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LA SITUACIÓN INTERNACIONAL Y

NUESTRAS TAREAS

CONFERENCIA INTERNACIONAL DE PARTIDOS Y ORGANIZACIONES


MARXISTA LENINISTAS
Conferencia Internacional
de Partidos y Organizaciones
Marxista-Leninistas
LA SITUACIÓN INTERNACIONAL
Y NUESTRAS TAREAS
<<La situación internacional
y nuestras tareas>>

Conferencia Internacional de
Partidos y Organizaciones
Marxista–Leninistas
CIPOML

Editado por:
PCE(m-l)
Apdo.Correos 41.131- 28080 Madrid
contacto@pceml.info
www.pceml.info

Julio de 2007
Madrid-España
INDICE

Presentación...................................................................................................................................... P. 7
In memoriam:....................................................................................................................................P. 9-14
Manoel Lisboa
Pedro Vasquez Rendón
Luis Emilio Recabarren
Rafael Larrea Insuasti
Elena Ödena
Sergio Barrios
Seref Aydin

Introducción…………………………………………… .................................................................P.15

I.- “El nuevo orden mundial”, el capitalismo y el imperialismo……....................... .P.17

A) La reconquista del mundo, la inevitable lucha y polarización……… ………….......... P.18


Las grandes potencias y nuevas luchas por el reparto de los mercados...........................P.18
La lucha por las zonas de influencia y la nueva tendencia a la polarización...................P.20
Conclusiones..........................................................................................................................P.22

B) La ofensivas del capital y el movimiento de la clase obrera y de los pueblos


oprimidos………………………………............................................................................... P.23
Caracterización general y contenido de los ataques...........................................................P.24
La lucha de resistencia de la clase obrera y de los pueblos............................................... P.25
Conclusiones...........................................................................................................................P.26

C) “El nuevo orden mundial, orden del capitalismo…….................................................... P.27

II.- “El nuevo mundo” y el curso de los acontecimitos....................................................P31


Descomposición, estancamiento y crisis...............................................................................P.32
Hacia el enfrentamiento y el hundimiento...........................................................................P34

III.-La clase obrera y sus tareas..............................................................................................P.37

A) La revolución proletaria, una revolución mundial…………………….............................P.41


B) Concepto de revolución y línea de acción……………………………............................…P.43
C) El movimiento obrero y los sindicatos……………………........................................…….P.45
El movimiento obrero y sindical; la masa de los obreros avanzados................................P.46
Los sindicatos en tanto que organización obrera y el trabajo sindical.............................P.47
5
D) La lucha contra el imperialismo………………...................................................................P.50
El imperialismo y las corrientes políticas............................................................................P.52
Posición y tareas frente al imperialismo. ...........................................................................P.53

E) La solidaridad internacional de los obreros y los pueblos………................................…P.55

F) Algunas tareas especificas y posibilidades….............................................……………......P.57


Mujer
Defensa del medio Ambiente
Cultura e intelectualidad

G) El Partido como parte integrante y dirigente de la clase Obrera………….....................P.60


El movimiento obrero y la unidad de los trabajadores
avanzados en el seno del Partido..........................................................................................P.61

La organización del Partido, como partido de lucha y de guerra.....................................P.63

IV.- (Sin título)………………………………………………................................……......... P.67


Notas.................................................................................................................................................P.69

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La situación internacional y nuestras tareas

PRESENTACIÓN

La Situación Actual y Nuestras tareas, es el resultado de la comprensión de la problemática internacio-


nal de nuestros días, de la práctica social y de la discusión fraterna y franca desarrollada por los Par-
tidos y Organizaciones Marxista-Leninistas, en un lapso de tiempo que incluye la realización de varias
Plenarias del CIPOML. Finalmente fue aprobado.

Se trata de un material que analiza multilateralmente la naturaleza actual del capitalismo y el imperia-
lismo, reafirma el carácter revolucionario de la clase obrera y el papel de los partidos revolucionarios
del proletariado; analiza las perspectivas y tareas de los trabajadores, los pueblos y la juventud en la
lucha por la emancipación social, que enfrenta los problemas del Movimiento Comunista Internacional
y se plantea el objetivo de la construcción de la Internacional.

La conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas, al tiempo de elaborar


estos planteamientos, los asume como guía para la acción, sujetos a la comprobación y al enriqueci-
miento de la práctica social. No se trata, por lo tanto, de un documento acabado, son formulaciones y
orientaciones que se desarrollarán con el aporte teórico y práctico de los comunistas, con los combates
del proletariado y de los pueblos.

Estas formulaciones unen y conducen la actividad de los comunistas marxista-leninistas, deben trans-
formarse en una poderosa fuerza material empuñada por los trabajadores y los pueblos, en un arma
para la emancipación social. La colocamos a disposición del movimiento obrero y popular, de otras
fuerzas revolucionarias y la sometemos a su voluntad de combate y a sus opiniones críticas.

Comité Coordinador de la CIPOML


Julio de 2007

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

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La situación internacional y nuestras tareas

IN MEMORIAM

MANOEL LISBOA:
EJEMPLO DE UN HOMBRE NUEVO
En 1966, a lado de otros compañeros, Manoel Lisboa de Moura, fundó el Partido Comunista Revolucionario
(PCR). Siete años después, el PCR tenía ya una gran fuerza en la ju-
ventud, entre los campesinos, crecía su influencia en la clase obrera
y estaba implantado en casi todos los Estados del Nordeste. Había
protagonizado con éxito decenas de acciones revolucionarias. La
reacción sabía que gran parte de este trabajo tenía la orientación y la
dirección de Manoel Lisboa y decidió secuestrarlo y asesinarlo.

Fue bárbaramente torturado y asesinado por parte del ejército brasi-


lero en setiembre de 1973.

A pesar de su muerte, sus ideas y su ejemplo en cada combatiente de


la causa del socialismo. En uno de sus artículos escribió: “el pueblo
brasileño, millones de explotados, nunca estuvo satisfecho con su
miseria. Le hace falta comprender quiénes son los responsables de
esa miseria.

Es allí donde reside el inmenso papel de la vanguardia revoluciona-


ria. Esa vanguardia es el destacamento organizado, conciente, de la clase obrera. Su misión histórica consiste
en ligarse a las masas oprimidas y dirigirlas hacia la conquista del poder. Sin la acción de vanguardia, sin la di-
rección de un Partido Comunista Revolucionario, la revuelta del pueblo será siempre ciega e inconsecuente”.


*****

PEDRO VASQUEZ RENDÓN

Vivía el mundo los años finales de la década del 50 y principios del 60 del pasado Siglo. Se había iniciado la
polémica pública internacional entre el PC de China y el PCUS, que involucraba ya a gran parte del globo
terráqueo.

Pero en América Latina y en otros lugares no se tenían muchas noticias de este proceso y mucho menos ca-
bal conciencia de la magnitud que para el presente y el futuro de la humanidad iba a significar su desenlace
final.
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

Lo que estaba en juego, y aún no lo percibíamos a plenitud, era la suerte de la revolución proletaria mundial,
que hacía escasos 10 años (1953), había asistido a la dolorosa pérdida para la clase obrera y los pueblos del
mundo: la muerte de José Stalin, máximo líder mundial del proletariado y los pueblos y, a la cabeza del Partido
Comunista (bolchevique) de la URSS, gran conductor de la revolución proletaria internacional.

Colombia no era la excepción; iluminada por los resplandores de la revolución cubana, acá se libraba una
incesante lucha entre consecuentes amigos de ella, revolucionarios a carta cabal, y teorizadores de café, ya
vulnerados severamente en su concepción comunista. Dentro de esa pléyade de jóvenes resueltos a empren-
der el ascenso a la cima de la revolución, que se habían visto obligados a enfrentar, desde dentro mismo, los
presuntos “errores” del Partido Comunista Colombiano, se destacó un joven treintañero, yarumalita de naci-
miento, pero internacionalista de corazón y pensamiento, camarada Pedro Hernando Vásquez Rendón, y sus
íntimos compañeros de armas Pedro León Arboleda Roldán, Libardo Mora Toro, Francisco Garnica, Carlos
Alberto Morales, Francisco Caraballo, este último lleva hoy trece años encerrado en las mazmorras del régi-
men fascista de Uribe Vélez. “Un guerrero que no se entrega”.

Al camarada Pedro Vásquez y a sus colegas de trinchera, no les cabía en la cabeza que fueran simples errores
políticos tantos desaciertos en la dirección del Partido y del movimiento de masas, y, peor aún, la enfermiza
condena a un movimiento armado con elementos de espontaneismo, pero inmensamente justo, que cubría
amplios sectores de la geografía nacional, y que ese mismo fenómeno se estuviera dando en distintos países
del subcontinente Americano.

La formación marxista-leninista del camarada Pedro, su rica experiencia en la brega partidaria en los distintos
frentes de la lucha política, su vivaz inteligencia y su audacia en el análisis de las mas complejas situacio-
nes, haber mirado lo que pasaba en el mundo, le permitieron desentrañar que se trataba de una degeneración
ideológica similar a la que se había entronizado en el PCUS, en poder del revisionismo jruschovista, que se
extendía a nivel mundial. Enfoque certero de la degeneración revisionista que había experimentado el partido
colombiano, persuadió a sus camaradas mas inmediatos y luego a buena parte de la militancia del Partido de la
necesidad de librar una batalla por el rescate del marxismo–leninismo para el partido de la clase obrera colom-
biana. De esta manera, él y los demás comunistas marxista–leninistas, emprendieron la tarea de reestructurar
el Partido Comunista de Colombia en la doctrina revolucionaria del proletariado. Por caminos y calles, llanu-
ras y montañas, recorrió el país de punta a cabo difundiendo el pensamiento revolucionario y encendiendo el
corazón de los jóvenes revolucionarios.

Había que actuar con audacia y rescatar el Partido de la clase obrera colombiana de manos de quienes lo ha-
bían traicionado. Fue el camarada Pedro el más entusiasta y firme impulsor del Partido marxista–leninista. Así
nació ese 17 de Julio de 1965 en su X Congreso. Desde entonces, la clase obrera colombiana cuenta con su
partido de clase, firme en la lucha por el triunfo de la revolución proletaria, del Socialismo y el Comunismo.
42 años de lucha incesante y seguimos combatiendo.


*****

LUIS EMILIO RECABARREN:

Es considerado el padre del Movimiento Obrero en Chile, trabajó desde los 14 años como obrero
tipógrafo,fundador de numerosos periódicos obreros, en 1912 del Partido Obrero Socialista el que bajo su

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La situación internacional y nuestras tareas

dirección da un gran salto de calidad, se transforma en 1922 en el Partido Co-


munista y se afilia a la Tercera Internacional.

Recabarren trabaja y participa activamente en la lucha por la construcción del


Partido Comunista en Argentina, es elegido como el primer diputado obrero en
un parlamento latinoamericano. Fue un gran educador de masas, utilizo además
de la prensa, los grupos de teatro, las charlas, discursos, folletos conversaciones
personales, etc., para educar, unir y organizar a la clase obrera en su Partido.



*****

RAFAEL LARREA INSUASTI


1942 – 1995

Nuestro “poeta”, periodista revolucionario, dirigió por más de 20 años el periódico En Marcha del PARTIDO
COMUNISTA MARXISTA LENINISTA DEL ECUADOR, traba-
jó incansablemente por organizar e impulsar el movimiento de los
intelectuales progresistas y revolucionarios.
Se incorporó activamente a la organización sindical revolucionaria
de la clase obrera. Con gran entusiasmo y grandes dosis de pa-
ciencia asumió sus responsabilidades de organizador del partido,
de educador de las nuevas generaciones de comunistas. Sus convic-
ciones proletarias hicieron de él un celoso defensor del marxismo
leninismo y de la unidad del partido, fustigó con energía y capaci-
dad teórica y política a los renegados y agentes que pretendieron
dividir el Partido en más de una ocasión. Internacionalista conse-
cuente participó activamente en la elaboración y la práctica de la
política internacionalista del Partido.
Estudioso del marxismo leninismo, de la historia de los pueblos
del Ecuador y de la problemática económica y social del país hizo
grandes contribuciones al acervo teórico del partido y la revolu-
ción.
Poeta, cuentista, cantautor, músico, ensayista de temas culturales y nacionales, teórico marxista leninista,
militante y dirigente ejemplar cumplió sus responsabilidades desde la Célula, la Comisión de Propaganda, el
Comité Provincial, el Comité Central, el Buró Político y el Secretariadodel CC.

Una dolorosa enfermedad terminó prematuramente con la existencia del camarada Poeta, en abril de1995.
En uno de sus trabajos “La necesidad de elaborar la teoría revolucionaria escribió: “El desarrollo científico
contemporáneo, los acontecimientos a nivel internacional, la profundización del conocimiento de la experien-
cia histórica, el análisis concreto de la lucha de clases en todos sus planos, la relación entre teoría y política
revolucionarias, entre la experiencia viva, vital, y la teoría del partido sobre los problemas de su propia cons-
trucción, la cuestión de la lucha armada, etc., son temas que se presentan una y otra vez, exigiendo respuestas
teóricas, marxistas leninistas”.

*****

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

ELENA ÓDENA

Vasca, de Donosti (San Sebastián), su madre fue fusilada por los franquistas. Enviada con un grupo de niños
republicanos a Inglaterra. Participó en actividades diversas; rápidamente se incorporó las Juventudes Comu-
nistas.

De gran cultura y dominio de los idiomas (además de Castellano, hablaba perfectamente inglés y francés, así
como el euskara y algo el ruso), fue incorporada por el PCE a las tareas de estudiantes e intelectuales. Funcio-
naria después de la UNESCO, con el poeta comunis-
ta Herrera Petere, desempeñó importante labor, in-
corporando a la actividad antifascista a intelectuales
de la talla de Ángel Valente.

A finales de los cincuenta, como muchos otros comu-


nistas, empieza a manifestar su oposición a la políti-
ca del partido, encabezada por el renegado Santiago
Carrillo.

En esa época, conoce a Raúl Marco. A principios de


los sesenta las divergencias se manifiestan aguda-
mente, diversas reuniones con el CE (Claudín, Ig-
nacio Gallego, Líster, el mismo Carrillo), llevan a
la conclusión de la degeneración ideológica del que
fuera glorioso PCE, que abrazó vergonzosamente el
jruschovismo en todas sus facetas.

Bajo una doble clandestinidad (contra el franquismo


y contra el aparato Carrillista), se planifica y organi-
zan los primeros grupos marxista–leninistas, dentro
del Partido. En 1963, se constituye el principal gru-
po opositor a Carrillo, conocido por el nombre de su
periódico, «La Chispa». En 1964, se logra la unidad
de los cuatro grupos m–l existentes, que dan paso a
la constitución del PCE (m–l). En todas esas luchas,
Elena desempeñó un papel principal, a veces decisivo. Posteriormente se crea, con personalidades como Ál-
varez del Vayo, el Frente Democrático Antifascista y Patriota, FRAP, de la que Elena fue elegida Vicepresi-
dente.

En el último artículo escrito seis meses antes de su fallecimiento, decía Elena: «El marxismo–leninismo,
necesita hoy más que nunca estrechar y desarrollar la unidad y la solidaridad activa y práctica con todos los
partidos m–l, pequeños y grandes, jóvenes o veteranos, que se propongan seriamente luchar por desarrollar el
partido en su propio país, defender el m–l y organizar al proletariado y a sus liados para hacer la revolución»
Su intensa actividad política, queda reflejada en diversas publicaciones y libros editados a raíz de su falleci-
miento. Escritos, mucho de ellos, particularmente para la formación de los jóvenes comunistas, para los que
Elena Ódena tenía una gran sensibilidad y preocupación, consciente de que sin juventudes comunistas, el
Partido se ve privado de un arma esencial.

Era «La mejor de todos nosotros»

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La situación internacional y nuestras tareas

SERGIO BARRIOS:

COMBATIENTE INFATIGABLE POR LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO.

El nombre del Camarada Sergio Barrios, es símbolo y ejemplo de entrega indoblegable a la causa de la
emancipación de la humanidad: la revolución comunista proletaria en México.

Combatiente de nuestro Partido Comunista de México (marxista–leninista), junto con otros comunistas de
su tiempo, forjó nuestras organizaciones, contribuyó a la lucha sin cuartel en defensa del marxismo–leninis-
mo, la gloriosa teoría revolucionaria de Marx, Engels, Lenin y Stalin y en contra de la socialdemocracia, el
oportunismo de derecha e “izquierda”, el revisionis-
mo y el reformismo.

La Conferencia Internacional de Partidos y Orga-


nizaciones Marxistas–Leninistas, que en el cum-
plimiento de sus tareas se le fue la vida, sin duda
alguna, tiene el sello, de la teoría y la práctica de
nuestro querido Sergio Barrios.

La visión estratégica de un fiel discípulo de Lenin y


Stalin con la que Sergio se conducía en los subterrá-
neos de la clandestinidad, nos está permitiendo aho-
ra, a sus camaradas de Partido y a sus compañeros
del FPR, levantar las primeras cosechas de fusión
del movimiento proletario y popular espontáneo
con la estrategia y la táctica marxistas– leninistas
para la guerra contra el capital y sobre su ruinas le-
vantar la nueva sociedad socialista bajo la dictadura
del proletariado como periodo de transición hacia el
establecimiento del comunismo científico.

Sergio Barrios es motivo para refrendar nuestro juramento de defender hasta con nuestra propia vida nuestras
trincheras y barricadas y avanzar las posiciones del proletariado.



*****

SEREF AYDIN

Seref Aydin nació el 15 de enero de 1951 en Amasya, ciudad de Anatolia, en el centro de la región del Mar
Negro. Era un joven profesor de instituto cuando decidió unirse en 1972 al THKO (Ejército de Liberación
Nacional de Turquía), cuyos principales dirigentes acababan de ser ejecutados, el 6 de mayo de ese año, por
la Junta Militar.
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

Con orgullo, llegó a ser un cuadro profesional del THKO, que posteriormente dio lugar al TDKP (Partido
Comunista Revolucionario de Turquía), en febrero de 1980.

En el golpe militar fascista del 12 de septiembre de 1980, Aydin fue detenido en 1981, cuando era miembro
del Comité de Kurdistán del Partido. Liberado cinco años más tarde,
en 1986, se encontró con una situación del Partido preocupante. El
partido y sus organizaciones habían sido diezmados por las corrien-
tes liquidadoras. Aydin fue uno de los militantes que en primera fila
luchó contra los liquidadores. Su actitud intransigente frente a los
liquidadores, así como bajo la tortura policíaca, le hizo ser muy co-
nocido en el Partido y sus organizaciones.

El camarada Seref Aydin, era miembro del Comité Central de nuestro


Partido desde 1987, y del Comité Ejecutivo y del Secretariado, desde
1991. El camarada Seref, fallecido el 24 de septiembre de 2006, fue
un verdadero marxista–leninista, un auténtico comunista, cuya pér-
dida será difícil colmar.

Amar y confiar en los trabajadores y el pueblo; aprender de los cama-


radas y de los obreros; trabajar con voluntad de hierro y humildad, y
mantener sus convicciones revolucionarias; conceder gran importan-
cia a la educación de los jóvenes con la cultura progresista nacional
e internacional de la clase obrera…

Seref Aydin desempeñó un papel de primer orden en la adopción y reforzamiento de esos valores en el seno
del Partido. Su nombre y su memoria vivirán eternamente en la lucha del Partido.

*****

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La situación internacional y nuestras tareas

INTRODUCCIÓN

La victoria de la revolución de Octubre de 1917, creó una nueva contradicción en el mundo: por un lado la
Unión de los Sóviets Socialistas, y de otro los países imperialistas. Al final de la II Guerra Mundial, los países
desgajados del mundo capitalista, formaron con la URSS el campo socialista frente al campo capitalista enca-
bezado por los EE.UU. El surgimiento de esta contradicción con la Revolución de Octubre, se transformó en
antagónica entre el campo socialista y el comunista. En la lucha entre el socialismo y el capitalismo, la clase
obrera mundial, ya no tenía sólo el apoyo de un país y un único Estado, sino el de toda una serie de países
socialistas que conformaban una gran fuerza frente al imperialismo mundial. La lucha entre los dos campos,
se libraba a vida o muerte, influyendo en el sentido y desarrollo de otras luchas en el mundo.(1)

Las transformaciones efectuadas por las «reformas» liberales y burocráticas en los años 1956-60 en el seno
de la Unión Soviética y el Bloque del Este, interrumpió esa encarnizada lucha entre el capitalismo y el so-
cialismo, pese a que continuó bajo diferentes aspectos y formas(2). La Unión Soviética y el Bloque del Este
continuaron a utilizar el término «ׂobrero» y a mantener las formas socialistas, mientras que, en realidad, no
tenían nada que ver con la clase obrera y el socialismo, salvo la historia. La lucha entre los dos campos se
había convertido, a partir de los años 1960 una lucha por la hegemonía y el dominio mundial(3) Esa lucha,
cuyo carácter era cada vez más evidente, continuaba y amplificaba su violencia con la amenaza de guerra
nuclear y el equilibrio terrible del mundo a lo largo de los treinta años transcurridos hasta el hundimiento de
la URSS y de los países del Bloque.

El hundimiento y la desagregación de la URSS y del Bloque del Este, fue el resultado específico de la lucha
por los mercados y las esferas de influencia surgidas en aquellas condiciones y que han durado varios dece-
nios. Pero la historia de esos países y el mantenimiento de formas y estructuras «socialistas», han dado un
significado particular a ese hundimiento. Éste ha significado, por una parte la pérdida de todos los logros de
la clase obrera y de los pueblos del mundo entero, y por otra parte, una gran derrota, que han causado daños
y dolores(4).

El fin de un período hegemónico y la gran derrota de la clase obrera, seguido por el hundimiento de la URSS,
en 1980-90, fueron marcados por los siguientes hechos:

.- Una gran campaña contra la clase obrera y los pueblos oprimidos
.- Una nueva tentativa de los monopolios capitalistas y de los Estados imperialistas para la reconquis-
ta del mundo, que concluía justamente en el momento del hundimiento de la URSS(5).

El «nuevo orden mundial», proclamado en 1990 sobre la base de esos dos hechos mencionados, es evidente-
mente pura demagogia: las crisis económicas, las luchas de clases, la opresión imperialista, la carrera arma-
mentista, así como la revolución y las guerras, desaparecerían de la historia; el mundo sería un remanso de
paz y armonía, en el que prevalecería el desarrollo, la prosperidad y una redistribución justa. Empero, como
los mismos iniciadores tuvieron que reconocer, esas promesas no se han cumplido. La evolución del «nuevo
orden» ha dejado al descubierto esas fabulaciones, pues los dos hechos anteriormente citados, son los que de-
terminan y orientan el desarrollo de las cosas del mundo. Que ese hundimiento y desagregación hayan pro-

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

vocado consecuencias tan graves, está ligado al lugar que ocupaba la Unión Soviética en el campo que enca-
bezaba, y también por el hecho de que los pueblos del mundo consideraban ese campo como un símbolo de la
Revolución de Octubre, de la Guerra Mundial. Los dos acontecimientos citados condicionan la dirección de
los hechos, lo que es perfectamente conforme a la naturaleza misma del capital y del imperialismo.

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La situación internacional y nuestras tareas

Capítulo I

«NUEVO ORDEN MUNDIAL»,


EL CAPITALISMO
Y EL IMPERIALISMO.

El «nuevo orden mundial»” está constituido como orden común del capital, impuesto a los pueblos y las clases
trabajadoras por los países imperialistas y por el capitalismo.
El imperialismo americano, reforzado por el papel que desempeñó en el hundimiento de la URSS y del Bloque
del Este, concibe este «nuevo orden» como el orden del imperio americano, al que las otras fuerzas deben
obedecer sin condiciones, como «vasallos privilegiados».
Se comprende fácilmente que esos dos aspectos no son contradictorios; el «nuevo orden» es a la vez un orden
de los países avanzados y desarrollados, y el del imperio americano en la cima del poder sin rival.
El G7 se ha transformado en el G8 con la integración de Rusia; y la OMC, el FMI, y la Banca Mundial, se han
renovado en tanto que organizaciones de notificación y de aplicación de las decisiones de los “G”. Los planes
de globalización han sido impuestos a los pueblos y a los países dependientes, en primer lugar a los del Este,
como leyes obligatorias. Los acuerdos políticos militares necesarios para la seguridad del «nuevo orden»,
habían sido elaborados previamente, sin problema alguno. Para la conducción general del mundo, que
estaba en juego, era necesario asegurar la protección del orden, de las leyes y acuerdos, manteniéndose en la
legalidad para tratar de que todo sucediera en el marco de organizaciones como la ONU y la OTAN. En ese
“nuevo orden” no es incomprensible la aceptación sin protestas por las otras fuerzas del liderato estadouniden-
se, dada la relación de fuerzas existente y el marco legal común.
Rusia, integrada en el G8 después de la debacle de la URSS, ya no es (por el momento) una fuerza económica
y financiera. Por eso en los 1990, se podía hablar de tres grandes fuerzas económicas, industriales y financieras
en el mundo:
a) Los Estados Unidos, que han creado un campo de protección llamado ALENA.
b) La UE, que por el momento actúa más bien como un Mercado Común, y
c) Japón, considerada como la principal cabeza de Asia del Este y del Pacífico.

Cada una de esas tres grandes potencias protege sus mercados y sus zonas de influencia, contra las otras po-
tencias, y por otro lado, se unen y colaboran como la fuerza capaz de propagar la «liberalización» al resto del
mundo(6)
El movimiento de capitales y la actividad económica-financiera, muestran que el capital-dinero, bajo distintas
formas, ha alcanzado sumas gigantescas y una acentuada concentración en manos de las tres grandes potencias
industriales.
La concentración y la centralización del capital, perceptible en la segunda mitad de los años 80, se generalizó
a partir de los 90, alcanzando un nivel nunca antes visto. Nivel que, de manera irrefutable, es demostrado por
las dimensiones tomadas por las operaciones financieras y otros movimientos del capital, incluida la oleada de
fusiones. Por ejemplo, la parte reservada para la adquisición de empresas, se acrecentó en el mundo durante
los años 90 hasta alcanzar la cifra de 3.3 millardos de dólares [un millardo= mil millones. [NdT] en el 2000.
Una cantidad gigantesca difícilmente imaginable.
La concentración y centralización del capital, significa sobre todo crecimiento y agresividad de las necesi-
dades y demandas de los grupos monopolistas. Paralelamente a la inestabilidad y desequilibrios, acentuados
con la desaparición de la URSS, el movimiento de concentración y centralización acrecentado del capital, ha
influenciado profundamente en:
.- Las relaciones entre las grandes economías mundiales y otros grandes como Rusia y China
.- La actuación del capitalismo y de los gobiernos de esos países hacia la clase obrera y los pueblos
17
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

dependientes.
No es por casualidad que los hechos planteados después del hundimiento de la Unión Soviética, sean más
perceptibles a partir de los años 90.(7)

-A-
La reconquista del mundo, inevitable
lucha entre las grandes potencias

Primero: El hundimiento y desagregación de la URSS y del Bloque del Este, pusieron de manifiesto el des-
equilibrio existente entre los grandes polos económicos, industriales y financieros, así como entre los mer-
cados y zonas de influencia. La producción de los países de la Unión Europea (UE), de la cual una cuarta
parte provenía de Alemania, era gigantesca y alcanzaba a un tercio de la población mundial. La situación de
Japón, es todavía más notoria, ya que él sólo, alcanza el 17 % de la producción mundial. Rusia tenía una base
importante industrial, tecnología y un ejército poderoso. Rusia fue integrada en el G8, mientras que China
tuvo que contentarse con entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque el “nuevo orden” había sido
presentado con un carácter “colectivo” los Estados Unidos impusieron sus decisiones en todos los problemas,
y no dejaron a esas potencias más que un derecho formal a la palabra, cuando se trataba de la redistribución
de mercados y zonas de influencia.
Segundo: El desarrollo de las economías era desigual y avanzaba con continuos cambios de orientación. La
organización económica y las tradiciones de cada país son diferentes, cada cual aprecia diferentemente la
competencia que se desarrolla en los mercados interior y exterior... Es inevitable que los monopolios que de-
tentan siempre la última palabra sobre la economía, aprecien variablemente esos movimientos (concentración
y centralización) desiguales de los capitales. Esas condiciones desiguales, condenadas a permanecer así, hacen
inevitable el desarrollo desigual de las economías(8). El empuje de las economías de la UE y de Japón(9) en
detrimento de la de los Estados Unidos, era ostensible respecto a los acontecimientos de los últimos decenios,
concretamente el papel de los factores fuera de la economía. Y no hablamos del papel que han desempeñado
los mismos factores de desigualdad, por la posición de las economías rusa e inglesa. La desigualdad en el de-
sarrollo económico y los cambios de posición ligada a este fenómeno, son inevitables.(10)
Estos dos hechos
a- Las desproporciones heredadas del pasado entre las fuerzas económicas de las grandes potencias
y los mercados, las zonas de influencia que dominan,
b- las desigualdades en la relación de fuerzas y desarrollo que existen entre esas economías y los
distintos grupos que las constituyen) provocan convulsiones en el mundo.
Es imposible que el mundo exista como «un islote de prosperidad y paz»”, y que las grandes potencias econó-
micas sigan, de grado o por fuerza «en paz». Junto a la generalización de la agresión contra los derechos de
los trabajadores y de los pueblos, esos dos hechos están a la base de una lucha en dos sentidos:
a) las rivalidades y luchas de los grupos monopolistas capitalistas contra sus rivales para eliminarlos
de las zonas de influencia y los mercados mundiales
b) las rivalidades y luchas de los grandes países imperialistas para acrecentar sus zonas de influencia
y ser la fuerza hegemónica mundial. Es inevitable que la conquista del mundo y de los mercados
por los grupos monopolistas capitalistas y los grandes países imperialistas, tomen una importancia
particular (11)

Las grandes potencias y


la nueva lucha por el reparto del mundo

El hundimiento y desagregación del Bloque del Este, era de «gran importancia» para los Estados Unidos y
Alemania, así como para sus monopolios. Los monopolios y el Gobierno estadounidense elaboraron un plan

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La situación internacional y nuestras tareas

para lograr la colaboración del ala mafiosa-liberal de la burguesía rusa mutante, para tomar en mano las ins-
tituciones financieras y los medios de información rusos, hacerse con la tecnología heredada de los sóviets y,
naturalmente, hacerse con las empresas de gas y petróleo rusas, y las regiones del Cáucaso y el Caspio. En
cuanto a Alemania y sus monopolios, reclamaban lo que siempre habían deseado, es decir, el eje de Europa del
Este- Moscú y el sudeste de Europa. Esa región era «interesante» no sólo para los grandes países como Japón,
Inglaterra y Francia, sino también para los monopolios de pequeños países como Suiza.
El problema no concernía sólo a los países del Este; se trataba de una reconquista y reparto del mercado mun-
dial. Esta lucha abarca un campo más basto. Paralelamente al mercado de los países industrializados, la lucha
entre los grupos monopolistas y los países imperialistas se ha extendido de forma inesperada en todas las zo-
nas “interesantes” que cuentan con una importancia económica o militar actualmente, o en un futuro próximo
sea, del Oriente hasta el Próximo Oriente, del Cáucaso al Caspio, de Europa del sudeste a los Balcanes, del Sur
de Asia al Pacífico, de México a la Amazonía, pasando por África subsahariana, etc.
Los Estados Unidos, los bancos y monopolios estadounidenses, consolidan su posición mediante una campaña
de«liberalización» llevada a cabo a mediados de los 80, en la región de ALENA y en la práctica totalidad de
los países de América Latina. Los grupos capitalistas estadounidenses, no sólo han reforzado su proteccionis-
mo hacia su mercado interno (esencialmente contra los japoneses y la UE), sino además con un nuevo interés,
«urgente» centrado en los años 90 hacia Europa, Asía, Pacífico, China, Rusia y países de la región del Cáucaso
y el Caspio, particularmente en el Próximo Oriente.(12)
Los hechos demuestran que los grupos capitalistas estadounidenses, prestan una atención particular al desarro-
llo de sus fuerzas en Europa. Junto a un crecimiento de actividades, interrumpidas durante más de un decenio,
las inversiones de los grupos capitalistas americanos llegó a más de 90 millardos de dólares, únicamente en el
2002, para la adquisición de empresas en los países de la zona euro. A partir de esos años el proyecto estado-
unidense de «dolarizar» a Europa, favoreció la extensión de su cultura. Basta con ver la forma de vestirse, de
alimentarse, de la música, del cine…
Aunque los japoneses consideran China, el sudeste asiático y los países del Pacífico como su zona de influen-
cia, los monopolios estadounidenses también se concentran en dicha zona. A partir de los años 90, los estado-
unidenses rivalizaban, no sólo con los japoneses y los ingleses, sino también con los alemanes y los franceses
que desde hace tiempo aspiraban a implantarse allí. Japón trata, por una parte controlar a China mediante una
alianza con Estados Unidos, y por otra parte, pretende reforzar su presencia en China y consolidar su influen-
cia en los países del Pacífico convirtiéndose así en la potencia dominante en la región. Los bancos japoneses,
los monopolios de la electrónica y del automóvil, no pueden contentarse únicamente con objetivos regionales.
Por eso, aunque la crisis de 1993 incidió profundamente en la economía japonesa, renovaron sus planes adap-
tándolos a las nuevas condiciones y lanzaron una encarnizada lucha para resistir frente a los Estados Unidos
en Europa y otras regiones del mundo (13)
Aunque su economía no sea tan fuerte, el país más activo, después de Estados Unidos, en esta nueva lucha
lanzada a partir de los 90, es Alemania. Los grupos monopolísticos alemanes no se contentan con penetrar en
el eje Europa del Este – Moscú, y de su expansión en China y el sudeste asiático, sino que han reforzado tam-
bién su posición en el mercado mundial en los sectores del automóvil, de la metalurgia, de la química y de la
producción tecnológica (industrial). Por otra parte, los Estados Unidos, al hundirse la influencia de la industria
automovilística alemana en 1989, recuperaron en pocos años un mercado en el que los monopolios alemanes
se extendían y reforzaban rápidamente.(14) Al mismo tiempo, Alemania ha creado una red de influencias en
los países de América Latina, empezando por México y Brasil, considerado como la «propiedad privada» de
Estados Unidos. Alemania, además, no se ha contentado únicamente con competir en la rama industrial donde
ya era poderosa; para desarrollarse más aún en sectores que necesitan alta tecnología, como la micro electró-
nica, la microbiología, la investigación y tecnología espaciales, Alemania ha utilizado todos los medios de su
país y no ha vacilado en aprovecharse de los fondos de la UE y de todo aquello que podía utilizar(15)
Inglaterra en sectores como el financiero, las telecomunicaciones, el petróleo, el armamento; y Francia en el
automóvil, la electrónica, han hechos grandes progresos. Además, los monopolios ingleses y franceses, han
renovado su estrategia y se enfrentan a los monopolios de la competencia en todos los mercados del mundo.
Ciertos grupos capitalistas, se han desarrollado rápidamente en los sectores que acabamos de mencionar, me-
diante operaciones de fusiones y adquisiciones internacionales. En este crecimiento en las zonas de influencia,
esos monopolios han utilizado hábilmente su larga experiencia y las relaciones internacionales de sus gobier-
nos, contra los monopolios de los otros países industrializados de Europa y Asia.
19
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

Un estudio minucioso de los últimos quince años de fusiones, alianzas entre los grupos capitalistas de un mis-
mo país o de diferentes países, muestra que:
a) Las luchas provocadas entre los grupos capitalistas y los monopolios desde esos quince años, no
son luchas «“rutinarias» para constituir una fuerza o para subsistir en el mercado. Al contrario,
son luchas caracterizadas por el reparto y conquista del mercado mundial, que avanzan introdu
ciendo «nuevas estrategias de comienzo».
b) La lucha entre los grupos monopolistas por la conquista de mercados, pese a las decisiones sobre
la globalización, el «comercio libre», etc., se caracteriza cada vez más como una lucha que implica
a los países y los gobiernos y utilizan todos los medios no-económicos y no-jurídicos.

Pese a reivindicar nociones como «el nuevo orden mundial», el«comercio libre», «competencia pacífica»
«desarrollo en la integración y el reparto»,etc., esas nociones pierden influencia y sentido, como demuestra
la actitud frente a las OPA hostiles, el rechazo de las adquisiciones de sectores importantes por extranjeros…
Además, los grupos capitalistas prefieren que los gobiernos les abran el camino con malversaciones, contratos
específicos, incluso con golpes de Estado e intervenciones militares. Para nadie es un secreto que las disputas
comerciales y los procesos del comercio, crecen y que se extiende por el mundo la psicología de«guerra co-
mercial».
Una de las principales consecuencias que constituye la razón mayor de la lucha entre los grupos capitalistas
y los monopolios, es que los problemas que atañen a los más vastos intereses y los más importantes de esos
grupos de capitalistas y monopolios, se sitúan en primer plano. Incluso si firman acuerdos sobre «la libertad
de comercio», «liberalización de los mercados», los gobiernos de los países desarrollados, junto a importantes
medidas proteccionistas, se sienten cada vez más preocupados por problemas sobre los intereses globales y las
zonas de influencia de su país. Que esos problemas estén o no en el centro de la actualidad, es otra cosa. Una
de las razones principales para que el interés general del país se imponga, lo demuestra la agudización que en
los últimos quince años toma la lucha entre los grupos capitalistas y los monopolios. (16)

Lucha por las zonas de influencia


y nueva tendencia de polarización

El debate sobre el estatuto del Próximo Oriente; los desacuerdos sobre las zonas de influencia en los Balcanes
y el Cáucaso, las intervenciones en África central, han puesto al descubierto la agravación de los desacuerdos
y las luchas entre los grandes países capitalistas. La formación de grupos imperialistas opuestos entre si, se
puso en evidencia con motivo de la agresión contra Iraq en 2003.
La guerra en Yugoslavia y el reparto de zonas de influencia provocado por la agresión a ese país, dejó prever
que el acuerdo entre la coalición del G8 y las grandes potencias, duraría en el peor de los casos, cierto tiempo.
(17)
El mundo ha asistido en 2001 a una nueva y «sorprendente maniobra de los Estados Unidos». La polémica
provocada por los EE.UU., incluso limitada en apariencia a Iraq, era mucho más vasta, sólo una parte del fon-
do. En realidad, los EE.UU. anunciaban una nueva plataforma para afirmar su supremacía sobre los demás
países y sobre las instituciones internacionales. Seguirían apoyando a la ONU y continuarían «dialogando con
sus aliados», pero no admitían que ninguna fuerza pusiese en duda su libertad de acción.
Al elaborar esa plataforma, los Estados Unidos habían decidido abandonar la actitud de actuar al «mismo ni-
vel», aunque fuera formal, frente a las otras potencias, y utilizar libremente su fuerza y su autoridad al servicio
de su capital y de su país, así como contra los grupos monopolistas y los países que trataran de competir con
ellos. La sola potencia económica de los EE.UU. no bastaba a sujetar a las grandes potencias competitivas, ni a
imponerlas su voluntad para dominar el mundo. Para lograrlo, debían utilizar más y mejor su potencial político
y militar. Y eso no lo lograría permaneciendo a la defensiva, debían llevar la lucha hacia un terreno en el que
los competidores no podían actuar. Por eso, los EE.UU. no se limitaron a declarar la guerra a Iraq; en claro
desafío a la humanidad, declararon su «derecho a la guerra preventiva», el «derecho a utilizar su potencial
nuclear» y su programa de «guerra de las galaxias-2»
Al invadir Afganistán e Iraq, los EE.UU. no pedieron el tiempo en lograr alianzas materiales y abrir bases en

20
La situación internacional y nuestras tareas

todas las regiones estratégicas del mundo (sin tener en cuenta la utilidad inmediata), empezando por el Cáuca-
so, el Oriente Próximo, y también Asia y el Pacífico pasando por América Latina. Los EE.UU. desplegaron sus
soldados por el mundo con el objetivo de bloquear y controlar las regiones ricas en materias primas y energía,
y desempeñar un papel más importante en lo estratégico-militar. Los hechos demuestran que no dudaron en
recurrir a las presiones sobre los países dependientes, aislar a los países competidores de las regiones más
importantes y situarse en posición de ventaja para golpear los primeros si fuera necesario.
Los intentos para convencer a las grandes potencias, era pura demagogia y formalismo. Su comportamiento
fue el de fulminar, el de intimidar y someter dócilmente. No sentían su poder lo bastante protegido. El sentido
real del comportamiento yanqui era el de detener a las grandes potencias competidoras, fortificar el “orden
americano como un imperio”, de manera que nadie dudase de su autoridad. Por eso no se contentaron con
exponer planes y desplegar su ejército. Centralizaron también las instituciones tecnológicas de manera a acre-
centar la influencia de sus ejércitos, para lo que aumentaron su presupuesto militar a la cifra de 400 millardos
de dólares, cifra jamás alcanzada anteriormente.
Los Estados Unidos trataron de que la UE, a la que habían apoyado en el período de confrontación con la
URSS, se pusiera a su lado. Para ello presionaron a los grandes países de la Unión. Pero aunque algunos
países se alinearon con ellos, sin embargo las cosas no se desarrollaron como los estadounidenses deseaban.
Ante el deterioro de su imagen ante los pueblos, Alemania y Francia (a los que EE.UU.impone su autoridad)
rechazaron las “reivindicaciones” yanquis para que participasen en la “guerra de las galaxias 2”, y lanzaron
su propio programa espacial aliándose con China.
Además, Alemania y Francia tratan de no abandonar el programa de «Ejército independiente de la UE» y, en
teoría, utilizan todas las posibilidades para llevarlo adelante(18)
La UE es la principal fuerza económica frente a EE.UU. Su democracia, en apariencia social y las relaciones
entre los Estados dirigentes, la hace aparecer más activa, en lo referente a la política extranjera, la defensa
nacional y la seguridad internacional.(19)
Por otra parte, los Estados Unidos han logrado montar una fuerza interna en el seno de la UE con Inglaterra
y los países que buscan garantías frente a eventuales acciones de Alemania contra ellos. Esos países, aunque
no lo afirmen abiertamente, siguen una línea de fragmentación de la UE. Pese a ello, Alemania y Francia (por
obligación) mantienen la existencia de la UE. Es muy probable que si se mantienen las disputas internas y se
multiplican los conflictos y desacuerdos y la Constitución caduca, la UE evolucionará de manera a ser más útil
y necesaria a esas grandes potencias.
Alemania y Francia aparecen como los detentadores del mando de la UE Esos países, que tratan de solven-
tar las diferencias existentes, han encontrado una vía para rebasar a Inglaterra que centra sus intereses en la
alianza allende el Atlántico y constituye una especie de «Estados Unidos en la UE». En sus desacuerdos con
EE.UU., Alemania y Francia han adoptado la costumbre de formar una «fuerza triple» aliándose con Rusia,
con la que anteriormente se habían enfrentado sobre los países de Europa del Este, y no sólo se han opuesto
conjuntamente, contra la intervención yanqui en Iraq, sino que además han tenido la «audacia» de legalizar
sus relaciones con los países denunciados por los Estados Unidos como el «eje del mal”» (20)
La construcción de nuevos modelos de aviones militares prevista para el 2010; la fusión en un monopolio
y consorcio común de los arsenales francés y alemán, la protección por el gobierno inglés de los monopo-
lios productores de armas (la alianza con los monopolios yanquis está en perspectiva…) todos estos hechos
muestran una nueva militarización de los países de la UE, así como los esfuerzos de Alemania y Francia por
organizar a la UE y a países comunitarios en una fuerza independiente.
Se comprende fácilmente que esos dos países pretendan dominar el continente europeo y construir bases mi-
litares estratégicas, para devenir una fuerza política y militar (terrestre espacial y marítima), capaz de luchar
contra la hegemonía mundial de los Estados Unidos.
Otra gran potencia económica, Japón, aparece como el país más alejado de los enfrentamientos y desacuerdos
que se producen en esta zona del mundo. Sin embargo, crece el interés de Japón por el desarrollo de la situa-
ción en Oriente Próximo, y también por la militarización de otras zonas.
Los hechos demuestran que Rusia y China no se someten totalmente a las exigencias estadounidenses. Prote-
gen sus intereses en Europa del Este, el Cáucaso y Oriente Próximo, frente a los«“aliados europeos». Rusia
ha empezado a enderezar su economía, centraliza sus investigaciones tecnológicas y reorganiza y moderniza
su ejército. En cuanto a China, lucha por evitar el saqueo, aprovecha la coyuntura y erige su propia alternativa
frente a EE.UU. y Japón. (21) Todos esos países, incluso aunque aún no sean grandes potencias económicas
21
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

(pese a su potencial industrial y tecnológico), no vacilan en proceder a pruebas con cohetes de largo alcance,
a pesar de la oposición de Estados Unidos.(22)
Se puede afirmar, para concluir, que se multiplican los hechos que abolirán el«nuevo orden mundial». Inclu-
so dejando de lado las intervenciones, las invasiones y los golpes de Estado llevados a cabo en las regiones
más importantes del planeta, no se puede dar otra explicación sobre los intentos de alianzas de las grandes
potencias, las actividades de unos contra otros, el incremento de los presupuestos, de la producción militar, la
modernización de los ejércitos y su despliegue en esas regiones. Los países que tratan de igualar su potencial
militar con el de las fuerzas yanquis, declaran, aun de manera «informal», asumir riesgos de guerra y lanzan
amenazas y advierten que no se dejarán manipular contra otras fuerzas. Son signos que indican la orientación
del mundo.
En resumen, aunque las fuerzas imperialistas «amigas» no hayan roto las amarras (tampoco le conviene a
Estados Unidos romper todas las relaciones), sin embargo se han alejado considerablemente respecto a la si-
tuación existente hace quince años. Además, las relaciones de fuerza evolucionan y el capital, los capitalistas,
exigen más y más. Los grandes países no se contentarán de consensos como los actuales, al contrario, empu-
jarán cada vez más hacia la creación de polos en competición. Sea cual fuere las tomas de posición controladas
por los Estados Unidos, las instituciones internacionales cuentan en su seno con las más grandes potencias
mundiales, como la Banca Mundial, la OTAN, la UE, la OMC y el FMI, que están condenadas a disgregarse
o hundirse.(23)
Es inevitable que el «nuevo orden mundial» estadounidense, que se mantiene gracias al buen «funciona-
miento» de esas instituciones, precipitará su descomposición y hundimiento, y se disgregará frente a una
nueva polarización que surgirá entre nuevas discordias, luchas y guerras locales. Aunque el proceso de
internacionalización continúa, los intereses opuestos y antagonistas de los grandes países capitalistas, los lle-
varán inevitablemente hacia polos opuestos que acelerarán la competencia y las luchas de unos contra otros.
Pese a todo, no es extraño que las grandes potencias capitalistas no se hayan aún organizados en polos
opuestos y enfrentados. Eso no es todavía posible: los grandes países desarrollados no son aún suficiente-
mente fuertes y sus enfrentamientos no son suficientemente agresivos. Mas es ineluctable que la acelera-
ción del desarrollo desigual precipite el proceso de formación de bloques enemigos entre los grandes países
capitalistas.

Conclusión

Es necesario tomar en consideración dos hechos que corresponden a la plataforma anunciado por los Estados
Unidos en 2001, que consisten en situar como enemigo a todos los Estados que «no están con nosotros»:
A.- Aceleración de la agresividad de los grupos monopolistas y países imperialistas, que los lleva a
comportamientos destructores en su lucha por incrementar los mercados y las zonas de influencia.
B.-Este aumento de la agresividad, es un elemento mayor en la ampliación de la lucha entre los
grandes países imperialistas. En las relaciones entre las grandes potencias y sus posiciones, ya se ha dado un
viraje. Los gobiernos de esos países se alternan entre derechas e izquierdas, pero no pueden volver a posicio-
nes rebasadas.
En realidad, los países imperialistas actúan desde hacer tiempo en función de sus intereses históricos y el
conjunto de sus objetivos estatales, y el proceso y su evolución, gana terreno rápidamente hacia nuevas
polarizaciones. Sería prematuro y erróneo pretender que la polarización político militar actual, será la de ma-
ñana. Empero, es interesante observar la formación de bloques enemigos el siglo pasado, Alemania-Fran-
cia-Rusia frente a EE.UU.- Inglaterra (Japón es parcialmente visible detrás de los anteriores) Es imposible
actualmente prever cómo y en qué sentido será la evolución. Mas podemos prever lo siguiente: los hechos
evolucionan en el sentido de eliminar el sistema de bloque único y hacia la formación de bloques imperia-
listas opuestos, lo que significa sin duda alguna, que las grandes potencias inician una lucha por un nuevo
reparto del mundo, lo que acrecienta el peligro de una guerra generalizada.

22
La situación internacional y nuestras tareas

-B-
La ofensiva del capital y
el movimiento de la clase obrera y de los pueblos oprimidos.

La oleada de liberalización de los años ochenta, conocida por los nombres de Reagan y Thatcher, tuvo como
consecuencia intensificar los ataques económicos y sociales del capital en EE.UU. e Inglaterra. Las clases
dirigentes y los gobiernos “demócratas” y “laboristas” posteriores a Reagan y Thatcher, supieron utilizar con
éxito las condiciones creadas con el hundimiento de la URSS y del bloque del Este, utilizando la demagogia
sobre la «creación de un nuevo orden mundial». El proceso de reformas continúa indefinidamente en esos
países.
Junto a importantes reformas de la sanidad, la jubilación, la comercialización de la educación, han sido los
sectores laborales de los trabajadores, los que han sufrido las mayores reformas en esos países, y cuyas conse-
cuencias se pusieron rápidamente de manifiesto, como demuestran los hechos: en 1996, 34 millones de obreros
trabajaban a tiempo parcial, a medio tiempo, o a “tiempo flexible” en los Estados Unidos. Esas modalidades de
trabajo afectaban al 43% de los trabajadores en Inglaterra y al 50% en los Países Bajos. Mientras que en algu-
nos países de Europa el tiempo de trabajo disminuyó hasta las 35 horas, los trabajadores estadounidenses que,
por otro lado son los mas productivos, debían trabajar un mes más (164 horas) que veinte años atrás. Mientras
que Japón se ganaba la reputación de ser la patria de la flexibilidad y de los «círculos de calidad».
Los acontecimientos en la Europa continental seguían un rumbo distinto al de los países anglosajones y Ja-
pón.
La experiencia y la tradición histórica del movimiento obrero en Europa, son distintas: Pese a la confusión
provocada entre los obreros por la intensificación de la ofensiva ideológica, los capitalistas no tuvieron la
suficiente audacia para introducir y aplicar las reformas económicas y sociales en esos países. Necesitaban
para poder hacerlo pretextos, y que estos fueran considerados legítimos, cosa que no lograron hasta la crisis
de 1994.La ofensiva, de forma generalizada, del capitalismo no se ha realizado en los países europeos, lo que
justifican con el pretexto de «dificultades ligadas a las crisis»
Es comprensible que el capitalismo europeo actúe con cierta moderación. Esa moderación tiene un cierto
fundamento: el movimiento obrero de 1995 en Francia tuvo un gran eco en Europa, empezando por Italia, que
rechazó una primera tentativa después del hundimiento de la URSS. Pero en esa situación de crisis, de estan-
camiento, de momentos de acumulación de capital, y, sobre todo, de posiciones ventajosas de los países an-
glosajones, ningún capitalista y ningún país podía aceptar y soportar ese rechazo Además las necesidades de
los monopolios aumentaban paralelamente a su desarrollo, por ello la renovación, generalización y ampliación
de la ofensiva capitalista, no era una obligación sólo para Europa, sino también para los países anglosajones
y Japón.
Por otra parte, después de la integración de los países del Este, las condiciones de competencia estaban ma-
duras internacionalmente para reducir el coste de la fuerza de trabajo, rebajar los salarios en los países de-
pendientes y también en los avanzados. Por ejemplo, en China el coste de la fuerza de trabajo era de 28
céntimos y en Méjico y Rumania de 1,5 dólares. Que los monopolios se interesaran en países como China,
Méjico, Rumania, es una necesidad de la competencia, está en la base del “dinamismo económico”, además,
la generalización de la ofensiva no se limita a la clase obrera. En los países dependientes, a los que se les ha
impuesto «programas de liberalización» y han sido obligados a avanzar en su aplicación, era necesario ligarlos
a un nuevo plan que garantizase los intereses de los monopolios. Los programas de transformación estructu-
ral, desprovistos de cualquier influencia social y nacional, acuerdos como el AMI ( Acuerdo Multilateral de
Inversiones)y el MIGA, (Acuerdo Multilateral de Garantía de las Inversiones) garantizan la aplicación óptima
de esos programas y que prevalezca el derecho de los tribunales internacionales, no sólo en la industria, el
comercio y las finanzas, sino también en los sectores agrícolas, haciendo así que esos programas sean la ley

23
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

predominante en esos países.


Hay que insistir una vez más: incluso si en 1995, fue rechazada la ofensiva, no fue posible erradicarla. En
1996, se reinició, ampliada, la ofensiva. Desde hacía tiempo se conocían las exigencias del capital y la volun-
tad de reestructuración de los EE.UU. Aunque las tres grandes fuerzas económicas y financieras mundiales, así
como los países del G8, se enfrentaban en sus luchas por el reparto, no había ante ellos ningún obstáculo que
les impidiera ponerse de acuerdo sobre la ofensiva contra la clase obrera, los pueblos de los países dependien-
tes, y reestructuración económica del mundo. No es casualidad que la primera cumbre de OMC (Organización
Mundial del Comercio) fuera convocada y aprobase esos acuerdos en 1996.

Característica general y contenido de la ofensiva

Cuando se trata de ofensivas económicas y sociales, lo primero que hay que subrayar y valorar es lo siguiente:
es “natural” como se vio en la crisis de 1993(24) que el peso esencial de la ofensiva económica y social, reno-
vada y coordinada internacionalmente, recaiga sobre los países dependientes, sus obreros y sus pueblos. Las
relaciones de fuerza están como jamás se ha visto, completamente a favor de los monopolios y de los países
desarrollados. La ofensiva se lleva a cabo de manera ilimitada, conforme a las nuevas relaciones de fuerza y a
las necesidades de la conquista y reparto del capital y del imperialismo, y contra las ilusiones de los pueblos
de los países dependientes.
Por ello, se exige a los países dependientes, no como anteriormente, rectificar y enderezar las finanzas,
equilibrar los presupuestos y el comercio exterior. Las privatizaciones, la destrucción o control de las institu-
ciones industriales y financieras públicas de esos países, la supresión de las subvenciones agrícolas(25) , el
acaparar las tierras agrícolas, patentar los productos agrícolas(26) y la gestión de la producción agrícola por
los monopolios internacionales, la utilización destructora de las “reformas” de la enseñanza, de la sanidad y
de las jubilaciones como un medio para abrir los servicios públicos al mercado. Este es uno de los procedi-
mientos esenciales de la carga impuesta a esos países. Mas no todo se resume a eso. El capital internacional
y los grupos monopolistas acaparan las antiguas empresas colaboradoras y las transforman en una simple
reagrupación de vasallos.
Lo que se impone a los países dependientes, no es únicamente la formalización de su dependencia, es mucho
más, se les impone el que acepten ser una colonia económica o financiera y así acaparar sus riquezas(27)
Los hechos son tozudos: pese a aumentar la cantidad de la devolución de los préstamos, pese a un crecimien-
to de las exportaciones hacia los países desarrollados, las deudas de los países , dependientes se acrecientan
cada vez más y no se resuelve el déficit, detonador de crisis(28) .Languidecer hasta hundirse por las crisis
regulares o resignarse y aceptar loas programas del FMI, tal es el destino ineluctable, sin alternativa, que se
impone a los países dependientes.
Para asfixiar a los países atrasados, los monopolios capitalistas y los países desarrollados, no contraen cargas
grandes ni se arriesgan demasiado. Las inversiones directas de capital en esos países, (incluidas las transferen-
cias de sectores de trabajo intenso), son insignificantes comparado con el capital que afluye hacia los países
desarrollados. El capital investido en los países atrasados se ha triplicado entre 1990 y 1995, sin embargo sólo
llega a la cifra de 84 millardos de dólares. Por otra parte, ese capital no se utiliza en función de obras de bene-
ficencia, sino únicamente para obtener el máximo beneficio, lo cual hace que se seleccione minuciosamente el
país más seguro. Así, es de subrayar que más del 70% del capital exportado a los países dependientes y atrasa-
dos, ha afluido a China y los países asiáticos. Pese al aumento general de las inversiones, éstas en África, en
2003, sólo representaron el 2%. En realidad, esos capitales se utilizan en esos países para investir en negocios
bursátiles, en la deuda pública y para operaciones de adquisición y fusiones.
Esto no es una exageración. Esos países, sufren un proceso de avasallamiento absoluto. La casi totalidad de
ellos, han perdido durante los último quince o veinte años, una gran parte de su patrimonio nacional y público.
No es sólo un problema de desarrollo o de mejorar, sino mucho más, sea el que sea el aspecto que tomemos
en cuenta, el proceso seguido por esos países es una especie de colonización (económica, financiera) a fondo.
Sin hablar de la ruina de varios países del África negra, completamente sometidos al saqueo de los mono-
polios, como si estos quisieran vengarse por la lucha anticolonialista y la independencia de esos pueblos, se
puede ver que la situación de los más desarrollados y más importantes de los países dependientes, como los
24
La situación internacional y nuestras tareas

del Sudeste asiático, Brasil, Méjico, Argentina y Turquía, está hoy más deteriorada que anteriormente. En
efecto, la posibilidad de crecimiento y desarrollo de las economías de esos países, en realidad aprovecha a los
países desarrollados que han acaparado las posibilidades económicas a través de una exportación, aunque sea
pequeña, de capital.(29)
Por otra parte, la situación de los obreros de los países dependientes no es muy diferente de la de los países de-
sarrollados. Los derechos sociales, el coste de la fuerza de trabajo y los salarios en esos países son netamente
inferiores a los de los países desarrollados. Pese a ello, los trabajadores de los países desarrollados han logrado
ventajas importantes. Tantas ventajas internacionales de la clase obrera, de la lucha en sus países, como toda
una serie de derechos sociales y democráticos han sido obtenidas por los trabajadores de esos países. Des-
graciadamente la última campaña de la ofensiva no sólo amenaza a esos países, sino que también amenaza
seriamente, sus condiciones de trabajo. Efectivamente, junto al crecimiento rápido de la avidez del capital co-
laborador, la burguesía internacional ha impuesto a esos países el armonizar sus leyes laborales, los derechos
económicos y sociales de los trabajadores, con la de los trabajadores de los países mas desfavorecidos. Esa
regresión, es al mismo tiempo una eficaz arma para el éxito de la ofensiva en los países centrales.
La ofensiva no va dirigida sólo contra los pueblos y los trabajadores de los países dependientes, va también
contra los trabajadores de los países desarrollados, como una ofensiva de gran envergadura. Desde hace más o
menos una decena de años, la burguesía impone a los trabajadores: la liquidación de la seguridad del empleo,
la flexibilización del tiempo de trabajo y del sistema de remuneración, la liquidación de las cotizaciones de
la seguridad social para abrirla al mercado. La ampliación de la edad para la jubilación ,incluso en los países
donde ya es bastante elevada, la formalización de los contratos de trabajo, y en fin, la disminución del coste
de la fuerza de trabajo y su reorganización. Los deseos manifestados por los representantes del capital ale-
mán, apoyados por los demás, de instaurar la semana laboral de 50 horas (con condiciones de trabajo flexible),
de obligar a trabajar hasta 73 horas semanales(30) , suprimir los impuestos institucionales y el derecho a la
seguridad social, y acordar el derecho de despido a su antojo, constituyen los aspectos visibles de la ofensiva
generalizada del capitalismo. Esa ofensiva contra los trabajadores no es compatible, ni siquiera en los países
desarrollados, con ningún derecho económico o social alcanzado por los trabajadores.
Esa ofensiva representa una liquidación generalizada de los logros de clase o nacionales, alcanzados por la
lucha de los trabajadores contra el capitalismo desde hace ciento cincuenta años, y de los pueblos contra el
imperialismo desde hace cien años. Es decir, un retroceso para los trabajadores a las condiciones anteriores
al cartismo o las insurrecciones de Lyón, un retroceso para los pueblos a las condiciones en las que aún no se
habían constituido en naciones y países políticamente independientes, a las condiciones de la colonización
económica. Si otro fenómeno no crea un obstáculo al capital y el imperialismo, la ofensiva contra los trabaja-
dores y los pueblos puede crecer ilimitadamente. (31)

Lucha y resistencia de la clase obrera y de los pueblos

Cuando se generalizó la ofensiva del capital, la clase obrera, tanto en cada país como mundialmente, se en-
contraba organizativa y moralmente a un bajo nivel. Los pueblos de los países dependientes y de las naciones
minoritarias de esos países, salvo algunas excepciones, se había ilusionado con la fábula de la mundialización
y del nuevo orden. Engatusados por el imperialismo, competían con los pueblos vecinos.
Los trabajadores y en primer lugar la clase obrera de todos los países no tardaron en reaccionar, contra lo que
pronosticaba la fuerza dominante en el mundo. Las esperanzas suscitadas por la globalización y el «nuevo
orden mundialۚ», se disiparon para ser reemplazadas poco a poco por la decepción. Los hechos ponían de
manifiesto un despertar de los pueblos, de las naciones y de las minorías de los países dependiente, contra el
imperialismo.
El año 1995 constituyó un giro en la lucha de la clase obrera mundial y de los pueblos. Junto a una primera
oleada de la ofensiva, la resistencia de los trabajadores franceses en 1965, era una gran lucha que, de un lado
devolvió la confianza de clase, y por otro, animó a las otras capas de trabajadores y explotados. La inesperada
lucha de los trabajadores en Francia y la revuelta de Chiapas en Méjico, constituía una alternativa mundial
frente a la desmoralización extendida entre los intelectuales.
La resistencia que provocó la caída del gobierno en Italia, las luchas llevadas a cabo en los países europeos de
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

1995 a 1996, las huelgas a finales de l990 en los sectores metalúrgicos y transportes en los Estados Unidos,
las huelgas de los mineros en Rusia, la resistencia en Francia que barrió a la oposición gubernamental, las
resistencias en Italia, Países Bajos, Alemania, Inglaterra y en otros países después de la de Francia, así como
las huelgas y la resistencia a mediados del 2000, anuncian la renovación del movimiento. Incluso aunque el
capital progrese por su ofensiva, el movimiento de los trabajadores y de los estudiantes en los países desarro-
llados, han sido aceptados por todos como un factor que rechaza y limita la ofensiva mundial-.
En cuanto a los países atrasados y dependientes, el movimiento de los trabajadores (después del hundimiento
de la URSS), aparece, ligado necesariamente a sus condiciones de vida (1989-90 y 1994-95), antes que al de
los países desarrollados. En esos países, (atrasados y dependientes)el movimiento de los trabajadores ha esta-
do marcado por la lucha contra las destrucciones provocadas por las crisis ligadas a los programas del FMI, y
por otra parte, están ligadas generalmente como fuerza motriz, a los movimientos populares que luchan contra
los gobiernos y las instituciones internacionales. Es natural que junto a las grandes huelgas y luchas obreras,
el movimiento de los países dependientes se desarrolle y abra vías específicas contra la ofensiva del capital y
de los gobiernos.
Las grandes huelgas, huelgas generales, luchas y resistencia, están al orden del día desde Corea del Sur a
Méjico, de Brasil a la India, de Indonesia a Turquía, en Argentina, en Colombia, y favorecen la politización
de las masas .En Indonesia, Argentina, Venezuela, Ecuador, Benin, Burkina Faso, y últimamente en Bolivia y
Nepal, las grandes revueltas y los movimientos populares, junto a grandes huelgas y manifestaciones gigan-
tescas, derriban gobiernos. Esos movimientos, que se desarrollan pese a los estancamientos que se producen,
demuestran no sólo el aumento de la fuerza y de la influencia de la clase obrera, sino que llaman la atención
por las formas «ilegales» que toman.
Las luchas contra la ofensiva económica y social, se dirigen cada vez más contra los gobiernos, y a veces
explícitamente contra esos gobiernos. El factor político a escala reducida o generalizada, constituye la caracte-
rística principal de esas luchas El movimiento de la clase obrera y popular no se limita a la influencia y orien-
tación que ha tomado en esas luchas :la reactivación de la «intimada» palestina, la revuelta de la población
venezolana contra el golpe de Estado organizado por los Estados Unidos, la extensión de las revueltas de los
pueblos oprimidos, como los kurdos y los tamiles, y de forma general, las demás luchas políticas, incluso en
los países dependientes, contra las intervenciones, la opresión y abusos de los monopolios y los imperialistas,
son luchas imposibles de ignorar. Las luchas contra la militarización, la intervención armada y la ocupación,
llevadas a cabo en los principales países desarrollados, y caracterizadas por una amplitud que ha movilizado
a millones de trabajadores, se inscriben en la historia como luchas importantes por sus particularidades inter-
nacionalistas y políticas.
Cuando se trata del imperialismo y de la opresión nacional, no podemos perder de vista que, incluso si la
resistencia contra las intervenciones imperialistas son todavía débiles, la lucha contra la opresión nacional en
los países dependientes son signos de cambios en la lucha de esos pueblos oprimidos que aspiran a la libertad
(ligado a la lucha de los pueblos contra el FMI). Es todavía más interesante ver como los pueblos de los paí-
ses desarrollados protestan por millones contra la agresión de Estados Unidos a Iraq. Ese movimiento es un
nuevo paso, porque, de un lado, los pueblos de los países oprimidos se han vuelto hacia los trabajadores (en
primer lugar de su propio país), por otro, ha progresado seriamente la atención prestada a problemas como es
la guerra en esos países.
Para resumir: La lucha de la clase obrera, de las masas trabajadoras y de los pueblos dependientes, ha seguido
un ritmo paralelo al de las agresiones y se ha constituido como la suma de dos movimientos surgidos en dos
terrenos diferentes, distintos, pero inseparablemente ligados:
a.- La lucha sindical de los obreros y de las masas trabajadoras contra las agresiones u ofensivas eco
nómicas y sociales.
b.- los movimientos populares, las resistencias nacionales y la lucha por la paz, la libertad e indepen
dencia frente a la opresión nacional, la intervención imperialista y las guerras.
En este período que abarca unos quince años, las luchas llevadas a cabo en el «nuevo orden mundial»”, de un
lado contra las agresiones económicas y sociales, y de otro, contra las intervenciones imperialistas, las guerras
y las ocupaciones, demuestran que, contrariamente a lo que pretenden después del hundimiento de la URSS
y del bloque del Este, el mundo no se ha transformado en un remanso de paz para los individuos, las clases y
los pueblos. Por otra parte, este mundo ya no es sólo en el que los grupos capitalistas y los países imperialistas
26
La situación internacional y nuestras tareas

se enfrentan y combaten a la clase obrera y los pueblos. Una de las características principales, es sin duda el
progreso registrado de las luchas y la resistencia de la clase obrera mundial y los pueblos de los países depen-
dientes contra el capital y el imperialismo.

Conclusión

El capitalismo y los grandes países desarrollados están condenados a continuar y ampliar su ofensiva y agre-
siones contra la clase obrera y los pueblos de los países dependientes. La historia de los últimos quince años,
demuestran que la clase obrera y los pueblos de los países oprimidos, no se someten y lucharán hasta el fin.
Sea cual sea el camino y el proceso que sus luchas por el progreso tomen, la clase obrera y los pueblos de los
países dependientes, son directamente provocados por el imperialismo y se dirigen hacía las batallas finales.
El rebasar la situación actual del movimiento de la clase obrera y popular, mediante revueltas generalizadas
e insurrecciones, además de una necesidad, es ineluctable.
No es posible saber, dónde y cómo evolucionará la crisis, que forma tomarán las agresiones y en qué países,
cómo y de qué forma se desarrollarán los elementos de una revuelta generalizada, dónde y cómo estallarán
las insurrecciones. Tampoco se puede prever si a la primera revuelta, habrá que resistir y continuar, o retirar-
se. Lo que es importante saber, es que la aversión de los pueblos contra el imperialismo se desarrollará más
y más. Y ese odio de los pueblos contra el imperialismo, será, tarde o temprano, dominante en las luchas de
resistencia.

-C-
«El nuevo orden mundial del capitalismo»

Todos los argumentos sobre el nuevo orden mundial y las convicciones de sus adeptos, se desmoronan ante los
sucesos acaecidos en su seno, tales como:
a.-La tendencia del mundo capitalista a agruparse en clubes diferentes que luchan entre sí.
b.-La evidencia de diferencias entre las clases y los países dominantes, con la masa de explotados re-
presentada por la clase obrera y los pueblos de los países oprimidos.
Todos los argumentos, teorías y tesis sobre el nuevo orden, están por los suelos. Esos argumentos, teorías y
tesis característicos de este sistema, son incompatibles con los puntos arriba señalados.
Sólo así se pueden explicar esos dos sucesos, que además, son un resumen de las características de todo lo que
se genera en el seno de ese «nuevo orden».
Una de las principales características de esos sucesos, es el hecho de que atraen la atención sobre ellos y
muestran claramente, el lazo umbilical entre la política reaccionaria y el imperialismo. Incluso si al principio
hubo dudas, los sucesos acaecidos no dejan lugar a duda alguna sobre la naturaleza de la política reaccionaria
y del imperialismo. Ya no convencen a nadie las explicaciones sobre los errores de Bush y otros dirigentes,
cometidos en sucesos «efímeros», condicionados por la situación. Sucesos que la política reaccionaria, impe-
rialista, pretendía rebasados, han resurgido en el mundo, mientras que estaba en apogeo la política por la paz,
la libertad y la democracia, lo cual ha provocado desconcierto pero también toma de conciencia.

Era evidente la necesidad de una nueva concentración para la política reaccionaria e imperialista. En condicio-
nes en que la competencia y las disputas entre los grupos capitalistas y las grandes potencias aumentan, y la
explotación de la clase obrera y de los pueblos de los países dependientes se intensifica, no sólo es imposible
ampliar la «prosperidad y la libertad», sino que no se puede apelar a la armonía, la paz y la democracia entre
las clases y los países. En estas condiciones, es inevitable que el movimiento de los trabajadores y de los pue-
blos, se amplíe paralelamente al incremento de la opresión político-nacional.
Esto se comprende si se tiene en cuenta que para que fuesen aceptadas las agresiones del capital y las disputas
por el reparto, por la clase obrera y los pueblos, era absolutamente necesario que:
27
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

a. Las nociones de democracia, paz y libertad fuesen completamente deformadas,


b.- desarrollar la opresión e imponerla en la vida cotidiana. En caso contrario era imposible engañar a
la clase obrera y los pueblos, y asegurarse su sumisión.
Esta es la razón por la que los acontecimientos no han dejado respirar a «la paz, la armonía y la libertad», y
han acelerado su tendencia a la política reaccionaria y de opresión.
Aunque la agresión contra Iraq en 1991, y la guerra contra Yugoslavia, han sido presentadas como una nece-
sidad por los «problemas heredados del comunismo», el derecho a la ingerencia en los países «rebeldes», o
en los que no se someten a su voluntad, fue legitimada por las grandes potencias. Bastó el atentado terrorista
del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, para generalizar en el mundo la política reaccionaria y de
opresión y ampliar su base, extender su psicología, renovar sus medios e instituciones.
Ese atentado, cometido por una organización islamista, terrorista, que los EE.UU. habían organizado ellos
mismos en el pasado, ha sido un pretexto para que el imperialismo y los reaccionarios pudieran generalizar los
ataques contra la clase obrera y los pueblos de los países dependientes. Los primeros pasos para concentrar la
violencia y el despliegue de la reacción, fueron los de atizar y exacerbar las religiones, de lanzar a las princi-
pales regiones del mundo a entrenamientos armados y denunciar a algunos países como el «eje del mal». Esos
pasos fueron seguidos por la condena a los países atrasados como «fuentes de terrorismo» y «países amenaza».
A continuación se declaró la «guerra preventiva». Lanzaron la idea de que la democracia occidental, «nuestra
democracia y nuestra libertad», estaban amenazadas por el terrorismo, y surgieron las medidas de «seguridad
interior»”, como indispensables para la civilización y la democracia en los países desarrollados.
La lucha llevada a cabo por el capitalismo y las grandes potencias contra el terrorismo, no es una cuestión
efímera, para resolver los problemas del momento. Como demuestran los últimos quince años, esta lucha del
capitalismo y el imperialismo es una lucha basada en varias orientaciones:
a.- Contra la clase obrera en sus países
b.- Contra los pueblos de los países atrasados y dependientes.
c.-Contra los monopolios de la competencia, en el exterior y en el interior, en todo el mundo.
Incluso estando de acuerdo los capitalistas e imperialista, en los dos primeros puntos, se encuentran sin em-
bargo ante una triple y confusa lucha. Estas confrontaciones no cesarán con formas pacíficas, pese a lo que
algunos afirman, esta lucha o competencia de clase, o de nación, no será tolerada en el marco del sistema. El
mundo capitalista, particularmente los grandes países imperialistas, son plenamente conscientes de que cuan-
do los medios conciliadores y demócratas se hayan agotado, se verán obligados a imponer su superioridad por
la fuerza bruta, tanto a los trabajadores y pueblos dependientes, como a las fuerzas de la competencia. Según
como evolucionen los conflictos y las luchas desatadas a escala nacional e internacional, se impondrá una
renovación perfeccionada del aparato de represión política sobre las naciones y las clases.
Los hechos demuestran que los cambios institucionales se realizan en beneficio de la política reaccionaria y
de la violencia La «esencia rentista» de los países desarrollados, nunca antes se había impuesto con tal fuerza.
Aunque sea de importancia primordial, el problema no está en saber si los bancos centrales, las instituciones
de mercado y competencia, o las verdaderas instituciones de administración de la economía, o de las finanzas,
como las Bolsas, se libran de los competidores y del control del gobierno y de los parlamentos. El problema
vital es el derrocar las democracias, por muy burguesas que sean, y lanzar los pretextos oportunos para refor-
zar y consolidar las instituciones contra las ofensivas y la política reaccionaria del capital y el imperialismo.
Se está estimulando la ascensión de los estados policíacos en el mundo, la transformación de los parlamentos
liberales en un antro donde se alimente a las corrientes fascistas, se las ayude a desarrollarse y se legitime su
participación, donde se militarice rápidamente las economías y se favorezca la instauración de estados mili-
taristas.
La renovación de las instituciones y de los aparatos de dominio del capitalismo y de los países imperialistas,
es una necesidad para la sociedad capitalista. Se puede resumir como sigue: justo cuando el capital interna-
cional anunciaba su pretensión de enarbolar «las banderas de la democracia y de la paz», tuvo que abandonar
esas banderas para aferrarse a la reacción política y a la violencia. El capitalismo y el imperialismo han tenido
siempre un interés particular en desorganizar y desarmar a sus competidores, mientras que ellos se organizan
y se arman. Los capitalistas y los países imperialistas, se arman y se organizan en previsión de luchas mayores
y definitivas, por ello tratan de desarmar, desorganizar y arruinas a sus competidores. La diferencia entre el
presente y el pasado, es que actualmente, utilizan a fondo todas las posibilidades que les permite su superio-
ridad tecnológica.
28
La situación internacional y nuestras tareas

Hay todavía personas que pretenden que «el mundo ha cambiado», y se extrañan ante la concentración de la
política reaccionaria y del imperialismo, y no ven ninguna razón para escandalizarse ante el aumento de la
reacción y de la violencia.
El mundo y el orden, pretendidamente nuevos, al igual que el mundo y el orden del siglo pasado, se basa en la
contradicción entre capital-trabajo, entre países desarrollados y países dependientes, y la división y compe-
tencia entre ellos. Al igual que en los demás sucesos (económicos, sociales e ideológicos), lo concerniente a
la concentración de la política reaccionaria y del imperialismo, tienen su origen en estas contradicciones.
Las contradicciones en el seno del orden nuevo y lo enfrentamientos y luchas que se producen, muestran que
las teorías y tesis sobre la eliminación de las diferencias entre clases, y de que la nación está «rebasada», la
globalización internacional, la política de aceleración de la globalización, etc., no es más que demagogia. Los
primeros quince años del«“mundo globalizado», han bastado para demostrar que el capitalismo se encuentra
en una posición irreconciliable con la noción de «naciones rebasadas», noción creada por él mismo, así como
las tendencias a la «globalización del mundo»; y que tanto la división en clases como la superación de las
naciones y la evolución global de la humanidad, sólo será posible con la destrucción y liquidación del capita-
lismo.

29
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

30
La situación internacional y nuestras tareas

Capítulo II

«El nuevo mundo»


y el curso de los acontecimientos

«El nuevo orden mundial» ha sido proclamado prometiendo «el paraíso». Una nueva «era» se anunciaba que
constituiría «una edad de oro eterna». En efecto «el nuevo orden mundial» no se limitaba únicamente a un cua-
dro inquietante para la clase obrera y los países dependientes. Este nuevo mundo representaba un «paraíso»
como nunca se había visto desde la Segunda Guerra Mundial para algunas clases y capas sociales: la clase del
capital y la capa social de altos dirigentes que les sirven. En esta «edad de oro», mientras que las fortunas de
los grupos monopolísticos han aumentado como jamás antes, los altos dirigentes y los burócratas han amasado
fortunas gigantescas por medios oficiales u oficiosos. Pero eso es un hecho: el hecho de que el «orden nuevo»
sea un «paraíso» y la «edad de oro» para la clase del capital y los dirigentes, nunca ha significado un freno al
crecimiento de las fuerzas productivas y un crecimiento estable, por lo menos para los países avanzados.
Dejando de lado las destrucciones provocadas por las crisis en México, en Rusia, en los países de Asia del
Sur, en Turquía, en Argentina, etc., los hechos han mostrado que en Europa el año 1993 o en Japón, el período
de 1993-98 han sido años de crisis. Aunque hay pequeños crecimientos en dos periodos, en Europa y parti-
cularmente en Japón, el estancamiento se ha hecho sentir durante los años 1990-2000. Dentro de los países
en desarrollo, el único país que ha podido superar los años 1990 con más o menos un crecimiento continuo
son los Estados Unidos. Pero aunque en el 2001 al lado de un crecimiento de un 0,7% y de un –0,6% de las
economías alemana y japonesa, la economía de los Estados Unidos, que es el motor del «orden nuevo» no ha
podido registrar más que un crecimiento de 0,3%.
En los años siguientes, mientras que la situación en Alemania y en Japón no ha evolucionado, los Estados
Unidos han podido en cierta medida aumentar la tasa (32) de crecimiento bajando las cargas fiscales del ca-
pital, asumiendo algunos riesgos financieros, aumentando medidas proteccionistas y orientándose hacia una
militarización. Pero la cuestión no es saber si tal o cual economía ha podido o no ha podido conocer una cierta
tasa de crecimiento. La verdadera cuestión es registrar que la economía mundial no se está desarrollando
paralelamente a la inmensa grandeza y al crecimiento de las fuerzas productivas; el capitalismo «progresa»
aumentando sistemáticamente la destrucción de las fuerzas productivas.
El nuevo orden mundial se caracteriza así por un grado de dominación de los monopolios sobre la economía
jamás alcanzado. En medio de los años 1990, la economía mundial estaba controlada por 4.000 monopolios
con actividades internacionales y 250.000 filiales. Sólo un 1% de estos monopolios controla el 30% de la pro-
ducción mundial. Los 500 monopolios mayores controlan el 70% del comercio y el 90% de las inversiones
mundiales. Los cinco mayores monopolios con actividades en las industrias más importantes como el acero,
el petróleo, la electrónica, las mercancías de larga duración, las piezas de ordenadores, los automóviles, la
aviación y los «medias», tienen una parte del mercado mundial que varía entre el 50% y el 70%. Por otro lado
la explosión de fusiones y adquisiciones entre 1995 y 2000 ha reducido la pirámide de los monopolios que
controlaban la economía, pero también de una manera general ha aumentado excesivamente el peso(33) de
los monopolios sobre la economía mundial.
Sea cual sea el punto de vista que se tome, los hechos nos demuestran que un puñado de grupos capitalistas
controlan la economía de los países desarrollados e industriales, centralizándose de «nuevo» a escala mundial.
Algunos centenares de monopolios que pertenecen a los7 u 8 países mas fuertes, en la cumbre de los cuales se
encuentran algunas decenas de entre ellos (además, acentuando inevitablemente las divisiones y la agresividad
de estos países) han penetrado todavía más que antes dentro de la economía industrial, agrícola, comercial y
31
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

en el sistema financiero. Han englobado todos los sectores de la economía como una tela de araña y han au-
mentado su influencia como jamás antes sobre la economía mundial.
Contrariamente a lo pretendido, el estrechamiento de la pirámide de los monopolios y el aumento de sus pode-
res sobre la economía mundial, no ha sido un «beneficio» ni un comodín para la economía mundial de manera
general, ni para la economía de los países en desarrollo de manera particular. Así, los datos de las economías
no muestran sólo «progresos» y «avances», sino, precisamente, todavía más contradicciones y defectos.
Los datos son conocidos: la economía de los Estados Unidos, aunque con un crecimiento de diez años y la
apariencia actual de seguir creciendo, es una economía que conoce graves problemas. La deuda de este país ha
sobrepasado hace mucho tiempo el límite de lo que se considera como beneficioso (o que puede serlo) para los
países en desarrollo. La economía de los Estados Unidos está bajo el peso de una deuda de la cual la mitad es
la exterior, llegando a los 85% del PIB(34) . Pero no ha sido solamente únicamente la economía de los Estados
unidos quien está endeudada, también lo está el pueblo de Estados unidos (35) en 700 millardos de dólares
mientras que en el 2003 el aumento de sus ingresos ha sido de 300 millardos de dólares. Su orientación hacia
la «militarización» es también un problema grave para los Estados Unidos, que se dejará sentir cada vez más
entre otras cosas, por la presión del comercio exterior y un déficit del presupuesto(36) , respectivamente de
500 y 700 millardos de dólares.

Las economías europeas y japonesas, imbricadas en el estancamiento violan cada vez más los criterios econó-
micos y financieros considerados indicadores de estabilidad. Conocido es el hecho de que los grandes países
de la UE. modifican los indicadores de estabilidad concernientes al déficit y endeudamientos, los subsidios
financieros de Japón a las empresas con dificultades y «al mercado» han llegado a sus límites(37) . También
es sabido que estos países recurren a medidas, de una parte para disminuir los impuestos institucionales y
de los beneficios del capital, y por otra exprimir cada vez más a los trabajadores,(38) y se ven prácticamente
obligados a utilizar las más importantes de estas «medidas».
Todo esto demuestra indiscutiblemente que el aumento considerable de la ganancia de los monopolios y la
dimensión adquirida estos quince últimos años, no ha resuelto absolutamente ninguno de los principales pro-
blemas de las economías, empezando por la de los más grandes.
Las restricciones impuestas por el capitalismo a la clase obrera y a los pueblos, no significan en ningún caso
un futuro estable del «mundo nuevo», además, han lastrado considerablemente durante estos últimos quince
años las cargas sobre las economías capitalistas. El aumento del poder de los monopolios sobre las economías
ha significado una descomposición y un agravamiento del estancamiento, y una orientación de los «equili-
brios» económicos ya deteriorados, hacia una mayor profundización de esos desequilibrios.
La línea de conducta de los monopolios, no difiere del período precedente, que era el de emprender todo tipo
de gestiones, firmar acuerdos y prepararse a enfrentamientos para ahogar y destruir las fuerzas productivas,
siempre y en cualquier circunstancia con el fin de obtener el máximo beneficio. Las cuestiones de desarrollo de
la agricultura y de la industria, del mejoramiento de los equilibrios económicos, del descenso del desempleo y
de la elevación de la prosperidad no interesan a los monopolios mientras que no le aporten y no le prometan el
«beneficio máximo». Los grandes monopolios y los grupos del capital, no buscan obtener el beneficio máximo
en las nuevas inversiones productivas, sino que, de manera general, buscan el máximo beneficio a través de las
«inversiones» especulativas, la intensificación de la explotación absoluta de los obreros y de los oprimidos, la
destrucción y la absorción de las pequeñas-grandes empresas industriales, agrícolas, comerciales y financieras
y la instauración del monopolio.
Es verdad que el beneficio máximo es un fenómeno propio del capitalismo monopolista. Y también es indiscu-
tiblemente verdad, que en estos quince últimos años, la búsqueda del beneficio máximo se ha intensificado en
un grado no alcanzado anteriormente. Ese fenómeno es una de las razones del aumento del parasitismo, de la
atención prestada por el capitalismo monopolista a la renta y al progreso de las inversiones especulativas que
prometen un rápido reembolso.

Descomposición, estancamiento y crisis

Los datos muestran que por cada dólar invertido en la producción, 20 y 50 dólares se invierten en el terreno
de las «finanzas puras».
32
La situación internacional y nuestras tareas

La regla consiste en asegurar todos los beneficios de estos 20 o 50 dólares para la «economía productiva» en
la cual se ha invertido solamente un dólar, y garantizar el crecimiento del capital financiero parasitario como
usurpador de la industria, de la agricultura y de toda la sociedad a tal punto que provoque la destrucción de
estos últimos. Es indiscutible que cada «operación» en «el mercado» de las obligaciones, de los créditos, de
las acciones y de las divisas, son lastres suplementarios para el trabajo, la industria y la agricultura. El hecho
de que las «operaciones» en los holdings, los bancos, las bolsas, los seguros y las empresas de finanzas se mul-
tiplique entre 20 y 50 en relación a las inversiones efectuadas en la industria y la agricultura, es un ejemplo
evidente de esta realidad.
El aumento «de los volúmenes de operaciones» en las bolsas de 10 o 20 mil millones de dólares en los años
1970 a 4.200 mil millones de dólares en 1994 constituye un dato, y esta cantidad es todavía más elevada en
los años 2000. Por todos lados las estadísticas muestran también que en 1995-1996, seis grandes bancos ame-
ricanos y cuatro ingleses han obtenido el 40% de sus beneficios (sin contar otras «operaciones») sólo con el
comercio de divisas y acciones. Todo esto, mientras las operaciones bursátiles multiplican los PIB, y las «ope-
raciones» efectuadas por los grandes bancos llegan a varios trillones de dólares, muestran sin ninguna duda
no sólo el incremento de la descomposición, sino también la acumulación e intensificación del estancamiento.
Por ello ciertos economistas burgueses «realistas» han sentido la necesidad de anunciar que la evolución
económica mundial es amenazante. El hecho de que estos últimos reconozcan que el sistema financiero se ha
transformado en un depredador parasitario que se alimenta con la carne de su «huésped» (la economía produc-
tiva) no es nada más que un presagio «desgraciado» de la dimensión destructora alcanzada por el parasitismo
y la descomposición de la economía.
Por otra parte, paralelamente a este parasitismo y esta descomposición, el aumento de los acuerdos monopo-
listas, el refuerzo del apoyo de los gobiernos de países desarrollados a estos acuerdos con diferentes medios,
constituyen más que nunca obstáculos ante el progreso de la tecnología, su aplicación en la producción y el
desarrollo posible de las fuerzas de producción. Al lado de acuerdos directos o indirectos, los tratados del G8,
de la OMC, de la UE, que dicen «regular la competencia», y otras decisiones de los gobiernos que «violan»
estas reglas para ofrecer privilegios a sus propios monopolios, han jugado también el papel de monopolio
(39)rompiendo el progreso tecnológico y de la productividad, e incitando la tendencia al estancamiento.
Tiene importancia lo que caracteriza los diez últimos años del mundo,: a- el crecimiento del parasitismo del
capital y b- a causa del aumento de las influencias de los acuerdos monopolísticos durante los quince últimos
años del capitalismo, la tendencia al estancamiento se ha arraigado e intensificado más que nunca.
De otro lado, incluso después del período de «renovación» durante los años que han seguido la Segunda
Guerra Mundial, la economía capitalista ha conocido una caída de la tasa de crecimiento durante decenios.
Pese a esperar(40) una nueva «promesa de crecimiento» en el decenio de 1980 no alcanzó más que un 3,2%
y durante el decenio de 1990, sólo un 2,5%. Además, todos los indicadores muestran que este descenso se
mantendrá. Por otra parte, a causa de esta mala situación de la economía, particularmente la de los países
desarrollados, el “crecimiento” en la producción y el comercio mundial todavía se ha degradado más que el
decenio precedente
En el periodo precedente, no se agrava solamente la putrefacción del capital y el estancamiento de la econo-
mía. En las condiciones de la concentración del capital y del aumento de la «competencia» monopolista de los
años 1990 y a pesar de la aceleración de los flujos de capitales en razón de la utilización parcial de las nuevas
tecnologías (41) y la «concentración del trabajo» (gracias a la internacionalización y desarrollo de la comuni-
cación), existe una tendencia al descenso de las tasas de beneficios(42). Contra esta disminución de las tasas
de beneficios, las «medidas» tomadas por el capital monopolista y los gobiernos son conocidas. En lugar de
ampliar los campos y las fuerzas vivas del trabajo, preconizan aumentar las tasas de plusvalía y la explotación
imperialista de los pueblos dependientes por todos los medios relativos o absolutos y forzando todos los lími-
tes. El incremento de la descomposición, la profundización del estancamiento y el crecimiento de los efectos
destructores de los desequilibrios y la tendencia a la baja de la tasa de los beneficios, todo ello constituye una
especie de balance y resumen de la evolución de la economía mundial. Los «nuevos» ataques planificados des-
pués de la caída del bloque del Este presentados en 1995-1996 como «reformas», sólo eran medios para venir
al final de estas enfermedades de la economía haciéndoselo pagar a la clase obrera y al pueblo oprimido.
Lo primordial aquí, es que todos estos fenómenos, empezando por los ataques a los derechos de los trabajado-
res y los pueblos dependientes, no son los elementos de un periodo «ordinario» de la economía mundial, sino
33
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

el resultado de un periodo y de un proceso particular que han obtenido un cierto grado de madurez. Como he-
mos señalado antes, el período que atravesamos es un periodo condicionado por un movimiento particular del
capital y un viraje particular de la economía. La particularidad del proceso que tenemos ante nuestros ojos está
constituida en primer lugar por un desequilibrio del movimiento de la nueva concentración, centralización y
monopolización del capital(43) y la profundización de la desigualdad y la aceleración de búsqueda de salidas,
y seguidamente por los fenómenos renovados y extendidos por la caída de la Unión Soviética.
En estas condiciones, en las que el capitalismo ha adquirido estas particularidades específicas, el tipo de ame-
naza que pesa sobre las economías, y el instinto que lleva al capitalismo y los países imperialistas a actuar, lo
hemos visto varias veces en el siglo precedente.
El hecho de que no haya hoy una crisis económica de importancia mundial, no impide la particularidad del
proceso y de evolución que vivimos. Los factores de crisis de la economía mundial son evidentes y se pro-
fundizan. La intensificación de la putrefacción, los elementos de estancamiento y la multiplicación de las
fluctuaciones en ciertos sectores, son signos de la crisis que madura. Además, los problemas generados por la
competencia monopolista, son ellos mismos, en ciertas condiciones, los que se convertirán inevitablemente en
«incitadores de crisis». Por otro lado, los desequilibrios agravados por la lucha de poderes han estado siempre
entre las razones más importantes de la aceleración y de la profundización de las crisis. En cuanto a la caída
del «poder de compra» de los obreros y de las masas trabajadoras, está sin ningún género de dudas más que
nunca de actualidad en tanto que base y causa de la explosión de la sobreproducción aquí y allá.
También es verdad, que el capital «ensancha»(44) sus «posibilidades de lucha y de resistencia contra la cri-
sis» con medidas como «el trabajo flexible-producción flexible» y transformando a los países dependientes en
«receptores de crisis», etc. Pero, incluso si esta situación le proporciona algunas armas contra la crisis, no le
da ningún remedio «mágico» para resolver esas crisis, ni las destrucciones del capitalismo. Por el contrario, es
imposible que las «medidas» como la flexibilización del trabajo y la utilización de los países atrasados como
«receptores de crisis» constituyan siempre «medidas» que sirven al capitalismo. En ciertas condiciones, estas
constituirán inevitablemente armas de doble filo que pueden volverse contra él (45).

Hacia el enfrentamiento y el hundimiento

El capitalismo de hoy, contrariamente a las absurdas afirmaciones liberales, está más que nunca imbricado con
el Estado para convertirse en capitalismo monopolista de Estado. Una de las particularidades que caracteriza
(social y políticamente) a este capitalismo es esto: la oligarquía financiera, que en financiar/sobornar a el
Estado todavía más, no sólo no ha disminuido su control y su influencia política indirecta sobre él, sino que
también ha desnaturalizado la democracia. El capitalismo de hoy es un capitalismo mucho más «maduro» que
el del siglo precedente. En estas condiciones, la agudización de sus contradicciones, su crisis general y todas
las otras particularidades, demuestran su putrefacción.

Incluso si todas sus particularidades no se han discernido todavía y no se han exteriorizado, la evolución del
capitalismo mundial está caracterizado, por una parte, por los estancamientos en la economía y la agravación
de los desequilibrios y por otra, por las crisis económicas y la multiplicación de las señales sobre el «riesgo»
de su propagación. Ante esta evolución, el capitalismo y los grandes países imperialistas no tienen más «armas
eficaces» que «garantizar» el mantenimiento de los ataques contra los trabajadores y los pueblos de los países
dependientes.

Ampliar cada vez más el movimiento de transferencia de fortunas de las clases inferiores a las clases supe-
riores y de los países dependientes a los países desarrollados, es la única «posibilidad» en manos del capital
y del imperialismo. Esto significa que el capitalismo asigna a la clase obrera, a la masa de trabajadores y de
los países dependientes el llevar todo el peso de las destrucciones y de las ruinas. O como ha sido infinidad de
veces demostrado en el siglo pasado, esto no es ni una real «posibilidad» ni una real «solución».

Incluso si la clase obrera y la masa de trabajadores aceptan pagar las cargas que les han sido asignadas, es
imposible que el capitalismo se libere de los desequilibrios cada vez más violentos, de las crisis y de la des-

34
La situación internacional y nuestras tareas

composición, y desarrolle una línea de crecimiento continuo. Por otro lado, los trabajadores, los pueblos opri-
midos, no se resignan «indefinidamente» a los ataques del capital y del imperialismo. La lucha y la revuelta de
las masas populares contra los ataques y las opresiones de las que son víctimas, no han podido ser impedidas
nunca en ninguna parte. Podemos afirmar que «el consentimiento» y la «fuerza de paciencia» (46) de los
obreros y los trabajadores se acabarán un día.
El periodo de quince años llamado «el nuevo orden mundial» fue aquel en el que los ataques contra los obreros
y masas trabajadoras se intensificó y aumentó su explotación. Se puede ver en todas partes, el deterioro de la
vida de las capas inferiores de los países dependientes. La primera consecuencia de la obstrucción y de la rup-
tura del drenaje de las fortunas de las capas inferiores hacia las superiores y de los países dependientes hacia
los desarrollados, será la aceleración de los enfrentamientos y de la agresión entre los grandes países impe-
rialistas. Sea cual sea el estado de su situación y las dificultades que encuentre, la progresión del movimiento
obrero y popular de todos los países atrasados o desarrollados, será inevitable así como el ajustar las cuentas
con el capital y el imperialismo.

Por otro lado, el hecho de que el mundo capitalista se encamine hacia el hundimiento no significa ciertamente
que cada crisis y cada golpe económico que reciba, provocarán movimientos obreros y populares serios, y
que cada reacción de los trabajadores se manifestará mediante «revueltas». Mientras que la clase obrera y los
pueblos muestren debilidades, y el capitalismo las utilice con habilidad, no habrá ninguna crisis y ninguna
dificultad que estos últimos no puedan remontar. Por el contrario, es inevitable que cada «medida» tomada
para rebasar una crisis sea más destructora, y que cada derrota sea la ocasión para las luchas posteriores de
ser más experimentadas, más combativas y más resistentes. No es posible rebasar completamente una cri-
sis y mantener la estabilidad periódica de las economías, etc. Pero para el capitalismo, no puede existir una
estabilidad general y «un jardín de rosas sin espinas» donde podrán llevar sus ataques unilateralmente. Las
crisis económicas, la putrefacción, el caos político, las luchas y los enfrentamientos ampliados y cada vez más
violentos son inevitables.

Por una parte, el movimiento de la clase obrera y popular que progresa y se orienta hacia enfrentamientos deci-
sivos con el capital y el imperialismo, de otra la competencia y la lucha que se exacerban, entre los monopolios
y los países imperialistas, paralelamente al progreso de la lucha de la clase obrera y popular.
Sea cual sea el punto de vista que se adopte ante las crisis que surjan en la economía mundial, son inevitables
los enfrentamientos comenzados en tal o cual sector, en tal o cual país, ampliándose rápidamente hacia los
otros sectores o países. El proceso de concentración y de centralización de capital alimenta, engrandece y
multiplica las razones para transformar las crisis en reacciones violentas y los acontecimientos en crisis políti-
cas. Evitar definitivamente los enfrentamientos y la violencia que llevan a crisis políticas provocando grandes
transformaciones profundas es imposible para el capitalismo y los países imperialistas
Los hechos demuestran que las contradicciones internas del mundo capitalista e imperialista, se agudizan
como «elementos detonantes» La polarización entre las clases, los países y las fuerzas opuestas se clarifica
y las discordias y las luchas entre estos últimos se desarrollan. El capitalismo y el imperialismo, al llamar la
atención sobre los elementos crecientes que anuncian una crisis general, han entrado desde ahora en la vía del
hundimiento y se dirigen hacia su desaparición. Incluso si el grado de desarrollo y las condiciones son diferen-
tes, el rumbo tomado por el capital y el imperialismo es idéntico al que ha llevado a grandes acontecimientos
en el curso de la primera mitad del siglo precedente. Independientemente de la forma que tome, el mundo
capitalista e imperialista no tiene otro futuro que el de hundirse y retirarse de la historia por enfrentamientos
y guerras, por grandes revueltas y transformaciones.
Ya sea por una nueva guerra mundial que aplaste las guerras revolucionarias y las revoluciones, o por una
revolución que impida o ponga fin a la guerra, inevitablemente el capitalismo se hundirá, se retirará de la es-
cena, dejará su lugar al socialismo. Pero es imposible prever al día de hoy si esta transformación social llegará
después de una guerra salvaje que lleve al mundo a la destrucción o impidiendo y destruyendo las fuerzas de
la guerra. Por el contrario, es posible que las tropas de la clase obrera del país que se va a constituir a través
de las crisis y de las luchas como un eslabón débil, rechacen a los provocadores de la guerra y tomen de una
manera determinada el poder del Estado asimilando todas las experiencias históricas del movimiento. No hay
ninguna razón para dudar sobre el hecho de que las tropas del ejército de la clase obrera, de tal o cual país,
asuman plenamente sus responsabilidades ante el mundo capitalista que no ha sacado ninguna lección de la
35
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

salvajada del siglo precedente.


El mundo evoluciona lentamente en el sentido de una nueva etapa de la crisis general del capitalismo, lo que
significa la ruptura de la cadena imperialista por los eslabones débiles y la aparición del socialismo como una
alternativa concreta, viva. Esto es cierto, pero no es lo más importante aquí. Lo más importante es saber si
la clase obrera y los pueblos de los países dependientes serán condenados a derrotas «eternas», mientras que
luchen; o bien conseguirán avanzar utilizando las posibilidades y las dinámicas del movimiento con el fin de
rechazar las dificultades con las menos pérdidas posibles. Esta es la cuestión determinante del momento. La
importancia de la posición que tomen la clase obrera y las fuerzas progresistas, y la respuesta que den a cues-
tión tan crucial, puede ser decisiva.

36
La situación internacional y nuestras tareas

Capítulo III

La clase obrera y sus tareas

La derrota sufrida por la clase obrera ha sido de magnitud extraordinaria. Así, paralelamente a sus ataques
económicos y políticos, el capital internacional ha tenido la posibilidad de desatar un ataque ideológico de
amplitud todavía mayor. El eje central de este ataque ideológico, estaba orientada en principio, hacia los
conceptos y las ideas del partido independiente, de la revolución y del poder de la clase obrera. Pero se ha
comprobado rápidamente que el capital no conoce ningún límite y que el ataque se extiende a la negación del
papel del proletariado en tanto que clase revolucionaria fundamental, y a la negación misma de la existencia
de la clase obrera.
La identificación del socialismo con la destrucción de la Unión soviética y del Bloque del Este, y la crítica
sobre «la incapacidad tecnológica» del socialismo, es otra cosa. El ataque que consiste en negar el papel de
la clase obrera, se apoya sobre la teoría burguesa de la «revolución técnica» y sus resultados. La idea central
de la propaganda de las corrientes políticas del capital, que se presentan bajo etiquetas de conservador, libe-
ral o «socialista», es que la revolución técnica ha sobrepasado todos los dominios, los límites de la sociedad
industrial, que ya la ha transformado en una sociedad de información que representa la etapa post-industrial
de la humanidad. Según esta teoría, la clase obrera, en tanto que clase fundamental, pertenece a la historia.
Aunque continúa teniendo una población numerosa, no hay actualmente un lugar esencial para esta clase en
la «sociedad de la información» ya que ella no representa ya más que una masa y un elemento anónimo en la
producción.
Resumiendo: de todas las teorías sobre «la revolución científica y técnica» y sobre «la sociedad de la informa-
ción», hay dos conclusiones fundamentales se extraer sobre la clase obrera y su papel en la sociedad:
a) «La producción del trabajo no material y de la información (etc.)» ha sobrepasado a «la produc
ción material e industrial» y por ello se ha convertido en la «forma de trabajo dominante» que
define y dirige todas las relaciones sociales.
b) Hay una nueva «división del trabajo», la organización del trabajo ha registrado modificaciones
radicales (es lo que se llama el paso del «fordismo» al «posfordismo»).
El primer argumento es presentado como la prueba de la desaparición de la clase obrera en tanto que clase
fundamental y de la pérdida de su papel determinante en la sociedad. Y en el segundo argumento, se han en-
contrado las razones de la desintegración y desorganizaciones de clase. Aunque haya habido diferencias de
tono, todas las corrientes ideológicas burguesas se apoyan sobre esta «doble transformación» para avanzar y
defender sus tesis.

Así se lanza la idea de que, gracias a las nuevas relaciones creadas por el trabajo no material y a la «nueva
división del trabajo», el capitalismo ha encontrado por fin la dinámica que excluye la lucha de clases y la
posibilidad de una revolución. La modificación de la forma de trabajo dominante y de la división del trabajo,
comportaría una modificación en la misma estructura de la clase obrera, que perdería la posibilidad de organi-
zarse en tanto que clase independiente. La lucha por levantar una nueva sociedad sobre las ruinas de la vieja
sería algo insensato.
La armonía y la conciliación con el capital, llevaría a los obreros a competir entre ellos en tanto que indivi-
duos pertenecientes a diferentes empresas. ¡He aquí el lugar de los obreros en la producción y su responsabili-
dad hacia la sociedad en la «época de la informática»! Así no hay ninguna oposición entre esas teorías sobre la
«superioridad del trabajo no material», sobre la «división del trabajo», sobre la «desintegración, disminución
y pérdida de importancia de la clase obrera» y se presentan como «teorías intocables»(47) que caracterizan
la actualidad y el futuro, teorías difundidas por los círculos ideológicos burgueses ya sean conservadores,
socialistas o socialdemócratas (48) La manipulación es palpable: pérdida de las conquistas de la revolución
37
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

científica y técnica, y la teorización unilateral de la derrota de la clase obrera. Reemplazo de lo fundamental,


de lo determinante y característico, por aquello que es secundario, condicionado, pasajero. Estas ideas lan-
zadas en el debate y elevadas voluntariamente al nivel de «corriente teórica» están basadas sobre esta doble
falsificación, fácil de entender. El que esta manipulación haya motivado fuertes ilusiones en el mundo, puede
ser explicado por la actitud de algunos partidos «comunistas» que han dirigido durante largo tiempo el movi-
miento y que han considerado estas teorías «idénticas al socialismo».

Desarrollo técnico,
ciertas cuestiones ligadas a la clase obrera

Si se toman los datos de estos 15-20 últimos años, son hechos incuestionables:
a) el volumen de la masa activa de la clase obrera ha conocido un cierto «retraimiento» en los países
avanzados.
b) Las formas del trabajo precario, de préstamo laboral, el tiempo parcial, etc., se han propagado rápi
damente, al mismo tiempo que las teorías sobre el fin de la clase obrera.
Dejemos de lado las demagogias sobre el fin de la clase obrera, pero aun así, la «revolución técnica y cien-
tífica» no es la causa de este retraimiento de la clase obrera, ni de la aceleración de estas nuevas formas de
trabajo. Las causas se han de buscar ante todo en la derrota general de la clase obrera, de la intensificación del
trabajo, de la prolongación del tiempo absoluto de trabajo, mientras que el nivel de productividad conseguido
gracias al progreso tecnológico, puede permitir reducir el tiempo de trabajo cotidiano a 6 o incluso 5 horas con
un ritmo de 5 días de trabajo por semana. Es pues, un error trágico buscar las causas del lado de la «revolución
tecnológica»
El progreso científico y técnico significa el reemplazo progresivo del hombre por la máquina y una necesidad
menor de mano de obra obrera. Pero al mismo tiempo este progreso es portador de la posibilidad de creación
de nuevas ramas industriales y de empleos, así como de la aparición de necesidades nuevas (reales o inventa-
das). Esto significa un estímulo a la tendencia del crecimiento de la población trabajadora (49). Es decir, si una
crisis u otros factores importantes no rompen este impulso, es incuestionable que la masa activa de la clase
obrera crecerá (50) con la influencia, por una parte, del desarrollo de las economías, y por otra, por el ascenso
y las conquistas del movimiento obrero. Lejos de ser una prueba de la desintegración moderna y «obligatoria»,
éstas son formas primitivas típicas del capitalismo (51). Desaparecerán (52) con el avance del movimiento
obrero. El reemplazo de estas formas primitivas por el trabajo moderno convencional es resultado de la línea
histórica de la evolución.
Así pues, estos dos fenómenos ligados a la situación de la clase obrera, no tienen nada que ver con la “revo-
lución científica y técnica”. Aparecieron en condiciones de la lucha de clases favorables al capital. El único
lazo que se puede encontrar con la “revolución científica y técnica” es que el capital internacional ha sabido
utilizar con gran habilidad las posibilidades surgidas con la tecnología.

Revolución técnica
y crecimiento de la clase obrera

Es absurdo pensar que con la «revolución técnica y científica» y el progreso en la ciencia y la técnica, la clase
obrera perderá su importancia, disminuirá y desaparecerá. El progreso técnico efectuado bajo la dominación
del capital, significa la aceleración del desarrollo capitalista, la acumulación y centralización del capital y,
asimismo, concentración de la apropiación en la sociedad. A pesar del efecto retardatario de la exportación del
capital, este fenómeno es válido también para los países avanzados donde el capitalismo está ya lo bastante
desarrollado. La aplicación cada vez más intensa de la electrónica en la industria, en los transportes, comuni-
caciones (y en la sociedad) ha favorecido la multiplicación de las quiebras de las pequeñas empresas indus-
triales, comerciales y agrícolas. Estas oleadas de quiebras empresariales muestran el grado de crecimiento y
de centralización del capital, apoyándose en la apropiación de las clases intermedias, pero también el grado de
intensificación de la proletarización (53) en estos países. Los datos sobre la apropiación, el paro y la pobreza,
muestran que la clase obrera, en estos países, crece más rápidamente y en proporciones más importantes en
38
La situación internacional y nuestras tareas

comparación con los quince años precedentes.


A pesar de algunas especificidades y del retraso, el crecimiento de la clase obrera sigue el mismo camino en
los países dependientes. En estos países, la dispersión y la fragmentación del campesinado; la bancarrota y
la aniquilación de las capas pequeñas y medias de los pueblos y del campo, son vividas de forma bastante
más acelerada y violenta, sobre todo después de los años 1980. Junto al incremento de la explotación de los
obreros, la ruina y la expropiación entre las capas de pequeños propietarios se ha llevado a cabo de forma ca-
tastrófica. Estos países «esencialmente campesinos» en los años 1970, se convirtieron en «países de mano de
obra libre» en los que circulan masas trabajadoras activas, pero también desocupadas. Sin duda, la situación
de estos países no es en absoluto comparable a la de los períodos anteriores. Estos países están ahora ligados
al imperialismo y al mercado mundial, hasta en sus comarcas más alejadas. Los veinte últimos años han visto
un desarrollo sin precedentes del capitalismo y de la clase obrera en estos países.
El primer resultado que se deriva de todo esto es que la industria moderna, como de costumbre desde hace un
siglo y medio, empuja al capital y a las masas trabajadoras de un sector a otro y continúa alterando el orden so-
cial. No dejar que nada permanezca estable, buscar el máximo beneficio al precio de arruinar sectores enteros,
expropiar siempre a los trabajadores, llevar a la quiebra a capas de pequeños propietarios que intentan recons-
truirse, no dejar nada fuera del campo de actividad del capital financiero y de los monopolios... Capitalismo
significa siempre una división de la sociedad en dos clases antagónicas, que son la burguesía y la clase obrera,
y la dominación sobre la sociedad, a partir de esta división. Además, de una parte asistimos a la concentración
y la centralización del capital; de otra, a la fragmentación de las capas intermedias, que nutren cada año por
millones las filas de la clase obrera.
La tesis según la cual la producción industrial y el trabajo obrero han perdido su importancia, frente a la pro-
ducción y el trabajo no material, es una mentira habitual que no tiene nada que ver con la «técnica» ni con la
«ciencia». Evidentemente, «la producción y el trabajo no material»(54) no dejan de tener su efecto e impor-
tancia. Pero está claro qué es lo fundamental y la fuerza motriz para el desarrollo de la ciencia y la técnica. Sin
la producción material y el trabajo concreto (trabajo manual) que lleva a cabo esta producción, ni la produc-
ción ni el trabajo no material (el trabajo intelectual) son posibles bajo el capitalismo. Toda la «producción no
material», incluida la tecnología, la producción de la información, del pensamiento, de la imagen, etc. es una
producción destinada a favorecer una idea trucada de los hechos y a facilitar la realización y la intensificación
de la explotación capitalista. Es evidente que las capas que llevan a cabo esta «producción no material» son
financiadas y alimentadas por la producción industrial (por la clase obrera), como también lo son todos los
capitalistas.
La dominación del capital no descansa sobre la «producción de los conocimientos, de la información, de la
imagen, etc.», sino que realmente se apoya sobre el monopolio de los medios de producción utilizados para
satisfacer las necesidades materiales de la sociedad. Es absurdo referirse al monopolio del capital sobre los
«conocimientos, informaciones, imágenes, etc.», sin que haya monopolio industrial. Como se puede compro-
bar fácilmente, la dominación del capital financiero persiste, también hoy, gracias a su monopolio sobre la
producción industrial. Así pues, la clase productora fundamental (55) y determinante es claramente la clase
obrera, que se nutre constantemente con los elementos llegados especialmente de los sectores de «producción
no material»(56) .
La clase obrera es la única clase que hace crecer el capital con su trabajo, que se reproduce produciendo, que
se incrementa en tanto que clase y que aumenta su peso y su importancia. La clase obrera queda siempre como
el producto particular del capital, que no puede en ningún caso existir sin ella.
Por un lado, la burguesía capitalista con sus profesores vendidos hasta el alma, sus genios y especialistas, sus
arrogantes directores generales, sus intelectuales y periodistas corruptos, sus estrellas de la farándula y otros
sirvientes. Del otro lado, la clase obrera, cuyo núcleo está constituido por el proletariado industrial, pero que
engloba asimismo amplias masas de parados y de trabajadores de los sectores de los servicios y de la agri-
cultura. A pesar de todas las tentativas por sofocarla, la contradicción fundamental de la sociedad capitalista
permanece, en lo esencial, como la del siglo pasado. La agresividad del capital y el combate de la clase obrera
contra esta agresividad testimonian esta contradicción y polarización.
Evidentemente, esta contradicción y polarización no se han mantenido al mismo nivel del siglo pasado. La
contradicción entre la tendencia del capital a «incrementar la producción sin límite alguno» y a «poner una
barrera específica a este desarrollo» (57) se ha hecho demasiado madura. Las contradicciones múltiples del

39
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

capitalismo son mucho más agudas. El crecimiento de las fuerzas productivas, la evolución económica y
social, han puesto en evidencia el carácter destructivo del capitalismo y su incapacidad de acompañar esta
evolución.

Carácter de la clase obrera y su capacidad de lucha

El carácter y la capacidad revolucionaria de la clase obrera no provienen de una teoría o de una ideología; son
el resultado de su lugar en la producción, de su posición en relación con los medios de producción y de su
organización sobre la base de la industria mecánica. La clase obrera, clase fundamental y creadora de todas
las riquezas, es una clase sin propiedad (58) que «no tiene nada que perder sino sus cadenas». Su objetivo y
su papel ante la sociedad, está directamente ligado al lugar y la posición que ocupa en la producción social y
frente a los medios de producción. Es decir que la naturaleza, la capacidad, el objetivo y el papel histórico de
la clase obrera, se asientan sobre bases objetivas (59) . No desaparecen ni se modifican por la simple voluntad
o por el sesgo de una teoría cualquiera.
La clase obrera es la única clase —gracias, especialmente, a la revolución técnica— en el mundo que muestra
un crecimiento sin interrupción. Este es un hecho indiscutible. Pero lo significativo de la revolución técnica y
científica para la clase obrera no es sólo la aceleración del proceso de proletarización y la ampliación de sus
filas. Una nueva separación entre un puñado de obreros altamente especializados y la masa general (asimismo
cualificada) de los obreros, la estandarización del trabajo en tanto que “trabajo de los obreros no cualificados”
(ya que el perfeccionamiento de la maquinaria favorece el proceso de simplificación del trabajo) es inevitable.
Esto significa un “encogimiento” de la capa aristocrática en el seno de la clase obrera, un desdibujarse de las
fronteras profesionales y una mayor homogeneización, a pesar de la aparición de nuevos sectores y la llegada
de trabajadores que provienen de la «producción no material». Es decir, que la clase obrera no sólo crece en
masa, sino que refuerza también su carácter de clase y su homogeneidad, paralelamente al desarrollo técnico
y a la intensificación del capitalismo. Independientemente de los obstáculos y debilidades creados por las
«formas de trabajo» ya indicadas, hoy la clase obrera es una clase más madura, con una capacidad de combate
superior. No hay ninguna fuerza que pueda impedirle luchar con una mayor capacidad contra los obstáculos
que puedan interponérsele.
El lugar que ocupa en la producción y frente a los medios de producción pone, inevitablemente, a la clase
obrera en el centro de la sociedad. De ahí que sea ella la fuerza fundamental y que lidere la evolución y trans-
formación social. Su lucha contra el capital es el origen de todo progreso, desarrollo y cambio. La agudización
de las contradicciones entre la burguesía y la clase obrera (entre el capital y el trabajo), la lucha creciente de
la clase obrera contra el capital, la transformación de la lucha en una revolución capaz de liquidar al capital,
pasando por diferentes etapas, derrotas, victorias, etc.: el último siglo (con sus revoluciones victoriosas, y
también con derrotas en varios países) ha probado a todos esta realidad simple e ineluctable.
La derrota de la nueva civilización (socialismo) construida con la Revolución de Octubre y propagada por el
territorio de un tercio del globo después de la Segunda Guerra Mundial, no significa que la clase obrera vaya
a abandonar su papel histórico a los «asalariados», a los productores de la información, de la imagen, ni que
vaya a obedecer eternamente al capital. A pesar de los duros golpes que representan, las derrotas son, al mismo
tiempo, los puntos de partida de «nuevas iniciativas». Las luchas de estos últimos quince años prueban que la
clase obrera está en el centro de todas las miradas, desde el momento en que se pone en marcha. Es la clase
que está de algún modo condenada por el capital mismo a hacer la revolución que salvará, con ella, a todos
los oprimidos.

40
La situación internacional y nuestras tareas

-A-

La revolución proletaria,
una revolución mundial

La orientación del movimiento obrero hacia una revolución y hacia una victoria de la revolución frente al
capital es inevitable. La contradicción entre el capital y el trabajo hace inevitable la lucha de los obreros
contra el capital y el crecimiento de esta lucha hasta la ruptura de las cadenas. Esta contradicción constituye
el fundamento de la sociedad capitalista. No será resuelta sin una revolución que derribe el capital, lleve a la
clase obrera al poder y suprima para siempre el marco propicio para el nacimiento de esta contradicción. Para
salvar las fuerzas productoras de la destrucción e impedir que la sociedad se desplome bajo las rencillas, es
necesario resolver mediante una revolución esta contradicción y las divisiones de clase que comporta. Esta
necesidad exige el desarrollo del movimiento obrero, la preparación de los aliados y su transformación hacia
la revolución.
Las tesis que pretenden la imposibilidad y la inutilidad de la revolución son como mínimo absurdas. El capi-
talismo de hoy es un capitalismo que tarda en ser derrocado, un capitalismo excesivamente maduro que debe
ceder su lugar al socialismo. El desarrollo de las fuerzas productivas, la socialización de la producción y de la
información se encuentran en un punto tal, que la anticuada cáscara sostenida por la fuerza de la demagogia
ya no puede retener eternamente las fuerzas productivas. La clase obrera, al contrario que el siglo pasado, es
una clase alfabetizada, con un cierto nivel de desarrollo cultural y un serio capital de experiencia adquirido en
procesos dolorosos.
En resumen, la revolución es hoy una necesidad más urgente que nunca y una necesidad inevitable. El pro-
greso humano, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el nivel educativo, de cultura y de experiencia
de la clase obrera son otros tantos elementos que indican que las revoluciones estallarán sobre una posición
más avanzada que las del siglo pasado. No hay duda de que la clase obrera actúa con una inteligencia revolu-
cionaria, utiliza plenamente las posibilidades creadas por la socialización del conocimiento y de las reservas
producida por el imperialismo. Evidentemente, la revolución y la victoria de la revolución no llegará por sí
sola ni fácilmente. Para ello, la unión sin fisuras de la masa general de la clase obrera en tanto que partido
revolucionario independiente, es una necesidad absoluta.
Por otra parte, el proceso de mundialización favorece una profunda relación de las distintas economías en el
seno de la economía mundial, sobre una base más amplia que antes. Es decir, que las características y las obli-
gaciones internacionales del movimiento obrero en tanto que movimiento, y de la clase obrera en tanto que
clase, cobran mayor importancia en relación con el período precedente. Lo único que ha «cambiado», con la
profundización del proceso de mundialización, es la lucha en cada uno de los países —puesto que el terreno de
las luchas y de las revoluciones continúa siendo nacional—, la solidaridad y la conexión cada vez más estrecha
del destino de la revolución con el movimiento internacional, con el avance de la revolución a nivel mundial.
El hecho de que el capitalismo sea un sistema mundial y que la revolución alcance sus objetivos finales sólo
con la victoria de la clase obrera a nivel internacional, es una realidad incontestable probada por los hechos.
La burguesía es una clase dominante a nivel internacional, y su posición frente a la clase obrera lo es a escala
internacional. Esto hace que la revolución sea una revolución mundial y que la clase obrera, que se encuentra
sobre el mismo terreno, deba asimismo, obligatoriamente, situarse, organizarse mundialmente. Aparte de sus
otras organizaciones internacionales, la clase obrera mundial debe organizarse en tanto que partido mundial,
como lo hace a escala de cada país. Esto es una necesidad no sólo por la solidaridad entre los países, sino tam-
bién para asegurar el desarrollo del movimiento sobre la base de una línea común de la revolución mundial.
La historia de la organización política de la clase obrera mundial comprende las tres Internacionales y la
Kominform, que se desintegró —antes incluso de tomar una forma completa— a causa de la degeneración
revisionista del movimiento. Pero las tentativas de organización en nombre de la clase obrera han proseguido,
incluso durante el largo período de dominación de la degeneración revisionista y del desplome organizativo.
Todo el mundo sabe que el actual Movimiento Comunista Internacional (MCI) fue construido por partidos y
41
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

organizaciones que lucharon contra la degeneración revisionista, contra el maoísmo y otras corrientes peque-
ñoburguesas; y que se edificaron en esta lucha.
Por lo demás, el trabajo internacional en nombre de la clase obrera no se interrumpió durante el período que
abocó a la desintegración y la dispersión de la Unión Soviética y del Bloque del Este. Las actividades interna-
cionales de los partidos y organizaciones miembros del MCI y de las iniciativas de organización relanzadas a
partir de la Conferencia de Quito en 1994, son iniciativas que hallan sus raíces en las crecientes obligaciones
internacionales del movimiento, en la tendencia de la clase a organizarse mundialmente y del hecho del carác-
ter internacional de la revolución. Este trabajo mejorará, sin duda, aumentando las actividades y la credibili-
dad del Movimiento, así como aumentando el número de los partidos y organizaciones miembros.
1. El Movimiento Comunista Internacional es el heredero de la historia de la clase obrera mundial, de
la Revolución de Octubre y de la construcción del socialismo. Esta herencia fundamenta su base histórica en
todas las Internacionales (el período revolucionario de la II Internacional y la Kominform) creada a partir del
Manifiesto Comunista. El socialismo científico (proletario), es decir el marxismo-leninismo, es el fundamento
de la línea general de este Movimiento. El hecho fundamental que forma lo esencial de esa línea (y de los par-
tidos y organizaciones que lo componen) es que se basa firmemente en la clase obrera. El Movimiento (y los
partidos que lo componen) no puede permitirse apoyarse esencialmente sobre sectores como los «asalariados»
o el «pueblo», que engloba también a los pequeños propietarios, o sobre las categorías que llevan a cabo, por
ejemplo, una «producción no material», si bien no permanece insensible a ellos ni a sus problemas.
2.La constitución del marxismo-leninismo como «fundamento de la línea general» del Movimiento
significa, ante todo, la asimilación de las teorías de Marx, Engels, Lenin, Stalin, y de la cultura socialista enri-
quecida a lo largo de la historia de la lucha. Pero esta asimilación no significa en absoluto permanecer anclados
en lo que se produjo en el pasado, o tomarlo todo al pie de la letra. El marxismo-leninismo no es «un dogma
acabado» o «un sistema cerrado». Adquiere su significación en tanto que aporta una explicación al declive del
imperialismo y sobre la victoria del socialismo y de la clase obrera.
La experiencia demuestra que el marxismo-leninismo (el materialismo histórico y dialéctico) se desarrolla
sólo a través del análisis de todos los hechos en cada etapa del capitalismo, con la crítica y la condena de las
teorías capitalistas. Se enriquece gracias al combate contra las desviaciones que se producen en su seno o en el
seno del movimiento obrero. El marxismo-leninismo es una «guía para la acción», que muestra el camino de la
práctica y obtiene lecciones para la práctica. El movimiento comunista internacional y los partidos miembros
actúan según el punto de vista del materialismo histórico y dialéctico y tienen como primera tarea el conside-
rar y mantener la teoría marxista-leninista por encima del conjunto de las teorías sociales. Este enfoque y las
responsabilidades teóricas que le incumben son la principal y única garantía, para el movimiento comunista
internacional, de su apego a la clase obrera, no de una forma cualquiera, sino de manera revolucionaria (so-
cialista científica).
3.Una de las tareas más importantes del MCI consiste en defender, de nuevo, el materialismo dialéctico
e histórico (el m-l); en sostener a sus partidos y organizaciones miembros para luchar, por todos los medios,
por que el materialismo dialéctico e histórico se difunda por el mundo y que devenga una fuerza creciente en-
tre los obreros avanzados. Apoyar las luchas de los pueblos contra el imperialismo y la de la clase obrera con-
tra el capital, la solidaridad entre las dos formas de lucha, animar las actividades, el compartir e intercambiar
experiencias entre los partidos y organizaciones miembros; apoyar los esfuerzos de organización en los países
donde el movimiento no esté representado... He aquí el contenido de las tareas que el Movimiento, los partidos
y organizaciones hermanos se fijaron. La garantía del avance del Movimiento está ligado al cumplimiento de
las tareas acordadas por la instancia fundamental de decisión, que son las conferencias, y a la participación
efectiva de cada partido y organización en la ejecución de estas tareas, en estrecha colaboración con el Comité
de Coordinación.
4.El Movimiento Comunista Internacional, con su capacidad de representación, su composición y su
estructura actual, no es el partido mundial de la clase obrera, luego no es una Internacional. En tanto que co-
rriente teórica y movimiento político, expresa el objetivo de emancipación de la clase obrera, la perspectiva
de solidaridad de los destacamentos avanzados, el espíritu de iniciativa y de conciencia. La perspectiva del
Movimiento Internacional, como la de los partidos y organizaciones que lo componen, es la perspectiva de
la revolución mundial, que prevé la dominación mundial de la clase obrera. Esto significa una nueva Interna-
cional, que represente al menos a los sectores más avanzados de la clase obrera del mundo. La tarea central
fundamental de este Movimiento es construir esta Internacional. Como una revolución no es nunca la copia
42
La situación internacional y nuestras tareas

de otra, una tal Internacional que represente no sólo teórica e ideológicamente, sino también a nivel organiza-
tivo, a la clase obrera mundial, no será en absoluto la repetición de las viejas Internacionales. La vía para su
construcción y la forma que tomará dependerá, principalmente, del proceso de desarrollo socialista masivo del
movimiento en los grandes países y de las posibilidades que se abran, las necesidades que se creen por este
desarrollo.
Reunir las fuerzas de la clase obrera sobre una línea común, organizarlas y movilizarlas son palabras vacías,
sin tener en perspectiva la construcción de la Internacional. Un progreso real no es posible si se ignora la re-
lación orgánica existente entre el desarrollo de la revolución y del movimiento obrero en cada país y el curso
de su desarrollo a nivel mundial.
Al crear el mercado mundial, la burguesía internacional desencadenó la época de la revolución mundial, la
época durante la cual las revoluciones se han convertido en eslabones de un único proceso revolucionario. El
papel histórico de la clase obrera es hacer la necesaria revolución, es sacar de la vida de la humanidad términos
como la división en clases, la lucha de clases y la revolución. Una época de desarrollo libre, sin explotación,
sin opresión... La dominación mundial de la clase obrera es el último giro de timón para la humanidad antes
de la liquidación de todas las clases y diferenciaciones de clase, antes de la liberación final y definitiva.

-B-

Concepto de revolución y línea de acción

Si bien la clase obrera de cada país es parte integrante de la clase obrera mundial, tiene un «carácter nacional»,
incluso fuera del sentido burgués del término. «Tomar el poder, convertirse en clase dirigente de la nación»
y «convertirse en la nación misma» son los objetivos primeros que esta clase no abandonará jamás. La clase
obrera debe hacer la revolución y tomar el poder en su país.
El hecho de que la revolución proletaria sea una revolución mundial no dispensa a la clase obrera de tomar el
poder y de organizarse en tanto que nación en su país. Incluso si pensáramos que la revolución será realizada
en todo el mundo al mismo tiempo (lo cual es imposible), la primera tarea de cada unidad de la clase obrera
sería «tomar el poder» en su país y «transformarse en nación».
Pero no podemos hablar siquiera de la posibilidad de la revolución al mismo tiempo en el mundo. A pesar de
las dimensiones que tome la mundialización de las economías, no se puede esperar una revolución mundial en
cadena o de una sola vez. El proceso que vivimos no nos ofrece datos a favor de una serie de «revoluciones en
cascada» en el mundo. Al contrario, los hechos prueban que hay factores de desarrollo desigual muy activos
y crecientes.
La posibilidad de la revolución en un solo país, ruptura de la cadena imperialista por el eslabón más débil, re-
volución en uno o varios países, la toma del poder golpe a golpe frente al imperialismo y al capital internacio-
nal... Tal será la línea de conducta de la revolución. El deber que se deriva de ello no es descartar la revolución
como hacen quienes preconizan «la lucha global contra la agresión global», sino luchar por la revolución en
el propio país. Es decir, la tarea internacionalista fundamental del partido de clase es considerar la revolución
como parte de la revolución mundial, es movilizar, organizar la clase obrera y el pueblo contra el imperialismo
y el capital, es preparar la revolución de su país.
Es evidente que las derrotas de las revoluciones del pasado siglo han favorecido la degeneración del concepto
mismo de revolución, vaciándolo de todo sentido. No hablamos aquí de la fraseología revolucionaria de los
grupos «izquierdistas» sobre este concepto. Lo que cuenta es la idea que se hagan los obreros avanzados y los
intelectuales progresistas, socialistas: los cambios gubernamentales sobre la base de «proyectos transformado-

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

res» que presentan las formas más primitivas de la democracia como «la democracia participativa avanzada»,
y que predican la armonía y la tolerancia entre el trabajo y el capital... Tal es el concepto de «revolución» de
las corrientes liberal-socialistas que por cierto no quieren siquiera pronunciar la palabra.
¡Un socialismo sin revolución y que no toque los intereses del capital! El concepto de revolución y de socia-
lismo de los partidos de la corriente liberal-socialista, que siguen utilizando el nombre comunista, socialis-
ta, obrero, etc., ha sido experimentado a través de la formación o la participación en los gobiernos de estos
partidos durante los últimos quince años. El resultado constatado tras todas estas experiencias es «el servicio
obligatorio» a los intereses del capital.
Para la clase obrera, la revolución es un movimiento que sirve al derrocamiento del capital y a la instauración
de su dominación de clase. Para un verdadero derrocamiento del capital y un verdadero establecimiento de la
clase obrera en tanto que clase dirigente, no basta en absoluto con entrar en los gobiernos (60) o incluso for-
mar un gobierno. Para ello, es necesario que el poder del Estado sea conquistado por la clase obrera. Es decir
que hoy también, como antes, la cuestión central de la revolución es la cuestión del poder. La conquista del
poder por la clase obrera significa romper el aparato del Estado burgués, reemplazarlo por su propio aparato
de Estado, que no es otra cosa que una nueva organización socio-política de la sociedad.
Durante los siglos precedentes, la aparición de ejemplos como la Comuna de París, los Soviet y las Democra-
cias Populares, en tanto que ejemplo del aparato y del tipo de Estado proletario (61) , no son un azar. No son
el fruto de una preferencia arbitraria, sino la condición sine qua non del establecimiento de la hegemonía de
los obreros.
La revolución proletaria se diferencia fundamentalmente de las revoluciones precedentes, que reemplazaban
una clase explotadora por otra e institucionalizaban la represión sobre las clases trabajadoras a partir de una
nueva base. La revolución proletaria que suprimirá, no sólo la represión burguesa y las clases capitalistas,
sino todas las formas de explotación y de represión, así como todas las clases y diferencias de clase; y es la
que llevará a la humanidad hacia la sociedad sin clases. Esto requiere un movimiento independiente (62) que
conlleve que la clase obrera tome las riendas de su propio destino; un Estado de tipo proletario, que es la ver-
dadera democracia y el medio de dominación para los trabajadores; y los órganos indispensables de este tipo
de Estado. Sin los aparatos del Estado proletario que aparecen al principio como órganos de insurrección (de
destrucción), y que con la victoria devienen instancias de formación donde los obreros aprenden el arte de diri-
gir la sociedad, sería imposible que los obreros derrocasen el capital, que se convirtieran en la clase dominante
y que edificaran el socialismo.
Hoy, y seguramente mañana, será inevitable que el movimiento obrero desemboque en insurrecciones y suble-
vaciones en el curso de su desarrollo; que haga aparecer órganos insurrecciónales o de poder como las comu-
nas, los soviet o los comités (asambleas) populares, una vez que la insurrección estalle. Pero éstos no imitarán
jamás a los órganos de los períodos precedentes; encontrarán quizás, en muchos lugares, nuevas formas con
un contenido más rico. Por el contrario, aparte de la existencia de un movimiento obrero independiente, no hay
ninguna otra garantía de la victoria y de la transformación de estos órganos en órganos del Estado de nuevo
tipo.
Las características de una clase independiente son la movilización por sus propias reivindicaciones, por sus
objetivos de clase y la pretensión de querer liberar a las otras clases trabajadoras. Contrariamente a las otras
clases oprimidas, explotadas, que eran siempre «liberadas» por las clases explotadoras, la liberación de la
clase obrera, expropiada, privada de la experiencia de clase dirigente, sin ningún otro apoyo más que su pro-
pia capacidad, iniciativa, energía y la posibilidad de arrastrar a las otras clases trabajadoras, será «obra de sí
misma». La concepción de la revolución proletaria es la concepción de la «revolución popular», ya que
se basa sobre la vigilancia, la organización, la conducción del movimiento y de la dirección del movimiento
por el pueblo. Esta revolución, concretamente por su enfoque popular, se diferencia de las otras «revoluciones
de las clases superiores» y de su «radicalismo» basado en la amnesia y la utilización de las masas.
1.El Movimiento Comunista Internacional y sus partidos y organizaciones, ven la resolución de todo
tipo de problemas en la adhesión a la lucha de clases de los obreros contra el capital y en el desarrollo de esta
lucha hasta la toma del poder del Estado por la clase obrera. La línea de acción que se caracteriza por la acep-
tación y la combinación de todas las formas de lucha: legal, ilegal, parlamentaria, extraparlamentaria, se con-
creta en la lucha de masas que toma su inspiración en la concepción de la revolución popular. El carácter más
distintivo de esta línea es el desmarcarse completa y abiertamente de «la tradición de las clases superiores», de
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La situación internacional y nuestras tareas

las tendencias parlamentaristas y terroristas, del seguidismo espontaneísta que hay detrás y del aventurerismo
que aísla de las masas.
2.La línea y la concepción de la clase obrera se caracterizan por el objetivo de organizarse como clase
dominante y llegar al poder del Estado, contrariamente a las corrientes liberales, que fantasean con un socia-
lismo sin revolución y que mantenga intactos los intereses del capital. Pero la victoria no vendrá de un solo
golpe, no hay caminos sin trabas para alcanzar los objetivos estratégicos. Para que los obreros avancen hacia
la revolución, es vital tener una actitud táctica, participar en la lucha cotidiana de las masas, recurrir a las for-
mas de organización y de acción con objetivos limitados. Una de las condiciones fundamentales de la lucha de
masas es la existencia de un enfoque táctico, que se basa en el conocimiento actual de la vida corriente y del
movimiento obrero y popular, para determinar sus consignas de agitación y de acción. Sin las tácticas (lo que
significa también romper la cadena por el eslabón más débil), sin los avances y éxitos tácticos, el movimiento
obrero y popular no podrá beneficiarse fructíferamente de sus posibilidades (superar sus debilidades), y la
clase obrera no podrá avanzar hacia sus objetivos estratégicos.
3.El proceso que va hasta el momento del ataque frontal del movimiento obrero y popular contra el
capital, contra el imperialismo, es decir el momento de su transformación en una revolución, está constituido
por períodos tácticos, unas veces interconectados, otro separado por grandes barreras. De la más simple a la
más avanzada, todas las luchas que se llevan a cabo durante este proceso son luchas de preparación, que sirven
para que la clase obrera proteja sus fuerzas en los momentos de derrota y las multiplique durante los períodos
de desarrollo, facilitando y asegurando su unificación para la revolución. La revolución se basa en la compren-
sión y en el espíritu de iniciativa de la clase obrera. «Las masas lo aprenden todo en el curso de sus propias
experiencias», y es sólo en este proceso de instrucción y de educación que la revolución deviene una necesidad
ardiente en la conciencia y en la acción de las masas. Una de las condiciones que determinan la participación
del partido obrero en la lucha de masas es la intención de hacer que las masas se apropien de la idea según la
cual «el aprendizaje se lleva a cabo a través de la propia experiencia».
La clase obrera considera las formas y los métodos de lucha de las clases progresistas, de las clases explotadas
y oprimidas de las épocas precedentes como su propia herencia histórica, si bien las somete a la criba de una
crítica revolucionaria. Los obreros, con la utilización multiforme del arma de la huelga, han contribuido mu-
cho a esta acumulación histórica. Sabrán distinguir, sin duda, las posibilidades que la electrónica les ofrece.
Podrán utilizarla más eficazmente para enriquecer sus métodos, formas y medios de lucha.

-C-

El movimiento obrero y los sindicatos

De forma general, el movimiento obrero es un movimiento sindical. Los ataques de los gobiernos y del capital,
de una parte, y las repercusiones de estos ataques entre los obreros, por otra, muestran que las condiciones para
hacer progresar y ensanchar el movimiento, maduran en el mundo. Pero estos elementos no son los únicos que
determinan la evolución de la situación. Hay también hechos no despreciables que llaman la atención sobre el
reverso de la situación y de la evolución. En efecto, estos hechos prueban particularmente que, para progresar,
el movimiento obrero deberá pasar por estancamientos, derrotas y dificultades.
Las razones y las formas de estos hechos opuestos y las contradicciones en la evolución del movimiento pue-
den ser analizadas. Incluso si estos elementos constituyen carencias importantes en el seno del movimiento,
los hechos opuestos y una evolución contradictoria no pueden ser considerados como razones y factores que
impidan necesariamente el avance y la extensión del movimiento. De forma general, y puede considerarse
como regla, el movimiento obrero progresa al engendrar los medios para superar las carencias y las insuficien-
cias provocadas por la situación real.
Tal y como se ha producido hasta el presente, el movimiento sindical actual (dejemos de lado el del futuro)
podrá progresar en su lucha contra los ataques en los dos ámbitos siguientes (63) y se formará como un movi-
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

miento reuniendo las luchas en estos dos terrenos. De una parte, esta lucha será dirigida contra los gobiernos
que intentan suprimir las conquistas adquiridas; y, de otra parte, contra los patronos que deterioran las condi-
ciones de trabajo. Vista la agresividad de los gobiernos y de los patronos, la lucha de los obreros en estos dos
campos es inevitable a nivel mundial.
.-La lucha a escala de las empresas contra los ataques de la patronal y a escala nacional contra los ata
ques de los gobiernos.
.- La convergencia entre las luchas para progresar mutuamente, ampliación del movimiento a fin de
que los obreros progresen y tender hacia «un verdadero movimiento de la clase».
.-Orientación de todo el movimiento hacia una posición de unidad para salvaguardar la jornada de tra
bajo contra cualquier intento de flexibilización, para reivindicar la jornada de trabajo de 6 horas / 5
días / 30 horas semanales (64) conservando el nivel del salario total.

Una vez que el movimiento obrero se ponga en marcha en el camino de obtener nuevas conquistas, no se
limitará a los problemas sindicales. En una situación tal, frente a las amenazas y las medidas tomadas por la
patronal y los gobiernos (como el cierre de empresas, las deslocalizaciones, la liquidación a causa de la com-
petencia, privatizaciones, etc.), las reivindicaciones obreras como «la confiscación de bienes», «la reducción
de los beneficios», «el control obrero», «las nacionalizaciones» (65) serán inevitables e ineluctables. El de-
sarrollo de la lucha de esta naturaleza en ciertos países importantes significará, para el movimiento obrero, el
comienzo de un nuevo período de progreso.
Incluso si el movimiento pasa la mayor parte del tiempo dando rodeos, y si sus signos no son visibles total-
mente desde el principio, esta posición, conquistada al principio en uno o varios años, será el viraje principal
para su evolución hacia un movimiento político de masas (66) La transformación del movimiento obrero en
un movimiento político de masas significa, ante todo, que la lucha de los pueblos dependientes contra el im-
perialismo se apoyará sobre bases sólidas y que la clase obrera, en sus tentativas contra el Capital, se situará
sobre una nueva conciencia revolucionaria.
Aunque este objetivo parezca lejano, su evolución previsible será:

.-la comprensión y la acción de los obreros avanzados,


.-los datos referidos a la vida de las organizaciones obreras y las tareas que se derivan de éstas, to-
man sin duda una particular importancia. Sobre todo, en el momento en que el movimiento de masas
se desembarace de las concepciones anti-clase entre los obreros avanzados y las divisiones en sus filas.
Pues la masa obrera avanzada y las organizaciones obreras son los pilares sólidos y seguros de la clase obrera y
del pueblo. De todas formas, la situación en la que se encuentran los sindicatos y la masa de obreros avanzados
es un espejo que refleja los problemas importantes del movimiento obrero.

El movimiento obrero sindical


y la masa de obreros avanzados

Todos los partidos burgueses, comenzando por los socialdemócratas y «socialistas», se apoyan sobre las capas
de la aristocracia obrera, compuestas por «obreros burgueses» corrompidos por el capital. La calamidad actual
que afecta a la clase obrera es la destrucción, el engaño y el abatimiento provocados por la burocracia sindical
y la aristocracia obrera organizada en fracciones políticas. En efecto, esta calamidad constituye una desgracia
y es fundamental saber si la clase obrera es capaz o no de utilizar sus aptitudes de organización, de lucha y de
iniciativa en función de las demandas del movimiento obrero.
En primer lugar, las tendencias socialdemócratas y liberales «socialistas» han empujado a una gran mayoría
de los obreros avanzados hacia una línea «apolítica», y han dividido en diferentes fracciones (67) al resto de
los obreros. Aun cuando hay núcleos comunistas en estas fracciones, la correlación de fuerzas, fuera de ciertas
excepciones, es favorable a las tendencias «socialistas» anticlase. La lucha ideológica entre estas fracciones
es inevitable, pero la correlación de fuerzas actual permite a esas tendencias «socialistas» hacer uso de me-
dios considerables a fin de utilizar aquélla en un sentido nefasto. Los ejemplos «de utilización» de esta lucha
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La situación internacional y nuestras tareas

ideológica por estas fracciones «socialistas» y los burócratas sindicales que les respaldan, cuando lo juzgan
necesario, a fin de destruir el frente del movimiento y transformar los sindicatos en una especie de régimen de
estado de sitio son tan numerosos que podríamos considerarlos «ordinarios».
En segundo lugar, las tendencias políticas (de izquierda y de derecha) que se apoyan sobre la aristocracia obre-
ra y la burocracia sindical han transformado cada derrota y cada paso adelante, en maniobras, en engaños y
degeneraciones de los obreros avanzados. Representando la resignación en la dirección del movimiento, favo-
recen el apoliticismo, la fatiga, la confusión, el desinterés crónico y la quiebra del espíritu de iniciativa de los
obreros. Las desmoralizaciones de este género constituyen una erosión de los valores organizativos y morales.
Asimismo, no sólo sirven para transformar las derrotas en onerosas destrucciones, sino que, al propagar un
sentimiento de autosatisfacción tras los éxitos, son utilizadas como cobertura de las tendencias reformistas.
1.-Es necesario que los partidos de la clase obrera luchen sin vacilación contra toda influencia ideoló-
gica burguesa de cualquier género —sea de izquierda o de derecha— entre los obreros avanzados y en particu-
lar contra las concepciones de autosatisfacción que descansan sobre las conquistas adquiridas (el reformismo)
y paralizan el movimiento. Pero la división en fracciones, concepciones y reflejos defectuosos no son el error
particular de la masa de los obreros avanzados. Los partidos obreros dirigen su lucha:
a) Sabiendo que los obreros avanzados se opondrán inevitablemente a las tendencias socialde
mócratas y «socialistas» liberales de las que dependen.
b) Confiando en la fuerza correctora, educadora, unificadora de la masa obrera, en su conduc-
ta de clase y en su buen sentido.
2. Tener, por encima de todos las preocupaciones de lucha ideológica, a unión de los obreros avanza-
dos y de acción, en tanto que garantía de la unidad del movimiento, actuar y hacer de modo que los obreros
aprendan por sus propias experiencias y que las conquistas sean apoyos para hacer progresar el movimiento
obrero, evitar caer en posiciones sectarias frente a grupos de obreros avanzados no organizados o agrupados
en el seno de tendencias diferentes. Sin inclinarse atentamente hacia este enfoque, no es posible prestar ayuda
al movimiento obrero y a los obreros avanzados que se encuentran en la lucha y en la acción.
El progreso del movimiento obrero haciendo avanzar las dinámicas del movimiento, depende directamente de
la iniciativa y la actitud de los obreros avanzados, que se refuerza y se renueva por nuevas y jóvenes fuerzas.
No hay duda de que la actitud y la iniciativa de esta masa avanzada de la clase obrera determinarán la trans-
formación de los sindicatos, el progreso continuo del movimiento sindical, el avance de las reivindicaciones y
su desarrollo en un movimiento político.

Los sindicatos en tanto que organización obrera


y el trabajo sindical

Los sindicatos obreros y las uniones sindicales se convirtieron, después de la primera y especialmente tras la
segunda guerra mundial, en importantes organizaciones de masas en casi todos los países. Además, se orga-
nizaron a nivel internacional. Los sindicatos son centros de lucha y de unión de los obreros contra el capital.
Por el contrario, tras un largo período, estas organizaciones fueron poco a poco burocratizándose en manos
de la burocracia sindical y de la aristocracia obrera. Fuera de algunas pequeñas excepciones en ciertos países,
estas organizaciones ya no son —o están transformándose— un centro de lucha de los obreros y una escuela
que cumpla su papel instructor.
En realidad, el Capital intenta, por el rodeo de la aristocracia, «reorganizar» (68) los sindicatos según el con-
texto, a fin de transformarlos en aparatos de control del movimiento obrero. La confusión y el retroceso que
ha provocado la debilidad en el seno de la clase obrera ha permitido la elaboración de esta transformación.
La existencia de orientaciones como el «sindicalismo de servicios» o «japonés», que vacía los sindicatos en
tanto que organizaciones de lucha de la clase obrera y los pone bajo las órdenes del Capital, no es en absoluto
un azar.
Las condiciones de la derrota y este género de orientaciones han provocado, durante los últimos veinte años,
una pérdida de sindicalización. A pesar de esta situación y de la perfidia sin precedentes de la dirección sindi-
cal, los elementos más experimentados, los más vigilantes de la clase obrera internacional, no han abandonado
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

los sindicatos. Si bien este número es muy inferior al conjunto de su masa general, hay en el mundo más de
200 millones de sindicalistas. Además, los sindicatos constituyen aún un «centro» y una «autoridad» no sólo
para la masa de los trabajadores organizados, sino también, como se puede ver en Francia y en otros países,
sobre las masas no organizadas.
Las luchas de los últimos quince años han mostrado, una vez más, una realidad: los sindicatos constituyen aún
organizaciones irremplazables para los obreros. Aunque algunos manifiesten que los sindicatos son inútiles
en tanto que medios de lucha, todos los sucesos en la vida económica y social muestran, por el contrario, su
necesidad y que su presencia junto a los obreros es más indispensable que nunca. Sin los sindicatos y las orga-
nizaciones sindicales, el desarrollo del movimiento, su progresión, la educación de los obreros con sus propias
experiencias no son posibles.
Si bien los sindicatos son organizaciones de oficios, no son solamente organizaciones para la lucha económi-
ca; por diversas razones (en relación con los cambios en el mundo), la lucha económica se ha acercado cada
vez más a la lucha política y estas organizaciones, como palanca de la lucha política, son hoy cada vez más
importantes. Los sindicatos son las únicas organizaciones capaces de unir y organizar juntas a la masa de los
obreros con los obreros avanzados. El que la burocracia sindical,(69) constituida en parte por las tendencias
locales reaccionarias, y más generalmente por las socialdemócratas y las «socialistas» liberales, sea dominante
en las direcciones de los sindicatos, no contradice en nada esta particularidad de esas organizaciones. Por otra
parte, las iniciativas de los obreros no consisten únicamente en la lucha contra el Capital, sino que también se
hacen bajo la forma de acciones de sindicalización, de conquista de los sindicatos a fin de transformarlos y
reorganizarlos
1. Los sindicatos son centros importantes de lucha y de unión (70) en la lucha de la clase obrera con-
tra al Capital. Conocer los sindicatos con estas características es una necesidad importante, que determina la
posición de las organizaciones y de los partidos M-L y el Movimiento Comunista Internacional frente al mo-
vimiento obrero y la clase obrera. No es cuestión de evocar la ayuda que se pueda aportar a los obreros en su
lucha contra el Capital, sin ponerse a su lado en los sindicatos en los que están organizados. La dominación de
la burocracia no puede alterar la naturaleza de los sindicatos en tanto que organización obrera; tampoco debe
ser una razón para no participar o (71) separarse de ellos.
2. El ámbito económico está dominado por el Capital y, para obtener resultados, es necesario que los
sindicatos extiendan sus luchas al ámbito político. (72)
Liberarse de los límites profesionales (a fin de incluir los problemas de las otras clases trabajadoras, de los
jóvenes, de las mujeres y las cuestiones relacionadas con la destrucción de la naturaleza), y ampliar la lucha
de los obreros contra el Capital sobre bases antiimperialistas y democráticas (con el objetivo de conquistar,
proteger y ampliar los derechos); trabajar para que las cuestiones internacionales de las clases, de los pueblos,
de los países sean las preocupaciones de la lucha de clases de los obreros (73) , son las condiciones esenciales
de una parte para que los sindicatos puedan jugar el papel de palanca política y, por otra parte, para que puedan
progresar y desarrollarse en tanto que organización masiva de clase.
3. De un tiempo a esta parte, la burocracia sindical y la aristocracia obrera ya no dirigen siquiera una
lucha por reivindicaciones que, siendo reformistas, tienen de todos modos un sentido, como puedan ser las lu-
chas por los salarios. En la casi totalidad de las luchas económicas de los últimos quince años, los obreros han
estado obligados a enfrentarse también a estas categorías y a su traición. En el momento actual, la aristocracia
obrera es una categoría totalmente putrefacta y degenerada. La lucha de los obreros contra el Capital debe, más
que nunca, desarrollarse contra estas categorías. Por otra parte, el hecho de que las capas de la clase obrera se
estrechen y que las capas inferiores de la burguesía sean empujadas hacia los obreros, permiten aumentar los
apoyos de la lucha contra la aristocracia obrera y sindical.
4.Al objeto de poder dirigir la lucha económica y llamar la atención de los obreros en el campo de
la lucha política, los sindicatos deben liberarse de las influencias de la burocracia y de la aristocracia obrera,
estar bajo la influencia de los obreros y convertirse en una auténtica organización democrática de la clase
obrera (74) . La lucha de los obreros en los sindicatos es una lucha dirigida a desembarazarse de estas capas
burócratas, y refundirlos en organizaciones dirigidas por la clase obrera, que las une contra el capital. Sin des-
embarazarse de la aristocracia obrera y de la alta burocracia instalada en la cabeza de los sindicatos, no habrá
ningún avance real y exitoso para la lucha sindical y el movimiento de la clase obrera.
5. Hay posibilidades evidentes, para los sindicatos, de deshacerse de la burocracia y de transformarse

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La situación internacional y nuestras tareas

en verdaderas organizaciones obreras. Esas posibilidades han de ser buscadas en los hechos impuestos por la
lucha de clases conducida por los obreros contra el capital:
a) Aunque su número disminuya a medida que se asciende en la jerarquía, los obreros han ad
quirido, en varios países, puestos en los sindicatos, tanto a nivel nacional como local;
b) La aparición, en algunos países, de sindicatos próximos a la «base»; y, en casi todos los paí
ses, sindicalistas o plataformas de las uniones locales opuestas a la línea de la dirección;
c)El hecho de que los comités de empresa, generalmente presentes en los momentos de agita
ción obrera, pero olvidados desde hace mucho tiempo, resurjan como nuevos hábitos entre
los obreros más combativos, etc.
Todos estos datos corresponden no sólo a apoyos de la lucha contra el capital, sino también a experiencias
de los obreros durante su lucha en el seno de los sindicatos. El movimiento obrero es el motor principal de
la transformación de las actitudes y posiciones sindicales de las capas inferiores de la burocracia sindical. El
movimiento obrero ha hecho emerger, así, nuevas fuerzas y posibilidades. Las fuerzas organizadas en los sin-
dicatos sobre las que los obreros deberán sostenerse, las reservas de apoyo, las posibilidades de utilización de
las tribunas, continúan ampliándose.
6. Al igual que en la lucha contra el capital, el éxito de la lucha contra la burocracia sindical reside en
la fuerza organizativa de los obreros, y de su lucha. Junto a la renovación de las tentativas en la lucha contra
el capital, es primordial que los obreros reivindiquen el derecho a organizarse en las empresas, así como la
democracia en la dirección sindical. Sin la reivindicación de la democracia, no sólo es imposible transformar
los sindicatos, sino también constituirlos como organizaciones de masas que permitan a los obreros aprender
a dirigir. Para hacer progresar la lucha y reforzar la posición de los obreros en los sindicatos es necesario:
a) Utilizar las contradicciones entre las camarillas burocráticas. sin convertirse en una fuerza
de reserva de dichas camarillas.
b)Para asegurar la unión de los obreros, es necesario llevar a cabo alianzas (sin condiciones)
con todos los círculos y fracciones obreras.
Pero esto no basta por sí mismo: en tanto que los comportamientos tácticos no sean emprendidos sobre la base
de la iniciativa obrera, estas alianzas serán inútiles.
7. El movimiento sindical obrero está dividido; mientras que la mayoría de los obreros no están orga-
nizados, en muchos países no hay (comenzando por las empresas) más que algunos sindicatos, federaciones
o confederaciones. Tal falta de organización y la división de los sindicatos no se debe sólo a formaciones
históricas (el importante papel jugado por las viejas generaciones de la aristocracia obrera), sino también a las
actuales actividades devastadoras de la burocracia sindical. La división y la competencia sindical constituyen
una de las cuestiones más candentes del movimiento sindical y de los sindicatos. La lucha contra la falta de
organización, la división y la competencia sindical es una obligación para unir a los obreros con los sindicatos
y para la transformación de éstos en verdaderas organizaciones obreras.
a.Aunque algunos puedan estar más «atrasados» que otros, mientras los obreros participen de
forma regular, los partidos de la clase obrera participarán en todos los sindicatos (de masas).
Sin embargo, de forma general, los partidos obreros no dudarán en luchar por la unión de los
sindicatos sobre una línea más combativa o por la agrupación de los obreros en sindicatos
más avanzados. Por el contrario, como todo el mundo sabe, el factor determinante en el pro-
greso del movimiento sindical y la unión sindical, es la unidad de la lucha formada por los
obreros de diferentes sindicatos en la misma empresa; y es esta unión de la base la que obli-
gará a la dirección sindical a formar un frente sindical unitario.
b.Los principios de la política de los partidos de la clase obrera se centran en la voluntad
de transformar los sindicatos en organizaciones dirigidas por obreros. Pero éstos no recha
zan los nuevos sindicatos según la evolución y las necesidades. En los países en los que el
movimiento progresa de forma irregular y a saltos; en situaciones excepcionales en las que
la crisis sectorial o general ha empujado al movimiento más allá de uno o de todos los sin
dicatos; en ciertas situaciones imprevisibles, nuevos sindicatos a nivel local, sectorial o gene
ral podrían ser creados inevitablemente. Ciertamente, los nuevos sindicatos no pueden ser re
chazados de forma absoluta en todas las situaciones y condiciones; pero, dicho esto, no se
puede olvidar que el alejamiento de los obreros de los sindicatos existentes no será tan fácil
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

(las experiencias tienen fecha) y que la lucha en estos sindicatos será siempre importante.
En lugar de apoyarse sobre las tendencias y las necesidades del movimiento, «las enfermeda
des infantiles» que acaban constantemente rompiendo con la clase constituyen errores imper
donables para los partidos obreros.
c) Por débil que sea, el movimiento sindical progresa; y los sindicatos, incluso si sólo es para
asegurar su propia existencia, están obligados a organizar este movimiento. La organización
del movimiento sindical y el crecimiento de los efectivos de los sindicatos no son sólo im
portantes para los obreros no organizados, sino también para los que están organizados en
los sindicatos. El movimiento obrero es un movimiento que debe necesariamente organizar
se para progresar, y aunque no tenga un sostén particular, se organizará necesariamente en los
sindicatos. Si se plantea la cuestión de saber qué sindicatos hay que elegir o si se requiere uno
nuevo, la resolución de esta pregunta, la sindicaliza ción y el desarrollo de los sindicatos
por los obreros se harán basándose en su propia experiencia. La actitud de las fuerzas organi
zadas de la clase obrera, ante una nueva sindicalización o un cambio de sindicato, debe ser
la siguiente: respetar la elección de la mayoría de los obreros en las elecciones sindicales, ex
plicando y difundiendo las ideas justas.
8. El movimiento sindical y los sindicatos, en razón de diferencias nacionales, estatales y tradicionales
de los diversos países, se formaron siguiendo vías, especificidades y tradiciones diferentes. A pesar de la uni-
formidad de una línea política que define el trabajo en el movimiento sindical y los sindicatos, de una concep-
ción y de objetivos comunes, es muy importante tener en cuenta las tradiciones y las otras particularidades del
movimiento y del país. Una línea que tome en cuenta enteramente las diferencias nacionales en la formación y
las tradiciones del movimiento sindical y de los sindicatos; que concrete todas las responsabilidades descritas
más arriba tomando en cuenta las especificidades nacionales; que esté ligada a los dinamismos concretos del
movimiento; que se renueve y se adapte en el movimiento: esa es la línea de los partidos obreros. Sin esto, no
sólo la lucha no podrá cosechar el triunfo sino que, además, ni siquiera es posible intervenir en el movimiento
sindical ni participar en el sindicato. Dirigir el movimiento equivale, para los obreros, a asumir cada vez más
la dirección de los sindicatos (no se limita únicamente a esto). Las tareas no pueden ser llevadas a cabo más
que si se apoyan sobre los obreros avanzados en las empresas y que tienen autoridad sobre la masa de los obre-
ros. Si no se hace esto, a pesar de toda la energía empleada y las acciones positivas efectuadas, el progreso de
los sindicatos, la toma de éstos por los obreros y su reconstrucción según las necesidades del movimiento y el
apoyo de los partidos obreros para hacer avanzar su lucha conscientemente, todo ello no será más que «bellas
palabras».

-D-

La lucha contra el imperialismo

El periodo caracterizado por la dominación del capital industrial fue el periodo durante el cual el capital al-
canzó un desarrollo y una extensión relativamente uniformes. Pero al principio del siglo XX deja su lugar al
imperialismo y a la dominación del capital financiero, abriéndose un periodo de «conflictos y de desarrollo a
saltos». Para el movimiento obrero, el paso al imperialismo significó, en primer lugar, una aceleración en la
corrupción de la aristocracia obrera (75) , la regresión de las condiciones de vida de la clase trabajadora y el
aumento del paro crónico. Pero también significó una amplificación y una extensión del movimiento obrero,
que se convirtió en una cuestión cotidiana y práctica, a través de las explosiones y de las insurrecciones revo-
50
La situación internacional y nuestras tareas

lucionarias. El imperialismo había sacudido y modificado profundamente no solamente el modo de vida de la


clase obrera, sino también el de todas las clases y todas las naciones.
En primer lugar, el aplastamiento de las antiguas colonias, y de los países atrasados independientes a través
de la corrupción (mediante la exportación de capital) de las capas superiores y burguesas de estos países trajo
consigo la dependencia, bloqueando el camino hacia un desarrollo autónomo, y transformando estos países en
peones avanzados de los países desarrollados. Esto, sin duda, significaba dos cosas. La primera, el fortaleci-
miento de la clase obrera, en razón del desarrollo del capitalismo; la segunda el despertar, la lucha y la guerra
de liberación nacional en estos países.
En segundo lugar, el reparto del mundo como mercado y como territorio había creado una nueva situación.
La competición de los concurrentes en una lucha encarnizada, usando todos los medios, incluyendo la guerra
total, incendiando el mundo entero, se había convertido casi en una obligación para los países capitalistas de-
sarrollados que quisieran repartirse los mercados y las zonas, y establecer su dominación por todo el mundo.
La lucha entre los grandes países capitalistas e imperialistas significaba, al mismo tiempo, un debilitamiento
del frente de los países imperialistas y de los grupos del capital monopolista, y un ensanchamiento de las po-
sibilidades de las fuerzas de la clase obrera y de los pueblos oprimidos.

a)El reforzamiento de la supervivencia y de las posibilidades de triunfo de la revolución que pueda


darse aquí o allá.
b)La derrota de las clases dominantes de los países participantes en estas guerras imperialistas.

La fase imperialista es el periodo que desvela con más claridad, y con todas sus consecuencias, todas las
tendencias y las leyes del capitalismo. Y ello porque «estas contradicciones fundamentales que atraviesan el
mundo, todas estas disputas internacionales» se revelan de forma muy evidente durante el imperialismo. Y ello
aunque se deban a «las condiciones de desarrollo» en general, el sentimiento de actualidad de la revolución
proletaria mundial durante la etapa imperialista del capital se encuentra ahí, sin duda.
La fase imperialista del capitalismo no se limita a enlazar entre sí a todos los países como eslabones de una
misma cadena; transforma también todos los problemas del mundo, haciéndolos parte de un único y gran
problema. Las luchas de los pueblos colonizados y de las naciones oprimidas contra el imperialismo; la trans-
formación de las guerras nacionales (y populares) de liberación como componente de la revolución mundial;
la profunda modificación en la toma de posición del campesinado y otras capas oprimidas, los explotados de
los países atrasados-dependientes que se conviertes en reservas para la clase obrera y para su revolución…
Las contradicciones del capital y los conflictos y guerras entre las grandes potencias capitalistas juegan, cada
vez más, el papel de aliadas naturales de la revolución. Todo esto prueba, no solamente la actualidad de la
revolución proletaria, sino también lo inevitable de su victoria. El motivo fundamental de que la época del
imperialismo sea también la época de las revoluciones proletarias se encuentra ahí. En resumen, los hechos
y acontecimientos vividos durante el siglo XX, durante la primera y segunda etapa de la crisis general del
capitalismo demuestran claramente que el imperialismo es el capitalismo decadente, y que esta época es con
seguridad la época de las revoluciones proletarias. Como se ha visto el pasado siglo, el capitalismo se convier-
te necesariamente en imperialismo: no habrá una “tercera fase”, y su destrucción entre crisis y conflictos es
inevitable. La última manifestación del capitalismo ante el mundo y la humanidad, es el imperialismo.
El desarrollo de las fuerzas productivas ha sobrepasado ampliamente los límites del Estado imperialista, ha-
ciendo necesaria «la organización internacional de la economía de manera que englobe a todo el mundo». Aun
cuando las tendencias de convergencia hacia un único monopolio perdurasen, la economía mundial se desplo-
maría bajo el efecto de las luchas por los beneficios entre los diferentes monopolios. Durante el último siglo,
los países imperialistas han ensayado por dos veces, y mediante la guerra, organizar la economía en un solo
grupo dominante a escala mundial. El resultado de estas dos tentativas fue una destrucción sangrienta para las
fuerzas productivas y para la humanidad. Pero esta vez lo que se espera inevitablemente es que la clase obrera
no permita este tipo de tentativas, que venza al imperialismo y que reorganice la economía en un sistema que
englobe el mundo entero. Contrariamente a las demagogias liberales, el imperialismo no significa el fin de la
historia y el progreso, sino el fin del capital y del capitalismo.

51
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

El imperialismo y las tendencias políticas.

No tenemos el propósito de discutir sobre la demagogia de los conservadores, de los liberales, de los neo-con-
servadores y de los neo-liberales que defienden y legitiman el imperialismo. Ni tampoco se trata de analizar la
posición de los socialdemócratas en las instituciones de los países desarrollados, cuyas posiciones imperialis-
tas superan con creces las de sus antecesores en el siglo XX. Una cosa debe estar clara: la diferencia entre esas
corrientes se basa en que los social-demócratas están obligados a «tener en cuenta» a los sindicatos, y a veces
también el estado de ánimo de los trabajadores. Tampoco tenemos la intención de debatir sobre las corrientes
conservadoras y liberales representantes del capital y pilares del imperialismo en los países dependientes, y
los partidos social-demócratas que están a caballo entre dos sillas. Frente a las presiones de «reconquistas» y
de «globalización» del capital, y según la capacidad de adaptación que los capitalistas de esos países puedan
demostrar, esas corrientes, reunidas, o dispersas han entrado en un proceso de transformación en partidos de
«nuevo tipo» y de «tipo colaboracionista». El único rasgo interesante es la miseria de la socialdemocracia, que
tiende a adaptarse a la globalización y supeditación a su órbita.(76)

Por lo que respecta a las corrientes liberal-socialistas que constituyen el ala «izquierda» de la social-demo-
cracia, sus posturas frente al imperialismo y a la globalización no son muy diferentes de las que predican
la supeditación del trabajo al capital. La característica dominante de esas posiciones reside en su constante
fluctuación y falta de definición.

En lugar de oponerse a la política imperialista y luchar por ganarse a los países subdesarrollados esquilmados,
propugnan posturas y mentalidades basadas en actitudes indulgentes en nombre del desarrollo, de la moderni-
zación, del apoyo a la Europa imperialista en nombre de «la Europa de los trabajadores», etc. (77) Además,
enarbolando ideas como que «los obreros no tienen patria», y como que «la lucha antiimperialista no llevará la
liberación a los obreros» , existen grupos «socialistas» que rechazan el potencial revolucionario de la cuestión
nacional, predicando la inacción, y apoyando conquistas y golpes de Estado, bajo el pretexto de instaurar la
«democracia y los derechos del hombre». Sus oposiciones a ciertas acciones desmesuradas de los EE.UU. no
pueden disimular su oportunismo y su colaboracionismo.
Que los «obreros no tienen patria» bajo el capitalismo es ciertamente indiscutible. Sin embargo, la primera
responsabilidad de la clase obrera es organizar de manera independiente, democrática y socialista su nación,
dividida en clases, pero también dividida en tanto que nación opresora y oprimida. Eso demuestra como, en
todas las cuestiones de clase y sea cual sea la posición de la nación en el mundo, una de las preocupaciones
de la clase trabajadora frente a todas las demás clases debe de ser la cuestión nacional.

La destrucción del imperialismo no significa en si misma la destrucción del capitalismo y la liberación de la


clase obrera. Pero el imperialismo es el capitalismo monopolista, y, sin luchar contra el imperialismo no se
puede luchar contra el capitalismo. Para que el capitalismo monopolista y el imperialismo sean destruidos para
siempre y que su liquidación sea definitiva, es necesario luchar teniendo en cuenta la perspectiva de destruir
y liquidar el capitalismo. El capitalismo monopolista es el estadio superior y dominante del capitalismo. La
lucha contra éste representa el pilar principal de la clase obrera en su marcha al poder, y su destrucción re-
presenta una etapa indispensable para la toma de este poder. No es posible para la clase trabajadora unirse en
tanto que clase sin llevar a cabo la lucha contra el imperialismo, porque no sólo este último detenta el poder
y constituye uno de sus elementos determinantes, sino porque es también la fuerza capitalista dominante en
la escena internacional. Es evidente que la lucha contra el imperialismo no representa un inconveniente para
la clase trabajadora. Por el contrario, significa el agrupamiento alrededor de ella de todos los explotados y
oprimidos, y la aparición de nuevas fuerzas en el seno del pueblo. La clase obrera en su lucha contra el capital
monopolista y el imperialismo ha demostrado en las más difíciles situaciones que no acepta esta cuestión tal
y como los autodenominados socialistas, que en realidad sólo son oportunistas.

52
La situación internacional y nuestras tareas

Posición y tareas frente al imperialismo.

Mientras su lucha avance, la clase trabajadora de los países desarrollados estará inevitablemente más atenta a
los procesos de militarización y de intervenciones imperialistas. Por lo que respecta a los países subdesarro-
llados, el movimiento popular se opone en cada uno de sus avances a los monopolios internacionales y las
corporaciones imperialistas. En estos países el movimiento obrero y popular se ve obligado a una lucha contra
el capital internacional y las opresiones imperialistas, y a desarrollarse en este sentido. La clase obrera en estos
países es ya más fuerte que en los periodos precedentes (78). En esta lucha contra el imperialismo, la unidad
en torno a la clase obrera (salvo situaciones excepcionales) es inevitable. La clase trabajadora de los países de-
sarrollados o subdesarrollados tiene el deber de asumir la responsabilidad de ser vanguardia de toda la nación,
y movilizar al pueblo contra el capital internacional y el imperialismo. Mientras no se logre la unidad de todo
el pueblo contra los monopolios y el imperialismo, no habrá cuestión nacional o de clase posible de resolver.

La concepción del Movimiento Comunista internacional del papel de la clase obrera en la lucha contra el
imperialismo se fundamenta en el hecho de que ésta es vanguardia de todo el pueblo y de la nación. Las res-
ponsabilidades del movimiento comunista internacional son:

a) Integrar los problemas de la lucha antiimperialista con la lucha de la clase obrera.


b) La participación de todas las organizaciones de la clase obrera en esta lucha
c) El trabajo en el seno del pueblo para desarrollar esta lucha, con sentido de responsabilidad y una
organización militante consecuente.

La postura adoptada por el movimiento internacional y los partidos y las organizaciones marxistas-leninistas
se basa en esta concepción. Es una condición preliminar que permite una militancia consciente, organizada y
vanguardia de la clase obrera. Que los trabajadores sean vanguardia y organizadores de la lucha antiimperia-
lista en el seno del pueblo está íntimamente relacionado con las responsabilidades prácticas.
La dominación imperialista se ejerce tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados y depen-
dientes. En tanto que opresores y oprimidos, estos países tienen una postura enfrentada, y por consiguiente
el contenido de la lucha antiimperialista en estos países conlleva diferencias. Es indispensable tener en cuenta
estas diferencias y el carácter mundial de la lucha. De lo contrario es imposible mantener una lucha revolucio-
naria y unir movimientos alrededor de objetivos comunes.
1) Aunque esto sea válido para todos los países, la lucha de clase obrera de los países desarrollados
implica una particular importancia. Es la clase obrera de un país dominante e imperialista, y constituye la
avanzadilla de la clase obrera mundial.
Luchar bajo el principio de que “los obreros no tienen patria” significa oponerse a las intervenciones políti-
cas, diplomáticas y militares de los gobiernos, comenzando por el de su propio país; apoyar el movimiento
obrero y popular de los países oprimidos contra las invasiones, los ataques imperialistas y la explotación de
los monopolios, comenzando por los procedentes de su propio país; y ayudar a que estas luchas se desarrollen
de forma que debiliten el capital y el imperialismo.
Estos son los principales deberes de la lucha antiimperialista y de la solidaridad internacional, para los traba-
jadores de los países desarrollados. Sin embargo, estas tareas deben ser también consideradas como una tarea
cotidiana por las masas obreras y populares.
No hay ninguna duda de que el apoyo, la participación y la organización de la lucha de los obreros contra los
monopolios y los ataques gubernamentales (incluyendo las plataformas nacionales e internacionales constitui-
das por las decisiones del G8 y las comisiones de la UE.) son los cimientos de todas las iniciativas en la lucha
de clases. Son puntos esenciales:
a) Unificar a todas las capas sociales que rompen sus lazos con el capital (79)
b) Defender con decisión las reivindicaciones sociales, económicas, sociales y democrá
ticas del pueblo, luchar para que reivindicaciones contra la militarización, la guerra, la ocupa
ción, la destrucción de la naturaleza y la cultura sean referencias en la lucha cotidiana
c) Constituir plataformas defensoras de las ideas citadas reagrupando las organizaciones del
53
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

movimiento por la paz y las del movimiento antiglobalización


d) Llevar a cabo una especial agitación a fin de que las luchas de los trabajadores se orienten contra los
grupos monopolistas y las agresiones imperialistas, teniendo en cuenta objetivos democráticos.

Este es sin duda el camino que la clase obrera debe seguir para tomar las riendas del destino de toda la nación
y reunir a su alrededor a todas las fuerzas populares contra el capital. Sin ningún tipo de duda, el apoyo a los
pueblos de los países dependientes y a la lucha antiimperialista pasa también por este camino.

2) Los países dependientes se caracterizan por un lado por su dependencia financiera, económica y
comercial yendo en aumento la dependencia política y militar) del imperialismo, y por otra parte por un an-
tidemocratismo asimismo marcado por una existencia de restos de semifeudalismo, en una u otra manera. La
única manera de liquidar el capitalismo, lo que significa la independencia total respecto al imperialismo y la
instauración de una democracia real es que la clase obrera se convierta en la fuerza dominante del pueblo, se
enfrente a las clases colaboracionistas y al imperialismo e instaure, apoyándose en una democracia popular, la
libertad nacional y la democracia. El principal sostén de la clase obrera en estos países será en algunos casos
la alianza entre obreros y campesinos, mientras que en otros será la alianza entre los trabajadores de la ciudad
y del campo. Sin estas alianzas la destrucción del imperialismo y la liquidación de sus bases es imposible. La
destrucción del imperialismo constituye un escenario central, en donde se dirime la resolución de las demás
cuestiones y forma la cuestión esencial en estos países.
En ellos, es obligatorio disponer programas mínimos para la destrucción del imperialismo y la instauración
de la independencia y de una democracia real; planes en torno a reivindicaciones urgentes para la libertad y la
democracia, junto a reivindicaciones económicas. Aunque estas son necesarias, existen también otras respon-
sabilidades antiimperialistas, que no se puede ignorar.
a) Una parte de los países dependientes están compuestos por numerosas naciones. No so-
lamente las naciones débiles son oprimidas, sino que cada vez más surgen problemas sobre
minorías sociales y religiosas que deben ser resueltas. La clase obrera, especialmente la de la
nación que oprime debe apoyar, frente a las clases colaboracionistas y sin condiciones, los
derechos de las minorías, su autodeterminación, y el derecho a formar un Estado separado.
Pero este apoyo no debe ser únicamente teórico, y está fundamentado en el establecimiento
de las condiciones para su efectiva ejecución. Otro de los deberes de la clase obrera y de los
trabajadores de la nación opresora, junto a los de la nación oprimida por las clases dominantes
de su nación, es el apoyo a los movimientos democráticos burgueses, surgidos en los pueblos
oprimidos, y en donde estos movimientos no sean democráticos, luchar para su liquidación.
Mientras estas tareas sean ignoradas, esperar la unión de los obreros de diferentes naciones
contra el imperialismo y la transformación revolucionaria de esta lucha antiimperialista, no
será más que una ilusión.
b) La lucha contra la explotación y la agresión imperialista en los países dependientes es
también un apoyo a la clase obrera de los países desarrollados. Los obreros de los países opri-
midos (utilizando los medios de comunicación oportunos) deben aprender a ser solidarios
con la lucha obrera de los países desarrollados. En resumen, apoyar a otros pueblos y a los
trabajadores de los países dependientes, desarrollar una solidaridad internacional con estos,
son deberes internacionalistas para los obreros de los países dependientes.
3) Los ataques del imperialismo durante los últimos quince años, y sus dictados en pro de una nueva
colonización, han provocado agitaciones cuyas consecuencias se perciben en algunos países, entre capas me-
dias ajenas a los monopolios. Si este proceso continua, es muy probable que nuevos movimientos contra uno
u otro polo imperialista vean la luz, apoyándose en estas capas medias.
a) Los intentos de liberación nacional son, de una u otra forma, un debilitamiento del impe-
rialismo, y un avance de las naciones oprimidas y un reforzamiento de las reivindicaciones
democráticas. La vanguardia de la liberación nacional consecuente ha de ser la clase obrera.
La posición de la clase obrera internacional debe ser la de apoyar esos movimientos naciona-
les y a esos gobiernos cuya actitud debilita el imperialismo, animándoles a tomar una postura
mas firme contra las tentativas imperialistas.

54
La situación internacional y nuestras tareas

b) La clase obrera constituye la única representante consecuente de la nación. Criticar estos


movimientos (en forma adecuada), pero colaborar con ellos, ayudarles, apoyarles (80) a fin
de que puedan avanzar: estas son las obligaciones de los partidos obreros en los países donde
existen estos tipos de movimientos. Para el partido de la clase obrera, estos procesos permitirán
a las masas populares de forma simultánea aumentar sus experiencias y su conciencia respecto
a la libertad y a la democracia nacional, superar la inconsecuencia de las pequeñas burguesías,
y orientarse hacia plataformas antiimperialistas consecuentes, tras la clase obrera.
4) Las contradicciones y enfrentamientos entre las potencias imperialistas se incrementan sin cesar. De un
lado, la evolución de los hechos muestra que en un futuro próximo, las cuestiones nacionales en los países de-
sarrollados pequeños, que ostentan una posición imperialista, serán inevitablemente una cuestión de palpitante
actualidad, tanto para los pueblos como para el capital. Por otro lado, los procesos de los últimos quince años
han sacudido a las clases colaboracionistas, provocando rupturas y nuevas alianzas. Los hechos demuestran
que las contradicciones y enfrentamientos entre diversos grupos y gobiernos imperialistas de tal o cual frac-
ción continuarán activos en estos países.
Para impulsar su movimiento y su lucha contra el imperialismo, la clase obrera debe usar estas contradicciones
y enfrentamientos en el campo del capital y del imperialismo.
a) Apuntar a la diana imperialista (81)
b) aprovechar los enfrentamientos entre los imperialistas y las fuerzas reaccionarias
c) evitar caer en una postura de apoyo a una fuerza imperialista o reaccionaria en la lucha con
tra otra.
Mientras estos puntos no se lleven a cabo será imposible reforzar la lucha obrera, sacar partido de las posibi-
lidades de la lucha antiimperialista y reforzarla.

Si se trata de extraer una conclusión general, tendremos que afirmar que la destrucción del imperialismo y
la toma del poder por la clase obrera son inevitables. Pero cada país avanzará en esa lucha participando a su
manera, aportando distintas contribuciones, como en el caso de las luchas por la democracia y el socialismo.
Tener conciencia de esta realidad es una ventaja esencial para los verdaderos partidos obreros.

-E-
La solidaridad internacional
de los obreros y de los pueblos.

La Internacional comunista, que es una unión de partidos, representa la forma superior y el medio principal
de solidaridad internacional de la clase obrera. Sin embargo la clase obrera no le basta sólo la solidaridad
entre sus organizaciones políticas (82). Sindicatos y organizaciones de masas de jóvenes y mujeres, y sus
instituciones, son instrumentos principales de la solidaridad internacional de la clase obrera. Además, en esa
solidaridad internacional contra el imperialismo no hay que olvidar el particular papel de organizaciones que
luchan en campos específicos (arte, ciencia, medios de comunicación, etc.…)
El proceso de la solidaridad internacional antiimperialista, de clase y popular, está estrechamente unido a la
evolución histórica del movimiento obrero y a la actitud de sus organizaciones. La gran derrota sufrida por
el movimiento obrero entre los años 1955-1960 fue muy ilustrativa respecto a la solidaridad internacional.
Los hechos demuestran claramente que la solidaridad con el movimiento de liberación de las colonias y de los
países dependientes resultó muy debilitada tras esta derrota.
Incontestablemente, tras esta gran derrota, los grandes movimientos solidarios internacionalistas y de clase
han ido escaseando, y el apoyo a la revolución vietnamita queda como la última gran acción antiimperialista
de los pueblos. El hundimiento de la Unión Soviética y del bloque del Este ha sido también un anuncio del
declive de todo tipo de solidaridad, que desde hacía ya mucho tiempo estaba en franco retroceso.
55
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

A pesar de ello, este hundimiento y declive no ha significado el final de la solidaridad internacionalista obrera
y popular. Existen solidaridades sectoriales, en torno a organizaciones sindicales, o bien luchas internaciona-
les enfocadas hacia una protesta internacional. Existen conferencias sindicales organizadas en casi todos los
continentes; plataformas de discusión internacionales en forma de seminarios, simposios, y foros sociales; ac-
ciones solidarias con los países ocupados militarmente por los EEUU y otros grandes países imperialistas, etc.,
etc. Estos ejemplos demuestran que cuando la clase obrera y los pueblos participan en la lucha, la aparición y
desarrollo de acciones solidarias es inevitable.
El avance de la técnica ha alcanzado un nivel en el cual grupos sociales aislados, como los campesinos pobres,
ya no sufren ese aislamiento. Tanto la consolidación de la necesidad de la solidaridad internacional obrera y
popular, como la acentuación en el rechazo del imperialismo por parte de los pueblos oprimidos y explotados,
y alineamiento con la clase obrera, constituyen los hechos más característicos de este período. Ya sean estos
puntos, o el ataque simultáneo del imperialismo en todos los países, han provocado inevitablemente la solida-
ridad internacional de los obreros y de los pueblos. Sin ninguna duda, los obreros van a utilizar cada vez mejor
esta coyuntura y organizarán esa solidaridad necesaria de una forma cada vez más consciente. Los hechos de
los últimos quince años demuestran que incluso en la situación más crítica no hay que dudar de la toma de
iniciativas solidarias por parte de los obreros.
1) A pesar de los devastadores y debilitadores efectos de la aristocracia obrera en los sindicatos, los
obreros mas avanzados, los representantes y sindicalistas mas luchadores encuentran de una forma u otra, los
medios de atraer a los sindicatos a una solidaridad internacional, tejiendo lazos a nivel de uniones locales y
de empresa (83) con sindicatos y trabajadores de otros países, presionando a los órganos dirigentes e interna-
cionales de los sindicatos. Como a nivel nacional, las acciones obreras constituyen la dinámica principal de
la solidaridad internacional. La lucha común de obreros y trabajadores contra las instancias internacionales
del capital (FMI, comisiones de la UE, etc.), el desarrollo de acciones solidarias en cada país y la integración
sindical en esta lucha se darán de forma inevitable.
La solidaridad de los trabajadores más avanzados y de los sindicalistas de clase contra los ataques del capital y
del imperialismo, y contra la acción de la aristocracia obrera en los sindicatos, compartiendo sus experiencias,
definiendo una actitud y una línea común, constituyen una de las más urgentes necesidades del movimiento
obrero y popular en diferentes países. Otra necesidad es el poder comunicar directamente, organizando Con-
ferencias Internacionales que obtengan su apoyo de los obreros de vanguardia, representantes sindicales, y
sindicalistas (y sindicatos) revolucionarios. Compartir puntos de vista, experiencias y la experiencia de la
clase obrera viva y consciente del mundo entero es un deber, al que no se puede renunciar.
Sindicatos y otras organizaciones obreras deben ser asimismo solidarios contra las acciones destructoras
y militaristas del imperialismo, y contra las operaciones de ocupación. Junto a ello, no hay que olvidar que
hay también otras posibilidades, foros internacionales de jóvenes y mujeres, campos internacionalistas de la
juventud, congresos internacionales sobre ciencia, arte y cultura, congresos y conferencias internacionales y
regionales de mujeres e intelectuales… La solidaridad de estos grupos, entre ellos, pero también con la clase
obrera contra el imperialismo, contra los ataques del capital, y contra todos los abusos constituye una de las
mejores posibilidades del movimiento obrero y popular.
2) La respuesta inesperada de los obreros y trabajadores frente al ataque generalizado del capital no
solamente ha sacudido las tendencias burguesas, socialistas pequeño-burguesas y la aristocracia sindical, sino
que también ha desencadenado solidaridad internacional provocando la aparición de nuevas organizaciones
internacionales. ATTAC (84) , que es una especie de «organización de organizaciones», y los Foros sociales,
son ejemplos atípicos de este género de organización. Por otra parte los antiguos movimientos y organizacio-
nes, como el «pacifista», y las «organizaciones de derechos humanos» asisten a un incremento de dinamismo,
renovando su funcionamiento. Sindicalistas, obreros de vanguardia, mujeres y jóvenes han llevado sus inte-
reses a los Foros sociales. En cuanto a las organizaciones pacifistas y de derechos humanos no solamente han
podido jugar un papel en la denuncia del terrorismo legal, de la militarización, y de las agresiones; en ciertas
situaciones, han podido organizar protestas contra el deterioro de la democracia y las ocupaciones. En tanto
en cuanto susciten interés y asumen estas funciones, es necesario tanto para las acciones en el país como para
la solidaridad internacional participar en la preparación y organización de Foros sociales y plataformas simi-
lares, llevando acciones comunes con el movimiento pacifista y de los derechos humanos. Se hace evidente
la necesidad de usar todos los movimientos y organizaciones que pueden hacer avanzar la lucha contra los
56
La situación internacional y nuestras tareas

monopolios y el imperialismo, y la solidaridad entre trabajadores y pueblos.


El imperialismo logra que los pueblos de países dependientes y otras capas oprimidas se rebelen, lo que hacen
cada vez más, y busquen alianzas con la clase obrera. La solidaridad internacionalista y de clase, el aumento
del apoyo que la clase obrera aporta a las luchas de los pueblos oprimidos constituye un índice infalible que
enseña no sólo el incremento de la lucha antiimperialista, sino también la toma de conciencia de la clase
obrera.

-F-

Algunas áreas específicas y posibilidades.

La juventud

Las “promesas” del capital a los jóvenes trabajadores y estudiantes han chocado frontalmente con la ofensiva
capitalista de los últimos años. La juventud cada vez está más preocupada por el aumento del paro, por su
educación y por su porvenir. Una cosa es ya evidente para todo el mundo: las jóvenes generaciones populares
y las masas de parados crónicos constituyen el porvenir de la clase obrera, un panorama de creciente pobreza.
En los países desarrollados, la tasa de estudiantes procedentes de la clase obrera está, en el mejor de los casos,
comprendida entre el 5 y el 8% del conjunto de estudiantes. No es difícil comprender que con los últimos ata-
ques esta tasa va a disminuir en detrimento de las familias obreras. Destaquemos que incluso las estadísticas
oficiales (las posibilidades de continuar estudios por parte de un joven procedente de una familia obrera, y por
parte de otro procedente de una familia de una clase superior es de 1 a 7) se ven obligadas a reconocer que en
Alemania, por ejemplo, “cada clase educa a sus descendientes”. La situación no es diferente en otros países
desarrollados, en los cuales las universidades son comparables a las de Alemania. No solamente su situación
en las universidades es deplorable, sino que cada vez más la juventud se ve empujada a una situación en la que
no puede beneficiarse de una simple formación profesional.
La situación de la juventud en los países atrasados y dependientes es por lo menos diez veces más grave que la
de los jóvenes de los países desarrollados. Una parte considerable de niños y jóvenes (y en su mayoría niñas)
de numerosos países no son escolarizados. Casi el 25% de los jóvenes que han sido escolarizados son parados
crónicos, y la formación profesional está reservada para una pequeña proporción en esos países. Una gran
proporción de la producción de la industria que depende de las clases colaboracionistas se basa en la salvaje
explotación de niños en edad escolar y de jóvenes. En los países de Asia, de África, y de América Latina, las
masas de jóvenes trabajadores, estudiantes y campesinos padecen una situación peor que la que sufrían hace
quince años.

La mujer

La situación de la población femenina, que representa más de la mitad de la población mundial, se ha agravado
en estos últimos años. El capitalismo perpetúa (incluso abriendo vías a la participación en la vida económica,
social y política) el status de género oprimido, presentándole frente al masculino de una forma errónea. Una de
las cuestiones que se consideran “resueltas” por el “Estado providencial” es el de la “libertad” y la “igualdad”
de las mujeres. Ha sido comprobado muy rápidamente; incluso en un contexto de “capitalismo social” en el
cual la familia sufre el crecimiento del paro, de la putrefacción social y de la pobreza, es imposible hablar de
“igualdad” para las mujeres que se encuentran bajo los condicionamientos de los prejuicios sociales, bajo una
desigualdad de hecho (y también en países atrasados, de una desigualdad jurídica la mayoría de las veces), así

57
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

como las responsabilidades abrumadores del cuidado de los hijos.


Incluso en países desarrollados donde la cuestión de la libertad femenina se piensa que está solucionada, la
realidad demuestra el carácter demagógico de la importancia dada a esta cuestión: el estar pagadas entre un
25% y un 40% menos que los hombres por el mismo trabajo no ha salvado a las mujeres. Son, en esos países
desarrollados, las primeras víctimas del paro, además de ser «animadas a solucionar el declive poblacional», y
a convertirse en amas de casa. Incluso en aquellos países europeos en los cuales la situación de las trabajadoras
se considera mejor que en otros lugares, el número de mujeres paradas ha sobrepasado el de los hombres, con
una diferencia media del 2%.
Mientras que el pesimismo y la incertidumbre sobre el futuro se acrecientan entre las mujeres de los países
desarrollados, centenares de millones de mujeres en países atrasados, agobiadas por el peso de la ignorancia y
de la pobreza, las ataduras de la vida tradicional, han perdido por completo sus “esperanzas” de vida. Es inútil
evocar la vida miserable y el sombrío porvenir de decenas de millones de muchachas y jóvenes mujeres en
miserables condiciones de trabajo, empujadas a la prostitución. En estos países, e incluyendo a las trabajado-
ras que participan de la vida económica y social, las mujeres dependientes de tareas domésticas, trabajando
por salarios totalmente irrisorios no tienen ninguna forma de garantía social. En estos países la mayoría de las
trabajadoras son explotadas como esclavas en sectores de empleo clandestino. Por añadidura, los prejuicios
atávicos y religiosos, que se dan prácticamente en todo el mundo, y son más activos en los países atrasados,
son todavía usados para humillar y explotar a la mujer.
En razón del crecimiento del paro crónico, y de la disminución de los salarios, los “modernos” prejuicios
entre hombres y mujeres trabajadoras se extienden. En las actuales condiciones capitalistas, en las que los
equilibrios se han visto sacudidos, es evidente hoy en día que la pretendida revolución sexual de los años 60,
afirmada como uno de los principios del «Estado providencial», y tan cacareado hoy por los grupos burgueses
socialistas, era en realidad una ilusión. El papel jugado por el capital se enfrenta a la reivindicación de liber-
tad e igualdad de las mujeres; como en todas las relaciones sociales, el capital sabotea, utiliza y degrada toda
evolución y todo progreso conseguido en las relaciones entre hombres y mujeres.
Asegurar «la continuidad y la disponibilidad de mano de obra» del capitalismo: esta postura del capital frente
a la cuestión femenina constituye no solamente una solución inútil, sino una prueba de la incapacidad del ca-
pital de resolver el problema. Resumiendo, la confianza de jóvenes y mujeres, constituida en torno al «Estado
providencia» y al «nuevo orden», se está resquebrajando rápidamente. Por algo los ataques se presentan como
reformas y como medidas preventivas. Cada vez se hace más palpable que los intentos de engañar pierden
peso, y cada nuevo ataque se convierte en una toma de conciencia por parte de jóvenes y mujeres, y en una
participación más activa en las organizaciones y en las luchas.
Incluso podemos afirmar, teniendo en cuenta solamente los hechos de los últimos quince años, que la clase
obrera es la única que puede apoyar a la juventud, ofreciéndola un porvenir de libertad, y asegurar la igualdad
real entre hombre y mujeres, transformar la familia de forma que las tareas domésticas y el cuidado infantil se
conviertan en un asunto colectivo, abrir el camino de una libertad real para las mujeres.

La defensa del medio ambiente

Además, el capital y el imperialismo no se apropian solamente del trabajo y de la riqueza de la clase obrera
y de los pueblos dependientes, sino que también lo hace con la naturaleza. Junto al pillaje irresponsable de
sus productos, lo que desequilibra la naturaleza, los desechos de productos industriales y todas las formas de
contaminación del agua, del aire y de la tierra, la destrucción de la vegetación y de los animales, constituyen
en la actualidad una de las más serias amenazas a la vida social y a la naturaleza. Las actividades productivas
industriales, agrícolas y humanas son actividades realizables sin necesidad de destrucción de la naturaleza,
y pueden ejecutarse cuidándola. Sin embargo, en ningún periodo histórico durante el cual el capital haya de-
tentado el poder se ha tomado medida alguna de previsión, por propia iniciativa. Todos los fenómenos de la
era industrial muestra que todas las clases capitalistas (85) están ciegas: no solamente ignoran el equilibrio
natural y social, sino que carecen de una mínima concepción humanista sobre el porvenir de las generaciones
futuras.
Es la clase obrera, desde su nacimiento, quien representa el porvenir de la humanidad, el equilibro de la na-
turaleza (86) pese a que en los años 1955-1960, sufre una derrota y queda limitada a la lucha “sindical. El
58
La situación internacional y nuestras tareas

movimiento obrero se ve reducido a esa lucha, lo que ha provocado un vacío político. Algunas capas pequeño-
burguesas urbanas, que han roto la alianza con la clase obrera, y han entrado en competencia con ella, se han
beneficiado de este vacío. El movimiento ecologista ha surgido como un movimiento opositor a la industria,
durante esta época. Pero la oposición efectuada por este movimiento en el seno del pueblo no tenía posibili-
dades de perdurar mucho tiempo. Siendo específico de los países desarrollados, y tras una fase de oposición,
se ha enfrentado a las capas medias transformándose en un movimiento y en un partido liberal-burgués, apo-
yando las instituciones gubernamentales. Ya no hay motivos para esperar de estos movimientos o partidos una
lucha consecuente.
En la medida en que el movimiento obrero se desarrolle, aumentará sus reivindicaciones y sus acciones para
la protección de la naturaleza. Sin embargo, el imperialismo no sólo destruye la naturaleza y el entorno. Sus
ataques han tomado ya forma de una enorme catástrofe tanto material como moral.

La cultura y la intelectualidad

Los reaccionarios capitalistas e imperialistas llevan a cabo una campaña destructiva no solamente contra la
cultura socialista, antiimperialista y democrática, sino también contra todas las diversas culturas de la civiliza-
ción. Los monopolios han acaparado todo tipo de órganos y medios de comunicación, editoriales, arte, ciencia
e instituciones culturales, usándolos como fuerza de choque (87) de esta campaña. Incluso si la destrucción
moral de la clase obrera y de los pueblos representa un «sector de inversiones rentable», la acción del capital
sobre la cultura es la de demoler, arruinar, y disgregar.
No hace falta remontarse en la historia para comprender sus efectos, consistentes en aplastar y liquidar una
cultura admirada y constituida durante largos años, la confianza en si misma, el pensamiento popular, el gusto
artístico y la creencia en la ciencia. El capital y el imperialismo buscan encarnizadamente la transformación de
las masas, que actúan como nación, como pueblo y como clase, en una muchedumbre alienada, desprovista de
líneas de conducta, caracterizada por un cosmopolitismo degenerado; persiguen la transformación destructiva
del hombre, en tanto que individuo en un «individuo-mercancía».
Dejando a un lado los medios intelectuales y progresistas que existen en cada país, el mundo editorial, el
mundo de las artes y de las ciencias se ha visto convertido en un destacamento «cultural» formado por elites
sumisas.
Incluso siendo poco numerosos los recursos actuales y futuros de la clase obrera, ella es la única fuerza social
que puede defender la humanidad y la cultura humanista contra este pillaje. La lucha cultural no puede, bajo
ninguna condición, ser abandonada por la clase obrera.
Las cuestiones relativas a la juventud, a las trabajadoras, a la naturaleza y a la cultura, son parte de las más
importantes y dinámicas cuestiones del movimiento popular. Si se abandona la conquista de la juventud, la
toma de conciencia por parte de las mujeres, la formación de alianzas con los intelectuales y la formación de
jóvenes generaciones de intelectuales, la clase obrera perderá prestigio en el seno del pueblo, y este no podrá
aportar nuevas fuerzas.

1 – La clase obrera tiene que contemplar a las mujeres y a los jóvenes como sectores que hay que apo-
yar necesariamente contra el capital y el imperialismo. Estas capas y sus movimientos son aliados cercanos,
y una reserva firme de la clase obrera. La socialización y organización de jóvenes y mujeres son cuestiones
vitales para la clase obrera. Apoyar sus organizaciones, ayudarlas a progresar en torno a plataformas antiimpe-
rialistas y democráticas, asumir las responsabilidades de su formación, y utilizar inteligentemente los medios
de agitación y propaganda, son necesidades para la clase. La indolencia hacia los jóvenes y las mujeres, que
significan la energía, la determinación, la renovación y el espíritu revolucionario, significa una holgazanería
sin remedio para el partido revolucionario de la clase obrera.
2 – Si la lucha por la protección de la naturaleza forma parte de la lucha de la clase obrera, la lucha
en el campo cultural esta íntimamente unida a la lucha en sus «tres formas». Esta lucha no solamente estaría
impedida de ser ejecutada por la presión de las organizaciones y de la sociedad civil, sino que, si no se liga a
la vida cotidiana de la clase obrera y del pueblo, y a la lucha cotidiana entre el capital y el trabajo, nunca podrá
triunfar.
Es necesario mejorar la vida cultural de obreros y jóvenes conscientes, formar órganos e instituciones al ser-
59
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

vicio de este progreso, movilizar a los sindicatos y establecer alianzas con la prensa, las instituciones y las
organizaciones de arte y de ciencia. Mientras esta necesidad no sea tenida en cuenta, la línea política estará
caracterizada por la estrechez y la esterilidad, y como resultado el movimiento obrero saldrá derrotado.
En resumen, la clase obrera que se compone en gran parte de jóvenes y mujeres, debe absorber la energía y
la iniciativa de las jóvenes generaciones y de las mujeres, reforzando sus movimientos. La clase obrera debe,
asumiendo la responsabilidad de transformar la sociedad actual y de formar la del futuro, luchar contra el capi-
tal en los dominios culturales, defender todo aquello que, relacionado con el género humano, tenga un carácter
progresista, democrático y humanista.

-G.-

El Partido como integrante


y dirigente de la clase obrera

El capitalismo, organizado como partido de la clase dominante, no ha soportado jamás durante el anterior si-
glo, a la clase obrera organizada como partido independiente (88) . La razón de ello es muy simple: en la época
del capitalismo monopolista, no hay fuerza que pueda impedir la aniquilación del capitalismo y la llegada al
poder de la clase obrera organizada como partido independiente.
El punto central de la lucha del capital contra los obreros, ha sido siempre, en todo momento, golpear las ideas
y práctica de la clase obrera para impedirla formar un partido independiente. Las formas de esa lucha son
diferentes:
a.-Aplastar por la violencia a la vanguardia de la clase
b.- Renovar y reforzar a la aristocracia obrera, y crear tendencias conciliadoras en los frentes avanza
dos del movimiento.
c.- Incitar, junto a la política de represión, el oportunismo y liquidar las tentativas de formación del
partido (89)
El pasado siglo ha conocido todas las formas y métodos de lucha del capital contra la clase obrera:
Aplastarla por la guerra y el fascismo, por el Mac Cartismo, las amenazas nucleares, todo ello apoyado por la
aristocracia obrera y sindical, por el «Estado de bienestar», etc. Todos los ataques estaban dirigidos contra la
vanguardia, es decir, contra el partido de la clase obrera mundial. Pero mientras el partido no se rinda y su or-
ganización no sea destruida, será imposible que la manipulación y la represión de la clase obrera se mantengan
durante un largo período.
No es raro que la concepción y práctica de un partido independiente de la clase obrera sea deformada por las
maniobras liberales y de la pequeña burguesía burocratizada durante los cuarenta años que han seguido a la
derrota de los años 50, incrementada por la podredumbre de los años 85-90.
Los dos siglos precedentes, muestran que el problema del partido independiente de la clase obrera, es deter-
minante en la concepción de la revolución y el Poder del Estado.
Una de las consecuencias principales de la ofensiva del capital y de la derrota de la clase obrera, ha sido el
deterioro del concepto y práctica de «partido independiente», y su rechazo por los obreros avanzados, los
medios intelectuales y socialistas. Podemos señalar dos formas de este deterioro. De entrada, el concepto y la
práctica del partido de vanguardia, representados por corrientes pequeñoburguesas, con raíces en las formas
pequeñoburguesas maoístas y foquistas, actualmente putrefactas, que se transforman en tendencias terroristas.
Esta concepción y práctica redujo a la vanguardia de la clase en «vanguardias ideológicas». Esas corrientes
subsisten en los países dependientes e influencian ciertos medios pequeñoburgueses, de lumpen «ilustrado» y
80
La situación internacional y nuestras tareas

a estudiantes.
La segunda, es la concepción y práctica «gorbachoviana», cuyas raíces son la degeneración sufrida anterior-
mente en el seno de la clase obrera y en partidos de vanguardia» (90), representados por partidos obreros,
socialistas o comunistas que cayeron en el liberalismo en los años 89-90 Esas concepciones y su práctica han
tomado formas como la de la toma del Poder por la vía parlamentaria, eliminando el objetivo de destrucción
y liquidación del capitalismo.
Este concepto, que va dirigido contra la existencia del partido que prepare la revolución y la edificación del so-
cialismo, representa en última instancia un retorno al concepto y práctica socialdemócrata. Es la forma liberal
de las antiguas tradiciones burocráticas, anticlase (91) Este concepto y práctica del «socialismo», que pretende
haber descubierto «un nuevo dinamismo social», es una mezcla de tendencias liberales, reformistas, que se
apoya en las capas intermedias, sobre los empleados, de manera general, sobre los distintos movimientos e
incluso sobre las capas medias. Incluso aunque existan trabajadores en su seno, son elementos contrarios a un
partido independiente de los trabajadores. Son elementos formados en la concepción en el que se mezclan y
confunden los diferentes intereses y tendencias que preconizan el culto a la democracia liberal.
Se podría hablar de versiones diferentes o locales de esas tendencias, mas como no están muy extendidas no
tienen mayor interés. Por diferentes razones, minan la constitución de un partido independiente de los obreros,
la práctica dominante en el seno de la clase obrera y de los medios progresistas se formará, sin duda alguna,
bajo la influencia principal de esas corrientes y de la socialdemocracia. La conclusión está clara: mientras que
la opinión pública progresista y socialista, y las masas de obreros avanzados, no se hayan deshecho de esas
influencias, de esas concepciones prácticas sobre el partido, es imposible, aun en el mejor de los casos, para
la clase obrera formar un partido revolucionario que sea el representante principal de las masas trabajadoras.
(92)
Ahora bien, la historia contemporánea, particularmente la del siglo pasado .muestra que la clase obrera sólo
puede participar en la lucha política bajo la dirección o a través de su partido. La clase obrera, en tanto que
clase principal, está obligada a participar en la lucha política con su partido independiente. En caso contrario,
es inútil invocar el movimiento independiente de la clase obrera, y de una clase obrera socialista que lucha
por el Poder.

El movimiento obrero
y la unión de los obreros avanzados en el partido


El Movimiento Comunista Internacional y los partidos y organizaciones marxista-leninistas, consideran al
partido revolucionario e independiente de la clase obrera, como la unión del movimiento obrero y del movi-
miento socialista (m-l). Eso significa que los intelectuales y los jóvenes intelectuales, son conscientes, gracias
al marxismo-leninismo, de que, por una `parte, la clase obrera es la fuerza dinámica de la transformación so-
cial, y por otra, que es necesario aliarse con los obreros avanzados y sus dirigentes para llevarlos a participar
en la lucha. Si el movimiento intelectual (con potencial socialista) toma un rumbo distinto al del movimiento
obrero, y mientras dure esa separación, no sólo la unión del movimiento obrero y su politización serán inevi-
tablemente atrofiados, sino que será imposible, la transformación de los intelectuales para asimilar la concep-
ción proletaria y devenir intelectuales marxistas.
En varios países existen partidos que discursean sobre el socialismo, el comunismo, los trabajadores, el tra-
bajo, etc., pero no son partidos obreros independientes. Los partidos y organizaciones realmente ligados a la
clase obrera, miembros del Movimiento Comunista Internacional, son todavía poco numerosos. Y, dejando de
lado algunos países, no controlan a la mayoría de los obreros avanzados para organizar y dirigir el movimien-
to. El problema más acuciante que se plantea al movimiento obrero, es el de la unión de las masas obreras y
su unión en torno a un partido independiente.
Para que la mayoría de los obreros avanzados pueda unirse a los partidos marxista-leninistas en los países don-
de ya existen, y formar un partido revolucionario en donde no existen aún,, independientemente de la situación
específica de cada país, es necesario asumir responsabilidades indispensables. Mientras que no se satisfagan
esas necesidades, no es posible asegurar la unión de los obreros avanzados y de las jóvenes generaciones de

61
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

intelectuales en el partido.
Son evidentes las siguientes necesidades:
a.- ampliar la lucha en el frente teórico (económico, filosófico e histórico), contra el ataque de la ideo
logía liberal que lleva a cabo el «post modernismo».
b.- no contentarse con la lucha contra las concepciones idealistas que se basan en «proyectos» y que
consideran la unión de los trabajadores con el partido, al margen de la lucha de clases, bajo un ángulo
de propaganda, de instrucción, de una especie de «relación con el pueblo». Por el contrario, es necesa-
rio asumir las responsabilidades y saber que la unión se logra en la lucha, en la labor cotidiana.
Junto a la necesidad de desarrollar y llevar a cabo la lucha teórica con el objetivo de unir a los trabajadores
avanzados en el partido, los anteriores puntos son las primeras condiciones para que el partido esté unido a las
masas de los obreros avanzados, de los intelectuales socialistas, de los jóvenes intelectuales.
Son condiciones ineludibles para consolidar la unión, mediante la lucha de los obreros, y ampliar esa unión en
el partido revolucionario. También las iniciativas tácticas son importantes para unir a los obreros al partido.
Iniciativas que lleven a los intelectuales y los jóvenes intelectuales a participar en el movimiento de la clase
obrera y les permita conocer la verdadera alternativa marxista. Iniciativas que pueden consistir en unidad de
acción, plataformas de alianza, etc. Si se tiene en cuenta las necesidades de la lucha y la relación de fuerzas
entre las corrientes ideológicas organizadas en el seno de la clase obrera, se verá que tales iniciativas tienen
una importancia primordial.
Aunque la influencia de las corrientes izquierdistas (atizadas por el liberalismo burgués) en el seno de la
clase obrera, sea un obstáculo para lograr la unidad en el partido de las masas avanzadas, no es un obstáculo
insalvable. El avance de la lucha obrera, aunque irregular, amplia necesariamente las condiciones de toma
de conciencia y de la unidad de los elementos más avanzados de la clase obrera. Los grupos comunistas se
refuerzan y extienden en diferentes países, aunque por el momento siguen siendo débiles, pero representan una
garantía nada despreciable para la unidad de los obreros avanzados y la unidad del partido. Cuando las ideas
del socialismo vuelvan a ser una tendencia fuerte entre los obreros, se comprenderá entonces que los auténti-
cos grupos marxista-leninistas y los partidos que los representan, desempeñan un papel vital para la unidad de
los obreros avanzados en el partido.
Al igual que en la lucha contra el capital, los grupos comunistas no son los únicos en luchar contra la influencia
liberal socialista. Los antiguos partidos comunistas no han logrado pasar en bloque al liberalismo tipo Gorba-
chov. En muchos países se han visto enfrentados a escisiones, a tendencias de «izquierda», que les ha obligado
a no rebasar ciertos límites. Aunque pocos, algunos partidos de pequeños países, se han visto obligados a dar
marcha atrás para orientarse hacia posiciones más próximas de los obreros, a las tradiciones marxistas. La
mayoría de esos partidos y grupos (algunos desorientados y con actitudes contradictorias), consideran el XX
Congreso del PCUS como el inicio de la restauración del capitalismo y del hundimiento de la URSS. Defien-
den, a su manera, de una u otra forma el leninismo y a Stalin.Los partidos y organizaciones pertenecientes a
esa “tendencia”, que no han roto completamente con los partidos y grupos abiertamente revisionistas, y otros
grupos locales revolucionarios, hacen esfuerzos para penetrar entre los obreros y en el marxismo, lo cual re-
presenta una posibilidad importante para la lucha contra el liberalismo y la socialdemocracia, por un lado, y
para la defensa del marxismo-leninismo en el seno del movimiento obrero y la unidad, por otro.
Esos grupos y partidos (algunos de los cuales mantienen posturas jruschovistas y bresnevianas) son criticables
por muchas razones, y los partidos y miembros del Movimiento Comunista Internacional no son indiferentes
hacia ellos. Sin poner en duda la tarea de trabajar por la unidad de los trabajadores sin partido o bajo la influen-
cia de la«izquierda» liberal, cada paso dado para la unidad de acción de las masas obreras avanzadas (estrecha
colaboración, trabajo en común para lograr una mayor alianza y unidad) constituye un progreso para preparar
la unidad del partido con esas masas. Sin una actitud que se preocupe por la unidad de acción, no es posible
lograr la unidad de los trabajadores avanzados en un partido revolucionario que unifique las masas esenciales
de la clase (93)
Los partidos marxista-leninistas ligados al Movimiento Comunista Internacional, se basan en la concepción de
«la unión de las masas obreras avanzadas».Pero como la situación actual es diferente de la existente anterior a
los años 80, se hace necesario lograr la unión más amplia posible de las fuerzas avanzadas. Debemos tener en
cuenta que todas las cuestiones sobre el desarrollo de ese `proceso, problemas específicos, la cuestión nacio-
nal, las diferentes formas a seguir, etc., están ligadas a factores históricos actuales y futuros.

62
La situación internacional y nuestras tareas

Lo importante, es actuar con perspectiva a largo plazo, con determinación y seguridad y no marginarse de la
realidad.
La unión de las masas de obreros avanzados con el partido, se podrá hacer en algunos países de forma directa
y acelerada, mientras que en otros seguirá un camino sinuoso y encontrará dificultades insospechadas.
La experiencia nos muestra que las tareas concernientes a la conquista de las masas avanzadas, no se llevan a
cabo de un solo golpe. Seguramente, en la mayoría de los países será un largo proceso, proceso determinado
por la dinámica y el ritmo del propio movimiento obrero.


Concluyamos:

a) Desarrollar los partidos y organizaciones marxista-leninistas, de manera que puedan abordar (con la
posible participación de intelectuales) las necesidades del movimiento obrero avanzado.
b) En los países en los que no existe aún el partido, es vital para el actual movimiento obrero, la orga-
nización de los obreros avanzados en partidos independientes y revolucionarios ligados al Movimiento
Internacional. Mientras esto no sea comprendido, y el eje principal de la organización no gire en torno
a estas tareas, será imposible avanzar.

La organización del Partido,


como partido de lucha y guerra

No se puede construir el partido independiente de la clase obrera más que con una línea y un punto de vista
(además del programa, naturalmente) basados en el objetivo de la toma del Poder. Pero el partido revolucio-
nario e independiente de la clase obrera, no es sólo la unidad en base a una línea (y el programa), es también
una unión de voluntades, de acción y de organización. Que el Partido sea una unidad de línea, de acción y de
voluntad, significa sobre todo que debe haber una organización:
a)que haya asimilado la teoría en general, un programa elaborado a partir de la teoría, y una táctica para
dirigir el movimiento.
b)Que lleve a cabo un trabajo cotidiano y continuado en diferentes áreas o frentes, en el seno de la clase
obrera con la que debe establecer sólidos lazos. Una teoría de carácter revolucionario, un programa y
una táctica, condiciones sine qua non para un auténtico partido obrero y revolucionario.
Mientras que el Partido no demuestre su capacidad organizativa para llevar a cabo una lucha cotidiana y
aunque en los otros aspectos cumpla perfectamente, el partido de la clase obrera no pasará de ser una masa
desorganizada. No será una organización para la lucha, de guerra, y en el mejor de los casos será sólo un grupo
parlamentario. La clase obrera toma su fuerza de su propia organización, y si ésta no existe, o periclita, la clase
obrera no representará nada.
El partido obrero es la forma principal y superior de organización de la clase obrera. Se apoya en el conjunto
de las masas de obreros avanzados que dirigen el movimiento obrero, y es parte integrante de la clase obrera.
El partido debe, desde el principio, crear sus organizaciones en el seno de la clase obrera en tanto que organi-
zaciones obreras. Las formas de lucha son múltiples. El partido debe luchar, tanto en condiciones normales
en las que la legalidad y el parlamentarismo prevalecen, como en condiciones difíciles en las que la brutal
represión y opresión dominan.
El partido no es una organización electoralista, pero tampoco una organización que se sustituye a las masas.
El Partido debe aclarar, llevar a la acción, organizar y conquistar la posición de vanguardia de la clase obrera;
en resumen utilizar todos los medios para llevar a los obreros a progresar mediante la lucha, organizar y dirigir
el movimiento.
Las condiciones de lucha exigen al partido de la clase obrera, junto al desarrollo de capacidades y pruebas,
gran energía, determinación y espíritu de sacrificio. Por eso, el partido de los obreros debe apoyarse en las jó-
venes generaciones proletarias pues junto a las mujeres y hombres que lo forman, es el partido de la juventud
obrera.
63
Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

Siempre, en las condiciones más difíciles y hasta desesperadas, el partido ha sido apoyado por los jóvenes
(hombres y mujeres) de la clase obrera. Por eso, el Partido debe apoyarse en las jóvenes generaciones de obre-
ros (94) y ha de tener siempre la preocupación por esas jóvenes generaciones que, además, son las más abiertas
y receptivas a lo nuevo, las más entregadas y enérgicas.
Pero organizarse en el seno de la clase obrera y lograr el apoyo de las jóvenes generaciones, no basta para que
el partido pueda llevar a cabo un trabajo ininterrumpido y en cualquier situación. El carácter y la construcción
de la organización, es muy importante para hacer invulnerable al partido, hábil y flexible para poder continuar
la lucha en cualquier tipo de situaciones. Desde ese punto de vista, el partido debe llevar la lucha lo más cen-
tralizada posible, apoyándose en un núcleo (y un aparato) profesional. Es fácil de comprender que la garantía
principal para la continuidad del trabajo, y su mejoramiento, depende de:

a) la centralización de la información y de la dirección.


b) la obligación de respetar las decisiones y el funcionamiento (sometimiento de los órganos inferiores
a los superiores, de la minoría a la mayoría y del conjunto del partido a los organismos centrales).
c) carácter centralizado y disciplinado, lo que significa llevar a cabo un trabajo cotidiano en el seno de
las masas.
Empero, la organización del Partido no se basa únicamente en el centralismo, la democracia es la otra cara
de la moneda, y es un arma indispensable para la vida del partido. El principio organizativo del partido es el
centralismo democrático.
Junto al centralismo (y la disciplina) la democracia en el partido permite manifestar la realización de la vo-
luntad de los obreros avanzados y de los militantes del partido, desarrollar la creatividad, la iniciativa, liberar
la energía de la organización y unir a las masas. Igual que el centralismo y la disciplina que no (95) podrían
existir sin democracia, ésta tampoco podría existir sin centralismo. La crítica y la autocrítica en el partido, son
herramientas indispensables para la educación y la lucha.
La democracia en el seno del partido, es totalmente diferente de la preconizada por el socialismo barato, que
trata de ocultar la burocracia. Es una verdadera democracia que se edifica sobre la responsabilidad y para ob-
jetivos bien definidos.
El partido de la clase obrera, es una organización de lucha que conjuga armoniosamente las tres formas (eco-
nómica, teórica y política) de cara a la clase obrera, y dirige el movimiento obrero. El partido es también una
escuela en la que se aprende y se hace progresar el trabajo proletario; donde los obreros, y naturalmente las jó-
venes generaciones, se forman revolucionariamente. En el partido, la formación se articula principalmente en
las cuestiones de la lucha de clases, en la responsabilidad, y se inculca a los obreros avanzados en la necesidad
de dirigir el partido y el movimiento obrero. El aspecto principal de esta formación, se basa en la experiencia
general del movimiento y en la responsabilidad individual. Otro aspecto de esta escuela de organización de
lucha y de guerra, se basa en la asimilación crítica de la cultura moderna progresista.
Dos hechos que determinan el sentido y la base estructural del trabajo y de la política de cuadros son:
a) concebir la organización del partido, como organización de lucha y de guerra capaz de llevar a cabo
un trabajo cotidiano enfocado a la revolución.
b) Ser una escuela en la que los obreros sean educados.

Los organismos centrales dirigen a las organizaciones del partido para implantarse entre las masas obreras y
asumir el papel de “soporte” de la centralización; igualmente, deben organizarse en los dos puntos señalados
anteriormente. Los principios, las normas y los medios que conforman la organización, deben necesariamente
estar ligados a los objetivos elaborados por el partido.
El partido de la clase obrera, tiene responsabilidades organizativas e internas particulares cuyo nivel de im-
portancia varía según los períodos. Por ejemplo, que los obreros sean mayoritarios (96) en el partido y en los
diferentes escalones. Igualmente, hay que incitar particularmente a los jóvenes y a las mujeres a formarse, de
manera a que sean más numerosos en los organismos dirigentes del partido. Hay que insistir en la importancia
que tiene una organización independiente de la juventud, que se concentre en sus problemas
actuales, en los que todavía predomina una atmósfera pequeñoburguesa, entre los trabajadores e incluso en la
opinión socialista en el mundo. Debemos ser conscientes de hacer progresar nuestras concepciones, se debe
consagrar al movimiento y al partido toda la energía, la capacidad, la creatividad de clase.
64
La situación internacional y nuestras tareas

La clase obrera, que lucha bajo la influencia asfixiante de las tendencias neoliberales y “socialistas”, necesita
un partido independiente y revolucionario que englobe en su seno a los obreros avanzados ligados a las masas
trabajadoras, empezando en los sindicatos; un partido que asuma plenamente sus responsabilidades y sepa
rentabilizar las situaciones.
La clase obrera tendrá, antes o después, ese partido de vanguardia, con el trabajo de los partidos y orga-
nizaciones marxista-leninistas ligadas al Movimiento Comunista Internacional, allá donde no existen aún, y lo
conseguirá a través de los obreros revolucionarios y de los intelectuales fieles a la clase obrera y al marxismo.
De eso no cabe dudar.

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

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La situación internacional y nuestras tareas

Capítulo IV

La derrota sufrida por la clase obrera y el socialismo, lo que ha supuesto un retroceso de medio siglo, el hundi-
miento y desintegración de la Unión Soviética, son deformados, no sólo por los ataques contra la clase obrera
sino por más razones. Vemos cómo la derrota, el retroceso y la desintegración,, son utilizados para sembrar el
sentimiento de que «la lucha no ha servido para nada»”, que «se ha luchado por nada»,y así propagar y legiti-
mar el pesimismo, el sentimiento negativo.
Al actuar así, los voceros capitalistas tratan de mantener y reforzar el sentimiento pequeñoburgués que, según
ellos, se apodera de la clase obrera, para
lograr una victoria rápida sobre ella, pues ha perdido la confianza, ha caído en un estado de rendirse y de su-
misión. Pero es fácil registrar que esas tentativas capitalistas son vanas.
La clase obrera ha probado mil veces su capacidad y su madurez histórica, actúa como una clase que cuenta
con la capacidad fundamental dada por la aparición y propagación de una teoría invencible, como es el marxis-
mo-leninismo. La continuidad de la lucha de la clase obrera y de los comunistas, reafirma el reconocimiento
de los clásicos del marxismo-leninismo: Marx, Engels, Lenin y Stalin. Lucha que ha permitido el surgimiento
de personalidades revolucionarias, dirigentes como Kirov, Dimitrov, Jdanov, Thäelman, Clara Zetkin, Enver
Hoxha, José Díaz, Mariátegui,… entre otros.
Esa continuidad de lucha, ha permitido llevar a cabo revoluciones que han cambiado el curso de la historia
del mundo; vencer en grandes guerras, entrar en combate en todos los países, construir una nueva civilización
en una tercera parte del mundo. Pensar que la clase obrera, que ha reforzado sus cualidades de clase y que se
levanta para la lucha actual, va a ignorar esa gran herencia histórica y someterse indefinidamente a las tácticas
de la “guerra psicológica”, es vana ilusión.
Ninguna lucha se libra en vano, independientemente de las dificultades, de la influencia de las derrotas. La
experiencia acumulada en esas luchas vivirá aun en los peores momentos y guiará y estimulará la actitud y la
conciencia de los obreros.
La fuerza y la riqueza de la cultura científica, artística y literaria creada bajo la dirección del marxismo-leni-
nismo y de la lucha de clases, es invencible, está estrechamente ligada al hecho de recoger esas experiencias
y los logros de esas luchas.
Esta teoría progresista, y la cultura socialista, son garantías para que las experiencias de la lucha histórica de la
clase obrera sirvan de brújula en los futuros combates y que la clase obrera pueda orientarse hacia posiciones
más avanzadas.
Para la clase obrera, la derrota no es una fatalidad ineluctable. La historia avanza (con victorias) pese a las
derrotas de la clase revolucionaria. Sea cual fuere el grado de violencia, su duración, la derrota y el retroceso
de los obreros, se inscriben en ese cuadro. Lo que importa es que los obreros sepan sacar las lecciones perti-
nentes, no sólo de las victorias, sino también de sus derrotas. Las derrotas no modifican la posición objetiva de
la clase obrera y de sus características. Pese al retroceso sufrido, la historia y la humanidad avanzan y la clase
obrera mantiene su papel de motor en este avance.
Con las diferentes experiencias de los períodos anteriores, la humanidad progresa pese a las ruinas y los obstá-
culos. Los saltos e impulsos pueden acelerar el progreso y rechazar las vacilaciones, las divisiones, las dudas
que, evidentemente, existen. Cuando esos saltos e impulsos y el alba revolucionaria surjan de la niebla, sin
duda alguna los obreros utilizarán todas las experiencias obtenidas en los períodos de grandes luchas.

Conferencia de Partidos
y Organizaciones
Marxista-Leninistas

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

68
La situación internacional y nuestras tareas

NOTAS

1) La lucha entre los campos socialista e imperialista, no fue el único elemento determinante de los acon-
tecimientos. La lucha de los pueblos contra el imperialismo y de los obreros contra el capital, se acentuaba y
desarrollaba. En cuanto a la lucha entre los imperialistas, se agudizaba en el tiempo. Pese a todo, en un último
análisis, la lucha predominante era entre los campos socialista e imperialista.
2) El fin de esa gran lucha, no significó evidentemente, el fin de todas las luchas. Los obreros y los pue-
blos la continuaban por todo el mundo. Por otra parte, la República Popular de Albania socialista, no se some-
tió al jruschovismo. Y China, había cortada sus ataduras con ese Bloque para iniciar una “nueva orientación”
que la ha conducido a la situación actual.
3) En el período precedente a los años 60, continuaba el reparto imperialista en el campo occidental, y
si se dejan de lado las tentativas de «autonomía» de Francia, esa lucha continuaba entre los Estados Unidos e
Inglaterra. Pero esa lucha, incluso si de tiempo en tiempo se agudizaba, era una lucha de intensidad mínima
y relativamente apaciguada para dedicarse colectivamente a las necesidades de la lucha contra el socialismo.
(4) La verdadera derrota comenzó con la toma del poder por Jruschov en los años cincuenta. El retroceso
de la clase obrera, empezó con ese hecho. El período de Gurbachov, fue la continuación del periodo de Bres-
nev, marcado por su jruschovismo sin Jruschov.
(5) Esos son resultados de los antagonismos .Por otra parte, es evidente que ni los ataques contra la clase
obrera y los pueblos, ni la lucha entre los imperialistas occidentales, comenzaron con el hundimiento de la
URSS.
(6) Las uniones y fusiones se concentraron en ese período de tal manera, que abarcaron todos los sectores,
y alcanzaron la gigantesca cantidad de 24.000 fusiones, de los cuales una buena parte son internacionales.
(7) Nos referimos a hechos dominantes (una nueva lucha por el reparto y de conquistas, y una oleada de
agresiones sin precedentes; acaecidos a raíz del derrumbe de la Unión Soviética.
(8) Los períodos de estancamiento, de crisis y de sus repercusiones, están condicionadas por situaciones
particulares, como durante los períodos de desarrollo.
(9) A partir de 2001, se registró gran agitación en los grupos de capital americano, ligada a ciertas evo-
luciones económicas. Entre los 500 grandes grupos monopolísticos que controlan las riendas de la economía
mundial, en 1994 había 151 empresas estadounidenses que representaban el 29% del movimiento económico
del total de las 500 empresas .En 2003, el número de empresas era de 189 y su parte del movimiento econó-
mico era del 39%. Una de las importantes características de este período es la caída vertiginosa de los mo-
nopolios japoneses que en 1994, contaban con 147 empresas y el 37% del movimiento (“chifres d’affaire”).
En 2003, sólo quedaba 82 empresas japonesas con el 14,6 % del movimiento. Ese retroceso de las empresas
japonesas y el estancamiento de ciertas empresas europeas (después de un auge continuado hasta el 2000) está
ligado, por un lado al estancamiento y crisis de esos países y regiones, y por otra a la rivalidad (y desarrollo
desigual) de los mercados mundiales.
(10) El crecimiento de los monopolios no coincide siempre con el crecimiento de la economía. Mientras
que la economía está en crisis y estancada, los monopolios pueden crecer. Los más grandes y mejor organi-
zados siguen creciendo. Los monopolios de los países avanzados en lucha por el mercado mundial, incluso si
se ven afectados por las condiciones generales, logran siempre imponerse a las economías. Evidentemente, se
trata de una imposición enmascarada.
(11) El hecho de que os Estados Unidos y otras grandes potencias comenzaran a mediado de los 80 a pro-
teger sus propios mercados, supuso el fin del GATT y de su papel en el comercio.
(12) Se trata de los acuerdos de defensa firmados entre los Estados Unidos y Japón
(13) Frente a las medidas de protección de los Estados Unidos, las inversiones japonesas en 1989 en el
mercado de producción estadounidense, alcanzaron la cifra de 70 millardos de dólares.
(14) Las inversiones estadounidenses en Alemania alcanzaron la cifra de 40 millardos de marcos entre
1999-2000; y las alemanas invistieron en el mismo período 130 millardos de marcos en Estados Unidos.
(15) El apoyo dado a la investigación aeroespacial, fue aumentado en 775 millones de marcos de 1984,
a 1241 millones en 1988. Los incentivos a las empresas electrónicas fueron doblados en el mismo período, y
también se transfirieron fondos europeos a ese sector.
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

(16) En realidad, esa lucha ha existido siempre en grados diferentes, Es un problema tratado con el pretex-
to del “nuevo orden” y de la importancia y significación que tomó esa lucha con el hundimiento de la URSS
(17) Después de la agresión a Iraq en 1991, los Estados Unidos olvidaron sus planteamientos sobre “un
nuevo Estatuto para el Próximo Oriente”, incluido en él Palestina y los emiratos árabes. Ese primer acuerdo,
caducó enseguida .La guerra de Yugoslavia puede ser considerada como el segundo “acuerdo” general, que
inmediatamente sería olvidado.
(18) En la medida en que el Ejército europeo no actúa mediante acuerdos con EE.UU., y aunque sea pre-
maturo saber lo que sucederá a largo plazo, es fácil prever que dicho ejército actuará como el de Alemania y
Francia en cualquier intervención que lleve a cabo a corto plazo. Pero hay que subrayar que sin la aprobación
de EE.UU., será difícil para esas dos grandes potencias, llevar acabo operaciones militares independientes.
(19) ncluso aunque, en teoría, esa “unión política” pueda unir y disciplinar a los miembros de la UE, tal
unidad será imposible en la práctica. Si la UE quiera aparecer como una “unión”, ésta sólo podrá llevarse a
cabo con una parte de sus actuales miembros
(20) Esto no significa que Alemania y Francia se unan con Rusia en todos los problemas (tampoco lo hacen
entre ellos mismos), y que se enfrenten sobre todas las cosas con los EE.UU. Los europeos no están aún en
condiciones de romper totalmente con los Estados Unidos y, durante cierto tiempo seguirán una política de
alianzas que los hace relativamente dependientes.
(21) Si se libra del saqueo en los próximos diez a veinte años, China puede llegar a ser una gran fuerza
capaz de modificar las alianzas y las situaciones. Es una posibilidad real, independientemente de la forma que
tome.
(22) Pese a no contar con una gran influencia, forman un grupo internacional frente a la expansión en Occi-
dente y las exigencias de Estados Unidos, conocido como “los cinco de Shangai”. Las luchas llevadas a cabo
en un pasado reciente, la situación particular de Rusia y su considerable fuerza, tiene particular importancia y
un peso concreto, que no quedará oscurecido por China. Además, Rusia es un aliado muy importante para la
UE de Alemania y Francia.
(23) Las instituciones y organizaciones internacionales políticas, militares y económicas, han aparecido el
siglo pasado en las relaciones de fuerza. Hoy es ineluctable que algunas desaparezcan y que otras se transfor-
men en herramientas en manos de algunas de esas potencias. Por otro lado, instituciones como la ONU y la
UE, no son como las que desaparecerán de un día para otro. Existirán hasta el día en que fuerzas opuestas se
enfrente, abiertamente, como enemigos.
(24) Las primeras agresiones internacionales se llevaron a efecto en la primera crisis de 1993 contra los
pueblos dependientes. Las condiciones de los créditos acordados a esos países, se endurecieron y las tasas
de interés fueron rápidamente aumentadas. Los términos de los intercambios «terms of trade» considerados
normales en esos países, pero que van contra ellos, eran de 2.4y de 2.1 % en los tres años que precedieron a la
crisis. Después de la crisis esos «terms of trade» cambiaron a -3.3 % a -1.8% lo que agravó la situación de esos
países .Incluso los países exportadores de petróleo cambiaron las condiciones del comercio de 11% a -6%, en
una pequeña crisis como fue la de 1993.
(25) La ayuda de los países desarrollados a su propia agricultura es de unos 400 millardos de dólares por
año. En cambio, esos países desarrollados imponen q los países dependientes el suprimir las subvenciones, de
por sí bastantes modestas, a su agricultura. Además, imponen derechos aduaneros que varían de 59 y 90 % al
444% para los productos textiles y de consumo.
(26) Es interesante saber que los monopolios de los países desarrollados que habían patentado el trigo,
han denunciado a los campesinos de la India que cultivan el trigo desde hace 2.000 años. Es un ejemplo que
demuestra la naturaleza de rapiña y de saqueo de esos monopolios. En realidad, todos los países desarrollados
y los monopolios, siguen la misma pauta sobre los productos agrícolas. Estos ejemplos, permiten percibir cla-
ramente, que los países imperialistas y sus monopolios, quieren destruir la producción y la población agrícola
de los países dependientes.
(27) ¿Hasta qué punto es correcto afirmar que se trata de una forma de neocolonialismo? Es indiscutible que
lo que sucede no se puede limitar únicamente a la definición de neocolonialismo.
(28) Entre 1980 y 1990,los países atrasados han pagado una media mensual de 12.5 millones de dólares de
intereses para cubrir la suma inicial de 6.5 millardos [Un millardo=mil millones. Nota de T). Y pese a ello las
deudas de esos países han aumentado un 62 % en el mismo período.
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La situación internacional y nuestras tareas

(29) Los quince últimos años han sido determinantes para los países desarrollados, sobre todo para los
monopolios de los grandes países, pues se han apoderado de las instituciones financieras, como las Bolsas, los
seguros, los bancos, las comunicaciones y los sectores energéticos, la industria pesada. Y el proceso continúa
a gran velocidad.
(30) Los salarios han disminuido por os acuerdos con las empresas y por las horas extras gratuitas. El ca-
pital quiere hacer trabajar 50 horas por un salario de 35. En cuanto al trabajo de 73 horas, ese «derecho» no
es el de pagar a los obreros esas horas, sino el de «equilibrar » mediante el trabajo flexible. La semana de 50
horas, junto a otros pretextos, es un paso más para facilitar es «equilibrio».
(31) Esto no coincide exactamente con lo que aquí exponemos. No se trata de afirmar que el antiguo pe-
ríodo y las primitivas condiciones de trabajo serán reproducidas exactamente igual. Lo que se afirma es que
las condiciones pésimas en el mundo actual, no respetan ningún derecho ni libertad.
(32) Según los datos de los EE.UU., que no son muy fiables, la tasa de crecimiento de la economía de los
Estados Unidos ha alcanzado un 2,4% el año 2002 y prevén una tasa del 3% para los años siguientes.
(33) A mitad de los años 90, 15 grandes monopolios habían alcanzado la posibilidad de controlar toda la
producción en los veinte sectores clave de la economía.
(34) La economía estadounidense tiene una deuda de 9 trillones de dólares. Los expertos son unánimes al
pensar que, una deuda de tal importancia puede provocar la pérdida de confianza en el dólar y limitar la capa-
cidad de maniobra del gobierno de los EE.UU.sobre la política monetaria y de las tasas de interés.
(35) El volumen de las deudas de los consumidores en los EE.UU. que era de 1.400 millardos de dólares
en los años 80, ha llegado a 6500 millardos en el 2.000.La deuda del 2001, sobrepasó esa cifra.
(36) El déficit del gasto se ha convertido en crónico en los Estados Unidos, ha sobrepasado en más del do-
ble los límites considerados como criterios para llegar al 6,4% del PIB .Por otra parte, el déficit del comercio
exterior ha sobrepasado, ampliamente las tasas admisibles, desde hace muchos años.
(37) Los grandes países de la UE, como Italia, Alemania, Francia y otros, tienen un déficit importante en
relación a su equilibrio financiero, y tratan ahora de cambiar, al lado de otros indicadores ya en el punto de
mira, los criterios concernientes al endeudamiento. En cuanto al Japón, que no tenía déficit hasta hace poco
tiempo, es desgraciadamente incapaz en razón de la importancia del aumento de las tasas del déficit de los
gastos relacionados con el PIB, de satisfacer las demandas de socorro lanzadas por los mercados.
(38) Las tasas sobre los productos de consumo más frecuentes y las cargas directas o indirectas para la se-
guridad social, han sido elevadas en la casi totalidad de los países. El nuevo aumento del IVA en Alemania, es
un indicador sobre la evolución del IVA en el mundo. En cuanto a las tasas sobre las empresas, bajo el pretexto
de «estimular las inversio9nes», han bajado considerablemente.
(39) Estos son algunos de los 4000 monopolios internacionales que controlan el 90% de registros de in-
venciones y de la propiedad en el mundo. El hecho de abandonar los negocios de la ciencia y de la tecnología
a los grupos monopolistas y a los ejércitos, frena y subordina el desarrollo de la técnica al único criterio de
beneficio máximo, o en el mejor de los casos, permite simplemente un progreso unidireccional Los dictados
impuestos por los gobiernos a los países atrasados, el establecimiento de las reglas generales de la competen-
cia y las medidas proteccionistas a favor de sus monopolios, son en realidad los elementos monopolísticos
que provocan los efectos más profundos y más largos, aun si esto no es visible a primera vista. Incluso si las
apariencias son diferentes, estas son mejor utilizadas que en el pasado.
(40) Destruyendo por la vía de las guerras y de las crisis los productos ya fabricados y acumulados, el
capitalismo se ofrece nuevas posibilidades de crecimiento. El hundimiento de los países del Este ofrecía al
capital una gran «posibilidad de renovación», incluso si era inferior al nivel de postguerra.Pero se constata
que el capitalismo ha perdido sus posibilidades de un crecimiento de gran envergadura y de exploración de
«posibilidades de renovación»
(41) Existe competencia incluso en las condiciones de intensificación de dominio monopolista .Y la compe-
tencia monopolista, al mismo tiempo que frena todo progreso posible, puede optar por el desarrollo técnico
hasta un límite, en su búsqueda del beneficio máximo. Durante los años 90, al lado de la intensificación del tra-
bajo (que se debió esencialmente a las derrotas y retrocesos del movimiento obrero y popular), hubo diferentes
avances técnicos en diferentes sectores. Esto no sólo no contradice en absoluto lo que se ha afirmado sobre el
peso de los monopolios en la economía y sobre el aumento del estancamiento, sino que muestra además que
estos mismos están imbricados uno en el otro y progresan paralelamente.
(42) El desarrollo tecnológico significa el aumento de la composición orgánica del capital. Este desarro-
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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

llo y la intensificación del trabajo significan, a condición de que los otros datos permanezcan constantes, un
descenso de la fuerza de trabajo viva, es decir, un descenso del número de trabajadores empleados. Como
la plusvalía se extrae de esta fuerza de trabajo, cuando el número de obreros desciende y el capital variable
disminuye en relación al capital constante (mejor dicho, cuando las tasas de capital constante crecen frente
al capital variable), las tasas de beneficios se orientan con una tendencia al descenso. Desde entones, la com-
petencia se agudiza entre los monopolios. Desde que se observan estos hechos, podemos constatar en todo el
mundo una tendencia al descenso de la tasa de beneficios. Por ejemplo, en Alemania, la tasa de beneficios que
había aumentado de 72% a 9,95% en 1980, cayó hasta un 5,5% en 1995. La continuación de este descenso de
la tasa de beneficios (el aumento de los beneficios de los monopolios es otra cosa) en los años que han seguido
es válido también en otros países, incluso si no es en las mismas proporciones que en Alemania. En todos los
sitios, incluso si los monopolios han aumentado sus beneficios en los últimos años, la tendencia al descenso
de la tasa de beneficios se mantiene todavía.
(43) La concentración del capital es un proceso permanente en el capitalismo. Pero el movimiento de la
concentración y de la monopolización, no sigue una curva lineal y se desarrolla a saltos.
(44) El trabajo flexible, gracias a la internacionalización y al crecimiento rápido de la producción, de los
transportes y de las comunicaciones, permite a los patronos conocer mejor el mercado y planificarlo. Al mis-
mo tiempo, permite también la intensificación de la explotación, la transferencia del peso de la crisis cargán-
dola a los países atrasados, y consolida los países adelantados y las economías «flexibles» todavía un cierto
tiempo contra las crisis.
(45) Para el capitalismo, el trabajo flexible significa ante todo, que puede desembarazarse de los stoks y
tener la posibilidad de trabajar sin ellos. No tener un stok, si esta situación se utiliza bien, no puede más que
reforzar la eficacia de las huelgas para poner de rodillas al capital. Transferir el peso de la crisis a los países
atrasados, puede incrementar los elementos de una explosión social y poner a la clase obrera a la cabeza del
pueblo.
(46) Las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores se endurecen cada vez más .Los salarios
bajan en todo el mundo, incluidos los países europeos y los EE.UU. Estos diez últimos años en los países de-
sarrollados, comprendidos los EE.UU., Alemania y Francia, el 12 al 13% de la población vive por debajo del
umbral de la pobreza. En la casi totalidad de los países atrasados, la pobreza toca a casi la mitad de la pobla-
ción o más. En los países atrasados, una parte importante de las masas está excluida del sistema de seguridad
social y de la educación. Estos países son aplastados bajo una deuda de más de dos mil trillones de dólares y
la mayoría de ellos no cuentan con las posibilidades de llevar a las masas a un medio más o menos civilizado.
En cuanto al hambre, ha tomado forma de una gran catástrofe que se propaga cada vez más por el mundo.
(47) No es sorprendente ver teorías que llegan a la negación de la clase obrera. Después de cada derrota
reaparecen. Por ejemplo, después del movimiento de 1968, Markus (y otros) declaró que«a partir de ahora, el
papel revolucionario ha pasado a las manos de los intelectuales, de los estudiantes y de los excluidos». Los
revisionistas del eurocomunismo participaron en ese coro con su teoría sobre los «obreros de cuello blanco»,
para sembrar más confusión sobre las fronteras de la clase obrera.
(48) La socialdemocracia no halla empacho alguno en descubrir nuevas dinámicas entre quienes producen
«tecnología, información, modelos de gobierno, imágenes, publicidad, etc.», y cortar todos los lazos históricos
y6 morales con la clase obrera. En cuanto a las corrientes socioliberales , se apoyan en las capas instruidas de
la pequeña burguesía urbana e intentan unir a todos los «asalariados» en torno a estas capas.
(49) «La disminución del capital variable respecto al capital fijo, de forma paralela al desarrollo de las
fuerzas productivas, por una parte crea sin cesar una superpoblación y, por otra, impulsa el incremento de la
población activa« Marx, El Capital, Vol. 3
(50) La población obrera de los países avanzados muestra una tendencia a la disminución relativa, teniendo
en cuenta la orientación de la producción de baja tecnología hacia los países atrasados. Pero los países impe-
rialistas están obligados a mantener en sus países las empresas esenciales de alta tecnología para preservar su
posición imperialista. Así pues, la posibilidad de una disminución importante de la población activa por esta
vía es muy débil.
(51) Los defensores del capital hablan ruidosamente de la ciencia y la técnica. Sin embargo, la actitud del
capital hacia la revolución técnica es bastante confusa y negativa en muchos casos. Para el capital, el desa-
rrollo científico-técnico no es un fin en sí mismo. Lo sostiene a causa de la competencia monopolística y para

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La situación internacional y nuestras tareas

intensificar la explotación. Es el beneficio lo que resulta determinante. Cuando las clases del capital ven que
el beneficio está en otro lugar, no desean retornar en absoluto al «trabajo manual».
(52) Hay que prever que, con la aceleración de la economía y el desarrollo del movimiento obrero, las
formas de trabajo indicadas pueden no ser beneficiosas para el capital.
(53) La base del crecimiento de la clase obrera es la expropiación capitalista. El capitalismo, en busca del
máximo beneficio en su fase monopolista, no llega a reunir las condiciones para absorber la masa expropiada.
Lo que hace es incrementar la masa crónica de parados y los condena a convertirse en parte permanente de
la clase obrera. De ahí que la clase obrera aumento a nivel mundial y de cada país. Se comprueba también la
formación de una masa lumpen-proletariado, constituido por los excluidos de la sociedad, que no cesa de
crecer.
(54) La separación entre el trabajo material e inmaterial, es decir, entre el trabajo manual y el intelectual,
nació con la primera división de la sociedad humana en clases. A continuación tomó una forma antagonista. El
capitalismo maduró este antagonismo descorriendo el velo que lo escondía. La clase obrera es la única clase
que, al derribar al capital, podrá poner fin al antagonismo entre el trabajo manual y el trabajo intelectual y unir
estas dos formas de trabajo a la manera del productor libre de la sociedad comunista. No podrán impedir a la
clase obrera de liberar el trabajo intelectual del yugo del capital, de poner al hombre realmente en pide y abrir
así, la vía del progreso.
(55) Con la apertura de los mercados, servicios públicos como la educación, la cultura, etc. a la vez que
aparecen elementos que se enriquecen y aumentan su capital, otros elementos y capas enteras se proletarizan,
particularmente por sus condiciones de vida. Es posible aludir a un proceso similar en los sectores de la infor-
mática, la comunicación, etc. Pero esto ocupa un mínimo lugar en la actividad del capital y en la masa general
de la clase obrera.
(56) Esta situación no está en contradicción, evidentemente, con la existencia de la producción de pequeño
artesanado o del pequeño campesinado, que son prácticamente inevitables bajo el capitalismo.
(57) Esta contradicción, es en realidad, la contradicción entre el capital y el trabajo. Demuestra la incapa-
cidad crónica del capitalismo.
(58) El carácter de clase de la clase obrera, es idéntico al carácter social de los medios de producción. Es
por eso que su liberación sólo es posible con la abolición de la propiedad privada y su conformación con el
carácter de los medios de producción, es decir, la socialización.
(59) Cualquier persona informada sabe que los factores subjetivos no tienen la capacidad de modificar las
necesidades.
(60) Evidentemente, esto no quiere decir que los partidos de la clase obrera no puedan entrar en los go-
biernos cuando se dan las condiciones reales. El partido de la clase obrera no rechaza entrar en un gobierno
que comporte un potencial de proteger y aumentar las fuerzas de la revolución, que acelere el desarrollo revo-
lucionario y que sirva para constreñir los ataques contrarrevolucionarios.
(61) La expresión «órganos y tipos de Estado proletario» es utilizada aquí para incluir también los órganos
del Estado democrático y de poder popular, haciendo hincapié en su carácter proletario y popular.
(62) La frase «la existencia y desarrollo del movimiento obrero independiente» es utilizada en un sentido
más amplio que la existencia del partido independiente de la clase obrera. Como la unidad de la mayoría de la
población con la clase obrera en torno al partido, para la lucha por el Poder.
(63) La acción política directa o indirecta de los obreros (dentro de los sindicatos),no se toma en cuenta.
(64) Esta reivindicación es a largo plazo; no es contradictoria con el sostén proporcionado a ciertos sin-
dicatos que reivindican las 32 horas semanales, y no cuestiona las diferentes etapas puestas en práctica en
diversos países por la reducción del tiempo de trabajo.
(65) La lucha por el poder se concretará cuando los obreros barajen y luchen por este género de reivindica-
ciones en interés de la clase obrera. Por el contrario, el desarrollo del movimiento no seguirá una línea directa
como aquí se ha generalizado: se realizará pasando por caminos diferentes y creando formas ricas según los
países
(66) La tendencia dominante, tras la derrota, correspondía a un alejamiento con respecto al socialismo.
En condiciones de desarrollo de la lucha, la tendencia hacia el socialismo entre los obreros de forma masiva y
espontánea será inevitable.
(67) El potencial comunista entre los obreros avanzados, es más avanzado que los reagrupamientos ac-

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Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

tuales. Mientras el movimiento progrese, la organización de este potencial, su transformación en una potente
fuerza, se hallará en la naturaleza misma del movimiento.
(68) La tendencia del capital va en el sentido de la destrucción de los sindicatos. Pero esto, actualmente,
no sólo no es posible, sino que de forma general no le conviene. El capital impide en todas partes la formación
de organizaciones sindicales y busca el apoyo de sindicatos reducidos, sin influencia y que abiertamente han
definido su función como una aportación de «servicios»
(69) La burocracia sindical debe su dominación a la influencia política que ejerce sobre los obreros avan-
zados próximos a una línea política compatible con aquélla (relativamente conservadores, socialdemócratas y
socialistas liberales). Cuando esta capa reivindica el socialismo, en realidad no reivindica sino el socialismo
burgués (la democracia social y el socialismo liberal).
(70) Los auténticos partidos obreros no son aún partidos de masas entre los obreros. Actualmente no hay
ninguna organización obrera de masas (como los sóviets) que puedan competir con los sindicatos. Es por ello
que los sindicatos son organizaciones sin «rival».
(71) Es ciertamente posible abandonar los sindicatos que se separan de las masas, o se marginan, después
de que los obreros o la mayoría de éstos los hayan abandonado o se hayan orientados masivamente hacia otro
sindicato. Esta realidad no es contradictoria con la idea aquí expresada. Es obligatorio para los partidos obre-
ros, constatar la tendencia de la mayoría de los obreros y poner cuidado en no separarse de ellos.
(72) Los sindicatos están, de ahora en adelante, en la lucha política. Se sobreentiende aquí que abandonan
la lucha política desde el punto de vista burgués, en prove4cho de una lucha desde la perspectiva obrera.
(73) Los sindicatos dan una particular importancia a la solidaridad internacional y organizan su acción
solidaria utilizando ciertos acontecimientos en el mundo que facilitan su comprensión.
(74) Esta es una condición primordial para que los sindicatos lo sean de clase.
(75) Aunque las aparición histórica de la aristocracia obrera es anterior, su generalización comienza con la
época imperialista. Es una capa social que se alimenta de las migajas del beneficio imperialista, y que tiene una
tendencia proimperialista. La transición al imperialismo no sólo ha extendido sistemáticamente la corrupción
del movimiento por parte de esta capa, sino que ha acentuado sus ataques a la clase obrera.
(76) Las tendencias socialdemócratas en estos países no son consecuencia, generalmente, de la historia del
movimiento obrero, sino de la historia del país. La mundialización ha provocado en estos países, por un lado
tendencias globalizadoras, por otro, una intensificación de los sentimientos nacionalistas. En algunos países
se han dado asimismo rupturas. A pesar de ello, no ha surgido ninguna tendencia antiimperialista en las viejas
corrientes socialdemócratas.
(77) El mejor ejemplo de esto, son las organizaciones agrupadas en torno al Partido de la Izquierda Euro-
pea.
(78) Esto significa la extensión y consolidación de la base antiimperialista, y una relación más estrecha de
la liberación nacional con esa lucha y por la conquista del poder por la clase obrera.
(79) Esto se debe a que las capas intermedias, que en los países imperialistas se alimentan de las migajas
de los beneficios, tienen tendencias proimperialistas, y representan unos de los apoyos de su poder. Pero los
ataques de la oligarquía van también contra estas capas, y esto engendra episodios de su realineamiento con la
clase obrera. En tanto la clase obrera no sea capas de arrastrarlas a su lado, estas capas intermedias junto con
otras categorías tipo lumpen serán usadas por la reacción y el fascismo.
(80) Este tipo de estratos nacionales y burgueses está cada vez más en competencias con la clase obrera
y su partido. En línea con la evolución general, la mayoría tiene tendencia a entenderse con las fuerzas im-
perialistas. La clase obrera está obligada a mantener su independencia y su posición alternativa, y llevar con
decisión su lucha como vanguardia.
(81) En la actualidad no se dan cambios de posición como en vísperas de la II Guerra Mundial, entre fuer-
zas imperialistas dominantes en retroceso y otras agresivas y en ascenso.
(82) La solidaridad entre partidos, o la Internacional, constituye en realidad el mecanismo de toma de
decisiones y de declaraciones de solidaridad internacional. Las organizaciones que en la práctica solicitan y
organizan la solidaridad, son los sindicatos y las organizaciones de masas.
(83) Por ejemplo, los trabajadores del mismo grupo de empresas (con ocasión de luchas sindicales y contra
los despidos) han organizado numerosas acciones de masas orientadas a la solidaridad con los trabajadores de
otros países. Además, las decisiones más importantes de los sindicatos y de las organizaciones internacionales
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La situación internacional y nuestras tareas

son tomadas gracias a la presión de la base.


(84) Estas organizaciones han salido a la luz, por una parte, gracias a las reivindicaciones no atendidas del
movimiento. La participación individual en esta organización no cambia ni su carácter de «organización de
organizaciones», ni lo superfluo de su existencia
(85) Es interesante subrayar que los estados Unidos, principal responsable de la contaminación y de las
catástrofes naturales que amenazan a la humanidad, no firma ni siquiera ruin protocolo como el de Kioto
(86) Aunque los movimientos ecologistas no existieran en la actualidad, la clase trabajadora lucharía en
fábricas y minas por su salud y por la naturaleza. La única lucha permanente para la protección de la naturaleza
es la de la clase obrera.
(87) Los procesos de entrada en el mercado educativo y cultural, y su acaparamiento por los monopolios,
son cada vez más evidentes. Los monopolios apoyados en los gobiernos, disponen de enormes posibilidades,
por medio del patrocinio de todo tipo de actividades culturales.
(88) La toma del poder por la clase obrera y la formación de una nueva civilización socialista, cosa que ha
exacerbado los ánimos del capitalismo, no se analizan aquí. Está claro que el capitalismo no ha modificado su
actitud hacia la clase obrera.
(89) La política de combinarla represión con algunas concesiones, por parte del capitalismo, se conoce en
la historia de la lucha de clases como la política del «palo y la zanahoria»
(90) La clase o coalición de clases en el Partido, es la vanguardia de esa clase o coalición. Utilizamos aquí
en un sentido amplio la noción de «partido de vanguardia».Las comillas nos reenvían a la historia, al odio que
manifiestan hacia la concepción y formación del partido bolchevique, esas corrientes.
(91) No está de más incluir aquí a los grupos trotskistas.
(92) Cierto es que hace falta una unidad política e intercambios de experiencias, y también es cierto que
la solución de los problemas sobre el camino a tomar, su forma, corresponde asumirlas a los partidos y orga-
nizaciones de cada país.
(93) Condiciones en las que la idea de socialismo y de partido se han debilitado en la opinión pública, don-
de los prejuicios son todavía fuertes hacia la lucha ideológica. Es necesario reaccionar, centralizar la dirección
del movimiento, por un lado, y tener un amplio espíritu, por otro.
(94) Lo cual no significa, evidentemente, excluir a las generaciones precedentes. El partido es al mismo
tiempo, una unidad de generaciones, de hombres y mujeres, que tienen como base a la juventud.
(95) El principio fundamental de la democracia consiste, naturalmente, en elegir a los organismos y en el
hecho de que es el Congreso quien establece su política. Mas, la democracia en el partido de la clase obrera es
mucho más que eso. Una vida partidista con espíritu abierto, la vivacidad, la confianza, la crítica y autocrítica,
compartir y discutir con las masas sin partido es el fundamento de la democracia en el partido.
(96) El partido de la clase obrera prevé que los obreros, aunque al principio no sean muy numerosos, pro-
gresen hasta convertirse en mayoritarios, y lo que es aún más importante, que lleguen a ser la fuerza principal
en la dirección-n del partido.

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El “nuevo orden mundial”está constituido
como “orden”común del capital, impuesto
a los pueblos y las clases trabajadras
por los países imperialistas y por el ca-
pitalismo.
El imperialismo norteamericano,
reforzado por el papel desempeñado en el
hundimiento de la URSS y del Bloque del
Este, concibe este “nuevo orden” como el
orden del “imperio americano”, al que las
otras fuerzas deben obedecer sin condi-
ciones, como “vasallos privilegiados”.
Se comprende fácilmente que esos dos
aspectos no son contradictorios; el “nue-
vo orden” es a la vez un orden de los
países ricos, y el del imperialismo
norteamericano en la cima del poder, “sin
rival”.

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