Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Tenemos un grito en nuestras gargantas. Un grito que contiene a cientos de nombres.
Como un ejercicio de memoria, desde el 2015 comenzamos a ocupar el espacio público
nombrando a mujeres, lesbianas, travestis y trans que habían sido asesinadas por la
violencia machista. Teníamos una urgencia: seguir vivas. Esa urgencia todavía nos
atraviesa la garganta porque a nosotras nos siguen matando. Y cuando decimos nosotras
decimos mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries y cuerpos feminizados.
Nosotras instalamos esta problemática en la agenda pública. Fue así como creció la
participación política en el feminismo, que a su vez impulsa a la sociedad a tomar
consciencia sobre la violencia de género y esto a su vez obliga al Estado a implementar
mejores políticas públicas. Además, hace más de 10 años que abandonamos los
eufemismos y los sesgos patriarcales para nombrar nuestras muertes por violencia
machista con el término justo: femicidio, una categoría política que representa un cambio
de paradigma, porque nos matan por nuestra condición de género.
Por eso, consideramos prioritaria la tarea de relevar los femicidios cada año. Si bien
contamos con el Registro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, esos datos aún no
no nos permiten dimensionar la magnitud de la problemática, ya que la Justicia aún no
implementa la perspectiva de género en todos los casos y eso conlleva a que no se
visibilicen todas las situaciones. Entonces, si el Estado no dimensiona la problemática,
¿cómo desarrollará políticas efectivas?. Es una decisión que los gobiernos aún deben
asumir.
Las estadísticas son escalofriantes y con todo ese dolor a cuestas aprendimos a
desnaturalizar todas las violencias que atravesamos. Juntas descubrimos que muchas de
las situaciones, que cada una vivía como algo íntimo y propio, eran producto de un
funcionamiento sistemático: nos pasa a todas, mujeres, lesbianas, travestis, trans y no
binaries. Sabemos que no estamos solas. Lo empezamos a vivenciar cuando el primer 3 de
junio, allá por el 2015, salimos a la calle y éramos miles. Desde entonces nos une el mismo
grito, que cada vez es más fuerte en todo el mundo: “Ni una menos”.
La potencia de las redes sociales logró que ese grito llegue a muchos lugares (físicos y
simbólicos). Fue así como muchas entendimos la gravedad de lo que estamos atravesando
y comenzó a crecer tanto la participación política como la necesidad de ampliar derechos.
Salimos del interior de nuestras viviendas a las calles para después volver a politizar cada
espacio que habitamos. Entonces cobraron fuerza los reclamos en nuestros lugares de
trabajo y así gestamos el 8M, devolviéndole el sentido histórico a una de las principales
fechas en el calendario feminista. Para frenar la violencia machista y salir de ese círculo
necesitamos autonomía económica. Por eso, las condiciones dignas de trabajo y la
igualdad de oportunidades son necesarias para que podamos evitar
los femicidios, garantizando que todas tengamos plena soberanía
sobre nuestras vidas.
También sobre nuestros cuerpos. La marea verde impulsa con fuerza este reclamo porque
las mujeres e identidades feminizadas seguimos perdiendo la vida a causa de abortos
clandestinos. El derecho a acceder a un aborto legal seguro y gratuito es también
garantizarnos la vida.
Seguir vivas es nuestra urgencia. En lo que va del 2019 registramos 10 víctimas de
femicidios en la provincia de Córdoba. Sólo tres ocurrieron en la Capital, mientras que el
resto sucedieron en otras localidades. Nuestro principal reclamo ahora está enfocado en
que las políticas públicas están concentradas en la Capital y necesitamos que en todas las
ciudades de la provincia puedan tener acceso a los mismos derechos.
Resaltamos, además, que nueve de los 10 femicidios fueron cometidos por parejas o
ex parejas de las víctimas. Solo Daiana Moyano fue asesinada por un hombre con el que
no mantenía una relación. Quiere decir que las mujeres conviven con sus agresores y
soportan a diario el machismo. Mujeres que podrían salir de ese círculo si el Estado se
compromete a garantizar vivienda, trabajo y ayuda en las tareas del hogar para así lograr
autonomía. Todavía nos queda un largo recorrido: derribar las desigualdades estructurales
que sostienen al patriarcado.
La sociedad entera debe asumir ese compromiso porque el movimiento #NiUnaMenos es
una marea inmensa que nos contiene a todas. Todas hacemos política a diario. Todas
tomamos decisiones cotidianas, pequeños gestos, que debilitan al patriarcado: cuando
decidimos fortalecer los vínculos entre mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries y
cuerpos feminizados. También cuando los varones comienzan a dejar de lado los
privilegios culturales que les fueron dados y asumen nuevos roles.
Es una tarea que hacemos en conjunto. Pero sin políticas públicas a la altura de este
movimiento en expansión y sin decisión de los responsables en los gobiernos no podemos
asegurar la vida de nuestras hermanas, amigas, hijas, madres, de cada una de nosotras, de
todas las que nos miramos cada día en la calle. Nosotras estamos aprendiendo a vivir sin
miedos y no nos puede costar la vida. Nosotras tenemos la fortaleza; el Estado tiene la
responsabilidad. Este 3 de junio renovamos nuestro derecho a ser libres, caminemos
juntas.
Colectivo Ni Una Menos Córdoba
3 de junio de 2019
5ª marcha Ni Una Menos
Colón y Cañada, 18 horas.