Todos los animales, sean paramecios unicelulares o seres humanos
complejos, reaccionan a los acontecimientos de su entorno. Si algo se mueve en la periferia de su visión, es probable que gire la cabeza en esa dirección. Una partícula de comida en la boca produce salivación.
La exposición a una luz brillante ocasiona que las pupilas se
contraigan. Tocar una superficie caliente ocasiona una rápida respuesta de retirada. La irritación de las vías respiratorias provoca tos y estornudos. Esos y otros ejemplos similares ilustran que buena parte de la conducta ocurre en respuesta a estímulos, es decir, es provocada.
Efecto de la estimulación repetida.
Contrariamente a los presupuestos de Descartes (pensaba que una respuesta refleja ocurre del mismo modo siempre que se le presenta el estimulo elicitante), la conducta elicitada no es inmutable. Uno de los rasgos más característicos de la conducta elicitada es su plasticidad. Ni siquiera las respuestas elicitadas simples ocurren de la misma manera en todas las ocasiones.
Existe la idea de que la conducta innata ocurre siempre de la misma
forma cuando se presenta el estímulo elicitante. Sin embargo, investigaciones hechas en atención visual en bebés, salivación y evaluación del sabor en humanos y respuesta de sobresalto en ratas, parecen confirmar que la presentación repetida de un estímulo suele generar un fenómeno conocido como habituación.
La teoría del proceso dual de la habituación y la
sensibilización.
Los efectos de habituación y sensibilización son cambios en la
conducta o en la ejecución.
La teoría del proceso dual propuesta por Groves y Thompson
(1970) continúa siendo la principal teoría sobre la habituación y la sensibilización.
La teoría del proceso dual presupone que los incrementos y
disminuciones en la tendencia a responder a un estímulo son producto de procesos neurales diferentes. Uno de estos procesos neurales es el proceso de habituación, provoca una disminución en la tendencia a responder. Otro, el proceso de sensibilización, produce un incremento en la tendencia a responder. Estos procesos no son mutuamente excluyentes, el resultado conductual depende de qué proceso sea mas fuerte. Extensiones de las emociones y la conducta motivada.
La exposición de los cambios producidos por la repetición de un
estímulo elicitante pueden provocar emociones complejas (miedo, euforia...) Reacciones emocionales y sus efectos posteriores En su revisión de ejemplos de respuestas emocionales a varios estímulos, incluyendo drogas, Solomon y Corbit (1974) destacaron dos rasgos llamativos:
1-Las reacciones emocionales intensas a menudo constan de dos
fases: una emoción tiene lugar durante la presentación del estímulo elicitante, la opuesta se observa cuando el estímulo desaparece (efecto psicoactivo del alcohol: primero alegre y relajada, cuando los efectos desaparecen viene la “resaca”). La reacción primaria y su post-efecto dependen de la dosis de la droga.
2- Otra característica común de las reacciones emocionales es que
cambian con la experiencia. La reacción primaria se hace más débil y su post-efecto se hace más fuerte.
La habituación de la primera reacción a la droga se llama tolerancia
a la droga, lo que hace referencia a la disminución en la efectividad de una droga con las exposiciones repetidas (una cantidad que podría emborrachar ligeramente a un bebedor ocasional puede no tener efecto alguno en un bebedor habitual) Tolerancia a la droga: reducción en la efectividad de una droga como resultado del uso repetido de la droga.
Debido al desarrollo de la tolerancia, los consumidores habituales
de drogas a veces no disfrutan tanto de su consumo como los consumidores novatos.
Solomon y Corbit (1974) destacaron que se producen patrones de
reacción emocional similares con otros estímulos emocionales como el amor y el apego (los recién casados suelen sentirse emocionados el uno con el otro, pero esta reacción primaria se habitúa con el tiempo). 2 ejemplos de conducta que se dan por habituación.
1. Cuando se trabaja en un ambiente con muy mal olor (las
personas que recogen la basura en el ayuntamiento), la habituación al mal olor produce que éste se perciba como menos intenso de lo que realmente es.
2. El "acostumbrarse" al ruido que emite un aparato de aire
acondicionado, primero nos molesta mucho pero llega un momento que es como si ya no estuviese presente.