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dar por bueno el papel prominente de los mercados financieros y las corporaciones
transnacionales,
someterse a los dictados autoritarios de Bruselas y del FMI,
pretender acorazar las fronteras comunitarias ante la llegada inmigrantes y refugiados,
+ gasto militar
proteger los paraísos fiscales.
Esto y no otra cosa es la Europa realmente existente; y la que preservan y fortalecen las
tímidas y sesgadas reformas en la arquitectura institucional introducidas por las elites políticas
y económicas
Poco se habla y casi nada se hace para corregir y revertir esta situación. Las ingenuas o
interesadas llamadas a la recuperación de las esencias de la construcción europea o levantar
la bandera del europeísmo frente a los populismos desintegradores que la amenazan suponen,
de hecho, una cortina de humo, pues ignoran o relegan a un papel secundario esa
problemática.
Otra Europa significa necesariamente un reparto de la renta y de la riqueza, así como de los
recursos materiales y energéticos, que beneficie a las mayorías sociales. Avanzar en esa
dirección supone poner el foco en los de arriba. Sabiendo que, en realidad, ambos planos
están íntimamente relacionados; los recursos necesarios para mejorar la situación de los de
abajo exige limitar los privilegios de los de arriba.
Avanzar en esta dirección significa, entre otras cosas,
aplicar políticas decididamente progresivas en materia tributaria
prohibir los paraísos fiscales,
exigir que las corporaciones transnacionales tributen por todos los beneficios obtenidos
en los territorios donde operan,
aplicar límites a las retribuciones percibidas por las elites empresariales,
prohibir los mercados y productos financieros opacos,
introducir principios de condicionalidad en materia de sostenibilidad, equidad de género
y respeto de la negociación colectiva a la hora de acceder a los recursos públicos
prohibir las puertas giratorias.
En los años 50, tras una guerra que había dejado ahogado al continente en miseria, la
Comunidad Europea del Carbón y el Acero se alzó como un tímido intento de evitar que algo
así volviese a ocurrir en un futuro. La idea era simple: colocar a disposición de un organismo
superior y transnacional la producción del carbón y el acero de los países que quisieran
adherirse, de manera que quedara controlada por un ente ajeno a los países y evitara a toda
costa la supremacía de un país sobre otro. Sus fundadores consideraron que esta era la mejor
manera de conocer las posibles intenciones militares de los países vecinos.
https://elpais.com/elpais/2012/12/31/masterdeperiodismo/1355502162_598912.html
https://www.publico.es/economia/troika-da-tregua-grecia.html
https://elordenmundial.com/euroescepticismo-en-la-ue/
https://www.politico.eu/article/french-german-economists-launch-their-own-eurozone-plan/
La crisis económica de 2008, así como las recetas de austeridad impulsadas por Bruselas y
auspiciadas por Berlín, aumentaron el rechazo popular a lo que era visto como una erosión
de los derechos fundamentales a causa de un programa económico y político diseñado por
unas élites liberales extranjeras. Además la crisis de los refugiados, que puso en evidencia la
división interna en el proyecto comunitario y la visión que muchos de ellos tienen de la
Unión como mero mediador de conflictos sin ningún poder real y un organismo del que
beneficiarse, no un ente que emita normas de conducta internacional.