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Para los nostálgicos entre nosotros que creemos que los inmigrantes
se asimilaron tanto mejor en el pasado, son buen tónico la multitud
de protestas étnicas y anti-católicas, el movimiento nativista
Saber Nada, y los grupos de inmigrantes que se negaron a asimilarse.
La asimilación de los inmigrantes nunca es limpia y se ve mal desde
la mitad del proceso donde estamos ahora, pero las tendencias son
positivas y apuntan en la dirección correcta.
12. “Los inmigrantes traen con ellos malas culturas, ideas, o otros
factores que socavarán y destruirán nuestras instituciones
económicas y políticas. El debilitamiento resultante del
crecimiento económico significa que los inmigrantes destruirán más
riqueza de la que crearán.”
Este es el argumento anti-inmigración más inteligente y el más
probablemente correcto, aunque la evidencia actualmente no apoya
su veracidad. El economista Michael Clemens expone un maravilloso
modelo de cómo los inmigrantes podrían teóricamente debilitar el
crecimiento potencial de cualquier país anfitrión. En su modelo,
el asume que los inmigrantes transmiten estos factores
anti-crecimiento a los Estados Unidos. Sin embargo, a medida que
los inmigrantes asimilan las ideas y nociones americanas, estos
factores anti-crecimiento se debilitan a lo largo del tiempo. La
congestión podría contrarrestar ese proceso de asimilación cuando
hay demasiados inmigrantes con demasiadas ideas malas,
sobrepasando así las fuerzas asimilatorias. Clemens es
justificadamente escéptico de que esto esté ocurriendo pero este
paper expone el punto teórico en que las restricciones a la
inmigración serían eficientes – donde ellas balancean los
beneficios de la expansión económica por la inmigración con los
costos de la degradación institucional.
La cuarta razón es que una inmigración más abierta hace que los
votantes nativos se opongan al bienestar o a una expansión del
gobierno porque creen que los inmigrantes consumirán los beneficios
de forma desproporcionada (no obstante el hecho que los inmigrantes
pobres en realidad sub consumen los subsidios en comparación con
los americanos pobres). En esencia, los votantes retienen la
expansión de esos programas basados en la creencia de que los
inmigrantes podrían sacar ventaja de ellos. Como Paul
Krugman acertadamente observó, “en ausencia de esas restricciones
[a la inmigración], habrían habido muchas afirmaciones,
justificadas o no, sobre gente acudiendo en tropel a América para
tomar ventaja de los programas de bienestar [del New Deal]”.