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AÑO: 2019
INTRODUCCIÓN
DESARROLLO
¿Por qué quiero ser educador de teatro hoy? Esa fue la pregunta con la que
nos recibió el profesor y así nos presentamos entre todos, dando comienzo a la materia.
En su respuesta muchos compañeros hicieron referencia a experiencias del pasado, donde
contaban que lo único bueno durante alguna etapa de su vida había sido asistir a clases de
teatro. Otros, dentro de los cuales me incluyo, porque consideran a la docencia y al teatro
como medios de transformación social. Los menos dieron breves respuestas con cierta
timidez o hablaron de la importancia del encuadre teórico que buscaban. Dar una sola
respuesta a esta pregunta resulta más difícil que determinar una única definición de
didáctica. Sin embargo, más allá de la heterogeneidad de las respuestas, se encuentra un
valor constante en cada una de ellas; “ayudar a otro”. Como dice Olegario González de
Cardedal.
A raíz del último párrafo, hay que destacar la habilidad del educador para
interpretar la mejor forma de generar un saber en el educando. Para ello la didáctica. El
texto que habla sobre este tema primero aclara que es complejo definir lo que es la
didáctica, tal como se hace mención al comienzo del presente informe, y su concepto
varía según el motivo con el cual se lo asocie (histórico, político, epistemológico, etc.). Y
en segundo lugar, sobre la teoría y la practica como dos caras de la misma moneda. Esta
es otra razón fundamental de la educación que se encuentra implícitamente en todos los
textos; complementar. Saber complementar la teoría con la práctica y viceversa, es otra
de las tantas tareas del educador. Aquel que pretenda atender estas cuestiones por
separado estará “detenido”, y como dice Stanislavski quien no avanza, inevitablemente
retrocede, es decir, no existe el “educador estancado”. Esto mismo se relaciona con el rol
de los educadores del siglo XXI, del cual habla Frigerio sobre el final de su entrevista del
2018. No es una cosa o la otra, son las dos y en un accionar constante. “Es un pensar
haciendo y un hacer pensándose” y luego indica que debemos replantearnos la formación
del educador desde ese lugar.
Ahora bien ¿el buen educador es la única clase de educador que existe? La
respuesta es no, claramente no. De lo contrario, la realidad en la que vivimos sería muy
distinta. Hay educadores que se denominan de esta forma solo porque cuentan con un
certificado que así lo avala. Creen que educar se limita a transferir contenidos de un libro
a una persona. Me gusta llamarlos “mercenarios de la educación”. Usufructúan con este
sistema causando daños incalculables. La carta de Olegario también dice mucho con lo
que no tiene escrito.