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o Merlisa Lohanny
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CRI222-SAIAB-2018/B
Unidad 3
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Existen muchas explicaciones y teorías sobre la razón por la que las personas se
unen a grupos extremistas. Las vías de acceso son complejas y las razones tienen
múltiples facetas. Pese al amplio campo académico que estudia esta cuestión,
ningún politólogo, sociólogo, economista, historiador o psicólogo ha descubierto
todavía una teoría universal. Ni siquiera hay consenso académico sobre qué
factores, o combinación de ellos, son determinantes, pues los lugares donde surge
la violencia por razones políticas son diferentes y las circunstancias individuales
variadas.
Esto no quiere decir que no haya nada significativo que decir sobre el
extremismo violento. Teorías relevantes apuntan a reivindicaciones fuertemente
arraigadas y a la difusión y la pujanza de ideologías extremas. Pero uno de los
factores que con frecuencia se pasa por alto, tal vez porque parece demasiado
obvio, es la violencia en sí misma. Según el Índice global
de terrorismo, publicado por el Institut for Economics and Peace y basado en
datos recogidos por la Universidad de Maryland, el 82% de los atentados
terroristas ocurridos entre 2000 y 2013 se dieron en tan solo cinco países: Irak,
Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. Por el contrario, hubo más de cien países
que no sufrieron terrorismo. Esta concentración demuestra que el terrorismo no
puede explicarse solo por aspectos psicológicos o características individuales. La
mayor parte de los actos terroristas son consecuencia de conflictos de larga
duración. El terrorismo no es la causa de estos conflictos, es su expresión más
visible. Crece donde existe inestabilidad, división étnica y religiosa, violencia y
represión.
Todas estas dinámicas se pueden ver hoy en Irak y Siria. Cuanto más se
prolongue el conflicto, más personas vengarán la muerte de sus familiares y más
profundamente se enraizarán las “culturas del martirio”, convirtiendo así la lucha
en una forma de vida.
Nos recuerda que la lucha contra el extremismo violento debe abordar los
conflictos políticos subyacentes. Al igual que las reivindicaciones no siempre
conducen al terrorismo, la existencia de ideas extremistas no produce violencia
radical en sí misma. La radicalización aparece cuando las reivindicaciones y las
ideas extremistas se encuentran. De ahí el peligro que conlleva la represión.
Cuando el Estado utiliza la violencia de forma indiscriminada o excesiva se corre
el riesgo de que aparezcan ciclos de violencia y represalias.