la vía racional- el ser del Cosmos.
Ningún pensador español había llegado a tan
severa crítica del conocimiento. El "yo despierta"
es un eco lejano del "ego dubito " de Descartes,
ambos en la soledad infinita, uno como fin y el otro
como inicio, pero con parecidos resultados.
49
Musa, poetisa americana , Sor Juana Inés de la Cruz
(1700):
50
¿Qué cosa más ajena de poderse decir con airoso
numen poético, que los principios, medios, y fines
con que se cuece en el estómago el manjar, hasta
hacerse sustancia del alimentado? ¿Lo que pasa en
las especies sensibles desde el sentido externo al
común, al entendimiento agente, a ser intelección? Y
otras cosas de esta ralea, con tan mustio fondo, que
causa admiración justísima haber sobre ella labrado
nuestra poetisa primores de tan valiente garbo. Si el
espíritu de don Luis es alabado, con tanta razón, de
que a dos asuntos tan poco extendidos de sucesos, los
adornase con tan copiosa elegancia de perífrasis, y
fantasías; la madre Juana Inés no tuvo en este escrito
más campo, que este: siendo de noche me dormí;
soñé, que de una vez quería comprehender todas
las cosas de que el Universo se compone ; no pude,
ni aun divisas por sus categóricas, ni aun solo un
individuo . Desengañada, amaneció , y desperté. A
este angostísimo cauce redujo grande golfo de
erudiciones, de sutilezas, y de elegancias, con que
hubo por fuerza de salir profundo; y por consecuen-
cia, dificil de entender, de los que pasan la hondura
por obscuridad; pero los que saben los puntos de las
facultades, historias, y fábulas, que toca, y entienden
en sus translaciones los términos alegorizado, y
alegorizante, con el que resulta del careo de ambos,
están bien ciertos de que no escribió nuestra poetisa
51
otro papel, que con claridad semejante nos dejase ver
la grandeza de tan sutil espíritu.
52
Tampoco hizo mención de Ilustración al Sueño de la
décima musa mexicana , por Pedro Álvarez de Lugo
Usodemar, abogado de la Real Audiencia de Canarias,
manuscrito del siglo XVII que se encuentra en el Fondo
Antiguo de la Biblioteca Nacional de Madrid ( Para leer
"Primero Sueño " de sor Juana Inés de la Cruz, por
Andrés Sánchez Robayna. FCE, 1991), en el cual
Usodemar intentó descifrar los primeros 232 versos que
componen este magno poema. Terminó Usodemar sus
comentarios con esta declaración:
53
cuales habría que subdividir en fracciones de entre 6 y
21 cada una si deseáramos seguir el método del poeta
canario.
Más adelante señalaré la riqueza cósmica de Primero
sueño , con lo que se demuestran las alucinaciones de
carácter oral-traumático que sufrió Juana Inés durante el
período de su lactancia. Los arquetipos de cuerpos
celestes están presentes junto a los de fuego, piedra y
ojo y otros arquetipos orales como veneno, punción y
devoración . Este complejo cósmico es privativo de todo
gran poeta, quien tiene la facultad de concebir las ideas,
que son la causa de la representación simbólica o arque-
típica de la experiencia traumática ancestral ubicada en
el inconsciente colectivo que teorizó Jung.
Juana Inés tenía experiencias interiores y experien-
cias exteriores. Las primeras pertenecen al inconsciente
colectivo y las segundas al inconsciente personal. Hecha
la advertencia, quiero estudiar 77 versos consecutivos de
Primero sueño que comienzan con: "no de otra suerte
que el alma que asombrada" hasta "la cima huella de su
altiva frente", los cuales he dividido en cuatro fragmen-
tos.
En el primero Juana Inés recuerda el axioma socráti-
co, relativo a la ignorancia, en Apología:
54
En Intento de psicoanálisis de Juana Inés (1972) hablé
de su deseo inconsciente de ignorar, en relación a estos
primeros 20 versos:
55
lo ha metaforizado en las imágenes inconscientes que
concibe sobre todo en sus sueños. Veamos los siguientes
15 versos del segundo fragmento de Juana Inés:
56
tú, a los vicios de los hombres, crueles alimentos
ofreces;
semillas de cuidados oriundas de tu fuente.
Tú a Peto, que tiende las velas a los puertos de Faros
tres y cuatro veces hundes en mar insano.
Pues, mientras te sigue, mísero en la edad primera
fallece,
y, nueva comida, nada en lejanos peces;
y pagar tu madre justas deudas a la tierra piadosa
no puede, ni enterrarte entre parientes tumbas.
Mas sobre tus huesos están hoy las aves marinas,
hoy tienes tú, por túmulo, el mar Carpatio todo.
Infeliz Aquilón, temor de la raptada Oritia,
¿qué tan grandes, de aquél, tuviste, tú, despojos?
¿O en qué, pues, con la quebrada quilla , Neptuno,
te gozas?
Aquel barquichuelo llevaba santos hombres.
Peto, ¿a qué cuentas tu edad? ¿A qué la cara madre en tu boca
está, mientras tú nadas? No tiene la onda dioses.
Pues, para ti , a las peñas ligadas, por nocturnas procelas
gastado el cable, todas las ataduras caen.
Hay costas que atestiguan de Agamenón los cuidados,
do del minaz Argino la pena, marca al agua;
perdido este joven, no desamarró su flota el Atrida;
por la cual demora matada fue Ifigenia.
Volved el cuerpo a la tierra, quedó en el abismo su vida;
a Peto, de grado, recubre, vil arena;
57
y cuantas veces pase el nauta por el sepulcro de Peto,
diga: "Temor tú puedas ser, al osado incluso".
Id, naves curvas, y las causas tejed de la muerte:
esta muerte, movida viene de humanas manos.
La tierra poco fuera: a los hados añadimos las ondas;
con arte, a la fortuna vías ampliamos míseras.
¿Qué un ancla te tenga, a ti, a quien no los Penates
tuvieron?
A ése, su tierra es poco; dime tú, ¿qué merece?
De los vientos es cuanto preparas; quilla alguna contigo
envejeció; la fe quebranta el puerto mismo.
Natura, insidiosa, tendió bajo los avaros el Ponto:
que bien te salga, puede ser una vez apenas.
Las peñas de Cafareo las triunfales popas quebraron,
cuando arrastró la vasta sal a la Grecia náufraga.
Lloró poco a poco Ulises de sus compañeros
la pérdida;
a él, contra el mar, los dolos usuales no valiéronle.
Mas si contento con el patrio buey volteara los campos
y pensara que peso tenían mis palabras,
dulce convidado, delante de sus Penates viviera,
pobre, mas en tierra; nada llorar pudieras.
No soportó esto Peto: oír de la procela el estruendo
y con el duro cable herir sus tiernas manos;
mas la cámara de Quíos o el terebinto de Órico,
y puesta la cabeza sobre variada pluma.
58
A éste, en vida, de raíz le arrancó las uñas la ola,
y su boca mísera atrajo el agua odiosa;
que éste era en parvo leño llevado, vio la ímproba noche:
porque Peto muriera males se unieron tantos.
Llorando, empero, dio estos mandatos en sus quejas extremas,
al cerrar licor negro su moribunda boca:
"Dioses del mar Egeo, en cuyo poder son las aguas;
oh vientos
y onda cualquiera que mi cabeza abruma:
¿a dónde arrastráis de mi primer vello los míseros años?
Contra las aguas vuestras, llevamos largas manos.
¡Ah, a las peñas agudas de los alciones,
seré echado, mísero;
en mi contra, el cerúleo dios levantó el tridente!
Mas, al menos, la marea me lleve a regiones de Italia:
si esto mío de mi madre será, será bastante".
Sumergió al que esto hablaba, en vórtice torcido, la ola:
y ésos fueron, a Peto, la voz y el día últimos.
¡Oh, del genitor Nereo las cien niñas ecuóreas,
y tú, Tetis, movida por el dolor materno!
59
Petrarca (1304-74), en Cancionero nos muestra un poema
en el que metaforiza en el mar la ansiedad del yo ante su
adaptación inconsciente a la idea de morir de sed:
60
tras ella va, si no le impiden peñas,
ansí de arriba de la hinchada vela
las señas viendo de la eterna vida
di luego mil sospiros por la muerte.
61
pero la luz que amanecer siento,
y aun el cielo, me hacen que confio.
62
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia vida congojoso,
63
el mísero gemido,
segundo de Arión dulce instrumento.
64
y al sol le extiende luego,
que, lamiéndole apenas
su dulce lengua de templado fuego,
lento le embiste, y con suave estilo
la menor onda chupa al menor hilo.
65
"Rayos -les dice- ya que no de Leda
trémulos hijos, sed de mi fortuna
término luminoso ." Y -recelando
de invidiosa bárbara arboleda
interposición, cuando
de vientos no conjuración alguna-
cual, haciendo el villano
la fragosa montaña fácil llano,
atento sigue aquella
-aun a pesar de las tinieblas bella,
aun a pesar de las estrellas clara-
piedra, indigna tiara
-si tradición apócrifa no miente-
de animal tenebroso cuya frente
carro es brillante de nocturno día:
tal, diligente, el paso
el joven apresura,
midiendo la espesura
con igual pie que el raso,
fijo -a despecho de la niebla fría-
en el carbunclo, norte de su agua,
o el Austro brame o la arboleda cruja.
66
sin velas desvelada
y entre las olas sola!
¿Adónde vas perdida,
adónde, di, te engolfas,
que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas?
Como las altas naves,
te apartas animosa
de la vecina tierra
y al fiero mar te arrojas.
Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeña en las ofensas,
incitas a las ondas.
Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.
Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las iras procelosas.
Segura navegabas,
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.
Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
67
ni se estimó la perla
hasta dejar la concha.
Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas
volvieron venturosas.
No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.
Para los altos mares
no llevas cautelosa
ni velas de mentiras
ni remos de lisonjas.
¿Quién te engañó , barquilla?
Vuelve, vuelve la proa,
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?
¿En qué gavia descubres,
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?
¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda
68
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?
Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?;
que nunca desdichados
sus pensamientos logran.
¿Qué importa que te ciñan
ramas verdes o rojas,
que en selvas de corales
salado césped brota?
Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto bordo
que jarcias de oro adornan.
No quieras que yo sea
por tu soberbia pompa
Faetonte de barqueros
que los laureles lloran.
Pasaron ya los tiempos
cuando lamiendo rosas
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.
Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan,
que salpicando estrellas
del sol la frente mojan.
Ya los valientes rayos
de la vulcana forja
69
en vez de torres altas
abrasan pobres chozas.
70
Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas,
merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve,
más pura y más hermosa.
Mi honesto amor te obligue,
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.
Mas ¡ay, que no me escuchas...!
Pero la vida es corta:
viviendo, todo falta
muriendo , todo sobra.
71
Déjase a la borrasca el marinero,
a las almas de Tracia cede el lino,
gime la entena, y gime el pasajero.
72
Prosigue Juana Inés:
1. Substancia . 6. Tiempo.
2. Cantidad. 7. Posición.
3. Relación . 8. Estado.
4. Calidad. 9. Acción.
5. Lugar. 10. Afección.
73
LA REPÚBLICA
74
PRIMERO SUEÑO
75
Recordemos lo que Juana Inés dijo en la Carta a Núñez
de Miranda (Carta de Monterrey):
76
término dulce de su afán pesado,
(de amarga siembra fruto al gusto grato,
que aun a largas fatigas fue barato)
y con planta valiente
la cima huella de su altiva frente.
77
por encima del muro . Unos portadores hablan entre
sí, otros pasan sin decir nada.
-Me habéis presentado un extraño cuadro y extraños
prisioneros.
-Sin embargo éstos se nos parecen mucho. Y, ante
todo, ¿creéis que verán otra cosa, de sí mismos y de
los que se hallan a su lado, que las sombras que van
a producirse frente a ellos en la pared de la caverna?
-¿Que más pueden ver, puesto que desde su naci-
miento se hallan forzados a tener siempre inmóvil la
cabeza?
-¿Verían acaso las sombras de los objetos que pasan
por detrás de ellos?
-Así es.
-Si pudiesen conversar entre sí, ¿no convendrían en
nombrar a las sombras que tienen delante?
-Indudablemente.
-Y si en la prisión hubiese un eco que repitiese las
palabras de los que pasan, ¿no se imaginarían oír
hablar a las sombras mismas que observan delante de
sus ojos?
-Desde luego.
-Para ellos, la verdad de hecho no sería otra cosa que
las sombras de las imágenes.
-Sin duda.
-Mirad ahora lo que naturalmente habrá de suceder-
les, si son liberados de sus hierros y se les informa de
78
su error. Desatad a uno de esos cautivos y obligadle
inmediatamente a levantarse, a volver la cabeza, a
caminar y a mirar hacia la luz ; lo que le causará un
dolor agudo; la luz le abrasará los ojos , y el des-
lumbramiento que le produzca le impedirá distin-
guir los objetos cuyas sombras veía antes. ¿Qué
creéis que respondería si le dijesen que hasta enton-
ces no ha visto más que fantasmas, y que ahora tiene
ante los ojos objetos reales, más cercanos a la ver-
dad? Si se le muestran luego los objetos a medida
que vayan presentándose, y se le exige nombrarlos,
¿no se le sumirá en perplejidad, y no estará persuadi-
do de que lo que antes veía era más real que lo que
ahora se le muestra?
-Mucho más real.
-Y si se le obligase a mirar el fuego , ¿no le dolerían
los ojos? ¿No desviaría su mirada para dirigirla a las
sombras que contempla sin esfuerzo, las que son más
claras que todo lo que se le obliga ahora a ver?
-En verdad.
-Suponeros que se le saca de la caverna, y se le con-
duce, por el sendero áspero y escarpado hasta la pre-
sencia del sol, ¿no estaría molesto e irritado? ¿Y
cuando haya llegado a la luz, sus ojos se deslumbra-
rán y podrá acaso ver la multitud de objetos que
llamamos reales?
-Le sería imposible, de pronto.
79
-Necesitaría tiempo, sin duda, para acostumbrarse a
la visión del mundo exterior. Lo que primero distin-
guiría serían, las sombras; luego, las imágenes de los
hombres y de los demás objetos, reflejadas en la
superficie de las aguas y finalmente, los objetos
mismos. De ahí dirigiría su mirada al cielo estrella-
do, pues vería con mayor facilidad durante la noche,
a la luz de la luna y las estrellas , que durante el día
y a la luz del sol.
80
en fácil humo, en viento convertidas,
su forma resolvieron.
Así linterna mágica, pintadas
representa fingidas
en la blanca pared varias figuras,
de la sombra no menos ayudada
que de la luz: que en trémulos reflejos
los competentes lejos
guardando de la docta perspectiva,
en sus ciertas mensuras
de varias experiencias aprobadas,
la sombra fugitiva,
que en el mismo esplendor se desvanece,
cuerpo finge formado,
de todas dimensiones adornado,
cuando aun ser superficie no merece.
En tanto, el padre de la luz ardiente,
de acercarse al Oriente
ya el término prefijo conocía,
y al antípoda opuesto despedía
con transmontantes rayos:
que de su luz en trémulos desmayos
en el punto hace mismo su Occidente,
que nuestro Oriente ilustra luminoso,
pero de Venus , antes, el hermoso
apacible lucero
rompió el albor primero,
81
y del viejo Titán la bella esposa
amazona de luces mil vestida,
contra la noche armada,
hermosa si atrevida,
valiente aunque llorosa,
su frente mostró hermosa
de matutinas luces coronada,
aunque tierno preludio, ya animoso
del planeta fogoso,
que venía las tropas reclutando
de bisoñas vislumbres
las más robustas, veteranas lumbres
para la retaguardia reservando,
contra la que, tirana usurpadora
del imperio del día,
negro laurel de sombras mil ceñía
y con nocturno cetro pavoroso
las sombras gobernaba,
de quien aun ella misma se espantaba;
pero apenas la bella precursora
signífera del sol, el luminoso
en el Oriente tremoló estandarte,
tocando al arma todos los suaves
si belicosos clarines de las aves
diestros, (aunque sin arte)
trompetas sonorosos,
cuando (como tirana al fin), cobarde,
82
de recelos medrosos
embarazada, bien que hacer alarde
intentó de sus fuerzas, oponiendo
de su funesta capa los reparos,
breves en ella de los tajos claros
heridas recibiendo
bien que mal satisfecho su denuedo,
pretexto mal formado fue del miedo,
su débil resistencia conociendo,
a la fuga ya casi cometiendo
más que a la fuerza, el medio de salvarse,
ronca tocó bocina
a recoger los negros escuadrones
para poder en orden retirarse,
cuando de más vecina
plenitud de reflejos fue asaltada,
que la punta rayó más encumbrada
de los del mundo erguidos torreones.
Llegó, en efecto, el sol cerrando el giro
que esculpió de oro sobre azul zafiro:
de mil multiplicados
mil veces puntos, flujos mil dorados:
líneas, digo, de luz clara salían
de su circunferencia luminosa,
pautando al cielo la cerúlea plana;
y a la que antes funesta fue tirana
de su imperio, atropadas embestían,
83
que sin concierto huyendo presurosa,
en sus mismos horrores tropezando
su sombra iba pisando,
y llegar al Ocaso pretendía
con el (sin orden ya) desbaratado
ejército de sombras, acosado
de la luz que el alcance le seguía.
Consiguió, al fin, la vista del Ocaso
el fugitivo paso,
y en su mismo despeño recobrada
esforzando el aliento en la ruina
en la mitad del globo, que ha dejado
el sol desamparado,
segunda vez rebelde determina
mirarse coronada,
mientras nuestro Hemisferio la dorada
ilustraba del sol madeja hermosa,
que con luz judiciosa
de orden distributivo, repitiendo
a las cosas visibles sus colores
iba, y restituyendo
entera a los sentidos exteriores
su operación, quedando a luz más cierta
el mundo iluminado , y yo despierta.
84
LA FUENTE GUADALUPANA
En el capítulo III, Estructura semántica en el Prime-
ro sueño . Campo mitológico , de su libro El Primero
sueño de Sor Juana . Estudio semántico y retórico
(UNAM, 1993), Susana Arroyo Hidalgo señaló:
87
comprendida por los aspectos mitológicos y de
referencia griega , latina y egipcia en el poema.
88
Miguel Sánchez, nacido en la ciudad de México
en 1594, buen teólogo y famoso predicador "que se
sabía de memoria las obras de San Agustín", publicó
en 1640 un Elogio de San Felipe de Jesús Hijo y
Patrón de México . Este sermón debió tener gran
éxito patriótico, pues ese mismo año comenzó a
estudiar la historia de la Virgen de Guadalupe, que
publicaría después , en 1648, con el título de Imagen
de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe
milagrosamente aparecida en la ciudad de México
celebrada en su historia con la profecía del capítu-
lo doce del Apocalipsis.
(•)
Miguel Sánchez oye la tradición y la escribe en su
inicial sencillez. Pero esto no basta. Hay que funda-
mentarla y a ello acomete su entusiasmo, su religiosi-
dad y sus conocimientos teológicos. Saca punta a su
sensibilidad mística y se coloca en la tesitura necesa-
ria para abordar el tema. Poco a poco va compren-
diendo los pasos del símbolo y él mismo entra a ser
parte de él: "puse atención a la relación de San Juan
-nos dice- y oí que entre los ángeles asistentes y
aficionados de la Imagen del Cielo se nombraba
por primero a San Miguel Arcángel ; al punto,
valiéndome del sagrado nombre y gloriándome de
tenerle, me sentí no solamente animoso en mi deseo,
sino reconvenido ajusta obligación de escribir...". La
89
magia del nombre , la necesidad de responder a lo
inexplicable; el sentirse llamado, predestinado a altos
fines, hace que sienta la "justa obligación" de cum-
plirlos. Por eso en otro lugar dice: "nos hallamos tan
movidos del espíritu de Dios, tan alumbrados de su
caridad, tan encendidos de sus fervores..." y agrega
convencido: "siendo del Apocalipsis a que está
inclinado mi ingenio, lleva conmigo divina bendi-
ción". Juzguen los teólogos estos párrafos. O los
psicólogos.
Pero no quiere Miguel Sánchez partir él solo y
busca padrino. Lo encuentra en San Agustín, quien
le va a descifrar las oscuras palabras apocalípticas.
"San Agustín (¡oh qué feliz principio para que dé luz
a mi entendimiento, entendimiento a mi pluma,
pluma a mis palabras, palabras a mis conceptos,
conceptos a mi devoción y a mis discursos!), me
señaló el sagrado paraje donde estaba y me descubrió
el apostólico dueño que la poseía: In apocalipsis
Joannis ...". Y así, con San Agustín y San Miguel
como guías, se embarca Miguel Sánchez hacia
Patmos en busca de San Juan. Vayamos con él y
veamos el famoso capítulo mariano del Apocalip-
sis.
"Y una grande señal apareció en el cielo: una
mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus
90
pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas"
(vers. 1).
"Y estando encinta clamaba con dolores de parto
y sufría tormentos por parir" (vers. 2).
"Y fue vista otra señal en el cielo: he aquí un gran
dragón bermejo que tenía siete cabezas y diez
cuernos y en sus cabezas siete diademas" (vers. 3).
"Y el dragón se paró delante de la mujer que
estaba para parir a fin de devorar a su hijo cuando
hubiese nacido" (vers. 4).
"Y ella parió un hijo varón el cual había de regir a
todas las gentes con vara de hierro y su hijo fue
arrebatado para Dios y su trono" (vers. 5).
"Y la mujer huyó al desierto donde tiene lugar
aparejado de Dios para que allí la mantengan mil
doscientos y sesenta días" (vers. 6).
"Y fue hecha una grande batalla en el cielo;
Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón y
lidiaba el dragón con los ángeles". (vers. 7).
"Y cuando vio el dragón que él había sido arroja-
do a la tierra persiguió a la mujer que había parido al
hijo varón (vers. 13).
"Y fueron dadas a la mujer dos grandes alas de
águila para que de la presencia de la serpiente
volase al desierto , a su lugar, donde es mantenida
por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo"
(vers. 14).»
91
La relación de las vírgenes guadalupana y apocalíptica,
influyó a toda aquella generación de poetas novohispa-
nos. En su poema sacro-histórico Primavera indiana.
Idea de María Santísima de Guadalupe de México
(1668), Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700), nos
ofrece la imagen sincrética:
VII
O tú, que en trono de diamantes puros
pisando estrellas vistes del sol rayos,
a cuyo lustre ofrecen los coluros
brillantes luces de su obsequio ensayos:
purifica mi acento, y mis impuros
labios se animen florecientes mayos
que a tu sombra mi voz bella María
triunfa inmortal del alterable día.
LXVII
No, no pinten la imagen resplandores,
que jactan por origen, el luciente,
de los bronces torneados entre albores.
Alcázar patrio de la luz naciente:
ya fogosos cedieron sus ardores
con pecho airoso, en culto indeficiente,
cuando a vista de un águila María
púrpura al viento, emulación dio al día.
92
Evidentemente estamos ante la presencia de una imagen
cósmica que nos ofrece una serie de símbolos o arqueti-
pos de base oral-traumática. Aquí no sólo se ve la
imagen alucinada del pecho materno en los símbolos de
las estrellas y la luna bicorne sino que toda la imago
matris (la virgen) está "envuelta en el sol " o sea es una
alucinación o distorsión visual del niño que muriéndose
de hambre, de lejos está viendo la figura de su madre.
¡He aquí el por qué la virgen de Guadalupe no lleva al
niño en los brazos!
93
y de las otras ideas que, si también tuvieran
contrapartes visibles
serían igualmente preciosas.
Mas éste es el privilegio de la belleza,
que siendo la más hermosa
es también la más sensible a la vista.
Ahora, el que no esté iniciado recientemente
o quien se haya degenerado,
no puede elevarse fácilmente de este mundo
hacia la vista de la verdadera belleza
en el otro mundo.
94
Pero López de Ayala (1332-1407) presenta una visión
cósmica, después de la fundación del Santuario de
Guadalupe en Extremadura:
95
Tú, que eres la estrella
que guardas a los errados,
amansa mi querella;
e perdón de mis pecados
tú me gana, e olvidados
sean por la tu mesura,
e me lleva aquella altura
do es el plazer entero.
Señora, por cuanto supe...
96
EPÍLOGO
En la página 171 del Segundo tomo de las obras de
soror Juana Inés de la Cruz, monja professa en el
monasterio del señor san Jerónimo de la ciudad de
México, añadido en esta segunda impresión por su
autora . Año 1693 . Impreso en Barcelona : por Joseph
Llopis y a su costa, observamos el subtítulo : Primero
sueño, que assi intituló , y compuso la madre Juana
Inés de la Cruz, imitando a Góngora.
Parece evidente que Juana Inés quiso seguir el
concepto o abstracción general que tenía de la poesía de
Luis de Góngora y Argote (1561-1627).
Los comentarios del padre Calleja en Fama y obras
posthumas -ya citado anteriormente- en el sentido de
que Primero sueño fue una imitación de Soledades de
Góngora es una temeridad por la razón de que los poetas
suelen escribir compulsivamente en estado somnambúli-
co, volcando en sus poemas no sólo la experiencia
exterior que han acumulado en su vida, sino además los
arquetipos que tienen la facultad especial de concebir
todo esto en su propio estilo estético.
Luis de Góngora en Soledades abraza la mitología,
mas no la filosofia antigua y su poesía cósmica se sujeta
a la ley de todos los poetas "quienes dicen las mismas
cosas", como dijo Sócrates en lón.
Que ni Juana Inés, ni nadie en su época, se pudo
substraer a la influencia del genio cordobés cuya "poesía
carece de precedentes y que rompe con ello el espíritu de
99
la imitatio renacentista y manierista", nos convence el
canario Andrés Sánchez Robayna, quien en su ensayo
Algo más sobre Góngora y Sor Juana , consignado en
la II parte de su libro Para leer "Primero sueño" de
Sor Juana Inés de la Cruz (FCE 1991), dice:
100
que tal hecho no niega en modo alguno la singulari-
dad o la excepcionalidad de Primero sueño, y que
para nada afecta la extraordinaria significación del
lugar histórico de este poema.
•)
Primero sueño es el más alto ejemplo de este género
poético inaugurado por Góngora, y es también, con
el Paraíso cerrado ... de Soto de Rojas, tal vez el
texto que, en su proximidad a la lengua poética del
cordobés, mejor expresa hasta qué punto las Soleda-
des fueron, en verdad, una escritura seminal que
abría nuevos caminos y nuevas posibilidades para
la poesía lírica . El propósito central de estas notas
no aspira sino a mostrar que, cuando se habla de la
presencia de lo gongorino en Primero sueño, tal
presencia no puede, en rigor, ser explicada única-
mente a través de la impronta de cultismos léxicos y
sintácticos, de un preciso tratamiento de lo mitológi-
co, de las «reminiscencias» que reflejan algunos
pasajes, etcétera; debe, en fin, considerarse igual-
mente que la extensión y la naturaleza descriptiva
del poema de sor Juana proceden asimismo de aquel
poema-matriz.
101
Iglesia en cuanto a las fuentes filosóficas paganas que
conforman la espina dorsal del poema.
Lo del sueño es otra diversión parecida a la locura
del Quijote, con la que el genio de Cervantes quedó libre
para criticar como nadie lo ha hecho los dogmas de la
Iglesia.
Las iglesias tanto religiosas como las estatales jamás
han podido reprimir el espíritu libertario de los poetas y
escritores. Veamos lo que nos dice Freud al respecto en
La interpretación de los sueños (1900), que puede
proyectarse a la España inquisitorial :
102
políticos de su país. Cuanto más estricto sea el
dominio de la censura, más irreconocible será el
disfraz, y frecuentemente más ingeniosas las
formas empleadas para inducir al lector por el
camino de la verdadera significación.
103
novedades científicas padecían un centenar o más de
años de retraso, transformarla, destruir lo que en esas
condiciones era capaz de ser, plegarla y doblegarla
hasta obtener que hiciese esa travesía que hizo
desde el encausto hasta la sangre, ¿no fue un
crimen?
104
OTROS ENSAYOS
SORJUANISTAS
En el Archivo Parroquial de Chimalhuacán,
con fecha 2 de diciembre de 1648,
aparece anotado y firmado por Fr. P° de Monasterio,
el bautismo de "Inés, hija de la Iglesia",
cuyos padrinos fueron Miguel y Beatriz Ramírez,
hermanos de la madre de Juana Inés.
RELACIÓN EPISTOLAR ENTRE
JUANA INÉS Y JOSÉ MONTORO
La poetisa más antigua que se conoce en la historia
humana existió en Sumeria 2,300 años, a. C. y su nom-
bre fue Ened-Uana, asombroso parecido con Juana Inés.
La segunda fue la famosa Safo de la isla de Lesbos que
floreció 6 siglos antes de Cristo y que en Antología
palatina , Platón la nombra:
109
jefe de la escuela neoplatónica de filosofia: un
extraordinario conjunto de logros para cualquier
individuo de cualquier época. Su nombre era Hipa-
tia. Nació en el año 370 en Alejandría. Hipatia, en
una época en la que las mujeres disponían de pocas
opciones y eran tratadas como objetos en propiedad,
se movió libremente y sin afectación por los domi-
nios tradicionalmente masculinos. Todas las historias
dicen que era una gran belleza. Tuvo muchos preten-
dientes pero rechazó todas las propuestas matri-
moniales . La Alejandría de la época de Hipatia -bajo
dominio romano desde hacía ya tiempo- era una
ciudad que sufría graves tensiones. La esclavitud
había agotado la vitalidad de la civilización clásica.
La creciente Iglesia cristiana estaba consolidando su
poder e intentando extirpar la influencia y la cultura
paganas. Hipatia estaba sobre el epicentro de estas
poderosas fuerzas sociales. Cirilo, el arzobispo de
Alejandría, la despreciaba por la estrecha amis-
tad que ella mantenía con el gobernador romano
y porque era un símbolo de cultura y ciencia, que
la primitiva Iglesia identificaba en gran parte con el
paganismo. A pesar del grave riesgo personal que
ello suponía, continuó enseñando y publicando, hasta
que en el año 415, cuando iba a trabajar, cayó en
manos de una turba fanática de feligreses de Cirilo.
La arrancaron del carruaje, rompieron sus vestidos y,
110
armados con conchas marinas, la desollaron arran-
cándole la carne de los huesos. Sus restos fueron
quemados, sus obras destruidas, su nombre olvida-
do. Cirilo fue proclamado santo.
111
Dulcísimo tormento del sosiego,
enigma de los ojos ignorado,
Norte sin luz que sigo derrotado,
tomando las alturas por el fuego:
112
antecedente de Montoro . Leamos el romance del
valenciano:
Es amor naturaleza
del alma, pues es progreso
de amor, la unión de memoria,
voluntad, y entendimiento:
113
Son los celos en la inculta
noticia vulgar, aquellos
villanos hijos, que engendran
la imaginación, y el miedo.
114
que hay en dejarte la dicha
seguir del merecimiento.
En la pasión competida
son envidia, son tormento,
que desesperan la noble
paciencia del rendimiento.
En amor correspondido
son prisiones del deseo,
a cuyo castigo siguen
más finezas, que escarmientos.
115
Son celos en fin, son muerte
veamos, pues, qué decreto
ordenó, que amor no viva
sin la muerte de los celos.
Correspondencia en amor,
no es negable, pues el mismo,
que niño nace en Cupido,
gigante crece en Anteros.
No permanecer la dicha
puede ser, ya que es precepto
116
del uso, que en lo mudable
le perfeccione lo bello:
117
¿Si es el favor realidad,
la ilusión será argumento,
para que el dichoso amando
se haga infeliz discutiendo?
Pues de la fe sospechosa
no son aceptable obsequio
118
a la Deidad los ultrajes
entre cultos, y entre inciensos.
La imaginación quejosa,
dibuja de amor perfecto
simulacro hermoso, ¿en tanto
que el dolor le pinta feo?
119
Llama es la hermosura, y humo
las sospechas, pues pudiendo
arder en las perfecciones,
¿quién se ciega en los defectos?
120
hacer dichosos de aquella
porfia, que no hace necios?
121
Sí eres tú, pues tanto apartas
los celos de ti, que hacerlos
supiste azules, por darles
hasta el color de los Cielos.
122
En Inundación Castálida , Juana Inés publicó su roman-
ce Si es causa amor productivo , donde "contradice un
problema de don José [Pérez de] Montoro, uno de los
más célebres poetas de este siglo". Observemos en el
último fragmento la familiaridad con que lo trataba:
De la triunfante hermosura
tiran el carro soberbio
el desdichado, con quejas,
y el celoso, con despechos.
Oh doctísimo Montoro,
asombro de nuestros tiempos,
injuria de los Virgilios,
afrenta de los Horneros:
123
¡Bien se ve que sólo fue
la empresa de tus talentos
el probar lo más dificil,
no persuadir a creerlo!
de tu sutileza fue
airoso galán empeño,
sofistica bizarría
de tu soberano ingenio.
Acudistes al partido
que hallastes más indefenso
y a la opinión desvalida
ayudastes, Caballero.
124
no es ésta ni puede ser
réplica de tu argumento,
125
Con razón se reservó
tanto asunto a tanto ingenio;
que a fuerzas sólo de Atlante
fía la Esfera su peso.
126
la más dulce libertad
del más duro cautiverio.
127
Es posible que Montoro haya correspondido a las
lisonjas de Juana Inés en el siguiente Romance que fue
publicado al principio de Inundación Castálida y
también en su obra bajo el título En alabanza de la
madre Sor Juana Inés de la Cruz:
128
mejor se enciende en la elección del rapto,
que se atiza en la fuerza del influjo.
129
Oiga la perfección de los sonidos,
cláusulas, y cadencias, de tan puro [s]
entusiasmos, que afina en el acento,
hasta la consonancia del impulso.
AL MISMO ASSUMPTO
130
pasmo, prodigio, y asombro,
aun no parece que dije?
131
Pues de ti nacen, y aun llueven
con blando impulso apacible,
cuantos cristales supone
la fabulosa Aganipe.
132
Y tenme el susto, en que casi
tu talento me comprime
a creerle milagroso,
por no dudarle imposible.
Tú a la bipartida cumbre
le huellas ambas cervices,
sin que a tu planta embarace
la propensión del melindre.
133
que en las páginas se lean,
los tratas, como que viven.
Tú a la erudición la sufres,
no que adorne, que noticie
sí, y aun después de informarte
sobra la vez que te sirve.
Prosigue, y no desaliente
tu glorioso afán la humilde
recompensa de un obsequio,
que aun no da lo que percibe.
134
Porque para elogios tuyos,
sólo habrá plumas felices,
si en tanto mar las recoge
la gran luz que las derrite.
EPITAFIO
135
pues empezó en el gusto presumida,
y acabó en el dolor desesperada.
136
Rama seca de sauce envejecido,
donde colgué mi lira, ya cansada,
rotas las cuerdas, y el abeto hendido:
137
Ya el grave caso, mal, que bien, las cuento
a estas soledades mis amigas,
donde años ha soy huésped de aposento.
138
Aun es fruto moral el de sus flores:
Sus Canciones, Sonetos, y Romances
y los demás Poéticos primores,
139
Pues es decir, que si se los vedaban,
esto le hacía a su discurso al caso;
Ella, y él se entendían, y estudiaban.
140
El embozo quitaba a los Emblemas,
que la propuso impertinente examen,
con la facilidad, que romper nemas.
141
Conceptos graves, términos ladinos
andaba yo a buscar, para escribilla,
y remedar sus números divinos;
142
pues saliera su espejo al desagravio:
Y esto se quedó aquí, que en tal asunto
ciencia del pecho es, que ignore el labio.
143
Villana, que a ti misma te repruebas,
¿qué te dieron por no esperar mi muerte,
para venir con tan amargas nuevas?
144
Y vosotros, celestes luminares,
techumbre de luceros tachonada,
Pueblo de Aires, de Montes, y de Mares,
145
Nunca de penitente las tristezas
en su rostro dejó, que se notasen;
Dios solo fue salario a sus finezas.
146
¡Ay! prosigamos, Juana, en la esperanza,
que tuvimos los dos de verme, y verte,
pues ser puede en la Bienaventuranza.
147
los Argensolas, por la elegante propiedad del estilo;
pues, como hidalgo, es pariente muy cercano de la
segunda Crisis: Parenti similtima proles [enigma].
148
ni con la mínima sombra, "la diafanidad de su nom-
bre".
149
"Semanario Erudito" de Valladares de Sotomayor,
Madrid, 1787, 1, pp.221-58 (como lo puntualizamos
en nuestra Fama).
150
murió, no aventuraba su decoro, le pedí, que, pues no
estaba la piedad reñida con los metros, compusiese
para el Libro alguno: y obedeciendo, o a mi súplica,
o a su inclinación, me envió el siguiente soneto:
151
Otra prueba de que la Elegía no puede ser de Calleja es
este contradictio:
VILLANCICO PRIMERO
ESTRIBILLO
152
que se abrasa el hemisferio,
y está entre las llamas Dios.
Toca a fuego , y las campanas,
siendo lenguas el ardor,
serán metales sonoros,
y el repique exhalación.
Ven, divino amante nuestro.
Paracleto superior.
Luz, llama , y volcán.
Toca a fuego, toca amor,
pues las campanas tocan,
tocan a fuego de Dios.
153
cumplido un círculo vuelve
hoy a la hoguera flamante
donde como Fénix llega
y como Fénix renace:
a componer la cuestión
de vuestro opuesto dictamen,
vengo: pues que de Josef
en los incendios suaves,
hay ardores que acarician,
aunque haya llamas que abrasen.
154
pues puede hacer su hermosura
que sus rayos celestiales,
en vez de abrasar, alumbren:
en vez de quemar, halaguen.
155
alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor, imaginado;
el hoy, de los dichosos esperado,
y de los desdichados, el mañana,
156
LA POESÍA PARALELA DE
MIGUEL ANGEL Y JUANA INÉS
A pesar de la distancia de dos siglos que separan la
poesía de Miguel Ángel de la de Juana Inés, éstas se
parecen por el simple hecho de que ambas están marca-
das por los arquetipos causantes de la homosexualidad,
como son los de punción, veneno, fuego , piedra y muerte
(masoquismo):
159
Veamos estos dos sonetos donde el segundo inconcluso
muestra el mismo arquetipo:
160
mas tal cosa sólo puede hacerla MI DUEÑO,
y vida me añadirá con mayor HERIDA.
161
A saber la tiranía
de tan hermoso instrumento,
no usara de las ESCARPIAS,
las láminas, ni los hierros:
162
Mas viendo del amor tanto despecho
la muerte, entonces de ellos lastimada,
sus DOS PECHOS juntó con lazo estrecho.
163
Mis OJOS se vuelven cancela VENENOSA,
PUES DEJO QUE AGUDAS FLECHAS
LO ATRAVIESEN,
libremente , y de dulces miradas ya la memoria,
que nunca disminuirá, es nido y cripta.
164
Los de VENENO de Juana Inés:
Silvio, yo te aborrezco y aun condeno
el que estés de esta suerte en mi sentido,
que infama el hierro al ESCORPIÓN HERIDO
y a quien la huella, mancha inmundo CIENO.
En El divino Narciso:
165
Recién nacido Infante, quieto juega
en el cóncavo de ÁSPID PONZOÑOSO,
y a la caverna llega
del régulo nocivo. Niño hermoso,
y la manilla en ella entra seguro,
sin poderle dañar su aliento impuro.
SERPIENTE PONZOÑOSA
no llega a tus espejos
lejos, lejos
de tu corriente hermosa,
su PONZOÑA revienta;
tú corres limpia, preservada, exenta.
166
Los de FUEGO de Miguel Ángel:
XXII
167
XXIV
X
Oh amantes, alejaos del amor y del FUEGO,
las LLAMAS son crueles y mortal su HERIDA.
Y tras la primera embestida, inútil es mudar
de sitio, por la razón o la fuerza.
168
Alejaos que quien os precede no es magro;
puede ser fiero el brazo y AGUDA LA FLECHA;
en mi rostro leed el que será daño vuestro
y cuán despiadado y AMARGO será su juego.
169
Pues aun pintada, severa
esa BELLEZA sin par,
muestra que para MATAR
no te has menester entera:
170
Señor, de rostro tan HERMOSO, ¿cómo puede
soportar el mío efectos tan contrarios?
Duro es dar a los hombres lo que tú no tienes.
EPIGRAMA (1545-46)
XLVII (10)
171
Entonces no son amor, fortuna, o vuestra BELLEZA,
desdén o DUREZA , los culpables
de todo mi mal , ni la suerte , ni mi destino,
172
¡Oh, Lysi, de tu BELLEZA
contempla la Copia DURA,
mucho más que en la HERMOSURA
parecida en la DUREZA!
EL MASOQUISMO
De Miguel Ángel:
174
por vos ARROJARÉ MI
LIBERTAD POR LA VENTANA.
Y a la sonora armonía
de mis CADENAS AMADAS,
cuando otros lloren tormentos
entonarán mis bonanzas:
Nadie de mí se duela
por verme atada,
pues TROCARÉ SER REINA
POR SER ESCLAVA.
De Miguel Ángel:
XXXVIII
175
Entonces que mis OJOS sientan en sus horas últimas
menos daño, que todo bien cuenta, menos mi pena.
SI LA CAPTURA Y LA DERROTA
SERÁN MI JÚBILO,
no hay que asombrarse que solo y desnudo
siga aún prisionero del caballero armado.
De Juana Inés:
176
De Miguel Ángel:
De Juana Inés:
177
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil MUERTES a una vida.
De Miguel Ángel:
XXX
178
pues QUIEN VIVE DE LA MUERTE,
NO MORIRÁ NUNCA.
De Juana Inés:
179
LA MISMA MUERTE QUE VIVO9
ES LA VIDA CON QUE MUERO.
Miguel Ángel:
VII
Juana Inés:
¡Prisión apetecida,
adonde las cadenas,
aunque parecen penas,
son glorias de una vida
180
que, HACIENDO DICHA
DE LAS AFLICCIONES
REGULA POR JOYELES LAS PRISIONES!
Miguel Ángel:
VI (2)
Pues la fe es corta y la belleza no dura,
sino que parece que a sí misma se devora,
y así MI DAÑO ES LO QUE TU VILEZA
QUIERE.
Juana Inés:
181
Miguel Ángel:
XXV (5)
Juana Inés:
Miguel Ángel:
182
Juana Inés:
XVI
183
Lo que en tu HERMOSA cara ansío y aprendo
la humana inteligencia apenas presiente:
necesaria es la MUERTE del que quiera verte.
Baste ya de rigores,
HERMOSO DUEÑO, baste;
que tan indigno blanco
a tus sagrados TIROS es desaire.
Señora, si la BELLEZA
que en Vos llego a contemplar,
184
es bastante a conquistar
la más inculta DUREZA,
185
Yo adoro a Lysi, pero no pretendo
que Lysi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su BELLEZA,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.
No emprender, solamente, es lo que emprendo:
pues sé que a merecer tanta grandeza
ningún mérito basta, y es simpleza
obrar contra lo mismo que yo entiendo.
Como cosa concibo tan sagrada
su BELDAD, que no quiere mi osadía
a la esperanza dar ni aun leve entrada:
pues cediendo a la suya mi alegría,
por no llegarla a ver mal empleada,
aun pienso que sintiera verla mía.
LXII
186
Ni detener el alto vuelo de tal furia vana;
el amor despierta, levanta y plumas da a las alas
como primer paso, de forma que el alma se remonta
y eleva hasta su creador, ya que el resto es vacío.
187
En verdad la BELLEZA que ves, de ella es origen,
pero en mejor sitio prospera con su ascensión;
y por OJOS mortales hacia el alma el vuelo alza.
188
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
XXVII
189
¿Qué hacer? ¿Qué guardián o guía alguna vez
podría ayudarme contigo , o a soportarte?
Cerca me INCENDIAS , pero al partir me MATAS.
XXXIII
190
La CEGUERA histérica de Juana Inés:
191
porque, a quien LA LUZ LE FALTA,
¿QUÉ IMPORTA CEGAR O VER?
192
CUATRO POEMAS DE AMOR QUE
PODRIAN SER DE JUANA INÉS SI
NO FUERAN DE QUEVEDO
R izas en ondas ricas del rey Midas,
Lis¡, el tacto precioso cuanto avaro;
arden claveles en tu cerco claro,
flagrante sangre, espléndidas heridas.
195
¿ Yes con el polvo de la lid sangrienta
crecer el suelo y acortarse el día,
en la celosa y dura valentía
de aquellos toros que el amor violenta?
196
\T o me aflige morir, no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte, que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.
197
REDONDILLAS AMOROSAS
198
Y sin poder consolarme,
ausente, y amando firme,
más hago yo en no morirme,
que hará el dolor en matarme.
199
INDICE ONOMÁSTICO
AGAMENÓN: 57
AGUIRRE , MIRTA: 103
AMARILIS: 112
ANTEROS: 116
APOLO: 129
AQUILÓN: 57, 59
ARGINO: 57
ARZÓN: 64
ARISTÓTELES (3 84-322 a. C.): 11, 22, 25, 28, 29, 32, 33, 34,
36, 37, 72, 76
ARROYO HIDALGO , SUSANA: 87
BARNSTONE , WILLIS: 109
BATO: 196
BECERRA TANCO , Luis: 88
BOSCÁN , JUAN (1492-1542): 61
CALDERÓN DE LA BARCA , PEDRO (1600-81): 15
CALLEJA , DIEGO: 47,49, 99, 148 , 149,150,152
CASTORENA Y ÜRSÚA , JUAN IGNACIO DE: 122, 147, 149
CASTRO , OCTAVIO: 87
CASTRO, AMÉRICO (1885-1972): 155
CAVALIERI , TOMMASO: 159, 167, 170, 175, 183, 186
CERVANTES SAAVEDRA , MIGUEL DE (1547-1616): 102
CIRILO : 110, 111
CRISTO: 109
CUPIDO : 116,119
CHÁVEZ , EZEQUIEL A.: 15 5
DE LA MAZA , FRANCISCO: 47,49,52, 88, 155
201
DE FLORENCIA , FRANCISCO: 88
DE LA CERDA, JOSÉ: 153,154
DELO: 129
DESCARTES (1596-1680): 15, 17, 18, 19, 24, 49
DIÓGENES CÍNICO: 76
ENED-UANA (S . XXIII a. C.): 109
EPICURO: 87
EUROPA: 63
FEBO : 129, 169
FEDÓN: 93
FEDRO: 93
FELIPE IV (1605-65): 103
FERNÁNDEZ DE SANTA CRUZ: 127
FILEBO: 72
FINE , GAIL: 35
FREUD, SIGMUND (1856-1939): 102
GAOS, JOSÉ: 100
GARCILASO DE LA VEGA (1501-36): 62, 111
GELVES, CONDESA DE Q1528?-80): 111
GÓMEZ ABREU: 155
GóNGoRA, LuIs DE (1561-1627): 14, 21, 50, 51, 63, 99, 100,
101
GONZAGA MANRIQUE DE LARA, MARÍA LUISA: 111
GUADALUPE (VIRGEN DE): 88, 89, 92, 93, 95
HERÁCLITO (576-480 a. C.): 28
HERODOTO (484-425?): 37
HERRERA , FERNANDO DE (1534-97): 111
HIBLA: 195
HIPATIA (370?-415): 110
202
IDA: 63
IFIGENIA: 57
ISABEL: 111
IóN: 99
JULIA: 130
JUNCO, ALFONSO: 148
JUNG , CARL (1875-1961): 28, 29, 54
JÚPITER: 63, 64
KANT, IM MANUEL (1724-1804):13, 22, 25, 26, 28, 29, 32, 33,
39,41
LASSO DE LA VEGA , LUIS: 88
LAURA: 60, 111
LEDA: 66
LIsI : 72, 195, 196, 197
LOPE DE VEGA, FÉLIX (1562-1635):66,112
LÓPEZ DE AYALA, PERO (1332-1407): 95
LUCILO: 12
Lysi: 161,169,172,173,184, 186,191
LLOPIS, JOSEPH: 99
MARÍA: 92
MÉNDEZ PLANCARTE , ALFONSO (1909-55): 148, 149, 150
MENÉNDEZ Y PELAYO, MARCELINO (1856-1912):148
MERCURIO: 129
MIDAS: 195
MIGUEL ÁNGEL (1475-1564): 159,161,163,167,170,173,
175, 177 , 178, 180 , 181, 182, 183, 186, 189
MINERVA: 133
MONGIBELO: 116
MONTORO , JOSÉ PÉREZ DE (1627-94): 111, 112, 113, 122,
123,128,130,136,150, 152
MOYA, JUAN DE : 135
203
NAVARRO VELEZ, JUAN: 52
NEPTUNO: 57
NEREO: 59
NERVO, AMADO (1870-1919): 148
NÚÑEZ DE MIRANDA: 76
ORITIA: 57
PARMÉNIDES (¿504-450? a. C.): 34, 35, 47
PERELMUTER, ROSA: 87
PETO : 57, 58, 59
PETRARCA , FRANCESCO (1304-74): 60, 94, 111
PíRAMO : 162, 163
PLATÓN (428-347/8 a. C.): 11,25,26, 27, 28, 29, 30, 32, 34,
36, 38, 39, 72, 109
PROMETEO: 128
PROPERCIO (47-15 a.C.): 56
QUEVEDO , FRANCISCO DE (1580-1645): 9, 21, 71
QUIJOTE , DON: 102
RUSSELL, BERTRAND (1872-1968): 34
SAFO DE LESBOS (¿625-580 a. C?: 109
SAGAN, CARL : 109
SAN AGUSTÍN (354-430): 29, 89, 90, 135
SAN FELIPE DE JESÚS: 89
SAN HERMENEGILDO: 181
SAN JUAN EVANGELISTA: 93
SAN MIGUEL ARCÁNGEL: 89,90
SAN GREGORIO DE NAZIANZOS: 109
SÁNCHEZ , MIGUEL: 88, 89, 90
SÁNCHEZ ROBAYNA, ANDRÉS: 53, 100
SCHONS , DOROTHY: 155
SCHOPENHAUER, ARTHUR (1788-1860): 30
SEGISMUNDO: 15,20
204
SÉNECA (4 a .C.-65 d.C.): 12
SIGÜENZA Y GÓNGORA , CARLOS (1645-1700): 92
SILVIO: 181
SócRATES (470-399 a.C.): 11, 28, 35, 37, 72, 73, 76, 77, 99
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (1648-95):23,40,47,48,50,
51, 52, 53, 54, 55, 56, 72, 73, 76, 87, 99, 100, 101, 103,
109, 111, 112, 122, 123, 127, 128, 130, 136, 138, 146,
147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 155, 159, 161, 165,
169, 172, 174, 176, 177, 179, 180, 181, 182 , 183, 184,
188, 191
SOR FILOTEA DE LA CRUZ : 103, 127
SOTO DE ROJAS: 101
TESEO: 53
TETIS: 59
TI RS I : 198, 199
TISBE:162
TITÁN: 82
ULISES: 58
USODEMAR, PEDRO ÁLVAREZ DE LUGO (1628-1706): 53
VALLADARES DE SOTOMAYOR: 150
VENUS: 81,121
ZELLER:34
ZENO: 35
205
BIBLIOTHECALIS
PLATÓN
ARISTÓTELES
Metaphysica. (Idem).
On poetics . (Idem).
SÉNECA
PROPERCIO
206
PETRARCA , FRANCESCO
MIGUEL ANGEL
DESCARTES
KANT, IMMANUEL
207
SCHOPENHAUER, ARTHUR
BOSCÁN, JUAN
DE LA VEGA, GARCILASO
GÓNGORA , LUIS DE
208
QUEVEDO , FRANCISCO DE
209
Fama y obras posthumas del Fénix de México,
Dezima Musa , poetisa americana, Sor Juana
Inés de la Cruz . (Antonio González de Reyes.
Madrid 1714).
FREUD, SIGMUND
JUNG, CARL
RUSSELL, BERTRAND
CHÁVEZ , EZEQUIEL A.
210
MÉNDEZ PLANCARTE , ALFONSO
DE LA MAZA , FRANCISCO
BARNSTONE, WILLIS
FINE, GAIL
211
AGUIRRE, MIRTA
SAGAN, CARL
212
INDICE
LA FUENTE GUADALUPANA 85
EPÍLOGO 97
BIBLIOTHECALIS 206
213
Esta edición de
1000 ejemplares de
LAS FUENTES PROFANAS
DE "PRIMERO SUEÑO"
y
OTROS ENSAYOS
SORJUANISTAS
por
Fredo Arias de la Canal
se terminó de imprimir
en el mes de noviembre de 1998
a tres siglos y medio
del nacimiento de Juana Inés.
La edición de la presente obra estuvo a cargo de
Berenice Garmendia
Diseño de
Iván Garmendia R.