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Academia de Formación y Desarrollo Policial.

Puebla – Iniciativa Mérida “General Ignacio Zaragoza”


Licenciatura en Seguridad y Protección Ciudadana
Uso Legítimo de la Fuerza
Torres Ramos Daniela Itzel
Amozoc de Mota, 13 de enero de 2019
Especifica los artículos del documento “principios de uso de la fuerza” en
donde se valida el uso de armas y herramientas en disturbios civiles, así como
el marco jurídico.
SOBRE ELUSO DE ARMAS DE FUEGO Y DISTURBIOS CIVILES

El principio de “protección de la vida” debe estar consagrado en la ley, es decir, toda fuerza que
implique una alta probabilidad de que se deriven consecuencias letales, en particular el uso de
armas de fuego, sólo podrá emplearse para proteger contra una amenaza de muerte o lesiones
graves.

a) El uso de armas de fuego – es decir, de armas concebidas para matar – debe estar regulado por
disposiciones específicas de la ley, que establecerán un umbral claramente más elevado para el
empleo de armas de fuego que para otras formas de uso de la fuerza.

b) Todo uso de un arma de fuego contra una persona debe considerarse potencialmente letal; por
consiguiente, la ley sólo podrá autorizar el uso de armas de fuego cuando exista una amenaza grave
de muerte o lesiones graves.

c) El mero hecho de que una persona eluda la detención o escape de la custodia no justifica el uso
de un arma de fuego, a menos que esa persona constituya una amenaza grave y continua para la
vida de otra persona, que pueda materializarse en cualquier momento.

d) A pesar de que las armas de fuego están concebidas para matar, los funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley deben tomar todas las medidas preventivas necesarias para evitar la pérdida de
vidas cuando recurran al uso de armas de fuego.

e) El uso de un arma de fuego de tal manera que no conceda a una persona ninguna posibilidad de
sobrevivir – es decir, el uso letal intencional de un arma de fuego – sólo debe estar autorizado en la
situación más extrema de amenaza para la vida, en la que la muerte de la persona sea el único medio
de impedir la pérdida de la vida de otra persona que está amenazada de forma inminente; en
cualquier caso, la muerte de la persona debe ser siempre y únicamente un medio para alcanzar un
fin (impedir la pérdida de otra vida) y nunca un fin en sí mismo.

f) Cualquier (otro) tipo de fuerza que implique la posibilidad o un riesgo elevado de causar la muerte,
debe estar sujeto a la misma aplicación estricta del principio de proporcionalidad, por lo que sólo
estará permitido con el fin de evitar muertes o lesiones graves.

g) La protección de terceras personas debe tener prioridad absoluta. En particular, ninguna


operación de aplicación de la ley podrá planearse ni llevarse a cabo de tal manera que se admita de
antemano que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que intervienen pueden matar o
causar lesiones graves a terceras personas.

h) Como norma, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben tener la obligación de
formular una advertencia antes de recurrir al uso de armas de fuego: las situaciones en que dicha
advertencia no es necesaria deben seguir siendo la excepción, deben estar claramente definidas
como tales y deben de ser valoradas individualmente caso por caso.
MARCO JURIDICO.

Desde la perspectiva constitucional se desprende que la actuación de las instituciones policiales se


rige por cuatro principios (Art. 21), que, ningún extranjero puede servir en el ejército, ni en las
fuerzas de policía o seguridad pública (Art. 32); que el congreso es quien expide leyes para su
coordinación, organización y funcionamiento, el ingreso, selección, promoción y reconocimiento de
los integrantes de las instituciones de seguridad publica en el ámbito federal (Art. 73.XXIII); que los
municipios tienen a su cargo las funciones de seguridad pública, policía preventiva municipal y de
tránsito (Art. 115.III.h); que los presidentes municipales tienen el mando sobre ellas y que deberá
acatar las órdenes del gobernador en casos excepcionales. Asimismo que el ejecutivo federal tiene
el mando de la fuerza pública en el lugar donde resida (115.VII), así como en el Distrito Federal es el
Jefe de Gobierno quien, como facultad y obligación ejerce las funciones de dirección de los servicios
de seguridad pública (Art. 122 II.e); que en términos laborales son trabajadores de confianza, se
rigen por sus propias leyes y que, si son removidos de su cargo, por motivos justificados, no
procederá su reinstalación (Art. 123.B. XIII).

Que es seguridad humana.


La seguridad humana consiste en proteger, de las amenazas críticas (graves) y omnipresentes
(generalizadas), la esencia vital de todas las vidas humanas de forma que se realcen las
libertades humanas y la plena realización del ser humano.

La seguridad humana integra tres libertades: la libertad del miedo, la libertad de la necesidad (o
miseria) y la libertad para vivir con dignidad:

• Libertad del miedo, implica proteger a las personas de las amenazas directas a su seguridad y a su
integridad física, se incluyen las diversas formas de violencia que pueden surgir de Estados externos,
de la acción del Estado contra sus ciudadanos y ciudadanas, de las acciones de unos grupos contra
otros, y de las acciones de personas contra otras personas.

• Libertad de la necesidad o de la miseria, se refiere a la protección de las personas para que puedan
satisfacer sus necesidades básicas, su sustento y los aspectos económicos, sociales y ambientales
relacionados con su vida.

• Libertad para vivir con dignidad, se refiere a la protección y al empoderamiento de las personas
para librarse de la violencia, la discriminación y la exclusión. En este contexto, la seguridad humana
va más allá de la ausencia de violencia y reconoce la existencia de otras amenazas a los seres
humanos, que pueden afectar su sobrevivencia (abusos físicos, violencia, persecución o muerte),
sus medios de vida (desempleo, inseguridad alimentaria, amenazas a la salud, etc.) o su dignidad
(violación a los derechos humanos, inequidad, exclusión, discriminación).

Cuáles son los delitos más comunes en América latina, elije uno y explícalo
de acuerdo a tu contexto local.
La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito, oficinas gubernamentales, centros de salud
y los registros de la policía a nivel internacional, revelan que los asesinatos se concentran
fuertemente en comunidades pobres. Estudios del PRB (Population Reference Bureau), la
Organización Mundial de la Salud y reportes oficiales a nivel internacional indican que América
Latina tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo, pero también tiene algunas ciudades
con tasas de homicidios más bajas que las principales ciudades de Estados Unidos. Las víctimas de
asesinato en Latinoamérica son en su mayoría jóvenes, generalmente hombres de color o mestizos.

Al menos el 78% de las víctimas de todo el mundo son hombres y la proporción se eleva al 85% en
América Latina y el Caribe. Un tercio de 450.000 muertes en el mundo cada año, se producen en
Latinoamérica. Menos de una décima parte (8%) de la población mundial vive en Latinoamérica,
pero la región tiene un tercio (33%) de los casos de homicidios del mundo. Midiendo por tasa de
homicidios, 14 de los 20 países más peligrosos del mundo se encuentran en América Latina y el
Caribe. En Brasil 56.000 personas mueren violentamente cada año. En el 2015 en Colombia, una
persona fue asesinada cada 10 minutos. En México las bandas armadas de traficantes de drogas
combaten entre si amenazando especialmente zonas rurales.

HOMICIDIOS EN MEXICO

En el primer semestre de 2018 los homicidios se incrementaron en 18 de las 32 entidades


federativas del país, y en la mitad de esos estados llegaron a niveles inéditos. Además, la violencia
también subió en 25 de los 50 municipios donde el gobierno actual enfocó su estrategia para
disminuir la violencia, hace dos años.

No solo los homicidios van en ascenso. La incidencia delictiva total, con más de 900 mil ilícitos
denunciados en la primera mitad del año, es la más alta de todo el sexenio, impulsada sobre todo
por el robo con violencia, que en un periodo de tres años se ha disparado casi 40 por ciento.

El deterioro de las condiciones de seguridad en el país no solo se manifiesta con los homicidios (el
delito de mayor impacto), sino en la incidencia delictiva general.

Las cifras actualizadas del Sistema Nacional de Seguridad Pública arrojan que en el primer semestre
de este año se denunciaron 913 mil 223 delitos, que equivalen a una tasa de 732.1 ilícitos por cada
cien mil habitantes.

Lo anterior representa un incremento de aproximadamente uno por ciento respecto a 2017, donde
la tasa fue de 725.7 ilícitos denunciados por cien mil habitantes. Esto equivale a una diferencia de
casi 17 mil delitos más cometidos este año.

Los datos muestran un incremento sostenido de la incidencia delictiva total en los últimos tres años.
En el primer semestre de 2015 la tasa delictiva era de 630.5 ilícitos por cada cien mil habitantes, lo
que significa que a la fecha los delitos han crecido en el país 16 por ciento.

Uno de los indicadores más graves es el de robo con violencia. Mientras que de enero a junio de
2015 se denunciaron solo 88 mil 45 robos violentos, para este mismo periodo de 2018 ya son 123
mil 225 ilícitos. Es un incremento superior a los 35 mil robos, o lo que es lo mismo, un repunte de
casi el 40 por ciento en los asaltos violentos en los últimos tres años en México.

el concepto integral de seguridad ciudadana contempla los derechos de los


policías?
Ciertamente rechazó la idea de que los derechos humanos y la seguridad pública se hayan
contrapuestos y traen consigo dilemas que el Estado y la sociedad deben resolver
inclinándose por algunos de esos extremos en de terminado tiempo diferenciando uno del
otro. Por el contrario es preciso financiar tanto la seguridad como los derechos de que ella es
una de estos derechos. Entenderlo y practicarlo así debe figurar en la convicción el ejercicio
de la policía en un estado de derecho al servicio de la sociedad democrática y de sus
integrantes. El policía debe tomar en cuenta los principios rectores de su función previstos
en el texto en la ley suprema, a los que nos hemos referido. El artículo 132 del código
Nacional Richter a lo previsto en el 21 de la Constitución y agrega que “el policía” actuar
con apego a los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y
respeto a los derechos humanos reconocidos en la Constitución. El mismo código fija de ver
es en relación con medidas de prevención de delitos, actos de investigación, medidas de
preservación, protección a víctimas y ofendidos, así como otros temas relacionados con el
proceso relevantes para la prueba en la encía del debido proceso. Es preciso subrayar que la
nueva normatividad del procedimiento confiera el policía facultades que anteriormente no
tenía y destacan muy considerable mente en la importancia de la función policial en el curso
del procedimiento. La atribución de estas nuevas facultades, además de los tradicionales
ponen manifiesto una gran expectativa estatal y social con respecto a la policía, que se haya
moral y política mente obligada, además de estarlo Jurídicamente, a responder con prioridad,
entereza y eficacia en esa expectativa es por ello que los nueve artículos jurídicamente, a
responder con prioridad, intereses y eficacia en esa expectativa es por ello que los Nueve
derechos reconocidos por la CNDH aún no logran cubrir toda la necesidad del
reconocimiento de los derechos de los policías.

Que artículos de la constitución mexicana es están vinculados a los siguientes


documentos Uno código de conducta para funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley y principios de uso de la fuerza
Uso de la fuerza CCFEDHCL
Articulo 10 Articulo 13
Articulo 16 Articulo 14
Articulo 18 Articulo 16
Articulo 21 Articulo 20
Articulo 31 Articulo 23

Que impacto tiene el clima laboral implica la falta de regulación en el uso de


la fuerza de los servidores públicos
La determinación de lo que debe entenderse por un adecuado uso de la fuerza se encuentra
estrechamente relacionada con, al menos, tres componentes: Primero, la oportunidad en que ésta
debe utilizarse; segundo, el tipo y cantidad de fuerza que corresponde emplear; y tercero, la
responsabilización que debe existir por su uso. Así, una ecuación que implique la concurrencia de
estos elementos permite sostener que el adecuado uso de la fuerza se vincula y requiere, también,
un marco de sostenibilidad institucional, cual es la existencia de una policía moderna y
profesionalizada, caracterizada por un importante nivel de preparación profesional y por criterios
de legitimidad, transparencia, control y eficiencia de su actuación, cuya realización contribuirá de
mejor forma a garantizar que el ejercicio de la fuerza se mantendrá dentro de la esfera del derecho
y de la justicia. Todas estas situaciones son acatadas por el público bajo el conocimiento de que una
eventual resistencia a las mismas llevaría a la policía a realizarlas por la fuerza. Es decir, aun cuando
la utilización de la fuerza no es la regla habitual, las hipótesis en que la policía puede verse obligada
a recurrir a ésta pueden ser múltiples. Históricamente, por lo demás, en América Latina éstas han
variado dependiendo de las características urbanas o rurales del entorno y de la situación política,
especialmente en estados de excepción constitucional.

Explica desde tu experiencia personal Los aspectos favorables y


desfavorables de la militarización de la seguridad pública y en qué afecta al
policía de la creación de la Guardia Nacional

la cuestión más fundamental sobre si las Fuerzas Armadas pueden intervenir en cuestiones de
seguridad pública, la ley pretende resolver el conflicto constitucional con un simple giro semántico.
El artículo 18 de la ley establece lo siguiente: “En ningún caso, las Acciones de Seguridad Interior
que lleven a cabo las Fuerzas Armadas se considerarán o tendrán la condición de seguridad pública”.
Así, se podría evadir los límites que impone la Constitución jugando con la ficción que los militares
no están en tareas de seguridad pública. Es decir, tal como afirmó el constitucionalista Alejandro
Madrazo, “Queda claro: la ley no prohíbe a las Fuerzas Armadas realizar tareas de seguridad pública,
prohíbe a los demás llamarles por su nombre”.

Y la cosa empeora. La ley profundiza la considerable opacidad que ya existe en las Fuerzas Armadas
y la extiende a las fuerzas de policía que participen en actividades de “seguridad interior”. El artículo
9 establece lo siguiente: “La información que se genere con motivo de la aplicación de la presente
ley será considerada de Seguridad Nacional, en los términos de las disposiciones juri ́dicas
aplicables”. Aunque esta disposición no modifica las normas de fondo acerca de qué tipo de
información debería ser accesible, resultará mucho más complejo y lento obtenerla. Al aplicar la
calificación de “seguridad nacional” a toda la información generada por actividades contempladas
en la ley, es probable que el artículo 9 lleve a los funcionarios a clasificar automáticamente esta
información. Así, se trasladaría la carga de demostrar que la información efectivamente no está
alcanzada por estas disposiciones a quienes soliciten la información, lo cual puede implicar un largo
proceso de apelaciones. Además, aun si los solicitantes obtienen una resolución favorable, podrían
enfrentar demoras adicionales de varios meses o que incluso se revoque tal resolución si la
Presidencia apela ante la Suprema Corte por cuestiones de seguridad nacional.

Muy preocupante también es el artículo 31, que obliga a todas las “autoridades federales” a
entregar la información que “requieran” las instituciones militares o civiles que intervengan en
seguridad interior. Esta obligación se extiende incluso a órganos autónomos como el Inai y la CNDH,
lo cual podría permitir que las Fuerzas Armadas puedan conocer la identidad de personas que piden
acceso a información que se catalogó indebidamente como clasificada o que denuncian abusos
cometidos por militares. La pérdida de la garantía de anonimato puede ser un contundente factor
de disuasión para posibles denunciantes.

Estas y otras disposiciones de la ley han generado alarma en México y en el extranjero. Las máximas
autoridades de derechos humanos de la ONU y la OEA se han pronunciado en contra. El presidente
electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció en agosto que tomará una posición respecto a la ley
luego de que la Suprema Corte resuelva sobre los recursos de inconstitucionalidad presentados por
la CNDH, el Inai y otros.

El futuro de la Ley de Seguridad Interior depende de la Suprema Corte. Es una oportunidad histórica
para que el poder judicial aclare cuáles son los límites dentro de los cuales pueden desempeñarse
las Fuerzas Armadas en los asuntos internos. Se encuentra en juego no sólo la cuestión de si
deberían participar en operativos de seguridad pública, sino además si estarán subordinadas a un
control civil efectivo y al Estado de derecho.

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