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BIOÉTICA Y ANTICONCEPCIÓN

ANGEL HERNANDEZ BRAVO


Questiones de Bioética
CCRR Univ. San Dámaso
Junio 2019
Introducción

La palabra “bioética” la usa por primera vez VR Potter1 aunque en un contexto muy
pegado a ecología, hablando de la necesidad de crear puentes que permitan al hombre
sobrevivir ante las amenazas, sobre todo ambientales, que implica el progreso técnico.
Obviamente la bioética ha evolucionado mucho hacia perspectivas más profundas,
fundamentadas en la antropología. El núcleo que fundamenta la bioética es la necesidad de
que el hombre se interrogue sobre la relevancia moral de su intervención sobre la vida, de
manera que se verifique si realmente lo técnicamente posible es, por si mismo, lo éticamente
admitido.

“La Bioética no puede concebirse como una confrontación de opiniones y posiciones


éticas adoptadas en un momento determinado por la sociedad, sino que ha de
desarrollarse con una fundamentación antropológica”2

La bioética no es una nueva ética, sino una parte de la ética que se enfrenta a nuevos
problemas tales como:

- Tecnificación
- Fragmentación de la persona
- Perspectiva ética procedimental
- Comprensión de la vida en clave inmanente

Juan Pablo II en su discurso a la UNESCO3 de 1980 planteaba sobre la cultura moderna


si ésta se basaba en el ser o en el tener, en cual es el fundamento antropológico de
la cultura. El hombre de hoy debe hacerse esa pregunta y responderla honestamente. El
papa Francisco afirma4 que el paradigma tecnocrático dominante ahoga cualquier otro

1 V.R. POTTER, Bioethics: Bridge to the Future. Prentice Hall. New Jersey 1971
2 G. TOMÁS, Cuestiones actuales de bioética, Eunsa, Pamplona 2006, 13-14.
3 PAPA JUAN PABLO II , Discurso a la UNESCO, 2 Junio 1980
4 PAPA FRANCISCO, Laudato Si, 101-136
tipo de planteamiento dificultando el debate bioético, pero en realidad, no elimina su
legitimidad sino que hace más urgente ese debate.

La posición de los papas se alinea en realidad la de Potter ponía en valor la necesidad de


poner en relación el conocimiento científico-biológico con el sistema de valores humanos, de
manera que las capacidades tecnológicas, cada vez mayores debido al vertiginoso progreso
científico tuvieran en consideración al sujeto sobre el que recaen. Potter da importancia a la
búsqueda de un futuro lo más habitable posible para la humanidad: “para conseguir el control
de la fertilidad humana, la protección de la dignidad humana y la preservación del
medioambiente. Éstos son los requisitos mínimos para poder hablar de supervivencia
aceptable contrapuesta a la supervivencia miserable”.5

El Magisterio de la Iglesia es contundente, sobre todo desde Pablo VI, y básicamente


incide en la pérdida de las referencias a la verdad en aras de una determinada concepción
de la libertad del hombre:

Cada vez que la libertad, queriendo emanciparse de cualquier tradición y autoridad,


se cierra a las evidencias primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de
la vida personal y social, la persona acaba por asumir como única e indiscutible
referencia para sus propias decisiones no ya la verdad sobre el bien o el mal, sino sólo
su opinión subjetiva y mudable o, incluso, su interés egoísta y su capricho.
(Evangelium vitae 19).

En las sociedades occidentales se ha modificado el paradigma de la relación médico-paciente


que aparecía en la ética médica clásica (Informe Belmont) y se ha pasado del principio
de beneficencia y del de ausencia de maleficencia, al de autonomía del paciente,
reconociendo su soberanía en la toma de decisiones clínicas que le afecten directamente.
Este cambio de paradigma puede entrar en colisión con determinados aspectos bioéticos
tales como el uso de métodos claramente en contra de la dignidad humana de los
pacientes, o aspectos relativos a la objeción de conciencia de los profesionales de la salud,

5
V. R., Potter, Ibid
como en los temas de anticoncepción y aborto. Se debate actualmente y desde hace tiempo
acerca de los aspectos que sostienen una u otra actitud insistiendo en los temas de
anticoncepción y referidos al aborto inducido y al acceso y empleo de métodos
anticonceptivos por los adolescentes, reconocidos como “menores maduros” en cuestiones
de sexualidad.

En el ámbito médico, en el que aparecen muchas de las cuestiones relativas a la


bioética, la perspectiva autonomista conduce a perder de vista la relación interpersonal
basada en el encuentro entre dos personas, donde el fin de toda acción ha de ser siempre
el bien de ambas. Más allá de la deriva de los principios de la ética médica actual, lo más
importante en estos tiempos es el abandono de la perspectiva propiamente ético-moral por
su substitución por una mentalidad técnica, que deja sin referentes morales la acción. El
acto médico es un conjunto de procedimientos sin encaje en un esquema moral.

Al contrario que la perspectiva autonomista, en la perspectiva personalista la acción


médica no es mero juicio ponderado de las consecuencias de la acción a medir a partir
de los beneficios y perjuicios que se causan en el enfermo, sino una relación de ayuda técnica
en vista de un fin moral por sí mismo. En esta perspectiva el acto médico es una acción
interpersonal donde la moral supera a todo conocimiento y a toda técnica 6.

El Magisterio de la Iglesia nos dice que la “vida” no existe con independencia del viviente:
Vivir no es algo que le adviene a la persona, sino que en ella: ser y vivir son una misma cosa.
Al hablar de “vida personal” es preciso tener en cuenta la diferencia cualitativa que existe con
respecto a la vida estrictamente animal o vegetal. Se debería recuperar la comprensión de
la vida desde la lógica del don:

“Al hombre se le ha dado una altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo
íntimo que lo une a su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios. […]
La vida que Dios ofrece al hombre es un don con el que Dios comparte algo de sí
mismo con la criatura” (EV 34).

6
J.J. PEREZ-SOBA, Acto médico. En: Simón Vázquez C. Ed. Diccionario de Bioética. Burgos. España. Editorial Monte
Carmelo. 2006
Claro que si se habla de Dios, este planteamiento será considerado automáticamente
como extremista y dogmático. En todo caso lo que subyace en este planteamiento es
que no hay posibilidad de que exista un don sin un donante y un receptor del mismo deforma
que la dinámica del don implica que “algo es dado por alguien a algún otro”. Por tanto, no es
posible comprender el don en su totalidad si se prescinde del vínculo que en la donación se
establece entre donante y receptor del don. Por eso, el valor de la vida no se encuentra
simplemente en el don de la vida en sí mismo, sino que incluye también su origen (la razón
por la que se nos ha dado, que es por amor) y su fin (la intención con la que se nos dona,
que es la comunión con el donante). No hay verdadero don fuera de una relación
interpersonal.

Una actitud realmente humana implica la construcción de acciones que conduzcan a la


plenitud de dicho don en una comunión de personas. Esto es muy importante pues el don
de la vida es fuente de sentido para la propia vida y abre un camino que explica porqué la
persona se realiza más plenamente en la entrega de la vida, en el don de sí mismo, que en
otras opciones de las que hay en las sociedades actuales.

No obstante el planteamiento bioético dista mucho de ser homogéneo y se caracteriza


por la pluralidad de las fundamentaciones. La pluralidad de las fundamentaciones da lugar
también a conflictos en las tomas de posición sobre los temas concretos, pues está plagado
de planteamientos políticos e ideológicos.. De hecho, lleva a caer en un relativismo en
relación con la identidad de la bioética. La clave está en reconocer la solidez de una
fundamentación que tenga en cuenta la antropología adecuada según la verdad sobre el bien
de la persona, así como la dimensión moral de su actuar. Este es criterio para evaluar la
bioética en su aplicación.
La anticoncepción

En Mayo de 1960 aparece comercialmente el anticonceptivo oral. El mensaje que aparece


es que es la revolución que iguala la mujer al hombre, en el contexto de una especie
de lucha de clases convertida en lucha del 50% de las personas contra el otro 50%.

¿Cuál es la situación actual de la contracepción en España? La Sociedad Española de


Contracepción hace estudios sistemáticos, y el último de ellos7 se puede resumir de esta
manera:

• La edad de inicio de relaciones sexuales entre los jóvenes está en los 16,37 años
como media, tres años antes que la edad en la que lo hicieron la generación de sus
madres.
• La oferta de métodos de larga duración (DIU, Implante) en el momento del
asesoramiento anticonceptivo es todavía baja (54,2% de las encuestadas).
• Todavía el 30,7 % de las mujeres usuarias de anticoncepción hormonal combinada
(píldora, anillo vaginal, parche cutáneo) realizan algún tipo de descansos periódicos,
incrementándose el riesgo de embarazo no programado.
• El uso de la anticoncepción de urgencia (píldora del día de después), es una práctica
anticonceptiva a la que han acudido hasta el 30 % de las encuestadas en algún
momento.
• El preservativo es el método anticonceptivo utilizado actualmente por mayor número
de mujeres en edad fértil (29,6 %), siendo su uso mayoritario en todas las franjas de
edad.
• Los métodos hormonales ocupan el segundo lugar, destacando entre ellos el uso de
la píldora (17,3%)
• El uso inconsistente e incorrecto del preservativo (mal cumplimiento) incrementa el
riesgo de embarazo no programado entre las parejas que optan por este método
anticonceptivo.

7
http://sec.es/presentada-la-encuesta-nacional-2018-sobre-la-anticoncepcion-en-espana/
Llama la atención el uso de anticonceptivos que el informe llama eufemísticamente “de
urgencia”, y que en realidad, son de alguna forma abortivos. Es constante en los medios
sociales el uso de un lenguaje neutralizado para referirse a conceptos que si se denominan
correctamente generan debate. El estudio da relevancia a la seguridad para la salud
delos métodos de larga duración (DIU, etc) respecto de otros como los hormonales, que
aconsejan periodos de descanso. En resultado consolidado, el 72,1% de las mujeres
españolas en edad fértil utiliza actualmente algún método anticonceptivo; por el contrario, el
27,8% no utiliza ninguno.

La anticoncepción se considera actualmente una actividad médica lícita dentro de la llamada


salud reproductiva o una acción de la medicina preventiva. Anticoncepción es la acción y
efecto de impedir la concepción, es decir , evitar el proceso por el cual dos gametos de
seres humanos de diferente sexo (espermatozoide y óvulo) se unen, combinan su
información genética y dan origen a un nuevo ser humano. Su fin es la transmisión de la vida
humana. El hombre, desde el punto biológico, por encima de cualquiera otra especie incluso
mamífera, hace muchos siglos que trata de separar intencionadamente el ejercicio de la
sexualidad del de la procreación entendiendo algunos éste como un derecho individual.

El modelo reproductivo, que en cierta manera incluía un modelo anticonceptivo natural


basado en largos periodos de lactancia, ha cambiado lentamente como resultado del
desarrollo socioeconómico y tecnológico. La influencia inhibitoria de la lactancia en la
fertilidad se ha hecho menor, haciendo mayor el interés de regular la fertilidad. Así mismo,
tiene una gran influencia en la anticoncepción la disminución de la edad de actividad
sexual que hace un porcentaje altísimo de adolescentes mantengan relaciones sexuales
con consecuencias individuales y sociales importantes. En todo caso, dentro de esquemas
éticos proporcionalistas (que intentan juzgar la moralidad de las acciones de acuerdo con el
mal menor en las presuntas consecuencias), o utilitaristas (que establecen que la mejor
acción es la que produce la mayor utilidad para el mayor número de individuos involucrados,
maximizando la utilidad), cualquier método anticonceptivo aparece como una conquista
de los derechos del individuo, mas concretamente de las mujeres, ya que hablamos de
uno de los objetivos básicos del feminismo.
En muchos entornos médicos, sociales y políticos se invoca incluso el principio de
beneficencia, que surge del Informe Belmont8 , para justificar al anticoncepción por ser
beneficioso para el bienestar de las personas.

Modelos de fundamentación en la anticoncepción

Es muy posible que el modelo de fundamentación que mas influye en los planteamientos
sobre la a anticoncepción en la sociedad sea el principialismo. La concepción de la Bioética
desde esta perspectivas es la de la resolución de conflictos sociales, cuyo objetivo suplanta
categoría ética del bien en si mismo por el decisionismo, que afecta sólo superficialmente a
la acción humana y a su contenido moral, y se interesa en realidad por el cálculo utilitarista
de sus resultados. Este planteamiento principialista no fundamenta una respuesta sobre el
bien, sino que busca normas que permitan convivir en una sociedad pluralista con personas
que no piensan lo mismo, y además evitar el sumo mal, todo lo cual es muy lícito y loable,
pero no puede dar más razones sobre el auténtico bien del hombre9.

En esta fundamentación se trata de dar unas indicaciones prescriptivas para los


comportamientos lícitos e ilícitos en las situaciones problemáticas concretas, elaborando un
conjunto de paradigmas para la solución de casos límites surgidos en la práctica de la
biomedicina y no sería necesaria una fundamentación estrictamente ética, es decir, una
justificación última de los valores y principios morales, pues los principios constituirían sólo
un soporte teórico a la acción, modificables en función de las circunstancias10.

8
Informe Belmont. Principios y Guías éticas para la protección de los sujetos humanos de investigación. (18-abril-1979)
9
TOMÁS, Cuestiones actuales de bioética, 22. Cf. J.J. PÉREZ-SOBA, “Bioética de los principios”, en: Cuadernos de
Bioética 19 (2008) 43-55
10
T.L. BEAUCHAMP , J. CHILDRESS, Principles of Biomedical Ethics, 1979
La clave sería tener un lenguaje común, o un mínimo común, prescindiendo de la referencia
a las diferentes éticas o morales, que otorgara indicaciones concretas a los trabajadores
sanitarios y a cuantos deben tomar decisiones en estos ámbitos.

Los “principios” sobre los que se construye, en el ámbito de la anticoncepción, son los
siguientes:

• Autonomía. Basado en el respeto a las opciones personales, las preferencias y la libertad


de elección del sujeto. El sujeto debe tener acceso a los métodos anticonceptivos si
considera que es un bien para él. Si añadimos connotaciones como la prevención de
enfermedades de transmisión sexual o embarazos en adolescentes, se refuerza este y
el resto de principios.

• Beneficencia y no maleficencia: Comporta, por una parte, el empeño médico en la


prevención y eliminación del dolor y la enfermedad, así como en la promoción del bien del
paciente, y esto es lo realmente curioso, porque se agrega el concepto de “bienestar” a
esta promoción del bien. Se considera que liberar la vida sexual de efecto s colaterales
redunda en un aumento del bien estar de las personas. La beneficencia se entiende en
función de la “calidad de vida”, y no en relación con el bien de la persona que deriva de la
sacralidad y dignidad de su vida.

• Justicia. Requiere un igual reparto de los beneficios y de las cargas para evitar toda
discriminación e injusticia en las políticas y en las intervenciones sanitarias. Pone de
manifiesto la dimensión social de las acciones individuales, la equidad que debe presidir la
distribución de los beneficios y desventajas provenientes de una acción individual y la
igualdad de oportunidades en el acceso a los bienes. El uso de anticonceptivos se convierte
en la punta de lanza de la igualdad social de los individuos, especialmente las mujeres.
Se extrae el debate del ámbito ético y se pasa al ámbito político-social.

El principialismo bioético busca establecer unos principios en los que fundar los actos o las
recomendaciones o prescripciones que da el médico, pero se ampara en pilares no éticos
en muchos de los casos y , además se demuestra fallido en la mayoría de las situaciones
de conflicto, que se supone que son su objetivo. Es una ética adaptativa: “si no le valen
estos principios le busco otros”, para fraseando a Groucho Marx: el comportamiento
dependerá de las consecuencias que se prevean en ese momento, cayendo en el
“consecuencialismo” y en el “intuicionismo”.

En el caso de tener que elegir entre los tres principios, el de autonomía suele estar en primer
lugar, pero en la anticoncepción son los otros dos principios los mas relevantes. Es una
ética de la situación, aislada de cualquier concepción integral de la persona, que acaba
derivando en una casuística alrededor de las indicaciones
médicas, las preferencias del paciente, la calidad de vida y el contexto inmediato, sin un
criterio superior y metafísico como verdad universal y, por tanto, el bien viene determinado
por la utilidad. Se trata de una concepción de la vida pero se antoja extremadamente
pobre .

Este “consecuencialismo” empieza a hacer aguas, cuando surgen situaciones de conflicto:


el comportamiento dependerá de las consecuencias que se prevean en ese momento. Esto
es un utilitarismo típico del ámbito anglosajón al que se añade un fundamento hedonista
propio de la cultura postmoderna, y un relativismo que acaba por desmontar el armazón
moral de la persona.

Un adolescente que se mueva en este mecanismo “principialista” empezará por aceptar el


consejo del médico de tomar la píldora (anticonceptivo hormonal), si falla, tomará la píldora
del “día después”, abortará si se queda embarazada y, privada ya de un soporte moral,
si alguna vez tiene depresión por haber abortado acabará planteándose la eutanasia como
la joven de 17 años que en estos días de junio de 2019 ha pedido, y se le ha concedido,
la eutanasia por no poder superar la depresión y el sufrimiento psíquico por un terrible
hecho de violación en su niñez11. Surge la pregunta de si un esquema principialista da
una solución aceptable desde el punto de vista humano (en sentido profundo) a
situaciones límite, o simplemente, ofrecerá atajos para salir del paso, caiga quien caiga.

11
https://elpais.com/sociedad/2019/06/04/actualidad/1559672340_968899.html
Se construye una ética pública que debe resolver los posibles conflictos de un modo
procedimental, pero que falla en las situaciones importantes. Trivializa las opciones del
día a día, como tomar la píldora, y deja como un erial la capacidad de respuesta ante
situaciones duras, que se tratan como triviales, por no hablar de las consecuencias de
todas esas acciones del día a día, presuntamente inofensivas, en el futuro de la persona.
El logro de la píldora hormonal como derecho individual queda ahora empañado por el
hecho de que tiene efectos colaterales y una influencia comprobada en la incidencia del
cáncer de mama.

Una respuesta para salir del paso, típica del principialismo, deja inerme a la persona de
las consecuencias posteriores, de manera que para controlar una consecuencia a corto
plazo, como facilitar las relaciones sexuales de una pareja, se comprometen bienes
mucho mas valiosos como es la la salud a futuro de la persona.

En su afán por resolver problemas buscando las actuaciones más adecuadas, no hay lugar
para un fundamento moral firme, ni el sentido último de lo que se hace, donde se desvela el
valor moral de la vida, incluso el bien material de la persona. El principio de autonomía no
está centrado tanto en el respeto a la decisión libre y consciente de la persona, sino a que la
decisión en sí sea autónoma, tomada al margen de cualquier vínculo con la dimensión
personal del hombre frente al emotivismo y el empirismo. Se trata de una ética descarnada,
sin sujeto, que centra toda la deliberación en datos exteriores a la persona.

Aqui en España se da un principialismo moderado que plantea la existencia de dos niveles


éticos, uno de fundamentos (proto-moral) y otro del comportamiento (forma de
moralidad o sistema de referencia). Propone jerarquizar los principios clásicos de la bioética,
dando primacía los de no-maleficencia y justicia sobre los de beneficencia y autonomía.
Estos son los que más se utilizan en al ámbito de la anticoncepción, de forma que son
ampliamente aceptados sin respuesta mínimamente crítica, pues enganchan con el
emotivismo que define a la mayor parte de las personas.
Frente a este principialismo “suavizado” se debe proponer una bioética personalista
ontológicamente fundada. Se trataría más bien de afrontar el actuar en el ámbito de la vida a
partir de la ética, que se fundamenta en la verdad sobre el bien de la persona.

El planteamieno personalista, supone un tipo de reflexión en la que sin suprimir las


normas, se va mucho más allá; supone no tanto el cumplimiento de una norma, sino
una congruencia de vida, que no desatiende el elemento esencial de la ética, tal como
se plantea en la tradición aristotélica, es decir, la felicidad, el bien.[…] Mientras que la
Bioética principlista se basa en una ética de la tercera persona, la Bioética personalista
responde a una ética de la primera persona por lo que conlleva el dinamismo moral de
la conducta, en la que el comportamiento es una continua concreción de una imagen
del bien humano12.

Frente a esta bioética principialista que podemos considerar dulcificada, tan útil para los
que defienden la anticoncepción , en base a separar el carácter reproductivo de las
acciones y el carácter unitivo, debe plantearse una bioética personalista que considere que
una naturaleza humana que es también una “naturaleza personal”, en un sentido no vaciado
de persona siguiendo los siguiente es principios:
‣ Respeto a la vida y defensa de la vida física de todo individuo humano, es decir,
entendiendo que el cuerpo no es una realidad impersonal. Si se manipula el cuerpo, se está
manipulando a la persona.

‣ Principio terapéutico o de la globalidad (totalidad), que solicita de los profesionales de la


salud salvaguardara la persona en su totalidad, exigiéndose una cierta proporción entre los
riesgos y los daños que comporta y los beneficios que procura. Dar acceso a medios
anticonceptivos puede generar efectos negativos colaterales. Toda actuación debe
considerar la totalidad de factores actuales y futuros que afectan a la persona.

12
TOMÁS, Cuestiones actuales de bioética, cit., 23.
‣ Libertad-responsabilidad, esto es, debe tenerse en cuenta que la vida es condición
indispensable para el ejercicio de la libertad, y por eso es erróneo pensar que la libertad está
por encima de la responsabilidad ante la vida misma. Uno es responsable de su propia
vida, e igual que se conciencia en no beber o no fumar, debe considerarse la
responsabilidad de no utilizar mecanismos artificiales con un potencial impacto en la
salud.

‣ Socialidad-subsidiaridad, que supere el criterio utilitarista de costo-beneficio en toda


prescripción o recomendación de un profesional de la salud y se centre en hacer de la
persona el centro y el fundamento de la realidad, y punto de referencia, el fin y no el medio.

Hay mas planteamientos contrapuestos al fundamento principialista imperante. Así por


ejemplo, a bioética de las virtudes, que se en la actualidad quiere integrase en un a
visión única con la bioética personalista. En este planteamiento se apela a la
“la tradición médica, al propio “ethos” de la profesión como fundamento de su modo de
pensar. […] con un intento de recuperar la virtud, frente al de la aplicación de principios y el
cumplimiento de deberes y normas”13.

Se trata de superar modelo moral basado en la obligación y el deber, como si lo importante


o fuera la obediencia a una serie de normas externos al sujeto. Igual que el principialismo,
esta es una
perspectiva de tercera persona, insuficiente, que no es capaz de integrar la objetividad de la
ley
con la realidad de los actos. ¿Por qué he de comportarme moralmente en el tema de los
anticonceptivos?. Es mas fácil seguir automáticamente las repuestas aceptadas
socialmente, pero hay cosas importantes que se obvian haciendo eso. La virtud permite
reaccionar según el bien en las acciones que construye. La virtud es una cualidad de la razón,
la voluntad y el afecto en cuanto se dirigen a una vida buena en oposición a lo que
corrientemente se entiende por “buena vida” en sentido hedonista.

13
L.M. PASTOR, “De la bioética de la virtud a la bioética personalista: ¿una integración posible?”: Cuadernos de
bioética 24 (2013) 52.
Además del principialismo dominante existen otras fundamentaciones que influyen en la
actualidad en la bioética, y en concreto en la trivialización del uso de anticonceptivos:
así por ejemplo el modelo casuístico o utilitarista, que se construyen sobre el peso
determinante de las circunstancias que rodean al sujeto. La moral cristiana considera
que las circunstancias no pueden estar por encima del objeto moral o el sujeto moral,
en el sentido que un objeto o sujeto moral que no son buenos, no pueden hacerse
buenos por las circunstancias. Tal vez se pueda decir que la moral cristiana es inflexible
pero está fundamentada filosóficamente, cosa que no ocurre con los modelos casuísticos
o utilitaristas. No obstante el modelo casuístico tiene una cierta parte positiva. En este
modelo, la deliberación juega un papel clave, y se articula en la relación entre hechos, valores
y deberes.

No es lo mismo que la ética de situación, porque el situacionismo o el principialismo que


hacen depender todo de las circunstancias; el modelo casuístico está relacionado más con
el juicio prudencial y la racionalidad práctica, amparado por el sentido de la responsabilidad.
En esta línea, alguna vez alguna parte de la Iglesia, ha tomado posiciones en la
anticoncepción cercanos a este planteamiento, indicando por ejemplo que no todos los
medios anticonceptivos deben tener la misma consideración ética: no es lo mismo el
preservativo en ciertas circunstancia que la píldora del día después (abortiva); o que la
paternidad responsable deba desligarse de las consideraciones bioéticas sobre los
anticonceptivos. En todo caso el Magisterio (Pablo VI, Francisco) solo han dispensado
el uso de anticonceptivos (no abortivos) en casos muy graves, y admitiendo
ordinariamente solo el uso de anticonceptivos basados en la observación de la fertilidad
de la mujer, una doctrina que parte de la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI:

“Efectivamente, el acto conyugal, por su íntima estructura, mientras une profundamente a


los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según las leyes inscritas
en el ser mismo del hombre y de la mujer. Salvaguardando ambos aspectos esenciales,
unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y
verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad.” 14

14
HV 12
El Magisterio establece que cuando el acto unitivo de la relación conyugal se limita por el
uso ilícito de métodos temporales o definitivos de contracepción rompe con su fin, atenta
contra el amor esponsal, cambia el sentido de paternidad responsable y lleva a los cónyuges
a la pretensión de decidir los caminos a seguir en cuanto a la procreación, error que surge
una profunda incomprensión de lo que es la libertad y la autonomía humana. La Iglesia no
pretende que los esposos tengan tantos hijos como la naturaleza les permita en su vida
fecunda, pues esto es contrario a la Paternidad Responsable, pero si expone que es ilícito
hacer uso de cualquier método que rompa la unidad y el sentido procreativo del amor
conyugal.

Pero la HV no fue fácil: el papa Pablo VI pidió a los pastores que participaban en el I Sínodo
de los Obispos, reunidos entre septiembre y octubre de 1967, su opinión sobre los métodos
anticonceptivos. De 200, contestaron 26: 19 a favor de una apertura, y 7–entre ellos el
arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla– en contra. El papa Francisco ha alabado
frecuentemente ‘Humanae vitae’ y ha dicho del beato Pablo VI que fue un buen pastor,
valiente, profético y. Ha acogido la encíclica de su predecesor y ha profundizado en ella,
redescubriéndola para la vida de la Iglesia, actualizándola y volviéndola a proponer con luces
nuevas. En el Magisterio no existe una ruptura, sino una continuidad. Hay una conexión
profunda entre ‘Gaudium et spes’, ‘Humanae vitae’, ‘Familiaris consortio’, ‘Caritas in veritate’,
‘Lumen Fidei’ y ‘Amoris laetitia’, cada cual con sus acentos, con sus luces propias, con sus
aportaciones originales, pero en una admirable continuidad a partir de los elementos
fundamentales de una doctrina que ha sido estable y constante. Pero la HV no es un
magisterio infalible y hay quien ha visto una cierta evolución en la HV respecto de la
anticoncepción.

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