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Alice Miller
Así mismo, los logros nos enseñaron a ser solidarias con las demás personas,
entendiendo que cada una de nosotras, tiene diferencias, pero que esas
diferencias logran hacer que una simple hebra de hilo se convierta en un hermoso
vestido.
Un claro ejemplo de esta unión, fue aquella ocasión en la que nuestra conciencia y
el espíritu normalista salieron a flote, pues la inconformidad e impotencia de ese
tiempo era demasiada; en esos momentos, decidimos honrar la memoria de
nuestros 43 compañeros normalistas, que por cuestiones de su propio destino, no
nos acompañan ahora en este mundo. O como cuando teníamos que organizar un
bailable para alguna celebración en especial, en donde se necesitaba mucho más
que escoger una canción, más que proponer y establecer pasos de baile, porque
teníamos que saber escuchar a la demás; tener la habilidad de llegar a acuerdos
en común y poder solucionar los problemas que se presentaran, dando como
resultado, una coreografía que a pesar de todo, salía a relucir con el aporte de
cada una de nosotras, y con el toque que siempre caracterizó a nuestro grupo,
incluyendo además a las compañeras y maestros en esos momentos de diversión.
Cómo olvidar aquél 21 de Abril de hace dos años, día en el que decidimos realizar
dinámicas propias de la profesión docente en educación preescolar, comprando y
trayendo material para organizarnos y divertirnos, haciendo locuras de diferentes
tipos y demostrando lo unidas que podíamos ser. También el día en el que hasta
algunos de los maestros, dieron a conocer su lado divertido y travieso, uniéndose
a nosotras con disposición, apoyo y ganas de animar aún más la actividad de
grupo, entrelazando así su experiencia con la energía que nos caracteriza.
Entendiendo que la nueva filosofía del modelo educativo es que el niño aprenda a
aprender, concibiendo así al proceso educativo de forma dinámica, pues los niños,
deben ser capaces de construir conocimientos y desarrollar habilidades a partir de
aprendizajes y experiencias aprendan a pensar desde la escuela.
En este sentido podemos decir que a través de las visitas que realizamos a los
preescolares de diferentes contextos, incluidos entre ellos los que tuvimos la
oportunidad de conocer en nuestro viaje a Atlacomulco y a Veracruz en la
Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, nos
proporcionaron experiencias y herramientas poderosas para poder atender a todos
y a cada uno de los niños con los que tuvimos la oportunidad de convivir y no
obstante a ellos, algunas de nuestras compañeras tuvieron la oportunidad de
traspasar las fronteras del país, logrando conocer otros contextos como Estados
Unidos y Cuba, y que partiendo de lo que nos compartieron, reforzamos el hecho
de que el compromiso que tenemos con los niños, es aún más grande, porque a
pesar de que son de nivel preescolar, sabemos de ante mano que nosotras somos
unas de las principales responsables de los inicios de su aprendizaje y que
tenemos que forjar en ellos cimientos que no se caigan con un poco de viento,
sino todo lo contrario, que crezcan mucho más allá de las expectativas que se
tienen, somos participes de formar sujetos resilientes y con comportamientos
deseables para la sociedad mexicana.
Pero, también tenemos que crecer, pues he de decirles que los retos no solo son
en cuestión política, hay que mencionar que en este siglo el avance tecnológico y
científico nos ha alcanzado y no se detiene, que en algún momento puede
dejarnos atrás, el actualizarnos constantemente en todos los aspectos, nos hará
mejores docentes que estaremos a la par de los avances de la sociedad moderna
y esto mismo hará que podamos ayudar a los niños y niñas del mañana. No
olvidar que así como avanza el tiempo debemos conservar nuestras tradiciones y
costumbres, aprender y enseñar, a ser empáticos con las culturas que viven en
este país, porque son parte de nuestra historia y que de alguna u otra manera
ayudaron a forjar el presente donde estamos y como decía Aristóteles, “EDUCAR
LA MENTE SIN EDUCAR EL CORAZÓN NO ES EDUCACIÓN EN ABSOLUTO.”
Puede parecer que tenemos un largo camino que recorrer, sin embargo, podemos
decir que estamos preparadas para superar estos retos, pues dentro del camino
que hoy culminamos hemos vivido muchas cosas. Cómo olvidar esos momentos
en los que decíamos “ya no puedo más”, “no aguanto”, “ya no quiero saber nada
de este trabajo”, pero compañeras, hoy puedo decir, ¡sí se pudo!, logramos sacar
todos y cada uno de los trabajos, cambiar vidas dentro de las intervenciones en
los preescolares. Puede que algunas no hayan sido exitosas, pero ver esas caritas
sonrientes, esas caras de sorpresa, nos hacían mejorar cada día y aunque
algunas personas decían que no servíamos para esto o que solo íbamos a jugar
con los niños, estas frases que en ese momento nos dolieron y que incluso nos
enfurecieron, sirvieron para demostrar que a pesar de esos comentarios, podemos
hacer algo más allá de lo que creían que podíamos, dejando una marca personal
en cada cosa que hicimos y logramos. El aprendizaje fue reconocer los errores
para superarlos.
El verdadero desafío aún está por venir, los niños, las familias, las comunidades
con sus particularidades todos ellos, las condiciones sociales de la actualidad, de
alguna u otra manera están a la vuelta de la esquina, y nos enfrentaremos a ellas
desde las aulas y no está por demás decir que como obligación moral, tenemos la
tarea más importante de nuestra profesión, debemos recuperar el honor de la
docencia, demostrar que los conocimientos que se enseñan en el aula pueden
rebasar la barrera escolar y llegar a la sociedad haciendo cambios significativos,
mejorando el presente y el futuro, formando niños y niñas que sean responsables
de sus actos, que tomen conciencia que su actuar no solo impacta en su presente,
sino también en el futuro de sus hijos y sus nietos.
Desde que entramos por primera vez a esta escuela Normal No. 3 de
Nezahualcóyotl comenzó una historia, desde conocernos entre nosotras hasta
conocer a las generaciones que iban un paso delante de nosotras, conocer el
Programa y los acuerdos que eran la base para la educación que recibiríamos y la
educación que impartiríamos. Aún recuerdo esa frase que algunos maestros nos
decían “este programa es su biblia, una biblia que tienen que aprender de
memoria”, en ese tiempo no imaginábamos lo que implicaban esas palabras, pero
cuando comenzamos a realizar nuestras prácticas comprendimos que cada día,
que cada semana o incluso cada mes, nos tendríamos que “casar” con un
aprendizaje esperado y una competencia y que, dependiendo de ésto,
realizábamos y buscábamos un sustento para las carpetas y diarios de trabajo.
A veces las expectativas hacia nosotras no eran muy altas, pero todas logramos
confiar en las otras, nos apoyábamos, demostrando el compañerismo. Cómo
olvidar esas ocasiones donde el grupo se dividía para realizar presentaciones en
los clubs, apoyando a las chicas de danza con gritos de ánimo o a las chicas de
coro con aplausos y reconocimiento. Llevo en la mente esas conversaciones en la
madrugada por Facebook o WhatsApp preguntando qué trabajaríamos en
prácticas, o las revisiones de carpeta que hacíamos entre nosotras mismas. Tal
vez no superamos las expectativas de las otras personas pero logramos muchas
otras cosas más; logramos confiar en nosotras mismas en el trabajo que sabemos
hacer y debo decir que así como alcanzamos esto debemos realizarlo con los
niños, pues como George Eliot dice, “LOS QUE CONFÍAN EN NOSOTROS, NOS
EDUCAN.”
Cada una de nosotras sabe lo que tuvo que pasar para llegar hasta aquí y a las
dificultades a las que se enfrentó, lo que tuvo que superar, dejar atrás e incluso
olvidar, cada una de las espinas que tuvimos que agarrar con fuerza nos ayudaron
a valorar la rosa que ahora tenemos en la mano.
Y sobre todo a nuestros padres, que fueron los cimientos de los que tomamos
fuerza para poder seguir adelante, su apoyo incondicional sin esperar nada a
cambio y siempre creyendo que podíamos lograr más de lo que nosotras mismas
creíamos. Esas noches en las que la elaboración del material didáctico, parecía
interminables y fugaces, pero teníamos a nuestro lado un par de manos extras,
que a pesar de estar cansadas siempre nos apoyaron, recortando, coloreando y
hasta terminando el trabajo por nosotras.