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Se tratan en este tema varias corrientes y un buen número de autores, por lo que se
intentará ofrecer una visión general, debido a la falta de tiempo para desarrollarlo de
manera más profunda.
Por otro lado, las VANGUARDIAS surgieron de la profunda convulsión espiritual que
supuso en Europa la Primera Guerra Mundial, junto con el agotamiento de los temas y las
formas de la literatura anterior (realismo, simbolismo y modernismo). Todos estos
movimientos de vanguardia (conocidos también como “ismos”) tienen como denominador
común el ansia revolucionaria de abolir la tradición, suplantándola por un arte totalmente
libre en sus formas expresivas. Propugnan así la libertad absoluta del artista, en un arte
minoritario e intelectual, que pretende desprenderse de las emociones. Muchas solamente
fueron intentos fugaces de cambio que apenas dejaron huella, pero otras, como el
surrealismo o el expresionismo, influyeron de manera determinante en el arte posterior.
Futurismo: Se inicia con Marinetti. Reivindica un arte dinámico y vitalista, que busca
formas de belleza en la acción, el movimiento y la velocidad. Tratan temas nuevos como
el maquinismo (automóviles, aviones, etc), nuevas expresiones artísticas (cine) y nuevos
descubrimientos (psicoanálisis, teoría de la relatividad). También experimentan con las
formas: tipografía con fines estéticos (colores, signos matemáticos), suprimen adjetivos,
adverbios y conectores e incluso proponen la destrucción lógica sintáctica dejando a las
“palabras en libertad”. En España, será decisivo para el desarrollo del ultraísmo.
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Dadaísmo: De breve andadura, creado por Tristan Tzara. El dadaísmo asumía la
negación total y la burla sarcástica para intentar destruir el sistema de valores imperante.
En literatura, se pretendía aniquilar el lenguaje: se busca la pérdida de la lógica y de los
significados, la búsqueda de la contradicción o las asociaciones improvisadas y absurdas.
Se busca, por tanto, un lenguaje incoherente (como los balbuceos de los niños, de ahí el
nombre).
En España, la influencia de las vanguardias generó dos movimientos propios del ámbito
hispánico: ultraísmo y creacionismo. Además, es fundamental la figura de Ramón Gómez
de la Serna, el mayor representante de la vanguardia en nuestro país.
Ultraísmo: nace bajo el influjo del futurismo y pretende basar la poesía en el cultivo de la
metáfora inspirada en los aspectos más dinámicos del mundo moderno, evitando
cualquier referencia sentimental o moral. Como otros ismos, suprimen los nexos, los
adjetivos y elementos ornamentales y desarrollan una utilización original de la tipografía.
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En este período, considerado como la Edad de Plata de la literatura española, surge un
grupo de jóvenes poetas vinculados a las vanguardias artísticas que van a hacer de lo
poético una idea vital. Se trata de la llamada GENERACIÓN DEL 27
Aunque cada uno tiene su estilo propio, pueden observarse ciertas coincidencias entre
los componentes del grupo, como la convivencia artística de muchos en la Residencia
de Estudiantes, su colaboración en revistas literarias o la inclusión de algunos de sus
poemas en la antología Poesía española contemporánea, recopilada por Gerardo
Diego. Pero más importante aún es su coincidencia poética ya que todos buscaban el
equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, pues aunque tengan como ideal la
poesía pura, no se olvidan de lo humano (Dámaso lo definió como “el paso del yo al
nosotros”) y del mismo modo, alternan hermetismo y claridad y mezclan lo culto y lo
popular. Así, construyen poemas que buscan el equilibrio entre tradición y renovación,
con un gran número de influencias: vanguardias, la poesía pura de Juan Ramón
Jiménez, Unamuno, Machado y Darío, Bécquer, Garcilaso, San Juan de la Cruz,
Quevedo, Góngora, el Romancero, etc.
También comparten temática en sus poemas, dejando espacio en sus versos a las
contradicciones que genera el mundo moderno, el amor como deseo insatisfecho o
plenitud inalcanzable, el compromiso político y social (especialmente tras estallar la
Guerra Civil) y en la etapa del exilio, en los que lo vivieron, la nostalgia de la patria y el
sinsentido de la existencia.
Aunque las vidas y la evolución poética e ideológica de los miembros del grupo fueron
muy diferentes, tradicionalmente se señalan tres etapas comunes en su devenir: hasta
1928, con una gran influencia de las vanguardias, desde ese año hasta la guerra civil,
donde rehumanizan el arte y recuperan contenidos sociales, humanos y políticos y tras la
guerra, cuando seguirán rumbos diferentes (Lorca asesinado y el resto, excepto
Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, en el exilio)
A. PEDRO SALINAS
Sus poemas tienen un tono intelectual con abundantes paradojas y metáforas, en los que
usa un lenguaje que parece sencillo, pero es proceso de una exigente labor selectiva.
Podemos citar de entre sus obras, Fábula y signo, donde reflexiona sobre la relación
entre el yo y la materia fugaz y La voz a ti debida, que refleja una visión idealista del
amor. Después de la Guerra gira hacia el exilio, la nostalgia de España y la modernidad
urbana de Estados Unidos en libros como Largo lamento.
B. GERARDO DIEGO
La evolución de su poesía le permite tratar una gran variedad de temas y trabajar con
varios estilos. En su abundante obra poética se distinguen dos tendencias: la libertad
creadora de la vanguardia, antes de la Guerra, en obras como Imagen o Manual de
espumas y tras la contienda cuando se centra más en la realidad y lo tradicional, como
Alondra de verdad.
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C. JORGE GUILLÉN
D. VICENTE ALEIXANDRE
Fue un gran referente para los poetas jóvenes, recibió el Nobel en 1977 y es uno de los
poetas donde más clara está la huella del surrealismo. Su poesía destaca por su riqueza
imaginativa y léxica. En su obra se aprecian diferentes etapas: una primera donde
aparecen técnicas surrealistas y se centra en el tema del amor (Espadas como labios),
una segunda donde concibe poesía como comunicación y muestra poemas preocupados
por la existencia humana (Historia del corazón) y una tercera donde sus versos se
convierten en reflexión de su propia vida, recuperando algunas técnicas surrealistas de
sus inicios (Poemas de la consumación).
E. RAFAEL ALBERTI
F. LUIS CERNUDA
La rigurosidad formal de sus inicios evoluciona hacia una poesía más conceptual, sin
ornamentos, con la introducción de técnicas surrealistas y la influencia de la poesía
anglosajona. Destaca por la originalidad de símbolos y metáforas y por la profunda
sensibilidad que transmite su poesía. Su obra completa se ha publicado bajo el título La
realidad y el deseo. En ella pueden distinguirse tres etapas: la sevillana, donde muestra
una métrica cuidada de influencia clásica y manifiesta ya su tema más importante: la
imposibilidad de alcanzar sus sueños y el amor (Perfil del aire); la madrileña, en la que
añade técnicas de vanguardia y se asientan temas como el abismo entre sus deseos y la
realidad, la frustración, la soledad… (Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido)
y por último, la etapa del exilio en la que medita sobre la guerra, la ausencia y el exilio,
desde una experiencia marcada por la desilusión (Como quien espera el alba).
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G. DÁMASO ALONSO (1898-1990)
Sigue una trayectoria muy diferente a los demás. Inicia su obra con Poemas puros, que
le revelan como un “pionero” de la poesía pura. Pero su obra más importante es Hijos de
la ira, poesía existencial que supone en realidad una autobiografía espiritual del poeta, la
más desnuda confesión de su desamparo, a la vez que un grito de protesta contra el odio,
la injusticia y la podredumbre.
Destacamos los Poemas del cante jondo un libro lleno de dolor y muerte, que representa
a la “Andalucía del llanto”. Su lengua poética plasma aquí ya la identificación con lo
popular unida a una elaborada estilización culta. Escribe después el Romancero gitano,
en el que canta de modo fraternal a una raza marginada y perseguida y logra elevarla a
mito moderno. Su obra da un giro con Poeta en Nueva York donde retrata el poder del
dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social y la deshumanización.
Entre sus obras finales destaca también la grandiosa elegía El llanto por la muerte de
Ignacio Sánchez Mejías.
Para cerrar el tema, hablaremos de un poeta que sirvió de puente entre el modernismo y
las vanguardias y fue maestro para los del 27. Se trata de una voz que representa el
prototipo de poeta encerrado en su “torre de marfil”, convencido de su singularidad
respecto a su especial capacidad para captar la belleza y el sentido del universo: JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ. Su trayectoria poética también se inicia con el Modernismo y se
orienta después hacia una progresiva desnudez expresiva que se conoce como “poesía
pura”. En su obra es el propio Juan Ramón el que distingue tres etapas:
Época sensitiva: coincide con su etapa modernista. En sus primeros libros son palpables
las huellas del Romanticismo y el Simbolismo. En Arias tristes y otros libros se aprecian
sentimientos de melancolía, ambientados en delicados paisajes, con versos de
musicalidad suave. De esta época es Platero y yo, en prosa poética, que obtuvo un
inesperado éxito.