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PIURA 2010-I
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desequilibrios que favorecen la innovación y la mejora tecnológica (véase
Joseph Schumpeter (1883-1950), Capitalismo, socialismo y democracia,
1942).
Alfred P. Sloan y Peter Drucker, quienes desarrollaron con más
profundidad el concepto de administración como un factor principal para la
1965
competitividad (véanse Alfred P. Sloan (1875-1965): Mis años en General
Motors; 1963: Peter Drucker, La era de la discontinuidad, 1969).
Robert Solow, quien ha estudiado los factores subyacentes al crecimiento
económico en los Estados Unidos entre 1948 y 1982 para destacar la
1982 importancia de la educación, la innovación tecnológica y los crecientes
conocimientos técnicos (know-how) (véase Robert Solow, 1924), El
cambio tecnológico y la función de producción agregada, 1957).
Finalmente, Michael Porter, quien ha tratado de integrar todas estas ideas
1990 en un modelo sistemático llamado el diamante de la ventaja nacional
(véase Michael Porter, La ventaja competitiva de las naciones, 1990).
Fuente: S. Garelli, “The competitiveness of nations: the fundamentals”, IMD World
Competitivenes Yearbook 2006.
Postulando una visión crítica sobre el uso del término, Krugman1 sostiene que
tratar de definir la competitividad de una nación es mucho más
problemático que definir la de una corporación. El punto de equilibrio
para una corporación es literalmente su punto de equilibrio: Si una
corporación no es capaz de pagar sus trabajadores, proveedores y
tenedores de bonos, saldrá del mercado. Así cuando decimos que una
corporación no es competitiva queremos decir que su posición de
mercado es insostenible y que, a menos que mejore su gestión,
quebrará; mientras que los países, de otro lado, no quiebran; estos
pueden ser felices o infelices con su gestión económica, pero no tienen
un punto de equilibrio bien definido. Como resultado, el concepto de
competitividad nacional es evasivo.
1
Krugman, P. (1994). Competitividad: Una peligrosa obsesión. Foreign Affairs.
3
medida por la habilidad de un país para vender afuera más de lo que
compra. Pero tanto en la teoría como en la práctica un superávit
comercial puede ser un signo de debilidad nacional y un déficit un signo
de fortaleza.
Es más, los países no compiten entre sí del modo como lo hacen las
corporaciones. Coca-Cola y Pepsi son casi puramente rivales:
Únicamente una fracción despreciable de las ventas de Coca-Cola va a
los trabajadores de Pepsi. Así, si Pepsi es exitosa, ello tiende a ser a
expensas de Coca-Cola. Pero los principales países industriales,
mientras ellos venden productos que compiten entre sí, son también
recíprocamente sus principales mercados de exportación, así como
proveedores mutuos de importaciones útiles. Si la economía europea
marcha bien, ello no necesita ser a expensas de Estados Unidos;
indudablemente, si algo ocurre, es probable que una economía europea
exitosa ayude a la economía estadounidense proveyéndola con
mercados más grandes y vendiéndole bienes de superior calidad a bajos
precios. El comercio internacional no es entonces un juego de suma
cero. Cuando la productividad aumenta en Japón, el principal resultado
es un alza en los salarios reales japoneses; los salarios americanos o
europeos pueden, al menos en principio, subir o bajar, pero en la
práctica parece ser virtualmente inafectados.
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Para Michael Porter2 la competitividad se define por la productividad con la que
un país utiliza sus recursos humanos, económicos y naturales. Según Porter,
para comprender la competitividad, el punto de partida son las fuentes
subyacentes de prosperidad que posee un país. El nivel de vida de un
país se determina por la productividad de su economía, que se mide por
el valor de los bienes y servicios producidos por unidad de sus recursos
humanos, económicos y naturales. La productividad depende tanto del
valor de los productos y servicios de un país -medido por los precios que
se pagan por ellos en los mercados libres- como por la eficiencia con la
que pueden producirse. La productividad también depende de la
capacidad de una economía para movilizar sus recursos humanos
disponibles. Por tanto, la verdadera competitividad se mide por la
productividad. La productividad permite a un país soportar salarios altos,
una divisa fuerte y una rentabilidad atractiva del capital. Y con ello, un
alto nivel de vida. Lo que más importa no es la propiedad o las
exportaciones o si las empresas son de propiedad nacional o extranjera,
sino la naturaleza y la productividad de las actividades económicas que
se desarrollan en un país determinado. Y las industrias puramente
locales sí contribuyen a la competitividad porque su productividad no
sólo fija el nivel de los salarios en cada sector, sino también tiene un
impacto importante sobre el coste de la vida y el coste de hacer
negocios en ese país.
2
Porter, M. (2005). ¿Qué es la Competitividad? Navarra. IESE Business School, Centro
Anselmo Rubiralta de Globalización y Estrategia.
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divisa del país, todo ello con la finalidad de fomentar las exportaciones.
De hecho, sigue afirmándose con frecuencia que unos salarios más
bajos o la devaluación “hacen más competitivo un país”. Los
empresarios y directivos han sido conquistados por esta visión de cuota
de mercado porque parece dar respuesta a sus preocupaciones
competitivas inmediatas.
6
como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel
de productividad de un país”.
3
IMD World Competitiveness Center (2014). IMD World Talent Report 2014. Suiza. IMD.
4
World Economic Forum (2013). The Global Competitiveness Report 2013-2014. Ginebra.
WEF.
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laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño de
mercado, sofisticación empresarial e innovación.
Postura personal
Imaginemos una carrera de atletismo: Como agentes de la misma podremos
identificar a los competidores y a los organizadores del evento, y en un plano
muy distinto estarán los patrocinadores y el público espectador. El rol de los
competidores será el de prepararse constantemente para perfeccionar sus
habilidades y obtener los resultados esperados, es decir, desarrollar su
capacidad de competir. El rol de los organizadores, el de establecer las reglas
de la competencia y generar ciertas condiciones para que los competidores
puedan participar sin contratiempo alguno.
Extrapolando los roles de este sencillo ejemplo diremos que las personas
compiten entre sí a diario, ya sea en el ámbito educativo, laboral y personal en
general y siempre habrá alguien o algo que establezca las condiciones o
genere incentivos para que esta competencia natural ocurra (los centros de
formación, los empleadores o jefes, el Estado, etc.).
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Esto nos permite sostener que toda competencia presupone una capacidad de
competir o competitividad, la voluntad de desplegarla y la existencia de una
contraparte con la misma capacidad y voluntad.
Por extensión, coincidimos con autores como Abdel Musik y Romo Murillo6
para los que una empresa es competitiva cuando [por la capacidad de las
personas que la integran] genera una ventaja competitiva a través de sus
métodos de producción y de organización (reflejados en el precio y en la
calidad del producto final) con relación a los de sus rivales en un mercado
específico. Así, la pérdida de competitividad se traduciría en una pérdida de
ventas, menor participación de mercado y, finalmente, en el cierre de la planta.
5
Alarco, G., Anderson, C., Benzaquen, J. y otros (2011). Competitividad y desarrollo, evolución
y perspectivas recientes. Lima. Planeta.
6
Abdel Musik, G. y Romo Murillo, D. (2004). Sobre el concepto de competitividad. México.
Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
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La capacidad para competir se basa en una combinación de precio y calidad
del bien o servicio proporcionado, de manera que cuando la calidad es la
misma en mercados competitivos (esto es, mercados con una cantidad
importante de productores en los que cada uno de ellos no tiene el poder de
fijar precios), los proveedores seguirán siendo competitivos si sus precios son
tan bajos como (o más bajos que) los precios de sus rivales. Por otra parte, las
empresas que han logrado establecer una reputación de calidad superior
pueden destacar del resto y seguir siendo competitivas, incluso cobrando
precios más elevados que sus rivales en ese mercado específico.
Bajo estos supuestos, podemos sostener que las personas compiten entre ellas
a través de empresas nacionales y/o extranjeras y las autoridades de estos
países lo hacen para mejorar la salud de sus economías en un contexto global
cada vez más palpable e ineludible, pero no a expensas del bienestar de otros.
7
Mochón, F. (2006). Principios de Economía. España. McGraw-Hill.
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fortalecer sus instituciones públicas (127) mediante el aumento de la eficiencia
del gobierno (116), luchar contra la corrupción (103) y mejorar la infraestructura
(88). Además, desarrollar la capacidad para generar y utilizar el conocimiento y
así diversificar la economía hacia actividades más productivas y que requerirán
elevar la calidad de la educación (134), ya que aún no es capaz de
proporcionar las habilidades necesarias para una economía cambiante;
también impulsar la adopción de tecnología (92), que incluye una mayor
aceptación y uso de las TIC (101); y elevar su capacidad de innovación (117),
que sigue siendo baja. El Reporte también califica a Suiza, Singapur, Estados
Unidos, Finlandia y Alemania como los cinco mejores países; y a Chile (33),
Panamá (48), Costa Rica (51), Brasil (57), México (61), Perú (65) y Colombia
(66) como los mejor ubicados de América Latina. Como se podrá apreciar,
estos indicadores son más de personas que de entes abstractos, aquellas
dirigen los destinos de un país compiten para mejorar el nivel de vida de sus
habitantes o, si se quiere, rivalizan por estatus, parafraseando a Krugman. El
diagnóstico del WEF sobre el caso peruano revela las deficiencias del país,
pero en estricto de la clase política para desarrollar esa capacidad de competir
que se requiere, para generar los incentivos suficientes en determinados
sectores que propicien las habilidades que demanda una economía cambiante.
La competitividad de un país no es más que la competitividad de las personas
en los diferentes roles que la sociedad les asigna, de particulares y de aquellos
que dirigen el destino político y económico del mismo, pero no a través de una
intervención arbitraria de estos últimos. Commented [S2]: Subsanación a Segunda observación: “(…)
agregar los siguientes puntos: (…) 2. Caso práctico, sustentado en la
teoría”.
Conclusiones
No existe un concepto unívoco de competitividad. Este ha ido
evolucionando a lo largo de la historia, siendo definido desde diferentes
enfoques que en algunos casos han contribuido a distorsionar su alcance
en vez de aclararlo.
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Una de estas postura señala que las naciones -entiéndase estados-
compiten entre sí como las organizaciones empresariales, esto es, en un
juego de suma cero donde existen naciones que ganan a expensas de
otras. No obstante, esta postura es abiertamente criticada por prestigiosos
autores como Krugman y Porter, para quienes este tipo de prácticas
afecta la productividad de un país.
Bajo este enfoque la competitividad viene a ser una suerte de medio para
mejorar la productividad.
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Referencias bibliográficas
Garelli, M. (2014). The fundamentals and history of competitiveness. Suiza.
IMD World Competitiveness Yearbook.
Porter, M. (2007). La ventaja competitiva de las naciones. América Latina.
Harvard Business Review.
Porter, M. (2005). ¿Qué es la Competitividad? Navarra. IESE Business
School, Centro Anselmo Rubiralta de Globalización y Estrategia.
Krugman, P. (1994). Competitividad: Una peligrosa obsesión. Foreign
Affairs.
Díaz Sánchez, H. (2010). Conceptualización y antecedentes teóricos de la
competitividad internacional y regional: Un asunto territorial. Bogotá.
Asociación Colombiana de Estudios Regionales y Urbanos ASCER.
Alarco, G., Anderson, C., Benzaquen, J. y otros (2011). Competitividad y
desarrollo, evolución y perspectivas recientes. Lima. Planeta.
Mochón, F. (2006). Principios de Economía. España. McGraw-Hill.
Abdel Musik, G. y Romo Murillo, D. (2004). Sobre el concepto de
competitividad. México. Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Benzaquen, J., Del Carpio, L., Zegarra, L. y Valdivia, C. (2010). Un índice
regional de competitividad para un país. CEPAL.
IMD World Competitiveness Center (2014). IMD World Talent Report 2014.
Suiza. IMD.
World Economic Forum (2013). The Global Competitiveness Report 2013-
2014. Ginebra. WEF.
Consejo Privado de Competitividad (2013). Informe Nacional de
Competitividad 2013-2014. Lima. CPC.
Consejo Nacional de la Competitividad (2012). Agenda de Competitividad
2012-2013. Lima. MEF.
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