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EL TAROT DE MARSELLA VS EL TAROT DE TOTH:

ALGUNAS DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES Y A


LA VEZ COMPLEMENTARIAS

EL TAROT DE TOTH CREADO POR ALEISTER CROWLEY Y EL


TAROT DE MARSELLA SON LA ENCARNACIÓN DE DOS
PARADIGMAS MUY DIFERENTES PARA CONCEBIR AL HOMBRE,
LA HISTORIA Y EL ORIGEN DEL UNIVERSO, LA SEXUALIDAD Y LA
DUALIDAD MASCULINO-FEMENINA, ASÍ COMO EL FRÁGIL HILO
CONDUCTOR ENTRE EL MUNDO HUMANO Y EL PLANO DIVINO
Act passionately,

think rationally;
be Thyself.
Aleister Crowley, The Book of Toth

Traducción: Actuar apasionadamente, pensar racionalmente; sé tú mismo.

Aleister Crowley, El libro de Toth

El Tarot Terapéutico no cura,


el Tarot Terapéutico ayuda a la persona
a reconectarse con su esencia.
1. Dos paradigmas casi opuestos
El Tarot de Toth, creado por Aleister Crowley, y el Tarot de Marsella son la
encarnación de dos paradigmas muy diferentes de concebir al hombre, la historia y
el origen del universo, la sexualidad y la dualidad masculino-femenina, así como el
frágil hilo conductor entre el mundo humano y el plano divino. Los dos poseen un
nivel de complejidad que los hace de difícil acceso: bastante abstractos, sobre todo
para quienes apenas se acercan al conocimiento de las cartas y los Arcanos. No
recomendaríamos que un tarotista neófito iniciara su aprendizaje con alguno de
ellos. Para los estudiantes y recién iniciados tenemos el Ryder White, por ejemplo, el
cual es bastante gráfico y explícito, prácticamente guía por sí mismo y conduce a la
interpretación de cada símbolo. De hecho, casi cualquiera podría aprender por su
propia cuenta a leer el Tarot, tan solo con una observación cuidadosa de las cartas y
un estudio disciplinado y diario con el White.
En el Tarot de Marsella, particularmente el de Jodorowsky-Camoin, predomina la
idea de que las cartas conforman en conjunto un todo armónico e indisoluble. Los
personajes de la realeza de los Arcanos Menores y los entes y deidades de los
Mayores, dialogan entre sí apenas abrimos una tirada o lectura. Se sostienen la
mirada, se coquetean, agreden, reclaman, inician discusiones, construyen
conocimientos, hacen el amor, copulan, se perdonan y aspiran a resolver sus
conflictos. Hablan entre sí, tan solo con sus miradas: conversan sobre el drama de la
Historia del Universo, así como del meollo de la vida de cada ser humano.
Para los adeptos del Marsella, la historia del Tarot comienza en la Edad Media, con el
ocaso de una secta cristiana desviacionista. Supuestamente la Inquisición persiguió a
cada uno de sus miembros, mandando a la hoguera a muchos de ellos y haciendo
exiliarse y huir lejos de Francia a los restantes.
Los sobrevivientes organizaron una especie de concilio esotérico, tratando de
fusionar en los Arcanos los conocimientos secretos del cristianismo primitivo, el
Corán y la Cábala. A través del Tarot, lograrían proseguir sus enseñanzas e
investigaciones sin ser detectados por los espías de la Iglesia Católica. De ahí el
carácter hermético de los símbolos, al cual no cualquiera puede acceder sin la guía
adecuada.
Varios siglos después, Jodorowsky se reuniría con Philippe Camoin, un descendiente
del primer editor del Tarot de Marsella. Juntos reconstruirían y popularizarían el
modelo prototípico del primer Tarot, que supuestamente se originó en la ciudad de
Marsella.
Pensar que el primer Tarot en el mundo fue el de Marsella resulta una afirmación
bastante discutible, y nos pone a pensar si no es una idea maquiavélica con fines
mercadológicos formulada por la creativa mente de Jodorowsky. Un llamativo mito
que ayuda a atraer las ventas de su Tarot. El cual por cierto, en el año 2015 vio la 2a
edición revisada.
Por su parte, los estudiosos del Tarot de Toth, de la mano de su creador, el mago,
investigador y poeta, Aleister Crowley, consideran que el Tarot es muchísimo más
antiguo. Con ellos, por cierto, coincide el psicólogo ruso Piotr Ouspensky y unos
pocos más, quienes se dedican al estudio del Tarot desde la escuela del Cuarto
Camino y las enseñanzas de Gurdjieff.
Según Crowley y Ouspensky, el Tarot se remontaría hasta el Egipto primitivo, antes
de las arenas y previo a las dinastías faraónicas. En la época en que se construyeron
las grandes pirámides y la Esfinge. Cuando anidaban en su seno sociedades
esotéricas que se dice que Hermes Trimegisto o Toth precedió.
El primer modelo de Tarot habría sido transmitido a los hombres por Hermes, o Toth,
cuyos dos nombres pertenecen a la misma entidad o semidiós. Al inicio era un
conjunto de tablillas de roca, impreso mediante el método cuneiforme, cuyos
secretos se transmitían de generación en generación a través de escuelas
tarotísticas, semejantes a las que estudiaron y preservaron la Cábala y los Evangelios
durante siglos. Presuntamente, varios de estos Tarots se encontraban en la
Biblioteca de Alejandría y sucumbirían en el momento de su incendio y destrucción a
manos de un emperador católico romano.
En el Tarot de Toth apreciamos una perfección en cada Arcano, una belleza que roza
lo artístico hasta casi resultar sublime. A diferencia del de Marsella, desde nuestro
punto de vista, sus cartas son bastante individualistas e independientes una de otra,
cada carta es un universo en sí mismo, dirigiendo su energía hacia el interior. Poco
dialogan entre ellas, o por lo menos lo hacen en menor medida que en el de
Marsella. Empero, cada uno de los Arcanos de Toth es una puerta que nos arrastra
en una sola tirada hacia abismos incognoscibles. Una lectura con el Tarot de Toth
siempre da la impresión de resultar mucho más mágica que con el de Marsella, la
cual se aprecia más psicológica e incluso literaria, pero no menos interesante.

2. El papel dominante de lo femenino en el Tarot de Toth


Plantearse la teoría, tal como lo hacen Ouspensky y Crowley, de que el Tarot fue
transmitido por un ser mitad humano y mitad deidad, puede resultar por una parte
fantástico, incluso esquizofrénico. Pero basta profundizar a conciencia no solo en
cada uno de sus símbolos, sino en el orden perfecto con que logran embonar y
dialogar las cartas cuando se trabaja con él, para considerar que no fue concebido
por una mente común y corriente, por una psicología perteneciente a este mundo.
Todo ello nos hace pensar cuán profundo y global era el razonamiento de los
hombres más antiguos, y cuánto nos hemos alejado nosotros de ellos. La misma
sensación de encontrarse frente a un sistema concebido por mentes de otro mundo
nos produce sumergirnos en los diferentes niveles de significados que poseen los
Evangelios, El Libro de los Reyes o los Salmos, por ejemplo.
No es que el Tarot de Toth pretenda ser un modelo preciso del Tarot de Hermes o
Toth, que fuera destruido en Egipto en los primeros años de nuestra era. Cuando lo
creó, el mago Aleister Crowley pretendió reconstruir la energía del más antiguo Tarot
de Toth por una parte, adaptándolo a la Era de Acuario, que estaba a punto de iniciar
cuando él trabajaba. El propósito era crear un Tarot que conectara con los
conocimientos milenarios más antiguos y herméticos, y brindar una visión del Tarot
menos machista, más andrógina y más emparentada con lo femenino.
Hasta entonces el panorama de los estudios del Tarot era dominado por modelos
que brindaban poder absoluto a la energía masculina, por sobre todas las cosas,
como el propio Marsella, del que hemos hablado. Pero sobre todo era acaparado por
los Tarots de la Golden Dawn: una logia dedicada al estudio del Tarot y otras artes
ocultas, de la cual Crowley en algún momento formó parte. En estos modelos
clásicos, la figura del Rey tiene un papel central dentro de los Arcanos Menores. Por
otra parte, números de carácter francamente femenino como el 5 y el 10 son
mostrados como negativos, incluso dudosos y hasta perjudiciales y temibles. Lo cual
lleva hacia una desconfianza y temor absoluto hacia todo lo femenino, tal como se
muestra con otros Arcanos Mayores, como la Papisa o la Sacerdotisa y la Luna, a
quienes se les brinda una connotación que va de ser misteriosa a enloquecedora y
perturbadora.
De ahí que en el Tarot de Toth no exista la figura de los Reyes en los Arcanos
Menores, a diferencia de todos los demás. Quien es el centro del ciclo de los
menores es la Reina; ella es quien manda y domina. Su esposo no es un Rey,
obviamente, como en el Marsella y el White, sino un Caballero: un ser que va
ganando la lucha contra sus propios demonios y que de ningún modo tiene conflicto
con el poder femenino. Los Caballeros de Crowley poseen la fuerza de la energía
masculina, pero también la gracia y la elegancia de lo femenino.
De su matrimonio o de sus constantes acoplamientos sexuales surgen sus hijos: las
Princesas y los Príncipes, de los cuales ambos son principiantes, precisamente. Van
comenzando en las diferentes áreas de la vida descritas por los Arcanos Menores;
son vanidosos, narcisistas, demasiado centrados en sí mismos, pero habilidosos,
inteligentes, bellos y soñadores, con cierta experticia de la cual presumen, a veces
demasiado.

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