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AL MENOS FLORES

INTRODUCCIÓN

El siguiente conjunto de líneas pretende explicar la evolución de mi concepción


de Arquitectura a lo largo de mi paso por la Universidad. En cuanto a
Arquitectura se refiere pocas son las cosas que puedo exponer con certeza,
una de ellas «la arquitectura es una actividad realizada por el hombre para el
hombre». Esta disciplina no existe como parte de un proceso natural, la
Arquitectura es una expresión del hombre y para ser comprendida habría que
comprenderlo primero a él. Sin embargo, la historia de la humanidad está llena
de contradicciones, rupturas, tanteos y búsquedas que complican la
interpretación.

En algún momento escribí: El hombre evoluciona y la arquitectura con él,


enunciado entendido cuando se concibe la Arquitectura como una creación del
ser humano. Nuestra visión cambia y de igual manera lo hace lo que buscamos
expresarle al mundo. Es así como mi concepción de Arquitectura es el resultado
de mi propia historia. Para poder explicar como ha ido evolucionando a lo largo
de la carrera primero tendría que contar mi biografía.
Al MENOS FLORES

Alguna vez fui Adriana, una joven de diecinueve años que se sentía aún una
niña. Para entonces ella comenzaba la carrera de arquitectura con muy poco,
casi nulo, conocimiento del tema, solo podía basarse de la experiencia obtenida
del contacto cotidiano con las construcciones. Ella disfrutaba de dibujar y
pintar. La vida se le había presentado bastante sencilla, no había tenido que
esforzarse demasiado para conseguir lo que tenía, ni siquiera para conseguir ese
lugar en la universidad. Solo seguía la corriente. Dos padres la apoyaban
incondicionalmente y lograron que creciera con dos visiones disímbolas y
contrarías de la vida.

Sigo siendo Adriana, pero no aquella Adriana. Tengo veintitrés años, hoy me
siento más una mujer, con pequeños intervalos de niña o, quizá, una niña con
intervalos de mujer. Estoy terminando la carrera de arquitectura, ahora sé un
montón de cosas del tema, constantemente intento apreciar los espacios que
me rodean. La vida sigue siendo fácil, pero ahora trato cada día de echarle
ganas. Me gusta tocar la guitarra y escuchar a la gente. Salir de casa me hizo
conocer nuevas personas y aprendí a ver el mundo a través de nuevos ojos, mi
visión y los horizontes se ampliaron.

Mi proceso a lo largo de la universidad ha consistido en un navegar de un lado


a otro con el rumbo difuso. En un inicio esperaba una respuesta (en ocasiones
todavía lo hago). Sin embargo, si en algo he cambiado es que me he vuelto
una persona más crítica y desde entonces he comenzado a conformar esa idea
a la que dedicare mi vida: la Arquitectura.

Algo que me resulta para concebir esta disciplina es asociar la obra arquitectónica
con el concepto de hombre y pensar en la Arquitectura como humanidad. La
idea de humanidad se refiere al conjunto de seres humanos, aunque también
es utilizado para hablar de las cualidades que caracterizan a los hombres, su
esencia, lo que los vuelve humanos. Por otro lado, cada hombre es un ente
individual que vive su vida a su manera en una búsqueda continua, de igual
manera lo hace la obra arquitectónica.

Desde esta analogía la Arquitectura se vuelve tan simple o complicada como


uno decida, al igual que la vida de una persona, todo depende de cómo la
queramos vivir. ¿Cómo hay que vivirla? ¿Para qué? y ¿Por qué? preguntas
constantes en mi mente y así recuerdo el siguiente poema:

¿Con qué he de irme?


¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos.
Nezahualcóyotl

Pequeños, bellos e impermanentes: cantos y flores, ¡dejemos al menos eso!


Nuestra labor como arquitectos no es precisamente dejar flores, es trabajar
desde nuestra área, es seguir nuestras convicciones y plasmar nuestros valores
(y los que nos han venido dejando) en nuestro trabajo esperanzados a que
florezcan. Que nuestra obra sea una semilla para los que vienen. Que no
pretenda permanencia o eternidad, y que si la alcanza lo haga como los cantos…
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,


de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas


vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón


en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad

Manuel Machado

Por más que los arquitectos se empeñan en hacer que las construcciones duren
para siempre, esto es algo que no va a ocurrir. Alberto Campo Baeza cree que
el futuro de la arquitectura está en el pensamiento, inmortalizar a través de
las ideas, concepto abstracto que no puede ser destruido. “el cataclismo podrá
destruir las formas construidas por el hombre, e incluso al hombre mismo,
pero no podrá nunca, jamás, destruir las ideas porque las ideas son
indestructibles.” Yo difiero con él, las ideas también mueren cuando lo hace
hombre, para mí las palabras de Manuel Machado son la respuesta: transmitir,
tocar el corazón del otro, avanzar nosotros y abrirle paso a los que siguen,
que posiblemente olviden quien lo dijo o hizo, pero que se siga diciendo y
haciendo; que se siga cantando.

Adriana Andrea Wild Ramírez

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