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1. Introducción
Un problema preocupante y por cierto novedoso para la mayoría de los padres y educadores es la
problemática de la homosexualidad en la educación de niños y adolescentes.
Al ser un tema novedoso en la mayoría de los países, salvo algunos europeos, los educadores no
disponen de formación adecuada ni de experiencia en esta problemática que despierta muchas
sensaciones opuestas.
Sin embargo, si hemos entendido bien lo que significa una educación integral de la sexualidad
humana, no nos debe sorprender que también en las relaciones homosexuales (tanto masculina como
femenina), tal como se las entiende actualmente,se den básicamente las mismas características
fundamentales de toda sexualidad integral, como son la atracción física y el acople sexual, la vivencia
de profundos sentimientos incluido el amor, la convivencia armónica desde una comunicación sana,y
un proyecto común de vida.
Al mismo tiempo la relación homosexual tiene una diferencia esencial con la heterosexual desde
lo biológico y con incidencia en lo social, ya que la inclinación natural se da hacia personas del mismo
sexo y, por tanto, con imposibilidad de acceder a la procreación (no la adopción y educación de niños)
y a la conservación biológica de la especia humana.
A lo largo de la historia humana la homosexualidad siempre existió en todas las culturas (aún en
numerosas especies animales) y cada cultura dio una respuesta que consideraba adecuada desde su
punto de vista.
Estas respuestas en su generalidad fueron ( y aún son en muchos países) de rechazo o condena (aún
con la muerte) por considerarla una conducta que no se adecuaba al supremo interés social
de preservar la vida de los pueblos, teniéndose en cuenta que eran épocas,de gran mortalidad infantil,
de peligros mortales desde pestes y fenómenos naturales y por la siempre amenaza de guerras de
exterminio.
Desde este punto de vista (pareja sexual para la procreación y la supervivencia) es evidente que no
quedaba lugar ni rol para los homosexuales, aunque en algunas culturas primitivas se los dedicaba al
culto y a la magia.
Y desde este mismo punto de vista, dicho sea de paso, tampoco quedaba lugar para incorporar a la
pareja sexual valores que hoy consideramos fundamentales como son los afectos y el amor, la libertad
de elección y la comunicación de igual a igual” .
El aspecto biológico (relativo a la vida) y la supervivencia eran valores fundamentales.
Hoy la situación de la humanidad ha cambiado radicalmente sobre todo a partir de la mitad del siglo
XX desde los impresionantes avances científicos sobre la sexualidad, cambios culturales
revolucionarios,y por un gran y constante crecimiento demográfico que incluso debe ser controlado.
La procreación y la supervivencia de la comunidad han dejado de ser prioritarias.
Pero este cambio paradigmático no es aceptado de la misma manera por toda la población, incluso
con fuertes resistencias ideológicas y emocionales, por lo cual necesitamos darnos un largo tiempo
de estudio y reflexión para adecuarnos a esta nueva situación, especialmente en el campo educativo,
social y religioso, ya que los paradigmas (esquemas de referencia) y prejuicios no se modifican
mediante leyes, documentos y decretos, sobre todo cuando los cambios suceden “ antes de lo
previsto” y nos llegan con un fuerte impacto emocional.
Piénsese sin más en cuánto costó aceptar la igualdad del varón con la mujer (¡y cuánto cuesta
todavía!), la igualdad entre blancos y negros (¡) o la igualdad universal sin amos ni esclavos.
Todas situaciones que todavía hoy ya en pleno siglo XXI dejan mucho que desear y adolecen de
graves y constantes discriminaciones y violaciones de los derechos humanos ya teóricamente
aceptados en forma universal desde 1948.
Por todo lo cual, ciñéndome al plano educativo, considero importante que nos tomemos un tiempo
de serena reflexióntratando de dejar a un costado tantos pre-juicios (juicios previos no
suficientemente analizados científicamente) y un sinfín de emociones o sensaciones negativas que
hemos recibido desde nuestros primeros días respecto a los homosexuales y que se traducen en
numerosos epítetos ofensivos y burlas constantes.
Pude entonces comprobar que el homosexual es un ser humano de una gran sensibilidad capaz de
vivir todos los valores humanos y cuya tendencia hacia el mismo sexo viene desde el instante de su
nacimiento sin que tengan culpa ni él ni sus padres, pues se trata de una tendencia innata, y sobre la
cual hoy la mayoría de los científicos especialistas está de acuerdo.
En esta serena reflexión que propongo vamos a considerar en primer lugar los varios aspectos
necesarios para un acercamiento a la homosexualidad, especialmente
–el origen de la homosexualidad
–el aspecto social y religioso
–el aspecto legal
-para detenernos especialmente en el aspecto educativo.
Hoy el mundo científico aún no sabe a ciencia cierta cuál es el posible origen de la homosexualidad,
a pesar de las muchas investigaciones que en estos últimos decenios se llevaron a cabo.
Estas investigaciones, que hasta 1970 tenían la finalidad de erradicar la homosexualidad, que se
hicieron generalmnte sobre una muestra reducida y por tanto con resultados no suficientemente
confiables, buscaron un posible origen:
–en los genes de los homosexuales (especialmente el cromosoma X en los varones), con poco avance
ya que no se encontró un gen específico de la homosexualidad;
–en las hormonas masculinas o femeninas, con resultados negativos, ya que el aumento de hormonas
masculinas en los gays sólo aumenta su apetito sexual pero no logra cambio de orientación; lo mismo
en las lesbianas con las hormonas femeninas;
–en la anatomía cerebral, con mejores resultados al estudiar en el sistema límbico especialmente el
hipotálamo que sí parece ser influyente en la tendencia erótica;
–en conflictos psicológicos en la primera infancia (así el psicoanálisis y otros) que pueden influir en
la homosexualidad siempre que haya una base previa;
–en influencias del medio ambiente social y cultural que son más decisivas para una homosexualidad
temporal y aprendida en determinados ambientes donde se dan relaciones exclusivas con el mismo
sexo;
Desde mi punto de vista y de mis investigaciones, descartados los casos en que las
“prácticas” homosexuales se aprenden por seducción, juegos sexuales o por ausencia de personas del
otro sexo (caso de los internados o pupilajes, seminarios, fuerzas armadas o cárceles), considero
que el verdadero homosexual nace con dicha “tendencia” y que le es imposible revertirla con ningún
tipo de tratamiento, al menos hasta el día de hoy.
Por lo tanto, el homosexual no elige su tendencia ni es responsable de la misma.
Se trata de un esfuerzo muy grande ya que los obstáculos a vencer parecen a veces insuperables, sobre
todo cuando los homosexuales pretenden con todo derecho ser aceptados tal cual son, primero por
sus padres (algo que cuesta muchísimo) y luego por el resto de sus relaciones familiares, afectivas,
laborales, etc.
En definitiva, todo homosexual tiene derecho a desarrollarse integralmente, a vivir en armonía
consigo mismo y con los otros seres humanos y a encontrar y desarrollar su identidad y su
FELICIDAD.
Entre tanto hoy podemos considerar como punto de partida, hasta donde llegó la ciencia y a pesar de
muchas controversias, que la homosexualdad:
–no es una enfermedad, tal como lo reconoce la OMS (desde 1990) y otras instituciones médicas
internacionales desde 1973;
–ni es una depravación o tendencia inmoral, sino una tendencia natural.
Tal como ya lo hemos insinuado, una cosa es lo que diga la ciencia sobre la homosexualidad, y otra
cosa muy distinta es,qué siente la sociedad frente a los homosexuales.
Como suelen decirme mis alumnos:
Me esfuerzo por comprender la homosexualidad y superar mis prejuicios y sentimientos.
No voy a extenderme sobre estos prejuicios y sentimientos adversos que son harto conocidos y
vividos desde tiempos inmemoriales frente a personas que nos resultan extrañas y tan distintas,
personas consideradas en muchas culturas como tabú, o sea peligrosas para la sociedad, o fruto de
quién sabe qué mal espíritu o demonio malévolo como se pensó durante largos siglos y con doctrinas
pseudo-justificatorias (por ejemplo en las sectas gnósticas); en definitiva personas que cargan con la
desvalorización moral, social y religiosa sin que tengan el derecho a expresarse pero que sí son
obligadas”demostrar” que son normales y morales.
Felizmente las cosas están cambiando aunque muy lentamente, ya que la superación de
los prejuicios demanda esfuerzos en varios sentidos:
–Informarnos sobre el tema desde escritos bien fundamentados, escritos que hay que leer y reflexionar
(¿cuántos lo hacen?) lo más objetivamente posible.
–Hacerlo durante muchísimo tiempo para lograr cierto cambio de las impresiones internalizadas en
el inconsciente desde siempre.Y en el caso específico de los prejuicios homofóbicos:
–Superar las sensaciones negativas de repugnancia ante las expresiones afectivas de los
homosexuales, la relación anal o las formas lesbianas. Frecuentemente escucho:
“No puedo superar la sensación de rechazo, especialmente de los gay o de las lesbianas”
Desde el punto de vista educativo, es evidente que esta es la tarea más difícil de llevar a buen término.
Podemos entender “racionalmente” lo que dice la ciencia o lo que dice la ley o tal artículo de los
derechos humanos, pero el problema no radica en la comprensión racional sino en la aceptación
emocional, pues como bien explican los neurobiólogos, las emociones sentidas desde la infancia se
disparan en cualquier circunstancia antes de que el cerebro racional pueda actuar.
Nunca olvidaré a aquella madre que cuando se enteró de que su único hijo adolescente tenía
dificultades de identificación sexual y posible homosexualidad me dijo: “Prefiero verlo muerto antes
que puto”.En esa cruda y brutal expresión pude comprobar el drama de los homosexuales y el grado
de confusión de cómo se los percibe.
Por eso, la tarea fundamental que hoy tenemos es revertir sentimientos, emociones y sensaciones que
vivieron en nosotros durante largos años sin que jamás fueran cuestionados ni mínimamente
analizados. Y esto no sólo en nuestros alumnos o hijos, sino principalmente en nosotros mismos.
Si ya nos cuesta superar los prejuicios y sentimientos hacia la sexualidad en general (y por eso tanto
nos cuesta hacer educación sexual) con mucha mayor razón nos cuesta a la mayoría heterosexual (los
“normales”) comprender desde el corazón,a una minoría que siempre fue sentida como anormal,
enferma y amoral.
La perspectiva religiosa
La visión religiosa sobre la homosexualidad es aún más compleja ya que, al menos para las religiones
de Occidente y Cercano Oriente (Judaísmo, Cristianismo e Islam) fundamentadas todas ellas en los
libros sagrados que “traen la palabra de Dios” (Biblia y Corán), las prácticas homosexuales son
consideradas como un grave pecado penalizado en dichos libros y en los comentarios con severos
castigos que no excluyen la muerte.
El ideal semita (hebreos y árabes) de la perfección humana era la unión del varón y de la mujer como
“imagen de Dios” que los bendice para la procreación, tal como lo expresa el texto de Génesis 1,27-
28: “Y Dios creó al hombre a su imagen… los creó varón y mujer,Y los bendijo diciéndoles: Sean
fecundos y llenen la tierra…”
Al mismo tiempo siempre se valorizaba en forma especial el rol del varón por sobre la mujer y del
semen como elemento esencial de la procreación, ya que se ignoraba el rol del óvulo femenino.
Por eso se condenaba todo derrame voluntario del semen y la eyaculación fuera de la vagina como
una pérdida irreparable del don divino de la vida.
También se consideraba como la mayor desgracia para la mujer el hecho de no casarse, de ser estéril
o de ser abandonada por un hombre.
Es evidente, entonces, que para la cultura hebrea no había cabida digna para la homosexualidad,
máxime teniéndose en cuenta que las relaciones homosexuales eran practicadas por los cananeos
como parte de su culto idolátrico, al igual que la prostitución sagrada.
Lo cual era absolutamente contrario a la identidad hebrea de pueblo de Yahvé que exigía
ÂÂÂ determinada pureza ritual(concretada en las normas del Levítico especialmente capítulos 15,
18, 19 y 20) conforme a lo expresado por Dios: “Ustedes serán santos, porque Yo, el Señor su Dios
soy santo” (Lev 192) “Santo” significa “separado”conforme al dicho: “Ustedes serán santos porque
Yo el Señor soy santo y los separé de los otros pueblos para que me pertenezcan” (levítico 20,26)
Entre los actos impuros o abominables figuraban el incesto, el adulterio, los actos homosexuales, el
bestialismo, la idolatría, los sacrificios humanos a Moloc, la consulta a los muertos y otros enunciados
en el Decálogo.
También se consideraban variadas formas de impurezas sexuales tanto en el varón como en la mujer
que exigían determinados rituales de purificación.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que egipcios y babilonios humillaban a los pueblos vencidos
violando a los prisioneros con la penetración anal.
Todo lo cual conformaba una visión netamente negativa respecto a la homosexualidad: por su carácter
estéril, por su relación con los cultos idolátricos y por su rasgo humillante para el varón.
Por eso los textos condenan siempre los actos homosexuales sin distinguir entre tendencia y acto,
un concepto moderno desconocido por los hebreos. Incluso la mayoría de los casos referidos en la
Biblia parecen más bien de varones heterosexuales que practican la relación anal.
En síntesis, como afirma el Dr. Fernando Szlajen: “” No es posible encontrar un permiso desde las
fuentes judías para la conducta homosexual porque sería desde lo axiológico permitir hacer nuestros
impulsos el valor supremo,desde lo cultural haber aprendido prácticas prohibidas y desde lo social
retrotraernos a la concepción sexual antigua y pagana de roles e intercambiabilidad sexual de los
individuos, negando en todos estos casos, el aspecto revolucionario y fundamental desde la
perspectiva axiológica, cultural y social que imparte la Torá y por ende el judaísmo, como base de
la cultura occidental.
La conducta homosexual niega la mayoría de los principios fundamentales del judaísmo, niega el
orden de la relación impuesta por Dios entre los hombres, niega el aspecto controlador de los
impulsos sensuales por parte del individuo, y por ende niega una de las funciones cardinales de los
preceptos en el cumplimiento del principio monoteísta. Niega incluso la procreación, la primera
bendición y el primer mandato dado por Dios al ser humano de fructificarse y multiplicarse, (Génesis
1, 28) y luego en Isaías 45:18. ”
La ley de matrimonio homosexual está flagrantemente en contra de todos los principios axiológicos
monoteístas, sociales y civilizatorios del judaísmo… )
(Fernando Szlajen es Doctor en Filosofía, Máster en Filosofía Judía, Licenciado en Filosofía y Jerusalem
Fellows Graduate,Investigador para el Memorial Foundation for Jewish Culture, USA. actualmente reside en
Argentina y se desempeña como investigador y profesor de Filosofía Judía y profesor de Postgrado en Facultad
de Filosofía y Letras, UBA)
“Por esta razón, Dios los entregó (a los paganos) a pasiones vergonzosas. Sus mujeres cambiaron las
relaciones sexuales naturales por otras contrarias a la naturaleza y, del mismo modo, también los
hombres, dejando las relaciones sexuales naturales con la mujer, ardieron en deseos los unos por los
otros. Los hombres cometieron actos vergonzosos con hombres y recibieron, en sus propias personas,
el castigo merecido por su extravío. “(Carta a los Romanos 1:26-27)
Este es el único texto en toda la Biblia que cita la homosexualidad femenina.
Pablo alude a una práctica “contraria a la naturaleza” según la vivía y entendía aquella cultura.
“…Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakoí), ni los homosexuales
(arsenokoítai)… heredarán el Reino de Dios”. (1 Cor 6, 9-10)
– Fueron escritos desde hace 2800 años (Antiguo Testamento) o 2000 años (Nuevo) y reflejan la
mentalidad de la época en que se concebía la sexualidad exclusivamente para la procreación,
evitándose al mismo tiempo que los hebreos primero y cristianos después se contaminaran con los
cultos paganos cananeos o griegos respectivamente, que incluso, practicaban actos homosexuales en
sus cultos, al igual que la prostitución sagrada tanto para hombres como para mujeres.
El concepto de amor y afectividad como parte esencial de la pareja era casi desconocido, aunque el
relato de la creación del hombre según el cap. segundo del Génesis, considerado más antiguo que el
primero de origen sacerdotal,habla de la mujer como “ayuda adecuada” del varón, y señala que ambos
llegan a ser “una sola carne” (Gen 2,24) aludiéndose a la soledad de Adán sin la mujer y a una unión
completa que logran en la pareja.
Tampoco desconoce la Biblia la amistad profunda entre varones, como la de David y Jonatán “que
llegó a amarlo como a sí mismo” (1Samuel 18,1,1-3) y de quien dijo David al morir su amigo: “Tu
amistad fue para mi más maravillosa que el amor de las mujeres” (2Samuel 1,26), pero nunca entiende
la relación homosexual masculina bajo la faz afectiva, como sí hoy se la concibe.
También hay que tener en cuenta que los textos prohibitivos reflejan una costumbre arraigada en la
cultura sin hacerse una distinción entre la costumbre y la moral o lo ético.
Por ese mismo motivo, la Biblia acepta como normal la sumisión de la mujer al varón, la pena de
muerte para varios delitos o pecados, la guerra de exterminio total y la esclavitud, algo común en
todos los pueblos de la antigüedad.
En consecuencia, los libros de la Biblia (de muy diversos autores y escritos en diversos siglos) no
establecen un código ético universal, sino que reflejan las leyendas, la historia, la sabiduría, el culto
y las normas y costumbres del pueblo hebreo en un largo período de tiempo.
– Aún quienes hoy leen estos textos desde una interpretación literal (fundamentalistas) sin tener en
cuenta el contexto cultural e histórico, considerando la práctica homosexual como pecado grave según
palabra divina, omiten la condena a muerte a los homosexuales que según los textos bíblicos también
cabía a las adúlteras, al pecado de bestialismo y a la relación sexual con mujer menstruante. ¿Por qué
esta diferencia de criterios? Es evidente que los textos son re-interpretados desde un contexto actual,
tomándose algunos en su sentido literal y corrigiéndose u omitiéndose otros directamente.
– Los textos bíblicos en ningún caso fundamentan con argumentos racionales sus contenidos que son
impuestos por vía autoritaria o que legalizan una costumbre ya practicada.
Pero hoy se necesitan argumentos desde las ciencias y la filosofía para avalar criterios morales o
leyes. Se ha pasado de la heteronomía (la ley externa y venida de Otro) a la Autonomía (la ley como
fruto de la reflexión y del consenso del sujeto en su comunidad)
– Al proclamarse que tales textos son “ la Palabra de Dios” es evidente que se trata de una
interpretación realizada por los escritores del texto y exclusivamente válida para quienes lo creen de
esa forma, pues de ninguna manera se trata de una evidencia ni de un argumento racional científico
válido para todos. Obligan en conciencia sólo a quienes los asumen con convicción interna como
norma suprema de vida y palabra de Dios.
La Iglesia Católica, como también las otras Iglesias, ha hecho su propia reinterpretación actual de los
textos y si bien comprende que la tendencia homosexual es ajena a la voluntad del propio sujeto y
aconseja una postura benigna en el trato a los homosexuales, sin embargo condena la práctica de actos
homosexuales y les da como única forma de resolución la práctica de la castidad con diversos
argumentos.
En efecto, así se expresa El-Catecismo Católico:
“2357. La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una
atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy
variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida
inexplicado.
Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-
29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “ los actos
homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe,
Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida.
No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación
en ningún caso.
2358. Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales
profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría
de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza.
Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a
realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las
dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí
mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada,
de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la
perfección cristiana”.
Entre las iglesias y religiones que no consideran a la homosexualidad como pecado e incluso casan a
parejas del mismo sexo se encuentran la Iglesia Luterana Sueca, la Iglesia Unida de Canadá, Iglesia
Unida de Cristo, Iglesia Universalista, Cuáqueros, Judaísmo Reformado, y ciertos grupos del Islam,
Hinduismo y Budismo.
4. El aspecto legal
La legalización de las relaciones homosexuales en una “pareja estable” es una conclusión casi obvia
de los cambios de paradigma y se da sobre todos en los países del occidente europeo, algunos estados
de EEUU y Méjico, y en Sudamérica sólo en Argentina bajo la denominación de “Matrimonio
Igualitario” tras un debate marcado por la polémica y poco propicio para una
reflexión serena.
Todo lo cual significa un nuevo modelo de familia.
Este apoyo se basa en el argumento de la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, así como en
los problemas de salud física y mental que puede acarrear a las parejas del mismo sexo la prohibición
del acceso al matrimonio. (Wikipedia)
La legislación argentina (Ley 26.618) recoge esta opinión generalizada cuando afirma:
Es indispensable para la existencia del matrimonio el pleno y libre consentimiento expresado
personalmente por ambos contrayentes ante la autoridad competente para celebrarlo. El matrimonio
tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los contrayentes sean del mismo o
de diferente sexo (Artículo 172)
“Es decir, reconoce a las personas la libertad de elegir con quien asumir los compromisos de la
convivencia en pareja, regulada en la institución jurídica y laica del matrimonio, otorgando entonces
iguales derechos y obligaciones con independencia de que los contrayentes sean del mismo o de
distinto sexo.
De esa forma, no se hace otra cosa que reconocer que, sobre ese espacio de libertad que las personas
ejercen como derecho para consagrar su dignidad, nuestra sociedad se constituye e integra con parejas
homosexuales.
Así, consagrar la igualdad de status civil jurídico social en la institución del matrimonio a todas las
personas, no sólo implica un desagravio a sectores sociales que han sido y siguen siendo marginados
y perseguidos, sino que es fundamentalmente una conquista real y simbólica para toda la sociedad.
Siempre que se iguala en derechos, la sociedad gana en libertades y ciudadanía.
El derecho al matrimonio, institución civil y laica, y a llamarse matrimonio es un derecho de todos,
sin distinción, y en democracia no puede ser un privilegio de unos con exclusión de otros.
Por ello, lo que se propone es el cambio en la conceptualización de la institución jurídico civil del
matrimonio”.
→ En las páginas de internet (google, por ejemplo) el lector puede encontrar los
numerosos argumentos en pro y en contra del matrimonio homosexual. Por ejemplo:
En contra del matrimonio homosexual
Rebaten estos argumentos:
Respuestas que demuestran que son falsos
Sobre la legislación civil del matrimonio homosexual es importante tener en cuenta lo siguiente:
–Se trata de una legislación que considera válida y legal la relación estable de parejas homosexuales
“para el Estado” dotándola de los mismos derechos que ya tienen los matrimonios civiles
heterosexuales. No se considera al matrimonio bajo el aspecto moral o religioso sino como institución
civil y laica.
–La legislación blanquea muchísimas relaciones de parejas homosexuales de hecho. Por tanto no se
trata de una realidad de por sí novedosa. Lo novedoso es el reconocimiento de sus derechos por parte
del Estado. Tampoco obliga a las parejas homosexuales “de hecho” a casarse.
–En ningún momento la legislación entra en el terreno de la ética o moralidad de dichas relaciones;
tan solo afirma que quienes según su conciencia y libre decisión desean constituir una pareja
homosexual estable, están dentro de la ley y gozan de su protección y derechos, si cumplen
determinados requisitos legales (libre consentimiento ante autoridad competente).
Algo similar sucede cuando la legislación estatal legisla, por ejemplo, sobre el divorcio y otras
situaciones con connotaciones éticas: solamente afirma que “ quienes desean divorciarse” ante la ley
deben hacerlo de determinada forma, sin entrar en un juicio moral sobre dicha problemática.
-Esto naturalmente es posible y necesario en países pluralistas donde el Estado no está sujeto a la
legislación de las religiones. Por eso en países donde el Estado asume como propia la legislación
religiosa (caso de la mayoría de los países islámicos) esta doble legislación no es posible porque la
ley del Estado es la misma que la ley de la Religión. Esto mismo sucedía hasta la Edad Moderna en
la mayoría de los países cristianos.
La separación Iglesia-Estado ha modificado el escenario pues la sociedad pluralista (creyentes de
distintas confesiones, agnósticos, ateos, teístas) requiere una legislación que contemple a todos bajo
la denominación única de ciudadanos.
–Por cierto, como sucede con todas las legislaciones del Estado, la fuerza de los argumentos
esgrimidos (argumentos basados en la razón y a veces en intereses políticos) y la conveniencia y
oportunidad de la ley son objeto de múltiples opiniones y discusiones por los distintos grupos sociales
que no siempre llegan a un consenso general por lo que el tema se resuelve por la votación de la
mayoría, como es la práctica de la democracia.
–Por lo tanto, como la ley civil no afecta al fuero interno de cada persona, ni a su conciencia ética ni
a sus convicciones religiosas, cada uno en esos fueros o instancias es libre de tener y mantener su
opinión personal.
Así cristianos, judíos o musulmanes tienen el derecho, claramente expresado en el art. 18 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de profesar su religión con sus preceptos morales
y cultuales.
Esta pluralidad de confesiones religiosas y de legislaciones civiles y laicas supone por cierto un alto
grado de madurez democrática que, si bien no es fácil, es posible lograrlo tal como sucede ya en
muchos países.
En síntesis: estas legislaciones civiles sobre la homosexualidad no afectan a las creencias particulares
tanto dogmáticas como éticas y sólo significan un reconocimiento de derechos para quienes según
sus inclinaciones, sus condicionamientos psicológicos, su necesidad de salud mental y su libre
decisión optan por vivir en pareja que, si bien excluye la posibilidad de procreación, permite una sana
y armónica vida afectiva, un proyecto social útil a la comunidad, incluso con educación de hijos
adoptivos, y el único camino para la felicidad.
Obviamente habrá otros homosexuales que optarán por otros caminos, incluido el de la vida
consagrada a Dios tal como sucede con muchos de ellos que ejercen el sacerdocio o entran a una
congregación u orden religiosa o dedican sus energías a obras sociales, comunitarias o eclesiales.
En mi experiencia terapéutica he tenido la oportunidad de atender a muchísimos miembros del clero
y de congregaciones religiosas que subliman su homosexualidad en la vida religiosa con las mismas
oportunidades y dificultades que tienen los heterosexuales.
5. El aspecto educativo
Es evidente que a muchos educadores les ha de resultar difícil y complicada la educación sexual
integral y la educación en general teniendo en cuenta el nuevo escenario que plantea hoy el
reconocimiento legal de la homosexualidad, un tema sobre el cual la escuela mantuvo estricto silencio
como en general sobre toda la problemática sexual.
Pero antes de plantear algunos elementos orientativos deseo aclarar lo siguiente:
–El educador debe perder el miedo a esta temática que, si bien a primera vista parece difícil y
complicada, no es tal si se la encara desde una perspectiva natural y serena. Lo que complica es el
silencio condenatorio, lo que complica es la discriminación, lo que complica es hacer un juicio de
valor sobre adolescentes y adultos que simplemente “sienten lo que sienten” y que tienen derecho a
saber qué hacer con lo que sienten.
Porque el adolescente homosexual, por ejemplo, no es un ente abstracto o extraplanetario; es un ser
de carne y hueso, que tiene padres y hermanos, que siente, que ama, que necesita ser amado y
respetado, que desea estudiar y capacitarse para la vida, que a menudo tiene grandes capacidades
artísticas y una fina sensibilidad, que tiene valores éticos y religiosos, que sufre, que duda…
–Pero todo eso lo vamos a descubrir y sentir si nos acercamos y los miramos con una mirada sencilla
y pura. Esa es mi experiencia de tratar a centenares de homosexuales. Las fobias al homosexual, al
de otro color de piel, al extraño, nos llevan a apartarnos de ellos y fantasear e imaginar qué pueden
ser, qué malignidad tienen ¿No es más sencillo acercarnos y constatar quiénes son, qué sienten y
piensan? Entonces descubrimos que son similares a nosotros y que tenemos mucho que aprender de
ellos.
–Este conocimiento, como sucede con toda la educación sexual, debe ser lo más preciso desde el
punto de vista científico. Por eso ofrecemos a los educadores variados artículos en nuestra página, no
como dogmas ni como cosa juzgada sino como aproximaciones a un tema sobre el cual aún quedan
muchas dudas.
-AÂ través de este conocimiento directo cara a cara o por medio de lecturas iremos destrabando tantos
prejuicios, confusiones y sentimientos adversos en nosotros y en nuestros educandos.
–En algún caso sería interesante invitar a algún homosexual conocido como tal para que dialogue con
los alumnos y despeje sus dudas.
–Hablar sobre homosexualidad no significa ningún riesgo psicológico para la mayoría heterosexual.
Al contrario, es la única forma para que aprendamos a convivir civilizadamente unos con otros, algo
que aún en nuestros “ cultos” países no hemos conseguido.
2.Lo segundo, y para ello el conocimiento es un medio, es respetar y valorar a los homosexuales (una
minoría que no suele pasar del 3% de la población) como sujetos de derecho pleno al igual que los
heterosexuales. Como ya lo he insinuado en este artículo, este es el punto esencial desde padres y
educadores.
Analizar-con los educandos los múltiples prejuicios y nociones falsas o confusas sobre la
homosexualidad para ir lentamente configurando nuevos sentimientos.
Recordar: mucha información, durante mucho tiempo, y con mucha paciencia y afecto!
–Y mucho más teniéndose en cuenta que en muchos casos tendremos entre nuestros educandos a
algunos con cierta indefinición sexual o con clara definición homosexual. Me consta con qué crueldad
se los trata tanto desde los compañeros como desde la institución educativa.
–Para que los compañeros respeten y valoren a los homosexuales es fundamental (¿hace falta
decirlo?) que los padres y educadores den el ejemplo. Y este es un tema que la escuela debe tratar en
las reuniones con los padres, clarificando con ellos conceptos, prejuicios y nociones francamente
erróneas.
– Es bueno tener en cuenta que los educadores tienen el derecho a una opinión personal sobre estas
cuestiones, según su cultura, religión, etc.
Pero como educadores debemos presentar a los educandos todas las opiniones y variables sobre el
tema, sin imponer ninguna opción ética única, que queda a cargo de cada educando y de sus familias.
En este sentido es importante distinguir entre el aspecto biológico, el legal, el religioso, el moral y el
social, conscientes de que se trata de un tema con muchas variables y aristas y sometido aún a muchas
revisiones e investigaciones.
3.Una palabra sobre la educación en escuelas religiosas, sean católicas, protestantes o de cualquier
otro culto. Todas ellas – y hablo porque conozco sus teologías y literatura, ya que las he estudiado-
predican a un Dios que es Amor y que ama al ser humano. Entonces, coherencia entre lo que se cree
y predica y lo que se practica.
Muchísimos homosexuales, como los que concurrieron a mi consultorio, practican alguna religión e
incluso transitan por una vida consagrada a Dios. Y todos me preguntan:
“¿Qué debo hacer? ¿Qué me pide Dios? ¿Por qué estoy en pecado si Dios me ha querido así y no
puedo dejar de ser homosexual?” y otras expresiones similares.
Y en esas preguntas encuentro generalmente una imagen de un Dios masculino, patriarcal, tiránico y
castigador, simple proyección de culturas que proyectaron en el cielo las estructuras sociales de la
tierra. Entonces considero importante que no confundamos nuestros prejuicios y juicios de valor con
los de Dios, porque ¿quién puede estar seguro que conoce a Dios y conoce su palabra?
Por eso suelo decirles a los homosexuales: “No sé lo que piensa Dios. Pero sí sé lo que yo pienso y
siento desde ni conciencia sincera, y tú debes pensar y sentir desde la sinceridad de tu conciencia. Si
lo haces, seguramente que Dios te sonríe porque asumes tu responsabilidad con un corazón sincero y
limpio”. Y recuerdo lo dicho alguna vez por Jesús en una sociedad marcada por los prejuicios y
conductas hipócritas:
Felices los sinceros de corazón porque sólo ellos verán a Dios (Evangelio de Mateo 5,8)
Esto sí que es revolucionario: Sólo se ve a Dios desde la sinceridad de la conciencia.
En fin, que Dios no puede condenar a quien nació con una marca discriminatoria.
Al contrario, seguramente es objeto de sus preferencias.
Es una forma de pensar.