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el ruido
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Fuente: NIH Medical Arts
La exposición a niveles dañinos de ruido puede ocurrir a cualquier
edad. Las personas de todas las edades (incluyendo niños,
adolescentes, adultos jóvenes y personas mayores) pueden
desarrollar pérdida de audición inducida por el ruido. Según un
estudio de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que incluye pruebas
de audición y entrevistas con participantes del año 2011 a 2012, al
menos 10 millones (el 6 por ciento) de los adultos en los Estados
Unidos menores de 70 años y quizás hasta 40 millones (el 24 por
ciento) de adultos, tienen características en su prueba de audición
que sugieren una pérdida de audición en uno o ambos oídos por
exposición a ruidos fuertes. Los investigadores también calculan que
hasta el 17 por ciento de los adolescentes (de 12 a 19 años de edad)
tienen características en su prueba de audición que sugieren una
pérdida de audición inducida por el ruido en uno o ambos oídos,
según los datos de 2005 a 2006 (revista Pediatrics(link is external),
2011).
el zumbido de un refrigerador
45 decibeles
una conversación normal
60 decibeles
el sonido de tráfico pesado en la ciudad
85 decibeles
las motocicletas
95 decibeles
un reproductor de música al máximo volumen
105 decibeles
las sirenas
120 decibeles
los petardos y las armas de fuego
150 decibeles
Dos factores importantes para proteger la audición son mantener una
distancia entre el punto de origen del sonido y usted, y limitar por cuánto
tiempo se expone al sonido. Una regla práctica es evitar sonidos que sean
“demasiado altos” y que estén “demasiado cercanos”, o que duren
“demasiado tiempo”.
La pérdida de audición inducida por el ruido también puede ser causada por
el ruido de estallidos extremadamente altos, tales como disparos o
explosiones. Éstos pueden romper el tímpano o dañar los huesecillos en el
oído medio. Este tipo de pérdida de audición inducida por el ruido puede ser
inmediata y permanente.
Use las siguientes palabras clave para encontrar organizaciones que pueden
responder a sus preguntas y ofrecer información impresa o electrónica
sobre la pérdida de audición inducida por el ruido. Esta información está
disponible en inglés.
Noise-induced hearing loss (pérdida de audición inducida por el ruido)
Hard of hearing (dificultad para oír)
Tinnitus (tinnitus)
2DA INFORMACION
Para más información, comuníquese con nosotros al:
Implante coclear
La mayoría de las personas con sordera profunda grave, que no pueden oír o entender
palabras ni con ayuda de un audífono, pueden beneficiarse de un implante coclear. Los
implantes cocleares proporcionan señales eléctricas directamente al nervio auditivo
mediante varios electrodos que se insertan en la cóclea, la estructura del oído interno que
contiene el nervio auditivo. Se requiere un implante coclear cuando las personas con
audífono no comprenden más de la mitad de las palabras en las oraciones. Un micrófono
externo y un procesador captan las señales sonoras y las convierten en impulsos eléctricos.
Los impulsos se transmiten electromagnéticamente desde una bobina externa, a través de
la piel, hasta una bobina interna que conecta con los electrodos; los electrodos son los
encargados de estimular el nervio auditivo.
El implante coclear no transmite los sonidos tan bien como una cóclea normal, pero
proporciona beneficios sustanciales a las personas con discapacidad auditiva. Les ayuda a
leer los labios, pero muchas personas con un implante coclear pueden distinguir las
palabras sin leer los labios y hasta mantener una conversación por teléfono.
El implante coclear también ayuda a las personas sordas a oír y distinguir señales del
entorno y de advertencia, como timbres, teléfonos y alarmas. Asimismo, les ayuda a
modular su propia voz de manera que sus palabras puedan ser comprendidas por otros más
fácilmente. El implante coclear es más eficaz en una persona cuya pérdida de audición es
reciente o que ha utilizado con éxito un audífono antes del implante.
Implantes de tronco del encéfalo
Las personas cuyos nervios acústicos han sido destruidos (por ejemplo por fracturas de la
base del cráneo [hueso temporal] que se hayan producido en ambos lados o por una
neurofibromatosis) y los niños nacidos sin nervio auditivo no pueden beneficiarse de los
audífonos ni de los implantes cocleares. Sin embargo, pueden recuperar cierta capacidad
auditiva mediante la implantación de electrodos en la parte del encéfalo encargada de la
audición (tronco del encéfalo). Los electrodos se conectan a unos dispositivos de detección
y procesamiento del sonido similares a los utilizados para los implantes cocleares.
Los sistemas de alerta luminosa que permiten saber si alguien está llamando a la
puerta o si está llorando un bebé.
Los sistemas sonoros especiales que ayudan a la gente a oír en teatros, iglesias u
otros lugares donde hay ruidos superpuestos.
Muchos programas de televisión incorporan subtítulos que permiten seguir los
diálogos supliendo la audición con la lectura.
Dispositivos de comunicación telefónica que proporcionan una versión escrita de la
conversación.
La lectura de los labios es una habilidad importante para las personas con un déficit
auditivo. Es de particular importancia para la gente que puede oír pero que tiene problemas
para distinguir sonidos, como es el caso de los que sufren una pérdida de audición
relacionada con la edad. Observar la posición de los labios del interlocutor permite a la
persona reconocer cuál es la consonante que está pronunciando. Las personas con una
pérdida de audición que afecta a las altas frecuencias son incapaces de entender sonidos
consonánticos y, por ello, la lectura de labios puede mejorar en gran medida la
comprensión del lenguaje.
La lectura de los labios y otras estrategias para afrontar la pérdida de audición se enseñan a
veces en programas de rehabilitación auditiva impartidos por profesionales de la audición.
Además de la lectura de los labios, se enseña a las personas afectadas a lograr un control
sobre el entorno de audición por medio de un entrenamiento que les permite anticipar las
situaciones de comunicación difícil, y así modificarlas o evitarlas. Por ejemplo, al iniciar
una conversación telefónica, puede indicar que tiene dificultades de audición. En
conversaciones directas, la persona puede solicitar al interlocutor que se sitúe frente a él.
Las personas con pérdida auditiva que comen en un restaurante pueden necesitar
Acudir al restaurante evitando las horas de mayor afluencia, cuando haya menos
ruido.
Solicitar un reservado donde el ruido externo no sea tan intenso.
Solicitar que los platos especiales del día se le indiquen por escrito y no
verbalmente.
Las personas con una pérdida de audición profunda suelen comunicarse utilizando el
lenguaje de signos correspondiente a su idioma. El American Sign Language (ASL) es la
versión más ampliamente utilizada en Estados Unidos. Otras formas de lenguajes de signos
incluyen el Signed English, el Signing Exact English y el Cued Speech.
Pérdida auditiva conductiva
La pérdida auditiva conductiva es uno de los tipos más comunes de
pérdida auditiva y tiene lugar en el oído externo o medio. A menudo
resulta de un bloqueo en el oído que dificulta que el sonido llegue al
cerebro. Algunas causas posibles son:
Oído de nadador.
Exceso de cera en el oído externo.
Agujeros repentinos en el tímpano debido a un ruido fuerte.
La buena noticia es que la pérdida de audición conductiva suele ser
tratable médicamente y a veces totalmente curable.
Más información sobre la pérdida auditiva conductiva
Envejecimiento
Factores genéticos
Fármacos de quimioterapia
Exposición repetida a sonidos fuertes
Una persona con pérdida auditiva neurosensorial puede ser tratada
con tecnología que mejora la capacidad auditiva, como los audífonos.
Más información sobre la pérdida auditiva neurosensoria
3RA INVESTIGACION
Ondas longitudinales:
Donde la vibración de la onda es paralela a la dirección de propagación de la propia onda.
Estas ondas se deben a las sucesivas compresiones y enrarecimientos del medio. De este
tipo son las ondas sonoras.
Ondas transversales:
Donde la vibración es perpendicular a la dirección de la onda. Por ejemplo, las ondas sobre
la superficie del agua.