Sie sind auf Seite 1von 12

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE ODONTOLOGIA

HISTORIA SOCIAL DE LA ODONTOLOGIA

¿POR QUÉ LA HISTORIA?

Tomado de: Temas Claves, Colección Salvat

Nº 13.

Porque la Historia? 1981

Caracas, Junio 1998


1. A QUE LLAMAMOS HISTORIA

La palabra historia evoca en muchas mentes las horas agridulces de la infancia


en las que era imprescindible aprenderse de memoria la lista., tan larga corno
incomprensible, de los reyes godos o el relato escueto de las guerras púnicos, cuyos
personajes ro nos decían nada y cuya significación quedaba fuera de nuestro
alcance.

Andando el tiempo se va uno haciendo a la idea de que la famosa historia,


enojoso ejercicio memorístico, es una acumulación de datos que no nos va a servir
para nada y que, en el fondo, no nos importa. No es raro que en medios escolares y
familiares se rinda pleitesía al mundo de las técnicas y del saber físico-matemático
en que vivirnos, y se deje ver al adolescente que eso de la historia es una asignatura
aburrida que es preciso aprobar; ni más ni menos.

A veces el joven cree saber que la historia es algo más que eso, que incluso
puede ser algo "distraído", para pasar el rato; tal vez ha leído en revistas o visto en
la televisión relatos de las intrigas cortesanas de hace tres siglos, o los amores
secretos de algún estadista, o bien la horrible matanza a que se entregan cristianos y
musulmanes en cualquier momento o lugar, ya sea Calatañazor, Poitiers o Lepanto.
Hay también un terreno fronterizo, el de la historia "novelada", en que el relato
fragmentario de hechos del pasado se engarza en creaciones de fantasía. Al fin y a.
la postre, el joven, que va encontrarse todo en el nombre de "historia", acabará
preguntándose: "Pero..... si esto es la historia, Para qué sirve?".

Nada más legítimo que ese planteamiento, porque durante mucho tiempo se ha
entendido que la historia era el simple relato de los hechos del pasado. Pero, poco a
poco, fue posible darse cuenta de que los hechos se referían a la vida del hombre en
sociedad; que unos parecían más importantes que otros; y se pensó que no era
producto del azar, que tenia una causa. Y así empezó el hombre a interrogarse por el
pasado.

La historia empezaba a considerarse como uno memoria colectiva. Pero esto no


estaba exento de peligros. Durante mucho, tiempo unas minorías dominantes
confundirían su propio pasado con el toda una colectividad. Ese fue el largo período
de una historia de reyes, batallas y tratadas diplomáticos. Sí, por ejemplo, en el siglo
XIX Michelet (1798 - 1874), tiene ya la intuición de. que la verdadera historie
consiste en recuperar el pasado de todo un pueblo, la historia oficial, académica y
docente, seguirá largo tiempo instalada en sus "acontecimientos". Durante muero:
tiempo, la historia fue relato literario y luego relato erudito, y en ambos casos nunca
pudo ser plenamente inocente, la recuperación del pasado fue, durante bastante
tiempo, una “justificación" del mismo.

La memoria individual de cada hombre es un resultado de su experiencia vivida


día tras día, es, también, una selección de ella., sin la cual nadie podría afrontar los
trabajos ni establecer las relaciones o señalar, en suma, los problemas de su
existencia.

Pero la memoria histórica tardo tiempo en ser la memoria colectiva de todo un


pueblo; solo cuando llega a serlo, cuando el pasado no es una simple acumulación
de recuerdos, sino un conocimiento de los hechos en sus conexiones, en su devenir.
es cuando puede decirse, en puridad, que se ha recuperado el pasado para mejor
conquistar el porvenir.

"Entonces la historia es mucho más que un simple pasatiempo o una evasión; la


historia significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra vida actual,
saber de dónde venimos, quienes somos y aumentar las probabilidades de saber a
dónde vamos.

2. HISTORIA DE LA HISTORIA
Hace más de dos mil años, en la Grecia clásica, hubo quien vid que la historia
podía ser más que un relato. Tucidides dijo que, para ver claro en los
acontecimientos pasados y en los venideros, se observarán sus similitudes y
analogías, y entonces su conocimiento sería de utilidad. En su tiempo (Siglo V A.C.),
Herodoto, que historió las guerras médicas, no pasó del relato, y creía que los dioses
tenían en sus manos el curso de la historia. Pero, tres siglos más tarde Polibio,
escribe después de que Grecia ha sido conquistada por los romanos, quiere "contar
los hechos según la verdad"; empeño tan loable como difícil, y que, sin medios de
ningún género (sin archivos ni repertorios, ni bibliotecas especializadas, ni técnicas
de transmisión), quedará durante siglos en el capítulo de los buenos deseos. Si
Polibio tuvo ya la idea de los grandes siglos históricos, nada avanzó esta rama del
saber durante la hegemonía romana, y la famosa Guerra de las Galias escrita por
Julio César no pasa de ser unas memorias que, por añadiduras, no siempre se
ajustan a la verdad de los hechos acaecidos.
La larga noche del lento desmoronamiento de la Antigüedad, del tortear de
los hombres para reorganizar el cultivo de los campos y el poder de los caballeros
croo la transmisión cultural se refugia en los monasterios, no permite sine es...e-efes
anotaciones de lo que se creen hechos relevantes, los Anales, o vidas mas o menos
ejemplares de quienes representan los aparatos ideológicos y coactivos de aquel
primitivo tejido social: guerreros y prelados.

Entre lo anécdota y el acontecimiento "oficial" transcurrirán las crónicas de la


edad asecha, cuya difusión será mayor cuando se escriban en lenguas romances.
Ciertamente, habrá algún genio aislado de la historia, como el árabe Ibn Jaldun
(muerto en el Cairo en 1406), verdadero antecesor de la historia sociológica. Pero el
mundo continuará sumido en el oscuro relato de glorias y anécdotas. En otra
ocasión henos hablado de "la violación de la historia" a manos de quienes la
deforman y porten a su servicio. Pues bien, cuando llega la edad moderna y se van
formando los nuevos Estados. *6 historia se convierte - lo reconoció así un maestro
como Georges LefeBvre (1874 - 1959) - en un sencillo instrumento de propaganda".
Y fue. así corno espíritus tan innovadores corno Descartes (1596 - 1650) le dieron de
lado: era asunto solo bueno para políticos y guerreros.

Tuvo que llegar Voltaire (1694 - 1778) para que la historia rompiese con el
relato: con su obra El siglo de Luis XIV se do un primer paso para sustituir el relato
por la explicación de tos hechos. Une centuria después el ya citado Michelet
introduce, por primera vez, al pueblo como protagonista de la historia. Pero al
mismo tiempo son los alemanes, y muy especialmente Leopold Von Ranke (1795 -
1886), quienes aportan el rigor erudito y el conocimiento crítico de las fuentes de la
historia.

Que la erudición, aunque indispensable, no lleva por si sola demasiado lejos y


que el estudio de los hecho aislados y su comprobación no pueden sustituir la
explicación quedó comprobado con el estancamiento que supuso para la historia la
larga época del positivismo *. Eran también los tiempos en que. se decía que la
historia estudiaba los hechos individuales, que no se repetían, lo que implícitamente
suponían negarle su condición de ciencia. Fue en Francia donde, al crear en 1929 la
revista Annale d'historie * economique et sociales, los historiadores Marc Bloch
(1886 -1994) y Lucien Febvre (1878 – 1956) dieron un giro Copérnico a la
metodología e investigación históricas y asestaron un serio golpe a la historia
episódica. A partir de entonces se trata de comprender y explicar el pasado de cada

* Positivismo : corriente Historiográfico, particularmente importante a fines del siglo XIX y


comienzos del XX, que se considero los hechos históricos en sí mismos, con ausencia de toda base
de partido teórica y de todo intento d explicación de orden teórico y de conjunto.
pueblo en todas sus dimensiones. Y ya antes, Francois Simiand se había adelantado
a demostrar, en 1903, que en la historia se producen unas constantes, hechos que
Se repiten, por lo general de naturaleza social. Simiand (1873 - 1935), que aporto a
la historia una experiencia sociológica, incorporarla más tarde la idea de los ciclos
economices, que en realidad estaba ya implícita en la obra de Marx (1818 - 1883), a
quien el mundo académico cerró durante lar0 tiempo las puertas del recinto
universitario. Pero con todo eso y con muchas más aportaciones se fue llegando a la
presencia de la historia.

3. ¿CÓMO LA HISTORIA HA LLEGADO A SER UNA CIENCIA?

Llegó un momento, ya en nuestro siglo, en que el providencialismo (la


Providencia guiando la marcha del mundo como a Moisés por el desierto) u otras
formas de relato causal y lineal -el optimismo ingenuo de que la historia es una
marcha ininterrumpida hacia el progreso, etc.- no pudieron resistir al espíritu crítico
y a la racionalización de la disciplina. Y la erudición por si sola tampoco bastaba; "de
los archivos se saca un nombre, un lugar y uno fecha", decía Lucien Frbvre,
añadiendo que eso era insuficiente. "Los archivos -decía- son como graneros de
hechos; hay que saber trabajar con ellos para lograr un conocimiento científico”.
Qué significa esto? Que la historia como toda ciencia en formación, se encontró con
un montón de materia prima con la que tenía que trabajar: documentos -de archivos
o no-, testimonios, prensa, objetos de arte o útiles de labranza. Sistematizándolos,
clasificándolos, comparándolos fue tomando cuerpo la recomposición del pasado.
Pero se trataba de saber no sólo como ocurrió aquello, sino por qué ocurrió. De la
materia prima salió la historia como objeto concreto. Partiendo de esa realidad, el
historiador ha ido creando el objeto teórico de la historia, el que comprende el
aparato conceptual y las categorías del pensar histórico, las relaciones entre ellas.
De ese entramado teórico surge una metodología unos principios rigurosos que hay
que aplicar para comprobar la veracidad o la inexactitud de las hipótesis que se
hacen; y de la metodología; surgen las reglas concretas de las técnicas de trabajo del
historiador, que se aplican al manejo de aquella materia prima.

Cuando todos esos supuestos se producen, estamos ya en presencia de sima


actividad científica. Contrariamente a una creencia muy extendida, la ciencia no
descubre necesariamente las llamadas "leyes" (la ley de gravitación universal, las
leyes de la herencia biológica" etc.); cuando se trata de ciencias humanas y sociales,
puede descubrir regularidades, conexiones y reciprocidades propiedades entre
hechos sociales que se dan con regularidad o responden a cierto tipo de entornas.
En verdad, lo imperativo que tiene la ley es propio del concepto jurídico que está en
el origen de esa palabra; pero las llamadas leyes "naturales' no son sino constantes;
con la mayor razón, si se trata de conocer hechos sociales. Si en el devenir de la
sociedad humana a través de los tiempos se dan hechos constantes o analogías, su
conocimiento entonces es una ciencia, con sus conceptos y sus métodos. Tal vez no
sea una ciencia de certezas absolutas, pero sí de grandes probabilidades; como
tantas otras ciencias que se han ido construyendo-poco a poco, recorriendo un
camino de transición que va de lo 'ideológico" a lo científico (con elementos
residuales o representaciones ideológicas de bases precientíficas). No siempre es
fácil separar la ganga de la mena, el grano de la paja, pero el objetivo de la historia
como ciencia es hoy una de las grandes esperanzas del género humano.

La ciencia de la historia, filmé indudable alcance de síntesis, necesita de otras


ciencias; la pluralidad disciplinar y los intercambios científicos, de que tanto se habla
en nuestro tiempo, son imprescindibles para el historiador. Hoy es casi un lugar
común la afirmación de que el historiador -el hombre que, reconstruye. Cómo ha
sido el pasado y por qué ha sido, cómo hemos llegado a ser quiénes somos y a estar
donde estamos- necesita conocer, en contenido y en métodos, desde luego, la
demografía, la economía, la sociología, la ciencia política, pero también un amplio
horizonte que va desde la geografía hasta la lingüística y la literatura, y que no
puede desempeñar las bases de la psicología. Y las técnicas de la investigación
histórica precisan hoy, así mismo, de un nivel mínimo de matemáticas y estadísticas,
sin olvidar las ya clásicas de paleografía (lectura de textos antiguos), arqueología,
etc. Trabajar en la historia es, en primer lugar, abrazar esta vasta gama de
conocimientos, y en segundo término, saber utilizarlos para poder comprender el
pasado.

4.- ASI SE ESCRIBE LA HISTORIA.

La tarea de la ciencia histórica, para la que tan dilatado arco de conocimientos y


métodos Se requiere, ¿serví ocas" algo distinto de aquella "historia' cuya evocación
dejaba escépticos a nuestros abuelos? Porque, para condensar en una frase la larga
distan la que media entre la realidad y el relato, lo vivo y lo pintado, la fragilidad de I
verdad a merced de cualquier subjetivismo, siempre se dijo aquello de: "así se
escribe la historia", expresión que condenaba implícitamente a cronistas y relatores
de hechos del pasado, sospechosos de incurrir en lo que el habla popular califica de
"arrimar el ascua a su sardina". Así por ejemplo, la invasión napoleónica pudo ser
vista con dos prismas diferentes según el país donde se describía y la derrota de
Dupont en Bailén (1808) estaba inscrita en fa lista de victorias en el parisiense Arco
del Triunfo. En el siglo XIX la falsificación de hechos históricos ha podido, a veces, ser
demostrada.

Por ejemplo, tuvieron que pasar 20 años para conocer los horrores del proceso
de "la Mano Negra en Andalucía«, presentada en 1883 por los aparatos de estado y
por los cronistas (muchos de buena fe, como el progresista Leopoldo Alas Clarín)
como una gigantesca sociedad de malhechores que hacían peligrar a la totalidad del
país.

Escribir la historia era tomar la pluma y ponerse a contar, con más o menos
estilo y fuerza persuasora. Hoy en día, decir "así se escribe la historia" se refiere a la
empresa, tan compleja como apasionante, a que se entrega el historiador.

En primer lugar, "escribir" la historia es el último acto de un largo proceso de


elaboración. Lo primero es escoger el objeto de la investigación histórica, un con
junto social más o menos grande situado en el espacio y en el tiempo. La España del
Cid o a las ciudades hanseáticas*, la ilustración en Francia o la revoluci3n mexicana.
La historia, en cierto tiempo, es materia pensable, que se puede racionalizar. Se
piensa, pues, el objeto partiendo del aparato conceptual y de las categorías que ya
poseemos (de los cuales todo historiador parte, incluso involuntariamente cuando
cree partir de cero). El historiador se plantea las grandes preguntas que le interesan;
¿cómo y de qué vivían aquellos hombres? Que les unía y que les separaba? Qué sentían
o pensaban de sí mismos?, y otras cosas más.

En resumen, se formula una hipótesis de trabajo, o una cadena de hipótesis. En


nuestros días hay historiadores que construyen verdaderos *modelo? -reducción formal
de la realidad objeto de estudio-, en los que se incluyen las estructuras del conjunto que
se proponen investigar, sus interrelaciones, sus variables, etc.

“Ciudades hanseáticas: •Hansa era una asociación o liga que reunía a gremios de
mercaderes diferentes ciudades. Liga Hanseática y ciudades hanseáticas por excelencia fueron
llamadas las de Alemania del Norte que dominaron el comercio en los mares del Norte y
Báltico en los siglos XIII al XV. Su origen fue "IG comunidad de mercaderes alemanes que
frecuentaban &afluid", fundada en Lubeck en 1161.
Pertrechado con tales instrumentos, el historiador se lanza a la busca y Captura
de la materia prima, de las fuentes: documentos, testimonios, objetos diversos (desde
piedras hasta monedas), reproducciones plásticas, fotografías y un largo etcétera. La
recolección de esas fuentes será larga y prolija; luego vendrá la crítica, que deberá
ejercerse con rigor, para no caer en trampa alguna. Y, una vez colectadas las fuentes y
hecho su repertorio, serán clasificadas conforme a un plan establecido y se pasará a su
'explotación"; el historiador interrogo a los fuentes utilizando ciertas técnicas (por
ejemplo, de un censo obtiene una clasificación socio-profesional, que tal vez tenga que
completar con documentos fiscales de Hacienda; o compara un resultado electoral con
la implantación y el número de afiliados de loe diversos partidos o de sindicatos afines
en lo circunscripción.

En cada investigación e historiador utiliza una serie de lo que se llaman unidades


de análisis; a través de ellas las fuentes van respondiendo a las cuestiones de la
hipótesis, para ver si se confirman o no las variables desconocidas que se habían
supuesto. Obtenidas las respuestas, se integran todas ellas en un esquema coherente: a
partir de ahí se escribe la historia, se llega crear el libro de historia. Este, desde luego,
tiene formas diferentes, según se trate de comunicar por vez primera tos resultados de
una investigación o de poner en conocimiento de un público más extenso de lectores,
los resultados ya comprobados. Como en toda ciencia, se da primero el nivel de
investigación; luego llega el de extensión o divulgación. Por decirlo con palabras de
Antonio Machado (1875 - 1939): 'No pretendamos que el vaso desborde antes de
llenarse". En resumen, en nuestro tiempo ya no se escribe, se construye la historia.

8.- LAS FUENTES, MATERIA PRIMA DEL HISTORIADOR

Ya lo hemos dicho: como toda obra de creación, la historia parte de una materia
prima, que el historiador trabaja con sus propias herramientas. Eso materia prima
suele llamarse fuentes. Podríamos definir como tales todo documento, testimonio o
simple objeto que, sin haber sufrido ninguna reelaboración, sirve para transmitir un
conocimiento total o pardal de hechos pasados. La definición es muy amplia, porque
el historiador puede y debe echar 'mano de cuanto represente un mensaje de otras
épocas.

Para no perderse en esa muchedumbre de fuentes, se impone una clasificación.


En realidad, es harto difícil sistematizar las fuentes por su diversidad; se resisten a
ser encasilladas. Y, además, el historiador necesita una clasificación práctica y
operativa.
Obvio es decir que mientras la prensa es una fuente importante para los dos
últimos siglos y la fotografía y filmografía para los últimos cien o ciento veinte olas,
las plásticas, los restos monumentales, las piedras, los pergaminos escritos, los
palimpsestos, etc., son las fuentes dominantes para otras épocas más remotas. El
"documento" en su sentido más amplio, la transmisión por el lenguaje escrito, es la
base de la historia. Cuando el hombre deja constancia escrita de sus actos, ya sea en
tablas, en papiros o en pergaminos, se puede decir que la historia es posible. Hoy en
día llamamos documento a algo más restringido: la comunicación escrita para dejar
constancia de un hecho.

El documento sigue siendo la fuente privilegiada; puede ser política, como el


diario de Sesiones de un Parlamento; o jurídico, como una colección legislativa, o
económico como el presupuesto del Estado. En los tres casos es un documento
público, pero puede ser privado, como el acta de un congreso de un partido o de un
sindicato, el informe económico de un banco, o un testamento de un contrato
matrimonial, etc. El documento cuantitativo por excelencia es el estadístico, que
también puede ser oficial, o tener origen bancario, sindical, etc. Esencialmente es el
documento en el que se encuentran y miden unidades y magnitudes de lo más
diverso. Los padrones y relaciones del siglo XV y XVI son ya estadística, pero ésta no
se desarrolla científicamente hasta el siglo XVIII; precisamente a mediados de ese
siglo se elaborará en Espuria el célebre catastro del marqués de la Ensenada. Los
censos de población, y más tarde los electorales y los sociales, etc., no solo son
fuentes cuantitativas del primer orden, sino que ayudan a desentrañar la
composición social de una formación dada. Hay además fuentes que, por naturaleza,
no son numéricas, pero que pueden ser convertidas en series cuantitativas; por
ejemplo, las listas de contribuyentes, las relaciones de grandes propietarios agrarios
o de diplomados universitarios.

La prensa requiere para su utilización un fuerte espíritu crítico y conocimiento de


historia de la prensa. Ello y unas técnicas de trabajo adecuadas permitirán
aprovechar cuantitativa y cualitativamente una fuente tan rica para la historia. Por
lo que se refiere a las memorias y diarios, es necesario analizarlos con gran rigor
crítico, cotejarlos con otras fuentes, apreciar si se escribieron con proximidad
temporal a los hechos, etc. La a correspondencia pierde su valor si ha sido
reelaborada.

En cuanto a los te> tos literarios, son fuentes de manera, fragmentaria por su
valor testimonial, o por la descripción de un ambiente. Así sucede cuando Sender
describe la derrota de Annual (1921) en su novela Imán; o Galdós, los fusilamientos
de los sargentos del cuartel de San Gil en sus Episodios; o con la novela El fuego de
Barbusse, testimonio fundamental de la guerra de trincheras en 1914 - 1918, o en
Les Rougon - Mocquart, en la que E. Zola reconstruye el ambiente de la burguesía
financiera francesa durante el Segundo Imperio. Siglos atrás el Poema del Cid es, al
mismo tiempo, un monumento literario y una fuente histórica, pese o sus
imperfecciones.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado en distinguir lo que es fuente de la
historia y lo que es bibliografía: el libro de historio de materia ya elaborada a partir
de fuentes, directas o indirectas: este último texto ya no es fuente, sino un libro de
historia.

9.- EN BUSCA DE LAS FUENTES

No resulta difícil imaginarse que la búsqueda y hallazgo de las fuentes no son


cosa baladí, requieren un tanteo previo y un esfuerzo perseverante. Muchos
documentos están ya recogidos y clasificados en los Archivos (nacionales,
provinciales, locales, etc.) , pero desgraciadamente no siempre sucede así; otros
están dispersos por distintas dependencias de la Administración o en manos de
personas privadas. Los documentos económicos se encuentran con frecuencia en
bancos y empresas; la prensa suela conservarse en las hemerotecas, pero algunas
colecciones son muy difíciles de encontrar. En cuanto a las otras fuentes, hay que
buscarlas en los más diversos sitios. En nuestros días, la fotocopia y el microfilm han
simplificado la tarea material de reproducir las fuentes una vez que ha sido hallada;
pero hay todavía lugares donde el historiador tiene que copiar los documentos a
mano, como 1.i4cían los monjes de la Alta Edad Media.

Las fuentes no lo dan todo hecho, sino que tienen que ser interrogadas, Cuando
se trata de tiempos muy alejados de nosotros, todo comienza por asegurarse de la
autenticidad de los documentos y de su verdadera fecha. El examen paleográfico y
lingüístico del texto, la identificación de las instituciones o acontecimientos a que
pueda referirse, son otras tantas pistas de identificación. Dicho de otro modo -como
recordaba Marc Bloch-: todo dato o documento que se encuentre hay que insertarlo
en una serie de cronológica y en un conjunto sincrónico; en una especie de "rejilla"
en la que, tomando puntos de referencia y de comparación., se, podrá tener una
idea de su autenticidad y su veracidad. Evidentemente, a medida que se trata de
siglos más cercanos a nosotros, el cotejo de distintas fuentes (documentos,
memorias, cartas, prensa, etc.) sobre un mismo asunto es altamente recomendable.
Así, pongamos por caso, es casi imprescindible utilizar dos o tres colecciones de
periódicos de opuesta significación política y algunos de tipo intermedio. Sin
embargo, el rigor crítico no puede detenerse ahí; por ejemplo, si se trata de
Memorias y testimonios hay que saber cuándo se han escrito o dicho, o con qué fin,
cuál era la mentalidad de su autor, el tiempo transcurrido desde que acaecieron los
hechos relatados, etc.

11.- ¿HISTORIA TOTAL O HISTORIA SECTORIALES?

Aproximarse a la historia, tanto para construirla como para conocerla, no es


ninguna bagatela; el modo de enfocarla es decisivo. ¿Seremos capaces de abarcar b
totalidad del quehacer humano, o nos contentaremos con seguir los senderos
estrechos de esta o aquella actividad -la política, el arte, la técnica, el derecho, )

Hubo un tiempo en que se pusieron de moda las historias especiales sectoriales.,


esa tendencia se ha renovado recientemente con la pretensión de crear unas bases
teóricas (por ejemplo, por aquellos que postulan la historia cuantitativa social,
porque no podrían entrar en una totalidad las distintas series heterogéneas;
resignados a lo que se llama "dispersión de la historia", se entregan a trabajos tan
aislados de la totalidad como la evolución del clima, la idea de la muerte en una
comarca hace tres siglos, la historia de unas técnicas cualesquiera, etc.).

Desgraciadamente, estudiar, pongamos por caso, la aplicación de la fuerza del


vapor a los telares mecánicos o a los trapiches azucareros en una estricta historia de la
técnica no tiene sentido si no se estudia, al mismo tiempo, el desarrollo de la
burguesía y de la clase obrera la evolución del mercado y de las comunicaciones, las
políticas libres cambistas o intervencionistas e, incluso, las relaciones internacionales.
La pintura de Rafael cobra todo su significado al conocer la sociedad romana e italiana
del Renacimiento. Las obras de Almirall o de Moraga no pueden comprenderse sin
conocer el desarrollo en todas las dimensiones de la Cataluña del siglo XIX. Ese tipo de
historias sectoriales no hacen sino confirmar la escisión del hombre como realidad
total en hombre "especializado' (En vida pública o privada; en profesional o padre de
familia, etc.), que mutila la personalidad humana. Por eso, al rescatar la memoria del
hombre hay que evitar esa escisión.

Una historia especial, escindida, que no tenga en cuenta su contexto, no es que


inútil; es perjudicial. Porque si la historia es, como decía Fuste! de Coulonges, "la
ciencia de las sociedades humanas en el pasado" y su objeto de conocimiento es un
conjunto estructuren la historia sectorial corre el riesgo de que se torne una parte por
el todo. Un historiador contemporáneo de la economía como Jean Bouvier ha dicho
que su disciplina tiene que estudiarse "de acuerdo con la historia total", añadiendo: la
historia es siempre humana y se puede concebir un esquema general en el que se
entrelazan la historia económica, la social, la política -y, por consiguiente,
"ideológica"-, los sistemas de ideas, las concepciones del mundo y el devenir de las
sociedades humanas que es total, y de las que se destacan ciertos aspectos por simple
prurito pedagógico; pero la historia no se expende en rebanadas aros que en los
libros". En verdad, que la historia como ese todo fue el gran paso adelante dado por
Luden Febvre y los Annales. Pero no se trata de acumular todos los hechos pasados en
un pie de igualdad, sino aquellos de los que la totalidad y los que dependen de ella. La
historia no es como una fotografía en la que todos los objetos tienen el mismo realce;
viene a ser como la obra de un pintor en la que hay objetos -clave, articulados con
otros y con un fondo. La antorcha y el brazo que la sostiene, y el caballo moribundo,
son básicos en el Guernica de Picasso -como el toro y el hombre de cada extremo-
para explicar una totalidad que bien podría descomponerse fotogi4ficamente. La
historia total necesita, como el cuadro, su boceto, su composición, sus líneas axiales,
sus primeros y segundos planos. No es una síntesis fabricarla, sino una explicación de
la totalidad a partir de datos concretos que definen la evolución de una sociedad en
política, en economía, en demografía, en literatura, en técnicas, en mentalidades...
Hay que articular los elementos dotándolos de un sentido en la totalidad. Un
economista, Colin Clerk, lo reconoció así en 1950: "la historia integrará los resultados
de las demás ciencias humanas especializadas".

Das könnte Ihnen auch gefallen