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Hacia el siglo XII se empezó a colgar bocabajo del techo de las casas para
simbolizar el cristianismo. Se dice que el primer árbol decorado fue realizado en
Riga (Letonia), en 1510, y a finales del siglo el reformista protestante Martín
Lutero empezó a decorar arbolitos con velas para enseñar a los niños cómo titilan
las estrellas en las noches oscuras.
Los primeros árboles de Navidad llegaron a Inglaterra con los reyes jorgianos
(King George) que venían de Alemania. De igual modo, los inmigrantes
alemanes de la época en ese país decoraban ya sus hogares con arbolitos. Sin
embargo, esos reyes eran detestados en Inglaterra, razón por la cual la costumbre
no echó raíces de inmediato. Pero unas pocas familias empezaron a decorar
arbolitos de pino con oropeles, hilos de plata, velas y cuentecillas. La costumbre
era tener un arbolito sobre las mesas, uno por cada miembro de la familia, con los
aguinaldos debajo de cada árbol.
Velitas en faroles de madera
En 1846 el periódico Illustrated London News incluyó una ilustración de los
populares monarcas: la reina Victoria y su príncipe Albert junto a la familia,
reunida alrededor de un arbolito de Navidad. La reina Victoria era muy querida
por sus súbditos y cualquier moda real tenía el impacto de popularizar esa
costumbre, que repercutió de inmediato en la costa oriental de los Estados
Unidos, donde se inició la tradición del árbol de Navidad, que vemos hoy
reflejada en el inmenso pino decorado de luces multicolores del Rockefeller
Center o en el pabellón medieval del Metropolitan Museum of Art de Nueva
York, entre otros sitios. Las decoraciones eran hechas en casa y consistían de
manera fundamental en copos de nieve artificiales, estrellas, bolsitas con
sorpresas, canastillas de papel rellenas de almendras azucaradas, cuentecillas,
oropel plateado, ángeles en la cima y velitas en faroles de madera, para mayor
seguridad. Más tarde, se colgaron de las ramas pequeños juguetes y collares con
los aguinaldos sobre la mesa o debajo de los árboles.
Hacia finales del siglo XIX la costumbre se empezó a esparcir por el resto de
Europa, aunque los países mediterráneos no se interesaron tanto por el árbol
como por el pesebre o nacimiento navideño con la cuna del Niño Jesús, María,
José, los Reyes Magos llegados de Oriente con sus regalos de incienso, mirra y
oro, pastores y animalitos en un paisaje rústico. En Italia se desarrolló el Ceppo,
una plataforma triangular de madera con un pesebre y ornamentos alusivos. En
Alemania, mientras tanto, la ecología empezó a sufrir por cuanto se cortaba el
retoño superior de los pinos, impidiendo que el árbol siguiera creciendo hasta que
una ley estatutaria impidió tal arboricidio.
Así que la tradición del árbol que inspira la alegría y la devoción de la Navidad
en tantas familias del mundo cuenta con un significativo pedigrí que se remonta a
la Edad Media y permanece hasta nuestros días gracias a una accidentada historia
rica en sucesos, anécdotas y datos curiosos.