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Hipótesis relacionales

Autor: Ana Baldero


Barcelona, 2010

1 INTRODUCCIÓN
2 ALGUNAS GUÍAS PARA LA OBTENCIÓN DE INFORMACIÓN
3 ELABORACIÓN DE LA HIPÓTESIS INICIAL
3.1 Derivación.
3.2 La demanda.
3.3 El problema.
3.4 Relación entre síntoma y sistema
4 ELABORACIÓN DE HIPÓTESIS ACERCA DEL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA FAMILIAR
4.1 Ciclo vital.
4.2 Nivel emocional, cognitivo y pragmático.
4.3 La conyugalidad y parentalidad
4.4 Reglas y patrones relacionales
4.5 Sistemas de creencias. Familia de origen y familia nuclear.
5 ELABORACIÓN DE HIPÓTESIS RELACIONALES A CERCA DEL SÍNTOMA
5.1 Función del síntoma en el sistema familiar.
5.2 Pautas relacionales en el mantenimiento del síntoma.
5.3 Dilema del cambio: morfostásis y morfogénesis.
6 BIBLIOGRAFIA

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1 INTRODUCCIÓN

Partiendo de la definición que propone el diccionario de la Real Academia Española de la lengua (edición 22ª, 2001), según la cual, “Hipótesis
de trabajo es la que se establece provisionalmente como base de una investigación que puede confirmar o negar la validez de aquella”,
podemos comprobar que en nuestro ámbito concreto de actuación, los procesos de intervención psicoterapéutica se inician en la mayoría de
modelos con el planteamiento de interrogantes relacionados con la información recogida y que se transforman en hipótesis que nos permiten
poner en marcha una línea de actuación. Las hipótesis pueden ser definidas como suposiciones temporales que serán confirmadas o
rechazadas por las nuevas informaciones que vayan apareciendo a lo largo del proceso psicoterapéutico. En esta línea, Peggy Papp (1990),
apuesta por la posibilidad de intervenir aunque no contemos con una hipótesis definitiva, “ya que con frecuencia son las intervenciones las que
nos permiten descubrir la información crucial”. Además, señala que “tampoco es preciso que la hipótesis sea absolutamente acertada, sólo debe
ser pertinente a la familia y al cambio. El criterio de pertinencia se evalúa sobre la base de la realimentación, es decir de las sucesivas
respuestas de los miembros de la familia”.
Por otro lado, Selvini Palazzoli y otros, 1980, citan la definición del Oxford Dictionary, según la cual la hipótesis “es una suposición que sirve de
base a un razonamiento, sin referencia a su verdad, como punto de partida para una investigación” (Campanini, 2008).
Desde el modelo sistémico, las hipótesis han de ser explicativas y contener la información mínima para poder realizar inferencias, referirse a
todos los niveles del contexto y sus participantes, y describir relaciones. Las hipótesis incorporan y se construyen en base al análisis de la
información sobre las relaciones; con lo cual, las líneas de intervención, la nueva información obtenida y las propuestas de intervención, tendrán
en cuenta y se referirán primordialmente a las relaciones entre los miembros del sistema específico. Partiendo del concepto de “sistema” y las
premisas que lo definen, en el modelo sistémico, las hipótesis relacionales hacen referencia al sistema teniendo en cuenta la circularidad, los
mecanismos de feedback y de regulación en las relaciones, y son explicativas de la situación de malestar o conflicto planteado.
Cuando se interviene en un sistema determinado es importante incorporar la óptica de la cibernética de segundo orden, que nos señala la
importancia de considerar la figura del observador, terapeuta y/o profesional que interviene en una situación dada, ya que la visión/posición de
éste también influye en el sistema que consulta, de tal manera que se configura un nuevo sistema, que denominaremos “sistema terapéutico”.
Con lo cual, algunas de las hipótesis tendrán que tener en cuenta esta circunstancia; es decir tendrán que incorporar las informaciones sobre las
relaciones dentro del sistema terapéutico.
Según la Escuela de Milán (Selvini 1980) las características básicas y comunes a las hipótesis sistémicas, son:

- Se tienen en cuenta todos los miembros del sistema, incluso a los ausentes.

- Aportan información sobre el funcionamiento relacional del sistema.

- Producen información, tanto si se rechaza como si se confirma.

- Permiten la actitud activa del terapeuta/profesional frente a la autoevaluación familiar.

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Bergman (1988) explica que la utilidad de las hipótesis clínicas para los terapeutas de familia, consiste en que les orienta hacia la “obtención
activa de información (acerca de un síntoma y del sistema familiar) de una manera sistemática”. Esta información, finalmente, explicará “cómo y
por qué un síntoma sirve a determinado sistema”. De esta manera, entendemos que las hipótesis nos permiten orientar el proceso terapéutico
y/o la intervención, mediante las conexiones y relaciones establecidas en la propia formulación de la hipótesis. Por lo tanto, la utilidad de las
hipótesis está relacionada con el hecho de que permiten construir líneas de intervención, obtener nueva información, organizarla y construir un
diagnóstico.
Para formular una hipótesis relacional es significativa la manera de recoger la información, ya que generalmente los miembros del sistema que
acude a terapia, no suelen tener la posibilidad de realizar ciertas conexiones relacionales, porque no suele tener consciencia de las mismas o
porque la información la tienen ordenada de otra manera. Por ello, suele ser de gran utilidad para el terapeuta/profesional sistémico construir un
protocolo de recogida inicial de la información relevante, de tal manera que le permita construir hipótesis útiles.
Otra ventaja es la flexibilidad, ya que permite al terapeuta situarse de tal manera con la familia, reconociendo que ésta es quien le ayudará a
confirmarla o refutarla con la información que le siga ofreciendo. Ello implica que el terapeuta reconocerá que los datos provenientes de las
familias tienen prioridad, al formular otras hipótesis en función de las nuevas informaciones que aparecen a lo largo del proceso de intervención;
y, por tanto, en función de si las hipótesis planteadas hasta el momento se han confirmado o han sido rechazadas porque no se han verificado.
La reacción de la familia (retroalimentación), ante las intervenciones construidas a partir de las hipótesis planteadas, determinará la adecuación
o no de dicha hipótesis a dicho sistema familiar.
Respecto a la utilidad de las hipótesis: “La hipótesis clínica permite también al terapeuta mantener la necesaria distancia emocional respecto al
sistema afectivo familiar”, y ello le resultará útil para no dejarse llevar por las maniobras emocionales de las familias; aunque tenga que estar
abierto a las nuevas informaciones.
Con lo cual, podemos concluir que el proceso de plantear y construir hipótesis, supone una guía de trabajo muy útil a lo largo el proceso de
valoración/evaluación e intervención.
Campanini y Luppi (2008), que desarrollaron su mirada sistémica centrada en el ámbito de los servicios sociales, aluden a la temporalidad que
incorporan las hipótesis, en cuanto que las considera que son “el momento organizativo de los hechos observados”; ya que el profesional se
apoya en la hipótesis que ha formulado en base a las informaciones que posee en ese momento. Y consideran que la función principal, de las
hipótesis, consiste en orientar la indagación y la actividad del asistente social, permitiéndole comprender el funcionamiento y la organización del
sistema y trazar un mapa de las relaciones en las que figure la posición de los distintos individuos en la familia, y de ésta, dentro de otros
sistemas. Se señala además que para que una hipótesis sea eficaz, ha de ser elaborada de tal manera que amplíe el campo de observación y
ofrezca una visión más amplia y articulada de los problemas que se presentan en la familia. En dicho texto, se hace referencia además a las tres
etapas sugeridas por Lerma (1987) para la elaboración de la hipótesis en el proceso de ayuda del servicio social, y que son definidas de la
siguiente manera:

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a) En la primera etapa se realizará una reflexión sobre los datos recogidos por el asistente social mediante un primer contacto con el
solicitante; de dicho análisis se puede construir una hipótesis provisional y probablemente rudimentaria que permitirá conducir la
primera entrevista.
b) Posteriormente, partiendo del supuesto de que la solicitud y el problema planteado en el servicio, tienen un significado dentro del
sistema, se tratará de comprender por qué la familia se está comportando de esa determinada manera.
c) Por último, se integrarán las informaciones obtenidas en los niveles relacional, socioeconómico, sanitario y educativo, “en una
hipótesis de juego familiar que incluya tanto las posiciones de cada uno de los miembros en el sistema como la posición de este
último con respecto a los super/subsistemas con los cuales está en relación” .

2 ALGUNAS GUÍAS PARA LA OBTENCIÓN DE INFORMACIÓN

Las preguntas para la obtención de información y planteamiento de hipótesis, se pueden categorizar en:

- Lineales: ¿Quién lo hizo? ¿Cuándo?

- Circulares: ¿Qué hace su hijo cuando usted discute con su mujer?

- Estratégicas: ¿Cuándo va a dejar de comportarse como un niño malcriado?

- Reflexivas: Estas últimas son especialmente útiles en trabajo individual, como las utilizadas en psicoterapia basada en soluciones: ¿qué
cosas notaría si al despertarse no existiera el problema? ¿qué haría, qué sentiría, qué pensaría si no existiese el problema? ¿Qué ha
hecho, pensado o sentido para solucionar el problema? ¿qué le ha sido favorable? ¿qué no ha servido para mejorar? Así como, por
ejemplo, no es extraño encontrarnos con este comentario por parte del paciente: ¿me han dicho que tengo una depresión crónica y que
no tiene curación? Cuando el diagnóstico clínico invade la identidad del sujeto, y la recogida es individual, son útiles preguntas que
introducen una visión externalizadora como: ¿de qué modo el problema afecta tu vida?, ¿qué le está haciendo a tus amistades? ¿cómo
interfiere en la relación con tus padres?.

Siguiendo el modelo de Palo Alto y la Terapia Breve (Watzlawick, Weakland, y Fisch, 1974) Bergman (1988) construyó una guía útil (técnica de
interrogatorio), en forma de preguntas, para reunir información acerca de las familias, que le permitirán validar o no las hipótesis, así como
construir otras nuevas:

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Sobre el problema/síntoma:
¿Quién es el que tiene un problema?
¿Cómo explica la familia el problema?
¿El síntoma es percibido por la familia como voluntario o como involuntario?
¿Por qué ese síntoma es un problema?
¿Alguien de la familia no considera que el síntoma sea un problema?
¿Cuándo comenzó el síntoma?
¿Con qué frecuencia se presenta el síntoma? ¿cuándo? ¿dónde?
¿Quién reacciona ante el síntoma? ¿de qué modo?
¿Qué función cumple el síntoma?

Sobre las soluciones intentadas:


¿Quién intentó qué cosas y durante cuánto tiempo?
¿Cree la familia que alguna de las cosas que intentó podría haber sido más útil?
¿Los padres concuerdan o discrepan a cerca de las soluciones?
¿Cómo reacciona cada uno de los familiares ante las soluciones propuestas o implementadas por los otros?
¿Quién se siente involucrado, y de qué modo?
¿Qué sucedería si el síntoma empeorase o mejorase?
¿Qué peligro significaría para esta familia la eliminación del síntoma?

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Sobre los objetivos de la familia:


¿Qué esperan los familiares que suceda al iniciar el tratamiento?
¿Cuál es su objetivo ideal?
¿Con qué se conformarían?
¿Qué grado de optimismo tienen respecto de la mejoría?
¿Cuál es la historia familiar respecto de anteriores ayudas recibidas y cuál fue su reacción ante ellas?

Más en la línea del modelo del Grupo de Milán y la técnica de interrogatorio que ellos proponen y que consiste en pedirle a cada uno de los
familiares que clasifique a los otros en función de su preocupación por el paciente identificado, de mayor a menor, con el objetivo de obtener
información sistémica útil, en base a las “diferencias” (Bergman, 1988), Bergman, plantea preguntas del estilo a: ¿qué miembro de la familia está
más preocupado por el problema?, con el objetivo de evaluar, a través de las diferentes propuestas de clasificación por parte de la familia, el
nivel de ansiedad en cada uno de los miembros de la familia; dicha “tipología” de preguntas va alternando con las preguntas reflejadas
anteriormente y que estaban en la línea del modelo de Palo Alto.
Campanini y Luppi (2008), hacen énfasis en cómo el profesional, a través de las preguntas, introduce informaciones que le permiten a la
familia, vincular los hechos de manera diferente a como lo venía haciendo hasta el momento de la intervención del profesional, y por tanto le
ofrece la posibilidad de desestimar las explicaciones que hasta el momento formaban parte de sus narrativas y que no le han resultado útiles;
así como, posicionarse de una manera activa y participativa del proceso de cambio, desestimando las etiquetas que formaban parte de la
narración inicial (delincuente, loco, víctima, culpable,….).

3 ELABORACIÓN DE LA HIPÓTESIS INICIAL

Partiendo de la base que el proceso de formulación de hipótesis suele comenzar con el primer contacto que establecemos con la familia, sea
cual sea el protocolo utilizado para registrar la información recogida en dicho contacto (ficha telefónica, solicitud de intervención terapéutica,…),
hemos de tener muy presente, en la línea que señala Peggy Papp, que “la hipótesis inicial es necesariamente especulativa y se utiliza como
base para recoger información adicional que habrá de confirmarla o bien refutarla”.

La hipótesis inicial se construye en base a una serie de variables que resultan significativas y determinantes para el proceso que se va iniciar;
dichas variables son:

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3.1 Derivación.

Las familias, personas u otros sistemas que consultan o solicitan nuestra intervención, con frecuencia, suelen ser remitidas o derivadas por otros
profesionales y/o personas relevantes en la dinámica de las mismas. El profesional, persona o servicio que deriva a un sistema familiar a realizar
un proceso, consulta o intervención terapéutica, transmite al sistema una información y/o mensaje sobre el proceso que iniciará. Con lo cual,
será de suma importancia llevar a cabo una coordinación con el derivante para realizar el análisis de la derivación; y ello implica interesarse por:

- ¿Quién ha realizado la derivación? ¿Conocemos su manera de intervenir? ¿Tenemos alguna relación con el mismo?

- El contexto de derivación: nos ayuda a entender, entre otros aspectos el punto de partida desde el cual se considera necesaria nuestra
intervención y la posición del sistema que solicita la intervención (voluntariedad, forzosa,…).

- La información de cada uno de los miembros del sistema familiar respecto al proceso que van a iniciar y las expectativas generadas
respecto a la intervención, nuestro rol y nuestro contexto.

- Conocer si el derivante seguirá o no interviniendo, y en qué nivel, con la familia derivada.

3.2 La demanda.

Entendemos por “demanda”, el motivo explicitado por el que se realiza la consulta y se solicita intervención. Suele estar relacionada con los
síntomas que presenta el llamado “paciente identificado”, presentado a su vez por el sistema como el foco del malestar y se acostumbra a
explicitar en forma de queja; desde una construcción sesgada y lineal de la realidad familiar. Con frecuencia incorpora las expectativas que el
sistema familiar tiene respecto a la consulta o el proceso terapéutico, y respecto al profesional.
Por lo tanto, al analizar la demanda, estaremos atentos a:

- ¿Quién explicita la demanda? ¿Quién recurre a pedir ayuda?

- La explicitación de la misma y construcción narrativa de la misma.

- El grado de consenso en la familia. Miembros que comparten la demanda y miembros que están en desacuerdo; otras posibles
demandas formuladas por otros miembros del sistema, respecto al problema planteado u otros problemas.

- Diferenciación entre demanda explícita, la que se comunica, e implícita, la que en el fondo se da a entender.

- Nivel de angustia en el sistema, relacionado con la disponibilidad y motivación para el cambio.

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3.3 El problema.

Suele suceder que el problema presentado como motivo de consulta, está definido desde una óptica de causalidad lineal (causa –efecto). Con lo
cual, es necesario que el análisis del problema se pueda realizar desde la epistemología sistémico-relacional, es decir teniendo en cuenta la
circularidad; analizando las posibles causas, efectos y el grado de influencia entre ellos, construyendo una mirada más amplia sobre el
problema, identificando la implicación de todos los miembros del sistema familiar. Ello nos permitirá realizar hipótesis sobre el mismo. Los
síntomas suelen aparecer cuando se produce una alteración del equilibrio funcional del sistema, produciéndose una situación de crisis.

3.4 Relación entre síntoma y sistema

Para la elaboración de las hipótesis, Peggy Papp (1990), propone en su libro “el proceso de cambio”, que el terapeuta debe partir de los
siguientes la “supuestos básicos” a cerca la relación recíproca entre el síntoma y el sistema:
1. La aparición de un síntoma, por lo general, coincide con algún cambio efectivo o previsto en la familia, que amenaza alterar el equilibrio
(como que un miembro de la familia se vaya de la casa, contraiga matrimonio, cambie de trabajo, empiece la escuela, se divorcie, llegue
a la adolescencia, se aproxime a la madurez, se enferme o muera).
2. La ansiedad en torno a este cambio activa conflictos que han estado latentes, y estos conflictos, en lugar de resolverse, se expresan a
través de un síntoma.
3. El síntoma puede ser un medio de evitar este cambio amenazador o de suministrar un modo de que se produzca.

Teniendo en cuenta estos supuestos y en relación al análisis del problema y a la elaboración de una primera hipótesis, P. Papp (1994) señala
la importancia de los siguientes factores, y buscará respuestas a las preguntas relacionadas con ellos:

- Función que cumple el síntoma o el problema en el sistema familiar: ¿cuál es el efecto que produce una conducta sobre otras personas?
¿Para qué le sirve? ¿Y a cada miembro del mismo?

- Mecanismos relacionales que pone en marcha el sistema (familiar,..) para estabilizar el síntoma; es decir, pautas que mantienen el
síntoma.

- Identificación del tema central sobre el cual se organiza el problema.

- Consecuencias del cambio.

- Dilema terapéutico.

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4 ELABORACIÓN DE HIPÓTESIS ACERCA DEL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA FAMILIAR

El equipo de Milán desarrolló una técnica muy útil para recoger información a cerca, sobre todo, de diferencias y cambios en la familia y, por
tanto, permite construir hipótesis relacionales interesantes para el proceso de intervención y para la familia; es el llamado “cuestionamiento
circular”, que consiste en preguntar a cada miembro de la familia cómo ve la relación entre otros dos miembros de la familia.
“El cuestionamiento circular” puede plantearse en cualquier momento del proceso de intervención, ya que no sólo nos proporciona información
relevante, sino que supone, de alguna manera, una técnica de intervención propiamente dicha, ya que ofrece a cada miembro del sistema
familiar, una mirada y una perspectiva diferente sobre sí mismo y sobre los demás.
Ésta, y otras maneras de recabar información, nos ayudarán a recoger, entender y construir hipótesis sobre el funcionamiento del sistema
familiar, en base al:

4.1 Ciclo vital.

El momento de ciclo vital que atraviesa un sistema familiar, así como el de las familias de origen de las cuales proceden, nos permite identificar,
a priori, algunas de las dificultades por las que pudiera estar atravesando en un momento determinado. Nos permite plantear hipótesis respecto
a los momentos de crisis relacionados con las transiciones entre las diferentes etapas y los problemas manifiestos.

4.2 Nivel emocional, cognitivo y pragmático.

Al desarrollar una hipótesis, la información que manejamos está relacionada con el nivel de los sentimientos, los pensamientos y las conductas.
El nivel emocional está determinado por la expresión de los sentimientos y emociones y representan “la comunicación analógica” en el sistema
familiar. Por lo tanto, el terapeuta deberá centrarse en la función de los sentimientos y en la forma como los expresa, ya que ésta suele ser una
herramienta poderosa para ejercer influencia sobre los otros miembros de la familia. La expresión de los sentimientos está estimulada y
condicionada por los otros miembros del sistema, y ésta, a su vez, estimula y condiciona a los demás; es decir “programa a otros” y a su vez es
programada por ellos.
El nivel pragmático está definido por los hechos, conductas y acontecimientos, así como por la descripción y/o interpretaciones de los mismos.
Es importante conocer con claridad y concreción la secuencia (hechos anteriores, simultáneos y posteriores a la aparición del problema) de
conductas, y para ello nos resultarán de gran utilidad las preguntas circulares.
P. Papp (1990), habla del “nivel conductual”, cuando se refiere a la importancia de comprender el funcionamiento de una conducta analizando
las distorsiones o contradicciones en la información detallada sobre la misma.

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El nivel cognitivo nos permite conocer a través del lenguaje cómo se percibe el problema, cuales son las causas, posibles soluciones y sobre el
significado. Nos permite acceder al sistema de creencias, la percepción de la realidad por parte del sistema, las reglas, secretos, fantasmas y
mitos familiares. El terapeuta, por tanto, estará atento a las metáforas y a las afirmaciones que reflejan actitudes; y además, será importante
recoger información sobre las familias de origen de cada uno de los cónyuges, ya que la perspectiva histórica de la familia extensa nos ayuda a
entender y comprender las transacciones actuales. Los datos históricos a menudo ayudan al terapeuta a poner al descubierto el “tema central”
que enlaza los niveles conductual, emocional e ideacional de la familia, haciéndolos funcionar de forma conjunta; sobre todo, en aquellas
familias en las que el legado del pasado se ha convertido en reglas rígidas que rigen el presente.
Esta visión más amplia con la que cuenta el terapeuta, le permitirá formular hipótesis y efectuar intervenciones.

4.3 La conyugalidad y parentalidad

Son dos dimensiones que también nos facilitarán la elaboración de hipótesis sobre el sistema familiar. J.L. Linares (1996) estudió la familia en
base a estas dos dimensiones, considerando la relevancia de la interrelación de las funciones conyugales y las funciones parentales, dentro del
sistema familiar:

- son atributos de la pareja.

- tienen relación con la historia de cada miembro de la pareja y con las familias de origen.

- se influyen mutuamente.

- son independientes.

- son variables ecosistémicas, es decir, en constante relación con el contexto.


La evaluación de la conyugalidad se realiza sobre un continuum entre la conyugalidad armoniosa y la conyugalidad disarmónica en la relación
de pareja, en base a las necesidades de apoyo, nutrición emocional recíproca, muestras de afecto, etc.
La evaluación de la parentalidad está referida a dos tipos de funciones, las sociabilizantes (protección y normatividad respecto al entorno) y las
funciones parentales nutricias ( plano emocional: amor, afecto, reconocimiento).

4.4 Reglas y patrones relacionales

La observación, exploración e identificación de las Reglas y patrones relacionales que caracterizan la vida cotidiana de las familias, nos permiten
conocer y formular hipótesis sobre una parte significativa del funcionamiento familiar y de las conductas de sus miembros.

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4.5 Sistemas de creencias. Familia de origen y familia nuclear.

Conocer las creencias de las familias nos permite saber cómo sienten y perciben las cosas que les ocurren, su epistemología, cómo construyen
la realidad, cómo la organizan y la interpretan, su sistema de valores y los significados relevantes para sus miembros. Para ello, es importante
remontarse a sus familias de origen a través de sus relatos ya que nos ayudarán a conocer los aspectos de la familia nuclear que están más
influidos por ellas; ello nos facilitará a su vez la formulación de hipótesis.

5 ELABORACIÓN DE HIPÓTESIS RELACIONALES A CERCA DEL SÍNTOMA

5.1 Función del síntoma en el sistema familiar.

Por lo general, la aparición de síntomas suele coincidir con una alteración del equilibrio del sistema, que determina el momento de crisis. Con lo
cual, la utilidad hipotética del síntoma seria reequilibrar el sistema, evitando o suavizando los cambios, que son experimentados como amenazas
para la morfostasis familiar (P.Papp 1990).

5.2 Pautas relacionales en el mantenimiento del síntoma.

Sistema y síntoma están interconectados, de tal manera que la persistencia y recurrencia del síntoma es un indicativo de que está ejerciendo
una función significativa dentro del sistema familiar, y que, éste, está poniendo en marcha una serie de pautas y patrones conductuales que
hacen que se mantenga en el tiempo. Explorar qué hace cada miembro del sistema en relación al síntoma, nos permitirá conocer los
mecanismos que permiten el mantenimiento del mismo.

5.3 Dilema del cambio: morfostásis y morfogénesis.

Partiendo de la hipótesis de la función del síntoma, como restaurador y regulador del equilibrio del sistema, se deduce que la desaparición del
síntoma provocará un nuevo desequilibrio.
Desde la óptica de la 2ª cibernética, en todos los sistemas se diferencian dos tipos de equilibrios (homeostasis), uno que tiende a la
conservación o morfostasis y otro que tiende al cambio o morfogénesis. Con lo cual, todos los sistemas tienen tendencias morfostáticas y
morfogenéticas.

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6 BIBLIOGRAFIA

Bergman, Joel S., Pescando barracudas. Pragmática de la Terapia Sistémica Breve. Ed. Paidós, 1988.
Campanini, Ana Mª, y Francesco Luppi, Servicio Social y Modelo Sistémico. Una nueva perspectiva de la práctica cotidiana. Ed. Paidós
Terapia Familia, 2008.
J.L.Linares, Identidad y Narrativa. La terapia familiar en la práctica clínica. Ed. Paidós, Barcelona, 1996.
Papp, Peggy, El proceso de cambio. Ed. Paidós, Barcelona 1990
Selvini Palazzoli, M., “Paradoja y contraparadoja. Paidós, Barcelona 1988

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