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Por lo tanto, la alianza terapéutica surge a través de la interacción que tiene lugar
entre las variables del paciente y las variables del terapeuta. La relación terapéutica
es producto del encuentro entre terapeuta y paciente, y está influida por las
características y la historia personal de cada uno de ellos. Se han identificado algunas
características o actitudes de los terapeutas que ayudan al establecimiento de la
alianza, asimismo las diferencias en las respuestas de los clientes a dichas
características, subrayan la importancia del carácter interactivo de la alianza y de la
compatibilidad entre paciente y terapeuta (Moya, 2015).
Por lo tanto, para que se genere una adecuada alianza terapéutica, es necesario que
el terapeuta tenga y desarrolle ciertas características, como la ética, empatía, escucha
activa, competencia, entre otras. Las cuales posibilitan espacios de confianza con los
pacientes, y a su vez, permitirle manejar y guía el proceso terapéutico.
Como una de las características del profesional, se destaca la empatía, la cual provee
uno de los canales más importantes de información que permite al psicologo
monitorear continuamente el estado actual de la alianza terapéutica y de la relación
con el paciente (Putrino, Cantaro y Tabullo, 2008). Esto se ve directamente
relacionado con la capacidad del terapeuta para comprender los pensamientos y
sentimientos de los clientes desde su propio punto de vista. Implica poner suma
atención a lo que se está manifestando, y de igual manera a lo latente, pero lo más
importante de esto es como este es capaz de saber comunicar a la otra persona que
se le está escuchando y comprendiendo.
A esto además hay que agregarle la competencia del terapeuta como profesional, la
cual hace referencia a las habilidades con las que cuenta, con el objetivo de poder
ayudar a los paciente, para que estos puedan desarrollar sus propias capacidades y
habilidades, las que le permitirán adquirir una mayor confianza y control sobre
aquellos aspectos de su vida que le generen malestar (López y García, 2011).
En relación a esto, cabe mencionar que no basta con que el terapeuta cuente con
estas capacidades, sino que también es menester que este tenga seguridad en sus
propias habilidades, ya que esto además de entregarle una mayor confianza al cliente,
permitirá que el psicólogo pueda desenvolverse de manera más fluida y segura,
manteniendo un control en las sesiones que le permitirán guiar de la manera más
adecuada la terapia. Esto se considera importante, debido a que si el paciente llegara
a poner en duda las capacidades del terapeuta, podría poner en riesgo la alianza
terapeútica.
Por otro lado, uno de los aspectos que el psicólogo debe tener, o más bien cumplir,
es un sentido de la ética, la cual da cuenta de una responsabilidad por parte del
psicólogo, tanto consigo mismo como con los demás, y esto no solo cuando cumple
su rol como profesional, si no que en su vida en general, incluyendo la personal,
actuando de manera responsable y prosocial, esto en base a lo planteado por el
Código de ética profesional (2013):
El psicólogo/a tendrá presente su responsabilidad profesional y científica hacia
la comunidad y la sociedad en que trabaja y vive. Asimismo su compromiso
social implica aportar al conocimiento, estudio y transformación de su sociedad,
y la promoción y desarrollo de leyes y políticas sociales que apunten, desde su
especificidad profesional, a crear condiciones que contribuyan al bienestar y
desarrollo de la comunidad. (p.8)
De acuerdo a Safran y Muran (2005), por lo general todas las relaciones que tiene el
ser humano conlleva riesgos, en donde la relación terapéutica es una de las más
complicadas, en la que la ética cumple un papel importante, la cual se encontraría
más marcada por un compromiso que por la moral, esto debido a la profundidad y
sensibilidad de los temas que se comparten y tratan durante las sesiones, en los que
además, se espera una interacción recíproca y bidireccional.
Este aspecto es relevante para una adecuada alianza terapéutica porque permite que
el paciente se sienta más cómodo y seguro durante las sesiones, esto debido a que
tendrá más confianza a la hora de expresarse y compartir lo que le está ocurriendo,
teniendo la certeza de que lo que diga estarán bajo confidencialidad, y a su vez será
tratado de manera digna, respetando sus derechos sus derechos.
Putrino, N., Cantaro, M. & Tabullo, A. (2008). Relación entre paciente y terapeuta. Doctorado.
Universidad de Buenos Aires.