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Historia medieval

Ensayo sobre el libro de los romanos

Presentado a: Sandra toscano

Por: Yesid ortega palomino

Facultad: ciencias de la educación / licenciatura en


ciencias sociales

Grupo: 1

Universidad del atlántico

Barranquilla/Atlántico

2019
“Los romanos” no se propone ser un libro de historia. Barrow se propone describir
a los romanos como pueblo, como civilización y como cultura, y, de esta manera,
el libro brinda las bases para conocer los hitos más importantes, los diferentes
períodos (la monarquía, la república, el imperio) y las personalidades destacadas
en política, filosofía, literatura, e historia. Para el autor el libro es una invitación a la
reflexión, a la búsqueda, a la reconstrucción de una historia apasionante.
Su esencia de los romanos es siempre religiosa
Quizás el concepto que mejor demuestra el punto de vista romano es el de genius.
La idea del “genio” empieza por el pater familias, que al engendrar hijos se
convierte en cabeza de familia. Se aísla su carácter esencial y se le atribuye una
existencia espiritual aparte; dirige la familia, que le debe su continuidad y busca su
protección. Así, como un eslabón en ese misterioso encadenamiento de hijo-
padre-hijo-padre, el individuo adquiere un nuevo significado; se sitúa contra un
fondo que, en lugar de una superficie continua, está formado por fragmentos
dotados de forma, teniendo uno de ellos la suya propia. Su “genio”, por tanto, es lo
que le coloca en una relación especial respecto a la familia que existió antes que
él y que ha perecido, y respecto a la familia que ha de nacer de sus hijos. Una
cadena de misterioso poder une la familia de generación en generación. A su
“genio” se debe que él, un hombre de carne y hueso, pueda ser un eslabón en esa
de cadena invisible.
Recuérdese la costumbre, en realidad el derecho, según el cual las familias nobles
instalaban en un nicho, en la sala principal de la casa, máscaras de cera al
principio y, más tarde, bustos de los antepasados merecedores del agradecimiento
de su familia o del Estado. Estos bustos se asociaban a los ritos domésticos más
solemnes del hogar No se trataba de un culto de los antepasados ni de apaciguar
a los desaparecidos; sino más bien de una prueba de que ellos y todo lo que
representaban vivían aún y alimentaban la vida espiritual de la familia.
Fue un paso insignificante en el desarrollo de la idea de “genio” el atribuir a cada
hombre, que es un pater familias en potencia, un genio, y a cada mujer, una Juno;
ya de esto existían precedentes entre los griegos. Pero el concepto primitivo de
genius era susceptible de expansión. Así como el genio de una familia expresaba
la unidad y la continuidad a través de generaciones sucesivas, más tarde se
atribuyó el genio a un grupo de hombres unidos, no por lazos de consanguinidad,
sino por una comunidad de propósitos e intereses durante etapas sucesivas.
En el hogar del campesino la esposa ocupa un lugar de autoridad y
responsabilidad. Entre los romanos la mujer estaba, teóricamente, bajo la tutela
del marido, y según la ley no disfrutaba de derechos. Pero no se la mantenía en
reclusión como en el hogar griego. Compartía la vida de su marido y, como esposa
y madre, creó un modelo de virtudes envidiado en edades posteriores. La
autoridad paterna era estricta, por no decir severa, y los padres recibían el respeto
de sus hijos, que participaban en las diversas ocupaciones en el campo, en la
aldea y en la casa. Los padres se encargaban de 1a educación de los hijos,
siendo ésta de tipo “práctico”; incluso las viejas leyendas apuntaban hacia una
moraleja, y la ley de las Doce Tablas se aprendía de memoria.
La mentalidad romana es la mentalidad del campesino y del soldado; no la del
campesino y soldado por separado.
En tiempos posteriores, se añoró la primitiva sencillez de los primeros tiempos,
que sin duda fue idealizada. Pero no se trata de un mito; lo atestigua la literatura
de los siglos III y II a. c., pues en esa época escribieron gentes que habían
conocido a hombres educados en esta forma. Las “viejas costumbres” sobrevivían
como realidades y, todavía más, como ideales. Al enumerar las virtudes que a
través de su historia los romanos consideraron como típicamente romanas,
debemos relacionarlas con las cualidades autóctonas, con las ocupaciones y
modo de vida, con la lucha de los primeros tiempos por sobrevivir y con la religión
de los primeros siglos de la República. Se verá que componen una sola pieza.
En todo catálogo de virtudes figura en primer lugar alguna constancia de que el
hombre debe reconocer su subordinación a un algo externo que ejerce una “fuerza
vinculatoria” sobre él, a la que se llamó religión, término que tiene una amplia
aplicación. De un “hombre religioso” se decía que era un hombre de la más alta
pietas, Los derechos existen porque las relaciones son sagradas. Las exigencias
de pietas y de officium ( deber y servicios ) constituyen por si solas un voluminoso
código, no escrito, de sentimiento y conducta que estaba más allá de la ley, y era
lo bastante poderoso para modificar en la práctica las rigurosas disposiciones del
derecho privado a las que se acudía sólo como un último recurso.
Gravitas significa “un sentido de la importancia de los asuntos entre manos”, un
sentimiento de responsabilidad y empeño. Es un término aplicable a todas las
clases sociales: al estadista o al general cuando demuestra comprender sus
responsabilidades, a un ciudadano cuando da su voto consciente de la
importancia de éste, a un amigo que da un consejo basándose en la experiencia y
considerando el bien de uno; Propicio lo emplea cuando asegura a su amante la
“seriedad (gravitas) de sus intenciones”. Es lo opuesto a levitas, cualidad
despreciada por los romanos, que significa frivolidad cuando se debe ser serio,
ligereza, inestabilidad. Gravitas suele ir unido a constancia, firmeza de propósito, o
a firmitas, tenacidad. Puede estar moderada por la comitas, que significa la
atenuación de la excesiva seriedad por la desenvoltura, el buen humor y el
humor.

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