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¿PUEDE ENTRAR EL CONSUMIDOR POR LAS PUERTAS DE LA LEY?

Análisis de la efectividad de la acción jurisdiccional de protección al consumidor

Trabajo de Grado para acceder al título de:

Máster en Derecho, Gobierno y Gestión de la Justicia

Presentado por:

Juan Diego Mojica Restrepo

Universidad de los Andes.

Bogotá, mayo de 2019

1
“El campesino no había previsto semejantes

dificultades. Después de todo, la Ley debería ser

accesible a todos y en todo momento, piensa.”

Franz Kafka, Ante la Ley, 1915

RESUMEN:

El objetivo de la investigación es analizar la efectividad de la acción de protección al

consumidor, como mecanismo jurisdiccional previsto por el legislador para la resolución de

las controversias relativas a la vulneración de sus derechos como consumidores. Se

intentará responder a la inquietud de si, como fue regulada, la acción de protección al

consumidor cumple con su finalidad – hacer efectivos los derechos de los consumidores-,

partiendo del perfil de conflictividad prevalente en los conflictos de consumo.

El análisis formulará a partir de las dificultades que ponen en evidencia los datos

estadísticos sobre el trámite de la acción de protección al consumidor. Estos muestran que,

no obstante la existencia de un robusto cuerpo sustantivo para la protección de los

consumidores – Estatuto del Consumidor-, la materialización de dichas prerrogativas se

encuentra en entredicho debido a las complejidades que ofrece el mecanismo jurisdiccional

puesto a su disposición por el legislador, tanto así que entre 2018 y lo que va corrido de

2019 alrededor de 33.200 procesos de consumo no recibieron respuesta de fondo debido a

las complejidades del procedimiento. Se trata de una situación que se presenta a pesar de

los esfuerzos realizados por la Superintendencia de Industria y Comercio para facilitar

dicho trámite judicial. El trabajo termina con algunas recomendaciones al Legislador y a la

2
SIC para resolver, aunque sea parcialmente, este problema de acceso a la justicia del

consumidor de servicios y productos en Colombia.

PALABRAS CLAVES:

Derecho del consumo, derecho procesal, protección del consumidor, perfil de

conflictividad, tutela judicial efectiva, acción de protección al consumidor, solución de

conflictos, mecanismos alternativos de solución de conflictos, consumidor, carácter

poliédrico del derecho del consumo.

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................... 4
2. LA IMPORTANCIA DE LA EXISTENCIA DE MECANISMOS
JURISDICCIONALES EFECTIVOS PARA LA RECLAMACIÓN DE LOS DERECHOS
DE LOS CONSUMIDORES .................................................................................................. 7
3. EL CONSUMIDOR A LAS PUERTAS DE LA LEY .................................................. 11
4. LAS DIFICULTADES A LAS QUE SE ENFRENTA EL CONSUMIDOR PARA
ACCEDER A LOS MECANISMOS JURISDICCIONALES PREVISTOS PARA HACER
EFECTIVOS SUS DERECHOS .......................................................................................... 18
4.1. El costo como barrera de acceso a los mecanismos jurisdiccionales de protección al
consumidor............................................................................................................................ 27
4.2. La excesiva duración del trámite judicial como barrera de acceso a los mecanismos
jurisdiccionales de protección al consumidor. ...................................................................... 31
4.3. El carácter misterioso de la justicia como barrera de acceso a los mecanismos
jurisdiccionales de protección al consumidor. ...................................................................... 34
5. LAS VENTAJAS Y DIFICULTADES DE LA ACCIÓN DE PROTECCIÓN AL
CONSUMIDOR TRAMITADA ANTE LA SUPERINTENDENCIA DE INDUSTRIA Y
COMERCIO. ........................................................................................................................ 44
5.1. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor como un trámite cuyos costos
permiten ventilar controversias de escasa cuantía. ............................................................... 44
5.2. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor soluciona en un plazo
razonable la disputa entre el consumidor y el empresario. ................................................... 47

3
5.3. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor conserva buena parte de los
misterios y formalidades de los procesos civiles tradicionales............................................. 53
5.3.1. La cara amigable del proceso jurisdiccional de protección al consumidor. .............. 53
5.3.1.1. Flexibilización de las formalidades. ....................................................................... 54
5.3.1.2. Relativización del carácter dispositivo del proceso civil. ...................................... 59
5.3.1.3. Las relativas a la inadmisión de actuaciones que generen dificultades y dilaciones
innecesarias en la efectividad de los derechos de los consumidores .................................... 66
5.3.1.4. Las actuaciones para hacer efectivo el cumplimiento de las decisiones judiciales
de protección al consumidor ................................................................................................. 71
5.3.2. El lado oscuro del proceso jurisdiccional de protección al consumidor. ................... 72
5.3.2.1. Ritualismos provenientes del proceso civil tradicional. ......................................... 72
5.3.2.2. Cargas del consumidor derivadas del carácter dispositivo del proceso civil
tradicional. ............................................................................................................................ 75
5.3.2.3. La complejidad del lenguaje jurídico y el litigio en causa propia. ......................... 76
5.3.2.4. Dudas sobre la competencia de la SIC. .................................................................. 77
6. CONCLUSIONES ......................................................................................................... 79
7. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 82

1. INTRODUCCIÓN

A partir de un análisis normativo y estadístico, en el presente documento se pretende

poner en evidencia una problemática de política pública referida a la limitada efectividad de

los derechos de los consumidores debido a la ausencia de mecanismos idóneos para su

reclamación. Se mostrará la necesidad de reformular ciertos aspectos el procedimiento

judicial de la acción de protección al consumidor, en la medida en que su diseño actual no

responde al perfil de conflictividad que afecta al sujeto protegido por el derecho del

consumo.

El estudio se centrará en la acción de protección al consumidor que se tramita ante la

referida autoridad administrativa, en la medida en que la Delegatura para Asuntos

Jurisdiccionales de la SIC en tanto juez especializado y autoridad con competencia

4
nacional, conoce de la mayor parte de los conflictos que se suscitan entre el consumidor y

el empresario por la violación de las prerrogativas previstas en el Estatuto del Consumidor1.

A esos efectos, en primer lugar, se expondrá como el desarrollo de una disciplina

propia del derecho del consumo ha implicado, además de la creación de prerrogativas de

índole sustantivo, el reconocimiento de la necesidad de mecanismos de resolución de

conflicto que estén especialmente pensados para la resolución de este tipo de controversias.

Esa órbita procedimental del derecho del consumo, se ha justificado por la importancia que

tiene la efectividad de los derechos de los consumidores de cara al fortalecimiento de su

confianza en el mercado y la prevención de las prácticas comerciales desleales por parte de

los demás agentes del mercado.

Sobre la base de que ese aspecto adjetivo hace parte de la protección constitucional

del consumidor en Colombia, se presentará el panorama que ofrece actualmente la

protección de los derechos de los consumidores, con la finalidad de mostrar su importancia

y las dificultades por las que esta atraviesa en la actualidad. Posteriormente, se delineará el

perfil de los conflictos de consumo, para poner en evidencia sus características particulares,

como lo son los sujetos enfrentados, las pequeñas cuantías de las controversias y su carácter

habitual, entre otras.

Luego, haciendo uso de experiencias internacionales, particularmente el caso de la

Unión Europea, se intentará mostrar de qué forma se han aproximado en dichas latitudes al

análisis de la efectividad de los mecanismos previstos para la efectividad de los derechos de

1 Es muy diciente respecto de que la SIC es “el juez del consumo” en Colombia el hecho de que, como se mostró en una
investigación sobre el rol de esta entidad como autoridad jurisdiccional en dicha materia, se puso en evidencia que desde
2012 y hasta 2017 en los juzgados civiles de Barranquilla solo se habían tramitado 10 procesos de protección al
consumidor. Paul Gonzalez Segrera, “el rol de la Superintendencia de Industria y Comercio en la protección de los
consumidores como autoridad jurisdiccional: un análisis a su eficacia y efectividad material” (Trabajo de Grado para optar
al título de Magister en Derecho, Universidad del Norte, 2018), 12.

5
los consumidores, en los que se ha establecido que el costo, la duración del proceso y su

complejidad son los factores que mayor incidencia tienen en obstaculizar la materialización

de los derechos de la parte débil de la relación de consumo. También se hará un breve

acercamiento a las soluciones que se han propuesto respecto de las problemáticas que

ofrecen los procesos jurisdiccionales de protección al consumidor.

Sobre esa base, se mostrará cómo las dificultades para la materialización de los

derechos de los consumidores en Colombia se derivan, en una importante medida, de la

configuración legislativa de la acción de protección al consumidor, en tanto que el

legislador no consideró las características particulares de los conflictos de consumo a la

hora de regular dicho mecanismo jurisdiccional.

Con esa finalidad, se analizará el trámite jurisdiccional de protección al consumidor

que actualmente se surte ante la Superintendencia de Industria y Comercio en los casos en

que un consumidor persigue la efectividad de sus derechos. Con este examen se intentará

identificar cuál es el camino que debe seguir el consumidor cuando se presenta una

controversia respecto de sus derechos para, a partir de allí, analizar cuáles son las ventajas y

cuáles las complejidades que puede ofrecer dicho trámite, que determinan que el derecho

reclamado por el consumidor no se materialice.

Planteado lo anterior, se estudiará cuáles de las particularidades del proceso actual de

protección al consumidor son favorables para atender los conflictos que tienen los

contornos de aquellos que realmente se presentan entre consumidor y empresario, y cuáles

otras deben ser repensadas por constituir un obstáculo respecto de la protección que la

Constitución Política dispensa al sujeto débil de la relación de consumo.

6
2. LA IMPORTANCIA DE LA EXISTENCIA DE MECANISMOS

JURISDICCIONALES EFECTIVOS PARA LA RECLAMACIÓN DE LOS

DERECHOS DE LOS CONSUMIDORES

La protección de los consumidores es una preocupación inherente al modelo

económico y social prevalente en el Siglo XXI. No en vano a las sociedades actuales se les

ha rotulado como “sociedades de consumo”, debido a la transformación de la actividad

humana dirigida a la satisfacción de las necesidades que, en la economía de mercado, está

dada por la adquisición de los bienes y servicios ofrecidos masivamente por los

empresarios en el mercado.

Dentro de este marco, se ha reconocido que el consumidor es un sujeto que se

encuentra en una posición desfavorecida o de desventaja, debido a las asimetrías

informativas y al escaso poder de negociación con el que cuenta, lo que ha dado lugar a

otorgarle una especial protección jurídica que se encuentra consagrada, en el derecho

colombiano, en el artículo 78 de la Constitución Política.

Respecto de esta tutela particular que le asiste a la persona que acude al mercado para

satisfacer sus necesidades, la Corte Constitucional ha reconocido que aquella es de carácter

poliédrico, en tanto que “[s]u objeto, en efecto, incorpora pretensiones, intereses y

situaciones de orden sustancial (calidad de bienes y servicios; información); de orden

procesal (exigibilidad judicial de garantías; indemnización de perjuicios por productos

defectuosos; acciones de clase etc.); de orden participativo (frente a la administración

pública y a los órganos reguladores).”2

2 Corte Constitucional de Colombia. STC C-1141 de 2000. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz.

7
Ahora bien, a pesar de este mandato constitucional, la salvaguarda de los intereses de

los consumidores, si bien es cierto que cuenta con un amplio desarrollo sustantivo en el

Estatuto del Consumidor, no es menos cierto que su escasa difusión y las dificultades

respecto de los mecanismos puestos a disposición del sujeto protegido para hacer efectivos

sus derechos, permiten afirmar que son necesarios mayores esfuerzos para convertir este

mandato constitucional en una realidad.

La preocupación por la ausencia de mecanismos efectivos para realización de los

derechos de los consumidores es central, puesto que se trata de un elemento fundamental

para generar confianza en el mercado y prevenir las conductas desleales de los

empresarios3. Así lo ha reconocido la OCDE, en cuanto ha señalado que “la disponibilidad

de mecanismos efectivos de resolución de disputas y resarcimiento puede incrementar la

confianza del consumidor en los mercados en línea y fuera de línea, fomentar las prácticas

comerciales justas, y promover el comercio transfronterizo, incluyendo el comercio móvil y

electrónico.”4

No en vano, en diferentes legislaciones en materia de consumo se ha reconocido

como uno de los derechos fundamentales de los consumidores el acceso a mecanismos

jurisdiccionales efectivos para la protección de sus prerrogativas y la consecución de una

reparación adecuada. Muestra de esto es el caso turco, que en el artículo 1° de la ley de

protección al consumidor establece que deben existir mecanismos apropiados que le

3 Naomi Creutzfeldt-Banda, “The origins and evolution of consumer dispute resolution systems in Europe”, en Resolving
Mass Disputes: ADR and settlement of mass claims, comp. Christopher Hodges y Astrid Stadler (Northampton: Edward
Elgar Publishing, 2013), 232.
4 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “Recomendación de la OCDE sobre resolución

de disputas y resarcimiento a consumidores”, 6, https://www.oecd.org/mexico/40060255.pdf

8
permitan al consumidor hacer efectivos sus derechos de manera pronta y a un costo

razonable5.

Y es que, precisamente la ausencia de medios de reclamación judicial que realmente

permitan al consumidor lograr la protección reconocida en la ley sustantiva, da lugar a que

en la práctica la creación de estos derechos carezca de sentido, puesto que podrían ser

vulnerados impunemente6. De esta forma, quedarían sin compensación las pérdidas

económicas generalizadas que resultan de las prácticas comerciales desleales o abusivas,

además de despojar al consumidor del poder adicional de negociación que le otorga la

existencia de mecanismos privados para la demanda del restablecimiento de sus derechos7.

A modo de ejemplo, en el Reino Unido se ha estimado que las pérdidas ocasionadas a

los consumidores para el año 2014, mayormente por la mala calidad de bienes y servicios,

son de aproximadamente 4.500 millones de libras esterlinas8, situación que hace palmaria

la necesidad de mecanismos efectivos para solicitar el restablecimiento de sus derechos. De

lo contrario, se estaría permitiendo que los empresarios lograran ganancias a partir de los

reclamos insatisfechos de los consumidores, en la medida en que el reclamo vacante “se

convierte en un incremento de la renta de quien no recibe el impacto del reclamo”9.

En esa línea, con gran acierto, la Corte Constitucional colombiana reconoció, a partir

del carácter poliédrico de la tutela constitucional a favor de los consumidores, que esta

incorpora un ámbito procesal. Este supone para su correcta implementación la existencia de

5 A. Lâle Sirmen, “Consumer redress in civil proceedings in Turkish law”, Ankara Law Review 3, n° 2 (2006): 85.
6 S. Sothi Rachagan, “Approaches to Consumer Redress – A Review”, 4, 2006,
Https://www.researchgate.net/publication/326439385_Approaches_to_Consumer_Redress-A_Review
7 Richard M. Alderman, “The Future of Consumer Law in the United States—Hello Arbitration, Bye-Bye Courts, So-

Long Consumer Protection”, 45, 2007, https://ssrn.com/abstract=1015517


8 Carol Brennan, Naomi Creutzfeldt, Chris Gill y Carolyn Hirst, “Designing Consumer Redress: Making Redress

Accessible for Consumer-Citizens”, Foundation for Law, Justice and Society, 2015, 2.
9 Fernando E. Shina, Estatuto del consumidor: comentarios a la ley 1480 (Bogotá, Universidad del Rosario – Astrea,

2017), 31.

9
mecanismos jurisdiccionales para la demanda de la efectividad de los derechos reconocidos

al sujeto protegido. En desarrollo de esa faceta del derecho del consumo el legislador

estableció en la Ley 1480 de 2011 una serie “de disposiciones procedimentales dirigidas a

asegurar la vigencia y aplicación del régimen de protección y de disposiciones

institucionales enderezadas a establecer los órganos competentes para garantizar la

aplicación del nuevo régimen.”10

Así, respecto de la decisión de consagrar una acción particular para ventilar las

controversias del derecho de consumo, en los antecedentes del Estatuto del Consumidor, se

dejaron sentadas las siguientes consideraciones:

“El Título VIII establece los mecanismos con que contarán los

ciudadanos para hacer efectivos sus derechos como consumidores de una

forma real y efectiva. Como gran novedad, se establece un procedimiento

expedito, ágil, económico y eficiente para resolver los problemas de efectividad

de garantía o contractuales que surjan en las relaciones de consumo, los que

representan el 99% de los conflictos que tienen los consumidores en su diario

vivir. Este procedimiento se caracteriza por ser muy sencillo y de fácil acceso a

toda la comunidad, no requiere abogado para su trámite y los ritualismos se

reducen a su mínima expresión, con el fin de que se puedan fallar en el menor

tiempo posible; eso sí, respetando en todo momento el derecho de defensa y

contradicción de las partes, y garantizando el debido proceso en cada una de

sus etapas.”11

10Corte Constitucional de Colombia. STC C-896 de 2012. Magistrado Ponente: Mauricio González Cuervo.
11Congreso de la República. Gaceta No. 399. Ponencia para segundo debate al Proyecto de Ley No. 89 de 2010, Cámara
de Representantes y 252 de 2011, Senado de la República.

10
Ahora bien, a pesar de las buenas intenciones y objetivos con los que el legislador

estableció mecanismos jurisdiccionales particulares para la solución de las disputas

relativas a la vulneración de los derechos de los consumidores, lo cierto es que, como se

verá, la situación de conservar, en esencia, las reglas del proceso civil tradicional, ha dado a

lugar a que la acción de protección al consumidor no resulte ajustada para la resolución de

los conflictos de consumo.

3. EL CONSUMIDOR A LAS PUERTAS DE LA LEY

Siguiendo los planteamientos teóricos de Felstiner, Abel y Sarat 12, quienes describen

el proceso de transformación de los conflictos desde la vulneración del derecho hasta la

reclamación formal, se aprecia que los consumidores enfrentan problemas para reconocer

(naming) la ocurrencia de una lesión a sus prerrogativas, identificar al causante de su daño

para poderlo culpar (blaming) de la lesión de su prerrogativa y, asimismo, encuentran

obstáculos significativos para proceder a reclamar (claiming) respecto de aquella.

En cuanto a las dificultades para nombrar las lesiones sufridas por los consumidores,

estas se evidencian en la concentración del 60% las demandadas de protección al

consumidor en tres ciudades del país. De acuerdo con los datos estadísticos de la

Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales de la Superintendencia de Industria y Comercio,

para los años 2018 y 2019 el 61,18% de las demandadas de protección al consumidor se

concentraron en Bogotá, D.C. (43,75%), Medellín (10,14%) y Cali (7,29%). Esta situación

pone en evidencia, como el conocimiento respecto de las prerrogativas que les asisten a los

12 William Felstiner, Richard Abel y Austin Sarat, “The emergence and transformation of disputes: naming, blaming,
claiming”, Law and Society Review 15, (1980/1981): 631.

11
consumidores y los mecanismos para reclamar su efectividad no ha trascendido más allá de

los grandes centros urbanos.

De otra parte, la escasa declaración de necesidades jurídicas relativas a la

insatisfacción en la adquisición de productos y servicios en la Encuesta de Necesidades

Jurídicas en Colombia (2,1%), desarrollada en el año 2016 por el Departamento Nacional

de Planeación13, si bien en principio podría mostrar una baja conflictividad respecto de esta

tipología de disputas, como se mostrará, resulta ser más bien indicativa del

desconocimiento que tienen los colombianos respecto de sus derechos como consumidores.

Estos datos pueden ser contrastados con aquellos presentados en el Barómetro de las

condiciones de los Consumidores de 2017 (Consumer Conditions Scoreboard) realizado

por la Comisión Europea, que arrojó como resultado que en 2016 la quinta parte de los

consumidores señaló haber enfrentado en los últimos 12 meses un problema que habría

dado lugar a una reclamación14.

Considerando esta disparidad en los datos estadísticos, es dable concluir que la

concentración y el bajo reporte de necesidades jurídicas en este campo se encuentran

originados en el desconocimiento de sus derechos por los consumidores, lo que puede

encontrar una explicación en que, como se identificó en el caso europeo, la educación juega

un rol preponderante en este contexto. En efecto, se señaló que los consumidores con un

mayor nivel de educación son más propensos a reportar los problemas, así como los

13 “Colombia presentó ante la OCDE resultados de encuesta nacional de necesidades jurídicas”, DNP – Departamento
Nacional de Planeación, 2 de junio de 2017, 24 de mayo de 2019, https://www.dnp.gov.co/Paginas/Colombia-
present%C3%B3-ante-la-OCDE-resultados-de-encuesta-nacional-de-necesidades-jur%C3%ADdicas-.aspx.
14 Comisión Europea, “Consumer Conditions Scoreboard: Consumers at home in the Single Market”, 8,

https://ec.europa.eu/info/sites/info/files/consumer-conditions-scoreboard-2017-edition_en.pdf

12
trabajadores de cuello blanco son más propensos a reportar haber encontrado problemas

que los trabajadores de cuello azul15.

Así pues, para el contexto colombiano, considerando que se trata de una población

“con muy bajo nivel educativo”16, en la que solo 22% de los ciudadanos cuenta con un

título universitario, situándose 16 puntos porcentuales por debajo del promedio de los

países miembros de la OCDE (promedio 38%)17, esta situación genera un impacto

desfavorable respecto del conocimiento por parte de la generalidad de la población de sus

derechos como consumidores, lo que implica, en últimas, una barrera en el reconocimiento

de la lesión a sus intereses.

Adicionalmente, esta situación explica la concentración de las demandas en ciudades

como Bogotá, Medellín y Cali en donde se encuentran matriculados el 53,3% de los

estudiantes de educación superior18, lo que confirma la correlación existente entre el nivel

educativo y el reconocimiento de las lesiones a los derechos como consumidores.

Los datos señalados ponen en evidencia las barreras existentes en Colombia para la

efectividad de los derechos de los consumidores desde la perspectiva de la ausencia de

conocimiento de sus prerrogativas por los beneficiarios de la tutela del derecho del

consumo. Esto permite concluir que, en un número relevante, las controversias entre

consumidores y productores no pasarán de la fase de apercibimiento (naming).

De otra parte, existen razones para afirmar que las dificultades en cuanto a la

identificación y acusación del responsable (blaming) pueden ser menores, sobre todo por la
15 Ibid., 56
16 “Población colombiana con muy bajo nivel educativo, según los resultados del censo”, Ministerio de Educación, 2005,
24 de mayo de 2019, https://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/article-99519.html
17 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “Education at glance 2018: country note –

Colombia”, 2, https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/eag-2018-75-
en.pdf?expires=1558973309&id=id&accname=guest&checksum=6410F2157840D25CD811938BE35E20D1
18 Ministerio de Educación, “Tasas de cobertura y concentración de la Educación Superior en Colombia”, 1,

https://www.mineducacion.gov.co/1759/articles-359643_recurso.pdf

13
concentración del mercado en los diferentes sectores de la economía colombiana en unas

pocas empresas19, así como por las normas de solidaridad en materia de responsabilidad por

garantía que establece el Estatuto del Consumidor (art. 10 de la Ley 1480 de 2011)20. Sin

embargo, en los conflictos contra pequeñas empresas se presentan serias dificultades, de un

lado, se encuentran los empresarios que para eludir las demandas liquidan el ente

societario, y de esa forma evitan enfrentar los procesos de protección al consumidor21. Otra

A pesar de que el panorama planteado resulta preocupante, es igualmente

problemático el hecho de que aquellos consumidores que han conseguido reconocer la

lesión a sus prerrogativas y han logrado señalar a quien consideran culpable —lo que es de

por sí ya una victoria—, cuando pretenden reclamar la efectividad de sus derechos

encuentran serios obstáculos de acceso a la justicia. En efecto, cuando acuden ante la

autoridad judicial con su súplica de justicia, encuentran una serie de barreras que los

desincentivan en su intento por demandar o que los pone en una grave dificultad para

tramitar su reclamación, derivadas de los costos, demora y complejidad del proceso

jurisdiccional.

De ahí que la doctrina extranjera reconozca que, en la actualidad, el reto no se

encuentra en la creación de nuevas leyes de consumo, sino en lograr que el cuerpo

19 Así, por ejemplo, el 76% de las demandas de protección al consumidor para el año 2018 se concentraron en 10
empresas, de acuerdo con los datos estadísticos de la SIC.
20 La solidaridad permite que el consumidor reclame y demande a cualquiera de los miembros de la cadena de producción,

comercialización y distribución, de tal forma que no tiene que determinar cuál de ellos fue el que efectivamente dio lugar
a los defectos de calidad o idoneidad del producto.
21 Un caso representativo de la situación descrita, es el de los establecimientos de comercio Fiotti, Brunati y Dinni, sobre

el cual se señaló en medios de comunicación que; “La Superindustria evidenció que “presuntamente esos
establecimientos cambian frecuentemente de propietario y tal situación, afecta directamente a los consumidores, por
cuanto estos cambios crean confusión frente a la responsabilidad que le asiste al productor o proveedor y no logran ser
percibidos por los consumidores al momento de tomar la decisión de consumo”. “Superindustria multa y ordena cierre
por 30 días a almacenes de muebles Fiotti, Brunati y Dinni”, Canal 1, 11 de julio de 2018, 30 de mayo de 2019,
https://canal1.com.co/noticias/nacional/superindustria-multa-y-ordena-cierre-por-30-dias-a-almacenes-de-muebles-fiotti-
brunati-y-dinni/

14
normativo existente sea adecuadamente aplicado22. Este desafío se muestra particularmente

cierto en el derecho colombiano, pues las estadísticas suministradas por la

Superintendencia de Industria y Comercio ponen en evidencia las dificultades a las que se

enfrentan los consumidores a la hora de intentar perseguir la efectividad de sus derechos

por la vía de la acción de protección al consumidor.

Así, por ejemplo, en cuanto a la fase de iniciación del proceso, para el año 2018 los

datos dan cuenta de 52.018 demandas presentadas ante la Delegatura para Asuntos

Jurisdiccionales. De este total, el 55% de las demandas fueron inadmitidas (28.558), y el

42% rechazada (21.623) por no subsanar o por no subsanar adecuadamente. Incluso, en

algunos casos el rechazo se dio en eventos en que el consumidor había presentado escrito

de subsanación (2.482 demandas), lo que muestra el fuerte impacto de las exigencias

procesales en el acceso a la justicia para los consumidores. Esta tendencia se mantiene en lo

que va corrido del 2019 (con corte al mes de abril), en donde el 53% de las demandas

presentadas han sido inadmitidas (9.923), y de estas el 57% han sido rechazadas por falta

de subsanación.

Además, respecto de los conflictos que lograron ser admitidos y fueron culminados

en el año 2018 (23.533), se evidencia que el 7% de ellos terminaron por archivo, siendo la

mayor causa de esa forma de terminación anormal del proceso la inasistencia de ambas

partes a las audiencias de trámite (Num. 4, art. 327 del C.G.P.), situación que tiene como

consecuencia la ausencia de realización del derecho reclamado.

22Hans-W. Micklitz y Geneviève Saumier, “Enforcement and Effectiveness of Consumer Law”, en Enforcement and
Effectiveness of Consumer Law, Eds. Hans-W. Micklitz y Geneviève Saumier (Springer, 2018), 4.

15
A esto debe añadirse, que de los fallos proferidos en el año 2018 por la SIC, si bien

en su mayoría favorecieron al consumidor (55%), existe un número significativo de casos

en los que se niegan las pretensiones, de los cuales resultaría relevante determinar en qué

medida responden a la inasistencia del consumidor a las audiencias, o a la falta de

conocimiento experto para presentar sus casos y litigar ante la autoridad judicial, entre otros

aspectos que inciden en la decisión de fondo, como se profundizará más adelante.

Así las cosas, nos encontramos con el preocupante panorama de que entre 2018 y lo

que va corrido de 2019 alrededor de 33.200 procesos de consumo no recibieron respuesta

de fondo debido a las complejidades del procedimiento. El resultado es claro y alarmante,

en Colombia no es suficiente con que el consumidor, a pesar de todas las dificultades, logre

reconocer la vulneración a su derecho (naming) e identificar al responsable (blaming),

además para poder reclamar (claming) de manera efectiva la protección que el

ordenamiento le proporciona este debe saber litigar como cualquier abogado.

Finalmente, estas dificultades en cuanto a la efectividad de los derechos de los

consumidores también se ven reflejadas en la Encuesta de Necesidades Jurídicas en

Colombia23, en la que se establece que los conflictos relativos a “productos” tienen un nivel

de satisfacción de apenas 37,4%. Esto resulta demostrativo de que, a pesar del bajo reporte

de necesidades jurídicas en este rubro, lo cierto es que aquellos sujetos que reconocen la

lesión a sus intereses no cuenta con las herramientas para lograr la efectividad de su

reclamo.

El cuadro expuesto respecto de la efectividad de la acción de protección al

consumidor refleja claramente que el “sujeto protegido” se encuentra en la misma situación


23“Colombia presentó ante la OCDE resultados de encuesta nacional de necesidades jurídicas”, DNP – Departamento
Nacional de Planeación, 2 de junio de 2017, 24 de mayo de 2019, https://www.dnp.gov.co/Paginas/Colombia-
present%C3%B3-ante-la-OCDE-resultados-de-encuesta-nacional-de-necesidades-jur%C3%ADdicas-.aspx.

16
que el campesino de Kafka en la parábola “Ante la Ley”, esto es, sin poder entrar en las

puertas de la Ley porque hay un guardián que se “impide”. Entonces, el consumidor a pesar

de contar con un relevante conjunto de prerrogativas sustanciales, el desconocimiento

respecto de aquellas, así como lo dispendioso que resulta el trámite judicial que debe surtir

para exigir su reconocimiento, se convierten en el cancerbero, que, en no pocas

oportunidades, le impide conseguir la realización de su reclamo de justicia. Pues, si el

proceso es el instrumento con el que cuentan los consumidores para hacer efectivos sus

derechos, cuando este, por su complejidad, se torna inaccesible, también lo será la

realización de aquellas prerrogativas contenidas en el Estatuto del Consumidor.

De ahí que sean cada vez mayores los estudios que se centran en analizar el diseño de

los sistemas de resolución de conflictos, en la medida en que se ha reconocido que el

desarrollo intuitivo de estos mecanismos es el que produce que no resulten efectivos para

resolver determinados conflictos, pues no se analizan las necesidades particulares derivadas

del perfil de cada controversia.

En ese sentido, se ha desarrollado una disciplina que se ha encargado de estudiar el

diseño de los sistema de resolución de conflictos, de acuerdo con la cual esta labor debe

estar encaminada a la construcción de un modelo particular de proceso que parta de unos

objetivos determinados y se adapte a las necesidades de los usuarios y a los perfiles

característicos de la conflictividad que se pretende tramitar24. Adicionalmente, el estudio

sobre el diseño de sistemas de resolución de conflictos analiza la interacción entre los

diferentes mecanismos a disposición de los sujetos interesados para resolver sus conflictos,

24Horst Eidenmüller y Martin Engel, “Against False Settlement: Designing Efficient Consumer Rights Enforcement
Systems in Europe”, 4, 2013, http://ssrn.com/abstract=2290654

17
de tal forma que se logren determinar las ventajas que ofrece cada uno y darle un mejor uso

de cara a alcanzar la finalidad perseguida25.

Se trata de una aproximación que resulta más coherente con los desarrollos en

materia de política pública, dirigidos a que las decisiones en este ámbito consideren los

intereses de los diferentes actores involucrados (stakeholders), así como a que partan de la

base del conocimiento logrado en experiencias precedentes y la evidencia empírica para la

toma de decisiones26.

En ese orden de ideas, en el siguiente capítulo se analizarán los diferentes

inconvenientes que se han identificado respecto del acceso a los mecanismos

jurisdiccionales puestos a disposición de los consumidores para la efectividad de sus

derechos, para a partir de ese diagnóstico, analizar el trámite actual de la acción de

protección e identificar en qué puntos debe trabajarse para facilitar a los interesados el

trámite de sus reclamaciones.

4. LAS DIFICULTADES A LAS QUE SE ENFRENTA EL CONSUMIDOR

PARA ACCEDER A LOS MECANISMOS JURISDICCIONALES

PREVISTOS PARA HACER EFECTIVOS SUS DERECHOS

Respecto de las dificultades a las que se enfrentan los ciudadanos a la hora de buscar

hacer efectivos sus derechos, en la mencionada Encuesta de Necesidades Jurídicas en

Colombia, se dejó sentado que, de manera general, las principales razones por las que los

25 Andrew Le Sueur, “Designing Redress: Who Does it, How and Why?”, Asia Pacific Law Review 20, No. 1, (2012): 32
– 34.
26 Linn Hammergren, “Toward a more results-focused approach to judicial reform”, en XI Congreso Internacional del

CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, 2006, 5-15.

18
sujetos afectados “no hacen nada” frente a la vulneración de sus derechos son las

siguientes:

Razón para no hacer nada Porcentaje (%)

Excesivo tiempo 31

No era importante 20

Desconocimiento 17

Muy costoso 7

Particularmente en lo que atañe a las razones por las que los ciudadanos no acuden

ante un mecanismo para resolver sus conflictos cuando se trata de disputas relativas a

“productos”, se reportaron los siguientes datos:

Razón para no hacer nada Porcentaje (%)

No era importante 32

Mucho tiempo 29,1

Desconfianza en la autoridad 18,2

Desconocimiento 13,6

Consistente con estos resultados, en los estudios que se han realizado a nivel

internacional para identificar las razones por las que los consumidores se abstienen de

demandar respecto de las vulneraciones a sus derechos, se han identificado diferentes

factores que inciden en ese comportamiento pasivo.

En relación con este punto, en el Barómetro de las condiciones de los Consumidores

de 2017 (Consumer Conditions Scoreboard), se estableció que las principales razones por

19
las que los consumidores se abstienen de reclamar sus derechos son: i) que la suma

involucrada era muy baja (34.6%); ii) que el proceso tomaba mucho tiempo (32.6%); y, iii)

que era improbable obtener con la reclamación una solución satisfactoria (19,6%) 27. En

otro reporte sobre las experiencias, percepciones y decisiones de los consumidores respecto

de los mecanismos para reclamar sus derechos, se señaló que los ciudadanos perciben los

procesos judiciales como trámites costosos, lentos, burocráticos y, en algunas instancias,

corruptos y ambiguos28.

Además de los factores mencionados, se han identificado otros inherentes a la

complejidad del derecho y los trámites judiciales, relativos al desconocimiento de la técnica

jurídica para adelantar el proceso, así como “las formalidades y vocabulario misterioso del

proceso que desalienta y hace que la justicia se perciba como algo complejo y poco

accesible para la ciudadanía en general.”29

Determinados los diferentes factores que dificultan que el consumidor utilice las

herramientas jurídicas con las que cuenta para perseguir la efectividad de sus derechos, se

puede observar que, en buena medida, estas son el resultado de que la configuración

legislativa de estos mecanismos de solución de conflictos. Lo anterior, debido a que se trata

de acciones que no consideran las características particulares que ofrece el perfil de

conflictividad de las controversias que se suscitan entre la personas que acuden al mercado

para adquirir un producto con la finalidad de satisfacer una necesidad personal, familiar o

doméstica y aquel que profesional que lo ha producido u ofertado.

27 Comisión Europea, “Consumer Conditions Scoreboard: Consumers at home in the Single Market”, 58,
https://ec.europa.eu/info/sites/info/files/consumer-conditions-scoreboard-2017-edition_en.pdf
28 Comisión Europea, “Consumer redress in the European Union: consumer experiences, perceptions and choices”, 58,

2009, http://aplicacio.consum.gencat.cat/doc/doc_80769222_1.pdf
29 Juan Sebastián Barahona Barahona, “Procedimiento general de protección de los derechos del consumidor: análisis y

observaciones”, en Cuadernos de Análisis Jurídico (Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2004), 317.

20
La expresión perfil de conflictividad es tomada de los desarrollos elaborados por el

Profesor Diego López Medina en lo que se ha denominado como “epidemiología

jurídica”30. Se trata de una construcción que se sirve de conceptos de la medicina y los usa

para formular una base teórica para el estudio de los conflictos sociales y la construcción de

políticas públicas. Así pues, mientras el perfil epidemiológico en las ciencias de la salud

sirve para identificar las enfermedades más recurrentes de una población y ordenarlas por

criterios relevantes de política, como su costo social; el “perfil de conflictividad” busca

identificar los tipos de conflictos en virtud de la ‘carga’ que representan para la sociedad,

mostrando cuáles son los tipos de conflictos que son cuantitativamente más frecuentes y

cuáles tienen mayor impacto negativo en las dinámicas de convivencia social. Respecto de

los conflictos de mayor frecuencia se señala que tienen fuertes repercusiones personales e

institucionales, mientras que los conflictos de mayor impacto si bien pueden ser

cuantitativamente menores, tienen un importante impacto social.

En lo que atañe a los conflictos de consumo, podemos señalar que, si bien no se trata

de litigios que, en principio, sean de gran impacto, lo cierto es que su frecuencia, en cuanto

la actividad de consumo es cotidiana, hace que se trate de conflictos cuya consideración sea

relevante en el perfil de conflictividad en las sociedades modernas, no en vano, llamadas

sociedades de consumo. Especialmente las disputas que tienen cabida bajo la acción de

protección al consumidor, por la definición misma que establece la Ley 1480 de 2011, son

conflictos relativos a las operaciones de consumo dirigidas a la adquisición de bienes y

servicios dirigidos a satisfacer necesidades personales, familiares o domésticas (num. 3°,

art. 5), lo que muestra que inciden directamente en el día a día de las personas.

30 Diego Eduardo López Medina, “Capítulo 2: El perfil de conflictividad de Colombia: una breve introducción la
‘epidemiología jurídica’”, material de clase de la Maestría de Derecho Gobierno y Gestión de la Justicia, 2018.

21
Dentro de este marco, además de su frecuencia, existen otra serie de datos relevantes

que permiten caracterizar esta tipología de conflictividad y que son demostrativos de que

aquella requiere de un tratamiento diferenciado para lograr una verdadera efectividad en la

protección de los derechos de los consumidores.

En primer lugar, los conflictos de consumo tramitados ante la Delegatura para

Asuntos Jurisdiccionales de la Superintendencia de Industria y Comercio, se caracterizan

por tratarse de procesos de mínima cuantía, lo que representa un 97% del total de los casos

admitidos en el año 2018. En la mayoría de estos casos, los consumidores acuden sin

apoderado judicial, de tal forma que estos deben litigar en causa propia.

En segundo término es importante tener en cuenta que estos conflictos responden a

las siguientes tipologías:

Conflictos por los que se demandó en 2018 Porcentaje (%)

Garantía 63

Protección contractual 15

Información y/publicidad engañosa 15

Defectuosa prestación de servicios que 4

suponen la entrega de un bien

Derecho de retracto 3

De otra parte, en lo que refiere a los sectores de la economía en los que estos

conflictos se presentan, se tienen las siguientes estadísticas respecto de los procesos

terminados en 2018 por sector de la economía:

22
Sector de la economía Porcentaje (%)

Tecnología y electrodomésticos 31

Turismo 10

Automotores y vehículos 9

Financiero, seguros y consultorías 7

Telecomunicaciones 7

Como se observa, la tipología de estos conflictos responde, por regla general, a temas

relacionados con el incumplimiento de la obligación de garantía, de tal forma que se trata

de controversias en donde se discute la falta de calidad o idoneidad de los productos

puestos en el mercado, que analizado en conjunto la estadística por sectores de la economía

en los que se presentan las demandas, permite arribar a la conclusión de que, la mayoría de

las demandas, son por el malfuncionamiento de productos de tecnología o

electrodomésticos.

Finalmente, se trata de conflictos en los que se evidencia con claridad la dicotomía

entre litigantes ocasionales y litigantes frecuentes, que analiza el profesor estadounidense

Max Galanter en el texto titulado “Por qué los ‘poseedores’ salen adelantes: especulaciones

sobre los límites del cambio jurídico”31.

Al estudiar esas categorías el referido autor encuentra que los litigantes ocasionales se

hallan en desventaja respecto de los litigantes frecuentes, por una variedad de razones, entre

las que se encuentran: i) los costos del proceso, en relación con la probabilidad de recibir

31Marc Galanter, “Por qué los ‘poseedores’ salen adelante: especulaciones sobre los límites del cambio jurídico”, en
Sociología jurídica: Teoría y sociología del derecho en Estados Unidos, ed. Mauricio García Villegas (Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 2005), 70 - 103.

23
un beneficio; ii) los recursos económicos con los que cuentan los litigantes ocasionales son

menores en relación con los que tienen los litigantes frecuentes que, incluso, cuentan con

economías de escala que les permiten asumir con mayor facilidad los costos; iii) el

desagrado por los procesos judiciales que tienen los demandantes frecuentes respecto de la

mayor disposición respecto de los mismos por parte de los litigantes frecuentes; iv) los

demandantes ocasionales normalmente actúan sin apoderado o con profesionales que tienen

bajo prestigio en la profesión, mientras que los litigantes frecuentes actúan representados

por abogados especializados y mejor preparados; v) la congestión judicial afecta en mayor

medida a los demandantes ocasionales, para quienes la demora en el trámite resulta más

gravosa, les genera mayores costos y los desincentiva a perseguir la efectividad de sus

derechos, mientras que los litigantes frecuentes se benefician de la demora en el trámite; y,

vi) el carácter dispositivo del proceso y la neutralidad de las normas procesales favorece su

posición, pues le permite sacar provecho de sus ventajas informativas, capacidad para

superar barreras de costos y navegar entre requisitos procedimentales.

Una muestra clara de esa aproximación teórica constituye una realidad en los

procesos de protección al consumidor en Colombia es que, según datos de 2018, el 52% de

las demandas instauradas en ese año se concentraron en cinco empresas demandadas. Se

trata de grandes compañías del sector de las telecomunicaciones (Comcel S.A. y Colombia

Telecomunicaciones S.A. E.S.P. – TIGO), el transporte aéreo (Avianca S.A.) y las grandes

superficies (Alkosto S.A. y Almacenes Éxito S.A.).

La realidad expuesta permite entender porque comúnmente para graficar los

conflictos entre los extremos de la relación de consumo se recurre a la narración bíblica de

24
David contra Goliat32. Y es que si se que quiere imaginar en cómo es en la realidad un

conflicto de consumo, en la mayoría de los casos, se puede pensar en la persona que va a un

almacén de grandes superficies a comprar, por ejemplo, un televisor. Después de adquirirlo

y contratar el envío a su residencia, lo recibe y procede a instalarlo para ver el partido de

futbol de su equipo favorito o el final de la novela que ha estado esperando durante meses,

se encuentra con que el equipo no prende. Frustrado porque no ha podido usar el producto

con la finalidad deseada, el consumidor acude al establecimiento de comercio en el que lo

adquirió para reclamar por el mal funcionamiento. Allí le indican que lo pasarán a revisión

del servicio técnico para que analice a qué se debe falla. Después de esperar un tiempo,

recibe la noticia de que no se le hará efectiva la garantía respecto del producto en razón a

que la falla se debe a que el consumidor no atendió las instrucciones de instalación o

porque ha hecho un uso indebido del producto. Sorprendido por la respuesta recibida, el

consumidor presenta una reclamación solicitando la reparación, cambio del bien o

devolución del dinero, la cual, pasadas dos semanas, es respondida por el empresario

negativamente sobre la base del informe técnico. Agraviado por no haber podido hacer uso

del producto, el consumidor, en busca de justicia, decide averiguar cuáles son las

herramientas con las que cuenta para hacer efectivo su derecho. En su averiguación

encuentra que puede presentar una demanda ante la SIC para demandar a la empresa que no

ha querido cumplir la obligación de garantía. Ese consumidor se enfrenta ahora a las

dificultades del proceso judicial: i) de presentar una demanda en forma, junto las pruebas

necesarias; ii) hacer constante seguimiento al proceso; iii) de verse obligado a subsanar los

errores formales que llegue a cometer; iv) de tener que correr el traslado de los recursos

32 “David y Goliat: consumidores vs. grandes empresas”, eldiario.es, 16 de enero de 2013, 30 de mayo de 2019,
https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/David-vs-Goliat_6_91050907.html

25
presentados por la contraparte; v) de tener que responder a las excepciones de mérito

presentadas; vi) de acudir a la audiencia de juicio; y, vii) de buscar el cumplimiento de una

sentencia favorable o pagar costas en caso de ser derrotado. Todo esto frente al abogado de

la empresa demanda que, además de contar con los conocimientos técnico jurídicos, está

respaldado en su labor por la estructura empresarial dispuesta para esos efectos.

Esta cuestión que pone en evidencia las desventajas mencionadas y hace palmario la

necesidad de considerar el perfil de conflictividad de las controversias de consumo para

efectos de tomar correctivos y superar las barreras que actualmente limitan la efectividad de

la acción de protección al consumidor.

Con base en lo expuesto el perfil de conflictividad para las controversias de consumo

se puede sintetizar de la siguiente manera33:

Se trata de conflictos de la cotidianidad de las personas, en los cuales, por

regla general, los consumidores actúan por sí solos, sin el apoyo de un

apoderado judicial, y carecen de destrezas argumentativas y conocimientos

técnicos y jurídicos que les permitan hacerse parte del debate jurídico y manejar

las formalidades del trámite judicial de forma efectiva, además, se trata de

casos en donde las pretensiones son de bajo monto, por el incumplimiento de la

obligación de garantía y en los que, por regla general, la parte demandada está

integrada por una empresa de gran tamaño.

Así las cosas, si bien los conflictos de consumo no pueden considerarse como

conflictos de gravedad, por su frecuencia – en cuanto a conflictos referidos a la actividad de

33 En la caracterización del perfil de conflictividad se ha usado las ideas expuestas por: Paul Gonzalez Segrera, “el rol de
la Superintendencia de Industria y Comercio en la protección de los consumidores como autoridad jurisdiccional: un
análisis a su eficacia y efectividad material” (Trabajo de Grado para optar al título de Magister en Derecho, Universidad
del Norte, 2018), 35 y 154.

26
consumo cotidiana – es claro que se trata de disputas que tienen importantes repercusiones

personales, al afectar la satisfacción de las necesidades propias, familiares o domésticas de

los consumidores, son conflictos con un impacto relevante en las dinámicas de convivencia

social. De igual manera, por su frecuencia, los conflictos de consumo representan un reto

para el Estado y, en particular, para el aparato judicial, por cuanto se genera una presión

institucional de dar respuesta efectiva a este tipo de conflictos, los cuales, a su vez, pueden

ocasionar una demanda significativa en materia de justicia.

Partiendo de esa caracterización de la conflictividad en materia de consumo y sus

repercusiones, se hace evidente la necesidad de tomar en cuenta esa especificidad de las

disputas en materia de consumo, pues este constituye uno de los elementos relevantes para

entender las dificultades que se presentan respecto de la efectividad de la acción de

protección al consumidor. Se trata, entonces, de un insumo fundamental en el proceso de

construcción de respuestas que sirvan para reconfigurar dicho mecanismo, haciéndolo más

asequible para los sujetos objeto de la protección constitucional, así racionalizando su carga

para el aparato de justicia.

4.1. El costo como barrera de acceso a los mecanismos jurisdiccionales de

protección al consumidor.

Como se dejara sentado al analizar el perfil de conflictividad de los conflictos en

materia de consumo, este tipo de disputas se caracterizan por sus bajas cuantías y la

discusión respecto de la calidad o idoneidad de un producto puesto en el mercado. Esta

situación explica el hecho de que se considere, en el análisis costo-beneficioso, que:

“En los litigios en materia de consumo, por su naturaleza, existe una

desproporción, entre el valor del objeto del reclamo y los gastos de su solución

27
por vías judiciales, esta situación favorece a que los consumidores se

conviertan en operadores pasivos y no acudan a los estrados judiciales…”34

Así, por ejemplo, en el ámbito europeo se ha determinado que en Europa oriental el

punto de inflexión para que un consumidor reclame ante el empresario corresponde a una

pérdida 20 euros y para que acuda a un mecanismo jurisdiccional para exigir la efectividad

de sus derechos el monto de la pérdida debe ser de al menos 50 euros. Por su parte, en la

Europa occidental los montos son mayores, pues la cuantía mínima para reclamar ante el

empresario es de 50 euros, la cual se duplica (100 euros) para que resulte atractiva para el

consumidor la alternativa de iniciar una acción con la finalidad de lograr el

restablecimiento de su derecho. Según se explica, estas diferencias pueden obedecer a las

diversidades en materia de salarios, precios y costos de vida entre los países miembros de la

Unión Europea35.

Sobre la base de la correlación entre ingresos, precios y costo de vida y el punto de

inflexión para reclamar y demandar la efectividad de los derechos por parte de un

consumidor, presumiblemente en el derecho colombiano esos valores serían menores,

debido a los mayores salarios que devengan los ciudadanos en los países europeos 36 en

relación con los ciudadanos colombianos, pues como se ha reconocido, “[c]olombia es un

país de ingresos bajos”37. Según la “Encuesta de Presupuestos de los Hogares 2016 -2017”

de la Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), “el promedio de


34 Cindy Charlotte Reyes y Christian Camilo Gómez, “El arbitraje de consumo: reflexiones para un nuevo esquema
arbitral en Colombia”, en Código General del Proceso y reformas procesales en Iberoamérica, Coord., Carlos Alberto
Colmenares Uribe (Bogotá, Universidad Libre – Ibáñez, 2016), 261-262.
35 Comisión Europea, “Consumer redress in the European Union: consumer experiences, perceptions and choices”, 8,

2009, http://aplicacio.consum.gencat.cat/doc/doc_80769222_1.pdf
36 “Minimum wages, January 2008 and January 2018”, eurostat – Statics Explained, 24 de mayo de 2019,

https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-
explained/index.php?title=File:Minimum_wages,_January_2008_and_January_2018_(EUR_per_month_and_%25).png
37 “Así es el abismo en los ingresos de los hogares colombianos”, El Tiempo, 1° de septiembre de 2018, 30 de mayo de

2019, https://www.eltiempo.com/economia/finanzas-personales/asi-es-el-abismo-en-los-ingresos-de-los-hogares-
colombianos-263236

28
ingresos totales mensuales del hogar es de 2 millones 251 mil pesos”, el “promedio de

gastos totales mensuales del hogar es de 1 millones 909 mil pesos”38, y el “promedio de

ingresos totales mensuales por perceptor de ingresos es de 1 millones 252 mil pesos”, lo

que permite tener una idea de cuál podría ser el valor por el que un colombiano promedio

podría presentar una reclamación.

Ahora bien, para el análisis de los costos de un trámite judicial la doctrina ha

señalado que se deben tener en cuenta diversas variables, como lo son39: i) costos de

iniciación del proceso (referidos a los costos derivados de las formalidades que se deben

cumplir para presentar una demanda); ii) tasas judiciales; iii) honorarios de abogado; y, iv)

las costas procesales.

Otros autores señalan que, además de los costos procesales mencionados, a los que

añaden los gastos relativos a la labor probatoria (testigos y peritos)40, el tiempo que debe

invertir el consumidor en la atención del proceso, en tanto costo de oportunidad, debe ser

considerado, así como los costos intangibles, como lo son el estrés, las emociones negativas

y el impacto en las relaciones personales que causa un trámite judicial41.

38 “Encuesta de Presupuestos de los Hogares 2016 -2017”, DANE – Departamento Administrativo Nacional de
Estadística, agosto de 2018, 30 de mayo de 2019,
https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/enph/presentacion-enph-2017.pdf
39 The Study Centre for Consumer Law – Centre for European Economic Law, “An analysis and evaluation of alternative

means of consumer redress other than redress through ordinary judicial proceedings - Final Report”, 2007, 217,
http://www.eurofinas.org/uploads/documents/policies/OTHER%20POLICY%20ISSUES/comparative_report_en.pdf
40 S. Sothi Rachagan, “Approaches to Consumer Redress – A Review”, 18, 2006,
Https://www.researchgate.net/publication/326439385_Approaches_to_Consumer_Redress-A_Review
41 Martin Gramatikov, Malini Laxminarayan y Maurits Barendrecht, “Assessment of the Validity and Reliability of a

Methodology for Measuring the Costs and Quality of Access to Justice”, en Tisco working paper series on civil law and
conflict resolution systems, 2010, 4, https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1559782

29
Respecto de los costos, se ha dicho que aquellos que generan un mayor impacto

inicial son los honorarios de abogados42, razón por la cual en la mayoría de estos casos los

consumidores prescinden de los servicios de los profesionales del derecho.

Sobre la base de este análisis de costos, se ha expuesto que en un reporte titulado

“The Leuven Report”, adelantado en el 2005, se concluyó que los procesos de pequeñas

causas implantados en el derecho europeo únicamente sería económicamente atractivos en

la medida en que la disputa exceda de aproximadamente 500 euros. Esta situación ha

llevado a evidenciar la necesidad de diseñar procesos que involucren costos proporcionales

a las sumas en disputa y no solo a adaptar los procesos existentes, cuyos esquemas generan

gastos exagerados43.

Con la finalidad de reducir los costos de los procesos, se han tomado medidas

como44: i) se ha permitido a los interesados acudir al proceso sin intervención de abogados

o se ha limitado el valor de los honorarios para los procesos de escasa cuantía; ii) se han

regulado las tasas judiciales para que estas se cobren proporcionalmente con el valor de las

pretensiones; iii) se ha promovido el uso de las tecnologías de la información y las

comunicaciones para reducir costos de notificaciones, copias y traslados; iv) se han

establecido procesos principalmente escritos, en los que la citación a audiencias es

excepcional, para eliminar los costos relacionados con este tipo de actuaciones; y, v) se ha

limitado el material probatoria a pruebas documentales, para disminuir los gastos asociados

a la práctica de testimonios y pruebas periciales.

42 Christopher Hodges y Stefan Vogenauer, “Findings of a Major Comparative Study on Litigation Funding and Costs”
(The Foundation for Law, Justice and Society, 2010), 7.
43 Christopher Hodges, Iris Benöhr y Naomi Creutzfeldt-Banda, “Consumer-to-business dispute resolution: the power of

CADR”, ERA Forum 13, (2012): 211


44 The Study Centre for Consumer Law – Centre for European Economic Law, “An analysis and evaluation of alternative

means of consumer redress other than redress through ordinary judicial proceedings - Final Report”, 2007, 188-259,
http://www.eurofinas.org/uploads/documents/policies/OTHER%20POLICY%20ISSUES/comparative_report_en.pdf

30
4.2. La excesiva duración del trámite judicial como barrera de acceso a los

mecanismos jurisdiccionales de protección al consumidor.

Como se evidencia en las estadísticas presentadas previamente, en las que el tiempo

de duración del proceso ocupa los primeros lugares en las razones para “no hacer nada”, la

duración de los procesos judiciales constituye una circunstancia que incide

trascendentalmente en la decisión de los sujetos para llevar sus conflictos ante la

jurisdicción. Esta situación encuentra una lógica particular debido al perfil de conflictividad

de las controversias de consumo. Como se dejó sentado, por regla general se debate el

defectuoso funcionamiento de un producto, el cual, en un importante número de

oportunidades corresponde a bienes o servicios de uso cotidiano, por lo que la privación de

su uso genera un impacto importante para el consumidor en su diario vivir.

Debe señalarse, que la duración razonable del proceso ha sido reconocida como una

prerrogativa de los ciudadanos por la Convención Americana sobre Derechos Humanos

(art. 8.1). Para efectos de determinar qué se debe entender por un plazo razonable, la Corte

Interamericana de Derechos Humanos ha fijado una serie de parámetros, a saber, “a) la

complejidad del asunto; b) la actividad procesal del interesado; y c) la conducta de las

autoridades judiciales"45.

Respecto de la complejidad del asunto, la Corte Constitucional colombiana ha

señalado que se debe tener en cuenta: “(i) qué se busca con el proceso, (ii) los hechos sobre

los que versa, (iii) el material probatorio disponible en el expediente y (iv) demás

45Corte Interamericana de Derechos Humanos, Informe Nº 100/01, Caso 11.381, Milton García Fajardo y otros,
Nicaragua, 11 de octubre de 2001, citado por: Corte Constitucional de Colombia. ST T-052 de 2018. Magistrado Ponente:
Alberto Rojas Ríos.

31
averiguaciones necesarias para pronunciarse de fondo lo cual implica términos de

notificaciones y demás etapas procesales que demandan tiempo al proceso.” 46

En el derecho comparado, con base en la jurisprudencia del Tribunal Europeo47, se ha

señalado la complejidad de los casos debe determinarse a partir de: i) la complejidad de los

hechos; ii) la complejidad de los problemas jurídicos; y, iii) la complejidad de los

procedimientos.

Respecto del primero de los aspectos mencionados, se ha señalado que la

complejidad fáctica del caso debe determinarse, en los parámetros que pueden resultar de

interés para este estudio, por: i) el número de demandados y testigos; ii) la necesidad de

dictámenes periciales; y, iii) complejidad de las cuestiones probatorias48.

En lo que atañe a la determinación de la complejidad de los problemas jurídicos, se

han señalado los siguientes criterios: i) la aplicación de una norma reciente o poco clara; ii)

el respecto del principio de la igualdad de armas; iii) debates sobre la jurisdicción

competente o constitucionalidad; y, iv) interpretación de tratados internacionales49.

Finalmente, en punto del análisis de la complejidad de los procedimientos, se ha

señalado que esta se puede determinar, entre otros, por: i) el número de partes; ii) el

importante número de solicitudes interlocutorias presentadas por las partes; iii) el número

de demandados y testigos; iv) diversos problemas (como la recolección y el estudio de una

cantidad considerable de evidencia); y, v) la necesidad de dominar un enorme expediente50.

46 Corte Constitucional de Colombia. ST T-052 de 2018. Magistrado Ponente: Alberto Rojas Ríos.
47 Frédéric Edel, “The length of civil and criminal proceedings in the case-law of the European Court of Human Rights”,
Council of Europe Publishing, 2007, 39-43, https://www.echr.coe.int/LibraryDocs/DG2/HRFILES/DG2-EN-HRFILES-
16(2007).pdf
48 Ibid.
49 Ibid.
50 Ibid.

32
Observados los parámetros precedentes para determinar el tiempo de duración

razonable del proceso, resulta adecuado afirmar que para conflictos de las características de

aquellos que se suscitan en materia de consumo la complejidad fáctica, por regla general,

será mínima, máxime cuando las reglas en materia de responsabilidad por la garantía legal

son muy estrictas, de tal forma que el debate probatorio suele ser sencillo.

Por su parte, la complejidad de los problemas jurídicos puede ser mayor que la

fáctica, en la medida en que, al menos en el ámbito colombiano, el derecho de consumo es

una disciplina jurídica de reciente creación, de tal forma algunas normas todavía ofrecen

ciertas dudas en su aplicación. No obstante lo anterior, en lo que responde a la generalidad

de los conflictos, esto es, el debate respecto de la efectividad de la garantía legal, se trata de

un asunto con reglas claras y una doctrina decanta, lo que permite afirmar que, en la

mayoría de los casos, no habrá tampoco mayor complejidad jurídica en la resolución de

estas controversias.

Finalmente, en punto de la complejidad de los procedimientos, considerando que por

los bajos montos involucrados en estos procesos se han creado trámites más flexibles y

menos formales para adelantar el juicio51, así como el volumen del expediente y el material

probatorio es más bien reducido, podría señalarse que los procesos de consumo tampoco

ofrecen mayor complejidad en el procedimiento.

Esta regulación ha dado como resultado que en el ámbito europeo se encuentren

autoridades jurisdiccionales que resuelven los trámites en términos tan cortos como lo son

entre 2 y 3 meses para poner fin a una controversia (Alemania, Irlanda, Lituania,

51 Ejemplo de ello es el proceso europeo de escasa cuantía, promulgado por el Reglamento 861 de 2007.

33
Luxemburgo, Portugal, Suecia)52, punto en el que ha sido determinante la existencia de un

trámite especial.

Con todo, si bien la poca complejidad de los procesos puede favorecer que estos se

evacúen en un plazo razonable, lo cierto es que la frecuencia con la que se presentan los

conflictos de consumo puede dar lugar a que la carga de trabajo de los despachos judiciales

crezca significativamente, aumentando los tiempos de respuesta como consecuencia de la

congestión judicial.

4.3. El carácter misterioso de la justicia como barrera de acceso a los

mecanismos jurisdiccionales de protección al consumidor.

Como se estableció previamente, otros de los factores que resultan determinantes para

que el consumidor se abstenga de llevar su reclamo ante el aparato judicial son la poca

importancia del conflicto, la desconfianza en la autoridad y la complejidad de los trámites

judiciales para un no experto en la técnica jurídica.

Se considera que estas variables se encuentran estrechamente relacionadas, en la

medida en que la complejidad de los trámites judiciales y el carácter inaccesible de los

procedimientos jurídicos juegan un papel esencial en que el consumidor desconfíe de sus

interlocutores, así como desista de actuar, en tanto considera demasiado dispendioso

cumplir las formalidades requeridas y enfrentarse a un mundo plagado de reglas técnicas

que desconoce.

En ese sentido, se ha señalado que las principales razones por las que a los

consumidores les desagradan las cortes son53: i) la desconfianza que les generan; ii) el

52 The Study Centre for Consumer Law – Centre for European Economic Law, “An analysis and evaluation of alternative
means of consumer redress other than redress through ordinary judicial proceedings - Final Report”, 2007, 215,
http://www.eurofinas.org/uploads/documents/policies/OTHER%20POLICY%20ISSUES/comparative_report_en.pdf

34
hecho de sentirse inferiores al empresario que enfrentan; y, iii) la ansiedad respecto de la

complejidad y formalidad de los procesos.

En el mismo sentido, otros autores reconocen que si bien lentitud y costo de los

procesos desincentiva a los consumidores para reclamar judicialmente sus derechos, es

sobre todo el carácter hostil de las cortes el que lleva a los sujetos agraviados a desistir de

su intención de demandar. Y es que frente a conflictos con las características de las disputas

de consumo, las personas no desean gastar tiempo en llenar dispendiosos documentos

judiciales, tener que lidiar con procedimientos desconocidos, tener que asistir a audiencias,

tener que buscar el cumplimiento de las decisiones, entre otras complejidades del trámite

judicial.54

Finalmente, se ha expuesto que “[p]rocedimientos complejos, formas complicadas,

salas de audiencia intimidantes y jueces y abogados déspotas hacen que el litigante se

sienta perdido, un prisionero en un mundo extraño.”55

Esto se explica en las dificultades que desde el momento en que decide dar comienzo

a un trámite judicial enfrenta el consumidor, relativas al desconocimiento de aspectos

relevantes para la iniciación del proceso56 (las acciones disponibles, la autoridad

competente, el lugar donde presentar la demanda, etc.), así como de las formalidades que

debe cumplir el escrito de demanda. Este último obstáculo ha sido descrito, en el ámbito

chileno, de la siguiente manera:

53 Naomi Creutzfeldt-Banda, “The origins and evolution of consumer dispute resolution systems in Europe”, en Resolving
Mass Disputes: ADR and settlement of mass claims, comp. Christopher Hodges y Astrid Stadler (Northampton: Edward
Elgar Publishing, 2013), 235.
54 Christopher Hodges, Iris Benöhr y Naomi Creutzfeldt-Banda, “Consumer-to-business dispute resolution: the power of

CADR”, ERA Forum 13, (2012): 201


55 Bryant G. Garth y Mauro Cappelleti, “Access to Justice: The Newest Wave in the Worldwide Movement to Make

Rights Effective”, Buffalo Law Review 27, (1978), 192.


56 Stefan Wrbka, European Consumer Access to Justice Revisited (Cambridge, Cambridge University Press, 2014), 23.

35
“…aquel consumidor que acude personalmente ante el tribunal, comienza

teniendo dificultades con la redacción de la demanda, aun cuando

generalmente existen demandas tipo, proporcionadas por la oficina de ayuda al

consumidor o también con una pauta o minuta otorgada por el SERNAC para

dichos efectos. Con todo, las demandas presentan falencias en cuanto al

señalamiento de quién es el demandado y respecto a lo que solicita, es decir,

no precisando si lo que pretenden es la devolución tanto del producto como del

dinero o una indemnización. En definitiva, inconvenientes relativos al

cumplimiento de las formalidades que debe contener todo escrito, las cuales se

encuentran en el art 254 del CPC, principal razón por la cual los juzgados de

policía local no dan lugar tanto a las demandas, denuncias como querellas y,

por lo tanto, terminan archivadas.”57

Con la finalidad de acabar esta problemática, en el derecho europeo se ha adoptado

un formulario que debe ser diligenciado por el consumidor para dar inicio al trámite

judicial. Se trata de un documento que puede resultar complejo de llenar, sin embargo, se

incluyen las instrucciones y guías respecto de la información que debe diligenciar el

consumidor, sin atarlo a los requisitos formales que tradicionalmente incorporan los

códigos de procedimiento civil. Adicionalmente, se establece que si el consumidor no ha

diligenciado correctamente el formulario o si la información es insuficiente, la autoridad

judicial deberá devolverlo señalando de manera detallada y clara las falencias que deben

subsanarse58.

57 Juan Sebastián Barahona Barahona, “Procedimiento general de protección de los derechos del consumidor: análisis y
observaciones”, en Cuadernos de Análisis Jurídico (Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2004), 324.
58 58 Esta es la regulación que se ha establecido para el proceso europeo de escasa cuantía, promulgado por el Reglamento

861 de 2007.

36
De otra parte, se ha señalado que otro de los obstáculos a los que se enfrenta el

consumidor es el de verse abocado, por la escasa cuantía de su pretensión, a litigar en causa

propia, esto es, sin la asistencia de un abogado. En razón de esta condición, el consumidor

se ve enfrentado a asistir a las audiencias y realizar las diversas actuaciones procesales sin

contar con la experticia técnica que demandan las reglas procesales aplicables. Su

ignorancia sobre las formas del procedimiento le genera dificultades en cuanto a la petición,

práctica y contradicción de las pruebas, interposición de recursos, compresión de las

decisiones judiciales, sustentación de sus argumentos, puntos que resultan fundamentales

para conseguir que el proceso culmine con una decisión que sea favorable a sus intereses.

Ahora bien, junto con las dificultades que representa el trámite judicial para el

consumidor, el hecho de que la contraparte esté representada por un abogado da lugar a que

se hagan más rigurosas las formas del proceso59. De esta forma el demandante, en medio de

su desconocimiento, se encuentra ante la desgracia de, además, enfrentarse a los equipos

jurídicos de las empresas demandadas, “que tienden a dilatar el procedimiento -algunas

veces de forma artificial- con el propósito de incomodar al consumidor para que desista de

su pretensión.”60

Esta situación se ve agravada, pues se ha establecido la existencia de un sesgo en el

sistema judicial a favor de las parte representada por una abogado 61. Es por ello que en

59 The Study Centre for Consumer Law – Centre for European Economic Law, “An analysis and evaluation of alternative
means of consumer redress other than redress through ordinary judicial proceedings - Final Report”, 2007, 231,
http://www.eurofinas.org/uploads/documents/policies/OTHER%20POLICY%20ISSUES/comparative_report_en.pdf
60 Juan Sebastián Barahona Barahona, “Procedimiento general de protección de los derechos del consumidor: análisis y

observaciones”, en Cuadernos de Análisis Jurídico (Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2004), 325.
61 The Study Centre for Consumer Law – Centre for European Economic Law, “An analysis and evaluation of alternative

means of consumer redress other than redress through ordinary judicial proceedings - Final Report”, 2007, 231,
http://www.eurofinas.org/uploads/documents/policies/OTHER%20POLICY%20ISSUES/comparative_report_en.pdf

37
algunos estudios se ha sugerido que se prohíba la representación de los litigantes por

expertos legales, con el fin de asegurar mayor igualdad entre las partes en conflicto62.

Este problema, se ha explicado, se encuentra asociado con el carácter dispositivo del

proceso civil, definido como “aquel en cuya virtud se confía a la actividad de las partes

tanto el estímulo de la función judicial como la aportación de materiales sobre los que ha

de versar la decisión del juez”63.

En cuanto a las cargas que corresponden a las partes, se ha dicho que los procesos

adversariales demandan de que aquellas que: i) conozcan la ley, las reglas procesales y las

reglas no escritas sobre cómo comportarse; ii) identifiquen los problemas jurídicos claves,

la evidencia necesaria para soportar su caso, y decidan cómo argumentar el pleito; iii)

extraigan esa misma información de su contraparte; y, iv) realicen todas estas actuaciones

dentro de términos diseñados para profesionales tienen la abogacía como profesión64.

Adicionalmente, el carácter dispositivo del proceso sirve de fundamento a los jueces para

negarse a dar asesoría a las partes o guiar al demandante, “pues no pueden transformarse en

abogados de los consumidores”65.

Estas circunstancias han llevado a repensar el rol de las cortes en los procesos de

consumo, de tal forma que en algunos países se ha aceptado que en los procesos de escasa

cuantía haya algún tipo de asistencia brindada por el personal judicial a la parte que actúa

sin apoderado (explicar folletos, llenar formularios, introducción de pruebas, entre otras),

así como se establezca que el juez tenga un rol más “intervencionista”, explicando a los
62 Paula Poretti, “Judicial protection of consumer rights: the (most) appropiate way?”, Zbornik Pravnog fakulteta
Sveučilišta u Rijeci 39, No. 1, (2018), 556 - 557.
63 Linio Enrique Palacio, citado por: Maite Aguirrezabal Grünstein, “El principio dispositivo y su influencia en la

determinación del objeto del proceso en el proceso civil chileno”, Revista de Derecho Privado 32, (2017), 425.
64 Justice, “Delivering Justice in an Age of Austerity”, 4, http://2bquk8cdew6192tsu41lay8t.wpengine.netdna-

cdn.com/wp-content/uploads/2015/04/JUSTICE-working-party-report-Delivering-Justice-in-an-Age-of-Austerity.pdf
65 Juan Sebastián Barahona Barahona, “Procedimiento general de protección de los derechos del consumidor: análisis y

observaciones”, en Cuadernos de Análisis Jurídico (Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2004), 329.

38
litigantes en causa propia las reglas de procedimiento, probatorias y otros requisitos

legales66.

En relación con esta problemática, se ha señalado que existen tres alternativas: i)

asegurar asistencia jurídica a los consumidores; ii) volver a los consumidores expertos en el

derecho que les es aplicable; y, iii) cambiar el sistema67. Parte de la doctrina se inclina por

la última de las opciones, para lo que se ha sostenido que, teniendo en cuenta que “la

mayoría de los consumidores no son juristas, el mecanismo para hacer efectivo los

derechos debe ser fácilmente manejable para el lego si se supone que los consumidores

mismos – en contraste con los profesionales del derecho– deben usarlo: no es de la queja

que puede esperarse que satisfaga las exigencias del foro; más bien, el foro es el que tiene

que ajustarse a la queja”68.

Dentro de los múltiples retos que se deben enfrentar para lograr que los

procedimientos judiciales sean accesibles para el consumidor medio es el de lograr una

fluida comunicación y entendimiento entre los operadores del sistema judicial (jueces y

magistrados) y aquellos sujetos que litigan en causa propia. Una de las mayores

complejidades que se presentan de cara a alcanzar una comunicación adecuada entre los

diferentes actores de este sistema, como se anticipó, radica en la complejidad del lenguaje

jurídico.

Sobre esta temática se ha reconocido que “[e]l derecho contemporáneo…parece

dirigido a los profesionales que lo producen y lo interpretan y no a los ciudadanos que

66 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “Consumer dispute resolution and redress in
the global Marketplace”, 2006, 27, http://www.oecd.org/internet/consumer/36456184.pdf
67 Justice, “Delivering Justice in an Age of Austerity”, 4, http://2bquk8cdew6192tsu41lay8t.wpengine.netdna-

cdn.com/wp-content/uploads/2015/04/JUSTICE-working-party-report-Delivering-Justice-in-an-Age-of-Austerity.pdf
68 Horst Eidenmüller y Martin Engel, “Against False Settlement: Designing Efficient Consumer Rights Enforcement

Systems in Europe”, 21, 2013, http://ssrn.com/abstract=2290654

39
forman la masa mayoritaria de quienes se ven (directa o indirectamente) regulados por el

mismo”69. Como resultado de este problema del lenguaje, propio del sistema de justicia,

quienes presiden los mecanismos de resolución de conflictos reproducen la referida

complejidad en las diferentes actuaciones y decisiones que profieren durante el trámite

judicial.

A partir de esta distancia epistemológica creada por la barrera del lenguaje, se genera

una fuerte insatisfacción en la ciudadanía que encuentra que el sistema de justicia, que

debería resultar accesible para todos los ciudadanos, se convierte en cuestión de unos

funcionarios especializados70- Frente a este escenario se ha planteado, como deber ser, el

carácter accesible del lenguaje jurídico a la ciudadanía. Sobre este punto se han dado

desarrollos relevantes en los cuales se formula el deber de los jueces de emitir sentencias

claras, así como el derecho de los ciudadanos a que el contenido de aquellas resulte

comprensible. Muestra de ello es la Carta de Derechos de las Personas ante la Justicia en el

Espacio Judicial Iberoamericano (2002), en la que se postulan los siguientes elementos para

una justicia comprensible:

“6. Todas las personas tienen derecho a que los actos de comunicación

contengan términos sencillos y comprensibles, evitándose el uso de elementos

intimidatorios innecesarios.

7. Todas las personas tienen derecho a que en las vistas y

comparecencias se utilice un lenguaje que, respetando las exigencias técnicas

69 Diego Eduardo López Medina, La letra y el espíritu de la ley: reflexiones pragmáticas sobre el lenguaje del derecho y
sus métodos de interpretación (Bogotá: Uniandes - Temis, 2008), 12.
70 Luis Pásara, “Reformas del sistema de justicia en América Latina: cuenta y balance”,
http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con3_uibd.nsf/8A4D533AA4DB5A48052578C7005BBF07/$FILE/U9Pásar
acuentabalance.pdf.

40
necesarias, resulte comprensible para todos los que no sean especialistas en

derecho.

Los Jueces y Magistrados que dirijan los actos procesales velarán por la

salvaguardia de este derecho.

8. Todas las personas tienen derecho a que las sentencias y demás

resoluciones judiciales se redacten de tal forma que sean comprensibles por

sus destinatarios, empleando una sintaxis y estructuras sencillas, sin perjuicio

de su rigor técnico.

Se deberá facilitar especialmente el ejercicio de estos derechos en

aquellos procedimientos en los que no sea obligatoria la intervención de

abogado.”

De otro lado, en lo que atañe al derecho de los ciudadanos a entender las sentencias,

se ha expuesto que las partes involucradas en el proceso tienen el derecho a recibir una

sentencia redactada de una forma que la haga accesible al público no experto71.

Teniendo en cuenta lo anterior, una de las perspectivas que parece adecuada para

atacar esta problemática es la de los “tribunales abiertos”, en cuanto representa un cambio

de paradigma en la forma en la que tradicionalmente se ha entendido la labor judicial. Se

trata de una teoría construida sobre los postulados de la ideología del open government

(gobierno abierto), la cual trae consigo “una nueva perspectiva de la administración de

justicia en la cual la transparencia, participación y colaboración en el ámbito

jurisdiccional, juegan un papel preponderante”72.

71 María Silva, “Sentencias ciudadanas una herramienta para garantizar el derecho de acceso a la justicia a través de los
tribunales abierto”, Justicia y Sufragio 1, n.o 16. (2016): 14.
72 Teresa Mejía, “Tribunales cercanos a la ciudadanía”, Justicia y Sufragio 1, n.o 16, (2016): 28.

41
A partir de esas ideas, se ha apuntado que la legitimidad y fortaleza del sistema

judicial se deriva, en buena medida, de contar con “una calidad resolutiva que sea

generalmente aceptada por quienes acuden en busca de justicia, y por la sociedad en

general”73, para lo que se presentan como factores determinantes, relacionados con el

problema objeto de estudio, los siguientes:

“a) Identificación de quién es el justiciable, pues solo a partir de conocer

las características de quienes acuden en busca de justicia, es que se puede

emitir una resolución clara y congruente que propicie la comunicación entre

instituciones y ciudadanía, al adoptarse en ella, un lenguaje común para las

partes y una argumentación que enfatice en las áreas más importantes para

quien acudió procurando soluciones en la vía institucional.

b) Lenguaje claro, lo que concatenado con la identificación del

justiciable, permita que la información y argumentación que se vierte y

sostenga en las sentencias, resulte comprensible en su totalidad por cualquier

sujeto, lo que se traduzca además, en un elemento de confianza tanto para las

partes como para la sociedad en general, al advertirse en ello, la intención del

juzgador por acercar el derecho a las personas.

c) Metodología sencilla y funcional, cuyo planteamiento sea

comprensible para cualquier persona que tenga interés en conocer de dicha

resolución, esto es, que garantice al lector, identificar tanto los motivos de

disenso esgrimidos por los accionantes, como la garantía por parte de la

autoridad de realizar un análisis de dichos agravios atento al mayor beneficio

73 Ibid, 30.

42
que se le pueda generar a la parte actora, a través del orden planteado y de

forma precisa respecto o lo que fue objeto del litigio.

(…)

e) Función formativa implícita, no debe perderse de vista que, con

independencia de que las sentencias se dirijan a dirimir conflictos inter partes,

en éstas además se encuentra implícita una función que forma el sentido de

justicia de un país e incluso redefine los parámetros aceptados respecto al

deber ser de una sociedad democrática.”74

Como se evidencia, esas líneas de intervención están pensadas desde una perspectiva

diferente, edificada sobre un paradigma que entiende la labor judicial con un nuevo

enfoque, en la medida que deja atrás esa idea preconcebida del carácter especializado del

sistema. Para poner fin a ese dogma pone al ciudadano y la sociedad como centro de la

administración de justicia, reconociendo que las actuaciones judiciales deben tramitarse

considerando las características particulares del usuario que acude a solicitar la tramitación

de su conflicto. La comunicación, entonces, debe partir de reconocer precisamente las

limitaciones del sujeto que está en frente del funcionario judicial, en este caso, los

consumidores.

Se añade a esto el reconocimiento de que el foro al que se dirige la decisión judicial

no se agota en los sujetos justiciables, lo que tiene implicaciones en cuanto a que la

información contenida en la decisión judicial debe ser cognoscible para el ciudadano

común. De conformidad con lo expuesto, cambios como otorgar al juez un papel más

activo en el proceso y modificar el paradigma de comunicación son mecanismos útiles de

74 Ibid, 30.

43
cara a disminuir la complejidad a la que se ve enfrentado un consumidor que acude al

proceso a litigar en causa propia.

5. LAS VENTAJAS Y DIFICULTADES DE LA ACCIÓN DE PROTECCIÓN

AL CONSUMIDOR TRAMITADA ANTE LA SUPERINTENDENCIA DE

INDUSTRIA Y COMERCIO.

El literal c) del artículo 56 de la Ley 1480 de 2011 y el numeral 1° del artículo 24 del

C.G.P. atribuyen a la Superintendencia de Industria y Comercio facultades jurisdiccionales

para conocer, bajo la acción de protección de protección al consumidor, de las

controversias relativas a la vulneración de los derechos de los consumidores. En este

capítulo se analizará, con base en las barreras expuestas previamente, en qué medida el

proceso de la acción de protección al consumidor y las medidas implementadas por la

Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales de la SIC refuerzan, para un proceso de mínima

cuantía, esos obstáculos o, por el contrario, sirven a su superación.

5.1. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor como un trámite

cuyos costos permiten ventilar controversias de escasa cuantía.

En relación con las variables que se deben analizar para medir los costos de un

proceso (ver 4.1), se encuentra que en el trámite de la acción de protección al consumidor

los costos de iniciación del proceso son, prácticamente, inexistentes. En efecto, para la

presentación de la demanda la SIC ha dispuesto en su página web 75 una herramienta virtual

que le permite al consumidor diligenciar la demanda en su totalidad a través de esta

plataforma, incluso, radicar las pruebas que pretenda hacer valer.

75 https://servicioslinea.sic.gov.co/servilinea/ServiLinea/DemandasProteccion/

44
Es así, que un consumidor que desee presentar una demanda para tramitar un proceso

de protección al consumidor, a diferencia de los procesos judiciales que se surten ante la

Rama Judicial, puede hacerlo sin tener que desgastarse en acudir a la oficina de reparto de

los despachos judiciales (costo de oportunidad) ni incurrir en gastos de papel o gastos de

traslado. A esto debe añadirse que, si bien la SIC no cuenta con un expediente digital, todos

los memoriales y actuaciones del proceso (autos y sentencias) pueden consultarse en línea,

lo que permite al consumidor estar al tanto del trámite sin tener que acudir a las

instalaciones de la Entidad o incurrir en gastos de vigilancia judicial, pues también puede

radicar sus memoriales a través de la dirección de correo electrónico dispuesta por la SIC.

Lo mismo ocurre con la asistencia a las diligencias judiciales, en caso de que no se dicte

sentencia escrita, pues el consumidor puede hacerse parte en estas diligencias a través de

medios virtuales.

Este uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, además de

reducir los costos del proceso, facilita la labor de la SIC como autoridad administrativa con

funciones jurisdiccionales y competencia nacional, pues permite que consumidores que

residen fuera de Bogotá —que es la sede de sus instalaciones— puedan adelantar el trámite

judicial desde su ciudad, garantizando el acceso fácil a la información.

Adicionalmente, en tanto que la gratuidad es uno de los principios de los procesos

civiles (art. 10 del C.G.P.), el consumidor que pretenda demandar tampoco debe pagar

ningún tipo de tasa judicial, por lo que se trata de un costo que tampoco se hace necesario

tener en cuenta. Tampoco debe incurrir el consumidor en gastos de notificaciones

judiciales, pues la SIC se encarga de poner en conocimiento de la parte demandada el auto

admisorio de la demanda (Num. 7, art. 58 de la Ley 1480 de 2011). Lo mismo sucede con

45
los honorarios de abogado, tratándose de procesos de mínima cuantía (de hasta 40

SMLMV), en los que el consumidor puede acudir al proceso sin necesidad de apoderado

judicial.

En lo que atañe a gastos relacionados con la labor probatoria, debe señalarse que

tratándose de procesos por efectividad de la garantía, en línea de principio, corresponde al

consumidor aportar la prueba del defecto (lit. a, num. 5, art. 58 de la Ley 1480 de 2011),

carga que en todo caso no resulta dispendiosa, en la medida en que la SIC maneja un

estándar de prueba laxo respecto de la prueba del defecto, en la medida en que no requiere

del consumidor una prueba técnica o experticia para acreditarlo.

Otra variable que debe tenerse en cuenta es la del tiempo que debe invertir el

consumidor en atender el proceso. Se trata de un costo que, como ya se ha anticipado, es

reducido por el uso de las tecnologías de la información, que permiten al consumidor

atender al trámite judicial sin mayor inversión de tiempo, salvo en lo concerniente a la

preparación de la demanda y, en el caso que no se dicte sentencia escrita, el tiempo para

preparar y asistir virtualmente a la diligencia de juicio.

Finalmente, en lo que atañe a los costos intangibles, dadas las facilidades dispuestas

para el trámite del proceso, así como la posibilidad de que este se pueda agotar, en algunos

casos sin que se cite a audiencia, pone en evidencia que no será mayor el estrés o

emociones negativas que deba soportar el consumidor en casos de poca complejidad, salvo

aquellas frustraciones que se le puedan generar fruto de la obscuridad del lenguaje jurídico

y el formalismo del proceso judicial.

Con todo, si bien existen importantes avances que reducen los costos de este trámite,

no puede pasarse por alto que la aplicación de las reglas de los trámites civiles ordinarios

46
regulados por el C.G.P. genera un impacto que debe ser tenido en cuenta en la valoración

de los costos del proceso protección al consumidor. Se trata de las normas que regulan las

multas por inasistencia a las audiencias (num. 4, art. 372 del C.G.P.) y aquellas

reglamentan la condena en costas (arts. 361 y ss. del C.G.P.). Respecto del primero de los

preceptos normativos mencionados, esta establece que a la parte que no asista a la

audiencia se le impondrá una multa de 5 SMLMV. En lo que atañe a la regulación sobre la

condena en costas, esta se rige por la regla de que la parte vencida debe asumir las costas

del proceso, por lo que un consumidor vencido en juico, hipotéticamente, estaría llamado a

pagar dicho rubro.

5.2. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor soluciona en un

plazo razonable la disputa entre el consumidor y el empresario.

Desde la etapa de iniciación de este proceso se cuenta con tiempos de respuesta

cortos, pues la fase de calificación de la demanda tarda en promedio tan solo 8 días, es

decir, en poco más de una semana el consumidor sabrá si su demanda fue admitida o un

inadmitida. Con posterioridad a la admisión, la Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales se

encarga de notificar rápidamente el auto admisorio de la demanda a los demandados,

trámite que, salvo que existan dificultades para conseguir los datos de notificación, tarda

alrededor de una semana. De esta forma, sumando los 10 días hábiles de traslado con los

que cuenta el demandado para contestar la demanda y el tiempo por el que se corre al

demandante traslado de las excepciones propuestas en la contestación y la objeción al

juramento estimatorio (5 días), la fase de iniciación del proceso se demora

aproximadamente un mes, contado desde el momento en que el consumidor dio inicio a la

acción. Este tiempo puede aumentar en los eventos en que: i) la demanda es inadmitida; ii)

47
hay dificultades para notificar al demandado; y, iii) el demandado presenta recurso de

reposición en contra del auto admisorio de la demanda.

Los tiempos también son razonables en lo que tiene que ver con la duración promedio

de los procesos desde su inicio hasta su culminación, la cual fue para el año 2018 de

aproximadamente 6 meses y 20 días, sin contar aquellos procesos terminados por rechazo

de la demanda, desistimiento o transacción. Lo anterior quiere decir que la terminación de

un proceso de protección al consumidor en Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales de la

SIC, en promedio, tarda la mitad del tiempo establecido por el legislador como la duración

razonable de un proceso en única instancia (art. 121 del C.G.P.).

A esto debe añadirse que, de acuerdo con el inciso final del artículo 390 del C.G.P, el

juez podrá emitir sentencia escrita vencido el término del traslado de la demanda, sin

necesidad de convocar a audiencia, bajo la condición de que no existan más pruebas

pendientes de decretar y practicar, y las mismas sean suficientes para resolver de fondo el

litigio. Como lo ha reconocido la doctrina, se trata de una alternativa que permite arribar a

una decisión en forma más rápida, “pues no será necesario fijar fecha y hora para audiencia,

realizar la misma y tomarse el tiempo de abordar esta.”76

Con todo, la SIC hasta ahora ha mantenido una posición bastante conservadora y en

los eventos en que los demandados solicitan pruebas adicionales, no realiza el análisis de si

aquellas que obran en el expediente son suficientes para fallar, y procede a citar audiencia,

alargando con ello la duración del trámite. Una alternativa a esto, podría ser la de analizar si

las pruebas que aparecen en el expediente son suficientes para fallar y, de así encontrarlo

76 Lizz Dahiam Pacheco Ramírez, “Tutela Judicial Efectiva: una mirada hacia las herramientas que tienen los
consumidores para la defensa de sus derechos” (Trabajo de investigación Máster Oficial en Derecho, Empresa y Justicia,
Universitat de Valencia, 2016), 97.

48
acreditado, rechazar mediante auto el decreto de las pruebas adicionales, y proceder a dictar

sentencia escrita una vez dicha decisión quede ejecutoriada.

Respecto de las ventajas que permiten los breves tiempos de terminación del proceso,

es que la SIC es un juez especializado. Esta situación reduce la complejidad de los casos,

pues quienes fallan los procesos son expertos en los conflictos de consumo, de tal forma

que pueden analizar con mayor facilidad los casos, dado que conocen el derecho aplicable,

lo que les permite arribar a su solución con mayor rapidez.

Adicionalmente a lo expuesto, debe ponerse de presente que, si bien no se trata de

una alternativa a la que se recurra de forma recurrente en los procesos de protección al

consumidor de mínima cuantía, lo cierto es que los consumidores están facultados para

solicitar medidas cautelares (art. 590 del C.G.P.), que, en palabras de la Corte

Constitucional, “son aquellos instrumentos con los cuales el ordenamiento protege, de

manera provisional, y mientras dura el proceso, la integridad de un derecho que es

controvertido en ese mismo proceso. De esa manera el ordenamiento protege

preventivamente a quien acude a las autoridades judiciales a reclamar un derecho, con el

fin de garantizar que la decisión adoptada sea materialmente ejecutada.”77

Así las cosas, en caso de que el consumidor requiera una respuesta inmediata a su

petición, este cuenta con las herramientas necesarias para que se dicten las medidas

pertinentes para salvaguardar su derecho mientras se adelanta el trámite jurisdiccional,

siempre que se cumplan los presupuestos de: “(i) la legitimación o interés para actuar; (ii)

la existencia de la amenaza o la vulneración del derecho - periculum in mora -; (iii) la

77 Corte Constitucional de Colombia. STC C-379 de 2004. Magistrado Ponente: Alfredo Beltrán Sierra.

49
apariencia de buen derecho - fumus boni iuris -; y, (iv) la necesidad, efectividad y

proporcionalidad de la medida.”78

De otra parte, si bien los términos de respuesta actualmente son razonables, lo cierto

es que existen algunos riesgos que pueden generar un aumento en la definición de estas

controversias como lo son: i) el aumento de las demandas de protección al consumidor; y,

ii) la procedencia del llamamiento en garantía en los procesos de protección al consumidor.

Respecto del primero de los riesgos, las estadísticas reflejan que la demanda de

justicia en los procesos de protección al consumidor aumento en un porcentaje cercano al

7% entre 2017 y 2018. Si bien, en el corto plazo, esta situación puede no generar mayor

impacto, lo cierto es que en el mediano plazo se trata de una contingencia que puede

generar congestión judicial al interior de la Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales de la

SIC, especialmente, en caso de que la planta de personal no aumente a un ritmo que permita

cubrir la nueva demanda.

El segundo de los riesgos, en caso de concretarse, puede generar en el corto plazo un

impacto negativo en los tiempos de respuesta. Como se profundizará más adelante,

actualmente existe un importante debate judicial respecto de la procedencia del

llamamiento en garantía en las acciones de protección al consumidor que se ventilan ante la

SIC. Si bien hasta ahora la doctrina constante de la SIC ha sido la de rechazar el

llamamiento en garantía79, lo cierto es que su superior funcional –el Tribunal Superior de

Distrito Judicial de Bogotá (Sala Civil)—, en algunos pronunciamientos80, y más

78 Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-284847. Auto No. 4068 de 21 de enero de
2019.
79 La posición de la Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales de la SIC en este punto se encuentra recogida en la siguiente

providencia: Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-141239. Auto No. 37286 de 12
de abril de 2019.
80 Tribunal Superior de Bogotá, Sala de Decisión Civil. Proceso Rad. No. 11001220300020190054200. Sentencia de

Tutela de 11 de abril de 2019. Magistrado Ponente: Jaime Chavarro Mahecha.

50
recientemente la Corte Suprema de Justicia81, han tomado una posición contraria,

ordenando dar trámite al llamamiento en garantía.

Ahora bien, para entender el impacto que puede generar en los tiempos para la

culminación del proceso la admisión del llamamiento en garantía resulta necesario entender

los siguientes puntos: i) el llamamiento en garantía supone la presentación de una nueva

demanda; ii) el llamamiento en garantía supone la vinculación de una nueva parte al

proceso; iii) el llamamiento en garantía supone otorgar la oportunidad a la nueva parte que

ingresa al proceso de participar en el debate procesal; y, iv) el llamamiento en garantía

supone que el juez se pronuncia sobre unas nuevas pretensiones.

El hecho de que el llamamiento en garantía implique la presentación de una nueva

demanda, impone que, al igual que se sucede con la demanda inicial, el juez deba

pronunciarse sobre su admisión y que, en caso de no cumplir con los requisitos formales,

deba inadmitirse para que el llamante la subsane.

Una vez admitida la demanda del llamamiento en garantía, esta debería notificarse

por las vías ordinarias al llamado en garantía, esto es, mediante notificación personal (Arts.

290 y 291 del C.G.P.) y, en su defecto, notificación por aviso (art. 292 del C.G.P.)82. Lo

anterior, en la medida en que, tratándose de una participación que es extraña al derecho del

consumo, no serían aplicables las normas previstas particularmente para la acción de

protección al consumidor (art. 58 de la Ley 1480 de 2011). Así, en la medida en que dicha

regulación corresponde a una expresión particular del carácter adjetivo de la tutela a la

parte débil de la relación de consumo, esta se desnaturalizaría al emplearla en una acción

autónoma que es la promovida por el empresario demandado (llamante) en contra del


81 Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Civil. Proceso Rad. No. 11001220300020190054201.
Sentencia de Tutela de 29 de mayo de 2019. Magistrado Ponente: Luis Alonso Rico Puerta.
82 En caso de no conocerse la dirección, se podrá recurrir al emplazamiento (art. 293).

51
tercero, normalmente también empresario (llamado), que se trae al proceso por la vía del

llamamiento en garantía.

Este trámite genera lo que la doctrina denomina el “estancamiento del proceso por

causa del llamamiento en garantía”, respecto del cual se explica que: “[c]omo el llamado

en garantía generalmente debe ser notificado en forma personal (CGP. art 290), diligencia

que exige una actividad que puede durar algún tiempo (CGP, arts. 291 y 202), el proceso

no puede avanzar hasta tanto se logre la notificación, para que el llamado pueda

participar en el debate procesal y le sea oponible lo que se resuelva en el fallo.”83

Surtido el proceso de notificación, el llamado en garantía contará con el mismo

término de la contestación de la demanda (10 días en los trámites de mínima cuantía) para

contestar la demanda, el llamamiento y solicitar las pruebas que pretenda hacer valer (art.

66 del C.G.P.), de estos escritos deberá correrse en los mismos términos señalados

previamente. No puede pasarse por alto, que llamado en garantía podrá, a su vez, llamar a

otros sujetos en garantía, caso en el cual se surtirá de nuevo el trámite explicado en líneas

anteriores.

De acuerdo con lo expuesto al momento de estudiar el plazo razonable de duración

del proceso (ver 4.2), no cabe duda alguna que la admisión del llamamiento en garantía

aumenta la complejidad del trámite judicial, no solo por las consecuencias que implica la

participación de un nuevo sujeto (su vinculación, nuevas pruebas, etc.), sino por la

ampliación del debate, pues el juez deberá ahora resolver sobre las pretensiones contenidas

en el llamamiento en garantía. Añádase que la complejidad no está solo dada por el hecho

de tener que decidir sobre estas nuevas pretensiones, sino que, por versar las pretensiones

83 Miguel Enrique Rojas, Lecciones de Derecho Procesal - Tomo II – Procedimiento Civil (Bogotá, ESAJU, 2017), 111.

52
del llamamiento en garantía sobre cuestiones ajenas a la temática en que la que es experta la

SIC, esto es, la violación de los derechos de los consumidores, se pierde la ventaja que

otorga ser un juez especializado.

Así las cosas, si bien actualmente los trámites de protección al consumidor presentan

una duración razonable, deben considerarse los importantes riesgos que se presentan de que

dichos tiempo se alarguen, situación que perjudicaría gravemente a los consumidores.

5.3. El proceso jurisdiccional de protección al consumidor conserva buena

parte de los misterios y formalidades de los procesos civiles tradicionales.

Si bien es cierto que el proceso jurisdiccional de protección al consumidor tiene unas

características particulares que lo distinguen de los trámites judiciales convencionales, así

como la implementación que ha hecho la SIC de esa acción ha impactado favorablemente

en reducir la complejidad del procedimiento, no es menos cierto que se trata de un juicio

regido, en una parte importante, por la reglamentación del Código General del Proceso.

En los siguientes acápites se analizarán los “puntos positivos y negativos” del proceso

jurisdiccional de la acción de protección al consumidor, para hacer visible la necesidad de

cambios en algunos de los aspectos que generan los resultados negativos presentados

previamente.

5.3.1. La cara amigable del proceso jurisdiccional de protección al

consumidor.

Como se anticipara, existen en el trámite de la acción de protección al consumidor

una serie de manifestaciones de una visión del derecho procesal protectora de la parte débil

de la relación de consumo, las cuales actualmente son aplicadas por la Superintendencia de

Industria y Comercio. Estas manifestaciones se podrían clasificar en las siguientes: i) las

53
relativas a flexibilización de las formalidades; ii) las relacionadas con relativización del

carácter dispositivo del proceso civil, iii) las relativas a la inadmisión de actuaciones que

generen dificultades y dilaciones innecesarias en la efectividad de los derechos de los

consumidores; y, iv) las actuaciones para hacer efectivo el cumplimiento de las decisiones

judiciales de protección al consumidor.

5.3.1.1. Flexibilización de las formalidades.

Un ejemplo de estas primeras manifestaciones, lo constituye la visión más flexible

que ha adoptado la SIC respecto de la exigencia de que la demanda de la acción de

protección al consumidor deba cumplir con los requisitos formales previstos en el artículo

82 del Código General del Proceso. Esta forma de analizar los requisitos de formas, en no

en pocas oportunidades, es controvertida por los abogados de las empresas demandadas

mediante recurso de reposición en contra del auto admisorio (procesos de mínima cuantía)

o la proposición de la excepción previa de inepta demanda (procesos de menor y mayor

cuantía).

Para sostener este criterio y evitar que más demandas de las que ya se rechazan por

esta razón dejen de ser tramitadas (ver 3), la SIC ha sostenido que no es cualquier error el

que da lugar a la irregularidad ineptitud de la demanda, a ese respecto se han expuesto las

siguientes consideraciones:

“De otra parte, en lo que refiere a la denunciada ineptitud de la demanda

por falta de requisitos formales por “error en cuanto a la identificación de las

partes” y “falta del requisito formal de identificar correctamente la cuantía”,

debe ponerse de presente que no es cualquier error el que da lugar a la

irregularidad alegada por la demandante. Sobre ese particular, la

54
jurisprudencia ha establecido que lo que hace inepta la demanda es “la

imposibilidad o dificultad suma para desentrañar su verdadero sentido y fijar

sus verdaderos alcances (…). Recuérdese que la ley lo que exige es una

demanda que no imposibilite definitivamente su entendimiento. Perspectiva

desde la cual se puede afirmar que el requisito consiste en que el libelo se

ajuste a unas condiciones mínimas y no en que esté incomparablemente

logrado.”84

Este pronunciamiento jurisprudencial resulta plenamente concordante

con el carácter instrumental que se ha reconocido desde la Constitución

Política a las formas procesales, en cuanto a medio para la realización del

derecho sustancial. Desde esa perspectiva es que se ha establecido que una

aplicación extremadamente rigurosa de las formalidades consagradas en las

normas adjetivas produce lo que la doctrina constitucional ha denominado

como un “exceso ritual manifiesto”. Se trata de un defecto que “se presenta

cuando el funcionario judicial, por un apego extremo y una aplicación

mecánica de las formas, renuncia conscientemente a la verdad jurídica objetiva

patente en los hechos, derivándose de su actuar una inaplicación de la justicia

material y del principio de la prevalencia del derecho sustancial”.85

En línea con lo anterior, la doctrina del derecho procesal ha reconocido

la existencia de un moderno criterio de interpretación de las normas de

procedimiento, al que se le ha denominado como el principio de interpretación

84 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, M.P: Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo, Sentencia de 18 de
marzo de 2002, Exp. 6649
85 Corte Constitucional. Sentencia T-234 de 2017. M.P. María Victoria Calle Correa.

55
“pro actione”. En relación con este canon hermenéutica (sic) se ha expuesto

por algunos autores nacionales lo siguiente:

“La lectura de las normas procesales debe hacerse de conformidad con

las disposiciones constitucionales y sin olvidar que en todo proceso existe un

compromiso de un derecho fundamental, que es el derecho a obtener la tutela

efectiva de parte del juez competente, llamado juez natural.

Este derecho apareja el principio de la interpretación pro actione, que

consiste en una pauta hermenéutica por virtud de la cual, de conformidad con

los principios y valores constitucionales, las normas procesales deben ser

interpretadas en el sentido más favorable para la efectividad del derecho a la

tutela judicial, lo que conlleva la repulsa de los formalismos injustificados y

desproporcionados, precisamente por no armonizar con la teleología del

proceso y resultar extraños a la misma Carta, que, sin lugar a dudas y dado su

carácter normativo, es el primer código procesal del país, ya que los

principios, derechos y garantías que contiene son verdaderas prescripciones

normativas integradas al ordenamiento.”86

Es este precisamente el criterio de interpretación de las normas

procesales acogido por el Código General del Proceso en su artículo 12, bajo

el tenor que se cita:

“Al interpretar la ley procesal el juez deberá tener en cuenta que el

objeto de los procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por

la ley sustancial. Las dudas que surjan en la interpretación de las normas del

86Cruz Suárez, José Antonio. Las formas procesales civiles y su distorsión, en obra colectiva: Puesta en práctica del
Código General del Proceso. Ed. Universidad de los Andes & Legis. p. 462 (2018)

56
presente código deberán aclararse mediante la aplicación de los principios

constitucionales y generales del derecho procesal garantizando en todo caso el

debido proceso, el derecho de defensa, la igualdad de las partes y los demás

derechos constitucionales fundamentales. El juez se abstendrá de exigir y de

cumplir formalidades innecesarias.”

Este análisis pone claramente en evidencia, que a la luz del derecho

colombiano las formalidades establecidas por la ley procesal no tienen valor

en sí mismas consideradas, sino que su relevancia necesariamente tiene que ser

considerada respecto de la prerrogativa sustancial a cuya realización sirven de

medio. De ahí que el juez debe hacer una interpretación y aplicación de las

ritualidades que tenga como eje fundamental la materialización de los

derechos de las partes implicadas, de tal forma que omisiones intrascendentes

o anodinas de las solemnidades no pueden servir de impedimento para

realización de la tutela judicial efectiva de quienes acuden ante la

administración de justicia.

(…)

En consecuencia, es claro que esta excepción no está llamada a

prosperar por el motivo estudiado, pues se funda en la pretensión de que el juez

exija de manera excesiva e innecesaria el cumplimiento respecto de una

formalidad procesal, perdiendo de vista que la finalidad de dicho precepto fue

57
cumplida adecuadamente con la citación de la parte y su efectiva vinculación

al proceso para ejercer su defensa.”87

También es muestra de la flexibilización de las formalidades, la interpretación amplia

que ha hecho la Superintendencia de Industria y Comercio en relación con la aplicación del

parágrafo del artículo 318 del Código General del Proceso, que establece:

“Cuando el recurrente impugne una providencia judicial mediante un

recurso improcedente, el juez deberá tramitar la impugnación por las reglas

del recurso que resultare procedente, siempre que haya sido interpuesto

oportunamente.”

Respecto de esta norma, la mencionada autoridad judicial ha sostenido la doctrina de

adecuar el memorial mediante al cual se presenta alguna objeción o reparo en contra de

alguna de sus providencias al recurso procedente, sin importar la denominación o usada,

incluso en aquellos eventos cuando se propone la revocatoria directa, como si se tratara de

un acto administrativo88.

De esta forma se facilita que el consumidor que desconoce la técnica del proceso

judicial pueda litigar en causa propia, así como se reduce el número de demandas que dejan

de ser tramitadas por deficiencias formales. Estos ejemplos, constituyen una muestra de

cómo la actividad judicial, de cierta forma, permite que un proceso rígido y formalista, en

alguna medida, se ajuste a la realidad de personas litigantes en causa propia.

87 Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-152438. Auto No. 115081 de 19 de
noviembre de 2018.
88 Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-73675. Auto No. 114692 de 16 de

noviembre de 2018.

58
5.3.1.2. Relativización del carácter dispositivo del proceso civil.

Si bien el Código General del Proceso hizo un avance significativo en esta materia, al

consagrar entre sus principios orientadores como el de la “igualdad de las partes” (art. 4),

de acuerdo con el cual “[e]l juez debe hacer uso de los poderes que este código le otorga

para lograr la igualdad real de las partes”, no es menos cierto que la aplicación de esta

norma está supeditada en buena medida al criterio del juez. En esa medida, la visión del

fallador sobre el proceso y el rol que este debe jugar en la resolución de una disputa será

determinante en los efectos que producirá este principio.

De ahí que, a pesar de representar un avance, lo cierto es que en materia de consumo

la regla general, debe ser el del uso de los poderes del juez para lograr equilibrar las

grandes diferencias que existen entre los intervinientes, considerando el desequilibrio que

caracteriza la relación de consumo y el perfil de conflictividad que se presenta en estas

disputas.

Una muestra de esa visión tuitiva, es la aplicación que se ha hecho del deber de

interpretar la demanda (num. 5, art. 42 del C.G.P.) en los siguientes términos:

“Para resolver lo que atañe a este argumento, fundado en que el

Despacho varió las pretensiones formuladas por el demandante, pasando de

una resolución contractual por incumplimiento con indemnización de

perjuicios a una acción de protección al consumidor por la garantía legal,

encuentra el Despacho necesario descender a analizar lo correspondiente al

deber de interpretación de la demanda que pesa en cabeza del juez, el cual

tiene un mayor alcance cuando se trata de asuntos contenciosos derivados de

la violación de los derechos de los consumidores, pues en estos casos debe

59
considerarse el carácter constitucional de la protección a la parte débil de la

relación de consumo, así como la relativización del principio de congruencia

establecida por el legislador (num. 9°, art. 58 de la Ley 1480 de 2011).

Respecto de esta carga en cabeza del juzgador, la Corte Constitucional

ha reconocido que se trata de un deber de origen constitucional, en tanto que

“el ordenamiento jurídico demanda por parte de los jueces de la Constitución

de 1991 un papel activo, consistente en revisar la demanda, los hechos y las

pretensiones y en consecuencia, darle el trámite que más se ajuste a la

situación planteada. Esto tiene como propósito que el operador judicial oriente

a las partes en el proceso y garantice los derechos y garantías procesales que a

los sujetos procesales les asiste.”89

Como se colige de la cita traída a colación, se trata de una consideración

que encuentra sustento en preceptos constitucionales como aquellos que

regulan el derecho de acceso a la administración de justicia (art. 229 C.P.C.),

el debido proceso (art. 29 C.P.C.) y la prevalencia del derecho sustancial

respecto de las normas procedimentales (art. 229 C.P.C.), en cuanto a que el

objeto de la administración de justicia es el “de hacer efectivos los derechos,

obligaciones, garantías y libertades consagrados en ellas, con el fin de realizar

la convivencia social y lograr y mantener la concordia nacional.” (art. 1° de la

Ley 270 de 1996).

Dentro de este marco constitucional, el legislador del Código General

del proceso consagró en el numeral 5° del artículo 42 de dicha codificación

89
Corte Constitucional. Sentencia T-574 de 2016. M.P. Alejandro Linares Cantillo.

60
adjetiva, la interpretación de la demanda como uno de los deberes del juez,

bajo el siguiente tenor:

“Son deberes del juez:

5. Adoptar las medidas autorizadas en este código para sanear los vicios

de procedimiento o precaverlos, integrar el litisconsorcio necesario e

interpretar la demanda de manera que permita decidir el fondo del asunto.

Esta interpretación debe respetar el derecho de contradicción y el principio de

congruencia.” (Negrillas fuera del texto original).

En relación con este tópico la jurisprudencia nacional ha establecido que

el fallador, en el laborío hermenéutico del escrito de la demanda, únicamente

se encuentra atado por los hechos que sirven de fundamento a las pretensiones,

sin que el sustento jurídico esbozado por el accionante o los vocablos

utilizados en la redacción del petitum puedan erigirse como un obstáculo para

desatar el litigio de fondo, puesto que “el juez tiene el deber de desentrañar el

verdadero y más equitativo sentido de la demanda, por supuesto, sin

distorsionarla”90.

(…)

De conformidad con lo expuesto, no cabe duda de que el juez no puede

permanecer estático o apático respecto de la tarea de desentrañar la real

intención de la persona que acude ante la administración de justicia con la

finalidad de que se hagan efectivos sus derechos, pues de lo contrario estaría

denegando la prerrogativa al ciudadano a una verdadera tutela judicial

90
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 16 de julio de 2008. M.P. Pedro Octavio Munar Cadena.

61
efectiva (art. 2° del C.G.P.). De tal forma que cuando surjan dudas respecto de

lo perseguido por el accionante con la demanda, resulta imperativo que el juez

ausculte, siguiendo las pautas señaladas, el memorial que le ha sido

presentado, de tal forma que fije aquel sentido que más se ajuste a la voluntad

de su autor.

(…)

Ahora bien, este deber del juez encuentra particular relevancia cuando

de lo que se trata es del análisis de la demanda promovida para ejercer la

acción de protección al consumidor. Lo anterior, debido a que dicho

mecanismo procesal representa una manifestación del carácter poliédrico de la

tutela dispensada por la Constitución Política al consumidor, la cual incorpora

aspectos de orden adjetivo91, que deben ser entendidos en el marco de la

finalidad y teleología que inspira esta disciplina jurídica. En ese sentido, no se

puede pasar por alto que las raíces del derecho del consumo se hunden en lo

que se conoce como el principio favor debilis, de expresa consagración en el

artículo 13 C.P.C., el cual determina una protección especial a favor de

aquellos sujetos o grupos tradicionalmente marginados y que, a su vez, informa

otras normas, como la que eleva a rango constitucional la protección de los

consumidores (art. 78 C.P.C.).

(…)

Así las cosas, considerando que la Ley 1480 de 2011 tiene como uno de

sus objetivos “proteger, promover y garantizar la efectividad y libre ejercicio

91
Corte Constitucional. Sentencia C-1141 de 2000. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.

62
de los derechos de los consumidores”, en lo que constituye una manifestación

concreta de la tutela jurisdiccional efectiva (art. 2° del C.G.P.) y la prevalencia

del derecho sustancial sobre el adjetivo (art. 11 del C.G.P.), el juez debe

procurar que los mecanismos procedimentales previstos por el legislador, en el

marco del debido proceso, sean útiles a la materialización de las prerrogativas

de los consumidores. Esta relectura del proceso judicial impone el uso de las

facultades a cargo del juez para lograr una justicia útil y efectiva, en la que se

garantice a todos los intervinientes en el trámite jurisdiccional el debido

proceso y la posibilidad de controvertir las pruebas y alegaciones de su

contraparte, pero nivelando la “desigualdad de armas” que es el reflejo de la

asimetría entre los extremos de la relación de consumo al campo del proceso

judicial.

En consecuencia, el trámite judicial de la acción de protección al

consumidor constituye un espacio particularmente propicio para la aplicación

de la disposición rectora del Código General del Proceso que se pronuncia a

favor de la igualdad de las partes, en la que se establece que el “juez debe

hacer uso de los poderes que este código le otorga para lograr la igualdad real

de las partes”, dentro los cuales se encuentra aquel correspondiente a la

interpretación de la demanda. De ahí que, en la tarea hermenéutica de la

demanda que da inicia al proceso contencioso que versa sobre la vulneración

de los derechos del consumidor, el juez deba actuar con especial esmero en

dilucidar la verdadera voluntad del sujeto que acude ante la administración de

justicia.

63
De tal forma que, si el fallador encuentra que de las pretensiones

elevadas y el relato sobre los hechos, así como de las diferentes

manifestaciones sobre la vulneración a sus derechos y la tutela solicitada, se

evidencia que se trata de un conflicto que se versa sobre algunos de los

aspectos previstos en el Estatuto del Consumidor y comprendidos en la acción

de protección al consumidor (art. 56 de la Ley 1480 de 2011), deberá encauzar

la controversia de tal forma que el litigio se centre sobre esa materia.”92

Como se observa en el pronunciamiento citado, la SIC, además de fijar el alcance de

la interpretación de la demanda en las controversias de consumo, sentó el principio de que

los procesos de protección al consumidor constituyen un campo fértil para la aplicación de

los deberes del juez (art. 42 del C.G.P.), decisión que, sin duda, se compadece con la

realidad de este tipo de contiendas, caracterizadas por el enfrentamiento de un litigante

ocasionales en contra de un litigante frecuente.

Otra manifestación de la relativización del carácter dispositivo del proceso civil se

evidencia en la facultad que se otorga la SIC para individualizar y vincular al productor o

proveedor en los términos del numeral 6° del art. 58 del Código General del Proceso, que

dispone que con base en la información suministrada por el consumidor sobre el sitio en

donde adquirió el producto, u otros datos relevantes, “[l]a Superintendencia de Industria y

Comercio adelantará las gestiones pertinentes para individualizar y vincular al proveedor

o productor.”

Esta facultad concedida por el legislador al juez de consumo, además de su incidencia

respecto de la tramitación de la demanda, permite solucionar algunas de las dificultades en

92Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-71503. Auto No. 17860 de 26 de febrero
de 2019.

64
las que se halla el consumidor que desconoce la identificación del empresario del que ha

adquirido el producto (problemas de blaiming) o su nueva ubicación.

Además, para el trámite de notificación de las providencias en el marco del proceso

de la acción de protección al consumidor también se establece una nueva modalidad de

comunicar las decisiones. Se trata de lo reglado en el numeral 7° del art. 58 del Estatuto

del Consumidor, que establece:

“Las comunicaciones y notificaciones que deba hacer la

Superintendencia de Industria y Comercio podrán realizarse por un medio

eficaz que deje constancia del acto de notificación, ya sea de manera verbal,

telefónica o por escrito, dirigidas al lugar donde se expendió el producto o se

celebró el contrato, o a la que aparezca en las etiquetas del producto o en las

páginas web del expendedor y el productor, o a las que obren en los

certificados de existencia y representación legal, o a las direcciones

electrónicas reportadas a la Superintendencia de Industria y Comercio, o a las

que aparezcan en el registro mercantil o a las anunciadas en la publicidad del

productor o proveedor.”

Con base en dicha norma, la SIC se ha hecho cargo de la notificación del auto

admisorio de la demanda, así como ha tomado medidas para comunicar la notificación por

estado de ciertas providencias trascendentales para el proceso, como lo son el auto que

inadmite la demanda o el que fija fecha para la realización de las audiencias de trámite,

dispensando con ello al demandante de la cargas que tendría de realizar la notificación del

auto admisorio y hacer seguimiento constante al proceso, facilitando así que el trámite

judicial curse con prontitud y regularidad.

65
5.3.1.3. Las relativas a la inadmisión de actuaciones que generen

dificultades y dilaciones innecesarias en la efectividad de los

derechos de los consumidores

Como se anticipara, un tópico que ha generado gran discusión en los estrados

judiciales es el del rechazo por parte de la SIC de llamamiento en garantía promovido por

los sujetos demandados respecto de otros de los sujetos obligados solidariamente a

responder por la efectividad de la garantía.

Al margen de que hasta ahora la posición de la Entidad ha tenido como principal

fundamento la carencia de facultades jurisdiccionales para conocer de los conflictos entre

empresarios que se suscitan por la vía del llamamiento en garantía, lo cierto es que la SIC

también ha apoyado sus decisiones en la inadmisibilidad de actuaciones innecesarias para la

efectividad de los derechos de los consumidores, como lo es el llamamiento en garantía

entre obligados solidarios, en los siguientes términos:

“…tratándose del trámite de la acción de protección al consumidor, la

Ley 1480 de 2011 constituye norma de aplicación prevalente tanto en lo

sustantivo como en lo procedimental, según se deriva de lo previsto en el inciso

4° del artículo 4° de dicho cuerpo legislativo, que prevé que la codificación

procesal (Código General del Proceso) es aplicable, exclusivamente, de

manera supletiva, esto es, en lo no previsto en el Estatuto del Consumidor. Por

lo que incluso la procedencia, en el marco de la acción de protección al

consumidor, de la intervención formulada a través de un llamamiento en

garantía ajena al derecho del consumo, debe analizarse y resolverse de

acuerdo con los principios generales del Estatuto del Consumidor y la regla

66
hermenéutica prevista en la Ley 1480 de 2011, esto es, de la forma que resulte

más favorable al consumidor.

(…)

Así las cosas, considerando que la Ley 1480 de 2011 tiene como uno de

sus objetivos “proteger, promover y garantizar la efectividad y libre ejercicio

de los derechos de los consumidores”, en lo que constituye una manifestación

concreta de la tutela jurisdiccional efectiva (art. 2° del C.G.P.) y la prevalencia

del derecho sustancial sobre el adjetivo (art. 11 del C.G.P.), el juez debe

procurar que los mecanismos procedimentales previstos por el legislador, en el

marco del debido proceso, sean útiles a la materialización de las prerrogativas

de los consumidores, por lo que cualquier duda debe interpretarse de la forma

que resulte más favorable al consumidor.

En ese orden de ideas, la economía procedimental, no puede ser

comprendida de la misma forma en que es tratada en el marco de cualquier

trámite jurisdiccional, pues debe tenerse en cuenta la particular finalidad y

naturaleza de esta acción. En efecto, si, precisamente, lo que el legislador

quiso al consagrar una acción particular para que se ventilaran las

controversias en materia de consumo fue el de proveer al sujeto protegido por

esta normativa de un trámite expedito, ágil y eficiente, es claro que las

intervenciones que hagan más dispendioso el trámite judicial y que, además,

resultan innecesarias para lograr la efectividad del derecho del consumidor

deben ser negadas por erigirse en una barrera para la pronta materialización

67
de la protección reclamada, como así lo ha reconocido la doctrina nacional en

los siguientes términos:

“…propugnar que en esta acción se permita el llamamiento en garantía

sería patrocinar una acción que no protegiera a los consumidores sino a los

comerciantes, que comenzarán a realizar los llamamientos en garantía a los

productores, que en la mayorías de los caos se encuentran en otros países, y

por el mismo camino, dichos productores a su vez realizarán llamamientos en

garantía a otras sociedades, aspecto que a la postre perjudica al consumidor,

que tiene la expectativa y la confianza en que la administración de justicia

decida sobre la vulneración de sus derechos. Por ello, se repite, esta no es la

filosofía de la acción de protección al consumidor regulada en el artículo 58

del Estatuto.”93

Así las cosas, ciertamente una intervención como la solicitada, además

de no encontrarse dentro de la órbita competencial de la Superintendencia de

Industria y Comercio, tampoco tiene cabida en el marco de la acción de

protección al consumidor, pues su procedencia resultaría contraria a los

principios y reglas interpretativas previstas en la Ley 1480 de 2011, en la

medida en que el proceso de protección al consumidor es un mecanismo

especialmente creado por el legislador para facilitar al sujeto protegido por la

Constitución y la ley la realización de sus derechos, de lo que se concluye que

93
Carlos Iván Moreno, Acción del consumidor, procedimientos de consumo y sujetos demandados: análisis comparado entre las
legislaciones italiana, española y Colombia (Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2018), 125.

68
el trámite de esta acción no es el foro para la discusión de las controversias

que se suscitan entre empresarios.”94

Este pronunciamiento resulta crucial respecto del alcance que tienen los principios

rectores del Estatuto del Consumidor de cara a la aplicación de las normas procedimentales,

las cuales deben ser leídas e interpretadas a la luz de las preceptos tuitivos del consumo,

llegando a darle una nueva significación a principios como el de economía procesal, que en

este marco debe entenderse ligado a alcanzar con prontitud la materialización de los

derechos de los consumidores.

No obstante lo anterior, el Tribunal Superior de Bogotá95 y la Sala de Casación Civil

de la Corte Suprema de Justicia96, desde una visión más apegada al derecho procesal civil

tradicional y desconociendo el carácter particular de esta manifestación adjetiva de la tutela

constitucional a los consumidores, han ordenado a la SIC tramitar el llamamiento en

garantía que formulan los empresarios demandados en contra de otros empresarios.

Respecto de estas sentencias, se puede apreciar que aquellas prescinden totalmente

del análisis del trámite de esta acción a la luz de los desarrollos constitucionales y

principios legales que rigen el derecho de consumo, en la medida en que, al parecer,

entienden que se trata de una controversia exclusivamente de índole procesal. En las

consideraciones de la sentencia, la Corte Suprema de Justicia expuso:

“Nótese que además del proveedor, el productor del bien cuya garantía

es objeto de reclamación, hace parte de la cadena de consumo y las relaciones

94 Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia. Proceso Rad. No. 18-141239. Auto No. 37286 de 12 de abril
de 2019.
95 Tribunal Superior de Bogotá, Sala de Decisión Civil. Proceso Rad. No. 11001220300020190054200. Sentencia de

Tutela de 11 de abril de 2019. Magistrado Ponente: Jaime Chavarro Mahecha.


96 Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sala de Casación Civil. Proceso Rad. No. 11001220300020190054201.

Sentencia de Tutela de 29 de mayo de 2019. Magistrado Ponente: Luis Alonso Rico Puerta.

69
que existen entre uno y otro miembro de la misma, están sujetas al principio de

simetría funcional contemplada en el precitado artículo 24 del estatuto

procedimental general, según el cual los jueces y las autoridades

administrativas, en ejercicio de funciones jurisdiccionales, deben tramitar las

acciones por las mismas vías procesales. Aunado a lo anterior, la definición de

responsabilidades entre proveedor y productor, en momento alguno tiende a

perjudicar al consumidor, sino que, por el contrario, éste tendrá mayor

expectativa de que su pretensión puede llegar a ser satisfecha.

Ahora, si bien la sentencia C-1141 de 2000, que estudió la

constitucionalidad del Decreto 3466 de 1982, avala que sea el proveedor o

distribuidor quien responda ante el consumidor, la situación que contempla el

actual Estatuto del Consumidor autoriza al afectado para reclamar la garantía

respecto del fabricante, en tanto éste también está en la obligación de asumir

su responsabilidad frente a la calidad e idoneidad del producto.

De este modo, así como al adquirente de un bien le asiste interés para

extender los efectos de su demanda al productor o fabricante, correlativamente

el proveedor tiene la facultad de llamarlo en garantía en caso de que no

hubiera sido vinculado directamente, todo lo cual redunda no solo en favor del

consumidor, sino del demandado inicial y de la propia administración de

justicia, en tanto se atiende eficazmente el principio de la economía procesal

según lo advierten las sentencia C-482 de 2002 y C-338 de 2006, entre otras, y

con pleno respeto por la prevalencia del derecho sustancial y las restantes

garantías procesales.”

70
Esta aproximación, además de desconocer el carácter poliédrico de la protección

constitucional a los consumidores, resulta lesiva para la efectividad de los derechos de estos

sujetos en el marco de la acción jurisdiccional que, hasta la nueva posición sentada por las

referidas autoridades judiciales, se encontraba reservada para tramitar las controversias

entre consumidores y empresarios. Lo anterior, pues como se había anticipado, la admisión

del llamamiento en garantía impacta de forma relevante el tiempo del trámite de la acción

de protección al consumidor, en grave detrimento de la celeridad que requieren este tipo de

procesos. Además, la participación de un nuevo sujeto integrante del extremo pasivo de la

litis hará más gravosa la situación del consumidor, quien se verá ahora obligado a defender

sus intereses frente a dos litigantes frecuentes, seguramente representados en el proceso por

sus abogados, acentuando los efectos adversos de esta situación (ver 4.3).

Se observa entonces, que ante la configuración actual de la acción de protección al

consumidor, regida en buena parte por las normas del Código General del Proceso, la

efectividad del mecanismo procesal, para infortunio de la parte débil de la relación de

consumo, estará en buena medida supeditada a la postura del juez, como se aprecia de lo

expuesto.

5.3.1.4. Las actuaciones para hacer efectivo el cumplimiento de las

decisiones judiciales de protección al consumidor

Finalmente, debe señalarse que, a diferencia de cualquier otro trámite judicial, dentro

del procedimiento especial previsto para la acción de protección al consumidor el legislador

fijó una fase particular para hacer efectivas las sentencias que se encuentra la prevista en el

numeral 11 del art. 58 de la Ley 1480 de 2011. En dicha norma se hace referencia a las

71
sanciones que puede imponer el juez competente cuando se incumple la orden impartida en

la sentencia, que corresponde a un séptimo del salario mínimo por cada día de retardo.

Actualmente la SIC realiza oficiosamente la verificación del cumplimiento de lo

ordenado en las sentencias proferidas por la Delegatura para Asuntos Jurisdiccionales,

facilitando con ello la realización del derecho del consumidor, pues, sin perjuicio de que

este pueda acudir al proceso ejecutivo para lograr la ejecución forzada de las obligaciones

contenidas en la sentencia, cuenta con un proceso en el que no tiene que desgastarse

presentando una nueva demanda, sino que en el marco del mismo trámite de la acción de

protección al consumidor están dadas las herramientas para coaccionar al empresario

condenado al cumplimiento.

5.3.2. El lado oscuro del proceso jurisdiccional de protección al

consumidor.

Los misterios que conserva el proceso jurisdiccional de la acción de protección al

consumidor y que dificultan que este constituya un mecanismo efectivo para la

materialización de los derechos de los consumidores se pueden clasificar de la siguiente

forma: i) ritualismos provenientes del proceso civil tradicional; ii) cargas del consumidor

derivadas del carácter dispositivo del proceso civil tradicional; iii) la complejidad del

lenguaje jurídica y el litigio en causa propia; y, iv) dudas sobre la competencia de la SIC.

5.3.2.1. Ritualismos provenientes del proceso civil tradicional.

En contraste con lo estudiado al momento de analizar los correctivos que se han

tomado en el derecho europeo para facilitar el acceso a los consumidores a la justicia con el

proceso de escasa cuantía, debido a que en el trámite judicial se aplican de manera

indistinta reglas pensadas para los procesos jurisdiccionales ordinarios, como lo son las

72
relativas a los requisitos de la demanda (art. 82 del C.G.P.), a pesar de los esfuerzos de la

SIC por interpretar de manera flexible esas exigencias, el 55% de las presentada en 2018

demandas fueron inadmitidas (28.558), y el 42% rechazada (21.623) por no subsanar o por

no subsanar adecuadamente.

Se evidencia así la dificultad advertida por una autora nacional, que reconoce que la

exigencia de una demanda en forma, “[a]un cuando parecen sencillos y cualquier

profesional del derecho le serían fáciles, lo cierto es que, para el consumidor promedio no

le es fácil entenderlos y, esto lleva a que se tenga un gran porcentaje de los reclamos

formulados por los consumidores sean inadmitidos y posteriormente rechazados.”97

En algún momento la SIC, con el ánimo de que el reclamo de justicia no se viera

frustrado por el incumplimiento de los mencionados requisitos de forma de la demanda,

acogió la posición de inadmitir la demanda por una segunda vez, con el ánimo de dar una

nueva oportunidad al consumidor para subsanar las falencias que persistieran. Sin embargo,

dicha posición fue objeto de duras críticas que llevaron a replantear esa doctrina, decisión

que repercute desfavorablemente en los intereses de los consumidores.

Las críticas procesalistas que se formularon en relación con esta temática

corresponden a las siguientes:

“Al respecto nos surgen varios comentarios. Si bien es cierto que de

manera general todo lo que comprende el Derecho del Consumo, y más

específicamente nuestro Estatuto de Protección al Consumidor, van

encaminados a la protección especial del consumidor como parte débil de la

relación de consumo, buscando favorecerlo con el fin de “nivelar” un poco su


97 Lizz Dahiam Pacheco Ramírez, “Tutela Judicial Efectiva: una mirada hacia las herramientas que tienen los
consumidores para la defensa de sus derechos” (Trabajo de investigación Máster Oficial en Derecho, Empresa y Justicia,
Universitat de Valencia, 2016), 85.

73
posición frente a productores y expendedores, y es esta la intención a su vez de

los funcionarios de la Superintendencia a quienes corresponde esta labor de

administrar justicia, nos parece que dicho fin “altruista” no les permite

apartarse del mandato expreso de la norma procesal, que como norma de

orden público resulta de imperativa observancia, sacrificando el debido

proceso, y por qué no, los intereses de la parte demandada.”98

Se observa como la crítica está fundada en planteamientos procesalistas que se

cobijan bajo el significante vacío de que cualquier desconocimiento de las ritualidades

representa un “sacrificio al debido proceso”. Un análisis detenido de esa objeción revela,

con facilidad, que no le asiste razón al autor, pues la segunda inadmisión de la demanda en

manera alguna conculca las prerrogativas de la parte demandada, pues cuando se le

notifique el auto admisorio podrá desplegar su defensa respecto de la acción ejercida en su

contra. Por el contrario, la decisión de cercenar esta posibilidad de dar al demandado una

segunda oportunidad para corregir su escrito, como ya se expuso, redunda en que las

disputas relativas a la vulneración de los derechos de los consumidores queden sin una

respuesta de fondo.

Otro punto en el que se presenta una dificultad en la efectividad de la acción de

protección al consumidor es el correspondiente la inadmisibilidad que se establece en la

regulación del proceso verbal sumario de la reforma de la demanda para este tipo de

trámites. Es así que, cuando el consumidor con el memorial por medio del cual subsana la

demanda o con anterioridad a que se cite para la primera audiencia de trámite agrega

nuevos demandados, nuevos hechos o nuevas pretensiones, o allega nuevas pruebas para
98Paul Gonzalez Segrera, “el rol de la Superintendencia de Industria y Comercio en la protección de los consumidores
como autoridad jurisdiccional: un análisis a su eficacia y efectividad material” (Trabajo de Grado para optar al título de
Magister en Derecho, Universidad del Norte, 2018), 99.

74
complementar su reclamación, estas no son admitidas. Esto debido a que las

modificaciones o la incorporación de los medios de prueba al expediente correspondería a

una reforma de la demanda (art. 93 del C.G.P.), la cual no tiene cabida.

En esos casos, por ejemplo, en el tema probatorio, el valor de las pruebas allegadas

“como reforma de la demanda” queda supedita a que el juez del caso las decrete de forma

oficiosa.

5.3.2.2. Cargas del consumidor derivadas del carácter dispositivo del

proceso civil tradicional.

A pesar de que la regla prevista en el numeral 7 del artículo 58 de la Ley 1480 de

2011 permite hacer la comunicación de las decisiones por cualquier medio eficaz, la

práctica de los procesos de protección al consumidor muestra que la notificación de la

mayoría de las decisiones que se toman en el marco del proceso se hace por estado. Esta

situación le impone al consumidor la carga de hacer seguimiento constante al proceso, con

la finalidad de que no se le venza ningún término para presentar recursos.

Una materia en la que todavía la que hasta ahora se mantenido vigente en todo su

esplendor el carácter dispositivo del proceso, a pesar de que el trámite de protección al

consumidor constituye un terreno fértil para su aplicación, es el del decreto oficioso de

pruebas o la dinamización de la carga de la prueba.

Una circunstancia en la que se puede evidenciar que falta desarrollo en esta materia

es el correspondiente al de la prueba del defecto en los casos en que la pretensión principal

es la de la efectividad de la garantía. En esos casos el legislador previó que, en principio, es

al consumidor al sujeto que le asiste la carga de presentar las pruebas del defecto, bajo la

lógica de que es dicho sujeto quien tiene el producto en su poder. Siguiendo esa regla, la

75
SIC, en aquellos casos en que el consumidor ha fallado en traer al proceso las pruebas

relativas al defecto, es estricta en su aplicación y, generalmente, niega las pretensiones.

Con todo, debe señalarse que, si bien la entidad ha sido bastante flexible en lo que

atañe a la exigencia de la prueba del defecto, permitiendo que esa carga se cumpla sin

necesidad de allegar un medio técnico de prueba, en todo caso, se abstiene de decretar

pruebas de oficio o dinamizar la carga de la prueba cuando el consumidor no ha traído

ningún medio de prueba para soportar su afirmación respecto del defecto. Se trata de una

cuestión que debería ser revisada, siguiendo los principios y finalidades de la normativa de

consumo, pues esa distribución de la carga probatoria puede perder su lógica cuando el

consumidor no tiene el bien en su poder o la demostración del defecto resulta muy

compleja.

5.3.2.3. La complejidad del lenguaje jurídico y el litigio en causa

propia.

En relación con la labor que deben adelantar los consumidores como defensores de

sus propios intereses se ha dicho que la complejidad del proceso judicial genera una

deficiente representación de quienes demandan sin la asistencia de un abogado. Lo anterior,

debido a la falta de capacidad técnica de estos sujetos para participar en el trámite judicial

de forma adecuada, a modo de ejemplo, se señala que estos sujetos pierden oportunidades

probatorias, reduciendo sus probabilidades de lograr una decisión favorable99.

A ese respecto, se ha reconocido que las audiencias es el momento en que con mayor

claridad se evidencian las limitaciones del consumidor, en tanto no es capaz de comprender

asuntos relevantes, como el interrogante que se le formula de si considera que se ha


99 Lizz Dahiam Pacheco Ramírez, “Tutela Judicial Efectiva: una mirada hacia las herramientas que tienen los
consumidores para la defensa de sus derechos” (Trabajo de investigación Máster Oficial en Derecho, Empresa y Justicia,
Universitat de Valencia, 2016), 86.

76
presentado un vicio de nulidad100. Siguiendo esa línea, se ha dicho que se hace evidente el

rompimiento del plano de igualdad en el que deben estar las partes en el proceso judicial,

por el hecho de que en la realización de las audiencias se observa:

“[que] quien asiste es el mismo consumidor, carente de todo

conocimiento jurídico, y por otro lado quien acude a nombre de la empresa es

el representante legal, junto con su abogado, luego, puestas las cosas desde esa

óptica, el consumidor no tiene la misma condición de igualdad frente al

empresario que por razones de orden económico y, de protección hacía su

marca acude con todas las herramientas para defender su empresa...De las

audiencias que se desarrollan en nuestro país, muchos consumidores al

momento de interrogar, como es obvio no van a formular preguntas que se

realizan con el rigor de la técnica jurídica, pues es lógico que no conoce y no

tiene por qué saber cómo interrogar, pues esto se le exige al profesional del

derecho y no a quien no tiene la condición de abogado. Con lo cual, de pleno

la acción de protección al consumidor genera desigualdad.”101

Este espacio de las audiencias, es un escenario idóneo para tomar medidas dirigidas a

poner en práctica la política de los “tribunales abiertos” (ver 4.3). Bajo esa perspectivo, el

juez de consumo tendría que considerar en sus actos de comunicación estos nos van

dirigidos a abogados, sino que su interlocutor son personas que desconocen el derecho.

5.3.2.4. Dudas sobre la competencia de la SIC.

Cuando los consumidores acuden ante la SIC pretenden lograr con la demandan que

presentan que se impartan todas las órdenes correspondientes para lograr el

100 Ibid, 87.


101 Ibid, 90.

77
restablecimiento pleno de su derecho, incluyendo las indemnizaciones derivadas del

indebido funcionamiento de los productos adquiridos. No obstante lo anterior, debido a una

criticada decisión legislativa (art. 56 de la Ley 1490 de 2011), la SIC no cuenta con

facultades jurisdiccionales para ordenar indemnizaciones de perjuicios en eventos

diferentes a los de publicidad e información engañosa o servicios que suponen la entrega de

un bien.

En relación con esta previsión legislativa se ha expuesto:

“…que hoy día no existe una razón justificativa para la falta de

facultades de la SIC para tasar y condenar en perjuicios, siendo que sí cuenta

con ellas para asuntos relacionados con prestación de servicios y publicidad

engañosa, por lo cual se hace necesaria una nueva revisión a sus facultades en

relación con este tema en particular, toda vez que se constituye en una lógica

afectación a los intereses de los consumidores al verse forzosamente privados

de la posibilidad de acceso a la SIC como autoridad jurisdiccional.”102

Así las cosas, un consumidor que, además de la efectividad de la garantía, persiga la

indemnización de los perjuicios derivados de la ausencia de calidad o idoneidad del bien,

deberá o presentar su demanda ante los jueces ordinarios, quienes cuentan con competencia

para conocer de la totalidad de esas pretensiones o, la segunda opción, sería iniciar dos

trámites judiciales, uno ante la SIC para lo relativo a la garantía y otro ante los jueces

civiles para reclamar los perjuicios.

Ahora bien, con el ánimo de lograr la mayor efectividad de los derechos de los

consumidores, la SIC admite aquellas demandas que incorporen, junto con la solicitud de
Paul Gonzalez Segrera, “el rol de la Superintendencia de Industria y Comercio en la protección de los consumidores
102

como autoridad jurisdiccional: un análisis a su eficacia y efectividad material” (Trabajo de Grado para optar al título de
Magister en Derecho, Universidad del Norte, 2018), 121.

78
efectividad de la garantía pretensiones relativas a la petición de una indemnización, sobre la

base de que el tema deberá estudiarse de fondo, para determinar si la reclamación

indemnizatoria puede encuadrarse en alguno de los supuestos que está dentro de la

competencia de la Entidad.

6. CONCLUSIONES

El estudio realizado pone en evidencia la existencia de dificultades en todas las fases

de formación de los conflictos sociales respecto de las disputas de consumo. Se encontró

que, salvo en los grandes centros urbanos de Colombia (Bogotá, Medellín y Cali), los

consumidores no tienen consciencia de sus derechos, lo que impide que lleguen a percatarse

de la vulneración a estas prerrogativas (naming). En contraste, se encontró que el proceso

de señalar (blaiming) al responsable de la lesión sufrida ofrece menor complejidad, lo que

se debe, particularmente a la concentración del mercado colombiano a unos sectores de la

economía. Con todo, el consumidor que, a pesar de las dificultades, logra advertir la

conculcación a sus derechos y responsabilizar al sujeto que la ha generado, se ve en serios

problemas a la hora de reclamar judicialmente la efectividad de estas prerrogativas.

Es así, que la investigación adelantada permite concluir que un cuerpo sustantivo

robusto consagrado a la protección de los consumidores no resulta efectivo cuando no se

han incorporado mecanismos adecuados para asegurar su materialización, como lo muestra

el hecho de que entre 2018 y lo que va corrido de 2019, alrededor de 33.200 procesos de

consumo no hayan recibido una respuesta de fondo debido a las complejidades del

procedimiento. Ante la ausencia de estas herramientas, no solo se está afectando a los

consumidores, en cuanto están impedidos para lograr el restablecimiento de su derecho,

79
sino que se están generando incentivos en el mercado para que los empresarios actúen de

forma abusiva o desleal.

Para efectos de crear mecanismos que sirvan para reclamar frente a la vulneración de

los derechos de los consumidores debe considerarse el perfil de conflictividad particular

que corresponde a este tipo de controversias, definido de la siguiente forma:

Se trata de conflictos de la cotidianidad de las personas, en los cuales, por regla

general, los consumidores actúan por sí solos, sin el apoyo de un apoderado judicial, y

carecen de destrezas argumentativas y conocimientos técnicos y jurídicos que les permitan

hacerse parte del debate jurídico y manejar las formalidades del trámite judicial de forma

efectiva, además, se trata de casos en donde las pretensiones son de bajo monto, por el

incumplimiento de la obligación de garantía y en los que, por regla general, la parte

demandada está integrada por una empresa de gran tamaño.

En la actualidad, el desconocimiento de ese perfil de conflictividad para la

configuración de los mecanismos jurisdiccionales de protección de los consumidores ha

dado lugar a que factores como los costos, tiempo de duración de los procesos y

complejidad de los trámites judiciales frustren la legítima expectativa que tienen los

consumidores de acudir ante los jueces.

En el trámite de la acción jurisdiccional de protección al consumidor que cursa ante la

SIC los bajos costos y duración razonable del proceso, ponen en evidencia que las mayores

debilidades en la actualidad se presentan en las dificultades derivadas de que este trámite

judicial esté regido por reglas de procedimiento pensadas para los procesos ordinarios.

Ahora bien, a pesar de las limitaciones que ofrecen las reglas de procedimiento

tradicionales aplicables a este tipo de procesos, lo cierto es que su interpretación a la luz de

80
los principios que rigen el derecho del consumo y siguiendo su filosofía tuitiva se pueden

obtener resultados valiosos, de cara a lograr superar algunas de las dificultades que

producen estos esquemas judiciales, así como a equilibrar, en alguna manera, la posición de

las partes en el proceso.

Igualmente, la incorporación de las tecnologías de la información y las

comunicaciones son fundamentales para reducir los costos asociados a esta clase de

procesos judiciales, al igual que constituyen una fundamental para hacer una realidad la

competencia a nivel nacional de la SIC, como juez especializado en asuntos de consumo.

Finalmente, se evidencia que a pesar de que la labor judicial puede jugar un papel

relevante en mesurar las barreras que el trámite judicial impone para la efectividad de los

derechos de los consumidores, el hecho de que sea el procedimiento civil el que rija el

trámite de la acción de protección al consumidor tiene efectos adversos en la tutela judicial

de los derechos de los consumidores que son de índoles estructural. Estos últimos no

pueden ser solucionados por el juzgador, como aparece evidente de las cerca de 26.000

demandas que han sido rechazadas por no cumplir con los requisitos formales previstos en

la Ley procesal.

En conclusión, la intervención legislativa, para adoptar un proceso particular como el

desarrollado en el derecho europeo para las controversias de escasa cuantía, eliminando

formalidades innecesarias, así como dotando al juez de un rol más activo, lo mismo que

conservando resulta fundamental para reversar las cifras negativas que se presentan, a pesar

de los grandes esfuerzos realizados por la SIC en esa línea.

81
7. BIBLIOGRAFÍA

82

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