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ADMINISTRATIVO DE LA
PUBLICIDAD
Valencia, 2009
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PRÓLOGO ........................................................................................... 13
ABREVIATURAS ................................................................................ 17
INTRODUCCIÓN................................................................................ 19
CAPÍTULO I
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y PUBLICIDAD
CAPÍTULO II
EL CONTROL DEL CONTENIDO DE LA
PUBLICIDAD
CAPÍTULO III
LA ACTIVIDAD PUBLICITARIA SEGÚN EL MEDIO
1
Vid. SÁNCHEZ GUZMÁN, J.R., Breve historia de la publicidad, Ciencia
3, Madrid, 1989, pág. 11; también en MORALES NAVARRO, C., La pu-
blicidad en Televisión Española. Regulación normativa, Dykinson, Madrid,
1992, pág. 95. Incluso hay quien encuentra en la mitología referentes publi-
citarios que los sitúan en la propia Prehistoria (vid. PUIG, J.J., La publici-
dad: historia y técnicas, Ed. Mitre, Barcelona, 1986, págs. 17 y ss.).
2
Vid. SÁNCHEZ GUZMÁN, J.R., Ibid., pág. 12.
3
Vid. BENAVIDES DELGADO, J., Lenguaje publicitario, op. cit., pág. 187;
SÁNCHEZ GUZMÁN, J.R., Breve historia de la publicidad, op. cit., pág. 13.
4
Vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, Civitas, Madrid,
2003, pág. 23; SÁNCHEZ GUZMÁN, J.R., ibidem.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 21
5
Realmente, el único trabajo que dedica su atención al fenómeno de la publi-
cidad de modo específico desde la óptica del Derecho administrativo es el de
MILANS DEL BOSCH, S., “Intervención administrativa en la publicidad”,
Derecho Administrativo Económico, Cuadernos de Derecho Judicial, XII,
CGPJ, 2000.
CAPÍTULO I
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y PUBLICIDAD
I. CONCEPTO DE PUBLICIDAD
1. La problemática conceptual y la dispersión normativa
en materia publicitaria
La utilización del término publicidad en el lenguaje jurídico pue-
de hacer referencia a diferentes figuras que, sobre la base del mismo,
adquieren distinto carácter según a qué se aplique1. Así, hablamos
de la publicidad de las normas, de la publicidad registral, de la publi-
cidad institucional o de la publicidad comercial. Sin embargo, para el
común de los ciudadanos, e incluso como veremos en cierta medida
para el Derecho, la publicidad está asociada a la última de las ex-
presiones, siendo necesaria su adjetivación de forma aclaratoria en
el resto de los casos. En todos ellos, por otra parte, concurre como
característica de la acción la puesta en conocimiento al público de
un hecho, de una noticia, de una situación. La primera labor que se
impone, pues, se concreta en la acotación conceptual de la publici-
dad. Para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), en
su tercera acepción, significa la “divulgación de noticias o anuncios de
carácter comercial para atraer a posibles compradores, espectadores,
usuarios, etc.”, definición que parece, de entrada, ajustarse al sentido
habitual de asimilar el término a secas con su carácter comercial, dado
que el uso de la misma en otros supuestos como los anteriormente refe-
ridos quedaría comprendido en la segunda de las acepciones propues-
tas por el DRAE (“conjunto de medios que se emplean para divulgar o
extender la noticia de las cosas o de los hechos”). Quizás por esta razón,
el ordenamiento jurídico emplea indistintamente ambas expresiones,
publicidad y publicidad comercial, en referencia al mismo fenómeno,
al igual que lo hacemos cotidianamente en la lengua española2. En
1
Sobre las diferentes manifestaciones de la publicidad y el Derecho, vid.
SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., págs. 29 y ss.
2
Esto no ocurre sin embargo en la lengua inglesa, que posee dos términos
diferentes, “advertising” y “publicity”, para referirse a lo que BENAVIDES
y COSTA entienden como las dos caras de la publicidad, una relativa a la fi-
nalidad económica y otra que se preocupa más de las formas de “publicitar”
24 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
cualquier caso, este diferente alcance del término permite coincidir con
PINO ABAD cuando afirma que, en el orden social y jurídico, puede
tener varios significados: en un sentido amplio se entiende por tal el
acto de hacer público algo, conferir la situación de público a un hecho,
acto o situación, mientras que en un sentido estricto se entiende por
publicidad la comunicación que se realiza a través de una serie de me-
dios de difusión que tienen por finalidad promover la contratación de
los bienes, productos o servicios publicitados3.
Del mismo modo, nos resulta fácil diferenciar, aparentemente,
cuándo estamos ante un hecho publicitario y cuando no. Si preguntá-
ramos a cualquier persona si es capaz de distinguir si se halla ante un
mensaje publicitario, nos respondería afirmativamente, incluso con
cierta rotundidad. Ahora bien, lo que para nuestro sentido de la iden-
tificación resulta claro, no lo es tanto cuando abordamos la cuestión
desde el plano jurídico-conceptual. Por ejemplo, no nos planteamos
duda alguna sobre el contenido publicitario de un anuncio de televi-
sión en el que se nos presentan las bondades de un coche, o de una in-
serción en la prensa escrita que nos invita a viajar a módicos precios,
o del folleto de una gran superficie depositado en el buzón de nuestro
domicilio que nos da cuenta de las ofertas de la semana. Pero no te-
nemos la misma seguridad si la cuestión se refiere al regalo de una
camiseta con la inscripción de una Universidad, si nos dan en la calle
un papel sobre las actividades de una asociación en el que nos invitan
a inscribirnos en ella, o si vemos en el aire los mensajes que una avio-
neta difunde mediante una pancarta atada a su cola, por citar algunos
ejemplos, de igual modo que resulta difícil establecer en determinados
supuestos el límite entre las nociones de publicidad o la de relaciones
públicas, como ocurre con el patrocinio o apoyo en actos sociales4.
Por ello, definir qué es la publicidad no resulta tarea sencilla ni
siquiera para la doctrina científica que dedica su atención de modo
5
Vid. ORTEGA (La comunicación publicitaria, Pirámide, Madrid, 1999, pág.
21) con referencia a la obra de FERRER, E., La publicidad, Ed. Trillas,
Mexico, 1980. A modo de ejemplos cita algunas definiciones como la acuña-
da por la Asociación Americana de Marketing (“toda aquella forma pagada
y no personal de presentación y promoción de ideas, bienes y servicios por
cuenta de alguien identificado”) o la ofrecida por AAKER y MYERS (“me-
dio de comunicación masiva que involucra a un responsable, el anunciante,
quien normalmente contrata una organización de medios, por ejemplo las
cadenas de televisión, para que transmitan un anuncio que en general es
creado por una agencia”).
6
Vid. BENAVIDES DELGADO, J., Lenguaje publicitario, op. cit., pág. 186.
En el mismo sentido, para LAMBIN se trataría de “una comunicación de ma-
sas, unilateral e impersonal, emanada de un anunciador, presentada como tal,
concebida para incidir en la actitud más que en el comportamiento inmediato”
(vid. BARO I BALLBE, M.J., La publicitat il-lícita i la defensa dels consumi-
dors, Centre d´Investigació de la Comunicació, Barcelona, 1993, pág. 29).
7
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, PPU,
Barcelona, 1990, pág. 29; DE LA CUESTA RUTE/ DE LA OLIVA SANTOS,
A., “Tratamiento jurídico en España de la comunicación publicitaria ilíci-
ta”, op. cit., pág. 893.
8
Estos serían los elementos más característicos de un procedimiento más
complejo en el que se insertan otros igualmente necesarios para su fun-
cionamiento. A este respecto, vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la
publicidad, op. cit., págs. 17 y ss.; MARTÍN ARMARIO, E., La gestión publi-
citaria, Madrid, Pirámide, 1980, pág. 17 (en BARO I BALLBE, La publicitat
il-lícita i la defensa dels consumidors, op. cit., pág. 33).
26 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
9
Vid. LEMA DEVESA, C./ GÓMEZ MONTERO, J., “La regulación jurídica
de la publicidad farmacéutica”, op. cit., pág. 983; sobre la diferencia en-
tre publicidad informativa y publicidad persuasiva, vid. ROYO VELA, M./
MIQUEL PERIS, S., “La publicidad como fuente de información de consu-
mo: diferentes aproximaciones conceptuales”, Estudios sobre Consumo, nº
49, 1999, págs. 9 y 14 y ss.
10
Por ello, y poniendo el acento en dicho elemento, SÁNCHEZ GUZMÁN de-
fine a la publicidad como “la utilización de un conjunto de técnicas persua-
sivas a través de diferentes medios de comunicación, cuyo objetivo final es
favorecer la venta de una determinada mercancía” (Breve historia de la
publicidad, op. cit., pág. 12).
11
No obstante, como recuerda SANTAELLA, se ha llegado a decir que la pu-
blicidad es hija de la propaganda, que ya existía antes que ella (Derecho de
la publicidad, op. cit., pág. 23).
12
Vid. MORALES NAVARRO, C., La publicidad en Televisión Española, op.
cit., pág. 29.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 27
13
Decreto de 13 de agosto de 1948 y Orden de 20 de diciembre de 1966.
28 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
14
Esta posición en torno a la imposibilidad de abordar en una única norma el
fenómeno es sostenida por ACOSTA ESTEVEZ, (Perfiles de la Ley General
de Publicidad, op. cit., pág. 17) y DE LA CUESTA RUTE (“Observaciones
sobre la Ley General de Publicidad”, Revista Jurídica de Cataluña, 1989,
nº 4, pág. 52). Para este último, además, resultaría inconveniente un trata-
miento unitario dado que “en sus aspectos funcionales y su momento proce-
sual de formación la publicidad es siempre algo adjetivo o instrumental conec-
tado a lo sustantivo, sea esto la posible contratación, el sistema de competencia
en el mercado, la garantía de la libre circulación de informaciones y opiniones,
etc.”, y estos sectores ya constituyen materia de regulación jurídica.
15
En adelante, LGP.
16
Esta Directiva fue objeto de reforma por medio de la Directiva 2006/114/
CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006.
Con objeto de incorporar sus determinaciones al ordenamiento interno, se
encuentra en tramitación parlamentaria un Proyecto de Ley por el que se
modifica el régimen legal de la competencia desleal y de la publicidad para
la mejora de la protección de los consumidores y usuarios (vid. BOCG, Serie
A, nº 26-1, 5 de junio de 2009; el proyecto tiene el número 121/000026), en
el que se introducen notables cambios en el régimen de la publicidad ilícita,
como tendremos ocasión de ver en su momento.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 29
17
Sería el caso del art. 1.2 Ley 5/1997, de 8 de julio, reguladora de la publici-
dad dinámica en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Baleares, para
el que la misma se refiere a “aquella forma de comunicación realizada por
personas físicas o jurídicas, ya sean públicas o privadas, en el ejercicio de
una actividad comercial, industrial, artesanal, social o profesional, encami-
nada al fin de promover la contratación de bienes o servicios de toda clase,
inclusive derechos y obligaciones o la difusión de mensajes de naturaleza so-
cial, cultural, política o de cualquier otra, realizada por medio del contacto
directo de los agentes publicitarios con los posibles usuarios o clientes y con
utilización preferente, para su práctica, de zonas de dominio público, vías y
espacios libres públicos y zonas privadas de concurrencia pública”.
18
El contenido del art. 3.c) de la Ley 25/1994, de 12 de julio, al definir la
publicidad por televisión, es bastante claro: “Cualquier forma de mensaje
televisado emitido, mediante contraprestación y por encargo de una persona
física o jurídica, pública o privada, en relación con una actividad comercial,
30 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
22
En el mismo sentido, vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General
de Publicidad, op. cit., pág. 29.
23
Vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág. 63. De
este modo, sostiene que las notas que permiten una comprensión integral
de la comunicación publicitaria como fenómeno de comunicación serían:
que adopta un tono persuasivo o incitativo; que es ejecutada y difundida
con arreglo a una técnica específica; que se inserta y difunde en medios
específicos o en medios de información general, en lugares o espacios dedi-
cados a ello, mediante una remuneración; que está obligada a identificarse
por no considerarse su contenido como información general.
32 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
24
Vid. ORTEGA, E., La comunicación publicitaria, op. cit., pág. 22.
25
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., “En torno al nuevo Derecho de la Publicidad:
Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad”, Revista General
del Derecho, 1989, nº 540, septiembre, pág. 5340; Perfiles de la Ley General
de Publicidad, op. cit., pág. 28.
26
Esta afirmación ha de ser matizada en tanto que la normativa autonómica
sobre publicidad institucional, como veremos más adelante, ha incorporado
de forma mayoritaria, como límite o prohibición, según los casos, los su-
puestos de publicidad ilícita como la engañosa, la desleal o la subliminal. Si
34 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
30
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op.
cit., pág. 29; SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit.,
pág. 53.
31
Como ha puesto de manifiesto GARCÍA INDA, “la actividad publicita-
ria para la consecución de objetivos públicos constituye una herramien-
ta imprescindible” (“Régimen jurídico de la actividad publicitaria de las
Administraciones públicas”, Cuadernos de Derecho Público, nº 12, enero-
abril, 2001, pág. 151).
36 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
32
Vid. el interesante trabajo de GARCÍA LÓPEZ, M., Publicidad institucio-
nal: el Estado anunciante, op. cit., en el que se analizan, desde el punto de
vista conceptual, los perfiles de la utilización por los poderes públicos de las
técnicas publicitarias.
33
Vid. GARCÍA INDA, A., “Régimen jurídico de la actividad publicitaria de
las Administraciones públicas”, op. cit., págs. 153-154.
34
Vid. sobre esta cuestión las reflexiones de GARCÍA LÓPEZ (Publicidad
institucional: el Estado anunciante, op. cit., págs. 220 y ss.).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 37
35
Art. 2.1 LGP: A los efectos de esta ley forman parte del sector público estatal:
a) La Administración General del Estado.
b) Los organismos autónomos dependientes de la Administración General
del Estado.
c) Las entidades públicas empresariales, dependientes de la Administración
General del Estado, o de cualesquiera otros organismos públicos vinculados
o dependientes de ella.
d) Las entidades gestoras, servicios comunes y las mutuas de accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales de la Seguridad Social en su función
pública de colaboración en la gestión de la Seguridad Social.
e) Las sociedades mercantiles estatales, definidas en la Ley de Patrimonio
de las Administraciones Públicas.
f) Las fundaciones del sector público estatal, definidas en la Ley de
Fundaciones.
g) Las entidades estatales de derecho público distintas a las mencionadas
en los párrafos b y c de este apartado.
h) Los consorcios dotados de personalidad jurídica propia a los que se re-
fieren los artículos 6, apartado 5, de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre,
de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común, y 87 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de
las Bases del Régimen Local, cuando uno o varios de los sujetos enumera-
dos en este artículo hayan aportado mayoritariamente a los mismos dinero,
bienes o industria, o se haya comprometido, en el momento de su consti-
tución, a financiar mayoritariamente dicho ente y siempre que sus actos
estén sujetos directa o indirectamente al poder de decisión de un órgano del
Estado.
38 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
36
Estos objetivos son:
a) Promover la difusión y conocimiento de los valores y principios constitu-
cionales.
b) Informar a los ciudadanos de sus derechos y obligaciones legales, de as-
pectos relevantes del funcionamiento de las instituciones públicas y de las
condiciones de acceso y uso de los espacios y servicios públicos.
c) Informar a los ciudadanos sobre la existencia de procesos electorales y
consultas populares.
d) Difundir el contenido de aquellas disposiciones jurídicas que, por su no-
vedad y repercusión social, requieran medidas complementarias para su
conocimiento general.
e) Difundir ofertas de empleo público que por su importancia o interés así
lo aconsejen.
f) Advertir de la adopción de medidas de orden o seguridad públicas cuando
afecten a una pluralidad de destinatarios.
g) Anunciar medidas preventivas de riesgos o que contribuyan a la elimi-
nación de daños de cualquier naturaleza para la salud de las personas o el
patrimonio cultural.
h) Apoyar a sectores económicos españoles en el exterior, promover la co-
mercialización de productos españoles y atraer inversiones extranjeras.
i) Difundir las lenguas y el patrimonio histórico y natural de España.
j) Comunicar programas y actuaciones públicas de relevancia e interés social.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 39
rídicas que, sin acreditar derecho o interés legítimo alguno, tengan por
objeto o finalidad velar por el respeto de los valores y principios consa-
grados por esta Ley. Ambas acciones, por otra parte, han de plantearse
ante la Comisión de Publicidad y Comunicación Institucional, siendo
el plazo desde el mismo comienzo para la acción de cesación y de hasta
siete días después de su finalización para la de rectificación.
La tramitación y resolución se residencia en la Comisión de
Publicidad y Comunicación Institucional, órgano creado por la Ley
(art. 11) y desarrollado por el Real Decreto 947/2006, de 28 de agos-
to, que regula su naturaleza, organización, composición, funciones
y medios adscritos. Interpuesta alguna de las acciones, la Comisión
deberá resolver en un plazo máximo de seis días. Esta resolución es
ejecutiva y pone fin a la vía administrativa, siendo posible asimismo
la solicitud, como medida cautelar, de la suspensión de la campaña,
lo que debe resolverse en el plazo máximo de tres días. No cabe duda,
pues, que del funcionamiento de este sistema de garantías depende,
en gran medida, la verdadera eficacia de la regulación llevada a cabo
mediante la ley de las campañas institucionales.
37
En el Derecho autonómico la cuestión se encuentra regulada por las
Comunidades Autónomas de Andalucía (Ley 6/2005, de 8 de abril, de la
Actividad Publicitaria de las Administraciones Públicas —LAPAPA—),
Cataluña (Ley 18/2000, de 29 de diciembre, de Publicidad Institucional
—LPIC—), Valencia (Ley 7/2003, de 20 de marzo, de Publicidad Institucional
—LPIV—), Aragón (Ley 16/2003, de 24 de marzo, de Publicidad Institucional
—LPIA—), Asturias (Ley 6/2006, de 20 de junio, de Comunicación y
Publicidad Institucionales —LCPIA—) y Castilla-León (Ley 4/2009, de
28 de mayo, de Publicidad Institucional de Castilla-León —LPICL—). A
ellas se sumaba la Comunidad extremeña, pero la Ley 6/1996, de 26 de
septiembre, reguladora de la publicidad institucional, fue derogada por la
D.A. 19ª Ley de 7/2003, de 19 de diciembre, de Presupuestos Generales de
la Comunidad Autónoma de Extremadura para 2004.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 41
andaluza señala, como parece más acertado, que no se trata del úni-
co título afectado, dado que esta materia se halla relacionada con
otros como el régimen local, el régimen electoral, el régimen jurídico
de las Administraciones Públicas y la contratación administrativa,
sobre los que caben en cierta medida también el ejercicio de compe-
tencias autonómicas38.
El sometimiento a unas reglas y principios que ordenen la pu-
blicidad de las administraciones públicas no parece de necesaria
justificación. Los principios a que esta debe sujetarse, entre ellos el
respeto a la igualdad y la no utilización partidista, los límites en que
puede ejercerse, su contratación, son todas cuestiones que, aunque
en algunos casos vengan impuestas por normas de diferente carác-
ter, o incluso deriven directamente de mandatos constitucionales,
requieren ser precisadas en una norma que afronte esta materia de
modo específico. En este sentido, el objeto de la publicidad institucio-
nal se encuentra asociado al cumplimiento de los fines que justifican
su utilización. A tal efecto, la normativa autonómica se encarga de
delimitar los supuestos en los que aquélla puede llevarse a cabo39,
así como los fines y objetivos que han de perseguirse, entre los que
destacan la información sobre las instituciones públicas de cada co-
munidad autónoma, sus actividades y servicios, los derechos y obli-
gaciones de los ciudadanos, la promoción de valores y principios y la
38
Es destacable el hecho de que en la Comunidad andaluza se hayan sucedido
en una década tres leyes destinadas a la regulación de la publicidad insti-
tucional. La Ley 5/1995, de 6 de noviembre y la Ley 4/1999, de 11 de mayo,
constituyen los dos precedentes normativos a la vigente Ley de 2005.
39
En la norma andaluza, el art. 3 LAPAPA clasifica la actividad publicitaria
de las administraciones públicas en los siguientes grupos:
“a) Aquella que tiene por finalidad informar, en orden a favorecer la trans-
parencia y concurrencia, sobre actos y procedimientos administrativos y los
servicios que prestan las Administraciones públicas andaluzas; difundir la
imagen de la Andalucía o del ámbito de cada administración con fines de
promoción turística; favorecer la existencia de hábitos saludables indivi-
dual o colectivamente; promover el ejercicio de derechos o el cumplimiento
de deberes en condiciones de igualdad y fomentar actitudes y comporta-
mientos de los ciudadanos en relación a bienes o servicios públicos de ca-
rácter educativo, cultural, social, sanitario, de fomento de empleo u otros de
análoga naturaleza.
b) Aquellas actividades, distintas de las anteriores, cuyo objeto es informar,
con carácter general, sobre los proyectos, las realizaciones o logros en la
gestión pública”.
42 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
40
La elección de los medios en los que se despliega una campaña publicitaria,
y el diferente nivel de gasto en función del medio elegido, con el consiguien-
te beneficio de unos frente a otros, es un viejo caballo de batalla que en-
frenta siempre al poder con los grupos de comunicación no afines al mismo.
La cuestión estriba en que, salvo en ocasiones, la supuesta “discrimina-
ción” es difícil de acreditar. A este respecto, merece recordar la Sentencia
del Tribunal Supremo de 18 de mayo de 2004, en la que condenaba al
44 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
42
Como advierte DÍEZ PICAZO, no parece que sea indiferente el título de
protección, pues en principio “la libertad de empresa concede al legislador
un margen de apreciación discrecional más amplio: mientras la libertad de
expresión hace que las restricciones por razón del contenido de la opinión o
mensaje sea sospechosas y de difícil justificación, la libertad de empresa sólo
puede comportar un juicio de proporcionalidad sobre las medidas restricti-
vas adoptadas por el legislador. Además, desde el punto de vista de las suje-
tos protegidos, mientras la libertad de expresión ampara a todos, la libertad
de empresa sólo cubre a quienes sean titulares de una iniciativa económica”
(“Publicidad televisiva y derechos fundamentales”, op. cit., pág. 72).
43
En este sentido, es de sumo interés el trabajo de DÍEZ-PICAZO, L.M.,
“Publicidad televisiva y derechos fundamentales”, ibid., en el que, tomando
como referencia la manifestación publicitaria en el sector audiovisual, ana-
liza la conexión de la misma con los derechos constitucionales implicados.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 47
44
Vid. LAGUNA DE PAZ, J.C., Televisión y competencia, La Ley, Madrid,
2000, pág. 217. En la misma línea, LEMA DEVESA y GÓMEZ MONTERO
(“La regulación jurídica de la publicidad farmacéutica”, La Ley, 1990-3, pág.
986) consideran que la publicidad no constituye una forma de manifesta-
ción del pensamiento en sentido estricto.
45
Vid. DE LA CUESTA, J.Mª, “Observaciones sobre la Ley General de
Publicidad”, op. cit., pág. 59.
46
Vid. MUÑOZ MACHADO, S., Servicio público y mercado. III. La televisión,
op. cit., pág. 240.
47
Vid. GARCÍA GUERRERO, J.L., “La publicidad como vertiente de la libertad
de expresión en el ordenamiento constitucional español”, op. cit., pág. 92.
48 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
48
La jurisprudencia norteamericana en torno al problema de la relación en-
tre la publicidad y los derechos fundamentales puede verse de forma clara
y resumida en los trabajos de DÍEZ PICAZO (“Publicidad televisiva y de-
rechos fundamentales”, op. cit., pág. 65), FREIXET MONTES (“Libertad de
expresión y publicidad comercial en EE.UU.”, Cuadernos Constitucionales,
nº 8), GARCÍA GUERRERO (“La publicidad como vertiente de la libertad
de expresión en el ordenamiento constitucional español”, op. cit., pág. 78 y
ss.) y MUÑOZ MACHADO (Servicio público y mercado. III. La televisión,
op. cit., pág. 240). La evolución de la misma, en un sentido diferente a la
tradición europea, se ha encaminado a la consideración de la publicidad
como manifestación de la libertad de expresión. Así, la primera ocasión en
que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos abordó la cuestión fue en
1942 en la sentencia Valentine v. Chrestensen, negando entonces que la pu-
blicidad estuviera cubierta por las libertades de expresión e información.
Sin embargo, más de treinta años después, el asunto Virginia State Borrad
of Pharmacy v. Virginia Citizens Consumer Council (1976) dio origen a la
doctrina conocida como commercial speech, al entender que la protección
constitucional se hallaba en la necesidad de que los ciudadanos estuvieran
adecuadamente informados sobre los bienes y servicios objeto de oferta,
siendo éste, el elemento informativo, el que había de primar.
49
Vid. STC 87/1987, de 2 de junio, que estimaba que las restricciones impues-
tas a la publicidad sobre películas pornográficas no afectaba a los derechos
declarados en el art. 20 CE, y las SSTS de 23 de septiembre de 1988 y
18 de febrero de 1994. En la primera de ellas se exponía que “la publici-
dad como medio de captación de clientela no comporta el ejercicio de una
actividad comprendida en el artículo 20 de la Constitución” (cfr. GARCÍA
GUERRERO, “La publicidad como vertiente de la libertad de expresión en
el ordenamiento constitucional español”, op. cit., pág. 77; BARO I BALLBE,
La publicitat il-lícita i la defensa dels consumidors, op. cit., págs. 26 y ss.).
En la misma línea la Sentencia de la Audiencia Nacional de 3 de febrero de
1999, sobre la inserción de transparencias en un evento deportivo, declara-
ba que “esa actividad nada tiene que ver con el derecho a la información,
ni tiene una relevancia social por lo que no cabe aducir que se encontraría
protegida por el derecho a la libertad de expresión u opinión recogido en el
artículo 20 de la Constitución y ha de reputarse como actividad publicita-
ria, en los términos definidores en el artículo 2 de la LGP”.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 49
nos parece sin embargo que la misma resulta más ajustada a la rea-
lidad de los hechos, como trataremos de justificar.
La publicidad es comunicación, una forma de comunicación. Esta
aseveración, como vemos, resulta indiscutible. Pero no es una comuni-
cación cualquiera, en el sentido que no se reduce a la mera transmisión
de la información, sino que posee una finalidad concreta, la de provo-
car una actitud en el receptor ante el producto o servicio que el emisor
oferta de modo directo o indirecto. Hay que tener en cuenta, asimismo,
que la publicidad es, ante todo, una actividad económica, en la que se
desenvuelven e intervienen todo un elenco de personas físicas y jurídi-
cas (agencias de publicidad, de contratación de medios, consultoras, de
fabricación de “merchandising”, de diseño, los propios medios de comu-
nicación, profesionales diversos como creativos, comerciales, etc.).
Es evidente, como apunta LAGUNA, que si descendemos al con-
tenido concreto de los mensajes publicitarios, el mismo encuentra
una directa relación con las libertades de expresión e información50.
Pero no es menos cierto que no podemos reducir la manifestación
publicitaria al mero contenido del mensaje que se transmite, olvi-
dándonos del contexto en el que se produce, que no es otro que el
de una actividad económica. Este es, a nuestro juicio, el primer ra-
zonamiento para insertar a la publicidad en el marco de la libertad
de empresa. Lo que interesa, a los efectos de su contemplación por
el ordenamiento jurídico, no es si el emisor pretende hacer uso de la
libertad de expresión o información para contar algo, sino que con su
acción está ejerciendo una actividad mercantil con un fin concreto.
Por otra parte, el contenido de los mensajes publicitarios va a ser
objeto de limitación en un diferente orden: por un lado, al determi-
nar los supuestos de publicidad ilícita, es decir, aquellas prácticas o
métodos que se estiman inadecuados en atención a la protección o
bien de los derechos e intereses de los consumidores, o del mercado
mismo; por otro lado, estableciendo el concreto régimen al que ha de
50
Vid. LAGUNA DE PAZ, J.C., Televisión y competencia, op. cit., pág. 218. En
esta línea, apunta CARRILLO, la combinación de los elementos valorativos
y fácticos que caracterizan respectivamente la libertad de expresión y el
derecho a la información, como ha puesto de manifiesto la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional (STC 6/1988), se da también en el contenido
del mensaje publicitario (Prólogo al trabajo de BARO I BALLBE, M.J., La
publicitat il-lícita i la defensa dels consumidors, op. cit., pág. 18).
50 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
51
En este sentido, para MARTÍN OVIEDO (Curso de Derecho publicitario
español, Aldus, Madrid, 1975, pág. 14) el Derecho publicitario agruparía tan
sólo aquellas normas que, de modo directo y propio, tienen por objeto regu-
lar el fenómeno social constituido por la actividad publicitaria. De modo
más preciso, sin embargo, para DE LA CUESTA comprendería “el estudio
de todas aquellas normas e instituciones jurídicas que regulan y ordenan
el fenómeno publicitario en su doble vertiente de relación de comunicación
dirigida a la promoción de la contratación de bienes y servicios en el merca-
do y de proceso de la información encaminado al establecimiento de aquella
relación, en la que interviene el dato de la atracción al contrato por medio
de la comunicación publicitaria” (Lecciones de Derecho de la Publicidad,
Editorial de la Universidad Complutense, Madrid, 1985, pág. 147).
52
Vid. DE LA CUESTA RUTE, J.M., Lecciones de Derecho de la Publicidad,
op. cit., pág. 130.
53
Vid. MARTÍN OVIEDO, J.M., Curso de Derecho publicitario español, op.
cit., págs. 17-19.
54
La lista de trabajos dedicados al campo publicitario desde el Derecho pri-
vado sería demasiado extensa. Sirvan, a título indicativo, las aportaciones
de autores como LEMA DEVESA, DE LA CUESTA RUTE, FERNÁNDEZ
NOVOA, OTERO LASTRES, ACOSTA ESTEVEZ y cuya referencia biblio-
gráfica puede hallarse en este trabajo.
52 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
55
Vid. FONT GALAN, J.I., Prólogo a PINO ABAD, M., La disciplina jurídica
en la actividad publicitaria en la Ley de Publicidad de 1988, op. cit., pág. 11.
56
Sirvan como referencia los trabajos de BERMEJO VERA, J., “El derecho
a la información de consumidores y usuarios”, Estudios sobre consumo, nº
3; ESCRIBANO COLLADO, P., “La distribución de competencias entre el
Estado y las Comunidades Autónomas en materia de defensa de los consu-
midores y usuarios”, Actualidad y perspectivas del Derecho Público a fines
del siglo XX. Homenaje al Profesor Garrido Falla, Ed. Complutense, Madrid,
1992; HERNÁNDEZ BATALLER, B., “La regulación de la publicidad de ta-
baco en la Unión Europea”, Estudios sobre Consumo, nº 61, 2002; LÓPEZ
PELLICER, J.A., “Aspectos administrativos del régimen protector de los
consumidores”, REALA, n 234, p. 228; MARTÍN RETORTILLO, L., “Las
sanciones administrativas en relación con la defensa de los consumidores,
con especial referencia a la publicidad de las mismas”, RAP, nº 126, 1991;
“Una panorámica de la defensa de los consumidores desde el Derecho ad-
ministrativo”, en AAVV, Estudios sobre el Derecho de Consumo, Iberdrola,
Bilbao, 1994; MILANS DEL BOSCH, S., “Intervención administrativa en la
publicidad”, op. cit.; REBOLLO PUIG, M., Potestad sancionadora, alimen-
tación y salud pública, INAP, Madrid, 1989; RIVERO YSERN, E., “La Ley
del consumidor en la perspectiva de la protección administrativa”, Estudios
sobre consumo, n 2; RIVERO YSERN, J.L./ FONT GALAN, J.I., “Materiales
normativos para una Ley de Defensa de los Consumidores y Usuarios de
Andalucía”, Estudios sobre Consumo, 1985; SALAS, J., “Defensa del con-
sumidor y competencias de los diversos entes territoriales”, Actualidad y
perspectivas del Derecho Público a fines del s. XX. Homenaje al Profesor
Garrido Falla, n 3, Ed. Complutense, Madrid, 1992.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 53
57
Vid. BANDO CASADO, H.C., La publicidad y la protección jurídica de los
consumidores y usuarios, Instituto Nacional de Consumo, Madrid, 1991,
pág. 17.
54 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
58
Esta es la posición que mayoritariamente sostiene la doctrina, que centra
el régimen de intervención administrativa sobre la base del necesario pa-
pel de la Administración para garantizar los derechos e intereses de los
elementos subjetivos de la comunicación publicitaria, así como el alcance
de las limitaciones sobre las libertades públicas afectadas (Vid. ACOSTA
ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op. cit., pág. 41;
BANDO CASADO, H.C., La publicidad y la protección jurídica de los con-
sumidores y usuarios, op. cit., págs. 18 y 53-54; CARRILLO, M., Prólogo a
BARO I BALLBE, M.J., La publicitat il-lícita i la defensa dels consumidors,
op. cit., pág. 19; MARTÍN OVIEDO, Curso de Derecho publicitario español,
op. cit., pág. 119).
59
Que la materia publicitaria va más allá de la protección del consumidor fue
declarado por la STC 146/1996, de 19 de septiembre, para la que la “ordena-
ción de la actividad publicitaria y, en concreto, en el control de la actividad
publicitaria ilícita, de la que constituye un subgénero la publicidad engañosa,
no son sólo los derechos e intereses de los consumidores los tutelados, sino,
también, los de los competidores y, muy especialmente, el interés público en el
mantenimiento en el mercado de un orden concurrencial libre y no falseado”.
56 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
60
Para MILANS DEL BOSCH (“Intervención administrativa en la publi-
cidad”, op. cit., pág. 342) la intervención administrativa de la publicidad
ha de considerarse con carácter excepcional. En este sentido, hay que re-
cordar lo sostenido por MARTÍN-RETORTILLO (Derecho Administrativo
Económico, La Ley, Madrid, 1988, págs. 171 y ss.) en orden a los límites a
los que ha de sujetarse la intervención administrativa en relación con la
libertad de empresa.
61
Vid. PARADA VAZQUEZ, J.R., Derecho Administrativo. Parte general,
Marcial Pons, Madrid, 1993, págs. 382 y ss.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 57
62
La consideración de la reglamentación como un medio de intervención, como
sabemos, no es pacífico en la doctrina. A favor de la misma se han posiciona-
do autores como PARADA (Derecho administrativo. Parte general, Marcial
Pons, Madrid, 1993, págs. 393-394) o ZAMBONINO (La protección jurídico-
administrativa del medio marino: tutela ambiental y transporte marítimo,
Tirant lo Blanch, Valencia, 2001, pág. 148) para quienes por medio de la
reglamentación, además de contener el resto de técnicas de intervención,
se lleva a cabo la primera limitación del contenido de los derechos objeto
de intervención. En contra de esta opinión, GARCÍA DE ENTERRÍA, E./
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.R., Curso de Derecho Administrativo, Vol. II,
6ª ed., Civitas, Madrid, 1999, pág. 110) consideran que se trata más bien de
un producto normativo.
63
Sobre el diferente grado de limitación y las técnicas asociadas a cada
uno de ellos, vid. la clasificación ofrecida por GARCÍA DE ENTERRÍA
y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ a partir de la realizada por VIGNOCCHI
(Curso de Derecho Administrativo, op. cit., págs. 106 y ss.).
58 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
64
En este sentido, para NIETO habría que enfatizar “el hecho de que la potes-
tad sancionadora es un anejo de la potestad o competencia material que ac-
túa de matriz” (Derecho Administrativo Sancionador, Tecnos, Madrid, 2002,
pág. 81).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 59
65
Vid. art. 9.30 E.A. Cataluña (antiguo Estatuto), art. 13.32 E.A. Andalucía
(antiguo Estatuto), art. 29.31 E.A. Galicia, art. 24.33 E.A. Cantabria, art.
31.29 E.A. Valencia (antiguo Estatuto), art. 35.20 E.A. Aragón (antiguo
Estatuto), art. 10.33 E.A. Baleares (antiguo Estatuto), art. 32.30 E.A.
Castilla-León (antiguo Estatuto), art. 10.34 E.A. Asturias, art. 8.13 E.A.
La Rioja, art. 20.29 E.A. Murcia, art. 31.1.28 E.A. Castilla-La Mancha, art.
7.1.30 E.A. Extremadura, art. 30.25 E.A. Canarias, art. 24.1.12 E.A. Madrid.
66
Vid. art. 10.27 E.A. País Vasco y art. 44.25 E.A. Navarra. Para la STC
146/1996, de 19 de septiembre, la cláusula “en colaboración con el Estado”
significa que no es una competencia compartida conforme a la técnica bases
más desarrollo, ni tampoco una competencia concurrente, ni una compe-
tencia estatal de coordinación de las competencias autonómicas, sino que
implica una actuación que debe ser realizada bilateralmente en régimen de
cooperación específica, sin que suponga duplicidades o actuaciones inter-
cambiables: lo que pueda hacer un ente no lo debe hacer el otro, de manera
que sus actuaciones sean intercambiables.
67
En grandes rasgos, viene a mantenerse la publicidad a estos efectos en los
mismos términos que anteriormente. Casi repitiendo redacción, y mencio-
nando la competencia del Estado en sectores y medios específicos, se ex-
presa el Estatuto valenciano (art. 49.1.29 L.O. 1/2006, de 10 de abril). En
otros casos, se asumen las competencias en materia de publicidad sin per-
juicio de las competencias legislativas del Estado (Andalucía: art. 70 L.O.
2/2007, de 19 de marzo; Castilla-León: art. 70.1.30 L.O. 14/2007, de 30 de
noviembre; Canarias: art. 109 del Proyecto, en tramitación parlamentaria
en el Congreso; y Castilla-La Mancha: art. 153 del Proyecto, actualmente en
el Congreso). Otro grupo vendría formado por aquellos textos que recogen
60 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
68
La relación entre publicidad y consumo es tan evidente que no necesita
excesiva profundización. A este respecto, podría también plantearse un
cierto paralelismo entre ambas, dado su común carácter interdisciplinar,
a los efectos de su delimitación competencial. Sin embargo, el tratamiento
específico que el art. 51 CE otorga a la protección de los consumidores y
usuarios sitúa a esta materia en un diferente plano jurídico-constitucional.
Por otro lado, sobre la problemática de esta cuestión en el seno de la mis-
ma, y a diferencia de lo que ocurre con la publicidad, cuyo régimen compe-
tencial no ha merecido ninguna atención por la doctrina, pueden verse los
trabajos de ESCRIBANO COLLADO, P., “La distribución de competencias
entre el Estado y las Comunidades Autónomas en materia de defensa de los
consumidores y usuarios”, Actualidad y perspectivas del Derecho Público a
fines del siglo XX. Homenaje al Profesor Garrido Falla, Ed. Complutense,
Madrid, 1992, pág. 536; MARTÍN-RETORTILLO, L., “Las sanciones admi-
nistrativas en relación con la defensa de los consumidores, con especial
referencia a la publicidad de las mismas”, RAP, nº 126, 1991, págs. 141-142;
MENÉNDEZ MENÉNDEZ, A., “La defensa del consumidor: un principio
general del Derecho”, Estudios sobre la Constitución Española. Homenaje
al Profesor García de Enterría, Tomo II, Civitas, Madrid, 1991, pág. 1914.
62 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
69
Sobre el alcance de este título competencial, vid. especialmente los tra-
bajos de J. RODRÍGUEZ-ARANA, “Competencias económicas, Estado
y Comunidades Autónomas”, RAAP, nº 22, abril-mayo-junio, 1995, y M.
PULIDO QUECENO, “La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en
materia de competencias económicas”, RVAP, nº 18, mayo-agosto, 1987.
También A. JIMÉNEZ BLANCO, “La distribución de competencias eco-
nómicas entre el Estado y las Comunidades Autónomas”, en S. MARTÍN-
RETORTILLO (Coord.), Pasado, presente y futuro de las Comunidades
64 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
70
Este sería el caso, por ejemplo, de la remisión que se contiene en el art.
8 Ley 41/1995, de 22 de diciembre, reguladora de las televisiones locales
por ondas terrestres (LTLOT), en cuanto al régimen de la publicidad en
las mismas, a la facultad de imposición de límites por las Comunidades
Autónomas. A nuestro juicio, el reconocimiento de la competencia autonó-
mica en este punto no deriva de la atribución de la misma sobre la mate-
ria publicitaria, sino de constituir un aspecto no básico del régimen de los
medios audiovisuales y, por tanto, no perteneciente al Estado en virtud de
la extensión del apartado 27 del art. 149.1 CE (sobre la normativa aplica-
ble, vid. ROZADOS OLIVA, M.J., La televisión local por ondas, Comares,
Granada, 2001, págs. 219 y ss.).
66 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
71
Ello ocurre con las referencias expresas a la competencia exclusiva en ma-
teria de publicidad institucional que se contienen en el Estatuto balear (art
89 L.O. 1/2007, de 28 de febrero) y andaluz (art. 209 L.O.2/2007, de 19 de
marzo).
72
Ley 5/1997, de 8 de julio, de Baleares, y Ley 9/2000, de 7 de julio, de
Cataluña.
CAPÍTULO II
EL CONTROL DEL CONTENIDO DE LA PUBLICIDAD
1
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op. cit.,
pág. 39.
2
Ibidem, con cita de las manifestaciones de la doctrina en este sentido; tam-
bién SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág. 156.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 69
3
En el mismo sentido, vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., ibid., pág. 163.
70 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
4
Ley 3/1991, de 10 de enero, de Competencia Desleal.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 71
5
La literatura sobre la misma es, también exhaustiva. Además de los tra-
bajos ya citados en el presente, pueden consultarse ESPALIAT LARSON,
A, “Algunas reflexiones sobre la publicidad engañosa”, Revista Jurídica
de Estudios Monográficos, PPU, 1990, 2; FELIU REY, M.I./ BENDITO
CAÑIZARES, M.T., “Consideraciones acerca de la publicidad engañosa”,
Actualidad Civil, nº 46, 1989-3; LEMA DEVESA, C., “En torno a la publici-
dad engañosa”, op. cit.; “La publicidad engañosa en el moderno Derecho es-
pañol”, La Ley, 1995-2; LEÓN J.L., “Estructura e importancia del engaño en
la publicidad española: conclusiones de un estudio empírico”, Estudios Sobre
Consumo, nº 28, 1993; MADRENAS I BOADAS, C., Sobre la interpretación
de las prohibiciones de publicidad engañosa y desleal, Civitas, Madrid, 1990;
MÉNDEZ, R.M./ VILALTA, A.E., La publicidad ilícita engañosa, desleal, su-
bliminal y otras, Bosch, Barcelona, 1999; RIPOLL, R., “Publicidad engañosa.
Tratamiento jurídico español y comunitario”, La Ley, 1991-3; TATO PLAZA,
A., “La publicidad engañosa en la jurisprudencia”, RGD, nº 608, 1995.
6
Como se sostiene en la STSJ País Vasco de 17 de septiembre de 1999, se
puede faltar a la verdad refiriendo cualidades de las que se carece y también
omitiendo algún dato que sea necesario facilitar para tener un conocimiento
cierto.
72 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
7
Vid. LEMA DEVESA, C., “La publicidad desleal: modalidades y problemas”,
RGD, nº 562-63, 1991, pág. 6138.
8
Esta disposición, como ya se ha advertido, ha sido sustituida por la Directiva
2006/114/CE, del Parlamento y del Consejo, que viene a codificar la norma-
tiva comunitaria sobre publicidad engañosa y publicidad comparativa. En
este sentido, su art. 2.b) contiene una definición de publicidad engañosa en
la línea que apuntó la Directiva 2005/29/CE, del Parlamento y del Consejo,
de 11 de mayo de 2005, entendiendo por tal “toda publicidad que, de una
manera cualquiera, incluida su presentación, induce a error o puede inducir
a error a las personas a las que se dirige o afecta y que, debido a su carácter
engañoso, puede afectar su comportamiento económico o que, por estas razo-
nes, perjudica o es capaz de perjudicar a un competidor”. Como puede verse,
viene a coincidir con lo dispuesto en nuestra LGP.
9
La inserción de este último supuesto ha sido criticada por ACOSTA (Perfiles
de la Ley General de Publicidad, op. cit., pág. 45) al entender que se trata más
bien de un caso de publicidad desleal y no engañosa.
10
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op. cit.,
pág. 44; DE LA CUESTA RUTE, J.M., “Observaciones sobre la Ley General
de Publicidad”, Revista Jurídica de Cataluña, 1989, nº 4, pág. 65 y ss.; LEMA
DEVESA, C., “La publicidad desleal: modalidades y problemas”, op. cit., pág.
6138.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 73
parece acertado pues lo que el párr. 2 art. 4 LGP viene a considerar co-
mo publicidad engañosa son aquellos casos en los que hay un mensaje
publicitario, que se presenta formalmente, encontrándose el engaño
en la ausencia de datos en el mismo que resultaría determinantes
para definir las verdaderas características del producto o servicio.
No obstante, como ha puesto de manifiesto SANTAELLA, la de-
terminación de la publicidad engañosa en los supuestos concretos
es una cuestión no exenta de complejidad, dado lo heterogéneo de
la práctica en este sentido11. Para ello, el art. 5 LGP, siguiendo la
línea de la normativa comunitaria12, aporta una serie de elementos
que habrán de servir como criterios orientativos para estimar en
qué medida se ha producido, por acción u omisión, el engaño13. Por
otra parte, el Proyecto de Ley de reforma de la LGP, actualmente en
11
Un repaso a la jurisprudencia sobre esta cuestión, tanto las resoluciones de
los tribunales ordinarios como los del orden contencioso-administrativo nos
permitiría observar la amplia casuística. Sólo a título ejemplificativo, pues la
relación es bastante amplia, pueden citarse casos en los que se publicitan por
una gran superficie bebidas a un precio inferior al que luego se cobra en caja
(STSJ Andalucía de 26 de abril de 2001); en los que el precio del conjunto de
muebles anunciados no incluye todo lo que está en la foto (STSJ Aragón de
21 de mayo de 1999); el anuncio de productos vendidos al costo cuando se es-
tima que éste difiere del precio que pretende cobrarse (STSJ Murcia de 21 de
julio de 1999); el centro de estudios que parece anunciarse como Universidad
(STSJ Madrid de 30 de junio de 1999); o el anuncio de venta de una casa que
en realidad ofrece un servicio de información inmobiliaria (STSJ Castilla-
León de 28 de julio de 2005).
Un caso muy común, no obstante, se trata el de publicitar una oferta de un
producto a un precio que luego es diferente del real, alegando con posterio-
ridad errores tipográficos o de cualquier otro tipo. En este sentido, resulta
significativa la Sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 5
de Sevilla, en la que se llega a la empresa Carrefour por publicitar una oferta
de colchones con un precio diferente del real y en la que se llegaba a condenar
en costas a la empresa por la constante sucesión de casos similares en los
que, a pesar de la manifiesta ilicitud, mantenía una permanente litigiosidad
sobre las resoluciones administrativas.
12
Vid. art. 3 Directiva 2006/114/CE, del Parlamento y del Consejo, de 12 de
diciembre de 2006.
13
Art. 5 LGP: “1. Las características de los bienes, actividades o servicios, tales
como: a) Origen o procedencia geográfica o comercial, naturaleza, composi-
ción, destino, finalidad, idoneidad, disponibilidad y novedad; b) Calidad,
cantidad, categoría, especificaciones y denominación; c) Modo y fecha de fa-
bricación, suministro y prestación; d) Resultados que puede esperarse de su
74 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
15
Vid. DE LA CUESTA RUTE, J.M., “Observaciones sobre la Ley General de
Publicidad”, op. cit., pág. 72.
16
Constituye la misma “la que por su contenido, forma de presentación o difu-
sión provoca el descrédito, denigración o menosprecio directo o indirecto de
una persona o empresa; de sus productos, servicios, actividades o circunstan-
cias o de sus marcas, nombres comerciales u otros signos distintivos”.
17
Vid. LEMA DEVESA, C., “La publicidad desleal: modalidades y problemas”,
op. cit., pág. 6145.
18
Sería aquella que “induce a confusión con las empresas, actividades, produc-
tos, nombres, marcas u otros signos distintivos de los competidores, así como
la que haga uso injustificado de la denominación, siglas, marcas o distintivos
de otras empresas o instituciones, o de las denominaciones de origen o indi-
caciones geográficas de otros productos competidores y, en general, la que sea
contraria a las exigencias de la buena fe y a las normas de corrección y buenos
usos mercantiles”.
19
Vid. LEMA DEVESA, C., “La publicidad desleal: modalidades y problemas”,
op. cit., pág. 6144.
20
Vid. ORTEGA, E., La comunicación publicitaria, op. cit., pág. 332.
21
En este sentido, vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de
Publicidad, op. cit., pág. 47; GÓMEZ SEGADE, J.A., “Notas sobre el derecho
76 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
24
Vid. NUÑEZ PARTIDO, J.P., “Publicidad subliminal. Mito y realidad”, Razón
y fe, tomo 242, 2000, pág. 214.
25
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op. cit.,
pág. 49; SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág.
162.
26
Vid. NUÑEZ PARTIDO, J.P., “Publicidad subliminal. Mito y realidad”, op.
cit.,, pág. 213.
27
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op. cit.,
pág. 49; SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág.
162.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 79
28
Sobre el funcionamiento del mismo vid. DE LA CUESTA RUTE/ DE LA
OLIVA SANTOS, A., “Tratamiento jurídico en España de la comunicación
publicitaria ilícita”, op. cit., pág. 900 y ss.; PINO ABAD (Disciplina jurídica
en la actividad publicitaria en la Ley de Publicidad de 1988, op. cit., págs.
149-155.
29
Cfr. DE LA CUESTA RUTE, J.M., “Observaciones sobre la Ley General de
Publicidad”, op. cit., pág. 81.
30
Vid. ALONSO DAVILA, J., “El Derecho publicitario en España y la Directiva
de la CEE de 10 de septiembre de 1984 sobre publicidad engañosa”, La Ley,
1985, pág. 1048.
31
Vid. PINO ABAD, M., Disciplina jurídica en la actividad publicitaria en la
Ley de Publicidad de 1988, op. cit., pág. 93.
80 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
32
Este sería el caso de ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de
Publicidad, op. cit., pág. 73 y ss.
33
En contra de la opción tomada por el legislador se ha manifestado LEMA
DEVESA (Problemas actuales del Derecho de la Publicidad, Instituto
Nacional de Publicidad, Madrid, 1984, pág. 7), para quien se observa con este
sistema, de contrario, un mayor incumplimiento de las normas publicitarias.
Sobre esta polémica, no obstante, pueden verse también las distintas posicio-
nes de autores como BROSETA y BERCOVITZ en el trabajo de PINO ABAD
(Disciplina jurídica en la actividad publicitaria en la Ley de Publicidad de
1988, op. cit., págs. 90-95), sumándose este último a la opinión del primero de
ellos en la línea de, al menos, mantener la doble vía.
34
Sobre los diferentes aspectos del proceso civil ante la publicidad ilícita puede
consultarse especialmente los trabajos de ACOSTA ESTEVEZ, J., “La Ley
General de Publicidad: aspectos procesales”, Actualidad Civil, 1990 (nº 47);
“Tutela jurisdiccional y publicidad ilícita”, Revista de Derecho Privado, 1990;
LORCA NAVARRETE, A., “Cuestiones procesales relativas a la publicidad
ilícita”, La Ley, 1989, nº 2190, Vol. I; MONTON REDONDO, A., “El proceso
de la Ley General de Publicidad”, La Ley, 1989, nº 2190, Vol. I, pág. 1047;
OTERO LASTRES, J., “La protección de los consumidores contra la publici-
dad ilícita”, Actas de Derecho Industrial, 1977.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 81
35
Como advierte GÓMEZ SEGADE (“Notas sobre el derecho de información
del consumidor”, op. cit., pág. 161) la rectificación publicitaria tiene su origen
en Estados Unidos como medio para obligar a los empresarios a difundir nue-
vas manifestaciones publicitarias que corrijan la inexactitud de las afirma-
ciones anteriores, dado que con la cesación no basta para anular los efectos
de la lesión causada con la práctica ilícita.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 83
36
Con ello se produce, en palabras de DE LA CUESTA, una calificación plural
del mismo ilícito publicitario, al permitir actuar por medio de varios cauces
y acciones disponibles (“Observaciones sobre la Ley General de Publicidad”,
op. cit., pág. 81).
El Proyecto de Ley sobre competencia desleal y publicidad actualmente en
tramitación prevé la derogación de este precepto, cuestión que no debe pro-
vocar ningún cambio desde el punto de vista práctico, pues su supresión cree-
mos que no debe entenderse en el sentido de no admitir la compatibilidad
de las acciones procesales con otras vías, cuya vigencia dependerán de su
reconocimiento por el legislador y de su aplicabilidad o no según el caso, y no
del mantenimiento de esta cláusula genérica contenida en el art. 32 LGP.
37
Vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág. 167.
38
Esta referencia ha de ser entendida sobre el Texto Refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (TRLGDCU), apro-
bado por Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre.
84 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
39
En adelante, LGS.
40
En la misma línea, el art. 3º apartados 3.1.3 y 3.3.4 R.D. 1945/1983, de 22 de
junio, sobre infracciones y sanciones en materia de defensa del consumidor y
la producción agroalimentaria.
41
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op.
cit., págs. 50-51; MILANS DEL BOSCH, “Intervención administrativa en la
publicidad”, op. cit., págs. 343-344, PINO ABAD, M., Disciplina jurídica en la
actividad publicitaria en la Ley de Publicidad de 1988, op. cit., págs. 149-155,
SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op. cit., pág. 255.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 85
42
La jurisprudencia de los tribunales del orden contencioso-administrativo so-
bre la imposición de sanciones en supuestos de publicidad ilícita es cada vez
más profusa. Sirva, a título meramente ejemplificativo, la referencia a la si-
guientes resoluciones sobre el particular: STS de 24 de febrero de 1999, STSJ
Andalucía de 26 de abril de 2001, STSJ Aragón de 21 de mayo de 1999, STSJ
Galicia 31 de mayo de 2002, STSJ Murcia 7 de diciembre de 1999, STSJ
Cataluña 5 de marzo de 2001, STSJ Cataluña 13 de septiembre de 2001.
86 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
43
En contra de esta posibilidad se posiciona la STS de 30 de abril de 2008, que
se pronuncia sobre el requerimiento de cese de una publicidad por televisión
llevado a cabo por la Administración, cuya validez había estimado a su vez
la STSJ Madrid de 21 de febrero de 2005. A juicio del Tribunal, este requeri-
miento no puede considerarse como parte del ejercicio de la potestad sancio-
nadora y, por tanto, no tiene carácter coercitivo alguno (lo que va a llevar al
mismo resultado desestimatorio de la sentencia de instancia). Y ello sobre la
base, entre otras consideraciones, de la decisión del legislador, no sólo en las
normas sobre publicidad televisiva, sino en otras similares, de que la acción de
cesación deba ser sustanciada ante el juez civil, y no ante la Administración.
Advierte incluso de la imposibilidad de que la Administración pueda dispo-
ner por sí misma el cese de la publicidad televisiva ilícita. Ciertamente, se
trataba de un requerimiento efectuado por la Administración sin más pro-
cedimiento, motivo por el cual podemos compartir sólo en este aspecto la
resolución del Tribunal. Habrá que ver, sin embargo, cuál es la posición que
mantendría en el caso que el cese fuera el contenido de una medida caute-
lar en el seno de un procedimiento sancionador. No parece en este caso que
pudiéramos estar de acuerdo en que la previsión de las acciones de cese y
rectificación en vía civil impiden el correcto desenvolvimiento de las medidas
cautelares en el procedimiento administrativo sancionador, cuestión que no
aborda la resolución del Tribunal Supremo citada.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 87
44
Vid. DE LA CUESTA RUTE, J.M., “Observaciones sobre la Ley General de
Publicidad”, op. cit., págs. 60 y ss.
45
Ibidem.
46
A tenor del art. 8.2 LGP, los reglamentos que regulen la publicidad de los
productos o servicios incluidos en su ámbito de extensión deberán conte-
ner:
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 89
a) Productos sanitarios
En este grupo se englobarían todos aquellos productos o servi-
cios relacionados con la sanidad con excepción de las especialidades
farmacéuticas cuyo régimen se contempla de forma singular como
veremos seguidamente, abarcando tanto las actividades y servicios
b) Medicamentos
Se trata en este caso de los productos cuya promoción puede con-
llevar una mayor repercusión sobre la salud, de ahí que la regu-
lación de la publicidad sobre los mismos sea afrontada con mayor
detenimiento que en otros casos. Su régimen viene determinado, en
sede comunitaria, por la Directiva 92/28/CEE, del Consejo, de 31 de
marzo, relativa a la publicidad de los medicamentos para uso hu-
mano, cuyo contenido se incorpora al Derecho español por vía del
R.D. 1416/1994, de 25 de junio. En él se persigue acentuar el aspecto
informativo sobre el persuasivo, lo que a juicio de LEMA DEVESA
y GÓMEZ MONTERO no debe llevar a confundir publicidad de me-
dicamentos con información de medicamentos48. No obstante, con
carácter general la Ley 29/2006, de 20 de junio, de Garantías y Uso
Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios49, establece
las líneas básicas a las que ha de sujetarse la publicidad de me-
dicamentos, pudiendo ser objeto de la misma tan sólo aquellas es-
47
En adelante, LGS.
48
Vid. LEMA DEVESA, C./ GÓMEZ MONTERO, J., “La regulación jurídica de
la publicidad farmacéutica”, op. cit., pág. 984.
49
En adelante, LMED.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 91
50
El Derecho autonómico en materia de publicidad de medicamentos, no obs-
tante, reconoce la competencia para autorizar la misma cuando la promo-
ción se vaya a efectuar en su ámbito territorial, además de reiterar que la
Administración habrá de velar porque dicha publicidad se ajuste a criterios
de veracidad y no induzca al consumo (Vid. art. 19 Ley 31/1991, de 13 de
diciembre, de Ordenación Farmacéutica de Cataluña, art. 39 Ley 11/1994, de
17 de junio, de Producción Farmacéutica del País Vasco, art. 29 Ley 3/1996,
de 25 de junio, de Ordenación Farmacéutica de Extremadura, arts. 55 y 56
Ley 6/1998, de 22 de junio, de Ordenación Farmacéutica de Valencia, art. 58
Ley 19/1998, de 25 de noviembre, de Ordenación y Atención Farmacéutica de
Madrid, art. 44 Ley 4/1999, de 25 de marzo, de Ordenación Farmacéutica de
Aragón, art. 54 Ley 5/1999, de 21 de mayo, de Ordenación Farmacéutica de
Galicia).
51
Los medicamentos deberán cumplir los siguientes requisitos:
a) Que no se financien con fondos públicos.
b) Que, por su composición y objetivo, estén destinados y concebidos para
su utilización sin la intervención de un médico que realice el diagnóstico,
la prescripción o el seguimiento del tratamiento, aunque requieran la in-
tervención de un farmacéutico. Este requisito podrá exceptuarse cuando se
realicen campañas de vacunación aprobadas por las autoridades sanitarias
competentes.
c) Que no constituyan sustancias psicotrópicas o estupefacientes con arreglo
a lo definido en los convenios internacionales.
52
Estos requisitos son:
a) Que resulte evidente el carácter publicitario del mensaje y quede clara-
mente especificado que el producto es un medicamento.
b) Que se incluya la denominación del medicamento en cuestión, así como la
denominación común cuando el medicamento contenga una única sustancia
activa.
c) Que se incluyan todas las informaciones indispensables para la utiliza-
ción correcta del medicamento así como una invitación expresa y claramente
visible a leer detenidamente las instrucciones que figuren en el prospecto
o en el embalaje externo, según el caso, y la recomendación de consultar al
farmacéutico sobre su correcta utilización.
d) No incluir expresiones que proporcionen seguridad de curación, ni testi-
monios sobre las virtudes del producto ni de profesionales o personas cuya
notoriedad pueda inducir al consumo.
e) No utilizar como argumento publicitario el hecho de haber obtenido au-
torización sanitaria en cualquier país o cualquier otra autorización, número
92 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
53
Sobre la publicidad de productos con supuestas propiedades sobre la salud, el
art. 79 de la Ley 29/2006, de 26 de junio, de Garantías y Uso Racional de los
Medicamentos y Productos Sanitarios remite a desarrollo reglamentario su
regulación.
94 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
54
Para la STS de 15 de febrero de 1999, los productos de alimentación en caso
de maternidad, lactancia, infancia o tercera edad, deben entenderse incluidos
dentro de la fórmula descriptiva del art. 8.1 LGP.
55
Lo dispuesto en el Derecho estatal habría de complementarse con las disposi-
ciones del Derecho autonómico en materia de vivienda. En este sentido, vid.
la Ley 4/2003, de 29 de julio, de Viviendas de Galicia, y la Ley 8/2004, de 20
de octubre, de Viviendas de Valencia.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 95
56
Así, el art. 2 R.D. 515/1989, de 21 de abril, sobre protección de consumidores
en cuanto a la información a suministrar en la compraventa y arrendamien-
to de viviendas establece que, sin perjuicio del cumplimiento de la LGP, toda
publicidad se ajustará a las verdaderas características, condiciones y utilidad
de la vivienda, expresando siempre si la misma se encuentra en construcción
o si la edificación ha concluido. En igual sentido se dirige el art. 3.1 del mismo
texto al establecer que la publicidad se hará de manera que no induzca ni
pueda inducir a error a sus destinatarios, de modo tal que afecte a su com-
portamiento económico, y no silenciará datos fundamentales de los objetos
de la misma.
57
Vid. art. 3.2 R.D. 515/1989, de 21 de abril.
58
Vid. art. 8 R.D. 515/1989, de 21 de abril, en conexión con los arts. 4, 6 y 7 del
mismo reglamento. También se harán constar en dichos folletos los lugares
en los que se encuentra a disposición del público la información prevista en
la citada norma.
96 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
b) Publicidad financiera
Uno de los sectores económicos en los que se produce una mayor
actividad publicitaria, sobre todo utilizando técnicas personalizadas
de difusión de los mensajes a los potenciales consumidores, como el
mailing, es el financiero. La capacidad económica de estas entidades,
principalmente los bancos y cajas de ahorro, y la dimensión de los in-
tereses en juego, les permite desarrollar una intensa acción de pro-
moción. A diario somos destinatarios de anuncios en prensa, radio,
televisión, cartas que nos llegan a nuestro domicilio, ofreciéndonos
todo tipo de productos o servicios financieros (créditos personales,
hipotecarios, cuentas remuneradas, imposiciones a plazo determi-
nado, planes de pensiones, fondos, acciones…). Que el consumo de
los mismos afecta al patrimonio de los ciudadanos es tan obvio que
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 97
59
A su vez, la Disposición Final 1ª.k) habilita al Banco de España al desarrollo
de esta Orden, lo que se realiza mediante la Circular nº 8/1990, de 7 de sep-
tiembre.
60
A pesar de ello, en el ámbito de las Instituciones de Inversión Colectiva se
ha optado por la autorregulación, desarrollándose los términos en que ésta
ha de llevarse a cabo en la Circular 7/1998, de 6 de mayo, de la Comisión
Nacional del Mercado de Valores.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 99
c) Publicidad de seguros
En esta materia, al igual que en los casos anteriores, la regula-
ción de la publicidad de la misma se dirige al aseguramiento de la
información que el consumidor recibe por parte de quien oferta di-
recta o indirectamente el producto, estableciéndose con carácter ge-
neral, una vez más, la observancia del principio de veracidad sobre
la misma, así como que habrá de ser suficiente61. Asimismo, se impo-
nen una serie de condiciones en la publicidad de seguros que operan
tanto en el elemento subjetivo de la oferta, debiendo identificarse
adecuadamente quien realiza la función de mediación de seguros62,
como en el elemento objetivo, estableciendo, sobre la publicidad que
realicen las entidades aseguradoras, que ésta habrá de contener las
61
Obligación que se impone a los mediadores de seguros privados (art. 4 Ley
9/1992, de 30 de abril, de Mediación en Seguros Privados), y que opera sobre
toda la publicidad que transmitan las entidades aseguradoras (art. 111.2 R.D.
2486/1998, de 20 de noviembre, del Reglamento de Ordenación y Supervisión
de los Seguros Privados).
62
Así, el art. 10 Ley 9/1992, de 30 de abril, de Mediación en Seguros Privados,
establece la obligación de que en la publicidad de la mediación en seguros
privados figure la expresión “agente de seguros” o “sociedad de agencia de
seguros”, según el caso, así como la denominación de la entidad aseguradora
para la que estén realizando la operación de mediación. Y de igual modo se
dirige el art. 14 del mismo cuerpo legal con relación al “corredor de seguros”
o a la “correduría de seguros”.
100 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
63
Vid. art. 111.2 R.D. 2486/1998, de 20 de noviembre, del Reglamento de
Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 101
64
La normativa vigente en materia de juego, tanto estatal como autonómica,
puede verse en su complitud en la página web de la Comisión Nacional del
Juego (http://www.mir.es/juego).
102 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
65
Vid. art. 9 Ley 2/1995, de 15 de marzo, de Murcia.
66
Las opciones en este caso son diversas. Así, mientras en algunas normas no
se concretan cuáles serán las excepciones no autorizables (art. 5 Ley 6/2001,
de 3 de julio, de Madrid; D.A. 2ª Ley 4/1988, de 3 de junio, de Valencia), en
otras se admite la publicidad salvo en el exterior de los locales y en medios de
comunicación (art. 12 Ley 2/2000, de 28 de junio, de Aragón; art. 5 Ley Foral
11/1989, de 27 de junio, de Navarra; art. 6 Ley 4/1991, de 8 de noviembre, del
País Vasco; art. 8 Ley 5/1999, de 13 de abril, de La Rioja), aunque sí en medios
especializados (art. 5 Ley 14/1985, de 23 de octubre, de Galicia). En último
lugar, se permite en el interior de los locales, en medios de comunicación
especializados, en el contexto de una oferta turística global y la nominati-
va derivada del patrocinio (art. 5 Ley 4/1999, de 31de marzo, de Castilla-La
Mancha).
67
Salvo que estimule la práctica, estando permitida la meramente informa-
tiva (art. 13 Ley 3/2001, de 4 de mayo, de Asturias; art. 6 Ley 6/1999, de 26
de marzo, de Canarias); salvo que incite a la participación o perjudique la
formación de la infancia y la juventud (art. 6 Ley 4/1998, de 24 de junio, de
Castilla y León) o siempre que sea en el contexto de una oferta turística glo-
bal o en publicaciones especializadas en temas de juego (art. 9 Ley 2/1986, de
19 de abril, de Andalucía; art. 4.2 Ley 4/1998, de 2 de marzo, de Cantabria).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 103
68
Según estudios españoles e internacionales citados por el Comité Nacional
para la Prevención del Tabaquismo, el 34% de los menores comienza a fumar
estimulados por la publicidad (EL PAIS, 4 de julio de 2005), de ahí la impor-
tancia de prohibir o incluso eliminar cualquier acción publicitaria que incite
al consumo de tabaco.
69
Sirvan como ejemplo de lo controvertido de la regulación de la publicidad
de un producto como el alcohol las manifestaciones de DE LA CUESTA
RUTE en torno al nonato Anteproyecto de Ley de Prevención del Consumo
de Alcohol (“Un anteproyecto de ley injustificado” (I y II), La Gaceta de los
Negocios, 27 y 28 de mayo de 2002).
104 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
70
Sobre la incidencia de la publicidad de estos productos en la televisión pue-
de consultarse CARDENAS, C./ MORENO-JIMÉNEZ, B., “La televisión y
el consumo de alcohol y tabaco, ¿inducción o prevención?”, Estudios sobre
Consumo, nº 12, 1987.
71
Estos criterios son:
a) no podrá estar dirigida específicamente a los menores ni, en particular,
presentar a menores consumiendo dichas bebidas.
b) no deberá asociar el consumo de alcohol a una mejora del rendimiento
físico o a la conducción de vehículos.
c) no deberá dar la impresión de que el consumo de alcohol contribuye al
éxito social o sexual.
d) no deberá sugerir que las bebidas alcohólicas tienen propiedades tera-
péuticas o un efecto estimulante o sedante o que constituyen un medio para
resolver conflictos.
e) no deberá estimular el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas u ofre-
cer una imagen negativa de la abstinencia o de la sobriedad.
f) no deberá subrayar como cualidad positiva de las bebidas su alto índice
alcohólico.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 105
72
En relación al contenido de la Directiva y el posicionamiento del Tribunal en
esta resolución, Vid. DE AREILZA CARVAJAL, JOSE Mª, “Variaciones sobre
la limitación de competencias: la anulación de la Directiva de publicidad del
tabaco”, Revista de Derecho Comunitario Europeo, nº 8, julio-diciembre, 2000;
HERNÁNDEZ BATALLER, B., “La regulación de la publicidad de tabaco en
la Unión Europea”, Estudios sobre Consumo, nº 61, 2002.
106 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
tos del tabaco (art. 4). En definitiva, viene de este modo a extenderse
a todos los medios de comunicación el régimen que ya se había pre-
visto sobre la televisión, siendo el plazo para adaptar las correspon-
dientes legislaciones hasta el 31 de julio de 2005 (art. 10). Sobre esta
Directiva ha tenido ocasión de pronunciarse también el Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas, que en Sentencia de 12 de
diciembre de 2006 ha ratificado los términos en que se dirige la mis-
ma, desestimando el recurso interpuesto frente a ella.
Hasta la entrada en vigor de la controvertida Ley 28/2005, de 28
de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y regula-
dora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los pro-
ductos del tabaco (popularmente conocida como “Ley Antitabaco”), la
regulación de la publicidad de tabaco y alcohol en nuestro Derecho
tenía como referente el régimen dispuesto en el art. 8.5 LGP, que
determina la prohibición total de publicidad de tabaco y parcial de
alcohol (la de bebidas con graduación superior a 20 grados centesi-
males) en televisión, así como la prohibición total de publicidad de
ambas en los lugares en que esté prohibida su venta o consumo.
Además, reconoce la posibilidad de aumentar las limitaciones en es-
ta materia por vía reglamentaria, incluso extendiendo la prohibición
a las bebidas de graduación inferior a veinte grados centesimales,
atendiendo a la protección de la salud y seguridad de las personas,
los sujetos destinatarios, la no inducción directa o indirecta a su
consumo indiscriminado y los ámbitos educativos, sanitarios y de-
portivos. En este punto volvemos a observar, como ya hicimos en el
capítulo anterior, en qué medida la publicidad se conecta con dife-
rentes títulos competenciales (salud, deporte), y ello porque es en el
Derecho autonómico en el que se contiene el verdadero desarrollo de
la posibilidad de establecer una mayor restricción a la publicidad de
estos productos a tenor de las circunstancias que señala el art. 8.5
LGP. De esta forma, la normativa autonómica, además de reprodu-
cir los principios y reglas que ya se expresan en las disposiciones
comunitarias y estatales73, afronta su regulación con especial acento
73
En desarrollo específico de las normas de la Ley 28/2005, de 28 de diciembre,
y además de la normativa especial sobre materias relacionadas, han llevado
a cabo alguna regulación las siguientes Comunidades Autónomas: Valencia
(Decreto 53/2006, de 21 de abril), Andalucía (Decreto 150/2006, de 25 de julio),
Castilla-León (Decreto 54/2006, de 24 de agosto), Madrid (Decreto 93/2006,
de 2 de noviembre) y Murcia (Decreto 198/2008, de 11 de julio).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 107
74
A título de ejemplo del diferente tratamiento que el Derecho autonómico
ofrece, puede verse la comparación entre las normas catalana y vasca en la
materia en BARO I BALLBE, M.J., La publicitat il-lícita i la defensa dels
consumidors, op. cit., págs. 128 y ss.
75
Vid. art. 25.1 Ley 4/1997, de 9 de julio, de Prevención y Asistencia en ma-
teria de Drogas de Andalucía, art. 47 Ley 6/1998, de 14 de diciembre, del
Deporte de Andalucía, art. 15.3 Ley 2/2000, de 3 de julio, del Deporte de
Cantabria, art. 21 Ley 3/1994, de 29 de marzo, sobre Prevención, Asistencia
e Integración Social de Drogodependientes, de Castilla y León, art. 7 Ley
2/1995, de 2 de marzo, contra la Venta y publicidad de bebidas alcohólicas a
menores de Castilla-La Mancha, art. 6 Ley 4/1997, de 10 de abril, de medidas
de prevención y control de la venta y publicidad de bebidas alcohólicas para
menores de edad, de Extremadura, arts. 6 y 7 Decreto 113/1993, de 12 de
mayo, de protección de la salud en la promoción, venta y consumo de produc-
tos del tabaco, de Galicia, art. 13 Ley 6/1997, de 22 de octubre, sobre drogas,
para la prevención, asistencia e integración social, de Murcia, art. 6 Ley Foral
10/1991, de 16 de marzo, sobre prevención y limitación del consumo de bebi-
das alcohólicas por menores de edad, de Navarra, art. 16 Ley 3/1997, de 16 de
junio, sobre drogodependencias y otros trastornos adictivos, de Valencia.
Con mayor amplitud en la definición de los espacios se impone la normativa
catalana que establece la prohibición de la publicidad de tabaco y de bebidas
alcohólicas con graduación superior a 23 grados centesimales, además de los
anteriores, en los siguientes lugares (arts. 19 y 25 Ley 20/1985, de 25 de ju-
lio, de prevención y asistencia en materia de sustancias que pueden generar
dependencia, de Cataluña): playas, campings, balnearios; calles, plazas, par-
ques, carreteras y demás vías públicas; cines, teatros y auditorios. Y aún más
restrictiva resulta la normativa vasca, al prohibir toda publicidad exterior de
alcohol y tabaco, y restringir la interior en función del tipo de local (arts. 15
y 16 Ley 18/1998, de 25 de junio, sobre prevención, asistencia e inserción en
materia de drogodependencias, del País Vasco).
108 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
76
Vid. art. 19 Ley 10/1998, de 15 de julio, sobre Prevención, Asistencia e
Inserción Social en materia de Drogodependencias de Canarias, art. 20 Ley
3/1994, de 29 de marzo, sobre Prevención, Asistencia e Integración Social
de Drogodependientes, de Castilla y León, art. 5 Ley 2/1995, de 2 de marzo,
contra la Venta y publicidad de bebidas alcohólicas a menores de Castilla-La
Mancha, arts. 19 y 25 Ley 20/1985, de 25 de julio, de prevención y asisten-
cia en materia de sustancias que pueden generar dependencia, de Cataluña,
art. 37 Ley 8/1995, de 27 de julio, de atención y protección de los niños y los
adolescentes, de Cataluña, art. 6 Ley 4/1997, de 10 de abril, de medidas de
prevención y control de la venta y publicidad de bebidas alcohólicas para
menores de edad, de Extremadura, art. 6 Decreto 113/1993, de 12 de mayo,
de protección de la salud en la promoción, venta y consumo de productos del
tabaco, de Galicia, art. 11 Ley 2/1996, de 8 de mayo, sobre Drogas, de Galicia,
art. 13 Ley 6/1997, de 22 de octubre, sobre drogas, para la prevención, asis-
tencia e integración social, de Murcia, art. 6 Ley Foral 10/1991, de 16 de
marzo, sobre prevención y limitación del consumo de bebidas alcohólicas por
menores de edad, de Navarra, art. 13 Ley 18/1998, de 25 de junio, sobre pre-
vención, asistencia e inserción en materia de drogodependencias, del País
Vasco, art. 15 Ley 3/1997, de 16 de junio, sobre drogodependencias y otros
trastornos adictivos, de Valencia.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 109
77
Vid. ACOSTA ESTEVEZ, J., Perfiles de la Ley General de Publicidad, op.
cit., pág. 41 y ss.; DE LA CUESTA RUTE, J.M., “Observaciones sobre la Ley
General de Publicidad”, op. cit., pág. 62 y ss. Para este último, quien mantiene
la postura más rotunda en contra de la sujeción previa de la publicidad a una
autorización, al considerarla inconveniente, no sólo constituye una censura
contraria al art. 20 CE, sino que además su imposición no aporta ninguna
garantía sobre los daños que pudieran sufrir los destinatarios en aquellos
casos en que la publicidad no se ajustara a las condiciones para su ejercicio
señaladas en las normas, incluso antes al contrario, pudiera provocar en los
anunciantes un cierto adormecimiento de la diligencia en el obrar publicita-
rio, y en los propios destinatarios que pueden creer que el control previo hace
más fiables a los productos y servicios y al modo en que éstos se presentan.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 111
78
En esta línea se expresan LEMA DEVESA y GÓMEZ MONTERO (“La regu-
lación jurídica de la publicidad farmacéutica”, op. cit., pág. 9 86).
79
Vid. PINO ABAD, M., Disciplina jurídica en la actividad publicitaria en la
Ley de Publicidad de 1988, op. cit., págs. 77-78.
80
Ibidem. También LEMA DEVESA y GÓMEZ MONTERO (“La regulación ju-
rídica de la publicidad farmacéutica”, op. cit., pág. 9 86).
81
Como ha señalado la STSJ País Vasco de 17 de septiembre de 1999, en rela-
ción a un supuesto de publicidad sanitaria, no es un acto de contenido discre-
cional sino reglado, en cuanto la resolución administrativa y sus determina-
ciones deberá sujetarse a lo recogido en la Ley y en el Decreto.
82
En este sentido, vid. SANTAELLA LÓPEZ, M., Derecho de la publicidad, op.
cit. pág. 253.
112 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
83
Para este autor, la referencia del art. 8.3 presenta los siguientes problemas:
por un lado, no se sabe cuáles son los principios a los que se refiere; por
otro, la expresión es ambigua puesto que se desconoce si el legislador alude
a la rivalidad competitiva entre el anunciante o sus competidores o al modo
de proceder del órgano administrativo respecto del solicitante, considerando
que lo pertinente sería esto último dada la condición de anunciante que tam-
bién posee la Administración, lo que permitiría que no se produjeran casos
en los que se favorece a los anunciantes públicos frente a los privados; final-
mente, acredita una deficiente técnica al vincular la protección de la lealtad
a la competencia al perjuicio del competidor (“Observaciones sobre la Ley
General de Publicidad”, op. cit. pág. 62).
CAPÍTULO III
LA ACTIVIDAD PUBLICITARIA SEGUN EL MEDIO
I. LA PUBLICIDAD AUDIOVISUAL
1. La regulación de la publicidad en televisión: la Direc-
tiva 89/552 y la Ley 25/1994
Si cualquier ciudadano fuera preguntado por el medio a través
del que recibe la mayoría de mensajes publicitarios, del que tiene
mayor conocimiento de los productos y servicios, de las novedades
sobre los mismos, en definitiva, del que recibe mayor información de
contenido comercial, respondería sin duda que la televisión. La in-
clusión de publicidad en este medio se produce desde el mismo inicio
de las primeras emisiones1, debiendo destacarse la indiscutible im-
portancia de la televisión para el sector de la publicidad, tanto cuan-
titativamente, por su dimensión económica en términos de mercado2,
como cualitativamente, si atenemos a las ventajas que su utilización
ofrece, como ha señalado MORALES NAVARRO3. La conexión entre
ambas, televisión y publicidad, no ha de entenderse sin embargo en
1
Vid. MORALES NAVARRO, C., La publicidad en Televisión Española, op.
cit., pág. 73.
2
Significativos son en este sentido los datos aportados por Infoadex en rela-
ción al mercado de la publicidad en 2008, en el que la inversión real esti-
mada en televisión alcanza los 3082 millones de euros, muy por encima de
la prensa diaria, que constituye el segundo medio en cuota de mercado con
1508 millones de euros. La publicidad televisiva constituye, según la misma
fuente, el 43´4% de la inversión en medios convencionales, es decir, casi la
mitad de la inversión publicitaria. Estos datos se contienen en el Informe
Anual Infoadex 2009 (vid. http://www.infoadex.com).
3
Para este autor, las ventajas del medio televisivo para la difusión publici-
taria son varias: en primer lugar, la audiencia, pues se trata del medio que
llega a un mayor número de personas; en tercer lugar, la posibilidad de
unir imagen y palabra, buscando la atracción del espectador presentando
el producto en su vertiente dinámica; en tercer lugar, la carga sugestiva de
los “spots” publicitarios; y, por último, la posibilidad de adaptar la forma
del mensaje publicitario a sus destinatarios potenciales. A todo ello hay
que sumar, a su juicio, la influencia que provoca en las costumbres sociales
(MORALES NAVARRO, C., La publicidad en Televisión Española, op. cit.,
págs. 36-37).
114 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
4
Muchos son los trabajos que se han dedicado a esta cuestión. Sin ánimo de
ser exhaustivo, debemos destacar principalmente por un lado, aquellos que
centran su atención bien al análisis de la normativa comunitaria bien a
la problemática especial de la dimensión jurídico-constitucional del hecho
publicitario en televisión: BULLINGER, M., “Publicidad y programación
televisivas en el nuevo ordenamiento europeo de la televisión”, Revista
Española de Derecho Constitucional, nº 30, 1990; DÍEZ-PICAZO, L.M.,
“Publicidad televisiva y derechos fundamentales”, op. cit.; GAY FUENTES,
C., La televisión ante el Derecho internacional y comunitario, Marcial
Pons, Madrid, 1994; GODOY, A., El Derecho de la Televisión sin Fronteras,
Aguaclara, Alicante, 1995; GÓMEZ DÍAZ, A.B. (“Las Directivas comunita-
rias sobre “Televisión sin Fronteras” y su incorporación al ordenamiento
jurídico español”, RVAP, nº 57, 2000; GÓMEZ DE ROJAS, H., “Directiva
sobre coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y adminis-
trativas relativas al ejercicio de actividades de radiodifusión televisiva”,
en Noticias CEE, nº 77, junio 1991; MARTI DEL MORAL, A., “Notas so-
bre la adaptación a nuestro ordenamiento jurídico de la Directiva 89/552
del Consejo de las Comunidades Europeas, de 3 de octubre de 1989, sobre
la televisión sin fronteras”, Noticias de la Unión Europea, nº 114, 1994;
MORALES NAVARRO, C., La publicidad en Televisión Española, op. cit.. A
ellos, no obstante, deben sumarse las aportaciones, en el marco de estudios
sobre los medios audiovisuales, de trabajos como los de LAGUNA DE PAZ,
J.C., Televisión y competencia, op. cit.; MUÑOZ MACHADO, S., Servicio
público y mercado. III. La televisión, op. cit., o SOUVIRON MORENILLA,
J.Mª, Derecho Público de los medios audiovisuales: radiodifusión y televi-
sión, Comares, Granada, 1999.
5
Vid. SOUVIRON MORENILLA, J.Mª, Derecho Público de los medios audio-
visuales: radiodifusión y televisión, op. cit., págs. 541-542.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 115
6
Aspecto éste que es destacado también por GAY FUENTES, C., La televi-
sión ante el Derecho internacional y comunitario, op. cit., pág. 224.
7
Estos motivos son recogidos por el art. 91 de la Ley 22/2005, de 29 de di-
ciembre, de Comunicación Audiovisual de Cataluña (LCAC), al establecer
que “las finalidades de la regulación de las actividades de la publicidad, la
televenta y el patrocinio son: a) luchar contra los contenidos que atentan con-
tra los principios, los valores y los derechos protegidos por la Constitución
Española, el Estatuto de Autonomía y las leyes; b) proteger a los destinata-
rios de la publicidad excesiva; c) preservar el valor y la integridad de las
obras audiovisuales”.
8
Vid. DÍEZ-PICAZO, L.M., “Publicidad televisiva y derechos fundamenta-
les”, op. cit., pág. 74.
9
De este modo, para BULLINGER las diferencias de la televisión respecto
de otros medios se encuentran entre otras, en la especial fascinación de la
imagen audiovisual y su consumo masivo, así como en la posibilidad de
desviar mediante mensajes subliminales el consumo de los telespectado-
res (BULLINGER, M., “Publicidad y programación televisivas en el nue-
vo ordenamiento europeo de la televisión”, Revista Española de Derecho
Constitucional, nº 30, 1990, pág. 30).
10
Vid. GODOY, A., El Derecho de la televisión sin fronteras, op. cit., pág. 163.
116 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
11
Los intereses que justifican una restricción aún mayor de las reglas en ma-
teria de publicidad no han de ceñirse exclusivamente a la protección de los
consumidores, como señala la Sentencia Leclerc Siplec c. TF1 y M6, para la
que el fundamento de esta facultad se puede hallar también en el art. 3 de
la Directiva, que no se refiere únicamente a la publicidad, de ahí que el fin
perseguido pueda ser, como en el caso planteado, una cuestión de política
económica (Vid. DÍEZ-PICAZO, L.M., “Publicidad televisiva y derechos fun-
damentales”, op. cit., pág. 69).
12
Vid. MARTI DEL MORAL, A., “Notas sobre la adaptación a nuestro orde-
namiento jurídico de la Directiva 89/552 del Consejo de las Comunidades
Europeas, de 3 de octubre de 1989, sobre la televisión sin fronteras”, op. cit.,
pág. 121.
13
Para GÓMEZ DE ROJAS, la preocupación del legislador comunitario se
explica por la dimensión sociocultural del medio y su capacidad para esta-
blecer pautas de comportamiento y consumo. (“Directiva sobre coordinación
de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas relativas al
ejercicio de actividades de radiodifusión televisiva”, op. cit., pág. 86).
14
Vid. la referencia bibliográfica citada ut supra en nota nº 4.
15
Vid. MUÑOZ MACHADO, S., Servicio público y mercado. III. La televisión,
op. cit., pág. 229.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 117
16
De forma rotundamente crítica se pronuncia LAGUNA cuando sostiene que
“el Estado no puede “asfixiar” a las empresas de televisión, lo que sería con-
trario a la libertad de programación y, por tanto, a la libertad de expresión”
(Televisión y competencia, op. cit., pág. 218).
17
En adelante, LEART.
18
Se encuentra en fase de Anteproyecto la Ley General Audiovisual, cuyo
informe fue expuesto en el Consejo de Ministros de 26 de junio de 2009,
encontrándose en la actualidad pendiente de los informes requeridos a
los organismos preceptivos por el Consejo de Ministros (vid. http://www.
la-moncloa.es/ConsejodeMinistros /Referencias/_2009/ refc20090626.htm).
Ha de recordarse en este punto que el plazo dispuesto por la Directiva para
su trasposición expira el 19 de diciembre de 2009.
118 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
19
Esta expresión ha de entenderse como una exageración intencionada de
este autor, cuyas posiciones al respecto se caracterizan por la crítica (vid.
MUÑOZ MACHADO, S., Servicio público y mercado. III. La televisión, op.
cit., pág. 240).
20
Si bien, a juicio de SOUVIRON, la difusión de publicidad por televisión
estaría sujeta, de entrada, a las previsiones de la LGP, además de las
que con carácter especial se dispongan para la misma (vid. SOUVIRON
MORENILLA, J.Mª, Derecho Público de los medios audiovisuales: radiodi-
fusión y televisión, op. cit., pág. 541).
21
Efectivamente, parece no existir dudas sobre la sujeción a esta ley de las
televisiones hertzianas de cobertura nacional o autonómica explotadas por
organismos públicos, así como las televisiones privadas surgidas de la LTP,
mientras que el régimen aplicable en el caso de otras modalidades estará
a lo dispuesto en su regulación específica (vid. SOUVIRON MORENILLA,
J.Mª, Derecho Público de los medios audiovisuales: radiodifusión y televi-
sión, op. cit., págs. 543-544).
22
A este respecto, la materia audiovisual ha sido regulada con carácter gene-
ral, en las Comunidades de Cataluña y Valencia, mediante la Ley 22/2005,
de 29 de diciembre, de Comunicación Audiovisual de Cataluña (LCAC) y la
Ley 1/2006, de 19 de abril, del Sector Audiovisual de Valencia (LSAV).
23
Vid. BARO I BALLBE, M.J., La publicitat il-lícita i la defensa dels consu-
midors, op. cit., pág. 55.
24
En adelante, LTLOT.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 119
25
Mientras algún autor como FERNÁNDEZ FARRERES entendió que se
trataba de una medida razonable (vid. El paisaje televisivo en España,
Aranzadi, Madrid, 1997, pág. 110), para otros, como SOUVIRON, era sin
embargo cuestionable esta exclusión por una doble contradicción: primero
porque se da el presupuesto de base para la aplicabilidad en función de
hallarse dentro del concepto de televisión que la propia LEART fija, y, en
segundo término, porque se aparta de la línea que marca la Directiva que,
como veíamos, no excluye a estas televisiones de sus disposiciones en mate-
ria de publicidad (vid. SOUVIRON MORENILLA, J.Mª, Derecho Público de
los medios audiovisuales: radiodifusión y televisión, op. cit., págs. 248).
26
Sobre esta cuestión, vid. ROZADOS OLIVA, M.J., La televisión local por on-
das, Comares, Granada, 2001, págs. 220-221. No obstante, como advertimos
en dicho trabajo, la laguna que se produce por la ausencia de pronuncia-
miento sobre el régimen de la publicidad en estas televisiones ha sido cu-
bierta por el Derecho autonómico, al remitirse a la LEART, siguiendo de es-
te modo el criterio de SOUVIRON, para quien la normativa autonómica ha
de enmarcarse necesariamente en aquella (vid. SOUVIRON MORENILLA,
J.Mª, Derecho Público de los medios audiovisuales: radiodifusión y televi-
sión, op. cit., págs. 249).
120 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
27
Vid. MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva de televisión, op.
cit., págs. 224 y ss. Este autor añade a estos un cuarto elemento volitivo, es
decir, la intencionalidad de promover la contratación de bienes o servicios,
lo que, dada la extensión del concepto realizado por el legislador español so-
bre la norma comunitaria, no parece pueda sostenerse. Sobre la definición
de la Directiva comunitaria y los perfiles de la misma puede verse también
MORALES NAVARRO, La publicidad en Televisión Español., Regulación
normativa, op. cit, pág. 51.
28
En contra de este criterio parece pronunciarse sin embargo la Sentencia de
la Audiencia Nacional de 3 de febrero de 1999, en la que se sanciona a RTVE
por la emisión de unas transparencias de una conocida marca de whisky
nacional durante la retransmisión de la Vuelta Ciclista al Principado de
Asturias. El tribunal entendió que se trata de una actividad publicitaria,
subsumible en cualquier caso en el art. 3.b) LEART, y aún más cuando se
constata la existencia de un contrato publicitario entre el equipo ciclista y
el operador. Hay que notar, sin embargo, que la resolución parte de consi-
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 121
29
En realidad, la definición del anuncio o “spot” no parece quedar suficien-
temente clara, aunque todos sepamos distinguir, sin necesidad de que una
norma lo establezca, cuando estamos en presencia de uno de ellos. Así,
mientras para el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua
se trata de “una película de muy corta duración, generalmente de carácter
publicitario”, para ORTEGA es “una película de corta duración, de DÍEZ a
noventa segundos, aunque con gran predominio las que ocupan entre vein-
te y treinta segundos, que se emiten normalmente entre los diferentes pro-
gramas o en el intermedio de los mismos” (ORTEGA, E., La comunicación
publicitaria, op. cit., pág. 123), por lo que la cuestión parece centrarse en la
duración concreta de la película, lo que resulta de difícil concreción tenien-
do en cuenta lo diverso de la práctica publicitaria.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 123
2.1. El patrocinio
La emisión de la publicidad tradicional (los “spots” o anuncios) en
bloques agrupados puede presentar una doble desventaja: por un la-
do, la posibilidad de que el producto o servicio que pretende publici-
tarse se presente antes o después de otro similar de la competencia,
con el riesgo comparativo que ello supone; y, por otro lado, el hecho
de emitirse en un “tiempo publicitario” puede tener como consecuen-
cia que el telespectador preste menor atención, minorando el efecto
que se persigue. Estas razones conducen a fomentar otras fórmulas
en las que la publicidad se realice de forma más individualizada,
aumentando con ello la retención del mensaje por el destinatario.
Este resultado puede lograrse a través de una práctica publicitaria
que ha ido aumentando en los últimos tiempos: el patrocinio. Este
sería, para el art. 3.f) LEART, “aquel contrato en virtud del cual una
persona física o jurídica, denominada patrocinador, no vinculada a
la producción, comercialización o difusión televisivas, contribuye a la
financiación de programas de televisión realizados por otra persona,
física o jurídica, llamado patrocinado, con la finalidad de promover
30
La definición de “publirreportaje” (o de la telepromoción, figura similar
con un contenido menos informativo) plantea, al igual que con el “spot”, la
dificultad de definir su duración. Así, para ORTEGA, es una “película de
corta duración, aunque mayor que la del spot, generalmente entre minuto y
medio y los tres minutos, en la que se recoge con un estilo predominantemen-
te informativo algún aspecto relacionado con la actividad del anunciante”
(ORTEGA, E., ibid., pág. 123), lo que tampoco parece ajustarse, en lo que a
la concreción del tiempo se refiere, con la práctica habitual en la que nos en-
contramos con algunos que se extienden a los seis e incluso diez minutos.
124 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
31
Como expresa GODOY, siguiendo los términos del Informe “Tummers”, se
trata en definitiva de un pacto o contrato en el que una de las partes aporta
un apoyo económico y la otra una ventaja publicitaria (El Derecho de la
televisión sin fronteras, op. cit., pág. 178).
32
Vid. MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva de televisión, op.
cit., pág. 239.
33
Esta medida sin embargo es bien recibida por BARO I BALLBE, que en-
tiende que con ello se intenta garantizar la total independencia de las dos
partes en la contratación de espacios publicitarios en un campo tan difícil
de delimitar como éste, por lo que la empresa patrocinadora ha de ser de
fuera de la casa para que no haya conflicto de intereses (La publicitat il-
lícita i la defensa dels consumidors, op. cit., pág. 54).
34
La legislación catalana dedica un tratamiento especial al patrocinio televi-
sivo, si bien se dirige en los mismos términos que la legislación estatal, sin
que sea posible destacar diferencias sustantivas entre ambas (arts. 101 y
102 LCAC).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 125
35
Ibid., pág. 310. Para GÓMEZ DÍAZ se trata de una norma coherente si no
fuera por la excepción (“Las Directivas comunitarias sobre “Televisión sin
Fronteras” y su incorporación al ordenamiento jurídico español”, op. cit.,
pág. 255).
36
Esta prohibición es fuertemente criticada por GÓMEZ DÍAZ (ibid.) pues
entiende que se trata de prohibiciones “fútiles e injustificadas”, que son
por un lado fácilmente eludibles (bastaría con separar físicamente de un
telediario una o más de sus partes, lo que se hace ya por algún operador de
televisión nacional) y por otro ambiguas (el “espacio de actualidad política”,
igualmente, podría ser enmascarado sobre otro).
37
La norma ciertamente es discutible, tanto por la vaguedad de los térmi-
nos (MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, op. cit., pág. 309), como por lo
insostenible de los mismos ya que de atentar contra la independencia del
operador difícilmente sería admitida por éste, lo que de ser así tampoco se-
ría reconocido por el mismo (GÓMEZ DÍAZ, “Las Directivas de “Televisión
sin Fronteras” y su incorporación al ordenamiento jurídico español”, op. cit.,
págs. 256-257).
126 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
2.2. La televenta
Un fenómeno que ha cobrado un extraordinario auge en la última
década es la práctica de vender productos o servicios directamente
en televisión, por lo general ofreciendo la posibilidad de materiali-
zar la compra a través de un número telefónico. Es más, podemos
comprobar con facilidad cómo este tipo de espacios, de esporádica
emisión a lo largo del día, copan sin embargo la programación en
horas de madrugada en algunos operadores, sobre todo locales, pues
sirven para completar la misma sin necesidad de emitir espacios
cuyo coste no se sufragaría en función de la audiencia que pueden
obtener. A este fenómeno se le conoce en nuestro país como “tele-
tienda” o “televenta”, siendo definido por el art. 3.h) LEART como
la “radiodifusión televisiva de ofertas directas al público para la
adquisición o el arrendamiento de toda clase de bienes y derechos
o la contratación de servicios, a cambio de una remuneración”. En
este caso, el anunciante va más allá de la mera presentación del
38
Vid. MUÑOZ MACHADO, S., Servicio público y mercado. III. La televisión,
op. cit., pág. 245.
39
Vid. MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva de televisión, op.
cit., págs. 309-310.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 127
40
La propia LEART admite dicha confusión al referirse a la emisión de “pro-
gramas de televenta” en el art. 13. Sobre esta polémica y su tratamiento a
nivel comunitario, vid. MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva
de televisión, op. cit., págs. 231-233.
41
Vid. SOUVIRON MORENILLA, J.Mª, Derecho público de los medios audio-
visuales: radiodifusión y televisión, op. cit., págs. 553 y 555 y ss.
128 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
42
Para GÓMEZ DÍAZ se trata de prohibiciones cuyo establecimiento, en
abstracto, resulta bastante razonable (“Las Directivas comunitarias sobre
“Televisión sin Fronteras” y su incorporación al ordenamiento jurídico es-
pañol”, op. cit., pág. 252).
43
Esta prohibición de la publicidad subliminal, a juicio de MARTÍN Y PÉREZ
DE NANCLARES, se trata de un principio general cuyo objetivo se encuen-
tra en la protección de la dignidad humana, concluyendo que por ello habría
de prohibirse la técnica subliminal sobre cualquier tipo de programa, no
sólo la publicidad (La Directiva de Televisión, op. cit., pág. 293 y ss.).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 129
44
Con ello, a juicio de GÓMEZ DE ROJAS, “la publicidad encubierta enlaza
en cierto modo con el concepto de publicidad engañosa que aparece en la
Directiva 84/450, en la que el elemento intencional se ciñe a dar una ima-
gen distorsionada o generar expectativas no fundadas, provocando el enga-
ño al consumidor o usuario” (“Directiva sobre coordinación de las disposi-
ciones legales, reglamentarias y administrativas relativas al ejercicio de
actividades de radiodifusión televisiva”, op. cit., pág. 83). En el mismo sen-
tido se expresa GAY FUENTES al sostener que el concepto de publicidad
engañosa cubre también el de publicidad encubierta, aunque la diferencia
entre ambas, siguiendo a GARCÍA CRUCES, se encuentre en que mientras
la primera tiene como fundamento el principio de veracidad, la segunda
afecta al principio de autenticidad (GAY FUENTES, C., La televisión ante
el Derecho internacional y comunitario, op. cit., págs. 221-222).
45
Vid. MUÑOZ MACHADO, S., Servicio público y mercado. Vol. III. La televi-
sión, op. cit., pág. 242. Sobre la discusión acerca de la dificultad de definir es-
ta práctica publicitaria puede verse MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES,
J., La Directiva de Televisión, op. cit., págs. 235 y ss.
46
Se trata este de otro de los supuestos ampliamente controvertidos, con inte-
reses radicalmente contrapuestos. Así, mientras las organizaciones de con-
sumidores denuncian la repetida publicidad encubierta en las series espa-
ñolas (vid. EL PAIS, de 22 de diciembre de 2005), en contra, los anunciantes
130 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
una escena que transcurre en una cocina de una serie española cual-
quiera, por poner un ejemplo.
En este debate, no obstante, la reforma de la Directiva llevada a
cabo en 2007 viene a introducir algunos elementos de diferenciación.
Así, viene a distinguir entre “comunicación comercial audiovisual
encubierta” y “emplazamiento de producto”. La diferencia en uno y
otro caso se va a encontrar, principalmente, en la evidencia del fin
publicitario en el segundo de los supuestos y la ausencia aparente
del mismo en el primero. De este modo, se mantiene la prohibición
de la auténtica publicidad encubierta (el primer caso), y se parte con
carácter general de la prohibición del emplazamiento de producto,
ahora bien, admitiendo su validez conforme a una serie de requisitos
que la propia norma viene a establecer. Así, será admisible en las
obras cinematográficas, películas y series realizadas para servicios
de comunicación audiovisual, programas deportivos y programas
de entretenimiento (menos los infantiles), o en los casos en que no
se produce ningún pago, sino únicamente el suministro gratuito de
determinados bienes o servicios, como las ayudas materiales a la
producción o los premios, con miras a su inclusión en un programa.
De producirse el emplazamiento de producto, prohibido en cualquier
caso para el tabaco y los medicamentos, deberá ser observando los
siguientes requisitos:
a) Bajo ninguna circunstancia se podrá influir en su contenido y,
en el caso de las radiodifusiones televisivas, en su horario de progra-
mación de manera que se vea afectada la responsabilidad e indepen-
dencia editorial del prestador del servicio de comunicación.
b) No incitarán directamente a la compra o arrendamiento de
bienes o servicios, en particular mediante referencias de promoción
concretas a dichos bienes o servicios.
c) No darán una prominencia indebida a los productos de que se
trate.
d) Los espectadores deberán ser claramente informados de la
existencia del emplazamiento de producto. Los programas que con-
tengan emplazamiento de producto deberán estar debidamente
identificados a principio y al final del programa, así como cuando el
programa se reanude tras una pausa publicitaria, con el fin de evitar
toda confusión al espectador.
132 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
50
La reforma que introdujo la referencia a la publicidad indirecta no sólo
de estos productos sino también de otros como el alcohol no prohíbe este
tipo de publicidad por sí misma, sino cuando es llevada a cabo sobre pro-
ductos que tienen prohibida su publicidad en televisión, lo que a juicio de
ORTEGA puede representar el fin de una creciente corriente, empleada por
algunos anunciantes, de eludir la prohibición existente en la LGP sobre
la publicidad en determinados casos (vid. ORTEGA, E., La comunicación
publicitaria, op. cit., pág. 330).
51
Compartimos sobre esta cuestión la opinión de GÓMEZ DÍAZ, para quien
el establecimiento de esta prohibición es objeto de una doble crítica: en
primer lugar, no alcanza a comprender por qué una aspirina o un complejo
vitamínico pueden publicitarse mediante spots de veinte minutos, pero no
en un espacio de televenta, cuyo impacto publicitario es menor; y en se-
gundo término, que los conceptos de medicamento, producto y tratamiento
sanitario son de límites nuevamente muy difusos, incluso en la legislación
sanitaria (“Las Directivas comunitarias sobre “Televisión sin Fronteras” y
su incorporación al ordenamiento jurídico español”, op. cit., pág. 252).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 133
52
Sobre esta cuestión, como advierte MUÑOZ MACHADO, la ley española
discrimina a los anunciantes españoles en relación con el resto de europeos
al establecer reglas más restrictivas (Servicio público y mercado. III. La
televisión, op. cit., pág. 243).
53
Así, en la STS de 27 de octubre de 1999, sobre una sanción a RTVE por
publicidad de “Larios” y “Bacardí”, el tribunal entendió que “en propiedad
debería hablarse de publicidad directa, al haber una mención escrita expre-
sa de unas bebidas alcohólicas perfectamente conocidas”. Según un estudio
de la Asociación de Usuarios de la Comunicación ambas marcas son las
que mas utilizan la publicidad indirecta (Vid. ORTEGA, La comunicación
publicitaria, op. cit., págs. 330-331).
Esta cuestión fue abordada sin embargo con más profundidad por la STS de
30 de marzo de 1999, al hilo de una sanción impuesta a TELE5 por la publi-
cidad de algunas marcas de bebidas (Licor de Brandy Veterano, La Navarra
y Caballero), para la que, en la publicidad de marca, “la cuestión radica en
determinar si aquella publicidad genérica supone la de los diversos produc-
tos acogidos bajo aquella denominación común”, de suerte que “existirán
casos en los que bajo la publicidad formal y aparente de una marca se esté
en realidad promocionando un producto englobado en aquélla”. Para esta
resolución, “este es el sentido que atribuye a la publicidad indirecta a que
hace mención la Ley 25/1994, que no es lícita o ilícita en sí misma, sino
en función de los productos indirectamente promocionados; será ilícita y
constitutiva de infracción cuando concurran los siguiente requisitos: a) que
pueda establecerse, de un modo objetivo —y mediante alguna alusión gráfi-
ca, sonora o verbal— un enlace preciso, directo e inequívoco entre la marca
y el producto; b) que la publicidad del producto esté prohibida o restringida.
134 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
4. Reglas formales
El régimen de la publicidad en televisión se completa con la su-
jeción, en su aspecto formal, al cumplimiento de una serie de condi-
ciones de compleja sistematización, como se ha señalado54, que no
obstante se pueden agrupar principalmente entre aquellas reglas
encaminadas a ordenar la inserción de la publicidad en la progra-
mación y aquellas otras que imponen unos límites de tiempo de
emisión publicitaria en relación al conjunto total del dedicado a los
diferentes programas o a una franja horaria concreta55. El estableci-
miento de estas normas, que condicionan sin duda de forma decisiva
54
Vid. GÓMEZ DÍAZ, A.B. (“Las Directivas comunitarias sobre “Televisión
sin Fronteras” y su incorporación al ordenamiento jurídico español”, op.
cit., pág. 241), quien clasifica estas reglas atendiendo a tres criterios: las
prohibiciones de carácter material, las limitaciones de carácter temporal
y las limitaciones formales relativas al modo y lugar de inserción de los
mensajes publicitarios.
55
Sobre las reglas formales puede verse también SOUVIRON MORENILLA,
J.Mª, Derecho Público de los medios audiovisuales: radiodifusión y televi-
sión, op. cit., págs. 545-547.
136 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
56
Vid. GÓMEZ DÍAZ, “Las Directivas comunitarias sobre “Televisión sin
Fronteras” y su incorporación al ordenamiento jurídico español”, op. cit., pág.
252 y ss. En la misma posición crítica se manifiesta MUÑOZ MACHADO,
para el que con estas reglas “se aprecia bien la dificultad de coartar la
libertad de los programadores y de sustituir a los consumidores en las me-
didas de protección que pueden adoptar ellos mismos frente a los abusos de
las cadenas de televisión”, ya que no resulta difícil evitar la prohibición de
interrupción, por ejemplo, alargando la duración del programa, además de
lo irrazonable que resulta, por ejemplo, que no pueda interrumpirse para
publicidad un informativo de treinta minutos y sí otro de treinta y uno
(Servicio público y mercado. III. La televisión, op. cit., pág. 244).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 137
57
Vid. BULLINGER, M., “Publicidad y programación televisivas en el nuevo
ordenamiento europeo de la televisión”, op. cit., pág. 32.
58
En esta línea, para LAGUNA la imposición de estas restricciones persiguen
tanto la calidad del medio como un mayor reparto entre los distintos operado-
res, favoreciendo el pluralismo (Televisión y competencia, op. cit., pág. 222).
59
Vid. arts. 97 y 98 LCAC, que siguen las directrices del legislador estatal.
60
Se trata éste, como refiere MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, de un
principio básico que persigue la independencia de la programación en aras
de una mayor neutralidad en el juego de la competencia y que, a su juicio,
resulta irrenunciable en toda regulación de la publicidad (La Directiva de
Televisión, op. cit., pág. 291).
61
En desarrollo de esta previsión y de la contenida en el art. 17.3 LEART, el
R.D. 410/2002, de 3 de mayo, establece unos criterios uniformes de clasifi-
cación y señalización para los programas de televisión, incluyendo la forma
en que deberá llevarse a cabo la separación de la publicidad del programa.
138 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
62
En la misma línea, en el ámbito de la comunidad autónoma catalana, se di-
rige el art. 97 LCAC, cuyo apartado 2º entiende por aislada las inserciones
de una duración inferior a noventa segundos.
63
En el mismo sentido se manifiesta GÓMEZ DÍAZ, para quien la previsión
de un régimen excepcional “desnaturaliza” la prohibición general (“Las
Directivas comunitarias sobre “Televisión sin Fronteras” y su incorporación
al ordenamiento jurídico español”, op. cit., pág. 247); también MARTÍN Y
PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva de Televisión, op. cit., pág. 307.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 139
64
Sirvan como datos esclarecedores los contenidos en el Anuario de la
Televisión 2004 difundido por el Gabinete de Estudios de la Comunidad
Audiovisual (GECA) según el cual la cuarta parte de los contenidos que
se emiten en televisión en el horario de máxima audiencia (prime time),
de 21´00 a 0´00 horas, son anuncios (vid. EL MUNDO, de 26 de enero de
2004).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 141
65
Vid., en este sentido, MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES, La Directiva de
Televisión, op. cit., pág. 306; MUÑOZ MACHADO, Servicio público y merca-
do. La televisión, op. cit., pág. 231.
142 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
66
Así, la STS de 11 de febrero de 2002 confirma una sanción impuesta a
“Telecinco” por el exceso en los límites permitidos para la publicidad emiti-
da en bloques publicitarios.
67
Esta exclusión ha sido criticada por GÓMEZ DÍAZ, para quien la referencia
a los anuncios de servicio público resulta contradictoria con lo establecido
en el art. 3.c) párr. 3º LEART, del mismo modo que los anuncios benéficos de
carácter gratuito encubren en algunos casos un notorio interés económico,
por más que el beneficio sea institucional, obtenido por instituciones sin fin
de lucro y se encuentre al servicio de causas intachables, como los inserta-
dos por la Cruz Roja u organizaciones no gubernamentales (“Las Directivas
comunitarias sobre “Televisión sin Fronteras” y su incorporación al ordena-
miento jurídico español”, RVAP, nº 57, 2000, pág. 246).
68
En la misma posición crítica se sitúa MARTÍN Y PÉREZ DE NANCLARES
al sostener que si lo que se pretende con los límites temporales es preservar
el valor de los programas frente a cortes o interrupciones que perjudiquen
su integridad, el incumplimiento de esta regla no debe depender del con-
tenido material de la interrupción (La Directiva de Televisión, op. cit., pág.
308).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 143
69
En este sentido, la STS de 3 de mayo de 2007 declara computable como pu-
blicidad un anuncio comercial aunque contenga aspectos de autopromoción.
70
Sobre el concepto de serie a estos efectos se ha pronunciado la STJCE
de 23 de octubre de 2003 (asunto C-245/01; RTL Televisión GMBH vs.
Niedersächsische Landesmedienanstalt für privaten Rundfunk), para la
que debe existir un vínculo de contenido, como por ejemplo la evolución
de un mismo relato de un programa a otro o la reaparición de uno o varios
personajes en las diferentes emisiones, no bastando un vínculo formal como
una misma hora de difusión o un mismo título o tema.
71
En la norma valenciana, la obligación de no omitir los títulos de crédito se
acompaña de la prohibición de truncar o acortar su duración natural au-
mentando su velocidad (art. 25.4 LSAV).
144 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
72
La inobservancia de estas normas ha dado lugar a expedientes sancionado-
res que han sido confirmados en vía judicial por los Tribunales, como puede
comprobarse en la SAN de 15 de marzo de 2005, en la que se ratifica una
sanción a Antena por exceso de espacios publicitarios en dos TV movies y
en tres largometrajes y en la SAN de 8 de julio de 2004, sobre una sanción
por los mismos motivos a Gestevisión – Tele5. Sobre esta última empresa,
la STS de 23 de enero de 2007 ha ratificado la SAN de 29 de diciembre de
2003 que a su vez estimaba conforme a Derecho las sanciones impuestas a
la misma por exceso de emisión de publicidad.
73
Como expone con suma claridad PÉREZ RUIZ (Fundamentos de las estruc-
turas de la publicidad, Ed. Síntesis, Madrid, 1996, págs. 397 y ss.), se ha
intentado definir a la publicidad exterior bien recurriendo a los soportes
utilizados, bien exponiendo sus características como técnica de comunica-
ción o bien intentando su definición previa al estudio de los soportes.
74
Ibid., pág. 400.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 145
75
En adelante, DPE.
76
En adelante, OPE.
77
A juicio de MARTÍN OVIEDO, este concepto da una idea bastante exacta
y clásica de lo que forma parte de la publicidad exterior (Curso de Derecho
publicitario español, op. cit., pág. 159).
78
Para el art. 1 OPE se entiende como publicidad exterior “toda representa-
ción gráfica o texto publicitario que se presente en soportes situados en las
fachadas, medianeras, cerramientos, postes, faroles, columnas, etc., de los
centros urbanos o en el campo; en el interior o exterior de vehículos de ser-
vicios públicos; en las zonas de utilización general de estaciones de ferroca-
rril, metropolitanos, empresas de transporte terrestre, aeropuertos y puertos,
aparcamientos; campos de fútbol, instalaciones deportivas, campings, pla-
zas de toros, etc.; mensajes comerciales transmitidos a través de megáfonos,
amplificadores de sonido, etc., de carácter fijo o itinerante; anuncios lumi-
nosos, permanentes o itinerantes, de iluminación propia o reflectante, total o
parcialmente publicitarios”.
146 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
79
El art. 2 DPE no permite la actividad publicitaria en:
a) Edificios calificados como monumentos histórico-artísticos.
b) En los templos dedicados al culto, aunque no ostenten la calificación
anterior, en los cementerios y en las estatuas de plazas, vías y parques
públicos.
c) En las áreas declaradas conjuntos histórico-artísticos, jardines artísticos
o parques pintorescos.
d) En los “Parques Nacionales” y lugares declarados “Sitios” o “Monumentos
naturales” de interés nacional.
e) En las áreas comprendidas en planes especiales de ordenación urbana.
f) En el mar litoral, ensenadas, radas, bahías y abras.
g) En curvas, cruces, cambios de rasante, confluencia de arterias y, en ge-
neral, tramos de carreteras, vías férreas, calles o plazas, calzadas y pavi-
mentos, en que se pueda perjudicar o comprometer el tránsito rodado o la
seguridad del viandante.
h) En aquellas áreas o sectores que puedan impedir o dificultar la contem-
plación de los edificios o conjuntos enumerados en los apartados a) y c).
i) En aquellas extensiones, zonas o espacios en los que disposiciones espe-
ciales los prohíban de modo expreso.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 147
80
Esta conexión entre la actividad publicitaria y la ordenación urbanística ha
sido objeto de una reiterada jurisprudencia (vid., inter alia, SSTS de 10 de
junio de 1985 y de 14 de marzo de 1996).
81
En adelante, LBRL.
148 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
3.1. Carreteras
En multitud de ocasiones, la certeza de la inmediata entrada en
una población viene dada por la exposición de todo un rosario de car-
teles y vallas publicitarias que, sin necesidad de indicarnos expresa-
mente que ya hemos entrado en la ciudad, nos advierten de ello, bien
porque nos encontremos en alguna zona industrial previa al entorno
urbano, bien porque simplemente ya estamos adentrándonos en el
82
Vid., en este sentido, la STS de 12 de junio de 1993, en la que se discute la
prohibición mediante una ordenanza municipal, de la publicidad de taba-
co y alcohol. El Tribunal entendió que, en este caso, no puede alegarse la
competencia reconocida en el art. 25.h) LBRL (“protección de la salubridad
pública”), entendiendo que se trata de una cuestión que incide incluso en el
espacio jurídico intereuropeo y que es competencia exclusiva del Estado al
amparo del art. 149.1.6 y 8 CE. En la misma línea, la STSJ de Andalucía
de 8 de abril de 2000, sostenía que la actuación administrativa no ha de
afectar a la publicidad en sí, pues no se corresponde con el ámbito publici-
tario sino con el urbanístico, ni a la libertad de empresa, ni a cualquier otro
ámbito extraño a la perspectiva urbanística.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 149
83
En adelante, LCAR.
84
Vid. CASADO PÉREZ, J.M., “La prohibición de realizar publicidad en la
Ley de carreteras de 29 de julio de 1988”, La Ley, nº 2264, 4 de julio de 1989,
pág. 782.
150 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que la prohibición an-
terior tan sólo afecta a las carreteras a las que resulta aplicable la
LCAR, es decir, a las carreteras estatales, entrando el resto de vías
rodadas dentro de las competencias autonómicas reconocidas en el
art. 148.1.5 CE, lo que abarca por tanto una buena parte de la red
viaria española. Quiere ello decir que podríamos encontrarnos con
un régimen diferenciado en el que coexistiera por ejemplo la prohi-
bición estatal con una permisividad autonómica. El hecho es que la
regulación de la publicidad en esta materia ha sido abordada por la
práctica totalidad de las leyes autonómicas (todas menos Asturias y
País Vasco), que remiten la ordenación de la publicidad en los tra-
mos urbanos o travesías a las correspondientes ordenanzas locales
(Baleares, Castilla-León, Galicia, La Rioja), pudiendo clasificarse en
función del grado de prohibición:
a) Como prohibición total, la ley aragonesa establece que ésta
operará tanto si es visible desde la zona de dominio público como en
dicha zona, así como en las de servidumbre y de protección85.
b) En menor medida, la legislación de Cantabria prohíbe la pu-
blicidad visible desde la zona de dominio público de la carretera, sin
excepcionar los tramos urbanos86. En el mismo sentido se dirige la
norma catalana, si bien admite en este caso la publicidad cuando se
sitúe en una franja superior a 100 metros desde la arista exterior de
la carretera, algo incomprensible teniendo en cuenta la prohibición
general siempre que sea visible desde la zona de dominio público87.
c) Un grupo numeroso lo formarían aquellas que reproducen bá-
sicamente la legislación estatal, es decir, la prohibición de publicidad
visible desde la zona de dominio público de las carreteras fuera de
los tramos urbanos o las travesías88, si bien en la ley valenciana se
85
Vid. art. 46 Ley 8/1998, de 17 de diciembre, de Aragón.
86
Vid. art. 22.1 Ley 5/1996, de 17 de diciembre, de Cantabria. No obstante,
el apartado 3º del mismo precepto admite la publicidad en las travesías,
siempre que esté dirigida a ser observada sólo por los peatones, cuestión
de difícil comprensión pues no entendemos qué método se puede utilizar
para que sólo éstos y no los ocupantes de los vehículos puedan visionar la
publicidad.
87
Vid. art. 32.1 Ley 7/1993, de 30 de septiembre, de Cataluña.
88
Vid. art. 58.1 Ley 8/2001, de 12 de julio, de Andalucía; art. 36.1 Ley 5/1990,
de 24 de mayo, de Baleares; art. 24.1 Ley 9/1990, de 28 de diciembre, de
Castilla-La Mancha; art. 19.1 Ley 2/1990, de 16 de marzo, de Castilla-León;
152 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
art. 34.1 Ley 4/1994, de 14 de septiembre, de Galicia; art. 20.1 Ley 2/1991,
de 7 de marzo, de La Rioja; art. 25.1 Ley 9/1990, de 27 de agosto, de Murcia;
art. 36.1 Ley 6/1991, de 27 de marzo, de Valencia.
89
Vid. art. 36.2 Ley 6/1991, de 27 de marzo, de Valencia.
90
Vid. art. 31.1 Ley 9/1991, de 8 de mayo, de Canarias.
91
Vid. arts. 9.1.d), 10.3 y 11.1.2ª Ley Foral 11/1986, de 10 de septiembre, de
Navarra.
92
Vid. art. 28.1 Ley 7/1995, de 27 de abril, de Extremadura; art. 34.1 Ley
3/1991, de 7 de marzo, de Madrid.
93
Vid. CASADO PÉREZ, J.M., ibid., pág. 787.
94
Vid., inter alia, las SSTS de 9 de abril de 2001, 29 de abril de 1998, 15 de
junio de 1998, 5 de mayo de 1998, 15 de enero de 1998.
95
Vid., inter alia, las SSTS de 16 de noviembre de 1999, 19 de abril de 1999,
29 de abril de 1998, 13 de marzo de 1998, 2 de marzo de 1998.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 153
96
Vid. la STS de 20 de julio de 1999, para la que ha de analizarse, en el suelo
urbanizable, la naturaleza materialmente urbana del mismo, pues puede
ocurrir que “tales terrenos, donde está instalado el cartel, aunque técnica-
mente no estén calificados como urbanos, reúnen todos los requisitos para
ello y de ahí que en el futuro próximo lo van a ser; por todo ello, en cualquier
caso, tales terrenos, al menos aparentemente y dentro de los límites de la
buena fe exigible a cualquier ciudadano medio, reúnen las condiciones ne-
cesarias para ser calificados de urbanos…”, lo que hay que tener en cuenta
pues entiende que el bien jurídico protegido con el establecimiento de estas
sanciones no es la preservación de la calificación urbanística, sino la segu-
ridad del tráfico rodado.
97
Para CASADO, el papel dispersor de los carteles indicativos, por ejemplo
de carácter turístico, que la propia Administración instala, tienen el mis-
mo efecto de distracción sobre los conductores, y por tanto de peligrosidad,
constituyendo un argumento más de crítica a la rigurosa prohibición de la
publicidad en carreteras (ibid., pág. 783).
98
Esta excepción también se prevé en la mayoría de la legislación autonómi-
ca, si bien con diferencias en cuanto a qué supuestos se consideran incluidos
dentro de la misma: vid. art. 58.2 Ley 8/2001, de 12 de julio, de Andalucía;
art. 46.3 Ley 8/1998, de 17 de diciembre, de Aragón; art. 3.2 Ley 5/1990, de
24 de mayo, de Baleares; art. 31.2 y 3 Ley 9/1991, de 8 de mayo, de Canarias;
art. 22.2 Ley 5/1996, de 17 de diciembre, de Cantabria; art. 24.2 Ley 9/1990,
de 28 de diciembre, de Castilla-La Mancha; art. 19.2 Ley 2/1990, de 16 de
marzo, de Castilla-León; art. 32.2 y 3 Ley 7/1993, de 30 de septiembre, de
Cataluña; art. 28.2 Ley 7/1995, de 27 de abril, de Extremadura; art. 34.2 y
3 Ley 4/1994, de 14 de septiembre, de Galicia; art. 20.2 y 3 Ley 2/1991, de 7
de marzo, de La Rioja; art. 34.2 y 3 Ley 3/1991, de 7 de marzo, de Madrid;
art. 25.2 Ley 9/1990, de 27 de agosto, de Murcia; y art. 36.3 Ley 6/1991, de
27 de marzo, de Valencia.
154 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
99
Vid. STS de 13 de marzo de 1998.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 155
3.2. Costas
La razonabilidad y la justificación de una regulación de la difusión
publicitaria en el caso anterior queda clara si nos atenemos, como
veíamos, a la necesidad de garantizar la seguridad en el tráfico. El
establecimiento de medidas similares en otros entornos puede, sin
embargo, no resultar a primera vista tan claro. Este sería el caso del
dominio público marítimo-terrestre, en el que la publicidad es objeto
de un tratamiento exageradamente prohibicionista como veremos.
La Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas102, dispone que, en el
dominio público marítimo-terrestre, “estará prohibida la publici-
dad a través de carteles o vallas o por medios acústicos”, así como
el anuncio de actividades que no cuenten con el correspondiente
título jurídico-administrativo (art. 38 LC). Entendemos que ha de
considerarse excluida de esta prohibición, toda aquella publicidad
que se refiera a instalaciones o actividades que cuenten con el co-
rrespondiente título habilitante para la utilización del dominio, al
dirigirse en dicho sentido el art. 3 párr. 2º del R.D. 1471/1989, de 1
de diciembre (Reglamento de Costas)103. Asimismo, la prohibición de
publicidad mediante carteles o vallas o por medios acústicos o audio-
100
Como expresaba la STS de 16 de noviembre de 1999, al hilo de la alegación
de la empresa anunciante sosteniendo no resultar responsable por no ser
propietaria del terreno, ni de la valla, ni decidir su ubicación, “resulta ex-
traño a la naturaleza de este tipo de relación publicitaria que se contrate su
realización desconociendo la empresa el lugar y las características en que se
va a efectuar la publicidad”, por lo que se impone admitir la responsabili-
dad solidaria en conexión con el art. 130 LPAC.
101
Vid. CASADO PÉREZ, J.M., “La prohibición de realizar publicidad en la
Ley de carreteras de 29 de julio de 1988”, op. cit., pág. 787.
102
En adelante, LC.
103
Art. 3 párr. 2º RC: “No se considerarán como publicidad los rótulos indica-
dores de los establecimientos, siempre que se coloquen en su fachada y no
supongan una reducción del campo visual”.
156 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
3.3. Puertos
Al igual que en los casos anteriores, la publicidad en este entorno
se encuentra sometida a un régimen especial establecido en la nor-
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 157
104
En adelante, LPEMM.
105
A estos efectos ha de entenderse como tal los espacios delimitados en el art.
14 LPEMM.
106
En adelante, LPIG.
107
Art. 94.3: “Están prohibidas aquellas ocupaciones y utilizaciones del domi-
nio público portuario que se destinen a edificaciones para residencia o habi-
tación, al tendido aéreo de líneas eléctricas de alta tensión y a la publicidad
comercial a través de carteles o vallas, medios acústicos o audiovisuales
situados en el exterior de las edificaciones. A estos efectos, no se considera
publicidad los carteles informativos y rótulos indicadores de los propios es-
tablecimientos o empresas titulares de una autorización o concesión admi-
nistrativa de la Autoridad Portuaria”.
158 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
otra parte podría resultar incluso inherente a dicho evento. Por esta
razón el legislador ha previsto que la Autoridad Portuaria pueda au-
torizar la publicidad que se instale con ocasión de actividades depor-
tivas, sociales y culturales que ocasionalmente se desarrollen en el
dominio portuario (art. 94.4 párr. 3º LPIG), lo que viene a moderar el
rígido y prohibicionista régimen establecido. Por otra parte, para el
aseguramiento de la efectividad de esta prohibición, el art. 114.2.b)
LPEMM califica como infracción leve “la publicidad exterior no auto-
rizada en el espacio portuario”, y por tanto será sancionable con una
multa de hasta 6.001 euros (art. 120.1LPEMM), correspondiendo la
competencia para ello al Consejo de Administración de la Autoridad
Portuaria (art. 123.1.a) LPEMM).
108
Recordemos que en dicho precepto se reconocen como competencias del
municipio la salubridad pública (apartado h), la protección del tráfico de
vehículos y personas en las vías urbanas (apartado b) y la defensa de los
consumidores y usuarios (apartado g).
109
Sirvan como ejemplo las ordenanzas de Ayuntamientos como los de Valencia,
Murcia o Sevilla, en las que se regulan actividades como la publicidad ma-
nual, el reparto domiciliario e, incluso, la publicidad aérea.
160 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
110
En adelante, LBPD.
111
En adelante, LCPD.
112
Vid. art. 30.31 del Estatuto de Baleares y art. 157 del Estatuto de
Cataluña.
113
En el mismo sentido se dirige el art. 1.2.a) LCPD, aunque en este caso se
sustituye la expresión “actividad comercial, industrial o artesanal, social o
profesional” por la más genérica de “actividad económica”.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 161
114
Vid. BELLO PAREDES, S., Las ordenanzas locales en el vigente Derecho
español, INAP, Madrid, 2002, pág. 82.
115
De considerar a la reglamentación como una técnica de intervención po-
dríamos afirmar que la aprobación de las ordenanzas municipales sobre
publicidad dinámica constituiría el primer nivel del despliegue de la acti-
vidad de limitación sobre los particulares en esta materia, como ha soste-
nido algún autor (vid. PARADA VAZQUEZ, J.R., Derecho Administrativo.
Parte general, 5ª ed., Marcial Pons, Madrid, pág. 393 y ss.; ZAMBONINO
PULITO, M., La protección jurídico-administrativa del medio marino: tute-
la ambiental y transporte marítimo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2001, págs.
148-149). No obstante, hemos de recordar también que esta posición no es
pacífica en nuestra doctrina, al entender que el carácter normativo del re-
glamento impide su concepción como técnica concreta de intervención (vid.
GARCÍA DE ENTERRÍA, E./ FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.R. Curso de
Derecho Administrativo, op. cit.).
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 165
b) Requisitos
El ejercicio de cualquiera de las actividades publicitarias contem-
pladas en estas leyes se encuentra sometido, como veíamos anterior-
mente, al cumplimiento de las determinaciones contenidas en las
ordenanzas locales y de las condiciones fijadas en el correspondiente
título autorizatorio. No obstante, se incluyen en las leyes objeto de
estudio una serie de prescripciones aplicables en todos los casos. Así,
con carácter general, el ejercicio de la actividad de publicidad diná-
mica deberá observar una serie de principios expresados en ambas
normas autonómicas:
a) El respeto a la dignidad de la persona, impidiendo los valo-
res reconocidos por la Constitución, y especialmente los relativos a
la infancia, la juventud y la mujer (art. 4.1.a) LBPD), añadiéndose
a éstos en la norma catalana los sectores sociales más marginados
(art. 3.1 LCPD).
b) La prohibición de publicidad engañosa, desleal o subliminal
(arts. 4.1.b) LBPD y 3.4 LCPD)116.
116
A estos efectos habrá de atenderse a la definición de estos tipos de publi-
cidad ilícita descritos en la Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de
Publicidad.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 167
117
En la norma catalana, la facultad de prohibición genérica tiene un con-
tenido más amplio que afecta tanto al órgano competente (además del
Ayuntamiento podrá ser establecida por un órgano autonómico, y en con-
creto, el Departamento de Industria, Comercio y Turismo), como al alcance
de la misma (puede prohibirse o limitarse) y a las causas que motiven tal
decisión (junto a la protección de los intereses públicos locales, el posible
perjuicio a los intereses de los consumidores).
118
Se trataría ésta de una prohibición innecesaria a tenor de la ya establecida
con carácter general en el art. 38 de la Ley de Costas.
168 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
119
Al igual que en el caso anterior, la imposibilidad de realizar actividades
de publicidad dinámica en lugares privados o en zonas de dominio público
cuya utilización es atribuida mediante una autorización o concesión viene
limitada, en un caso, por el propio ejercicio de las facultades dominicales y,
en otro, por el derecho de uso sobre el bien contenido en el título jurídico-
administrativo de que se trate.
120
Junto a esta referencia genérica la ley balear alude a los parabrisas y la
catalana a los cristales, si bien en ambos casos hay que considerar que
ya se encuentran incluidas en aquélla. Además, hay que resaltar que la
norma catalana establece dicha prohibición general “salvo en los supuestos
en los que no afecta a la seguridad de la circulación”, lo que entendemos
que ocurriría, por ejemplo, con la colocación de folletos publicitarios en los
parabrisas de los vehículos cuando estos se encuentran estacionados.
121
Sin duda se trata de una prohibición de innecesaria acogida en el texto
legal puesto que la misma viene impuesta en virtud de la aplicabilidad de
una norma especial.
122
Aquí la excepción viene reconocida en la norma balear, que permite la uti-
lización de animales en los supuestos contemplados en la Ley 1/1992, de 8
de abril, de protección de los animales que viven en el entorno humano.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 169
b) Reparto domiciliario
Una forma de difundir los mensajes publicitarios muy extendida
consiste en el reparto de material publicitario, generalmente folletos,
en nuestros domicilios. Esta actividad viene definida en el art. 1.b)
LBPD como “la distribución de cualquier tipo de soporte material de
publicidad mediante su entrega directa a los propietarios o usuarios
de viviendas, oficinas y despachos o su depósito en los buzones indi-
viduales o porterías de los inmuebles”123. El reparto domiciliario, a
estos efectos, comprende tanto el depósito en alguna dependencia
del inmueble como la entrega directa en el propio domicilio.
El ejercicio de esta actividad podría colisionar con la voluntad del
receptor del mensaje de no ser sometido a un intenso “bombardeo”
publicitario que colapse el buzón de correo de su domicilio, lo que
por otra parte, como decíamos, es habitual. De hecho, de la corres-
pondencia que retiramos en los buzones de nuestro domicilio, una
gran parte viene constituida por folletos publicitarios con servicios
de todo tipo. Para evitar esta situación y proteger la posición del po-
tencial destinatario de la publicidad que manifieste la voluntad de
no recibir la misma, procurando asimismo que el desarrollo de esta
actividad no produzca un deterioro de la imagen del inmueble como
consecuencia de la acumulación de publicidad en cualquier lugar del
mismo, incluida su dispersión por el suelo, se disponen unas reglas
en los arts. 17.2 LBPD y 12 LCPD, que prohíben:
a) El depósito indiscriminado o desordenado en entradas, vestí-
bulos o zonas comunes de los inmuebles
123
La misma definición se contiene en el art. 2.1.b) LCPD.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 171
124
Art. 1.3.c) LBPD: “publicidad mediante el uso de elementos de promoción o
publicidad situados en vehículos, tanto estacionados como en marcha, y la
difusión de los mensajes publicitarios a través de los medios audiovisuales
en ellos instalados”. En la misma línea se expresa el art. 2.1.c) LCPD.
125
En este sentido se dirige la exclusión contenida en el art. 19 LBPD, que no
considera publicidad mediante el uso de vehículos “los rótulos, emblemas,
grafías o cualquier otro elemento similar que haga referencia al nombre y
apellidos de la persona o a la razón social de la empresa y/o actividad que
la misma ejerza que estén situados en vehículos de cualquier clase de que
sea titular, por cualquier concepto, la persona física o jurídica de que se
trate”. En idénticos términos opera la norma catalana a tenor del contenido
del art. 2.2 LCPD.
172 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
126
Este supuesto autorizable es contemplado por el art. 14.a) LCPD aunque
con diferente alcance, pues requiere que la actividad de estos colectivos,
además de no constituir el ejercicio de derechos fundamentales y libertades
públicas, no esté incluida en otros casos excluidos del concepto de publici-
dad dinámica como los mensajes y comunicados de las administraciones
públicas (art. 6.3.b) LCPD) o las comunicaciones y mensajes relativos a las
materias de seguridad pública, protección civil o emergencias (art. 6.3.c)
LCPD). Llama la atención la redacción de este precepto en estos térmi-
nos pues es evidente que si las actividades a desarrollar por los colectivos
descritos fueran subsumibles en alguno de estos supuestos, no sería nece-
saria la autorización de la actividad al encontrarse excluidas del concepto
de publicidad dinámica y, por tanto, como reza el propio art. 3.6 LCPD, no
siéndole aplicable el régimen establecido para la misma.
127
El mismo supuesto, aun con diferente redacción, recogido en el art. 14.b)
LCPD.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 173
128
Vid. GARCÍA DE ENTERRÍA, E./ FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.R., Curso
de Derecho Administrativo, Tomo I, 9ª ed., Civitas, Madrid, 1999, pág. 452.
129
Vid. GARCÍA DE ENTERRÍA, E./ FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T.R., ibi-
dem, pág. 448; MORELL OCAÑA, L., Curso de Derecho Administrativo,
Tomo II, 4ª ed., Aranzadi, Pamplona, 1997, pág. 67; SANTAMARIA PASTOR,
J.A., Principios de Derecho Administrativo, Tomo I, 4ª ed., CEURA, Madrid,
2002, pág. 401.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 175
d) Publicidad oral
Se trata este del tipo de publicidad dinámica quizás menos habi-
tual en nuestros días aunque en épocas pasadas sí que se utilizaba
con mayor frecuencia. Consiste en la difusión de los mensajes “de
viva voz, con ayuda de megafonía o sin ella, o de otros medios auditi-
vos auxiliares, mediante el contacto directo entre los agentes publici-
tarios y los posibles usuarios y con la utilización, para su ejercicio, de
las zonas de dominio público, vías y espacios libres y zonas privadas
de concurrencia pública” (arts. 1.3.) LBPD y 2.1.d) LCPD).
La cuestión que se plantea en este punto se refiere a la materiali-
zación de este tipo de publicidad en los casos en que se utilice algún
soporte acústico. Conforme a la definición reproducida, se trataría
de publicidad oral. Sin embargo, la prohibición de la utilización de
soportes acústicos con carácter general contenida en los arts. 14.1.j)
LBPD y 8.1.i) LCPD provoca que, en la práctica, sólo puedan reali-
zarse acciones de publicidad oral utilizando la voz.
e) Publicidad telemática
Hasta ahora, todos los tipos de publicidad dinámica contempla-
dos en el régimen legal tienen como elemento común el lugar de
realización, es decir, se trata de actividades que se desarrollan en
espacios públicos o privados de acceso público, en directa coherencia
con la característica principal de la noción que abordamos anterior-
mente. Sorprende por ello que se recoja como último supuesto some-
tido a regulación la publicidad telemática, comprendiendo la misma,
a tenor del art. 2.1.e) LCPD el “envío de mensajes publicitarios me-
diante comunicación telefónica, por fax o a través del llamado correo
electrónico”, expresión que reproduce la norma catalana, si bien su
art. 1.3.e) LBPD añade el inciso “o cualquier otro medio informático”.
No parece necesario describir los concretos casos subsumibles en es-
te concepto, de bastante claridad por otro lado. Lo que sí se impone
es una crítica en relación a su propia existencia. Y ello por un doble
motivo: primero porque el tratamiento de la publicidad que se lleva
a cabo a través de medios de comunicación telefónica o informática
podría entrar en contradicción con el propio concepto de publicidad
dinámica que, reiteramos, se caracteriza por “la utilización prefe-
rente, para su práctica, de zonas de dominio público, vías y espacios
libres públicos y zonas privadas de concurrencia pública” (arts. 1.2
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 177
130
Son infracciones leves:
a) el incumplimiento de las condiciones formales fijas en la correspondiente
licencia.
b) el incumplimiento de las normas sobre exhibición del carné de agente
publicitario.
c) la contravención de los deberes establecidos en esta Ley o en las orde-
nanzas municipales cuando, por su escasa trascendencia, no constituyan
infracción grave o muy grave.
d) la contravención de la prohibición establecida en la letra h) del artículo 14.
e) la trasgresión de la regla establecida, respecto del reparto domiciliario de
publicidad, en la letra a) del apartado 2 del artículo 17.
- Infracciones graves:
a) el ejercicio de las actividades publicitarias reguladas en esta Ley sin ajustar-
se a las condiciones materiales determinadas en la correspondiente licencia.
b) el ejercicio de las actividades publicitarias sin la preceptiva licencia mu-
nicipal.
c) la realización de actividades publicitarias fuera del horario autorizado.
d) la contravención de las prohibiciones establecidas en el artículo 14, salvo
la fijada en la letra h) del mismo.
e) el ejercicio de la actividad fuera de las zonas de actuación exclusiva re-
servadas a otros sujetos.
f) la intervención en las actividades publicitarias de un número de agentes
superior al autorizado.
g) la falta de adopción de las medidas correctoras a que hace referencia el
artículo 15.
h) la comisión de una infracción leve cuando concurra la circunstancia de
reincidencia.
- Infracciones muy graves:
a) la distribución de material publicitario o la difusión de mensajes publici-
tarios que atenten contra la dignidad de la persona o vulneren los valores
y derechos reconocidos en la Constitución, especialmente en lo referido a la
infancia, la juventud y la mujer.
b) la falsedad u ocultación de los documentos o datos exigidos por la admi-
nistración para autorizar o controlar las actividades publicitarias.
c) la comisión de una infracción grave cuando concurra la circunstancia de
reincidencia.
131
Conforme al mismo son infracciones leves:
a) el incumplimiento de las condiciones formales establecidas en la corres-
pondiente licencia.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 179
132
Vid., inter alia, SSTS de 26 de abril y 17 de julio de 1982, y SSTC 18/81, de
8 de junio, y 77/83, de 3 de octubre.
133
Sirva como ejemplo la STS de 28 de febrero de 1997, cuya resolución se cen-
tra en la imputación de responsabilidad por una infracción cometida por un
contratista al sujeto contratante, estimando que la inaplicabilidad de la so-
lidaridad en este ámbito de la potestad sancionadora de la Administración
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 181
135
La escasa preocupación por el régimen jurídico de este medio de acción
publicitaria es aún más patente en la doctrina científica, ya que la única
referencia al mismo se encuentra en el trabajo de MARTÍN OVIEDO, J.Mª,
Curso de Derecho publicitario español, op. cit., págs. 175-177.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 183
2. Régimen de la actividad
A lo largo de este trabajo hemos visto cómo la intervención admi-
nistrativa se despliega sobre el ejercicio de actividades publicitarias
utilizando la técnica autorizatoria como uno de los elementos prin-
cipales, por lo que su presencia de nuevo sobre esta modalidad no
tiene, en principio, nada de novedoso. Sin embargo, lo destacable en
el caso de la publicidad aérea es la existencia de un régimen autori-
zatorio que actúa en un doble nivel: así, en un primer momento, el
ejercicio de dicha actividad se sujeta a la obtención de una autoriza-
ción administrativa que con carácter general habilita al desarrollo
de la misma y que viene regulada en el Decreto de 1948. Con ello
podría parecer que, en principio, dicho título faculta al particular
para la realización de las acciones publicitarias durante el período
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 185
136
En concreto, los requisitos que afectan a la obligatoriedad de que el ca-
pital social y el personal sean españoles, a juicio de MARTÍN OVIEDO
(ibid., pág. 176) es dudoso subsistan en virtud de la posterior aprobación
del Decreto-Ley de 27 de julio de 1959. No en vano, parece indiscutible que
ambos violarían la libre circulación de trabajadores y la libre circulación de
capitales recogidas en los arts. 39 y 56, respectivamente, de la versión con-
solidada del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (Diario Oficial
de la Unión Europea nº C325, de 24 de diciembre de 2002), por lo que serían
inaplicables.
186 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
137
Los datos pueden consultarse y ampliarse en los informes publicados
anualmente por Infoadex (vid. http://www.infoadex.com). Del crecimiento
del mercado publicitario en Internet puede dar idea que ya en 2006, según
la encuesta de EIAA Marketer´s Internet Ad Barometer, el 42% anuncian-
tes europeos invertían más del 5% de su presupuesto total en Internet (La
Vanguardia, edición digital, 27 de noviembre de 2006), desplazando hacia
este medio las partidas tradicionalmente dedicadas a televisión, prensa,
radio (vid. el informe en http://ww.eiaa.net).
138
La predicción que hacía la EIAA para 2008 que la publicidad en Internet
supondría en torno al 7% del total de la actividad publicitaria.
188 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
139
El art. 2.f) de la Directiva 2000/31/CE, del Parlamento y del Consejo, de 8
de junio de 2000, define como comunicación comerciales “todas las formas
de comunicación destinadas a proporcionar directa o indirectamente bienes,
servicios o la imagen de una empresa, organización o persona con una ac-
tividad comercial, industrial, artesanal o de profesiones reguladas”, exclu-
yendo “los datos que permiten acceder directamente a la actividad de dicha
empresa, organización o persona y, concretamente el nombre de dominio o la
dirección de correo electrónico” y “las comunicaciones relativas a los bienes,
servicios o a la imagen de dicha empresa, organización o persona, elabora-
das de forma independiente de ella, en particular cuando estos se realizan
sin contrapartida económica”. Como vemos, la comunicación comercial no
abarca sólo al mensaje que pretende promover la contratación, sino tam-
bién al que opera en el seno de la contratación misma, concepto más amplio
sin duda que el de publicidad.
140
Sobre cada uno de estos términos, vid. GRANDE SANZ, M., “La publicidad
en Internet”, en Revista de la Contratación Electrónica, nº 59, abril de 2005,
págs. 11-12 y 22 y ss., en las que se expone con claridad en qué consiste cada
una de estas técnicas y su carácter ilícito en algunos de los casos.
141
Ibidem.
DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA PUBLICIDAD 189
142
Sobre estas técnicas, no obstante, vid. los trabajos de FERNÁNDEZ
MAGARZO, Mª R., “Concepto de publicidad y publicidad engañosa en
190 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA
145
Vid. BERGER, K, Le droit relatif à la publicité dans les médias électroni-
ques, op. cit., pág. 4.
146
En adelante, LSSICE.
147
En nuestro país opera desde 2003 el Código de Confianza Online, auspicia-
do por Autocontrol y por la Asociación Española de Comercio Electrónico,
como instrumento de autorregulación del mercado publicitario en Internet,
iniciativa que se va consolidando con el paso de los años.
192 MANUEL JESÚS ROZADOS OLIVA