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I

Primera Bendición:
Un inicio extra;o para un grupo de tres extra;o.

Nos situamos en los años 2200, ¿algo bastante alejado de nuestro alcance no lo
creen? Y, les voy a contar algo aun mas irónico, Aquí lo que llamamos "Magia" se
podría decir que «existe». Curioso, ¿no lo creen? Bueno, más de esto no les puedo
contar ya que, pues, sí lo hago se pierde toda la trama. En fin, es hora de que la
narradora haga su trabajo. Narrar.

Ubiquemonos en la gran y bella Inglaterra, justo en su maravillosa ciudad que lleva


el maravilloso nombre de "Londres". Oh, la magnífica ciudad de Londres con sus
magníficas y gratificantes vistas, una belleza a los ojos de cualquiera. Una mañana
fría debido que aún el invierno no se dejaba ir para dar paso a la primavera aunque
eso en sí no podría ser excusa para la belleza que formaba el amanecer de aquel día,
un preciado 31 del primer mes del año, Enero.

El canto de los gallos que se podría oír desde la lejanía anunciaban el despertar del
día y por ende, los relojes de jóvenes se oían sonar para despertar a los atrapados
en los cómodos brazos de Morfeo. Dieron las siete en punto en un despertador de
tonalidades oscuras, sonando y sonando, tratando de despertar a la persona debajo las
sábanas de un morado casi negro. El pitido del reloj hacia aparición de manera
desesperante provocando el revoltijo en aquél que se escondía bajo las telas hasta
sacarlo a la luz.

Una joven que no pasaba de los diecinueve o dieciocho, de orbes amarillos como el
girasol,su larga cabellera de un gris con ciertos mechones de un color fucsia
oscurecido y piel pálida. Chica que, golpeó el objeto situado en una mesa de noche
colocada justo en la derecha de la fémina, para así agarrar el reloj y revisar la
hora para levantarse con pereza.

Se sentó en los costados de la cama para después pararse con el objetivo de


arreglarse. Ella se localizaba en un departamento, no muy grande ni muy pequeño, era
justo para alguien como la peligris. Llegó al baño para lavarse la cara y
seguidamente cepillarse los dientes,ya lista empezó a cocinar su desayuno como
también al terminar iniciar a comer, ustedes saben, lo cotidiano.

Terminando con todo lo que es su rutina salió de su hogar con una bufanda negra, un
sueter azul oscuro, una larga falda de jean negra con detalles en blanco y unos
converse negros. En su cabello gris suelto, justo en el lado lateral de su cabeza se

I
II

visualizaba una calavera con un lazo de color morado. También llevaba encima un
abrigo de color negro.

Dando paso por la calle de Carnaby Street con suma paciencia y claros temblores por
el frío del invierno que pasaba gracias a la suave brisa abanicando los árboles.
Atacó, así en ella, un escalofrío por culpa del viento pasajero de la mañana. Paró
sólo para frotarse y darse calor, aún con el abrigo podía sentir el helado aliento de
las tempranas horas provocando un tormento en ella.

Antes de dar el siguiente paso, oyó un grito que la llamaba y un borrón rojo seguido
por otro repleto de colores pastel fue lo que a primera vista logro ver. Frunció el
ceño la ojiamarillo al reconocer a las personas frente a ella desde aquella
distancia, suspiró cuando recordó que sí o sí tenía que seguir aquel camino sí quería
llegar a su destino. Sonrió de manera leve, casi invisible al notar el cansancio de
los individuos quiénes corrieron hacia ella apenas supieron que captó su mensaje.

Pero la propia muchacha de mechones fucsias sabía que aunque lo hubiese captado o no
estos correrían hacia ella solo para darle una sorpresa. La voz aguda de la pelirroja
captó su atencion provocando que subiera hacia arriba la mirada:

— ¡B-Buenos dias, Cath! ¿Cómo estas? —Preguntó la de zafiro mirar, tratando de


obtener el aire perdido. Conseguido su segundo objetivo –el primero era conseguir a
la de orbes citriones– siguió con su recién tercer objetivo, entablar conversación.
— Pensaba en esperarte en el lugar de siempre pero... No pude esperar más... —
Rascándose la mejilla reía por su impaciencia a lo cual notó como el berilo de los
ojos contrarios suavizaba su seriedad pudiendo lograr ver una pequeña sonrisa suave.
Sonrisa qué, por mas pequeña que sea consiguió alegrar a la de menor estatura.

— Yo... —Empezó el varón de cabellos morados y rosados con extraños puntitos


blancos tratando de asimilar una galaxia, agarrando un mechón de sus cabellos para
jugar con este debido a su largo.— Bueno, me encontré con Kattie en Baker Street
pensé que te había perdido y la seguí. —Sonrió el de azulejos oscuros a la peligris,
consiguiendo ensanchar la sonrisa de la llamada Cath.

— Gracias chicos, por preocuparse por mí pero... —Observó un reloj cercano el cual
daba las siete y cuarenta.— Deberíamos darnos prisa sí queremos llegar temprano a
clases, recuerden que es nuestro último año en preparatoria y... —Fue interrumpida,
en seguida el grito colosal que soltó la menor de los tres, se oyó por todo Carnaby
St., logrando atrapar la atención de las personas cercanas.

II
III

La pelirroja agarró los brazos de sus acompañantes echando a correr de forma


instantánea.— ¡Vamos a llegar tarde! ¡Vamos a llegar tarde! —Exclamaba la de
zafiros mientras corría a toda velocidad arrastrando a la muchacha y al joven.—
¡Camilla me va a matar! —Gritaba a todo pulmón, desesperada.

— Kattie. —Llamó la chica de vestimentas oscuras, siendo completamente ignorada


por la pequeña de cabellos rubí.— Kate... —Volvió a llamar, y nuevamente fue
ignorada. Frunció el ceño, enojada.— ¡Kate Reed! —Gritó llamando la atención de la
susodicha provocando el paro del maratón causando que la ojiturmalina casi se cayese
más gracias al ojizafiro logro no caer de cara contra el suelo.— Hoy entramos a
clases a las ocho y media. —Vociferó cruzándose de brazos mirando a la tomate de
Reed.

— Oh... Ehm... —Bajó su vista cual mar hacia el suelo, jugando con los volantes de
su abrigo claro y observando sus botas cortas con tacón bajo de un blanco con
cuerdas negras.— Lo siento... —Miró como niño regañado a la más alta, bajando de
vez en vez su azuleada mirada para tratar de evitar a la severidad de los orbes
amarillos. Sintió la dulce caricia de una gran mano en su cabeza ocasionando que
dirigiera sus azulejos claros a los oscuros del único hombre entre las dos.—
¿Lance...? --Mencionó el nombre del joven de vestimentas color pastel quién sólo
sonrió de forma dulce.

— ¿Catherine, no crees que ya es suficiente? Se disculpó. —Desvió sus azulejos


oscuro de los cielos para observar los girasoles de la recién llamada.— Y borra esa
expresión de tu rostro, te ves mucho más bonita sonriendo aunque también lo eres con
tu indiferencia. —Halagó a la de cabellos grises, logrando romper el semblante
severo para cambiarlo a uno de sorpresa y seguido de esto un semblante neutro.

— Deja de decir sandeces, Lance. —Regañó Catherine para empezar a caminar, pasando
por el lado izquierdo de Kate y Lance para después de una debida distancia –como
minimo eran unos dos metros– parar tapando la mitad de su cara con su bufanda.— Pero
solo por hoy me agradarán tus elogios.—Siguió su camino dejando a los dos mejores
amigos de ella mirándose entre sí para después correr hacia ella con una sonrisa en
sus rostros. Al conseguir estar al lado de la chica empezaron a conversar sobre
múltiples cosas.

La caminata se les hizo corta y el buen humor de Catherine se había ido al notar como
las personas se agrupaban para molestar a otras, eso a ella en cierta forma le
molestaba ya que aveces ella misma era el objetivo de aquel grupo de "Bullys".
Suspiró al notar la nueva presa de estos.

III
IV

— Ojalá dejaran de molestar a los demás... —Masculló claramente irritada por los
gritos de auxilio de la víctima y las personas que le insultaban, «Podría hacerles
pagar con mi toque pero... No quiero usar ese método.» pensó sintiéndose agobiada
de manera instantánea a como se sentía antes. Aquél cambio fue notado por Alea, pero
cuando iba a preguntar apareció un raro chico con prendas parecidas a las de un
cazador seguido de uno con las ropas desarregladas. La vista de todos fue directa a
aquel par.

— ¡Bien! —Exclamó el chico de la cicatriz.— Será mejor que dejen a ese chico,..
O... Conocerán las consecuencias. —Miró de forma indiferente al grupo, los más
fuertes al notar aquella provocación rieron. El otro que estaba detrás de él sólo
suspiraba como si lamentaba estar en el mismo lugar y en aquel momento.

— ¿Cuando me dejaran con una buena suerte? —El pelinegro de cicatriz empezó a
reírse dejando en duda al castaño.— ¿Que sucede, Fred? Parece que algo te está
divirtiendo... —Esperaba el de ropas sucias una respuesta que no tenga nada que ver
con la pelea o guerra que iba a empezar allí.

— Heh, es solo que me es muy gracioso que tú pidas buena suerte cuando no la
tienes. —Sonrió el de orbes café a la vez que se preparaba para el combate contra
los grandulones, ante esto, Kate calló y simplemente agarró de la mano a la
peligris y al de cabellos cual galaxia empezando a caminar hacia el salón de los
tres.

Catherine no pudo evitar prestar atención a los dos chicos, parecía que entre
aquellos dos solo habían palabras claves para identificarlos. A lo lejos, cierta
chica de cabello azul ceniza con degradado a un azul rey en las puntas miraba a
aquellos tres, sosteniendo un bolígrafo y un cuaderno de notas para empezar a
escribir lo que necesitaría... ¿Para qué? Aún no lo sabremos.

Al llegar al aula de clases, el trío de amigos se separó para volver a sus puestos
designados, siendo la ojiambar quien se sentó detrás de una de las chicas más
populares de aquella academia. Observó el cabello castaño con degradado vinotinto en
las puntas hablando con cualquier persona a su vista.

La chica en frente de ella era la reina de los populares, tenía a todos los chicos
-exceptuando al par desastroso y el peligalaxia- a sus pies, algo que a ella en
cierta forma no le molestaba pero se le hacía "raro" por así decirlo. Si, era linda y
todo pero, ¿por qué provocaba esa reacción en los chicos sin extraños poderes como
ellos?

IV
V

Borró lo que había escrito en su cuaderno de lengua para empezar a mirar dudosa su
hoja, frunciendo sus labios y sus cejas mientras negaba con su cabeza, le estaba
dando muchas vueltas a algo realmente "estúpido" a sus ojos. En un mal movimiento,
su borrador cayó hasta el suelo de cerámica achocolatada y en un intento de
alcanzarlo en el aire alzó su brazo siendo fallido su inútil intento de recuperar el
objeto, el cual ya no se hallaba a su alcance, sino del de cierta ojicafé. Catherine
logró decir cualquier maldición en casi todos los idiomas que conocía al hacer tal
barbaridad.

Respiro hondo, poco queriendo pedirle ayuda a su contraria más negó ante tal
pensamiento. Debía considerar a los demás por una vez en su vida.— Srita. Beaumont.
—Soltó en voz baja, acercándose a la castaña lentamente soltando suspiros para
alarmarla. Nada.— Srita. Beaumont... —Volvió a decir, nada, parecía que tenía que
acudir al toque. Tocó el hombro contrario tres veces, en la parte desnuda del hombro
donde se podía notar la perfecta piel bronceada de la contraria. Beaumont se giró,
observando las matices doradas en los ojos de su compañera y notar la enorme
sorpresa en estos.

— ¿Sucede algo, Grimlock? —La peligris, paralizada, apuntó el borrador en el


suelo. Parecía haber visto algo que la asustase lo suficiente como para mostrar dicha
expresión, pasándola por alto. Agarró el borrador y se lo devolvió a la chica
gótica tocando la mano de la contraria. Oyó, sin querer, un leve murmulllo.-
¿Disculpe? —Cuestionó dudosa, con el corazon palpitando en su mano sintió el frio
de la piel contraria en el dorso de su mano.

— Puedo tocarte sin que mueras... —Fue lo que soltó, llevándose la mirada castaña
asombrada con lo dicho.

— Hablamos después de clases. —Las últimas palabras que dieron inicio a las
clases, las cuales a ser terminadas conducirán a tres personas en un mundo donde
gente como ellos realmente existía.

V
VI

Segunda Bendición:
Cupido en camino.

Un paso, dos pasos, tres pasos. Grimlock caminaba con apuro a su destino, detrás
suyo se encontraban sus compañeros los cuales exigían una respuesta, claramente no
entendían lo que estaba sucediendo y la misma no se los respondería. El de cabellos
rosados con morado observó dudoso a la peligris, quién llevaba cara de pensar
demasiado sobre el tema, concluyó en que ella tampoco sabía en qué rayos se había
metido.

— Ey, Cath, ¿adónde nos estas llevando? —La peligris parecía no haber escuchado su
pregunta, seguramente por las cosas que tenía en mente y el por qué su ataque mortal
no sirvió contra Beaumont. Lance oír ricio el hombro de Catherine, como tratando de
tranquilizarla pero se detuvo al notar como ésta se detenía lentamente.

Alzó una ceja, claramente extrañado por la mirada tan fija de la chica a un punto
fijo. Observó a Alea, notando que su vista se abría de par en par y ambas susurraban
la misma palabra: Amor. Era obvio que él no entendía, más al observar a dónde estas
miraban pudo soltar lo mismo sin saberlo.

Beaumont, con su vestido rojo radiante y su coleta alta, sus orbes de una especie de
combinación de todas las tonalidades de rojo existente aunque estaba camuflado en un
bello café, su piel morena y limpia de cualquier rastro de cicatrices y acné junto
con una sonrisa cautivadora dejaba a los hombres en bandeja de plata, y ni qué decir
sobre las mujeres. El trío de amigos sólo podían llegar a una conclusión, bueno a
dos, Beaumont era REALMENTE bella y hermosa o tenía poderes como ellos. Salieron de
su trance, negando varias veces. Ya vería después sí era tal cual como o simplemente
había nacido siendo incluso más bella que el mismo diamante.

Los chicos se le acercaban con regalos, flores, incluso con ropa y demás. Ese no era
nuestro punto. Grimlock, asombrada con lo que veía se empezaba a hacer paso de forma
extraña y anormal de ella, Lance, quien la conocía más debido a que pasaba mas tiempo
con ella, tragó duro. Sacudió a Reed, sacándola de su estado de sorpresa para
dirigirse a su compañero algo extrañada.

— ¿Sucede algo, Lance? -Preguntó, no muy segura siquiera de sus palabras. Observó,
pues, como el contrario alzaba su brazo y apuntaba a Catherine, temblando con
claridad.— ¿Pasa algo con Cath? —Volvió a preguntar al notar que no tenía
respuestas.

VI
VII

— Mira bien, Kattie, Cath es el problema. —Kate arrugó el rostro, no muy


convencida para después mirar mejor y empezar a desesperarse.

— Oh, no... —Dijo nerviosa, empezando a temblar al notar que su amiga de la


infancia caminaba de forma despreocupada sin notar lo que estaba haciendo.— Hay que
detenerla... —Volvió a decir, temerosa de lo que podría suceder, empezando a
exasperarse.

— Hey, calmada. —El pelimorado agarró por los hombros a su amiga y empezó a
mantenerla quieta.— Si pasa algo... Te tenemos a ti. —Confesó con seguridad,
tratando de mantener calmada a Reed quién lo miró y se apuntó a sí misma como
trataba de entender sí se refería a ella y no a otra persona. El de cabellos cual
galaxia asintió y ella tragó saliva.

El más alto iba a decir alto pero... Ya había comenzado el desastre antes de poder
decir pío.

— ¡Está muerto! —Gritó una rubia, apuntando a un joven unos años menor que ella.

— ¿Qué? —La peligris miró a todos lados, no muy segura de lo que pasaba.

— ¡Ella lo mató! —Le apuntaron con lo primero que podrían haber encontrado, pero
antes de cualquier catastrofe, la pelirroja de orbes azules fue al rescate.

— Vaya, mira que exageran.

— ¿Que haces, Kate?

— Salvándote el pellejo.

Alea, miró al chico, aún caliente y acolorado. Sonrió ante el cadaver, riéndose por
una broma mala.

VII
VIII

— Si este chico está mejor que un roble, anda. —Golpeó varias veces la cara del
muchacho, regresandole el calor perdido para después reírse otra vez al ver a los
incrédulos observando sorprendidos la escena.— ¿Ven? Sólo era una mentira barata.
—Soltó para después despertar de un golpe al muchacho y correrlo del lugar.

Elisson los observó en todo momento, sorprendida del poder de la chica gótica y
asombrada por la forma de traer vida de su contraria. Se acercó sonriendo curiosa,
siendo así capaz de escuchar una parte de su discusión.

— No vuelvas a hacer eso, ¿entendido? —Apuntó a la chica de mechones fucsias


oscuros, quién asintió rápidamente al notar el rojo de la furia de la más pequeña.

— Y... —Beaumont se acercó delicadamente y de forma silenciosa, sigilosa como un


gato.— ¿Murió de verdad? —Ambas iban a negar para mantener el orden hasta notar
que era la castaña de puntas rojizas.

— Si, murió. —Soltó sin mucha delicadeza Grimlock, siendo golpeada en el hombro
por quien considera su hermana menor.— Auch... —Se quejó, sobando el area donde
fue golpeada.

— Murió pero lo reviví. —Sacándose el pecho orgullosa de sí, había dicho aquellas
palabras la de nombre Kate.

— ¿Cómo? —

— Fácil, al contrario de Cath, que su toque mata a quién sea, el mío da vida.
-Concluyó con la explicación.

— Es como tu belleza, —Siguió la de orbes amarillos.— los encantas a todos con


solo verte. —Rodó los ojos como repudiando algo.

— Oh... Entonces... Todo lo que tocas... ¿Muere?

VIII
IX

— Sí.

— Y tú... Todo lo que tocas... ¿Vive?

— Yep, aunque en palabras simples vería de que yo doy vida y Cath la quita. —
Resumió en palabras simples, sin mucha complicacion.

— Ya...

— ¿Entonces? —La de cabellos grises observó a la de piel canela, ésta la miró


extrañada.— ¿Qué querías decirnos? —Allí fue cuando Lance dio magnitud al plural y
asombró a la castaña por, claramente, debido a que no había caído ante sus
inevitables encantos...

— Ehrm... Uhm... —Confundida, Beaumont observo al... Chico de prendas de colores


pastel para después toser un poco.— Cierto. —Agarró aire, sonriendo confiada, con
sus brazos en su cadera en forma de jarrón.— No son los únicos con "poderes". Yo,
Rebecca Beaumont, soy el cupido de nuestro Olimpo. —Se irguió orgullosa, con el
mentón en alto, pecho afuera y sus orbes cerrados. Al abrirlos, noto el extraño
comportamiento de sus compañeros:

La sorpresa de Catherine.

El temblor de Kate.

Y, por último, la exaltación de Lance.

Quién pudo salir primero de su estado de sorpresa fue la misma Grimlock personaje
que, con una mirada de incredulidad observó de arriba a abajo a la castaña y así
después acariciar su barbilla sosteniendo su codo con su otro brazo, analizando lo
dicho de la otra chica para después asentir. Bajó sus brazos, sonriendo levemente
ante lo dicho y apuntarla de forma burlesca.

— ¿Cupido? ¿De nuestro "Olimpo"? —Empezó a decir, haciendo comillas con sus dedos
para reír de forma sarcástica, Beaumont la observó extrañada, curiosa por la forma

IX
X

en que su contraria había dicho aquello. La peligris detuvo su risa para observar a
su compañera de clases.— No me hagas reír. —Observó a la "cupido" con una mirada
fría y molesta. Única de Catherine.— No estamos jugando a ser los dioses griegos.
Y, dime entonces, ¿qué puedes hacer? —Preguntó con claro malhumor, usual debido al
día de locos que había vivido en su preparatoria. Cruzó sus brazos, bufando, no era
soberbia ni arrogancia lo que acompañaba sus aires. Era desconfianza y un poco de
temor.

Rebecca fruncio el ceño, algo molesta por el trato más sin otra opción respondió.—
Sí. Puedo hacer que dos personas destinadas a estar juntas se enamoren. —Sonrió
feliz al recordar dicha cosa, las miradas sorprendidas fueron captadas por su vista,
ensanchando su sonrisa.

— ¿Y como sabes que estan destinadas? —Preguntó la pelirroja codeando a la de


orbes berilo, oyendo como bufaba y después pedía perdon.

Beaumont sonrió, perdonando a la gótica.— Pues... ¿Conocen la leyenda del hilo


rojo? —El de cabellos cual galaxia dio un paso al frente, listo para hablar.

— Pero... Pensé que sólo era un cuento... —Soltó el hombre con ropas algo
afeminada.

— Hehehehe, para los demás sí, pero para mí... Negativo, señor. —Se irguió sacando
su pecho y sonriendo orgullosa.— En fin, a lo que quiero llegar es que puedo ver el
hilo rojo atado en sus meñiques. —

— Es decir... —Empezó a hablar la de cabellos grises.— Con el hilo rojo atado a


nuestros meñiques... ¿Sabes con quién estaremos durante toda nuestra vida? —
Preguntó observando curiosa a la otra chica.

— Sip. —Contó emocionada para después toser un poco y reírse nerviosa.

—- ¿Y nos diras quienes son? —Sonrió entusiasmada, más que todo por saber con
quién se quedaría su mejor amiga y hermana mayor del alma.

— Hmmmm... —Los observó y después empezó a pensar. Mirando a cada uno y observando
sus hilos rojos del destino. Pero, durante aquellos momentos de observación notó

X
XI

algo singular, algo raro, el hilo rojo de Catherine no era uno solo, eran dos y el de
Lance no había su final lo mismo que le pasaba para saber con quién se quedaría
Catherine. Suspiró ante aquello para después notar cuán problemático era también
saber con quién se quedaría Kate.— No. —Soltó, negando con su cabeza sobre aquella
vista. El trío algo sorprendido simplemente -aunque Alea lo hizo de mala gana- se
mostraron satisfechos de que no eran los únicos con aquellas rarezas y sonrieron.

— Sería genial que estuvieses con nosotros... Como amigos. —Comentó algo tímido
ante la contraria, mostrándose cordial.

— Owwww, gracias. —Le sonrió al pelimorado.

— Ah, sí, perdona nuestros malos modales. —Habló la peligris, alejando al


pelimorado y a la castaña para despues sonreírle a la cupido quién le observó
extrañada por lo antes sucedido.— Soy Catherine Grimlock, soy,.. "La muerte" del
grupo.., Por así decirlo. —Hizo una mueca ante tales palabras, pues sí que ella sería
una parca o algo así.

— Uuuuuh, yo soy Kate Reed, soy "La vida" del grupo, un placer. —Sonrió de forma
radiante, luciendo una pulsera de flores que siempre se mantenia viva en sus
muñecas.

— Lance Stone, a su servicio, soy... —Se ruborizó ante lo que pensaba para
después suspirar.— "El estrellado" del grupo. —Notó las risas de Beaumont, de Reed
y la mirada burlona de Grimlock, por una vez en su vida lanzaría un meteorito en su
escuela y haría homicidio y suicidio conjunto debido a la vergüenza que estaba
pasando.

Y así... Fue como empezaron a reunirse.

XI
XII

Tercera bendición.
Las guerras tienen una muy mala suerte.

Pasaron muchos días en los cuales nuestro trío de amigos pudo conocer, más que todo
su peligris amiga, quién sin falta empezaba a hablar con esta en su punto de
encuentro después de clases, pues habían quedado en clases diferentes. Kate era un
año menor que todos ellos mientras que Lance iba en otra clase al igual que Rebecca.

Y tenía que admitir una cosa... Extrañaba que los, ahora, cuatro estuviesen juntos.

Miró a la ventana observando como dos muchachos hablaban entre sí y reían por sus
ideas y locuras, negó con la cabeza al notar las payasadas que hacían para así seguir
con el dibujo que hacía, cosa que uno de ellos captó y en seguida se acercó para ver
mejor lo que la chica hacía, asombrándose de lo que la contraria creaba en el papel
de su cuaderno.

— Es bonito. —Dijo el de orbes rasgados de un plata con un café y un cierto


destello morado en su mirar, de cabello del color del amargo chocolate junto con una
cazadora con capucha, hecha de cuero y pieles de una pantera negra, con una extraña
cicatriz en forma de cruz en el lado izquierdo de su cara del color de una canela
oscura, añadiendo también en su vestimenta aparte de la cazadora una camisa negra
con toques morados y unos vaqueros rasgados de color negro junto con un cinturón
achocolatado y unas botas de cazador.— Tu dibujo es muy bonito, ¿dónde aprendiste a
dibujar? —Preguntó, sentándose al lado de ella en una silla cualquiera de madera
negruzca algo café.

Con sus orbes cual citrinoe brillante y su cabello plateado con ciertos mechones
coloreados en un fucsia oscuro, de camisa manga larga negra con una calavera en el
pecho, unos guantes sin dedos de color blanco con detalles en negro junto a unas
deportivas de una tonalidad gris junto con su inseparable calavera en lazo morado en
su cabello el cual estaba suelto.— En... —Empezó a decir, haciendo sonreír al joven
por escuchar la grave pero no muy grave voz de la contraria.— No te importa. —
Agarró sus cosas, respirando hondo para así sentarse en otro asiento con
absolutamente todas sus cosas, el de hebras casi negras la observó con una mirada
rara al percatarse de la negativa y defensiva forma de la chica para deshacerse de
él.

Observo a su compañero quién fue a su lado para otorgarle ayuda con sus consejos la
mayor parte del tiempo buenos.— Bueno, Fred... Podrías al menos no ser tan...Idiota.
—Soltó el de saco marrón con agujeros y camisa de un color casi beige por la

XII
XIII

suciedad y extrañas manchas en ella, pantalones rasgados por seguramente muchos


rasguños y por último pero no menos importante, un par de deportivos color café y
algo desaliñados por las manchas y cosas sucias en ellos. El desarreglado joven tenía
un cabello puramente negro totalmente disparado a todos lados, de orbes chocolate
claro con algunas vislumbraciones naranjas ademas de estar luciendo su piel oscura,
pero no tan oscura como el de su mejor amigo.— Has estado tratando de ser su amigo o
acercarte a ella desde que quedamos en la misma clase... —Siguió diciendo,
claramente con aquel juego de "tú las traes".— Deja que ella vaya a nosotros y no
nosotros a ella. —Terminó de decir acariciando a un gato negro que pasaba por allí.

— Uh... Podría hacerlo sí no se aislara tanto. —Subió sus hombros y los bajo,
observó al gato negro ahora en el regazo de su mejor amigo.— ¿De dónde rayos salió
el gato? —Preguntó curioso, apuntando al animal siendo acariciado por su compañero.

— Ni idea pero eso da igual. —Contestó importándole poco aquello, siguiendo con
las caricias en la cabeza y el lomo del gato quién los recibía gustoso.— Además...
Creo que ahora sí puedes actuar, Fred, la chica viene hacía acá. —Apuntó con su otra
mano hacia la peligris caminando hacia ellos, aparentemente observando al gato negro.

El castaño de cabellos casi ceniza observó como acomodaba su falda de tela negra con
detalles en forma de huesos y diamantes para arrodillarse en el suelo y observar al
gato negro que se acostaba libremente en las piernas del azabache. Ambos le miraron
raro para después mirarsen entre sí.

— ¿Lo quieres acariciar? —Preguntó el chico de ojos cafés con algunas tonalidades
en ambar.

— Si. —No se negó la ojigirasol.

— ¿Y por que no lo haces? —Volvió a preguntar su amigo de ojos plateados con un


toque de marrón y morado.

— Por que no puedo. —Suspiró realmente ilusionada por poder tocar al minino.

No pudieron decir más preguntas por el sonido de la campana que anunciaba sobre el
inicio de clases, en aquel tramo el gato habia escapado del trío, los dos jóvenes se
sentaron en dónde antes estaban y la joven se había acomodado en el puesto recién
tomado, empezaban con artes, la materia favorita de la peligris.

XIII
XIV

— Bien. —Dijo el profesor de cabellera blanca, quizá por el estrés.— Chicos,


saquen su block y empiecen. —Soltó sentándose para observar como cada uno iniciaba
con la actividad.

El par de amigos eran realmente buenos en aquella materia más el mejor de los dos
era el de cicatriz, quién miraba de vez en vez a la de orbes cual pétalo de girasol
curiso, notando una mirada nostálgica en ella. El chico de ropas de cazador estaba
auto dibujándose en medio de una guerra, sonrió al terminar su "obra maestra". El
otro chico, el desarreglado dibujaba un callejon oscuro, lleno espejos rotos,
escaleras de cualquier tipo y muchos gatos negros, sin contar la sal en el suelo.

Catherine, por mientras, dibujaba a una pareja feliz junto a una niña de mirada
amarillenta y detrás de estos un cadáver enorme con una hoz y una capucha abrazando
a la pareja, la habitación del dibujo era oscura por lo que los orbes amarillos con
una especie de marrón café como intruso era el único color que se veía en escena
aparte de los orbes rojizos de la calavera.

Al terminar la clase, entregaron los dibujos a su profesor y siguieron con la


siguiente clase. Pasaron horas y horas hasta que la campana comenzó a sonar
anunciando el receso.

La peligris guardó todas sus cosas en su bolso para dejarlo en su puesto y así irse
corriendo del salón buscando a su círculo de amistad. Al notar al de cabellos cual
galaxia y a la pelirroja se tiró para abrazarlos a lo que Stone y Reed
correspondieron su abrazo.

— ¿Y Red? —Preguntó mirando a sus mejores amigos de toda la vida.

— No lo sé, cuando salimos de clases se fue rápidamente, decía algo de "alerta


amorosa" o algo así. —Soltó algo confundido y un poco ruborizado por las repentinas
acciones de Grimlock.

— Oh, ya veo... —Los soltó a ambos sonriendo.

— Oh, sí, sí. Tenemos que aprovechar la hora de descanso, seguramente no has comido
mucho y tampoco has logrado llevar comida para comer aquí, o ¿no? —Replicó la

XIV
XV

pelirroja mirando a la peligris, quién se encogió un poco en sí misma provocando un


suspiro en Reed.— Hay que ver como rayos te alimentas... —Iba a empezar a regañar
a la de mechas fucsias de no ser que el pelimorado la ocultó de la mira de la
ojiazul.— ¿Qué estas haciendo, Lance? —Preguntó curiosa, queriendo saber lo que el
contrario quería dar a entender.

— Bueno... pues... He hecho mucha comida para mí solo... Pensé en que Cath comiera
de lo que sobró. —Empezó a reírse nervioso por la mirada inquisitiva de la
pelirroja.

— Uhm... —Observó con seriedad al muchacho, de arriba a abajo, verificando


cualquier indicio sospechoso más al ver que el chico decía la verdad a pesar de estar
nervioso. Sonrió y asintió con la cabeza.

Stone y Grimlock se miraron, curiosos de lo que sucedía en la cabeza de la contraria,


ambos abrieron su boca para decir algo hasta que, a la distancia, se oyeron miles de
cosas caerse, personas gritando y otras diciendo un sentenar de maldiciones por la
mala suerte que estaban teniendo en una partida o algo por el estilo, también se
oyeron gritos de peleas y golpes junto a caídas y resbalos hasta que al escuchar dos
personas hiperventilando por la carrera que habían dado.

Catherine tuvo un mal presentimiento, Lance un escalofrío por tener un par de ojos
encima suyo y Kate la más grande curiosidad del mundo a la vez que la sorpresa de
Rebecca, quién había llegado antes de aquel par.

— Buff, ¿cuando tendré buena suerte? —Uno se preguntó mientras se acomodaba la


ropa y el polvo encima para después, con una cáscara de banana, resbalarse y golpear
su cara contra el suelo.—'Esto ya es el límite... —Suspiró cansado, quitándose de
encima los animalejos y bichos que se le habían pegado encima, la mayoría eran gatos
negros.

— Ni idea pero... —Respondió la otra persona, estirándose mientras se quitaba el


polvo de encima y reía al ver hacia atrás los restos de una guerra que había ocurrido
cuando se encontraban corriendo. Miró al grupo al frente suyo pero más que todo al
pelimorado qué, en aquel momento, se encontraba acariciando el cabello gris de la
chica gótica.

La peligris se sintió irritada al notar la presencia del par "problemático" de su


clase, Kate y Rebecca sonrieron al notar que iban a conocer a más personas pero...

XV
XVI

Lance sentía hostilidad proveniente de uno de ellos, específicamente del chico de


cicatriz.

— ¿Que hacen aqui? —Preguntó con voz de ultratumba la chica de ropas oscuras.

— Uh, estamos aquí por que queremos conocerte. —Soltó el de ropas rotas y llenas de
manchas y demás.

_ Ah, pues deberían irse, no tienen nada que hacer aquí. —Dijo con el mismo tono
frío, indiferente ante la presencia de ambos. Empezó a caminar alejándose del par,
con ella el chico estrellado.

— Espera, Cath. —Trató de detener a la de orbes berilo pero al notar su irritación


pudo saber que necesitaba calmarse.

— Hey, espera. —Soltó el de ropas de cazador agarrando la mano blanca de la


peligris, donde notó como la pelirroja casi le agarra del abrigo al notar que había
tocado la piel de porcelana de su amiga y la castaña. por órdenes de la ojiazul,
trató de impedir que el otro chico de cabellos sucios tocara la mano con la cual
agarraba al de ropas pastel.

Silencio absoluto.

Ambos chicos miraron al grupo, quiénes estaban asombrados y sorprendidos por lo


sucedido. Cruzaron sus miradas, naranja con plateado para después observar a los
amigos de Grimlock.

— Ehrm... ¿Que les pasa? —Preguntó el de piel morena observando a las chicas para
después observar a la de calavera con una cinta morada.— ¿Sucede algo? —Volvió a
decir, mirando a su amigo.

— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. —Gritaron al
mismo tiempo la pelirroja y la castaña, cayéndose al instante. Ante tal cosa, la
peligris había perdido el equilibrio y el pelimorado, saliendo de su estado de
sorpresa, la atrapó situándose ambos en una especie de pose de algún baile al
estilo flamenco o salsa.

XVI
XVII

— H-H-H-Han tocado a Cath... —Tartamudeó la de cabellos rojo fuego, tratando de


salir de su estado de sorpresa.

— ¡Y NO HAN MUERTO! —Exclamó la castaña, apuntando al par de morenos quiénes se


miraron subiendo sus hombros y después bajarlos.

— Ehm... ¿Por que tendríamos que morir al tocarla? —Soltó su duda el de cabellos
chocolate oscuro apuntando con su dedo a Grimlock.

Todos miraron al pelimorado y a la peligris quiénes aún seguían en la extraña pose


de algún baile más al notar su cercanía se ruborizaron –más que todo el estrellado–.
Stone ayudó a Grimlock a pararse y después toser tratando de calmarse para tratar de
seguir el hilo de una conversación inexistente.

— ¿Estás bien, Cath? —Cuestionó algo preocupado por la de orbes amarillos quién
sólo suspiró y asintió.— Me alegra... —Sonrió risueño aunque dicha risa se borró
al notar un extraño escalofrío al sentir una mirada fija en él.

— Ejem. —Tosió el de orbes plata, con la mirada más fria que se podría ver en la
historia, mirada que sólo se llevó un bufido de la peligris.

— Todo lo que toco que tenga vida muere. —Informó, cruzandose de brazos.

— No te creo. —Dijeron al mismo tiempo el ojiplata y el ojinaranja. La chica


gótica rodó los ojos ante eso y agarró una maseta con unas plantas en ella, se
acercó al par de chicos y con sólo un toque la planta murió. Ambos chicos abrieron
los ojos, tragando saliva.— Olvídalo , ahora sí te creo. —Volvieron a decir
sincronizándose para después ver como la pequeña pelirroja tocaba la planta y le
devolvía la vida para así dejarla en su lugar. El par problemático hizo una "O" con
sus labios para despues escuchar sus risas y murmurarse unas cuantas cosas, haciendo
extraños saludos y chocar los puños.

— Y... —Intentó seguir con otro tema de conversación la de cabellos castaños.—


¿Como se llaman? —

XVII
XVIII

— Yo soy Frederick Blackesley, pero prefiero que me llamen Fred. —Guiñó el ojo
para son rue sonreír de forma altanera, cruzado de brazos.

— Mi nombre es Eduard Loughty, un placer. —Saludó con su mano, sonriendo


levemente.

_ Bueno, yo soy Rebecca Reed, el placer es mío. —Sonrió coqueta la de ropas rojizas,
jugando con sus cabellos castaños con las puntas de color vinotinto.

— Yo, yo, yo. Es mi turno. —Saltaba la de cabellos rojizo con una mano alzada.—
Soy Kate Reed, ¡un muy buen placer! -

— Lance Stone. —Fue lo único que dijo, sonriendo de forma amable.

Todos miraron a la de cabellos grises con mechas fucsias, personaje que se encontraba
cruzado de brazos mirando hacia cualquier lugar menos al par. La pelirroja empezó a
tratar de incentivarla a presentarse más era ignorada, la castaña hizo lo mismo pero
ni una palabra, el estrellado hizo lo que pudo para solo escuchar como ella
suspiraba.

— Ellos saben mi nombre, no tengo por que presentarme. —Soltó mirando a las
personas a su alrededor.

Otro silencio.

— ¿Y cual es su poder? —Preguntó la castaña tras el largo silencio.

— Guerra. —Soltó el de ropas de cazador y apuntando a su amigo dijo.- Mala


suerte... No le gusta admitir que haga lo que haga tiene mala suerte. -

— ¡Hey! —Todos se rieron ante la queja de Loughty.

XVIII
XIX

Después de aquello, la hora del descanso acabo dando pasos a las clases. Al terminar
éstas, el ahora grupo de seis personas empezaban a conversar y reírse aun cuando a
Grimlock le desagradase a los nuevos miembros de su grupo de amigos.

Esto está empezando a tener forma, ¿no? Pues todavía falta.

Una chica de cabellos negros con las puntas de estos de un color azulado claro,
vestida con ropas victorianas, sonreía a la lejania al ver a aquel grupo bastante
animado también observando a un joven de ropas caras observando totalmente a la nada
y después se fue.

El misterio se huele en el aire y el atardecer cae lentamente... ¿Qué sera lo que el


destino tendrá listo para ellos?

XIX
XX

Cuarta Bendición
¿Quién diría que el dinero sale de sus bolsillos?

Ya estaban en Abril, el 25 de Abril para ser mas precisos, el grupo de seis personas
seguían su camino entre bromas, risas y conversaciones aunque debido al animado
ambiente Catherine se empezaba a sentir cada vez más fuera de ello añadiendo que aún
no le agradaba tener al par de mejores amigos con ellos. A Rebecca se lo permitía por
que empezaron a platicar cada vez más hasta contarse casi todo, por supuesto,
Catherine no gustaba de hablar mucho sobre ella misma.

Y se preguntaran... ¿Por qué la desconfianza? Aquello se debía a las veces en las que
debía visto a los dos chicos en varios problemas desde que inició la preparatoria y
le desagradaba ser observada de forma fija por cualquiera de ellos dos. Estaba tan
distraída y pensativa que no se había dado cuenta de que uno de sus dos mejores
amigos estaba tratando de hablar con ella pero ciertamente no lo conseguía.

Frederick, al notar las distracción de Catherine tocó su hombro deteniendo su


caminar causando que de esa manera reaccionara y se abrazara a quién tuviese a su
lado, este caso Lance, Grimlock miró mal a Blackesley ya que aún no era de su
agrado, le daba muy mala espina. Al notar como ambos mejores amigos estaban abrazados
su mirada se torno indiferente, fría.

Kate noto aquella hostilidad en el de cabellos castaños oscuros y siguió su mirada


al notar que Catherine lo observaba igual mientras que Lance trataba de remediar lo
sucedido, Eduard también se dio cuenta al notar que su amigo no seguía con la
conversación y Rebecca ya había notado desde el inicio que a Frederick no le agradaba
en lo absoluto Lance pero no sabía exactamente el porqué. Reed tosió levemente siendo
el centro de atención ocasionando que la batalla de miradas entre aquel par paraba
al ser conscientes del ambiente tenso por la culpa de ellos. La de cabellos grises
soltó al pelimorado haciendo que el de orbes plata con un extraño brillo morado
dejara de soltar aquellas ansias de golpear.

— Te lo advierto, —Empezó a hablar con el ceño fruncido la de orbes berilo.— le


haces algo malo a Lance y lo pasarás mal. —Se acercó al de piel oscura y le apunto
con su dedo índice.— No confío para nada en tí. —Terminó para después mantenerse
alejada del chico.

Suspiró, no esperaba ser amenazado y menos por la peligris. Observó a aquel par y
notó lo cercanos que eran.— Se conocieron hace diez o nueve años. —Se acercó la

XX
XXI

pelirroja informándole aquello.— Lance salvó a Cath de alguien malo, una persona
mala que podía tocarla... Pero antes de que le hiciera algo a Cath, Lance pudo
prevenirlo. Desde entonces empezaron hablarse y a conocerse. —Siguió diciendo ya a
sabiendas de haber capturado la atención del moreno.— Lance vive solo por varias
razones y una de ellas fue por un accidente. —Al terminar de decir aquello suspiró
al recordar la cara de sufrimiento de su amigo.— En él perdió muchas cosas
importantes para el... —Se alejó de su lado al haber dicho más que suficiente,
dejando al de cazadora pensativo,

Después de terminar la escuela y quedarse en su lugar de des pión el de cabellos


pelimorados empezó a escuchar algo, un extraño sonido de algo golpeando una pared,
sonido escuchado también por el de cicatriz.

— ?Oyeron eso? —Preguntó Stone algo extrañado, se suponía que durante esas horas
todo debería estar en silencio.

— ¿El qué? —Respondió con otra pregunta Kate curiosa para después exaltarse al
escuchar un golpe y caerse.— ¡Eso sí que lo oí! —Soltó temerosa, asustada por aquel
sonido.

— Viene de adentro. —Dijo Beaumont, colocando sus manos detrás de sus oidos para
escuchar mejor.

— Un momento, ¿y que hay de Eduard y Frederick? —Se oyó la pregunta de la


pelirroja, a lo cual el pelimorado mira a todos lados para buscar con su mirada a los
jóvenes.

— Esto no puede ser verdad... —Gruñó la de cabellos grises con mechone fucsias.—
Ya vuelvo. —Se levantó para después ser seguida por Kate.

— ¡Te sigo! —Exclamó para después caminar al lado de su amiga de la infancia.


Rebecca empezó a caminar, se giró para ver a Lance quién ya estaba al lado de
Catherine, la castaña lo miró preocupada. Algo le decía que en el futuro habrá un
gran problema amoroso... Negó con la cabeza, debían ser tonterías. Asintió y siguió a
sus amigos.

XXI
XXII

Después de minutos caminando por casi todo el piso bajo de la preparatoria, se


dirigieron hacia el piso superior, subiendo escaleras arriba e investigar por todo el
piso. Y el ruido de golpes se oían cada vez más con cada paso que daban.

— ¿Qué hacen, chicos? —Decía desde atrás una voz conocida pero por la sorpresa
todos, menos Catherine, quién lo había notado saliendo del baño de hombres hace unos
minutos.

— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
—Gritaron Rebecca, Kate y Lance, abrazándose los unos a los otros esperando que
quién se le halla ocurrido asustarlos dijera que era una broma cosa que no sucedió
ya que solo oyeron un quejido y un suspiro.

— Sabía que era feo... Pero no tanto. —Soltó un suspiro entristecido por el haberse
asustado con su persona, el trío se había aliviado y empezaron a disculparse con el
chico.

— Lo sentimos, Eduard. —Dijeron los tres al mismo tiempo.

— Son realmente unos tontos al no haber notado su presencia... —Dijo ésta vez la
peligris cruzada de brazos, recibiendo miradas enfurecidas para eón rue sonreír
amigable.— Pero son los tontos que quiero. —Se rió ante las miradas confusas de
los tres para después seguir adelante. Loughty se le acercó curioso por la dirección
y los golpes, por lo que le preguntó a la gótica quién enseguida le respondió:

— Escuchamos unos golpes cuando estábamos los cuatro reunidos en nuestro lugar de
siempre, nos dimos cuenta muy tarde cuando tú y Blackesley se habían aventurado en la
preparatoria. —Comentó dándole poca cosa, admiró sus alrededores aún guiándose por
el sonido de dos personas gritando sobre algo.

Miraron hacia abajo al notar como la pelirroja caía de golpe por haberse resbalado
con algo, Lance ayudó a Kate a pararse para después Beaumont arrodillarse junto a
Grimlock y notar que con lo que se había caído Reed era con...

— ¿Dinero? —Ambas dijeron la misma palabra y al mismo tiempo. Se miraron confusas


para después notar como Eduard, unos pasos más adelante que ellas, mostraba un
billete de treinta dolares y apuntaba al montón de monedas de un centavo o más.

XXII
XXIII

— Y hay más por allá. —Apuntó hacia una habitación con la puerta casi destruida,
todos se miraron las caras, como queriendo saber sí alguien se iba a atrever y se
adentraría a saber que pasaba en aquella aula.

Todos pensaron en lo mismo y dirigieron su vista al azabache, quién observo sus


espaldas para ver a quien miraba para después tragar saliva y suspirar para después
apuntarse a sí mismo.

— ¿Yo? —Ellos asintieron y el se quejó, sus amigos lo empujaron para después notar
como el captaba el mensaje.— Ya, ya... Entendí, voy yo. —Murmuró algo que nadie
escucho y aquello lo agradecía. Empezó a caminar y abrir completamente la puerta, se
asomó y miró a todos lados para después suspirar y mirar a su grupo.— Está
despejado. —Lance, Catherine, Rebecca y Kate se miraron las caras, otra vez, sólo
para salir de su escondite y caminar siguiendo al de ropas desaliñadas.

Mientras observaban con tranquilidad la habitación hubo un momento en el que no se


esperaban ver a alguien siendo lanzado con una gran fuerza y rapidez hasta estamparse
con la pared, justamente al lado de la puerta, y detrás de aquella persona se podía
ver como se formaba un crater ademas de un quejido adolorido. Abrieron sus ojos
sorprendidos para después observar como el de cabellos cual chocolate amargo se
limpiaba el polvo de encima.

La persona que estaba estampado en la pared empezo a moverse para despues chillar por
su figura pegada en la pared y como pequeños escombros salían de ellos. Observó al
joven de piel oscura con aquella cicatriz en el lado izquierdo de su cara, algo muy
notable en el pero además de eso se notaba como sus orbes plata se fundían en un
morado intenso.

— Dios santo, Blakesley, debería medir su fuerza ¿no lo cree? Así accidentes como
este no pasarían... Ahora tendre que pagar denuevo la reparación... —Decía aquel
joven de cabellos castaños claros empezando a arreglar su traje blanco aparentemente
claro y observar cuánto era el dinero que había salido de su bolsillo.— Sigo sin
entender por qué se esfuerza tanto por una información que no tengo y no hago
contrabandos de información. La última vez que me confundieron con ese tipo de cosas
me preguntaron sobre el próximo examen de Álgebra. —Comentó apuntándole mientras
notaba los rasguños en el saco de su traje.— Oh, rayos... Bueno, da igual, compraré
otro... —Habló para sí mismo para después mirar como los ojos plateados que ya no
eran casi morados y dirigir su mirada al grupo de cinco cerca de ellos.— Oh. —Fue
lo único que dijo, mirando de arriba hacia abajo a cada uno de ellos.

XXIII
XXIV

— "Oh" es lo que deberíamos decir nosotros. —Habló Kate observando la sala


horrorizada.— Miren, si nos culpan a nosotros por esto te juro que, Frederick
Blackesley, te mataré con mis propias manos. —Amenazó con sus orbes cambiando a un
verde lima, apuntando al de piel morena.— Y tú... Me las pagaras por... Lo que sea
que hiciste. —Miró confusa al muchacho, teniendo cero conocimiento de, sí acaso, su
existencia.

— Kattie, creo que estás exagerando... —Acarició el hombro de la menor, provocando


que se calmara, no quería verla riéndose mientras hacia crecer cada vez más plantas y
eso era malo, y lo dice por experiencia.— Aunque... Sí... Nos debe una
explicación... —Empezo a reírse, nervioso por los escombros que caían a su
alrededor.

— Sí... Una muy importante y aplicación... —Repitió Catherine, examinando los


escombros para después suspirar. Pensaba que aquel cambio de colores no era normal
ya que una vez les había pasado lo mismo a ella y al pelimorado.— Sea como sea,
debes de darnos una gran y elaborada ademas de convincente excusa sobre por qué te
estás peleando con un chico que no tiene absolutamente ninguna especie de
hostilidad. —Apuntó al de cabellos claros quién no sabía ni qué decir, el de
cabellos oscuros chistó y observó molesto a la peligris más se arrepintió de hacerlo
por lo que suavizó su mirada al notar la niebla en los ojos de la gótica.

— ... Él... Me debe dar algo y no me lo ha dado. —Dijo lo más sereno posible.

— Bien, ¿y que era como para que te pusieras así? —Ésta vez quién intervino fue
Rebecca, acomodando un mechón de su cabello mirándolo con aquellos orbes cafes de
una tonalidad rojiza.

— Mi colgante, es importante para mí. Él debía de saber donde estaba. —Lo miro,
nuevamente enojado. Un escalofrío le recorrió al de ropas caras y otro al de ropas
algo rotas.

— ¿Te refieres a éste? —Subió su mano, tembloroso sacaba del bolsillo de su abrigo
el colgante con forma de una espada y un escudo hecho con plata pura. El de cazadora
marron fue corriendo hacia su mejor amigo y agarró el colgante para despues sonreír.

— ¿Dónde estaba? —Preguntó, guardando el collar en su bolsillo.

XXIV
XXV

- En el suelo. —Subió sus hombros para después irse de allí pero se detuvo al notar
la mirada amarillenta de la chica gótica.

— ¿Que tiene de especial ese colgante? —Fue lo que preguntó, apuntando al bolsillo
del chico, este sonrió para palmear su bolsillo.

— Era de mi hermana. —Fue lo único que dijo para despues irse de allí con su amigo.

Todos se quedaron estáticos sin saber que decir, ambos jóvenes caminaban por el
pasillos para después detenerse, girar y devolverse con los chicos. Los observaron
curiosos.

— ¿No van a venir? —Cuestionó el de cabellos chocolate oscuro.

— Sí pero... —Empezó el de cabellos cual galaxia.

— ¿De donde salió tanto dinero? -Fue la pregunta de todos, exceptuando al de mirada
plateada.

— De mis bolsillos. —Dijo el de cabellos castaño claro, quitándose su saco para


después observar aquel desastre.

— Cool... —Contestaron todos para así después, sonreír -la mayoría y saludarlo.

— Soy Christian, Christian Ayers, un placer. —Soltó sonriendo para tocar el hombro
descubierto de la peligris.— ¿Con esto afirma todo, no? —Cerró sus orbes verdes
claros, sonriendo ampliamente.— Y no se preocupen por decirme sus nombres, son muy
conocidos por tener amistades con Doña Cupido, Señor Buscaproblemas y... Pequeño
mala suerte. —Contestó el castaño sonriente para después empezar a caminar.

— ¡Hey! —La pelirroja lo detuvo y el la miró curioso. La de orbes azules miró a


sus amigos y todos asintieron.— Vayamos a comer helado juntos. —Sonrió la chica
recibiendo el asentimiento de todos.

XXV
XXVI

— Bien, yo invito entonces. —Ayers se ofreció y todos asintieron, cada uno empezo
a caminar siguiendo a quién iba de primero y reírse por la conversación dejando que
los únicos que se quedaran en la habitación casi destrozada fueran la misma
Catherine y Frederick.

El castaño de cabellos amargos iba a salir de la habitacion cuando notó algo


peculiar en su amiga. Ella lo miró y sonrió levemente.— Creo que... Me eres menos
irritante, Blackesley. —Le sonrió levemente para después empezar a caminar y
dirigirse hacia donde se dirigían sus amigos.

Frederick se mantuvo quieto, no muy seguro de saber si eso era bueno o malo pero
sonrió triunfante al conseguir hacer algo bien sin que se acabe en una pelea, empezó
a correr hacia sus amigos sonriente para después abalanzarse encima de ellos,
riéndose en el acto provocando que los demas rieran.

Y en esa tarde, comieron helado juntos, celebraron por los nuevos integrantes de su
grupo de amistad y lo mejor de todo era... Qué Catherine y Frederick hicieron las
pases.

Esto solo es el comienzo...

XXVI
XXVII

Quinta Bendición.
Oh, ella es la chica más inteligente... Aunque no
lo parezca.

XXVII

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