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REVISTA LITERARIA
NÚMERO VI
JUNIO 2019
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@revistaawen
Revista Awen
EDITOR EN JEFE
Jorge Morales Corona
@jorgemoralescorona
EDITORA ADJUNTA
Verónica Vidal
@veronicat2727
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Ediciones Palíndromus
@edicionespalindromus
FOTO DE PORTADA
Román Hernández Herrán
■ Los textos e
imágenes que
acompañan este
número no pueden
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bajo ningún motivo
sin la autorización
del propietario. El
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a los creadores.
cuerpo,
antítesis
de lo visible
POR VERÓNICA VIDAL
Osiris, el dios de la fertilidad de la mitología namos su materia sólida. Con el leitmotiv del rumor
egipcia, fue arrojado al Nilo y sus miembros dis- de voces terminamos formando el hermano del ru-
persos generaron buenas cosechas. La mejor mor que emite el caudal interno.
de las muertes para un hindú sería a orillas del Vibramos con la zumba que nos ofrece nadar
Ganges, para esparcir sus cenizas en la corrien- entre cuerpos dispersos, proyecciones de nuestros
te del río sagrado. La figura del río es recurren- fragmentos escondidos bajo la cama. Somos lagos
te cuando se propone representar el transcurrir de la misma Rusia y témpanos de la misma Antárti-
del tiempo; el símbolo de su desembocadura en da: somos parte del tejido de las montañas.
el mar: la fusión con el infinito. El cuerpo es el
Aun siendo espejos de un único hielo, el rayo de
ente final y comienzo en diversas culturas; el fi-
Sol no nos hace a todos el mismo agujero; no en el
nal, la muerte o transfiguración de la substan-
mismo lado ni tampoco el mismo día. Pero sí que-
cia contenida en el armazón que se alimenta
da el sangrado, el ombligo por donde se renueva el
de agentes po(y)éticos que, al menor contacto
mundo cada vez, con otro aporte: los pedazos que
con el río calmo interior que hay en todos los
nos va arrancando la vorágine, ahora convertidos
cuerpos, la ignición resulta en estallido; o es la
en peces del Ganges exportados al hacer literatura,
apoptosis que se gesta en nuestro cuartel de
al construir imágenes, cuando posamos un pie en el
automutilación programada para huir, girar en
suelo tras una noche de lágrimas.
una singularidad eterna o evolucionar.
Así, lo que llamamos Cuerpo es la semilla que
En el cuerpo habitan los sedimentos y las
debe morir para dar frutos; es el escudo que a diario
erosiones; el caudal que a momentos ruge y ca-
nos defiende de las olas reventando en la puerta.
lla. Que tarde o temprano se desborda y forma
En el número que les presentamos en esta opor-
nuevos territorios en la psique, en el accionar y
tunidad, los colaboradores se fragmentan en la in-
en el arte. La arena de la piel se amontona en
temporalidad y se dejan arrastrar por las superno-
dunas ardiendo en el pecho, donde el núcleo
vas: sus cuerpos que de tanto callar, reventaron… y
del poema asfixia; en la parte baja de la espalda,
ahora la estrella es fértil a los ojos del gran ciclo que
donde precisamos cama para soportar el peso
alimentamos con instantes desde el momento en
que nos toca del mundo visible y de esta por-
que agregamos otra cifra al número 3.14159265359.
ción de realidad, igualmente dudosa si cuestio-
06 Juan Rey Lucas El cuerpo sin órganos: un monstruo
fértil por el lienzo desde la lógica de
la sensación por Gilles Deleuze.
(México, 1978)
Filósofo, ensayista, cuentista, poeta. Es-
tudió en la Facultad de Filosofía y Letras,
en la Universidad Nacional Autónoma
de México. Columnista para diferentes
semanarios de la red como: Concepto
Arte, Monolito, Areté, Nudo gordiano,
Diversidad Literaria, Libertiry Prose Lati-
noamericano, Pravia Magazine, Enpoli,
Sentido Figurado.
REVISTA AWEN: CUERPO [8]
“El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza…”
G. Deleuze | Filósofo
órganos: un
Deleuze de-construye un libro que se adhiere al
arte para poder desenvolver su pensamiento con
Las heridas
sus heridas. Salpicaduras pequeñas, grandes cortes,
raspones, costras imbatibles y múltiples quemadu-
ras cubren una piel que ella cree de tigre o cebra.
A ella le gusta imaginarse animal salvaje corriendo
desenfrenada por alguna sabana africana. A Yulia
le molesta el dolor cuando surca su piel, sin em-
bargo se alegra ante el nacimiento de una herida y
sabe que todo contacto con el mundo deja huella
en nosotros. Cuando una herida surge ella la mira
detenidamente, clasifica sus líneas según el grosor,
les coloca nombres a sus grietas y a veces les in-
venta una canción. Yulia puede pasar horas miran-
do una diminuta quemadura hecha con la colilla de
un cigarro suyo de esos mojados. Yulia las ama. Las
ve oscurecerse y siente sus ardores, comprende
cuando se quejan. El lenguaje de las heridas es un
enigma que Yulia no ha podido comunicar a nadie,
para eso tendría que vivir en el cuerpo del otro, y
hasta ahora, que ella sepa, nadie lo ha logrado to-
davía. Platanote hinca sus dedos y a veces convier-
te heridas pequeñas del cuerpo de Yulia en grandes
aperturas acuosas y nada prudentes. Yulia sabe que
él no lo hace por maldad, igual que ella, él espera a
que por fin esa piel que ella siente que le sobra se
caiga de una vez y por fin pueda salir la mariposa
que Yulia es. Yulia, como todos, también es herida.
Una por una, Yulia las ha visto envejecer a todas.
Algunas se hicieron protuberancias y relieves en
su piel. Otras, hermosos lunares como planetas y
otras apenas sombras invisibles que solo ella es
capaz de distinguir. Hay heridas más evidentes que
otras. ¿Quién realmente se mueve por los relieves
de una piel ajada? Amar para Yulia no es ocultar las
propias heridas sino mostrarlas para que el otro
nos ayude a ver la mariposa y no la oruga. Cuando
nace el amor también nace una herida. Lo difícil
luego de salir es emprender el vuelo y que el otro
se quede oruga, o al revés.҉
03 | 06 | 2017
REVISTA AWEN: CUERPO [13]
Yulia Como pajarito ensopa’o baila Yulia al son de
remojada
los truenos. De sus pestañas gotas saltan hacia el
suelo bailando en el aire. La lluvia se desliza por su
cuerpo triste de tener que caer, de dejar de lavar
por instantes. El agua lava el cuerpo de Yulia de
la intemperie. Baila sola en el centro de la plaza
y poco a poco Lagarto se le acerca, pero no se le
une. Está muy fría esa lluvia, es solo para la gente
que lleva un sol por dentro. Yulia abre la boca. Cal-
ma una sed que solo ella conoce. Muchos incautos
la ven desde su ventana, o desde el alero de una
casa vecina, o desde el interior de un restaurante.
Pero están impedidos, sus compañías anclas no mi-
ran la lluvia, no la oyen, mucho menos la saborean,
le temen al tacto de las gotas frías y detestan llegar
a casa con los pies mojados. Yulia sonríe, su cintillo
de flor de papiro está empozado y en él se ve el
reflejo de las nubes negras ahogando al próximo
trueno. Una enredadera brota del cintillo de Yulia
apuntando al cielo. Yulia es hija de la lluvia y el re-
lámpago, su cuerpo es uno con la lluvia y solo bajo
ella a Yulia no le duele bailar sola. ҉
10 | 10 | 2017
M a ri a n o
S e rra n o Ave l a r
BIOGRAFÍA
Shunchō,
de su casa en Tlalpan, Goeritz sintió una rara felici-
dad. Mientras bajaba al comedor respiró la bocana-
(Venezuela, 1998)
Cuentista venezolano, estudiante de
Ingeniería Mecánica en la Universidad
Metropolitana (Caracas). Participó en
diversos festivales a nivel nacional en
la categoría Cuentos. Escritor inédito y
oximorónico. Posee un blog —llamado
Las flores del Matorral— donde publica
regularmente:
www.lasfloresdelmatorral.wordpress.com
REVISTA AWEN: CUERPO [22]
3.14159265359... De repente, sentí miedo; creo que nunca lo
había sentido antes. Pero estoy seguro que sentí
un escalofrío que me congeló el cuerpo y me com-
primió el alma en el estómago. Me sentía denso,
pegajoso, mi boca sabía a desconocido. Empecé
a respirar más fuerte de lo normal, me empezó a
faltar el aire, no podía ver nada, escuchaba unas
voces distantes en un idioma que aún no había
aprendido. Traté de palpar el piso, rugoso, y las
paredes en busca de salida; estaba encerrado.
Un halo de luz se coló en mi campo visual como
el vuelo de una mariposa se cuela en una habita-
ción y que lentamente se va difuminando hasta que
lo único que queda en el espacio es aire de mari-
posa. Me descubrí envuelto en algún tipo de baba
blanquecina, no sabía muy bien qué estaba pasan-
do. Escuché gruñidos y voces monótonas del otro
lado de la pared, sentí miedo otra vez. Acerqué mi
cabeza a la fuente de luz que poco a poco me des-
cubría; quería ver, quería escuchar, quería sentir.
REVISTA AWEN: CUERPO [23]
Los gemidos, gruñidos y gritos se hicieron Cuando me acerqué escuché el ritmo de un cora-
cada vez más cercanos mientras trataba de zón sincopado que, a partir de ese momento, me
analizar qué pasaba afuera. Por un momento necesitaba para vivir. Sentí la piel corrugada de un
pensé en salir, pero era imposible que todo mi dedo que se paseaba parsimoniosamente por mi
cuerpo se deslizara por una abertura de tan cara. Olí las noches de insomnio, los amores y las
mínima magnitud. Estaba intentando saber. guerras que nos habían traído a este lugar.
De un momento a otro se escuchó un Sentí miedo, estaba vivo. ҉
silencio azul y demoledor, el vértigo invadió el
vacío que el caos estaba formando en mi alma.
La cantidad creciente de luz que pasaba por la
rendija me permitió observar mi cuerpo; con
tristeza me vi desnudo y débil, terso y arruga-
do, curvo y recto, frío y caliente, increíblemen-
te ordinario, normalmente hermoso; más que
nada hermoso. Sucumbí (ya con lágrimas en los
ojos) ante las atrocidades del azar.
Un gran grito y una voz comandante frag-
mentaron el silencio que se había asentado en
mi corazón. Me sentí empujado hacia la luz,
atascado entre murallas que se cerraban cata-
tónicamente. Sentí miedo y, al mismo tiempo,
esperanza. Esto iba a cambiar, me iba pero
sabía que estaba llegando. Los gritos me des-
garraron los tímpanos de una vez por todas.
Sentí dos manos jalándome hacia el futuro, la
luz invadió mi cerebro con alegría desmesura-
da. Lloré, no pude hacer otra cosa, sentí cómo
mis ancestros despertaban en mí. Aprecié la
viscosidad del tiempo deslizándose sobre mis
hombros, cómo la humanidad desparramaba
milenios de sangre sobre mi cabeza. Sentí que
nunca antes había sido amado. Fui el centro
del mundo, de la galaxia, del universo. También
me convertí en la razón por la cual todos los
humanos habían vivido: para ser yo. En ese
instante, yo era todo lo que importaba y todo
lo que estaba bien en el mundo. Fui, por un
momento incalculable, la singularidad; el prin-
cipio y el fin, hasta que sentí una nalgada.
Seguía llorando desconsolado y desorien-
tado. Analicé ojos extraños hasta que observé
unos que se parecían a los míos. Con inocencia
traté de llamarlos, quería que me salvaran.
Fra n c i s co
To ro
BIOGRAFÍA
(México, 1991)
Es Técnico en Diseño Gráfico por la
UDC. Ha publicado en revistas impresas
y digitales, catálogos y antologías de
México, EEUU y Venezuela.
Ha expuesto su obra en Tijuana,
Ensenada, Ciudad de México (Mx) San
Ysidro, California (EEUU).
Es miembro de la Sociedad Mexicana de
Collagistas.
©2017, Francisco Toro. Retratos post-captura N° 07
(México, 1980)
Escritor y artista visual especializado en
fotografía escénica. Realizó estudios en
la Escuela Activa de Fotografía, en la
Ciudad de México y posteriormente en
el Centro Internacional de Fotografía y
Cine en Madrid, España. Ha participado
en diversas exposiciones colectivas
e individuales y publicado artículos
y relatos en diversos medios, tanto
impresos como digitales.
©2019, Román Hernández Herrán.
Daniela
A re l l a n o Pa d i l l a
BIOGRAFÍA
(México, 1995)
Es artista plástico sumamente
interesada en la fotografía. Sus obras
plásticas han sido expuestas en diversos
lugares como el Museo Pantaleón
Pan Duro Tlaquepaque (Jalisco,
2017), Patronato del Centro Histórico
(Guadalajara, Jalisco, 2019) y Centro
Cultural Ajijic (Jalisco, 2019).
©2019, Daniela Arellano Padilla. El cuerpo, manifestación de memoria
S a l va to re
Ca j i a o
BIOGRAFÍA
(Ecuador, 1997)
Actualmente cursa la carrera de
Psicología Clínica. Se ha presentado
en varios recitales poéticos nacionales,
y se encuentra próximo a debutar
en la escena poética con su libro
Matamuertes. Su obra actual busca
desnudar nuevas caras del concepto de
‘muerte’ y entendimiento de la ‘otredad’.
REVISTA AWEN: CUERPO [37]
Sin poesía Mi lengua es habla y beso
un invertebrado que empuja
ni cuerpo el texto y la nada,
que es texto ahora.
BIOGRAFÍA
(España, 1970)
Profesora de Lengua, Literatura en
Enseñanza Secundaria y Bachillerato.
Publica sus poemas en revistas literarias
como Piedra del Molino y participa
en numerosos recitales poéticos.
Creadora del recital Fray Luis de León.
Su poemario Da-me de beber se
encuentra en trámites de publicación.
REVISTA AWEN: CUERPO [39]
Mi piel sola No sabría decir si estoy flotando.
En el límite del ser y de la brisa
mi piel sola.
Anudando los restos del destino con mil signos,
sube un surco de sed hacia el cabello
que penetra en los ojos
y en el alma.
Es el pecho un rescoldo del olvido;
no sientas lo que fue
para revivirlo en la espalda curvada hacia soles
tempranos
como un arco neófito, fascinado.
BIOGRAFÍA
(Argentina, 1971)
Recibió la Faja de Honor de los
escritores de la provincia de Buenos
Aires en 2017.
Es autora de los poemarios »A través
del iris«, »El vientre de las cosas«,
»Signo develado«, »Solo la lengua teje
infinito«; de la novela »El monte« y del
ensayo »Sobre el decir y la escritura«
(en proceso de edición).
REVISTA AWEN: CUERPO [41]
Poema 26 Escribo con las manos afiebradas como quien camina
sobre las tumbas
de sus otros
entierro cadáveres con las manos cancerosas
BIOGRAFÍA
(Colombia, 1951)
Jubilado de la Policía Nacional,
publicación en letras para el mundo
(2019). Fugitivo de un paisaje de
montañas, libro que se escribe día a día,
espacio vivo que busca un refugio de
papel, sueña con agregar gotas al mar y
arena a los desiertos.
Mi cuerpo El centro de mi cuerpo
no equidista los extremos de mi piel.
a la deriva No se resuelve contando los poros
ni asignando vicios y virtudes a cada agujero.
Mi instinto me dibuja una flecha
atravesando una liebre.
Mis catástrofes se gestan
en los acantilados del corazón.
Mi avaricia es un águila desplumando una gallina.
El asaltante del silencio que soy apedrea las
~nubes de Dios.
El Adán que soy se abstiene de inventar el mundo.
Mi vientre es una caverna de palabras reprimidas.
Soy un peñasco que repite los ecos de
~las voces ajenas.
Mi rebaño de emociones son fieras domésticas.
Mis aguas mansas, mis borrascas, mis espectros
~desconocidos,
se agazapan en la sombra de mi consciencia...
*Escritora invitada
(Nimes, Francia 1938 - Caracas, Venezuela 1991)
Seudónimo de Marie-Jose Fauvelles. De
origen francés formó parte de los grupos
Apocalipsis (Maracaibo), El Techo de la
Ballena, Sardio y La República del Este
(Caracas). Se desempeñó fundamentalmente
como periodista, pero también se dedicó
a la poesía y la escritura de guiones para
televisión; en los años ‘70 dirigió la página
de arte del Diario El Nacional (Caracas) y
posteriormente la revista Criticarte. Publicó los
poemarios Las historias de Giovanna (1971),
El invierno próximo (1975), Pocas virtudes
(1986) y Valiente cotidiano (1994, póstumo); el
libro de narrativa Órdenes al corazón (2001,
póstumo); libros biográficos como Más que la
hija de un presidente: Sonia Pérez (1974) o
Salvador Garmendia, pasillo de por medio
(1994, póstumo).
REVISTA AWEN: CUERPO [46]
De Letanías y Son tantos
quienes han de saltar a la batalla
pocas virtudes* y herirme
a muerte
gente amada
ausente
presente
ida
ida
como mi tía
la de la roja cabellera de Burdeos
en la casa
vilipendio:
quien lo haya escrito por primera vez
lance la primera
piedra
ir con el asombro
para una o dos
palabras
palabras
espera
te las voy a enseñar
boleros o saudades o melancolías descaradas
o audacia
audacia es
de bares
de lugares amados
de encontrar al hombre de tu vida
de maltratar a la que fue
tu madre
madre
una vez muerta
no hubo soledad
ni rigurosos ejercicios para
olvidar