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República de Colombia

Rama Judicial

TRIBUNAL SUPERIOR DE BOGOTÁ, D.C.


SALA CIVIL DE DECISIÓN

Bogotá D.C., veintiséis (26) de enero de dos mil dieciocho (2018).

MAGISTRADO PONENTE : JUAN PABLO SUÁREZ OROZCO


RADICACIÓN : 110013103038201400264 03
PROCESO : ORDINARIO
DEMANDANTE : FLOR DELINA SABOYA TORRES Y OTROS
DEMANDADO : NUEVA EPS Y OTROS
ASUNTO : IMPUGNACIÓN SENTENCIA

SÍNTESIS: Ausencia de acreditación del nexo de causalidad entre el obrar de las demandadas y el
resultado lesivo ocasionado, comoquiera que las pruebas arrimadas al paginario, sólo permiten colegir
que el acto médico ejecutado por el extremo pasivo, no se distanció de los protocolos clínicos.

Discutido y aprobado por la Sala en sesión de veinticuatro


(24) de enero de dos mil dieciocho (2018), según acta N° 002 de la
misma fecha.1

De conformidad con el artículo 373, numeral 5, inciso 3, del


Código General del Proceso, decide el Tribunal el recurso de apelación
interpuesto por la parte demandante, en contra de la sentencia de doce
(12) de julio de dos mil diecisiete (2017), proferida en el subjudice, por
el Juzgado Treinta y Ocho Civil del Circuito de Bogotá.

I. ANTECEDENTES

1. Flor Delina Saboya Torres, actuando en nombre propio y


en representación de sus hijos Juan Sebastián, Ana Sofía y Joseph
Nicolás Torres Saboya instauraron demanda contra el Hospital
Universitario Clínica San Rafael y Nueva E.P.S., para que se les
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Asunto también llevado a sala del 15 de noviembre de 2017.
Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

declarara civilmente responsables y se les condene al pago de los


perjuicios patrimoniales y extrapatrimoniales, ocasionados por la
“negligencia en la atención médica en urgencias”, que produjo la muerte
de Jhon William Torres Rodríguez.

Narró la parte actora, que, el 7 de febrero de 2012,


aproximadamente a las 3:00 p.m., el señor Jhon William Torres
Rodríguez presentó un fuerte dolor en la “cavidad abdominal”, por lo
cual se trasladó de inmediato a un centro de urgencias, para ser
atendido.

Indicaron que el paciente ingresó al Hospital Universitario


Clínica San Rafael “en la fecha mencionada en el hecho anterior a las
3:23 pm” a quien le realizaron “el TRIAGE a las 3:27 pm, donde
documentan ‘nauseas, dolor precordial con irradiación hacia la
mandíbula de una hora de evolución’”, siendo clasificado en un “Triage
2, (…) lo cual era contrario al estado de salud que presentaba este
(sic)”.

Afirmaron que Jhon William Torres Rodríguez esperó “para


ser atendido en urgencias sin atención alguno por más de 30 minutos
mientras su estado de salud deterioraba sin tener atención alguna”.

Manifestaron que su familiar atendió “el llamado de la


persona encargada de la ventanilla (…) para que le fuera abierta su
historia clínica, [momento en el cual] se desmay[ó], presentando
colapso y paro cardio-respiratorio a las 4.40 pm”, siendo trasladado a la
sala de urgencias donde le “realizaron diferentes maniobras de
reanimación por más de 45 minutos sin responder a ninguna, por lo cual
fallece”.

Sostuvieron que en “la historia clínica realizada por el HOSPITAL


UNIVERSITARIO CLÍNICA SAN RAFAEL indica que luego de realizar maniobras
de reanimación básicas y avanzadas por aproximadamente 45 minutos desde

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Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

el momento en que se presentó el colapso cardiovascular, hora 3:35pm,


trascurridos 8 minutos posteriores de la clasificación del triage fallece.

El señor JHON WILLIAM TORRES RODRIGUEZ llama a su esposa


en el momento que se encuentra en la ventanilla, como se refleja en el
registro de llamadas (factura Comcel) en la cual se refleja como última
llamada a las 4:40 pm por lo cual es evidente la disparidad que existe entre
las horas del momento de atención”.

Adujeron que el cuerpo del causante fue trasladado al


Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, para establecer las
causas de muerte, pues, Jhon William Torres Rodríguez no tenía
“antecedentes médicos de importancia”, entidad que realizó la
correspondiente necropsia encontrando que aquél presentaba “hallazgos
de enfermedad aterosclerótica que compromete vaso coronario
descendente”.

Alegaron que Jhon William Torres Rodríguez para la fecha


del trágico suceso, tenía 41 años de edad y era quien tenía a su cargo
“todos los gastos de su hogar y la manutención de sus hijos menores de
edad”, percibiendo un salario de $3’142.187.

2. Enterada del juicio, Nueva E.P.S. contestó la demanda


y formuló las excepciones de “Inexistencia de responsabilidad por el
hecho de un tercero”; “Cumplimiento cabal de las obligaciones de la
Nueva EPS en su condición de asegurador” e “Inexistencia de yerro
inexcusable en el actuar del equipo tratante. Responsabilidad de medio
y no de resultado”. (Folios 188 a 202, cd. 1).

Por su parte, el Hospital Universitario Clínica San Rafael,


propuso las siguientes defensas: “El paciente fue recibido en el hospital el
día 7 de febrero de 2012, quien consultó por urgencias, siendo calificado como
TRIAGE 2 y a quien se le brindó la atención adecuada, sin existir en ningún
momento retrazos (sic) en la misma ni negligencia del equipo médico”; “La
calificación del Triage, fue la adecuada”; “El paciente no tuvo que esperar el
tiempo establecido en el protocolo para el Triage 2”; “La atención inicial en

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urgencias brindada al demandante fue la adecuada de acuerdo a las exigencias


del sistema general en salud y a nuestro ordenamiento jurídico”; “No es cierto
que la atención brindada al paciente hubiese sido negligente, por el contrario,
la atención inicial en urgencias y la reanimación brindadas fueron las
adecuadas de acuero (sic) a la lex artis y a los protocolos de la institución,
conclusión a la que se llego (sic) en comité técnico científico realizado el día 29
de febrero de 2012”; “Ausencia de nexo causal y de los elementos de la
responsabilidad entre el actuar del hospital y el daño causado al demandante”;
“Existencia de falta de legitimación por pasiva”; “La obligación del profesional
médico no es resultado sino de medios, obligación que en este caso fue
debidamente ejecutada”; “Fue inevitable, imprevisible e irresistible la muerte
del paciente”; y “La estimación de la cuantía de la demanda es injustificada y
caprichosa”.

A su turno, la llamada en garantía, Andrea Leonor Loaiza,


blandió como medios de defensa, los que denominó: “Falta de
legitimación en la causa por pasiva”; “Inexistencia de la obligación”;
“Carencia de respaldo normativo” y “Buena Fe”.

Asimismo, La Previsora S.A. Compañía de Seguros, en su


condición de llamada en garantía, propuso las excepciones de
“Inexistencia de culpa institucional del Hospital Universitario Clínica San
Rafael ante la adecuada práctica médica, cumplimiento de la ‘Lex artis
ad hoc’”; “Ausencia de responsabilidad del Hospital Universitario Clínica
San Rafael, dado el cumplimiento de su obligación de medio en la
prestación del servicio medico-asistencial”; “Inexistencia de los
elementos propios de la responsabilidad – ausencia de vínculo causal
entre el supuesto daño producido y el agente que intervino en el
procedimiento médico”; “Inexistencia de la obligación de indemnizar a
cargo del Hospital Universitario Clínica San Rafael y de mi representada,
La Previsora S.A Compañía de Seguros, por razón de la intervención de
una causa extraña”; “El supuesto daño alegado, no reúne los requisitos
legales de inexistencia de la obligación de pagar los perjuicios
pretendidos – carga probatoria del actor”; “Cumplimiento por parte del
asegurado Hospital Universitario Clínica San Rafael, de los estándares

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de calidad en la prestación de los servicios de salud exigidos” y “Límite


de la responsabilidad de la Compañía Aseguradora”.

3. Agotado el trámite probatorio y el de alegaciones, la juez


de instancia dictó la correspondiente sentencia, desfavorable a las
súplicas de los convocantes.

II. LA SENTENCIA APELADA

1. El juzgador de primera instancia, luego de encauzar el


proceso sobre la senda de la responsabilidad extracontractual,
atendiendo que los “demandantes buscan el resarcimiento por los perjuicios
materiales y extrapatrimoniales, causados como consecuencia de la alegada
negligencia, en el ejercicio de la actividad médica brindada por el Hospital
Universitario Clínica San Rafael, al fallecido señor Jhon William Torres
Rodríguez” consideró que del material probatorio recaudado, no se
comprobaba la negligencia de las demandadas, estando en cabeza de
los accionantes aportar las pruebas de reparar.

Para arribar a esa conclusión, entró a estudiar las pruebas


recaudadas de la siguiente manera:

“[E]n primer lugar, se conoció el interrogatorio de la señora Saboya


Torres en la que refirió claramente que el día del fallecimiento, (…) desde las 7 de
la mañana, el señor tenía un dolor en el pecho que le irradiaba a la espalda, al
punto que ella tuvo que hacerle un masaje, atendiendo que ella tenía estos
conocimientos, [por ser] auxiliar de enfermería. Asimismo el señor Juan Sebastián
Torres Saboya hijo de la demandante y del señor fallecido, manifestó que salió con
su padre para el lugar de trabajo y que estuvo con él todo el día, -esto
refiriéndose al día de la muerte del señor Torres Rodríguez-, que para ese día
estaba empastando un techo, pero que en todo el día no pudo trabajar y que
estuvo andando vueltas, y que se quejó todo el día, esta situación, y tal como lo
indicó igualmente un compañero de trabajo [del fallecido], el señor Julio Enrique
Gil, [quien en su declaración expresó que] a las 2.30 aproximadamente se estaba
tomando un café con el señor Torres Rodríguez y le dio una picada en el pecho, y
él en ese momento le sugirió que fuera al médico (…) Lo anterior, deja entrever,
que pese a que el fallecido señor Torres Rodríguez desde tempranas horas de la
mañana y en el transcurso del día tenía dolencias, solo acudió a que se le prestara
atención médica hasta las 3:23 de la tarde, es decir, luego de un lapso muy
prolongado entre la aparición de los primeros síntomas o las primeras molestias, y
la hora en que acudió a que se le prestara esa atención médica (…).

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Igualmente se refirió por el representante legal del hospital


demandado y del médico que lo atendió -llamada en garantía-, que el (…) "triage
I" (…) ‘corresponde a eventos en que el paciente requiere de una intervención
médica inmediata, se incluyen en esta categoría pacientes con dificultad
respiratoria severa, estado de inconciencia o ausencia de signos vitales, debido a
trauma mayor, problemas cardio - respiratorios o neurológicos’; síntomas que
como consta en la historia clínica del señor Torres Rodríguez no padecía, pues tal
como consta en la historia clínica, la cual no ha sido tachada de falsa, se
encontraba estable en sus signos vitales, además indica tenía estabilidad
hemodinámica y la saturación arterial de oxígeno era normal, razón por la cual, no
puede tomarse por cierta la afirmación de que estuvo mal clasificado, menos aún y
corrobora esta afirmación, el hecho de que el señor Torres Rodríguez asistió a la
clínica por sus propios medios, no estuvo acompañado ni ayudado de nadie, para
evidenciar que estuviese en una condición de gravedad mayor.

De otro lado, [en el] "triage" se dej[ó] constancia [que] (…) el motivo
de la consulta refiere mareo, dolor precordial que se irradia a la mandíbula de una
hora de evolución, aquí valga indicar que si bien se indicó esto, no refirió el señor
Torres Rodríguez que su malestar [tenía más de] una hora de evolución, que tal y
como lo manifestó (…) su esposa, aquí demandante, [dicho dolor se presentó]
desde las 7 de la mañana, (…) es evidente que también se omitió dar esta
información cuando se presentó al “triage”, esto hubiera podido de pronto, (…)
determinar una situación diferente.

Asimismo, el ad quo señaló que al plenario se incorporó


“como prueba para demostrar esta indebida clasificación del "triage" el testimonio
(…) de los señores Sandra Delgado y Alex Eugelio, quienes manifiestan que el
"triage" debió corresponder a un "triage 1"; sin embargo, se basan simplemente
en su dicho, pues valga indicar, ellos mismo afirmaron en su declaración, [que]
llegaron posteriormente, y no tuvieron contacto con el señor Torres Rodríguez en
el día que realmente tuvo los síntomas y el padecimiento que permitió clasificarlo
de esa manera, y aclaran que la información que obtuvieron, la tuvieron por
referencia que les hizo la señora Flor Delina Saboya al momento en que llegaron a
la Clínica, (…) por el contrario, de un análisis de la literatura médica que se ha
referido, muestra que los síntomas del señor no ameritaban un "triage I" [porque
el] mareo [y el] dolor precordial que se irradiaba a la mandíbula, de una hora de
evolución, se reitera, no es concluyente unido a lo que se establece en la historia
clínica del resultado de los demás síntomas que deben analizarse como son la
presión arterial, y otras series de situaciones que explicaron los médicos técnicos
que trajeron los peritos técnicos que se escucharon aquí, y que estos son el
médico Augusto Bernal y el médico Miguel Ángel, director de la clínica que indicó
que ese análisis de los síntomas, también debe hacerse unido a los resultados que
puede realizar el médico, como sucedió en este caso.

Por todo lo anterior, concluyó que “no aparece demostrado daño


alguno, ni hechos culposos por parte de la IPS -que atendió al señor Torres
Rodríguez- [ni] de las instituciones demandadas [y] del personal de las mismas, y
que puedan derivar en la acción de responsabilidad promovida, puesto que las
afirmaciones de la parte actora solo se sustentaron en su dicho, sin que se diera
cumplimiento al principio "onus probandi" contemplado en el art. 177 del C.P.C.,
vigente a la fecha de presentación de la demanda, (…); por el contrario, se
observa en el dictamen de necropsia realizado por el Instituto de Medicina Legal,
como principal hallazgo en la exploración de las coronarias, la presencia de una
enfermedad arteriosclerótica, que compromete la descendente anterior en un

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60%, lo cual sumado a que a pesar de encontrarse el señor Torres Rodríguez con
malestar desde la 7 de la mañana, solo acudió a recibir atención médica hasta las
3.23 de la tarde, sin referírselo a quien lo recibió para realizar el "triage" como
refiere la parte demandante en los hechos de la demanda, lo que denota una falta
de cuidado auto-personal, pues teniendo en cuenta las dolencias que tenía lo
lógico era que hubiese acudido inmediatamente a urgencias desde horas de la
mañana, en que se presentaran esos síntomas, e informara de todos aquellos
síntomas, al personal que lo estaba atendiendo en la IPS a la que acudió. Muy
seguramente, tales circunstancias, hubiesen provocado una calificación de un
"triage" diferente.

Lo anterior, deja por sentado que la clasificación en el "triage II" fue


adecuada y correspondía a la información que suministró el entonces paciente en
urgencias, y la verificación de los signos vitales, sumado a que no se demostró
que no se hubiese atendido, por encontrarse en mora con la Nueva EPS, pues
como refirió el testigo Julio Enrique Gil el señor Torres Rodríguez tuvo una picada
a las 2:30 de la tarde y como se registra en la historia clínica a las 3:27 de la
tarde ya estaba siendo atendido en la IPS demandada, donde en ese momento le
hicieron el "triage", es decir, verificaron su estado de salud.

(…)

Así las cosas, encuentra el despacho que no aparece demostrado


daño alguno ni hechos culposos atribuibles a la conducta desplegada por las
sociedades demandadas, a través de su personal médico y administrativo, y que
puedan derivar en la acción de responsabilidad promovida, puesto que las
afirmaciones de la parte [demandante], se reitera, solo se basaron en su dicho, y
por el contrario, lo expresado inclusive por la aquí llamada en garantía, la Dra.
Loaiza, quien prestó los servicios de reanimación, fueron oportuna y debidamente
prestados, y de acuerdo a la patología que informó y presentó, sin que se pueda
endilgar que obre responsabilidad en las instituciones demandadas con ocasión de
la muerte del paciente.

Las razones expuestas llevan a determinar que no se demostró el


nexo de causalidad, entre la muerte del señor Jhon William Torres y Rodríguez y la
forma y oportunidad de la actividad médica y administrativa prestada por parte de
los miembros de las sociedades demandadas, puesto que no se demostró la
negligencia médica de modo que no hay responsabilidad que endilgar por la
conducta desplegada por esta lo que lleva a que se declare la improsperidad de las
pretensiones.

A continuación explicó que “el abogado de la parte demandante


en sus alegaciones refiere a la ausencia de un video, (…) es claro que el video no
aporta o no aportaría ninguna evidencia al respecto, sin embargo, valga indicar,
que la razón que motivó el rechazo de esta [prueba] es por la inexistencia del
video según lo manifestado por la Clínica Hospital Universitaria San Rafael, (…) por
tanto, esa es la razón por la que no obra el video en el proceso y no se tuvo en
cuenta, o no se pudo tener en cuenta.

Igualmente, se ha mencionado por parte de los demandantes una


inconformidad disparidad en las horas que se refiere se prestó el servicio, al
respecto valga indicar que un análisis en conjunto de todas las pruebas permite
establecer que las mismas pruebas evidencian que no hubo tiempo para que se

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hubiese configurado negligencia alguna, en efecto tal y como lo refirió el Sr. Julio
Enrique Gil, a las 2:30 de la tarde aproximadamente al señor Torres Rodríguez le
dio una picada, en ese momento, él le dijo que fueran al médico (…) [razón por la
cual] él se cambió y (…) llegó a la clínica a las 3:23 y como consta [en] el "triage"
se realizó a las 3:27 y en las notas de enfermería que hacen parte de esa historia
clínica, se refiere que a las 3:35 activaron el código azul, desde ese momento,
como puede evidenciarse, habían transcurrido 8 o 9 minutos, [toda vez que] el
señor tuvo un colapso y a pesar de las labores de reanimación que tardaron 45
minutos, (…) no respondió a esa reanimación.

[Asimismo] el abogado dice igualmente que se debe tener en cuenta


las llamadas realizadas del celular del señor Torres Rodríguez, sin embargo, (…)
no consta quien las realizó, de hecho la señora Delina Saboya, en su interrogatorio
manifestó que a ella la habían llamado de la Clínica, no especificó cuando la habían
llamado, sin embargo, en las notas de la historia clínica la médico Loaiza deja
constancia que el señor falleció a las 16:20 y obran registros de llamadas a las
16:18 y 16:40, igualmente en [ese registro aparece que desde ese teléfono se
realizaron llamadas con posterioridad a esas horas], lo que no permite o no es
suficiente concluir que (…) el teléfono lo estaba utilizando realmente el señor
[Torres Rodríguez].

Por lo dicho precedentemente el medio exceptivo propuesto por el


Hospital Clínica San Rafael ausencia de nexo causal de los elementos de la
responsabilidad entre el actuar del hospital y del daño causado al demandante,
comoquiera que esta excepción es suficiente para denegar las pretensiones de la
demanda, este despacho no se pronunciara sobre los demás medios de defensa
planteados por los otros demandados

Finalmente sobre la tacha de sospecha que hace el abogado de la


parte demandante de los testigos la misma no prospera pues las declaraciones de
estos no se extracta ningún elemento que se pueda dudar de la veracidad de su
dicho sino que además fueron contrastadas con las pruebas documentales
obrantes en el proceso y los conocimientos propios de su profesión, los cuales
están acordes con la literatura médica por lo que tienen plena credibilidad para
este Juzgado, razón que impide para tenerlos como sospechosos” .

III. LA APELACIÓN

1. En desacuerdo con el fallo proferido por el a quo, el


extremo actor apeló tal decisión, para lo cual manifestó, en primer
lugar, que solicitó el decreto de una prueba consistente en oficiar “ al
Hospital Clínica San Rafael para que se allegara el video, el video era en el que
constaba la grabación de los hechos ocurridos en la fecha en que murió el señor
Jhon William Torres, y es que reitero que, es absolutamente inaudito, entender
que básicamente un despacho judicial ordene una prueba, requiera a una entidad,
[y] la entidad simplemente diga que el video ya lo borró y que sobre esa base el
Despacho diga no hay prueba, para mí es un hecho absolutamente contrario a
derecho, contrario a la ley, que denota un desacato a una orden judicial, que
denota además por parte del Despacho una desidia en relación con la práctica de
la pruebas, al no requerir y practicar las diligencias a que hubieran lugar, y como
se dijo anteriormente, ni siquiera haber compulsado copias a los entes de control y
a la Fiscalía General de la Nación para que adelantara las investigaciones a que
hubiere lugar, para establecer la responsabilidad sobre la pérdida o la forma en

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que se destruyó, eventualmente un video, de una clínica más cuando ese video
está relacionado con el fallecimiento de una persona, entonces como es posible
que una persona que falleció, y que existe un sistema de grabación en toda clínica,
y que simplemente se diga que el video se borró y que el Despacho diga perfecto
no hay prueba y sobre esto continúe con el proceso, y que hoy hayamos llegado a
una sentencia absolutoria, que desafortunadamente se ha dado en esos términos,
y que no compartimos los criterios porque se ha tratado digamos de argumentar
todo con fundamento en argumentación que solo beneficia a la parte demandada
en ningún momento se hizo el más mínimo esfuerzo por parte del Despacho
Judicial, en establecer la veracidad de los hechos, reitero con las pruebas, y
tampoco con los testimonios recaudados ni con los documentos que fueron
aportados, todo fue desvirtuado, en favor de la parte demandada, ejemplo de esto
(...), es que se diga que la falta de concordancia entre las horas que se
manifestaron por parte de la Clínica en que fue atendido el señor Jhon William en
la hora en que falleció y demás no concuerdan con pruebas como ejemplo una
certificación de Comcel del celular 3112879504 del señor Jhon William Torres
Rodríguez que ahí aparece registrado, y como se registran una serie de llamadas
en un corto período de tiempo, sobre esto no se hace alusión alguna a cualquier
situación que pudiera entenderse como probatoriamente favorable a la parte
demandante, en donde se ven llamadas como desde las 2:59, las 3:01 minutos las
3:18 las 3:23 las 3:29 y las 3:48 todas muy seguidas, y la última a las 4:40, y
que el despacho diga que porque existen otras llamadas, en otros momentos, pues
no se hace el más mínimo esfuerzo por establecer que la siguiente llamada es del
mismo día pero a las 8:01 minuto de la noche, entonces, simplemente se hace ver
que el celular hubiera podido ser utilizado por otras personas, en ese sentido, es
una valoración argumentativa que solo tiende a favorecer los intereses de la parte
demandada, lo cual considero que no se ajusta los principios de administración de
justicia, y sobre todo a la búsqueda de una verdad material, aquí en este proceso,
no se ha dado la búsqueda de una justicia, y para eso está creada la
administración de justicia, para buscar ese fin último, en este caso, lo único que se
ha hecho es vulnerar un principio máximo que estructura el estado social de
derecho, como es el principio de dignidad humana, y como se ve a todas luces,
que pruebas tan contundentes como que el "triage" se haya calificado a una
persona que llega con dolor precordial que es irradiado a la mandíbula y que tenga
mareo y que tenga una hora de evolución se pueda entender que simplemente
puede ser a atendido en el término de 30 minutos y que obviamente eso
desencadenó que la persona no fuera atendida, y que cuando básicamente va a
ser atendida fallece, precisamente porque la persona llega infartada, y eso es algo
que queda absolutamente claro y es que no entiende como la valoración del
juzgado llega a concluir que no se pudo establecer el nexo de causalidad entre la
actuación de la parte demandada en relación con el hecho ocurrido que genera el
daño si los mismos galenos que fueron llamados a juicio como testigos calificados
manifestaron el Dr. Miguel manifestó que había un 15% o 20% de probabilidades
de que estos síntomas que acabo de mencionar pudieran ser síntomas de un
problema cardiaco severo, entonces sobre esa base la lógica de las preguntas
estaba llamada a entender precisamente que si existe un 15% o 20% de que unos
síntomas pueda tener un infarto o daño cardiaco severo, pues ese 15% o 20% de
probabilidades, son precisamente que la persona pudiera estar en esa situación,
entonces como es posible que una persona de que tenga un 15 o 20% de
probabilidades de estar infartado no se le atiende inmediatamente”.

En segundo lugar, alegó que “llama la atención como el


Despacho dice que no existen elementos probatorios para establecer lo que se
está planteando con la demanda cuando en la misma sentencia se relata que para
que haya triage I debe haber problemas cardio-respiratorios entonces como así
que no existen síntomas que permitan calificar un triage I en el caso del señor
Jhon, si precisamente los mismos testigos expertos manifestaron que esta clase de
síntomas podrían ser problemas cardiacos, entonces hay una total y errónea

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interpretación por parte del Despacho en relación con la falta de elementos


probatorios por parte de los demandantes.

Ahora con lo que tiene que ver con la valoración de los testigos pues
se observa que la señora Juez manifiesta que no hay lugar a entender que hayan
faltado a la verdad, o que haya duda sobre la veracidad de sus manifestaciones y
se olvida que en las declaraciones de los testigos, en los dos casos, los dos
testigos, omiten manifestar la totalidad de los síntomas que presentaba el señor
John William sobre todo con el tema del mareo y el dolor con la irradiación a la
mandíbula son hechos que permiten concluir que los testigos son llamados por la
parte demandada, los testigos no han sido totalmente imparciales al manifestar su
dicho porque precisamente tienen o han tenido en el caso del señor Miguel, tiene
una vinculación directa como representante mismo de la entidad, entonces como
no va a entenderse que su dicho va a estar cargado a favor de la parte
demandada, si los intereses que él representa son los intereses de la misma
clínica, y en el caso del Dr. Germán pues también manifestó haber sido funcionario
de la misma clínica, y en ese sentido todo lo que han manifestado tiene serios
vicios, sobre todo con la omisión de los síntomas completos que presentaba el
señor Jhon William.

Ahora en lo que tiene que ver con la manifestación del despacho


referente a que el señor John William no manifestó que tenía unos síntomas desde
tempranas horas, y que solo manifestó que llevaba una hora de evolución, sobre
esto cabe preguntar y es que el hecho de que haya un error, o que haya una
omisión si fuera así que solo lo sabrá el señor Jhon William manifestar que tenía
unos síntomas desde temprano, eso da lugar a que no se le atendiera
debidamente y que a él no se le atendiera de manera inmediata, cuando estaba
infartado, si precisamente el problema cardiaco que seguramente tenía si podía
estar relacionado con el hecho de no haberse practicado exámenes regularmente y
precisamente eso es lo que desencadena el hecho de tener un problema cardiaco y
que necesita atención, entonces como es posible decir que por el hecho de no
haber manifestado eso, no se pudo calificar adecuadamente o que no se le calificó
y que se hubiera dicho que tenía un síntoma diferente si se le hubiera calificado
con un triage l.

Entonces pues reitero lo que se manifestó en los alegatos de


conclusión en relación con la jurisprudencia del Consejo de Estado que se invocó
teniendo en cuenta que existe un caso de identidad fáctica 'una persona que tenía
un dolor de esa naturaleza y fue calificado con triage II, cuando se pudo
establecer en dicho juicio, ante ese máximo Tribunal, que la persona debió
habérsele practicado un electrocardiograma dentro de los primero 10 minutos para
descartar precisamente un infarto agudo al miocardio' y es que como es posible
que si el paciente tenía una probabilidad del 15% o 20% de probabilidad de tener
un problema cardiaco severo o como lo dijo el otro testigo especialista de gran
trayectoria dijo que si podía ser un problema de ese orden, cardiaco severo, que
no era el único pero que si lo podía ser, entonces como hace una persona para que
se le descarte que puede estar infartado o no, sino es con los diez minutos se le
practique un electrocardiograma.

Entonces todos estos elementos probatorios contradicen lo


manifestado en la sentencia en el sentido que si efectivamente existen todos los
elementos probatorios sumado a los testimonios de las personas que trajo la parte
actora en donde manifestaron conocer al demandante que no tenía problemas de
salud, manifestaron que conocen su relación con la familia, que dependían
económicamente del señor Jhon William y además manifestaron que conforme su
conocimiento por desempeñarse en el área de la salud, el señor Alex por ejemplo
manifestó haber trabajado en ambulancias y tener un conocimiento entonces
podemos deducir que todo lo que diga en ese sentido es falso o que no se puede
tener en cuenta si lo que se trata de un proceso de estos es buscar una verdad

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material para eso existen principios constitucionales que deben ser acatados lo
cual no se resolvió de esa manera en este caso”.

2. En consecuencia, solicitó revocar la decisión apelada, para


acceder a las pretensiones de la demanda.

IV. CONSIDERACIONES

1. Presentes los presupuestos procesales necesarios para la


decisión de fondo y verificada la inexistencia de irregularidades que
invaliden lo actuado, se procede a resolver la impugnación planteada, no
sin antes precisar que la alzada será desatada atendiendo los puntos
concretos de desencuentro contra el fallo de primer grado, traídos a
juicio por el extremo opugnador como contrarios a sus intereses, a tono
con lo dispuesto en el artículo 320 del Código General del Proceso.

2. Hechas tales acotaciones, debe memorarse que los


demandantes buscan que la Nueva EPS y el Hospital Universitario Clínica
San Rafael reparen los perjuicios irrogados, por el deceso de su familiar,
al no haberlo clasificado correctamente en “triage 1”, pues, en su
criterio, éste requería de una atención médica inmediata, por presentar
“mareo, [y] dolor precordial que se irradia[ba] a la mandíbula con una
hora de evolución”.

El a quo, para negar las pretensiones del líbelo introductor,


consideró, en síntesis, que los signos vitales de Jhon William Torres
Rodríguez, para el 7 de febrero de 2012, -data en que acudió por
urgencias al Hospital Universitario Clínica San Rafael-, eran estables, su
saturación arterial de oxígeno normal, amén de que se presentó sin
acompañante y por sus propios medios, circunstancias que impedían ser
clasificado en “triage 1”, por no presentar inestabilidad hemodinámica y
estado de inconciencia.

Agregó que Jhon William Torres Rodríguez omitió manifestar


al personal médico, que venía soportando sus dolencias desde las
primeras horas de la mañana de ese día –situación que eventualmente

11
Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

hubiera provocado una categorización diferente en el “triage”-,


concluyendo que no quedó demostrado daño alguno, ni hecho culposo
por parte de la IPS que puedan derivar en la acción de responsabilidad
promovida, pues las afirmaciones de la parte actora solo se sustentaron
en su dicho, omitiendo dar cumplimiento al principio de “onus probandi”.

Empero, el extremo recurrente insistió en que el paciente


debió ser clasificado en “triage 1”, con el propósito de realizarle, de
manera inmediata, un electrocardiograma, dentro de los primeros diez
minutos de la atención, y así descartar un infarto agudo al miocardio,
pues los galenos que rindieron su declaración, fueron contundentes en
afirmar que Jhon William Torres tenía una probabilidad del 15% o 20%
de presentar un problema cardiaco severo.

3. Sobre ese escenario descrito en precedencia, observa la


Sala que el problema jurídico planteado se dirige a determinar si, en
realidad, las demandadas Nueva E.P.S. y el Hospital Universitario Clínica
San Rafael, desplegaron un comportamiento tardío en la atención
médica prestada al fallecido Jhon William Torres Rodríguez, que diera
lugar a una pérdida de oportunidad en la recuperación y supervivencia
del paciente.

4. A objeto de abordar el debate puesto en conocimiento de


este Colegiado, cumple precisar que, en relación con la responsabilidad
civil de las entidades del sistema de seguridad social en salud y de sus
agentes, la Sala de Casación Civil tiene dicho lo siguiente:

“La atención médica de hoy en día requiere habitualmente que los


pacientes sean atendidos por varios médicos y especialistas en distintas áreas,
incluyendo atención primaria, ambulatoria especializada, de urgencias,
quirúrgica, cuidados intensivos y rehabilitación. Los usuarios de la salud se
mueven regularmente entre áreas de diagnóstico y tratamiento que pueden
incluir varios turnos de personas por día, por lo que el número de agentes que
están a cargo de su atención puede ser sorprendentemente alto.

Todas esas personas podrían tener un influjo decisivo en el


desenvolvimiento causal del resultado lesivo; sin embargo, para el derecho
civil no es necesario, ni posible, ni útil realizar un cálculo matemático del
porcentaje de intervención de cada elemento de la organización en la
producción física del evento adverso. Para atribuir la autoría a los miembros

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Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

particulares, basta con seleccionar las operaciones que el juez considera


significativas o relevantes para endilgar el resultado a uno o varios miembros
de la organización (…).

De manera que para imputar responsabilidad a los agentes


singulares de la organización, el juez habrá de tomar en cuenta sólo aquellas
acciones, omisiones o procesos individuales que según su marco valorativo
incidieron de manera preponderante en el daño sufrido por el usuario y
cargarlos a la cuenta de aquellos sujetos que tuvieron control o dominio en la
producción del mismo. De este modo se atribuye el hecho dañoso a un agente
determinado, quien responderá en forma solidaria con la EPS y la IPS, siempre
que confluyan en ellos todos los elementos de la responsabilidad civil.

El agente médico singular se exonerará del juicio de imputación


del hecho como suyo siempre que se demuestre en el proceso que no tenía un
deber de cuidado en la atención que brindó al paciente, lo que ocurre, por
ejemplo, cuando su intervención no fue jurídicamente relevante o estuvo
amparada en una causal de justificación de su conducta; cuando el daño se
debió al quebrantamiento de una obligación de acción de la EPS o de la IPS y
no a la desatención del deber personal de actuar; o cuando no intervino de
ninguna manera ni tenía el deber jurídico de hacerlo.

(…)

La atribución de un hecho lesivo a un agente u organización como


suyo es necesario pero no suficiente para endilgar responsabilidad civil, (…).
Para esto es preciso, además, que el daño sea el resultado de una conducta
jurídicamente reprochable en términos culpabilísticos.

La prudencia en el ámbito de la prestación del servicio de salud es


el término medio en las acciones y operaciones profesionales, es no obrar por
exceso ni por defecto según los estándares aceptados en los procedimientos y
la práctica científica de una época y lugar determinados.

De igual modo se ha explicado que para la atribución de


responsabilidad organizacional no basta con analizar la conducta aislada de los
elementos del sistema, sino que debe valorarse el nivel organizativo como un
todo.

La culpa de la persona jurídica se establece en el marco de una


unidad de acción selectivamente relevante que tiene en cuenta los flujos de la
comunicación entre los miembros del sistema. Por ello, el juicio de reproche ha
de tomar en consideración, además de las acciones y omisiones organizativas,
las fallas de comunicación del equipo de salud que originan eventos adversos
cuando tales falencias podían preverse y fueron el resultado de la infracción de
deberes objetivos de cuidado.

La culpa de las entidades del sistema de salud y de sus agentes,


en suma, se examina en forma individual y en conjunto a la luz de los
parámetros objetivos que existen para regular la conducta de los agentes
particulares y su interacción con los demás elementos del sistema. El juicio de
reproche respecto de cada uno de ellos quedará rebatido siempre que se
demuestre su debida diligencia y cuidado en la atención prestada al usuario.

La responsabilidad civil derivada de los daños sufridos por los


usuarios del sistema de seguridad social en salud, en razón y con ocasión de la
deficiente prestación del servicio –se reitera– se desvirtúa de la misma manera
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Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

para las EPS, las IPS o cada uno de sus agentes, esto es mediante la
demostración de una causa extraña como el caso fortuito, el hecho de un
tercero que el demandado no tenía la obligación de evitar y la culpa exclusiva
de la víctima; o la debida diligencia y cuidado de la organización o de sus
elementos humanos al no infringir sus deberes objetivos de prudencia.”2

5. Trazados los anteriores derroteros jurisprudenciales, se


advierte que, en el caso de autos, le correspondía a los promotores de la
controversia acreditar los supuestos fácticos de sus pretensiones, esto
es, que el personal adscrito al Hospital Universitario incurrió en error, al
determinar la prioridad con la cual debía atenderse al paciente en el
servicio de urgencias (clasificación triage), al cual concurrió dada la
sintomatología que presentaba “mareo, dolor precordial que irradiaba a
la mandíbula con una hora de evolución”; desacierto que redundó en
que no se le brindara una atención inmediata y, por ende, omitieran
adoptar las medidas diagnosticas (practicar electrocardiograma) y
terapéuticas que exigía su condición clínica.

Sin embargo, en la actuación reluce, de entrada, que el


extremo activo incumplió con esa carga probatoria que pesaba sobre sus
hombros, por no demostrar que el fallecimiento del señor Jhon William
Torres Rodríguez se produjo como consecuencia de una conducta
culposa del personal clínico hospitalario que lo asistió, o de las
instituciones hospitalarias convocadas a juicio, como pasa a explicarse.

Para esos efectos, téngase en cuenta, delanteramente, que


el “triage” es un “sistema de clasificación que se aplica a los pacientes que
acuden al servicio de urgencias en forma habitual (no incluye casos de
emergencias con múltiples víctimas ni desastres) en donde se determina su
gravedad y el tiempo máximo que puede esperar para su atención médica. El
objetivo principal es identificar a los pacientes más graves para ser atendidos
en forma más rápida”; noción extraída de la “GUÍA DE PRÁCTICA
CLÍNICA” aportada por los demandados – ver folios 246 a 261 de la
encuadernación- documento del que se desprende que para establecer la
prioridad en la atención de los pacientes que requieren un servicio de
urgencias, debe considerarse la siguiente clasificación:
2
Sentencia SC13925-2016 de 30 de septiembre de 2016. Exp. 05001-31-03-003-2005-00174-01

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Triage 1: La condición clínica del paciente representa un


riesgo vital y necesita maniobras de reanimación, por presentar
inestabilidad cardiaca, respiratoria o de conciencia, situación que impone
una atención médica inmediata.

Triage 2: En este grupo ingresan todos los pacientes en que


la evolución de la enfermedad puede llevar a un deterioro rápido, pero
tienen estabilidad hemodinámica y no requieren de los servicios
prestados en la sala de reanimación, y deben ser atendidos antes de
una hora.

6. Siguiendo las directrices precedentes, comporta destacar


para zanjar la presente alzada, que en el expediente obra el siguiente
material probatorio:

i) Clasificación Triage 2 del señor John William Torres


Rodríguez, “Motivo de Consulta: MAREO, DOLOR PRECORDIAL, QUE LE
IRRADIA A LA MANDÍBULA DE UNA HORA DE EVOLUCIÓN. ANTECEDENTES:
NIEGA. EXAMEN FÍSICO: T.A. Sístole 159 Diástole 82. Frecuencia
Cardiaca: 65. Frec. Respiratoria: 17. (…) Saturación 02: 98. (…)
Observaciones: TRIAGE 2 PRIORITARIO.”3

ii) “GUÍA DE PRÁCTICA CLÍNICA. CONSULTA HABITUAL DE


URGENCIAS. URGENCIAS ADULTOS” del Hospital Universitario Clínica
San Rafael, en la que se establece como “ INMINENCIA DE PARO
CARDIACO Y/O RESPIRATORIO: 1. Compromiso de la vía aérea. 2. Frecuencia
Respiratoria menor de 5 o mayor de 35. 3. Frecuencia Cardiaca menor de 40 o
mayor de 140. 4. Tensión Arterial Sistólica menor de 90 mm Hg. 5. Caída
súbita de 2 o más puntos en la escala de Glasgow ”.4

iii) Historia de Urgencias de la Clínica San Rafael donde se


consignó lo siguiente: “Motivo Consulta: PACIENTE QUIEN INGRESA POR
DOLOR EN EPIGASTRIO, SE REVISA TRIAGE DE INGRESO, SIGNOS VITALES:

3
fls.20 y 243, cd.1
4
fl.251, cd. 1
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TA: 159/82 FC: 65X’ FR: 20X’ SAT: 98% Enfermedad Actual: SE ATIENDE
LLAMADO DE ENFERMERÍA, QUIEN REFIERE QUE EL PACIENTE CONSULTA POR
CUADRO DE UNA HORA DE DOLOR EPIGASTRIO, CUANDO SE ENCONTRABA
ABRIENDO HISTORIA CLÍNICA PRESENTA COLAPSO Y PARO CARDIO-
RESPIRATORIO PRESENCIADO, SE PASA A LA REANIMACIÓN DONDE SE
INICIA MANIOBRAS DE REANIMACIÓN BÁSICA Y AVANZADA SE PASA CUATRO
AMPOLLAS DE ADRENALIDA, EN EL MOMENTO DE INTUBACIÓN SE EVIDENCIA
ABUNDANTE MATERIAL ALIMENTARIO EN VÍA AEREA, SE EXTRAE
MANUALMENTE BOLO ALIMENTARIO QUE OCLUYE VÍA AÉREA, PERO SE
EVIDENCIA ABUNDANTE COMIDA DENTRO DE LA VÍA AÉREA, SE PASA TUBO
POR OROTRAQUEA #8, EVIDENCIANDO SALIDA DE COMIDA, POR EL, SE
CONTINUAN MANIOBRAS DE REANIMACIÓN POR 45 MINUTOS, PACIENTE QUE
NO RESPONDE A MANIOBRAS DE REANIMACIÓN POR LO CUAL FALLECE A LAS
16:20. SE HABLA CON FAMILIA SOBRE CUADRO CLÍNICO PRESENTADO POR
PACIENTE, QUIEN REFIERE QUE NO TIENE ANTECEDENTES MÉDICOS DE
IMPORTANCIA. SE CONSIDERA NECESIDAD DE REALIZACIÓN DE NECROPSIA
MÉDICO-LEGAL YA QUE NO SE TIENE CAUSA CLARA DE MUERTE”.5

iv) Informe Pericial de Necropsia realizada a John William


Torres Rodríguez, mediante el cual el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias de Forenses, hizo constar que “(…) se trata de un hombre
que colapsa súbitamente en urgencias. Durante la necropsia se descarta
participación de lesiones traumáticas causantes de la muerte. Al examen
interior se evidencia fluidez visceral, además a la exploración de las coronarias
se encuentra que hay enfermedad aterosclerótica que compromete la
descendente anterior en un 60%. No hay historia clínica para correlacionar
enfermedad natural.”6

v) Acta de Comité del Hospital Universitario Clínica San


Rafael, sobre la atención al paciente, en la que se documentó:

“Se inicia comité sobre la atención del paciente Jhon William


Torres Rodríguez identificado con CC79537207 ya que la esposa del paciente
requirió de la Historia Clínica y copia del video de sala de Urgencias.

5
fl. 22, cd. 1
6
fl. 23, cd. 1
16
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Se inicia comité analizando atención prestada al paciente JHON


WILLIAM TORRES RODRÍGUEZ CC 79537207

Paciente ingresa al Triage de la institución el día 7 de febrero de


2012 a las 15:27, clasificado Triage 2 priorizado

(…)

Paciente es valorado en Triage y es direccionado para la apertura


de la Historia Clínica, transcurridos 8 minutos el paciente presenta perdida de
la conciencia y es llevado de inmediato a sala de reanimación donde es
activado el código azul de reanimación.

(…)

El transcurso de los 8 minutos entre la realización del


Triage y la presentación del colapso del paciente también se
evidencian en las notas de enfermería y en el cronometro del video de
sala de urgencias” (Negrilla fuera de texto).7

vi) Opinión Médica aportada por la Nueva EPS, emitida por


especialista en medicina interna, concepto técnico en el que se analizó el
caso del señor Jhon William Torres Rodríguez.

vii) Declaraciones de Germán Augusto Bernal Bernal y


Miguel Ángel Murcia, médicos que, respectivamente, manifestaron tener
más 26 años de experiencia en el servicio de urgencias de la Clínica San
Rafael, ser el Director Científico de dicha institución y haber participado
en el comité evaluador del caso del señor Torres Rodríguez.

7. En ese contexto demostrativo huelga apuntalar,


primeramente, que los mencionados facultativos, con fundamento en la
documentación clínica levantada sobre Jhon William Torres Rodríguez y
los protocolos médicos en caso de paro cardio-respiratorio del ente
hospitalario accionado, conceptuaron sobre las posibles causas de un

7
fls. 266 y 267, cd. 1
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dolor precordial y las razones por las cuales una persona con signos
vitales estables puede llegar a presentar un colapso o infarto.

Tales versiones merecen especial atención, para el resultado


que acá se persigue, toda vez que son coincidentes en afirmar: (i) la
víctima ingresó al “triage” de enfermería del Hospital Universitario
Clínica San Rafael, a las 15:27 del 7 de febrero de 2012, (ii) el motivo
de la consulta fue: “mareo, dolor precordial que se irradia a la
mandíbula de una hora de evolución”. No obstante, expresaron que al
momento de ser atendido el paciente, sus signos vitales eran estables,
es decir, tensión arterial, saturación de oxígeno, frecuencia cardiaca y
respiratoria con valores normales, aunado a que estaba consciente al
momento de esa primera valoración. También, sostuvieron que el dolor
precordial presentado no necesariamente estaba relacionado con un
evento coronario, y que por los antecedentes clínicos del enfermo, edad
(41 años), estabilidad hemodinámica y discernimiento, permitían
clasificarlo en un “triage 2”, habida cuenta que no requería ser llevado
inmediatamente a la sala de reanimación, a fin de salvaguardar su vida,
tal y como acontece con las personas que cumplen las condiciones para
ser catalogados en “triage 1”.

Por esa misma vía, cabe descollar que los especialistas


llamados al proceso, explicaron que pasados ocho minutos de la
clasificación en “triage”, más exactamente a las 15:35 horas, de ese
mismo día, el señor Jhon William Torres Rodríguez sufrió un colapso y
paro cardio-respiratorio, activándose el código azul, el cual es definido
como un “mecanismo institucional a través del cual se atiende con la máxima
prontitud y eficiencia cualquier eventualidad inminentemente amenazante para
la vida de un paciente, como sería el caso de cambios significativos en las
constantes vitales, estado hemodinámico del paciente (…)”8,- fase de
urgencia en la se brindó atención médica inmediata, consistente en
maniobras de reanimación, por el lapso de cuarenta y cinco minutos,
pero el afectado no respondió a las mismas, declarándose su muerte a
las 16:20 horas.
8
Definición contenida en los protocolos del Hospital Universitario Clínica San Rafael -ver folio 262 de la
encuadernación-
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De igual modo, indicaron que un infarto puede ser silencioso,


no presentar sintomatología, ni alteración de los signos vitales, que, en
el caso de Jhon William Torres Rodríguez, no era previsible que el
paciente fuera a presentar un paro cardiaco, en razón a que no tenía
inestabilidad hemodinámica, la saturación de oxigeno era del 98% y en
la documentación clínica no aparecían antecedentes médicos
importantes.

Igualmente, refirieron que la patología del dolor torácico no


solamente comprende enfermedades de tipo cardiaco, sino también
puede estar vinculada a la ruptura del pulmón o de un aneurisma, y que
según las estadísticas, cuando se presenta dicho padecimiento, un 15%
está asociado a síndrome coronario y el 85% a otras causas de índole
pulmonar, pero que de cualquier modo, luego de realizarse el “triage”, el
paso a seguir, era que el paciente pasara a ventanilla, a efectos de abrir
la historia clínica para, posteriormente, ser revisado por un galeno,
quien, conforme a la impresión médica, ordenaría los exámenes que
estimaría pertinentes, entre esos, un electrocardiograma, para descartar
alteraciones en el funcionamiento del corazón; análisis que no alcanzó a
practicársele a la víctima, debido a que transcurridos tan sólo ocho
minutos de su ingreso a urgencias, presentó el paro cardio-respiratorio,
sin que se pueda endilgar responsabilidad alguna a las demandadas por
tal suceso, pues el señor Torres Rodríguez recibió toda la atención
médica requerida, siguiéndose los protocolos indicados por la lex-artis.

Sobre el particular es muy de ver que la literatura médica ha


definido el dolor torácico como “ (…) una molestia o dolor que se siente en
algún punto a lo largo de la parte frontal del cuerpo entre el cuello y el
abdomen superior. Muchas personas que experimentan dolor torácico sienten
temor de un ataque cardíaco. Sin embargo, hay muchas causas posibles de
dolor torácico. Algunas causas no son peligrosas para la salud, mientras que
otras son serias y en algunos casos potencialmente mortales. Cualquier órgano
o tejido en el tórax puede ser el origen del dolor, incluso el corazón, los
pulmones, el esófago, los músculos, las costillas, los tendones o los nervios. El

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dolor también se puede propagar hacia el tórax desde el cuello, el abdomen y


la espalda.”9

Asimismo, obra en el expediente el concepto técnico rendido


por la médica Layla Tamer David, quien concluyó que “ [d]e acuerdo a los
documentos aportados de historia clínica para el análisis del caso, se registra
la hora de ingreso a la institución a las 15:27 en donde el registro enviado del
TRIAGE define: dolor precordial irradiado a mandíbula de 1 hora de evolución,
se registran los signos vitales que se encuentran estables y se anota
CLASIFICACIÓN TRIAGE “PRIORIZADO”, que “los casos de TRIAGE 2 son los
siguientes. Pacientes con estabilidad ventilatoria, hemodinámica y neurológica,
cuyo problema representa un riesgo potencial de amenaza a la vida: pacientes
en estado de agitación, dolor torácico, dolor abdominal, síntomas asociados
con diabetes descompensada, cefaleas, vómito, diarrea, fiebre en niños, dolor
tipo cólico renal, amputación traumática de miembros, todo tipo de dolor
severo (escala 7 a 10). Por lo tanto de acuerdo a los síntomas y el estado
hemodinámico del paciente el triage está bien clasificado”.

En línea con lo previamente expuesto, resulta oportuno


relievar que si bien “[e]l dolor en el pecho que se irradia en la mandíbula o
en el brazo izquierdo (o, menos frecuentemente, en el derecho), podría ser
señal de un ataque cardíaco”,10 lo cierto es que el informe de necropsia,
expedido por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, dio cuenta de que el difunto sufría de una “enfermedad
aterosclerótica que compromete la descendente anterior en un 60%”,
patología que puede ser silenciosa y crónica, tal como lo señaló el
médico Miguel Ángel Murcia, y que, de conformidad con la “GUÍA PARA
EL MANEJO DE URGENCIAS” del entonces Ministerio de Protección social
“[l]a aterosclerosis coronario es una enfermedad crónica que tiene períodos de
estabilidad e inestabilidad, durante las etapas inestables con activación de la
inflación de las paredes vasculares, el paciente puede desarrollar un infarto

9
Biblioteca Nacional de Medicina de los EEUU. MedlinePlus.
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003079.htm

10
idem

20
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que, en algunos casos, puede pasar como un evento inadvertido y, en otros,


como un deterioro catastrófico”11

8. Desde esa perspectiva, se despeja, sin tropiezo, que


cuando el paciente acudió al centro hospitalario fue categorizado
correctamente en “triage 2 priorizado”, en razón a que presentaba (i)
estabilidad hemodinámica; (ii) estaba consciente; (iii) el dolor
precordial irradiado a la mandíbula no siempre está ligado a una
enfermedad coronaria, -acorde con lo expuesto por los médicos
especialistas- (iv) era un adulto joven, que, antes del 7 de febrero de
2012, gozaba de un buen estado de salud, -tal y como lo afirmaron los
testigos traídos por la parte actora-, y (v) no refirió antecedentes
clínicos de relevancia al momento de ser atendido en la sala de
urgencias; situación que, ciertamente, no permitió advertir la
“INMINENCIA DE PARO CARDIACO Y/O RESPIRATORIO”, según los
parámetros establecidos en la “GUÍA DE PRÁCTICA CLÍNICA. CONSULTA
HABITUAL DE URGENCIAS. URGENCIAS ADULTOS” del Hospital
Universitario Clínica San Rafael, por lo que la atención médica podía dar
espera en un lapso no superior a treinta minutos, conforme la Circular
Externa No. 00056 del 6 de octubre de 2009 de la Superintendencia de
Salud, -norma vigente para la época de los hechos, término que a
propósito fue reiterado en el artículo 5 de la Resolución 5596 de 2015,
expedida por el Ministerio de Salud y Protección Social.

De ahí que no pueda endilgársele negligencia alguna a las


entidades demandadas, por no prestar un servicio asistencial oportuno y
eficaz; máxime si, luego de transcurridos tan solo ocho minutos
contados a partir de la realización del “triage”, Jhon William Torres
Rodríguez sufrió complicaciones imprevistas en su salud que convocaron
su ingreso inmediato a la sala de reanimación, en donde la especialista
realizó todos los procedimientos médicos a fin de estabilizarlo, en la
medida que su dolencia lo permitía, pero los mismos no arrojaron un
resultado favorable, lo que desencadenó su muerte, según se aprecia en
los documentos clínicos aportados.

11
Tomo I. 3 Edición. 2009. Grupo de Atención de Emergencias y Desastres. Pág. 325.
21
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Ahora bien, no puede perderse de vista que al momento de


presentarse la urgencia, se desconocía que el occiso padecía de una
enfermedad “aterosclerótica”, pues tal hallazgo sólo fue exteriorizado
con la necropsia, amén de que su estado de salud empeoró
rápidamente, impidiendo a los galenos considerar la práctica de un
electrocardiograma, ya que, itérese, en menos de diez minutos,
contados a partir de su ingreso a al servicio asistencial de urgencias,
padeció un paro cardio-respiratorio.

Aunado a lo delanteramente expuesto, para esta


Corporación no es de recibo el argumento expuesto por los opugnantes,
referente a que los facultativos que rindieron su declaración en la
actuación estaban parcializados, al tener intereses laborales con las
entidades demandadas, puesto que habrían omitido la totalidad de los
síntomas que presentó Jhon Wiliam Torres Rodríguez, porque, de la
revisión exhaustiva de sus respuestas coincidentes, así como del
escrutinio de los demás medios suasorios, no se infiere un motivo serio
que afecte la declaración de dichos deponentes, tampoco existen
razones válidas para restarle credibilidad o tildarlos de sospechosos;
nótese que del análisis de las contestaciones dadas por tales
declarantes, se infiere su consistencia, su espontaneidad y su
coherencia, conforme a lo consignado en la historia clínica, el
documento que contiene el “triage” y sus conocimientos profesionales.

Por ese mismo sendero, cabe resaltar que las


manifestaciones expuestas por los testigos familiares de la parte actora,
esto es, Sandra Salgado Saboya y Alex Eduardo Eulegelo Lizarazo,
concernientes a que el enfermo debió ser calificado en “triage 1”, en
razón de sus dolencias, no tienen el alcance probativo que pretenden los
impugnantes, habida cuenta que su llamamiento al presente litigio tuvo
como objeto informar al juez sobre los hechos que les constaba, más no
emitir opiniones o juicios especializados, pese a sus oficios y
conocimientos paramédicos, pues no presenciaron ni tuvieron cercanía
con el incidente clínico materia de este litigio.
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En esas condiciones, resulta patente que no es procedente


admitir una pérdida de oportunidad en la vida del señor Jhon William
Torres Rodríguez, si se tiene en cuenta que su categorización en “triage
2” se ajustó a los síntomas reportados y evidenciados, con apego a los
protocolos clínicos de la entidad hospitalaria demandada, a lo que se
suma que el procedimiento de reanimación, luego de que el enfermo
colapsara, se desarrolló de acuerdo con la lex-artis; realidad que impide
la estructuración del nexo causal entre el comportamiento de los
agentes médicos y el daño del que se duelen sus deudos accionantes,
pues no se demostró que el fallecimiento del paciente fuera
consecuencia directa de la clasificación que se le diera en el servicio de
urgencias para prestarle atención prioritaria.

Con todo, en gracia de discusión, si hubiere existido el error


en la clasificación del “triage”, lo cierto es que el paciente fue atendido
en forma inmediata, pues tan solo transcurrieron 8 minutos entre la
realización del “triage” y el momento en que fue sometido a
reanimación, tal como da cuenta la historia clínica, cuyo contenido no
fue desvirtuado.

9. De otro lado, y en lo atinente a que la juez de primer


grado omitió requerir al Hospital Clínica San Rafael para que allegara el
video que contenía la grabación de los hechos ocurridos en la fecha en
que murió Jhon William Torres, fue un tema que esta Corporación
abordó al momento de resolver el recurso de alzada contra la decisión
que precisamente denegó esa prueba, ante la imposibilidad de su
recaudo, sumado a que los demandantes allegaron un documento en
donde se hizo constar “que en el video no se observa en el momento en que
el señor William Torres (Q.E.P.D.) Ingresa a la Institución ni se observa la
consulta de Triage (…)”.

Sobre el particular, memórese que cuando una


determinación sobre aspectos procesales ya ha cobrado firmeza dentro
del decurso del litigio, no es posible aprovechar la apelación del fallo de
fondo para insistir en censurar lo zanjado, respecto de fases procesales
ya consolidadas, en virtud de la aplicación del principio de perentoriedad
de las oportunidades procesales, consagrado en el artículo 117 del
Estatuto Procesal Civil, tal y como lo sostuvo el Alto Tribunal de Justicia,
en decisión del 10 de mayo de 1979.

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10. Finalmente, comporta destacar que la disparidad de


horas alegada por el extremo activo, contenida en la historia clínica,
porque, en su sentir, el fallecido se comunicó varias veces con su
cónyuge, entre las 15:23 a las 16:40 horas del 7 de febrero de 2012,
pese a que en ese mismo lapso, supuestamente, estaba siendo
reanimado, es preciso señalar que tal afirmación no quedó soportada en
ningún medio probatorio, puesto que en el documento expedido por
Comcel S.A. no aparece el año en que se efectuaron las comunicaciones,
véase que en dicho registro sólo está consignado como fecha, el día y
mes. Además, tampoco está demostrado que esas llamadas fueron
realizadas directamente por el señor Jhon William Torres, pues tal
afirmación sólo quedó sustentada en la declaración que rindió la
demandante.

11. Puestas de esa manera las cosas, descuella frustránea la


arremetida contra la decisión de primera instancia, ante lo cual se
impone la confirmación de la misma. En consecuencia, se condenará en
costas a la parte apelante vencida.

DECISION:

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Bogotá D.C., en Sala Civil de Decisión, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la Ley,
RESUELVE:

PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia proferida el 12 de


julio de 2017, en el sub judice, por el Juzgado Treinta y Ocho Civil del
Circuito de Bogotá, por lo dicho en el cuerpo motivo de este
pronunciamiento.

SEGUNDO. CONDENA en costas de esta instancia a la parte


recurrente. El Magistrado sustanciador fija como agencias en derecho la

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Ordinario 11001-31-030-38-2014-00264-03 de Flor Delina Saboya y otros contra Nueva E.P.S. y otros

suma de un millón doscientos mil pesos ($1.200.000.oo). Liquídense de


conformidad con lo establecido en el artículo 366 del CGP.

TERCERO. DEVOLVER, en oportunidad, el expediente al


juzgado de origen.

JUAN PABLO SUÁREZ OROZCO


Magistrado
(38201400264-03)

NUBIA ESPERANZA SABOGAL VARÓN


Magistrado
(38201400264-03)

LUIS ROBERTO SUÁREZ GONZÁLEZ


Magistrado
(38201400264-03)

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