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2001.

Los puntos destacados que introducirá la nueva normativa en hidrocarburos tienen como principal
objetivo unificar el marco jurídico existente en las distintas provincias productoras, tanto en el
aspecto administrativo, como en el fiscal y el ambiental.

A partir de allí es que elimina la metodología del acarreo que se venía instrumentando, donde las
empresas provinciales de hidrocarburos se asociaban en las nuevas condiciones, sin aportar
dividendos y obteniendo un porcentaje pequeño de los ganancias obtenidas. Si bien ya no se
podrá incorporar esta figura, todas las concesiones precedentes donde existe se mantendrán en
vigencia. Fija un porcentaje inamovible e igualitario en todo las provincias del 3% para el tributo de
los Ingresos Brutos.

La nueva ley también elimina el tope de la cantidad de áreas adjudicadas a cada empresa, que
antes era de cinco por compañía, y conforma un régimen de promoción de la explotación con
inversiones superiores a los 250 millones de dólares, otorgándole a las provincias productoras un
2,5% de las inversiones originales. El Estado Nacional se compromete a aportarles a las provincias
un monto -sin determinar- para la generación de infraestructura provincial. Asimismo reduce del
50% al 25% la tasa de acumulación del canon que la concesionaria paga en caso de prórroga
durante etapa de exploración.

La privatización encabezada por el menemismo estipuló plazos de concesiones por 20 años,


mientras que algunas de las nuevas renegociaciones firmadas en este siglo las llevaban hasta un
máximo prorrogables de 40 años. En este sentido, la nueva ley estipula plazos de 25 años para los
yacimientos convencionales, 35 para los no convencionales y 30 para los de offshore, con plazo
extra de otros 10 años.

En cuanto al formato fiscal, establece que las regalías seguirán siendo del 12% sobre lo producido
y establece dicho porcentaje como único, que a su vez puede ser reducido en un 5% según
productividad, condiciones y ubicación de los pozos. Las provincias productoras o el Estado
Nacional podrán elevar las regalías a cobrar en un 3% cuando se efectivicen las prórrogas de los
plazos establecidos anteriormente y en ningún caso se podrá superar el 18% como tope máximo
de regalías a pagar por las empresas concesionarias.

No obstante, la nueva ley incorpora el achicamiento de las regalías en un 25% (dejándolas en un


9%) después del primer período de exploración y un 50% menos de regalías (achicándolas al 6%)
para la producción de crudo extra pesado y offshore.

Por otra parte, mantienen los beneficios de la Resolución 60/13 a la producción excedente que
tengan las petroleras y agrega la libre disponibilidad (factible de ser exportado sin restricciones)
del 20% del crudo extraído en los yacimientos convencionales y no convencionales, mientras que
en los yacimientos offshore la libre disponibilidad trepa al 60%.
Un elemento importante que incorpora es que las áreas offshore que hasta anteriormente eran
controladas por ENARSA ahora serán revertidas a Secretaría de Energía de Nación, que será el Ente
estatal que otorgará las nuevas concesiones en el futuro.

1943.

La Ley de Hidrocarburos de 1943 fue sancionada por el Congreso Nacional el 13 de marzo de 1943
y publicada en el número 31 (Extraordinario) de la Gaceta Oficial (cf. Martínez, 1986; p. 117).
Independientemente de las críticas que la oposición política al gobierno del Presidente
Medina hubiera podido plantear, la ley del ’43 modificó sustancialmente varios conceptos
vigentes hasta ese momento. El más importante de ellos fue el cambio en la esencia misma de las
relaciones entre las empresas concesionarias y la Nación que se detalla más adelante. Otro
elemento de notable importancia, sobre todo desde el punto de vista administrativo, es que la
ley permitió uniformizar la situación jurídica de la gran cantidad de concesiones existentes.
Hasta ese momento cada una de esas concesiones se regía por su propio régimen legal.

La ley estableció un patrón único en el que, además, el Estado adquiría una facultad impositiva
general y automática. Como menciona Urbaneja (2007), “no disponía el Estado de una facultad
impositiva general y automática sobre las ganancias que las compañías obtuviesen. […] la
situación jurídica de las concesiones petroleras variaba entre una y otra” (p. 69). Este
aspecto era beneficioso para ambas partes. Tanto por lo que representaba de simplificación de la
labor administrativa del Estado, como para el manejo operacional de las compañías.

Otros logros de la ley fueron la elevación del valor de la Regalía a un mínimo de 16 lo cual es de
2/3 % y la ampliación de las facultades de supervisión técnica por parte del gobierno. Finalmente
la ley consideraba la posibilidad de existencia de otras sustancias con valor comercial asociadas
al petróleo y establecía como un principio promover la refinación en el país del crudo
producido.

Sin embargo, usualmente, el aspecto al que se le suele asignar la mayor importancia en la


ley de 1943 y al que normalmente se hace referencia con relación a la misma, es el
establecimiento de una participación igualitaria entre las empresas explotadoras y el Estado en el
producto de la comercialización del petróleo extraído en el territorio nacional. Este es el
precepto conocido como “principio del fifty-fifty”. Sin embargo este concepto es sólo el reflejo del
cambio más profundo en la naturaleza de las relaciones entre las empresas concesionarias y el
gobierno. El concepto de distribución de las ganancias rompía claramente, aunque no fuera
de manera explícita, la noción de “concesión” históricamente aceptada. Hasta ese momento el
gran desarrollo de la industria petrolera fuera de los Estados Unidos estuvo fundamentalmente
basado en la figura de la “concesión” como una simple relación contractual.

Parra (2005) describe las características de dicha figura jurídica:

Las concesiones en los países en vías de desarrollo variaban amplia y significativamente en su


contenido, pero todas ellas tenían una serie de
Características en común:

— El gobierno le otorgaba a la compañía un derecho exclusivo para llevar a cabo operaciones de


exploración, desarrollo y producción de hidrocarburos en un área definida por un período limitado
de tiempo;

— La compañía adquiría la titularidad de los hidrocarburos y tenía casi siempre la libertad de


disponer de ellos sin ninguna restricción posterior;

— La compañía asumía los riesgos financieros y comerciales asociados a la operación;

— La compañía acepta, en retorno, realizar ciertos pagos al gobierno (bonificaciones al momento


de la firma del otorgamiento, impuestos superficiales, regalías, impuestos de producción, etc.);
Generalmente en los países en desarrollo, particularmente en el Medio Oriente y en África
(en menor medida en Venezuela), el elemento contractual era ampliamente preponderante
hasta principios de la década de 1970, hasta el punto de llegar a excluir completamente el
elemento legislativo o regulatorio así como la jurisdicción de los tribunales locales.

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