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Este artículo fue publicado por primera vez en el British Gestalt Journal, 2015, Volumen

24 No. 1
Deberías ser un cuerpo para ser alguien. Laura Perls

La terapia Gestalt es una psicoterapia de métodos de acción y ha sido así desde sus
inicios. En Beyond to Talk Therapy, Daniel Wiener describe los métodos terapéuticos de
acción como “aquellos procesos que tienen clientes que participan en actividades físicas
determinadas por [sugerencia] del terapeuta.”[2]
La terapia Gestalt, la precursora de otros enfoques psicoterapéuticos contemporáneos
de acción, es, como Laura Perls la describió, “experiencial, vivencial y
experimental.”[3] Estos atributos pueden existir sólo prestando atención a las
experiencias corporales en el momento-presente.
Nuestro texto fundacional, Terapia Gestalt Excitación y Crecimiento de la Personalidad
Humana[4], el borrador que Fritz Perls trajo a la ciudad de Nueva York de Sudáfrica en
1946, hace referencia de principio a fin a las experiencias somáticas, desde una serie de
experimentos de autoconciencia descritos en el volumen de Experimentos del libro, a
referencias frecuentes al cuerpo en el volumen Teórico del libro. En este volumen
encontramos, “esto sucede porque el self, consciente en voz media, rompe la
compartimentación entre mente, cuerpo y mundo exterior”[5];”la respiración es una
función fisiológica…está siempre a un paso de hacerse… una especie de contacto. [6]”
Hubo varios psicoanalistas radicados en Berlín que utilizaron métodos de acción cuyo
trabajo precedió lo que más tarde se convirtió en la terapia Gestalt y quienes influyeron
en Fritz Perls. Bernd Bocian escribió sobre ellos en Fritz Perls en Berlín, 1893-
1933.[7] Estos incluyen a Sandor Ferenczi, Otto Gross y Wilhelm Reich. Estos
psicoanalistas y algunos otros incluían prácticas tales como el movimiento expresivo,
ejercicios de respiración y masaje en las sesiones con sus clientes.
Bocian nos dice “... La elaboración de la práctica terapéutica activa, holística que se
había iniciado en Berlín... la integración de cuerpo, el lenguaje, la respiración y la
expresividad emocional, se estancó [durante el periodo Nazi]… en mi opinión [de Bocian]
fue el desarrollo de la terapia Gestalt lo que [eventualmente] lo llevo hacia adelante.”[8]
Además, Laura Perls, junto con las esposas de Otto Fenichel y Wilhelm Reich, estudió en
el popular Gymnastik estudio de Elsa Gindler en Berlín, pionera en trabajo corporal cuyo
enfoque se “distinguió por su interés en el efecto total del trabajo sobre la persona
completa ¾no sólo en el cuerpo de la persona.”[9] Estas mujeres transmitieron las
prácticas de Gindler a sus esposos.[10] Esto se ve reflejado en un discurso que Fritz dio
a los miembros del Instituto William Alanson White en 1947, poco después de llegar a
Nueva York. En él recomienda que los psicoanalistas envían a sus pacientes a los
profesionales en trabajo corporal entrenados con Gindler como una manera de ayudar a
los pacientes a ser más abiertos y para deshacer la retroflexión física/personal.[11]
Si prestar atención al cuerpo fue una parte integral de la terapia Gestalt desde sus
inicios, entonces durante los últimos 65 años de crecimiento de la terapia Gestalt,
muchas y variadas formas han sido desarrolladas para incluir las prácticas de la
consciencia corporal en nuestro trabajo. En este artículo, voy a describir y diferenciar
entre ellas, organizándolas en cinco categorías, y discutiré cómo pueden ser abordadas
en el espíritu de la terapia Gestalt --con curiosidad y aceptación de lo que emerge en el
trabajo entre el cliente y el terapeuta.
Cada enfoque inclusivo de la experiencia corporal en la terapia Gestalt es igual en eficacia
a cualquier otro, y cada uno podría suscitar una o más de las categorías que aquí sugiero
como ayuda para nuestra discusión de los complejos fenómenos de la experiencia del
cuerpo. Cada practicante ejerce lo que él o ella está capacitado para hacer, y escoge lo
que a él o ella le atrae a través de su interés personal y práctica diaria.
Lo que es importante es que los terapeutas Gestalt incluimos de manera absoluta la
atención a la experiencia del cuerpo en nuestro enfoque holístico de los seres humanos
que vienen a nosotros en busca de ayuda, y lo hacemos de una manera que en estos
días es llamada intersubjetiva[12], lo que significa que el trabajo terapéutico es el
resultado de lo que el cliente y el terapeuta co-crean, junto con la capacidad progresiva
para relacionarse auténticamente y profesionalmente y de manera apropiada entre sí,
incluyendo el llegar a familiarizarse con el repertorio de movimientos, gestos, posturas
y formas de hablar de cada uno.
Esta postura relacional proporciona el apoyo para que los terapeutas permanezcan
conscientes en cómo presentan a los clientes los experimentos corporales en sesión, así
como en el “trabajo en casa” después de las sesiones, incluyendo el conceder respeto al
informe auto-experiencial de los clientes. Si bien en este artículo me enfoco en el “qué”
de las prácticas corporales en la terapia Gestalt, merece igual atención el “cómo” con el
cual éstas son introducidas en la sesión, trabajadas con, y entendidas por el cliente y el
terapeuta. Espero mostrar algo del “cómo” en los ejemplos de casos de mi propia
práctica que he incluido en cada sección.
Poner atención al cuerpo en terapia Gestalt no es un enfoque de “Gestalt y...”, del cual
Isadore From nos advirtió.[13] A diferencia de otras modalidades de trabajo corporal en
las que sus practicantes suelen tratar de mejorar, corregir o curar al cliente, nosotros
en terapia Gestalt buscamos más bien apoyar a el/la cliente en su ajustamiento creativo
como un proceso continuo en el campo organismo/entorno. En nuestro enfoque,
confiamos en que el mejor resultado posible para este momento está basado en los
apoyos y las limitaciones en el campo en el momento presente. Como terapeutas Gestalt,
nuestro objetivo es ayudar al cliente tanto a 1) sentir intensamente lo que es y 2) tomar
acciones para correr el riesgo de encontrarse con aquello que es novedoso.
“Apoya tanto como sea necesario y tan poco como sea posible”, decía Laura Perls.[14]En
cada uno de los ejemplos de trabajo terapéutico que he incluido en este artículo, trato
de seguir este principio, en cualquiera de los cinco estilos nombrados que esté usando
en ese momento en la sesión. Aunque soy consciente de que estos cinco estilos pueden
parecer una forma sobre-simplificada de organizar el material, los encuentro útiles para
enseñar a los estudiantes y supervisados así como para integrar la experiencia del cuerpo
en la práctica de la terapia Gestalt. He nombrado a los cinco estilos Conciencia
Inmediata, Movimiento Dirigido, Movimiento Expresivo, Metáfora
Corporal y Contacto Físico.
Conciencia Inmediata
La conciencia es como el resplandor de un carbón que proviene de su propia combustión.
(PHG)[15]
Esperando y negándote a ser postergado por visualizaciones y teorías, ¿serias capaz de
llegar a la luz de la consciencia que surge directamente de aquellas partes [del cuerpo] a
las que prestas atención? (PHG)[16]
El meta-mensaje de las técnicas de conciencia corporal es que el/la mismo paciente es
la fuente última de los datos de su terapia. (Ed. Smith)[17]
La conciencia inmediata es una forma de aproximarse a lo que hoy a veces es referido
como “sensación sentida”[18], experienciar sin evaluar o juzgar. Es una especie de
intensificación o iluminación de la experiencia corporal sin la intención de cambiarla en
el trabajo. La conciencia inmediata es la primera de las dos formas básicas con las que
trabajamos en terapia Gestalt --atendiendo a lo que es.
Ejemplo:
Martin[19] está sentado frente a mí, con la mirada baja, la columna vertebral en una
curva cóncava. Él mira hacia arriba y reanuda la conversación, rápidamente y en voz
alta. Su estilo de hablar contrasta con el funcionamiento de su cuerpo el cual observo
en este momento. Gentilmente le interrumpo, porque como Paul Goodman ha escrito, él
está verbalizando inconscientemente en lugar de comunicarse conmigo.[20]
Yo no señalo esto directamente, ya que podría ser avergonzante. Tomo un enfoque el
cual espero le ayudará a ser más consciente de sí mismo y de su entorno (el cual me
incluye a mí) en este momento. “Me pregunto si eres consciente de tu propia respiración
mientras hablas”, pregunto, “Si es así, ¿dónde sientes tu respiración en tu cuerpo?
¿Cómo sientes que te identificas con tu respiración? Hace una pausa, y basándose en
los trabajos anteriores que hemos hecho, intenta mantener el equilibrio sobre sus
isquiones. Al darse cuenta de que el sofá es demasiado suave para mantener su
sensación de estar en su cuerpo, se levanta y se sienta sobre un taburete.
Tras una breve pausa, dice, “Siento el aire moverse dentro y fuera de
mi boca. Siento que mi abdomen está en movimiento.” “Ok”, respondo, “Quédate con lo
que sientes. Permanece curioso observando si otros detalles se hacen evidentes.”
Suspira, y luego bosteza.
“¿De qué eres consciente ahora?”, pregunto, “Siento que mis costillas laterales se
mueven.” “Mantente sintiendo eso, si algo cambia que cambie, síguelo.” En pocos
minutos, el color de la piel de Martin cambia de pálido a rojizo, sus ojos se abren. Veo
su pecho subir y bajar mientras respira.
“Si puedes, trata de seguir sintiendo tu respiración ya que volveremos al tema del cual
quieres hablar hoy,” le digo. Reanuda la conversación, ahora habla más despacio, más
considerado y lleno de sentimiento. No pasa mucho tiempo antes de que él esté en el
centro de una cuestión que le es significativa
En este ejemplo, integré unos pocos minutos de conciencia de la respiración en medio
de una sesión con el fin de apoyar la capacidad de mi cliente para hablar con
autenticidad.
Movimiento Dirigido
Cuando el terapeuta invita al cliente a recrear, exagerar, o intentar el patrón opuesto,
la conciencia inmediata aumenta... El material espontáneo y emergente puede ser una
sorpresa para el cliente quien lo ha mantenido tan reprimido que este es un
secreto incluso para sí mismo. (R. Frank)[21]
Le pido a Bob que cambie el ritmo del movimiento de tomar-soltar a tomar-rechazar,
con el énfasis en el rechazar, y que complete la acción diciendo “estoy enojado.” (R.
Frank)[22]
“... he tenido clientes que prueban el movimiento varias veces explorando su rango
y sienten que en cualquier forma podrían restringirse o inhibirse a sí mismos… Al
seguirlos también puede apoyárseles haciendo preguntas como “¿Te sientes satisfecho...
has terminado... o detenido?” (M. Clemmens)[23]
En el Movimiento Dirigido encontramos la segunda de las dos formas básicas que
practicamos en la terapia Gestalt. Este es un encuentro con la novedad. El crecimiento
y el cambio provienen de nuestras capacidades para asimilar nuevos elementos de
nuestro entorno. Cuando los clientes están atrapados en una fijación y no pueden actuar,
su función yo está interrumpida.[24]
Los movimientos dirigidos en las sesiones de terapia Gestalt son sugeridos para que el
terapeuta observe, no para que intérprete, con frecuencia el cliente no está consciente
de sus gestos y posturas. Un experimento de movimiento sugerido es un periodo en el
cual el cliente tiene la oportunidad de encontrar algo nuevo, de moverse en una manera
diferente a la cual él/ella está habituado. En terapia Gestalt, el proceso dialógico que se
entreteje con los experimentos de movimiento dirigido permite a él/la cliente apropiarse
de su propia experiencia y explorar y hablar de lo que significa para él/ella. Este trabajo
también apoya la posibilidad de que el cliente diga “No” a un nuevo movimiento sugerido
y explorar cómo la experiencia de decir “No” es agradable para él/ella en este momento.
Ejemplo:
Le pedí a Olivia que caminara alrededor de la habitación y que seleccionara un objeto
que fuera de su interés. Ella eligió una figurilla en forma de pájaro hecha de cristal azul.
La lleva consigo se da la vuelta y se sienta. Le pedí que me la diera, después que la
mirara en mi mano y sintiera su interés por ella.
Ella describió una respiración más profunda y un movimiento sutil hacia mí con su torso
completo. Le pedí que fuera consciente de su respiración, si le era posible, mientras
extendía lentamente su mano para tomar el pájaro de la mía. Agarró el pájaro y lo tomó.
“¿Cómo te sientes haciendo esto?” Le pregunte. “Muy contenta; Tomé lo que quiero”,
dijo con su voz, con un tono tanto creciente y luego en caída y un poco de dudas.
Repetimos el experimento varias veces, y sonrió ampliamente al estirar su brazo por
tercera vez. Luego su ritmo se hizo más rápido, y se echó a reír. “Puedo conseguir lo
que quiero”, se río entre dientes. “¿Hay algo que estés deseando?” Le pregunte. Me
habló de la necesidad de un cambio en su horario de trabajo. Esto se transformó en una
queja muy familiar sobre su deseo de cambiar su vida profesional. Un mes después de
este experimento de alcanzar y agarrar, seguido de otras sesiones con patrones de
movimiento dirigido en los cuales trabajamos y procesamos con la conversación, Olivia
le pidió a su jefe, y recibió, un cambio en su horario de trabajo. Continuamos trabajando
juntas para ayudarle a desarrollar las habilidades para conseguir lo que ella quería. Esto
fue, literal y figurativamente, una revelación para ella.
Movimiento Expresivo
Ana, ¿qué tal le resultaría caminar por el cuarto como si se sintiera realmente
sensual? (J. Zinker)[25]
Ahora transfórmense en un automóvil...
Ahora transfórmense en un bebé de seis meses...
Ahora transfórmense en la mamá del bebé... (Sueños y Existencia)[26]
Terapeuta: Vamos a hacer el juego de rol del momento cuando él le dijo que se sentía
atraído por ti. Voy a representarlo a él. Quiero sentir como soy afectado por su
respuesta.
Paciente: (Juego de rol - parece disgustada, mueve los ojos hacia el techo, no dice
nada)
T.: ¿Qué experimentas en este momento?
P.: En el juego de rol, experimenté estar siendo expuesta y avergonzada. Yo pensé:
“¿Algo está mal en él que me encuentra atractiva, pero probablemente está mintiendo?”
Sentí asco y lo detuve.
T.: Tuviste un fuerte impacto. ¿Conseguiste lo que quieres?
P.: No
T.: Ok. Vamos a explorar qué más podrías haber hecho. (G. Yontef)[27]
En una silla, con los brazos alrededor de su pecho, su cara retorciéndose con una
mueca de asco, Sharon le dijo a la Sharon[imaginaria]en la otra silla cómo ella nunca
llegaría a nada y que ella sólo debería renunciar y dejar de intentarlo. De repente se
interrumpió así misma, poniendo sus manos en la boca cuando se dio cuenta que estaba
escuchando a su padre, efectivamente era su padre. Ahora se volvió
intolerable permanecer en esta silla, y ella huyó de nuevo a la otra, gritando para que
él la dejara en paz. (C. Cook)[28]
El Movimiento Expresivo incluye el uso de prácticas artísticas como experimentos en la
terapia Gestalt, como las mini escenas dramáticas anteriores. También incluye moverse,
gesticular, asumir posturas a partir de un símbolo emocional o narrativo, iniciado por el
cliente o el terapeuta.
Ejemplo:
Diana está hablando sobre si ella quiere tomar unas vacaciones de camping con su novio
o pasar ese tiempo juntos visitando a su madre en otro estado. “Esta es la misma
confusión con la que me enfrento cada verano,” dice ella, retorciéndose los dedos en la
frustración. “Veo esto como un dilema,” le respondo, “Tengo una idea para un
experimento, si estás dispuesta. Me has estado diciendo lo mucho que te sientes
inspirada por tus clases de danza, y cómo la danza ha añadido alegría a tu vida desde
la infancia. ¿Qué tal si intentas bailar este dilema aquí y ahora?” Sus cejas se arquean
de repente, “¿En serio?”
Diana ha tenido mucha terapia de conversación antes de venir a trabajar conmigo, pero
nunca había sido invitada a utilizar la danza, o algún movimiento, para expresar sus
dilemas. Ambas nos levantamos y empezamos a movernos en la habitación. Me muevo
con ella, como una manera de apoyar el riesgo que está tomando. Dejo el vocabulario
del movimiento a ella, haciéndole eco a lo que está haciendo, amplificando lo que ella
está expresando sin palabras. “Siento un desequilibrio entre mi lado derecho e
izquierdo.” Le pregunto si le gustaría dejar que el desequilibrio se muestre más, para
dejar que experiencie el desequilibrio más claramente. Casi se cae, entonces se detiene,
“No, yo no quiero tropezar.”
Nos sentamos y empezamos a hablar de lo que ha descubierto y lo que esto significa en
su vida. Ella ve que la toma de decisiones, al igual que en sus vacaciones, requiere más
conciencia y apoyo del que ella se había dado cuenta. Ella decide tener una charla con
su novio sobre sus vacaciones, y averiguar “en qué dirección él está inclinado”, según
sus propias palabras. Esto es nuevo para ella.
Hasta el momento, había tomado todas las decisiones por su cuenta y luego enroló a su
novio en ellas. Estaban a punto de descubrir algo nuevo en su relación.
Metáforas Corporales
Tengo el cuello tieso: ¿soy un duro de cerviz? Levanto la cabeza; ¿soy un chulo? Tengo
una mano muy larga; ¿quiero pegar a alguien? Tengo un nudo en la garganta; quiero
llorar me castañean lo dientes; ¿tengo miedo de algo? Tengo carne de
gallina… (PHG)[29]
Terapeuta: Describe lo que ves
Cliente: Hay mierda en todas partes
T.: Háblale a la mierda. Dile lo que sientes al verla en todas partes
C.: Oh, eres simplemente repugnante. Me pones enfermo al mirarte
T.: Cambia de lugar y sé la mierda
C.: Sólo estoy aquí y soy un completo desastre... (S. Crocker)[30]
La Metáfora Corporal es una de las formas en terapia Gestalt en la que combinamos de
manera explícita el uso de lenguaje con el prestar atención a las experiencias corporales.
Ejemplo:
Harold es un profesional en docencia en una universidad de postgrado. Ha pasado la
vida pensando exitosamente, pero con muy poca integración de los sentimientos, y no
presta atención a sus propias experiencias corporales. Cuando llegó a trabajar conmigo
tenía una petición específica así que tratamos de abordar ese desequilibrio. “Estoy
acercándome hacia el final de mi vida y tengo algunas tareas importantes de mi vida
que he dejado inacabadas,” me dijo.
Una mañana llegó con lo que él describió como dolores de cabeza. “¿Podrías poner tu
mano sobre el área que te duele?” Le pregunté mientras ponía mi mano sobre mi pecho.
Nos sentamos uno frente al otro de esa manera por un tiempo. “El dolor está
disminuyendo”, dijo. Le pregunté: “¿Podrías imaginar que puedes hablar como el dolor,
darle voz al dolor?” Él asintió con la cabeza y se sentó en silencio por un momento, con
su mano sobre el corazón. Entonces comenzó a susurrar: “¿Dónde estás?” Le pedí que
repitiera y se escuchara a sí mismo hablando como si fuera el dolor. Lo hizo y luego se
quedó en silencio. Nos sentamos juntos de esa manera durante varios minutos, las
lágrimas rodaron por sus mejillas.
“Me pregunto qué significa esa pregunta para ti”, le pregunté finalmente. “Perdí a mis
padres en un accidente automovilístico cuando yo era joven. Esta es la primera vez que
yo he hablado con ellos --en mi imaginación, ¡entiende!-- en más de 50 años.” “¿Cómo
fue para ti hacer esa pregunta?”, le pregunté. “Una sorpresa --miedo y alivio a la vez,
de alguna manera.”
“Vamos a hablar de lo que podrías necesitar en este momento para apoyarte durante
esta sorpresa,” le sugerí.
Este es un cliente que prefiere conversar extensamente y para quien nuestros
experimentos ocasionales pueden ser inquietantes. He aprendido que para poder
ayudarle a asimilar estas nuevas experiencias, siempre necesitamos establecer un lugar
de apoyo, sugerido por él, tanto en sesión y para el trabajo en casa entre sesiones.
Contacto Físico
El contacto físico es un medio de comunicación entre el terapeuta y el cliente, donde el
primero trasmite su presencia, observaciones y experimentos a través del uso de sus
manos, y el segundo sus declaraciones, experiencia y respuestas al contacto del
terapeuta mediante sus reacciones y cambios corporales. (J. Kepner)[31]
En un enfoque Gestalt del cuerpo, la meta del contacto es aquello que la persona vive
como experiencia al ser tocada, más que la producción de un cambio predeterminado (J.
Kepner)[32]
El uso del contacto físico en psicoterapia está mal visto en los Estados Unidos hoy en
día, debido a una mayor conciencia del posible abuso físico y sexual; así que, en la
mayoría de las relaciones profesionales se desalienta el contacto físico, excepto cuando
el médico tiene licencia para tocar al cliente, ya que es un terapeuta de masaje o un
médico. El tacto es el primer sentido en ser estimulado en el útero. Nacemos tocando,
respondiendo al contacto, y es necesario para poder sobrevivir.[33] Omitir el contacto
terapéutico apropiado en psicoterapia puede considerarse como una privación al cliente,
y una disminución del número de vías sensoriales que pueden utilizarse para ayudar al
cliente a desarrollar la conciencia inmediata del sí mismo y del otro.
Hace años, aprendí varias intervenciones de contacto en mi entrenamiento con Carola
Speads, quien fue profesor asistente de Elsa Gindler en Berlín antes de traer este trabajo
a Nueva York en 1940.[34] He utilizado estas intervenciones con eficacia durante ocho
años como profesora de canto. He llevado este conocimiento y experiencia a mi
formación en terapia Gestalt. Sin embargo, durante los años en los que he sido terapeuta
Gestalt en la práctica privada, pocas veces me he atrevido a usarlo.
El ejemplo al que he recurrido proviene de mis clases en México, donde he enseñado a
grupos de terapeutas Gestalt practicantes y supervisores. La cultura mexicana, que
alienta el abrazar y besar en la vida cotidiana, incluye una gran cantidad de caricias en
los brazos y la espalda entre amigos, colegas y miembros de la familia, esto sirvió de
apoyó para mi trabajo.
Ejemplo:
María explica que se ha ofrecido para trabajar frente al grupo, ya que, durante los
últimos años, a partir de la muerte de su madre, ha tenido dificultades para respirar,
dos veces se ha venido abajo con la bronquitis, frecuentemente se siente cansada y
distraída, y está teniendo problemas para permanecer alerta con sus clientes. A pesar
de que ha estado haciendo el trabajo de duelo en su terapia personal, estos síntomas
no han disminuido.
Iniciamos trabajando con la Conciencia Inmediata; María pudo reportar tensión en su
garganta, la siente “cerrada” y tirantez en el pecho. Pasamos a trabajar con el
Movimiento Expresivo, con María hablando como si fuera la garganta cerrada, ella dijo:
“Yo no quiero sentir nada”, lo cual se transformó en “Yo no quiero que tú sientas nada.”
Después de un tiempo, María creo una conversación imaginaria en la que se movía
alternadamente entre dos dos sillas una frente a la otra, una ocupada por María y la otra
por el aspecto de sí misma que María no quería sentir. Mediante esto, fue capaz de
recordar que su madre le enseñó que sentirse triste era malo para la vida familiar, y que
María debía ocultar su tristeza si la sentía. Así, durante el duelo por la muerte de su
madre, ella no podía permitirse a sí misma experimentar su tristeza total ya que estaría
yendo en contra de los deseos introyectados de su madre.
Con todo este trabajo puesto como fondo. A la vez, ella continuó sintiendo opresión en
la garganta y en el pecho, y ocasionalmente se detenía por ataques de tos. Ahora sugerí
un experimento el cual me incluía a mí tocando su espalda alta. Lo describí y ella estuvo
de acuerdo en intentarlo. Saqué una silla detrás de donde ella estaba sentada y puse mi
mano entre sus omóplatos, le pedí que me informara lo que sentía a partir de lo que yo
hacía.
En los primeros instantes, contuvo su aliento. Entonces sentí que su espalda alta
sutilmente comenzó a moverse. Pronto sentí que sus costillas superiores comenzaron a
moverse ligeramente, más plenamente que antes. “Tu mano se siente cálida”, fue lo
primero que ella dijo ¾una declaración que en la sala se escuchó tanto en sentido literal
como metafórico. (Me enteré de esto durante la discusión grupal que tuvimos después).
“Siento que mi espalda está moviéndose ahora. Mi garganta siente más o menos lo
mismo.”
Le dije que podíamos ampliar el experimento pero ahora poniendo su mano sobre su
pecho mientras que la mía se mantendría sobre su la espalda alta. Le di una sugerencia
de Movimiento Dirigido, le dije que ella podría tratar de sentir el espacio entre nuestras
dos manos, lo cual fue una sugerencia tanto literal y metafórica. Después de un tiempo
pregunté: “¿Qué estas sintiendo ahora?” Ella describió una sensación de amplitud en su
pecho. “Me siento aliviada”, dijo. Habló sobre todas las formas en que recordaba que su
madre la tocaba, al bañarla, vestirla, caminando brazo en brazo al ir de paseo. Las
lágrimas fluyeron. “Ahora ya puedo respirar”, dijo finalmente, su voz era resonante.
Nos tomamos de las manos. Y continúo respirando sin dificultad. Hablamos sobre cómo
ella podría continuar este experimento de contacto en casa, ya sea con un amigo de
confianza o con una toalla doblada en su espalda contra la pared. Quise incluir la
posibilidad de llevar el trabajo hacia adelante, tanto para reducir cualquier posible
aparición “gurúistica” que a veces se estimula cuando un cambio repentino se produce
en un taller de demostración, y también para que los miembros del grupo pudieran
igualmente hacer el experimento, si así lo deseaban.
Este trabajo con María es un ejemplo en que la intervención corporal que más se
necesitó, el contacto bien-procesado, fue cuidadosamente atendida. Todas las
intervenciones precedentes habían establecido el fondo para ésta. Fue respetuoso y
relacional en estilo. Yo estaba dispuesta a detener el trabajo en cualquier momento, lo
cual ya había hablado con María y el grupo; con frecuencia chequeaba cómo ella se
sentía mientras trabajábamos.
En Resumen
He estado practicando la terapia Gestalt durante veinticuatro años, durante los cuales
me he encontrado con colegas alrededor del mundo integrando técnicas de trabajo
corporal en el trabajo con sus clientes. Aprecio muchos de sus enfoques variados y
creativos, algunos muy similares a los míos, y algunos bastante diferentes.
Al escribir este artículo, mi objetivo ha sido ofrecer un marco en el cual todos podamos
hablar entre sí en torno a las similitudes y diferencias en cómo incluimos la atención a
la experiencia corporal en la terapia Gestalt.
Cualesquiera que sean nuestros estilos de práctica personalmente elaborados, todos nos
apoyamos sobre el fondo que Perls, Hefferline y Goodman nos dieron en 1951 en Terapia
Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana, en el cual se incluye esta
oración, “Date cuenta de que el proceso que hemos descrito, por el que se llega a la
unidad diferenciada, es separar la partes de las cosas y volverlas a poner
juntas…”[35] (PHG, p. 387).
Animo a mis colegas de la terapia Gestalt a que lleven sus estilos de práctica a este
proceso de separación y traten de describirlos en el marco que aquí he ofrecido, y luego
las vuelvan a poner juntas en un coloquio, para formar una “unidad diferenciada” en
torno a las experiencias corporales en el entrenamiento, la práctica y la supervisión de
la terapia Gestalt. Espero podamos desarrollar una conversación animosa y respetuosa
sobre este tema entre nosotros, para el enriquecimiento de la terapia Gestalt y la
comunidad terapéutica en su conjunto. Espero que el marco de cinco estilos de trabajo
con la experiencia corporal nos ayude a ver y apreciar la variedad de formas que todos
buscamos para apoyar el crecimiento, la salud y la creatividad de nuestros clientes a
través de la terapia Gestalt.

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