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- Economía de éxito
- LA PAZ DE VERSALLES, RUINA ALEMANA
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Economía Nacionalsocialista
El término economía nacionalsocialista se refiere al conjunto de estrategias económicas
aplicadas durante el Tercer Reich. La economía nacionalsocialista no siguió doctrina alguna, su
único objeto era aumentar la productividad al servicio de la sociedad, pues cualquier sistema
económico que fuese adoptado, independientemente de su origen o de sus dogmas teóricos,
era valorado de acuerdo a sus resultados en la práctica. De modo que, si bien puede decirse
que la economía nacionalsocialista era una economía ecléctica, que tomaba de cada idea lo
mas provechoso para la sociedad, la esencia de la economía del Tercer Reich se resume en tres
puntos básicos:
2 Historia
2.1 Autarquía
2.7 La estatificación
2.10 Armamentismo
4 Bibliografía
5 Referencias
6 Artículos relacionados
7 Enlaces externos
Hjalmar Schacht (un masón y saboteador de los esfuerzos militares alemanes) fue uno de los
principales encargados de alimentar al principio de los años 30, la inestabilidad que acabó
haciendo caer a los sucesivos cancilleres alemanes hasta que Adolf Hitler asumió el cargo.
Schacht obtuvo préstamos de los banqueros judíos Montagu, Mendelssohn, Wassermann,
Warburg y de la Banca Morgan norteamericana.
Cuando Hitler afianzó el poder, y coincidiendo totalmente con Feder, rechazó las proposiciones
de Schacht para que Alemania pidiera préstamos de extranjeros y le prohibió que continuara
por ese camino. Le dijo que no quería que Alemania viviera de prestado; "los préstamos ataban
al país; le coartaban su soberanía".
Los créditos, además de que significan una carga de intereses, implican depender
políticamente de fuerzas extrañas a la nación. Los intereses devoran la capacidad de ahorro de
un pueblo
Oswald Spengler afirmó que "Toda vida económica es la expresión de una vida psíquica... Una
economía puede moldearse según el alma de una generación... La economía tiene un deber
moral... Desde Adam Smith hasta Marx se utiliza un análisis eminentemente materialista...
Tenemos una concepción nueva de la economía que está situada más
allá del capitalismo y del marxismo."
Por su parte Feder afirmaba: "Las finanzas deben estar al servicio de la comunidad. Los
plutócratas no deben formar un Estado dentro del Estado. En el área de la política social
nuestro principio debe ser: el bien general es la ley suprema."
En plática con los obreros de la construcción, donde millones de cesantes estaban encontrando
empleo, Hitler les decía:
Yo juzgo a una economía desde el punto de vista del provecho que en la práctica proporciona al
pueblo y no partiendo de una teoría. Así, si alguien nos dice: Miren, tengo una teoría económica
maravillosa, debemos responderle: ¿Qué provecho se le puede sacar? Esto es lo decisivo. La
teoría no debe interesar en modo alguno, nos debe interesar únicamente el provecho, pues las
personas no están al servicio de la economía, sino la economía al servicio de las personas.
Adolf Hitler.
Alemania durante el Tercer Reich era socialista por lo que se debe entender realmente por ese
término: "el beneficio de la colectividad está por encima del interés particular", "el bienestar del
Pueblo es más importante que las ambiciones materialistas de unos cuantos". El Estado debe
ser como una gran tribu. Quien no sabe vivir en tribu (y en una tribu el individuo tampoco es
nada), no sabrá vivir en Estado, y ni siquiera comprenderá el mismo concepto del Estado.
Así, en uno de sus discursos, Hitler proclamó que "somos socialistas, somos enemigos del
actual sistema económico capitalista"[1]; pero fue claro en destacar que ese socialismo "no
tenía nada que ver con el marxismo", ya que "el marxismo está en contra de la propiedad; el
verdadero socialismo no lo está".[2]
Historia
Autarquía
Artículo principal: Autarquía
El Tercer Reich fue un Estado comercial cerrado, es decir, una autarquía económica, con
aspiraciones a reducir al mínimo la dependencia con el exterior; fueron movilizadas todas las
fuerzas económicas de la nación con el fin de producir las materias primas y los productos
agrícolas indispensables y limitar al máximo el consumo de productos extranjeros. Se trataba
de evitar los problemas que surgieron en la Alemania de la Primera Guerra Mundial cuando los
británicos bloquearon la mayor parte de importaciones del país.
Economía dirigida
En los comienzos del régimen nacionalsocialista, Robert Ley intentó, a imitación del fascismo,
organizar corporativamente el Frente del Trabajo, pero ante las protestas de Alfred Rosenberg,
el corporativismo fue abandonado por el Führerprinzip.
Los consorcios, las cámaras de comercio, las agrupaciones industriales y la propiedad privada
de pequeñas y medianas empresas fueron respetados. En realidad, el Tercer Reich no modificó
la estructura económica de la República de Weimar, sino que se limitó a intervenirla, fijando
precios del mercado. Si bien se respetó el capital privado, se nacionalizaron empresas que
significaban sectores estratégicos e influyentes (recursos naturales, comunicaciones y
transportes) así como trusts, la banca y los monopolios.
Se llegó incluso a hacer obligatorio el consorcio de industrias. Resulta interesante hacer notar
que el Führerprinzip no fue introducido en el seno de los consorcios, sino que continuó
dirigiendo la mayoría. De esta manera, la economía dirigida se combinó con la iniciativa de la
empresa libre. El capitalismo fue suprimido, y el mercado fue intervenido y puesto al servicio de
la comunidad.
Productividad e innovaciones
Cuando el NSDAP llegó al poder en 1933, la economía de Alemania estaba sumergida en un
desastre económico originado por el Tratado de Versalles y aún sufría los efectos de la Gran
Depresión iniciada en EEUU en 1929 y que también había perjudicado severamente el comercio
exterior alemán con seis millones de desempleados y dos millones de subempleados.
Al Nacionalsocialismo le bastaron dos años para impulsar un desarrollo desbordante de
prosperidad. Y a los cuatro años el país era ya una potencia entre las potencias.
Adolf Hitler estuvo a cargo de una de las mayores y mejores expansiones de la producción
industrial, de infraestructura y la mejora civil como nunca antes se había visto, levantando
enormemente la economía alemana.
Entre 1934 y 1937, la Alemania de Hitler gozó de excelentes estándares de vida para la clase
obrera y media. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente, y para 1938 el desempleo
desapareció por completo. Esto debido en su mayor parte a través de la construcción de obras
civiles (Organización Todt). Desde el punto de vista económico, los resultados fueron notables:
de 1933 a 1938, los ingresos aumentaron de 6.600 a 25.000 millones de Reichsmarks.
Se iniciaron importantes trabajos de comunicación vial (carreteras o Autobahn); en siete años
de su gobierno se construyó una red de autopistas nacionales de 12.000 kilómetros que aún
hoy en día se utiliza, además de represas, ferrocarriles y edificios majestuosos. Entre 1933 y
1938 se construyeron en Alemania 677.870 edificios que contienen 1.458.124 viviendas
populares.
El régimen de Hitler impulsó una enorme intervención del Estado en la economía ya sea
creando empresas estatales de servicios como fijando controles de precios y reglamentando
toda actividad de las empresas privadas, de tal manera que los empresarios alemanes debieron
seguir las directivas gubernamentales.
En el extranjero, muchos economistas se habían burlado de este "experimento" y habían
esperado un catastrófico derrumbe. Como éste no ocurría, después de ocho años, el Radcliffe
Collage de Cambridge Massachussets, becó a Maxine Y. Sweezy para que viajara a Alemania a
hacer una investigación.
Maxine dijo que era necesario hacer un estudio de esa estructura económica porque, contra lo
que se esperaba, ni una inflación, ni la falta de recursos económicos ni una revolución interna
habían aparecido.
Y ya en el campo de los hechos, Maxine fue encontrando muchas novedades:
Reducido el costo del Gobierno, puesto que Hitler y los demás funcionarios no cobraban
sueldo, los fondos se dedicaban a emprender grandes obras públicas para dar trabajo a los
desempleados.
La agricultura, siendo la base de la economía, recibió apoyo decisivo con diversas medidas
y pudo incrementar la producción de víveres para no depender de importaciones
extranjeras.
Era obligatorio que la industria rebajara los precios de sus productos cuando se lograba
disminuir el costo de tales o cuales materias primas (insumos).
Los líderes que se enriquecían con cuotas sindicales fueron reemplazados por "Tribunales
de Honor", que exigían cumplir sus deberes a obreros y patrones. El patriotismo se movilizó
como un nexo de la solidaridad.
Ese mismo nexo fue cultivado para acercar a la clase alta, la media y la baja, a fin de que la
unidad de clases diera más fuerza funcional a la nación. Solidaridad de clases no lucha
entre ellas.
Trabajadores y empleados que llegaban a la edad de retiro, pero en buenas condiciones
físicas, seguían trabajando. Para casos de reducción de rendimiento se crearon talleres
especiales.
Plan de construcción de casas: el costo máximo era de 7,000 marcos, de los cuales podían
obtenerse 2,000 como préstamo gubernamental, con una tasa de interés del 3% anual.
Exención de impuestos a empresas que desarrollaran procesos técnicos de importancia
nacional. Esto alentaba la inventiva.
Se impulsó la industria química para producir sucedáneos de productos escasos. Así surgió
la margarina. Del carbón de piedra se empezó a producir gasolina sintética. Con piel de
pescado se hacían zapatos. Los autobuses fueron adaptados para usar gas en vez de
gasolina. Se aprovechó el vidrio para hacer tuberías. El papel y el aceite de desecho fueron
reciclados. Los forrajes de verano pudieron usarse en invierno mediante depósitos
fermentadores. Del aserrín se obtuvo harina para forraje. De las papas se extrajeron
azúcares, etc. Surgió una gran variedad de compuestos químicos (erzaf).
La economía se ajustó para evitar devaluaciones, pues se negó que éstas tuvieran algo de
positivo, aunque el sistema liberal les atribuye ciertas virtudes.
Nació el Volkswagen (literalmente en alemán, "automóvil del pueblo"). Fue idea de Hitler la
creación de un coche accesible para servir como medio de transporte en tareas diarias al
trabajador y brindarle placer en sus tiempos de ocio, proyecto que fue encargado
a Ferdinand Porsche. En cinco años se duplicó el número de automóviles. En Fallersleben
se construyó no sólo la fábrica de automóviles más grande del mundo, sino la fábrica más
grande del mundo de cualquier cosa.
Muchas libertades propias del liberalismo económico "dejad hacer, dejad pasar", fueron
restringidas cuando se trataba de beneficiar a las mayorías. Un sentido de solidaridad
lograba que esto fuera aceptado, según el socialismo nacional.[3]
El gobierno de Hitler promovió un estado del bienestar cimentado sobre la creación de una
seguridad social gratuita que actualmente se sigue usando, controlando el precio de la vivienda
para que fuera asequible a todos los ciudadanos y gratuitas para los obreros (las hipotecas
suponían aproximadamente un 7% del salario de un alemán medio).
Además:
Se impulsó el empleo de pequeñas empresas, mediante el préstamo crediticio sin interés, el
cual al ser pagado al gobierno en moneda nacional, se destruía inmediatamente evitando así
la inflación.
Se creó una ley "para la disminución del paro forzoso", y se procuró empleo para los 6
millones de personas que estaban registradas en las oficinas del trabajo.
Se otorgaron préstamos prematrimoniales a bajo interés, y existía una importante reducción
de impuestos para los matrimonios y familias con muchos hijos.
Cuando una pareja alemana se casaba, tenía derecho a una casa y se le daban diez años de
plazo para pagarla, y por cada hijo que tenían quedaba pagada una cuarta parte del
inmueble.
Se acordó impulsar la construcción de viviendas baratas en forma de casas para una o para
más familias, y que estas casas debían tener una parcela de jardín o de tierra tan grande
como fuese posible.
Se puso especial empeño en que el precio del alquiler permaneciera módico, y que en
general no debía pasar de 1/5 de los ingresos de las personas para las cuales están
destinadas las viviendas.
Los grandes laboratorios de Peenemunde, inventaron el motor capaz de lanzar cohetes
estratosféricos y se resolvieron los problemas a fin de colocar satélites en el espacio
exterior, que ahora son básicos en la comunicación telefónica mundial.
El físico Pabst von Chaim, en un laboratorio de Rostock, estaba terminando de inventar un
motor a reacción que luego fue perfeccionado por el profesor Messerschmitt. Este motor,
conocido ahora como "jet", vino a transformar a la aeronáutica en todo el mundo.
Al mismo tiempo, en los laboratorios Heinkel, la computación daba sus primeros pasos. Ahí
nació para hacer rápidamente los complicados cálculos sobre el mejor rendimiento de las
convaduras en las alas de los aviones.
Política agraria
Logo del Ministerio de Agricultura del Tercer Reich, con la leyenda Blut und Boden.
Lo mismo que en la URSS y que en la Italia fascista, fue prohibida la huelga, y como los
sindicatos fueron disueltos, el obrero quedó sin intermediarios frente al Estado, que intervenía
como árbitro en caso de conflictos laborales. El Estado intervenía para aconsejar o reemplazar
las insuficiencias en el material agrícola e industrial. No se produjo ninguna resistencia obrera y
los socialistas se adhirieron en masa al régimen. El Frente del Trabajo, creado en mayo de 1933,
había reunido 25 millones de afiliados, que formaban un bloque único dividido en secciones
administrativas.
Los jefes del Frente del Trabajo eran los jefes del patrono. El obrero estaba al servicio del
patrono quien era su líder. No existía representación obrera y el salario se fijaba de acuerdo con
el trabajo realizado. El descanso del obrero estaba reglamentado y organizado por un servicio
especial llamado Kraft durch Freude (La Fuerza por la Alegría), en el que se apoyaba un nuevo
concepto de vacaciones para el obrero pagadas por el Estado. La lucha social se hallaba así
absorbida dentro de un órgano social. En cierto modo, el obrero se convertía en soldado y
guerrero, y en lugar de concentrar esa fuerza de lucha para combatirse entre las clases
sociales, como en el marxismo, se concentraba para luchar en unidad por un proyecto
de nación.
Armamentismo
Un aspecto que ha sabido utilizar la propaganda oficialista es la relativa importancia que tuvo
para la economía nacionalsocialista la alta producción de armamento. La economía del régimen
se orientó lógicamente al armamentismo durante la guerra, que no obstante, era provisional y
tenía un beneficio adicional independientemente del producido por la economía de base. La
concentración de capital en la industria de armas favoreció una rápida expansión de la
capacidad industrial germana y ayudó a reducir los niveles de desempleo, no obstante, la gran
mayoría de las empresas alemanas producían para el sector privado y el consumo.
Aunque Maxine reconoció que la economía del Tercer Reich tuvo muchos logros, sus
conclusiones terminan por condenarla porque según él, entrañaba un aspecto "antisemita" y
porque "era una economía de guerra", cuestión que fue propagada ampliamente por el
economista judío Paul Samuelson, lo que le valió el Premio Nobel en 1970.
Sin embargo se trata de un dogma sin bases reales. John Kenneth Galbraith, jefe del Control de
Precios en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, dice que hasta 1941 (durante
los primeros nueve años del régimen de Hitler), había más economía de guerra en la Gran
Bretaña que en Alemania. En ese año los ingleses fabricaron 20.100 aviones militares, frente a
10.775 aviones alemanes; 4.843 tanques ingleses, frente a 3.790; 16.700 cañones, frente a
11.200.[14]
Otro experto, Burton E. Klein, también niega que la economía nacionalsocialista se hubiera
basado desde 1933 en lo que se denomina "economía de guerra". Hasta que la guerra se
generalizó (1941-1942) comenzó plenamente el gran esfuerzo bélico.
Por otra parte, la razón detrás de esta política económica alemana, además de aquellas
emanadas del Tratado de Versalles, era que Hitler siempre consideró a la URSS como una
amenaza para toda Europa. De este modo, esta aparente "economía de guerra" tenía como
propósito la legítima defensa nacional y una planificación ante un inevitable conflicto bélico
entre Alemania y el Estado soviético, un conflicto del que nunca se esperaba que desembocaría
en una guerra mundial provocada por las potencias occidentales.
Por lo tanto, esta preparación de una guerra con la URSS tenía dos principales objetivos.
El territorio alemán de 1918 a 1933, resultaba insuficiente para la población alemana, por lo
que se vio necesario expandir el espacio vital (Lebensraum) hacia el Este de Europa, en
territorios ocupados por la URSS, escasamente poblados y con un nulo aprovechamiento
de sus recursos.
Destruir el judeo-marxismo internacional.
Citas sobre la economía del Tercer Reich
Ningún análisis económico "serio" habla objetivamente del nacionalsocialismo ni de su
economía. La escuela austríaca se obsesiona con relacionarlos con el "socialismo" (entendido
en su forma vulgar de "comunismo") y los marxistas se obsesionan con que "se trataba de un
instrumento de la burguesía y del capitalismo".
Los alcances de la economía nacionalsocialista fueron tan considerables y se dieron en tan
corto tiempo, que sus adversarios (Fondo Monetario Internacional, Bancos, Multinacionales,
etc. la mayor parte controlados por el judaísmo internacional) han considerado indispensable
ocultar del todo en qué consistía. Se le ha colocado encima una lápida y no se enseña a los
universitarios ni a los alumnos de las escuelas de economía.
De hecho una de las causas principales de la Segunda Guerra Mundial fue precisamente el
deseo de destruir esta economía que rivalizaba con los postulados capitalistas defendidos por
los aliados occidentales, y los cuales terminarían por imponerse rigiendo el mundo
actualmente.
Los grandes banqueros se alarmaron con los éxitos de la política financiera de la Alemania de
Hitler, de la misma manera que varias generaciones atrás sus familias se asustaron de los
éxitos de la natural economía de Lincoln y de Napoleón. Lo que hubiera sido un laudable
progreso para Alemania y otros paises tomando ejemplo de ella fue, en realidad, la principal
causa de la Segunda Guerra Mundial. La lucha entre políticas monetarias rivales era inevitable.
Marriner Eccles, del Federal Reserve Board, y Montague Norman, presidente del Banco de
Inglaterra, llegaron a un acuerdo, en 1935, sobre la política a emplear para aplastar, por todos
los medios, incluyendo la guerra, si fuese necesario, los experimentos financieros de Hitler.
Las dos principales causas de la II Guerra Mundial fueron: Primero. El éxito del sistema alemán
de trueque. Segundo. La determinación hitleriana de no aceptar préstamos extranjeros. Su
declaración de que los negocios de Alemania serían llevados a cabo de la misma manera que
los de un honrado comerciante causó verdadero pánico en los círculos financieros.
No vamos a permitir que ese fulano, Hitler, se salga con la suya. Su política monetaria es un
peligro para todos.
Bernard M. Baruch, durante un homenaje a George C. Marshall en 1938, citado por Francis
Neilson, The Tragedy of Europe.
Debemos mantener bajos nuestros precios, aún perdiendo dinero, pues así obtendremos a los
clientes de las naciones no beligerantes. Será la única manera de destruir el sistema alemán de
trueque.
Hitler ponía en práctica el patrón Trabajo, opuesto al patrón Oro. En sus relaciones comerciales
internacionales preconizaba el "barter" (trueque) y estaba dispuesto a no aceptar los préstamos
bancarios extranjeros (la Banca alemana había sido embridada y puesta al servicio del Reich).
Esto era fatal para la Alta Finanza Internacional, no ya por el hecho de haber perdido al
importante mercado alemán, sino por el peligro que representaba el Reich, en su doble vertiente
de su expansión económica y de ejemplo para otros países que desearan romper las cadenas
de la Kapinter… En plena guerra, en Alemania, no se habla de la necesidad de aumentar los
impuestos, ni de estimular el ahorro ni de lanzar enormes empréstitos de guerra. Muy al
contrario. Recientemente acaba de abolirse un importante impuesto. El dinero es tan abundante
que, desde nuestro punto de vista, no tiene explicación. Hitler parece haber descubierto el
secreto de trabajar sin un sistema financiero clásico y haber puesto en marcha un sistema
basado en el movimiento perpetuo.
Alemania emitió dinero libre de deudas y sin intereses a partir de 1935, lo que representó el
sorprendente ascenso de Alemania de la depresión a una potencia mundial en cinco años. El
gobierno alemán financió la totalidad de sus operaciones de 1935 a 1945 sin oro y sin deuda.
Todo el mundo capitalista y comunista se movilizó para destruir a la revolución alemana, y
poner de nuevo a Europa bajo la bota de los banqueros.
Sheldon Emry, Billones para los banqueros, deudas para las personas(1984).
Bibliografía
Arthur Reinhold Hermann, Arthur Ritsch, La Economía Nacionalsocialista. 1934.
Gottfried Feder, Manifiesto para el quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero.
Economía de éxito: Ahora prohibida. Recopilación de los textos de Gottfried Feder.
Ignaz von Unter den Linden, Adolf Hitler: Genial Arquitecto del Tercer Reich.
Maxine Y. Sweezy, The Structure of the Nazi Economy. Fondo de Cultura Económica. 1944.
Referencias
Volver arriba↑ Discurso de Hitler el 1 de mayo de 1927, citado en: Toland, J. (1976). Adolf Hitler. Garden
City, N.Y.: Doubleday Speech, pág. 224
Volver arriba↑ Carsten, Francis Ludwig (1982). The Rise of Fascism. University of California Press, pág. 137.
Volver arriba↑ p. 5.
Volver arriba↑ P. Schwerber, Nationalsozialismus und Technik, München, 1932, pág. 25-
Volver arriba↑ Véase también sobre esta materia la monografía de H. Buchner, Die goldene Internationale.
Vom Finanzkapital, Tributsystem und Trägern, München, 1931.
Artículos relacionados
Nacionalsocialismo
Tercer Reich
Gottfried Feder
Hjalmar Schacht
Robert Ley
Walther Funk
Autarquía
Sangre y Suelo
Ecología nacionalsocialista
Enlaces externos
Infokrisis: Así se pagó la deuda
Libros sobre economía nacionalsocialista
Frente Socialista del Trabajador
Video:
https://youtu.be/B8AeeSNQO34
Economía de éxito
FUENTE:
https://es.metapedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_nacionalsocialista
Economía de éxito
"Economía de éxito" es el título de una obra editada en México que contiene al Programa de los 25
puntos del NSDAP como parte toral.
Sumario
3 Índice
4 Pedidos
5 Artículos relacionados
Se puede sostener cualquier ideología por más absurda y antinatural que ella sea, se puede profesar
abiertamente el marxismo -que circula tranquilamente por el mundo libre -, pero los campeones de la
libertad de pensamiento (una de las muletillas utilizadas contra la Alemania de Hitler), no permiten que
nadie proclame su fe nacionalsocialista, bajo amenaza de ser fulminado por los rayos de los dioses del
Olimpo democrático. ¡Hasta se deforma el nombre de la doctrina, llamándola peyorativamente
“nazismo”!
Pese a todo, algunos sectores de las nuevas generaciones, hastiados del infierno de la sociedad de
consumo, no son ya atrapados por las seducciones del “paraíso” rojo. Observan desdeñosamente las
mistificaciones que los rodean y los que aún no han abrazado el estandarte de la cruz gamada, han
comenzado a prestarle respetuosa atención, encontrando en él, con razón, una atracción irresistible. ¡Es
que empieza a descubrirse que los enemigos del Movimiento Nacionalsocialista son justamente los
verdugos y los explotadores de la humanidad!
Nada más indicado para aprehender la esencia de la cosmovisión hitleriana que recurrir a su fuente más
autorizada: la Biblioteca Oficial del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (N.S.D.A.P.).
Precisamente el Cuaderno Nº 1 de la misma lo constituye EL PROGRAMA NACIONALSOCIALISTA,
analizado por su Director, el célebre Gottfried Feder - designado expresamente por el Führer responsable
de la difusión y definición ideológica -, autor del no menos célebre Manifiesto para el
quebrantamiento de la servidumbre del interés, uno de los ejes del Nacionalsocialismo.
Resulta sumamente difícil hallar las palabras adecuadas para poner de manifiesto la trascendencia, el
sentido profundamente revolucionario y la tremenda vitalidad histórica que trasunta este Programa que
modelará, a no dudarlo, el mundo del mañana.
Si bien el Programa Nacionalsocialista es de una claridad y precisión tales que, prácticamente, nos
eximen de todo comentario cabe, sin embargo, hacer una acotación en un punto crucial: el que se refiere
al campo económico-social. Un análisis superficial que no tenga en consideración todos los datos del
problema, puede hacernos incurrir en el grave error de suponer que el Nacionalsocialismo defendió las
estructuras capitalistas, tal como sostiene la propaganda comunista. La lectura del Programa parecería
ratificar esta afirmación dado que, efectivamente, la propiedad individualista de los medios de
producción (que no otra cosa es el capitalismo) es, aunque con reservas, aceptada. ¿Cómo se entiende
esto? ¿Cuál es realmente la postura nacionalsocialista en este aspecto? Veamos.
En primer término, reparemos que el Nacionalsocialismo, como los restantes Movimientos nacionales del
siglo, a diferencia del demoliberalismo y del marxismo que son engendros de laboratorio, irrumpe en la
escena histórica como una reacción natural, biológica, de la Comunidad avasallada, por tanto, es
comprensible que encerrara inicialmente ciertas falencias en sus formulaciones teóricas que con
posterioridad serían superadas sobre la marcha. Por otro lado, lo que cuenta en un movimiento
revolucionario no es la letra sino el espíritu que lo anima. Y precisamente en el espíritu nacionalsocialista
campea una radical y violenta oposición al capitalismo. ¿No se habla en el Programa, acaso, de la lucha
entre el Trabajo -encarnado por el NSDAP - y el Capital - personificado en el judaísmo y los sistemas
burgueses, democráticos y marxistas, que le sirven dócilmente?-. ¿No dice Feder que el
Nacionalsocialismo es del todo distinto que el Capitalismo? Ha sido el propio Hitler quien calificó a la
tesis del “quebrantamiento de la servidumbre del interés” -según podrá constatar el lector - como la
esencia del Nacionalsocialismo (que, por lo demás, no se denominó así por simple capricho u
oportunismo). Y la servidumbre del interés” es, a su vez, la esencia de la sociedad capitalista.
La segunda fase revolucionaria, la liberación total de la Comunidad de las formas burguesas, debía
quedar para más adelante, puesto que las alteraciones en el ritmo de la producción que
automáticamente trae aparejada toda modificación de las relaciones en el seno de la empresa,
acarrearían inevitablemente consecuencias fatales para Alemania, que no se hallaba en condiciones de
derrochar energías de ninguna índole y que debía, con rapidez fulmínea, volear la totalidad de sus
fuerzas en el plano de la política exterior.
Ante ello, el régimen nacionalsocialista evidenciando una vez más su autenticidad revolucionaria, decidió
llevar a cabo una serie de experiencias pilotos en el ámbito económico-social, destinadas
inteligentemente a preparar el camino que la Nación transitaría en el porvenir, superadas las graves
contingencias del presente. En tal sentido se fomentó la creación de empresas basadas en la propiedad
comunitaria de las herramientas de trabajo como la famosa Volkswagen, ejemplo de capacidad
productiva y de eficiencia técnica. Paralelamente, se instauró el Frente del Trabajo Alemán, cuyas
características eran las siguientes:
1. Integración de todas las empresas industriales y agropecuarias de Alemania, a la que se definía -en
este aspecto - como una gigantesca comunidad de producción;
Como puede comprobarse de hecho el Capitalismo había desaparecido. Aunque no se podía en ese
momento, como hemos visto, efectivizar el cambio integral de la infraestructura económico-social, el
sistema nacionalsocialista no se limitó -como en otros países - a paliar o suprimir sólo los efectos de
aquél sino que lo hirió de muerte. La clase burguesa casi no existía y había sido despojada de todo su
poder.
La circunstancia de que el régimen hitleriano haya tenido sólo doce años de vida, la mayor parte de los
cuales fueron absorbidos por la guerra y sus prolegómenos, hacen aún más sorprendente y encomiable la
inmensa obra realizada. ¡Qué metas se habrían alcanzado con un margen sólo un poco más dilatado de
tiempo! Sus adversarios lo sabían y actuaron en consecuencia para impedirlo.
Valiéndose de las más descaradas y cínicas provocaciones, obligaron al enemigo mortal de su intereses a
una guerra prematura en la cual una colosal desproporción de efectivos, frustró la empresa casi increíble
de la Alemania Nacionalsocialista.
Queremos señalar, por último, que la creencia bastante extendida que circunscribe el Nacionalsocialismo
a Alemania, es absolutamente equivoca y entraña un prejuicio acientífico forjado deliberadamente por
los sofistas burgueses. Por el contrario, en tanto es la expresión orgánica del orden social natural, posee
validez universal e implica la única respuesta histórica válida para nuestra hoy sojuzgada raza aria,
creadora de las más elevadas manifestaciones de la cultura y del espíritu humanos.
Adolf Hitler sucumbió voluntariamente con su pueblo -en la catástrofe histórica de mayor dimensión que
haya sufrido Occidente - en cumplimiento del Programa que el lector tiene entre sus manos. A través del
mismo, sin embargo, el Führer sigue viviendo en sus fieles combatientes que día a día se acrecientan. El
Nacionalsocialismo constituye la garantía de su eternidad.
Notas:
2- Esta ha sido, básicamente, la fórmula que hizo posible implementar una economía de guerra que
convirtió a Alemania, en un par de años, en la primera potencia militar del planeta, y conjuntamente en
la Nación de más alto nivel de justicia social, fenómeno incomprensible para los seudoeconomistas
burgueses y marxistas.
3- Dicho cargo, por lo general, no era ejercido por los dueños del capital -cuyos derechos eran ya
nominales - puesto que se trata de una función - técnica.
5- Ello motivó la aparentemente inconcebible proposición de Churchill de que serían reconocidas las
exigencias germanas con la sola condición de la vuelta al patrón oro que, como es sabido, es la clave del
poder judío mundial del que era testaferro el primer ministro británico.
6- Esta verdad irrefutable y trascendente tal fue lúcidamente comprendida por las juventudes de toda
Europa que la avalaron con su sangre y su martirio en las legendarias divisiones de la Waffen-SS.
7- Las tensiones sociales que se traslucen en los reiterados intentos de muchos de sus habitantes de
abandonar el territorio y las sublevaciones obreras y campesinas -aunque violentamente reprimidas
siempre latentes - acaecidas en casi todos los países torturados por el bolcheviquismo, son las pruebas
dramáticas de lo expuesto.
Desnacionalización de la Economía
Salvador Borrego E
Si un país vende sus medios de producción a capitales extranjeros, que luego acrecientan las utilidades y
se las llevan a sus lugares de origen;
Si un país somete a sus trabajadores a una competencia internacional para ofrecer cada año mano de
obra más barata;
Si un país acepta entregar su mercado Interno a los productores extranjeros, abriendo sus puertas de par
en par;
Si un país procede así, ¿qué de extraño tiene que camine hacia la ruina?
Para incurrir en tales absurdos se habla de una Economía que -de ser Liberal- pasó a ser Neoliberal. Y se
da a entender que esta Economía (que sólo viene de una “Teoría”), obedece a “leyes económicas”, como
si éstas fueran superiores a la razón y al interés y a la sobrevivencia de los pueblos.
Falso que la economía sea una ciencia infinitamente compleja, fuera del alcance del sentido común,
sobre la cual le esté vedado al pueblo poner su mirada. Así se ha querido forjar un dogma a fin de que no
se descubra que gobernantes “comprometidos” (aunque no con su pueblo) han desnacionaliza do la
economía de sus países
John Kenneth Galbraith (economista estrella norteamericano) dice: “No hay en este dominio (el de la
Economía) ninguna Idea que no pueda ser expresada en lenguaje común y corriente, aunque ello exija
algún esfuerza La oscuridad que caracteriza a la prosa económica profesional no deriva de la dificultad
del tema. Es consecuencia de un pensamiento no del todo madurado; o bien, refleja el deseo del iniciado
de elevarse por encima del vulgo”
Otro economista no menos famoso, Ludwig von Mises, afirma que: “La economía, agrádenos o no, ha
dejado de ser esotérica rama del saber, accesible solo a una minoría de estudiantes y especialistas
Porque la ciencia económica se ocupa precisamente de los problemas básicos de la sociedad humana.”
Así, pues, el lector no debe dejarse impresionar demasiado por la retahíla de términos abstrusos con la
que políticos y economistas oficiosos explican que si el nivel de vida va mal se debe a leyes “superiores”,
imposibles de modificar. Sofismas por el estilo tienen por objeto ocultar que ciertas Cúpulas
Supracapitalistas se han apoderado, en su propio beneficio, de la Economía de los pueblos. Y lo han
logrado mediante la connivencia de gobernantes dóciles a sus Logias o cegados por supina ignorancia.
Sin embargo, hace más de tres mil años ya se había elaborado un mecanismo para que el crédito
beneficiara particularmente al prestamista, aun con perjuicio del deudor
Ochocientos años antes de Cristo el profeta Amos condenaba a ese tipo de negociantes. “Aumentáis los
precios, alteráis las balanzas, obligáis a los pobres a venderse por un par de sandalias.”
La palabra “mammón” (en arameo) significaba el enriquecimiento feroz a costa del prójimo. El
economista alemán Gottfried Feder dedicó un estudio específico a la servidumbre del interés del dinero,
“El mammonismo -dice- es la grave enfermedad que todo lo alcanza e invade, de la cual padece nuestro
actual mundo civilizado y, más aún, toda la humanidad. Es una epidemia devastadora, como un veneno
corrosivo.”
Feder explica que el mammonismo ha de entenderse, por una parte, como el poder mundial del dinero, y
por la otra, como una concepción de la vida orientada exclusivamente a los valores materiales, con la
caída de todas las normas morales
“La tesis del préstamo a interés -afirma Federes el invento diabólico del supracapitalismo. Sólo ella
posibilita la indolente vida de zángano de una minoría de poderosos del dinero, a costa de los pueblos
creadores y de su capacidad de trabajo, es ella quien ha llevado a la sociedad a vivir contrastes abismales
“El quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero significa la restauración de la libre
personalidad, la salvación del hombre de la esclavización y también de la fascinación mágica en que su
alma fue enredada por el mammonismo.
“El capital prestamista es tan infinitamente superior frente a todo gran capital industrial (dedicado a
producción), que las grandes potencias del dinero sólo pueden ser enfrentadas eficientemente mediante
el quebrantamiento de la servidumbre del interés del capital prestamista”
En 1932, cuando todavía esa desproporción no era tan grande como ahora, el capital prestamista era
veinte veces mayor al capital industrial, tan sólo en Alemania. De esta manera el pueblo estaba pagando
12,000 millones de marcos por intereses, anualmente Ahora todos los pueblos viven aplastados -entre
otros factores- por el pago de los intereses de su deuda. Si se quita este lastre, explica Feder, es posible
abolir numerosos impuestos, propiciar las inversiones, elevar la producción, dar miles y miles de puestos
de trabajo y alcanzar un nivel de vida superior.
En efecto. México está pagando, anualmente, 240.000 millones de pesos, sólo por Intereses. En un
sexenio se va UN BILLÓN Y MEDIO de pesos. ¡Lo que podría hacerse con ese dinero!... Esta es una sangría
diaria al trabajo de todos los mexicanos. Dinero que se va a borbotones para enriquecer más a los
prestamistas.
En la actualidad no.
La hubo, pacíficamente, durante siete años en Alemania, de 1933 a 1939. En su inicio recibió un país en
crisis, con seis millones de desempleados y dos millones de subempleados. A esa Economía le bastaron
dos años para impulsar un desarrollo desbordante Y a los cuatro años el país era ya una potencia entre
las potencias.
Es paradójico que los que implementaron ese cambio -en primera fila Spengler. Deumer, Lueger. Feder y
Hitler- no partieron propiamente desde una teoría, sino de una nueva concepción de lo material y lo
espiritual.
Oswald Spengler afirmaba. “Toda vida económica es la expresión de una vida psíquica... Una economía
puede moldearse según el alma de una generación La economía tiene un deber moral. Desde Adán Smith
hasta Marx se utiliza un análisis eminentemente materialista... Tenemos una concepción nueva de la
economía, que está situada más allá del capitalismo y del socialismo.”
Por su parte, Feder proclamaba: “En el área de la política financiera nuestro principio reza: las finanzas
están al servicio de la Comunidad. Los plutócratas no deben formar un Estado dentro del Estado... En el
área de la política social nuestro principio es: el bien común es la ley suprema.
En plática con los obreros de la construcción -donde millones de cesantes estaban encontrando empleo-.
Hitler les decía: “Yo juzgo la economía desde el punto de vista del provecho que proporciona y no
partiendo de una teoría. Así, pues, si alguien me dijera: ‘Oiga, tengo una teoría económica maravillosa’,
yo le respondería: ¿qué provecho se le puede sacar? Esto es lo decisivo. La teoría no me interesa en
modo alguno; me interesa únicamente el provecho, pues las personas no están al servicio de la
economía, sino la economía al servicio de las personas.”
Coincidiendo totalmente con Feder, Hitler rechazó las proposiciones de Schacht para que Alemania
pidiera préstamos extranjeros. “Los créditos -le dijo-, además de que “significan una carga de intereses,
implican depender políticamente de fuerzas extrañas a la nación... Los intereses devoran la capacidad de
ahorro de un pueblo.
En fin, el principio de que “una economía puede moldearse según el alma de una generación”, se vio
realizado en el quinto año de regir la nueva economía Nacionalsocialista. En el extranjero, muchos
economistas se habían burlado del “experimento” y habían esperado un catastrófico derrumbe alemán.
Como éste no ocurría, después de ocho años, el Radcliffe College, de Cambridge.
Massachusetts, becó a Maxine Y Sweezy para que fuera a Alemania a hacer una investigación.
Maxine dice que era necesario hacer un estudio de la estructura económica nazi porque -contra lo
esperado- ni una inflación, ni la falta de recursos económicos ni una revolución interna habían liquidado
a Hitler
Y ya en el campo de los hechos, Maxine fue encontrando muchas novedades, de las cuales no daba cabal
información la prensa internacional.
== Reducido el costo del Gobierno, los fondos se dedicaban a emprender grandes obras públicas para dar
trabajo a los desempleados.
== La agricultura recibió decisivo apoyo con el Frente del Trabajo, y otras medidas, y pudo incrementar la
producción de víveres para no depender de importaciones extranjeras.
== En la industria se fijaron prioridades. Si una inversión iba a dar considerables dividendos, pero a
producir algo que no fuera de beneficio colectivo, la inversión respectiva era desviada a otro producto,
aunque diera menos dividendos.
== Era obligatorio que la industria rebajara precios de sus productos cuando se lograba disminuir el costo
de tales o cuales materias primas (insumos). Un sentido de patriotismo contrarrestaba la ambición de
obtener más ganancias
== Los líderes que se enriquecían con cuotas sindicales fueron reemplazados por “tribunales de honor”,
que exigían cumplir sus deberes a obreros y patrones, El patriotismo se movilizó como un nexo de
solidaridad.
== Ese mismo nexo fue cultivado para acercar a la clase alta, la media y la baja, a fin de que la unidad de
clases diera más fuerza a la nación.
== Mientras se creaban empleos para los cesantes, un día al mes sus compatriotas consumían “un plato
único” (en La comida del mediodía) y cedían el resto para el Servicio de Auxilio.
== Trabajadores y empleados que llegaban a edad de retiro, pero en buenas condiciones físicas, seguían
trabajando Para casos de reducción de rendimiento se crearon talleres especiales.
== Plan de construcción de casas: el costo máximo era de 7,000 marcos, de los cuales podían obtenerse
2.000 como préstamo gubernamental, con una tasa de interés del 3% anual.
== Exención de impuestos a empresas que desarrollaran procesos técnicos de importancia nacional. Esto
alentaba la inventiva
== Se impulsó la industria química para producir sucedáneos de productos escasos Así surgió la
margarina. Del carbón de piedra se empezó a producir gasolina sintética. Con piel de pescado se hacían
zapatos. Los autobuses fueron adaptados para usar gas en vez de gasolina. Se aprovechó el vidrio para
hacer tuberías. El papel y el aceite de desecho fueron regenerados y vueltos a usar. Los forrajes de
verano pudieron usarse en invierno mediante depósitos fermentadores. Del aserrín se obtuvo harina
para forraje. De las papas se extrajeron azúcares, etc. Surgió una gran variedad de compuestos químicos
(erzat).
== La economía se ajustó para evitar devaluaciones, pues se negó que éstas tuvieran algo positivo,
aunque el sistema liberal les atribuye ciertas virtudes
== Nació el Volkswagen En cinco años se duplicó el número de automóviles En Fallersleben se construyó
no sólo la fábrica de automóviles más grande del mundo, sino la fábrica más grande del mundo de
cualquier cosa.
== Muchas libertades (propias del liberal “dejad hacer, dejad pasar”) fueron restringidas cuando se
trataba de beneficiar a las mayorías. Un sentido de solidaridad lograba que esto fuera aceptado, según el
socialismo nacional.
El conocimiento de otras realizaciones quedó vedado para viajeros como Maxine Y Sweezy Por ejemplo,
los grandes laboratorios de Peenemunde, donde se inventó el motor capaz de lanzar cohetes
estratosféricos, y donde se resolvieron los problemas a fin de colocar satélites en el espacio exterior, que
ahora son básicos en la comunicación telefónica mundial
Maxine tampoco pudo enterarse de que, en un laboratorio de Rostock, el físico Pabst von Chaim estaba
terminando de inventar un motor a reacción, que luego fue perfeccionado por el profesor
Messerschmitt. Este motor (conocido ahora como “jet”), vino a transformar a la aeronáutica en todo el
mundo
Al mismo tiempo, en los laboratorios Heinkel daba sus primeros pasos la computación. Ahí nació para
hacer rápidamente los complicados cálculos sobre el mejor rendimiento de las combaduras en las alas de
los aviones.
Maxine tampoco tuvo acceso a muchos otros talleres o laboratorios donde la física, la mecánica y la
química estaban logrando avances superiores a lo que se conocía en el mundo Occidental. (Al terminar la
guerra los aliados requisaron 346,000 patentes).
Aunque Maxine reconoce que tuvo muchos logros la Economía Nacionalsocialista que regía en la
Alemania de Hitler, sus conclusiones la condenan porque -dice- entrañaba un factor “antisemita” y
porque “era una economía de guerra”. Esto último se ha encargado de difundirlo el profesor Samuelson,
cosa que le valió obtener el Premio Nobel 1970.
John Kenneth Galbraith, jefe del Control de Precios en Estados Unidos durante la Segunda Guerra
Mundial, dice que hasta 1941 (durante los primeros nueve años del régimen de Hitler), había más
economía de guerra en la Gran Bretaña que en Alemania. Lo demuestra -afirma- que en ese año los
ingleses fabricaron 20,100 aviones militares, frente a 10,775 aviones alemanes; 4.843 tanques ingleses,
frente a 3,790; 16,700 cañones, frente a 11,200.
Otro experto, Burton E. Klein, también niega que la Economía N.S. se hubiera basado desde 1933 en lo
que se llama “economía de guerra”. Hasta que la guerra se generalizó (1941-1942) empezó el gran
esfuerzo bélico. Hitler persistió mucho tiempo en la idea de que la contienda se localizaría en el choque
Alemania - URSS. Veía como “antinatural” que Occidente llegara a una lucha total para salvar al
Comunismo. Su secretario de Relaciones, Von Ribbentrop, le cultivaba esa creencia. Todavía el vuelo de
Hess a Inglaterra, en mayo de 1941, tenía la intención de convencer a los ingleses de que Alemania no
quería la guerra contra ellos.
Objetivo Prioritario:
Las realizaciones de esa Economía fueron tan considerables y se dieron en tan corto tiempo, que sus
adversarios han considerado indispensable ocultaren qué consistía. Se le ha colocado encima una lápida
y no se les muestra a los universitarios ni a los alumnos de las escuelas de economía
Es más uno de los móviles de la Segunda Guerra Mundial fue precisamente acabar con dicha Economía, a
fin de que únicamente rija la actual, encaminada a la Globalización
El presente libro de Gottfried Feder es un documento útil para los estudiosos de la Historia
Notas:
3- LA Acción Humana. Tratado de Economía. Ludwig von Misas; Editorial Sopec, S.A.; Madrid; 1968
6- La Enciclopedia UT.E.HA dice que, en boca de Jesucristo, el término de mammonismo implica una
tentación exagerada de riqueza que hace pecar y perderse a los hombres
7- Se refería al ‘socialismo marxista”, que deformó el sentido original del termino pues correctamente
éste implica preeminencia de la sociedad sobre el interés aislado de individuos o grupos.
9- Ha habido año en que México destine el 60% de su presupuesto para pagar ‘el servicio de la deuda’, y
para hacerlo ha tenido Que emitir bonos u obtener otros préstamos
12- Memorias. John Kenneth Galbraith Edit Grijalbo. 1981. Pag 240
13- Hess era el Secretario del Partido Nacional Socialista, amigo íntimo de Hitler y uno de sus posibles
sucesores
Índice
¡La Patria!
Prefacios originales
2. Los 25 puntos
5. Lo que no queremos
6. Palabras finales
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Economía nacionalsocialista
FUENTE: https://es.metapedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_%C3%A9xito
Firma del Tratado de Versalles en el salón de los espejos del Palacio francés.
A finales de 1918, los supervivientes del ejército alemán regresaban a sus hogares tras la Primera Guerra
Mundial. Desfilaban por las calles de sus ciudades derrumbados tras el paso por el campo de batalla,
hambrientos, andrajosos, rengueantes. Y, como le ocurría al resto de la población, su estado de ánimo
era deplorable.
Qué diferente esta imagen de la del ejército reluciente y temible que había partido orgulloso al frente en
1914, seguro de convertirse en el dominador del corazón de Europa, en el valedor de la supremacía del
pangermanismo.
A principios de siglo XX, Alemania había llegado a ser una gran potencia industrial. Su economía había
recibido el impulso de los medios de transporte y de las industrias química, eléctrica y armamentística.
Ahora, tras muy pocos años, el país había pasado de ser el estado más fuerte de Europa a vivir una
derrota deshonrosa.
Alemania había previsto un enfrentamiento corto, una guerra relativamente fácil de ganar. Sin embargo,
el frente bélico occidental se convirtió en una lucha de trincheras, y el conflicto empezó a ser
interminable. En 1916 las bajas alemanas ya se contaban por cientos de miles.
La prolongación del conflicto conllevó un desgaste muy serio para el Imperio y abonó el terreno para que
tanto las voces contra la guerra como el germen de la vecina Revolución bolchevique (que estallaría en
noviembre) se hicieran sentir en las factorías y entre los soldados de la retaguardia. La dureza del
conflicto bélico había dejado exhausto al pueblo, que deseaba su fin. En las calles, la revolución alemana
empezó a gestarse antes de que se iniciaran las negociaciones para el armisticio. En julio, una comisión
parlamentaria presionó al gobierno para que firmara una paz aséptica, que no incluyese pérdidas
territoriales ni reparaciones de guerra.
El 29 de septiembre de 1918, el general Ludendorff abogaba por el armisticio y pedía un nuevo gobierno
imperial, formado sobre la base de una mayoría parlamentaria. Un gabinete así tendría la credibilidad
suficiente ante los aliados para negociar una paz satisfactoria. Este gobierno se formó el 3 de octubre. El
nuevo régimen, al que tuvo que avenirse el káiser Guillermo II, había nacido políticamente débil. Antes
de aceptar la derrota, el Segundo Reich había jugado a toda prisa la carta de la transformación de sus
instituciones políticas y militares para poder negociar la paz y eludir el protagonismo en la derrota.
Con el abandono del autoritarismo imperial, Alemania intentaba paliar el castigo a su osadía expansiva, a
la vez que cedía por necesidad a las largas reivindicaciones obreras y democráticas en casa.
Por todo el país se estaba desarrollando un gran conflicto interno a nivel social con clara inspiración en
los vecinos bolcheviques. El canciller hizo pública la abdicación del káiser Guillermo II, y Friedrich Ebert
fue nombrado nuevo canciller. El Segundo Reich había acabado. Nacía la República de Weimar (conocida
con tal nombre porque en esta ciudad turingia, lejos de los disturbios berlineses, se redactaría la
Constitución).
Ebert constituyó un gobierno provisional, y el Ejército y los sectores conservadores dieron respaldo
táctico al nuevo ejecutivo. Apoyando a los socialdemócratas, esperaban contener el despliegue de la
revolución social en la que estaban sumidos. Pero fueron los propios revolucionarios los que pusieron fin
a su revolución: en diciembre, el Congreso Panalemán de Consejos de Obreros y Soldados decidió su
autodisolución. Decidieron apoyar la convocatoria de elecciones y moderaban su movimiento
revolucionario diciendo adiós a una posible dictadura del proletariado. No toda la izquierda estuvo de
acuerdo. La Liga Espartaquista, de inspiración marxista, se opuso a la línea blanda y se sublevó; fueron
sofocados por el gobierno con la ayuda de organizaciones paramilitares antirrepublicanas, que
asesinaban a los revolucionarios por cientos.
Los izquierdistas consideraron que la República de Weimar se había convertido en la forma política del
pacto entre la socialdemocracia y las antiguas clases dominantes (burguesía y ejército) para evitar que los
trabajadores llevaran adelante sus propósitos de cambio radical. Con lo que vino a continuación,
creyeron confirmados sus recelos: pese a ganar las elecciones, el SPD necesitó aliarse con fuerzas
situadas a su derecha para gobernar.
La tarea del nuevo régimen se vio enormemente trabada: llegaban tiempos de exigua soberanía para el
país. El 28 de junio de 1919, medio año después del armisticio, se firmó el Tratado de Versalles entre
Alemania y los aliados. Fue un golpe más difícil de encajar de lo esperado, pues la delegación del país, los
periódicos y el pueblo entendieron el tratado como un acto de imposición, y no como una negociación.
Una cláusula irritó especialmente: el artículo 231, que les obligaba a asumir toda la responsabilidad como
iniciadores de las hostilidades. Destacados oficiales del Ejército y sectores conservadores incluso se
mostraron reacios a aceptar las condiciones, a pesar de que la alternativa era la reanudación de los
combates y la consiguiente invasión del suelo alemán. Por eso, los partidarios de aceptar el trato
simplemente aducían que no había otra elección.
Alemania tuvo que renunciar a sus colonias y acceder a la entrega de territorios a diferentes países
vecinos, como Francia, Dinamarca y Polonia. Por otro lado, una serie de cláusulas militares obligaban a
reducir el Ejército a la mínima expresión. Las Fuerzas Armadas tuvieron que verse limitadas
a 100.000 efectivos, y se puso fin al servicio militar obligatorio.
También se suprimieron la aviación, la artillería pesada y los submarinos. Con todo, en un sentido
práctico, la medida más severa fue la indemnización económica a pagar a los vencedores de la guerra,
que no se concretó hasta 1921. La cantidad establecida fue de 132.000 millones de marcos oro (33.000
millones de dólares). Esto significó un freno determinante para la reactivación de la economía.
El Estado no pudo hacerse cargo de una deuda tan importante en los siguientes años y, así, la economía
del país acabó hundiéndose y los acreedores solo cobraron parcialmente. El incumplimiento en el pago
de esas cantidades dio lugar a la ocupación de la principal zona industrial alemana, la cuenca del Ruhr,
por parte de un ejército francés y belga.
Todas estas circunstancias negativas relacionadas con la derrota en la guerra cayeron como una losa
sobre los responsables del nuevo gobierno republicano. Era un contexto complicado que contribuiría a
largo plazo a erosionar la legitimidad de la República de Weimar.
Los militares y la derecha conservadora se encargaban, por lo demás, de atizar este mensaje de traición
en Versalles por parte de los demócratas, con el objetivo de detener o revertir el giro revolucionario
demandado por la clase trabajadora. Desde luego, era verdad que las condiciones de rendición no se
correspondían con las que tradicionalmente se habían aplicado en Europa, menos draconianas y más
honorables, y determinaban más que nunca el nivel de vida de las futuras generaciones alemanas.
Las exigencias impuestas en Versalles fueron, ciertamente, muy duras para el país derrotado y causaron
estupor, no solo en Alemania. El mismísimo John Maynard Keynes, economista eminente y miembro de
la delegación británica, publicó un ensayo ese mismo año, Las consecuencias económicas de la paz, en
que se pronunciaba contrario al tratado.
El ejército alemán no aceptó haber perdido la guerra en el campo de batalla, y acusó a civiles y a políticos
de izquierdas de traicionar al país. Sus pecados eran la revolución y la aceptación de la paz. La expresión
“puñalada por la espalda” hizo fortuna. La idea cuajó incluso entre muchos alemanes que en primera
instancia habían apoyado tanto la paz como la república. Fue una jugada maestra a la hora de escurrir el
bulto de la humillación de Versalles y cargarlo a las espaldas de los republicanos. El Ejército mantuvo así
su prestigio intacto.
Prueba directa de la influencia ideológica de esta teoría en los años de entreguerras fue la muerte
de Matthias Erzberger, dirigente católico asesinado por haber firmado el armisticio en nombre de
Alemania. El principal divulgador de la idea de traición fue, cínicamente, el general Erich Ludendorff, en
su día el principal impulsor del armisticio. Pero el mito fue adoptado por todas las facciones políticas de
derechas y nacionalistas. Fue una de las bases ideológicas en que se sustentaría posteriormente
el nacionalsocialismo.
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Este texto se basa en un artículo del número 534 de Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos
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FUENTE: https://www.lavanguardia.com/historiayvida/paz-versalles-tratado-
versalles_11585_102.html