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XIX (1850-1914)
El ritmo de crecimiento de los países industrializados a lo largo del s. XIX fue muy rápido.
Entre 1800-13 el PBN en los países desarrollados creció un promedio anual de 1,1%. Aunque
hay que aclarar que: por un lado, la tasa de crecimiento varió entre los países en relación a
una compleja combinación de factores como el crecimiento demográfico, la relación
población-recursos, etc., permitiendo distinguir entre países de crecimiento rápido (EEUU,
Alemania, Bélgica, Francia, Suecia, Suiza, Dinamarca), de crecimiento mediano (Gran
Bretaña, Hungría, Austria, Rumania, Noruega, Rusia) y de crecimiento lento (Europa del sur y
los Balcanes). Por otro lado, el crecimiento no fue uniforme, alterándose etapas de expansión
y estancamiento.
En los ciclos pueden identificarse cuatro momentos distintos: la expansión o auge; la crisis o
inversión del alza; la depresión y contradicción; y la recuperación o reinicio de la expansión.
Las crisis pueden entenderse como parte constitutiva de los ciclos económicos, y existen
distintos tipos: por perturbación endógena, crisis endógenas o cíclicas (ocasionadas por la
tensión resultado de la expansión) y las grandes crisis o crisis estructurales (cuando no se da la
compatibilidad de las formas institucionales de regulación con la dinámica económica). En
cuanto a los factores causales de las crisis se pueden distinguir 3 posturas:
1. Explicaciones que priorizan los factores financieros y/o monetarios como factores
causales: remarcan el carácter inflacionario del momento de expansión que crea
importantes distorsiones y ocasiona crisis, seguido de un reajuste económico a través
de un proceso deflacionario que corrige los excesos (fase de depresión).
2. Modelos que parten de las relaciones entre producción y consumo: crisis de
sobreproducción o sobreconsumo relativo. En el período de auge, la oferta de bienes
es menor a la demanda, en la crisis, la oferta es mayor a la demanda, y en la deflación
la demanda es inferior a la producción.
3. Interpretaciones que relacionan ciclos económicos con las innovaciones tecnológicas:
La emergencia de innovaciones tecnológicas originales (secundadas por otros
empresarios u olas secundarias) que son determinadas por los mecanismos
acumulativos conduce a la fluctuación de la coyuntura económica hasta que la
expansión encuentra sus límites naturales.
Sin embargo, no se puede establecer una teoría general de la crisis ya que no todas responden
a la misma causa.
Desde 1873, la dirección del ciclo económico se invierte, dando origen a la “Gran Depresión”,
que hasta 1896, no dio origen a una crisis económica en sentido estricto, sino a una serie de
cambios estructurales económico-sociales, unido a una reducción de la expansión económica.
Entre 1870-90, la RI se expandió a otros países: Suiza, Holanda, Italia y Rusia, y países de
ultramar se integran al mercado mundial. Esto ocasiona que la producción y el comercio
mundial aumenten de forma sustancial, por lo que la depresión es resultado de la reducción
de costos de producción de muchos productos y del descenso en los costos de transporte por
ferrocarriles y barcos a vapor.
La competencia se había intensificado ante la reducción de los mercados, por lo que aumenta
el riesgo del empresario y las nuevas inversiones de capital excedían el autofinanciamiento
empresarial. La deflación de los precios agrícolas e industriales por el aumento del volumen de
bienes, la depresión del interés y un descenso de los beneficios capitalistas hacen a las
empresas más vulnerables. La crisis de 1879 puso fin a la época del librecambio, renaciendo el
proteccionismo económico, el neomercantilismo, hasta que, después de la crisis, la búsqueda
de ampliar el comercio lleve a las potencias a ganar nuevos mercados: el imperialismo.
Hacia 1896 se inicia una segunda onda ascendente que duró hasta 1913, fase en donde se
equilibra el nivel de precios. Esta se caracteriza por el auge de una economía mundial cada vez
más articulada, según el orden de la división internacional del trabajo. El aceleramiento de la
tasa de crecimiento del comercio internacional previo a la 1ªGM, permitió que la economía
mundial de principios del s. XX, fuese tan integrada e interdependiente en el marco de un
sistema multilateral de intercambios y libre circulación de mano de obra y capitales, resultado
de la lucha de los países industriales contra el proteccionismo. Esta prosperidad de los
negocios constituye el trasfondo de la llamada “Belle Epoque” en Europa.
Frente al limitado mercado mundial de la primera mitad del s. XIX, entre 1860-75 surge de
forma progresiva un sistema mundial extensivo de flujo de capital, trabajo y mercancías casi
sin restricciones, que era el sistema de librecambio. Este fue adaptado por toda Europa,
contrario al proteccionismo de EEUU. La adopción general del patrón oro por las monedas de
las principales naciones simplificó las operaciones en un sistema mundial de comercio libre y
multilateral. El régimen de libre comercio integró y multiplicó al comercio internacional,
permitiendo la transmisión de tecnología, al aliento a le eficacia técnica y la productividad,
alcanzando los beneficios a “todos por igual”.
El objetivo que motivó a los industriales británicos a la apertura económica fue la búsqueda de
reducir del costo de las materias primas industriales, y del precio de los alimentos para no
aumentar los salarios. De a poco el escenario político de Inglaterra entre 1820-30 fue invadido
por hombres de negocios que promovían ideas liberales, orientando una postura de gobierno
favorable a la modernización y liberalización. El debate del librecambio giró en torno a las
Leyes del Grano, que eran la cristalización del proteccionismo y mercantilismo de la vieja
Inglaterra. Estas leyes eran un obstáculo frente al aumento demográfico y la
industrialización-urbanización. Para 1845, además del enfrentamiento entre whighs y tories,
el escenario político se vio sacudido por una crisis agraria, a tal punto que para 1846 el
Parlamento revocó las Leyes del Grano, dejando sin vigencia a otras leyes proteccionistas,
como las Actas de navegación, consolidándose la adhesión de Inglaterra al libre comercio.
La aplicación del librecambio y la división internacional del trabajo, puede ser vista como
resultado de las ventajas comparativas a favor de Gran Bretaña debido a las consecuencias de
la RI. Esta podía exportar a menor precio que nadie carbón, bienes intermedios y
manufacturas, a la vez que se beneficiaba con la reducción del precio de los alimentos y
materias primas en el mercado mundial. Si bien el libre comercio favorecía a la economía más
avanzada, Inglaterra, no hay que obviar que las ventajas que tuvo respecto de sus socios
comerciales europeos, pronto empezaron a retroceder. El relativo declive de GB se evidenció
cuando fue sobrepasada en 1890 por Alemania y EEUU. Sus importaciones crecieron más que
las exportaciones y los beneficios de capitales invertidos en el extranjero bastaron para
equilibrar la balanza de pagos y convertirla en superávit. El auge del libre cambio inglés entre
1850-75 se debió a la difusión del liberalismo a escala mundial.
Hacia 1840 otros países europeos adoptaron el librecambio, como Holanda, pero no fue
hasta el 60 cuando adquirió un empuje fundamental cuando Francia pone fin a su tradición
proteccionista y adopta el librecambio, fomentando su adopción en el resto del continente.
En la Francia de 1850, las ideas del liberalismo económico fueron ganando a los funcionarios
del Segundo Imperio. Si bien se creía que la reducción de las barreras aduaneras le daría un
nuevo impulso a la economía francesa, los sectores políticos y económicos que se negaban a
aceptar el librecambio todavía eran fuertes. Además, se consideraba que el círculo industrial
francés todavía no estaba preparado para enfrentar la competencia extranjera. Pero el
gobierno avanzó decididamente y firmó en 1860 el Tratado Bilateral de Comercio con
Inglaterra (Tratado Cobden-Chevalier). Las autoridades consideraban que el tratado podría
modernizar la industria y reducir sus precios, aunque los aranceles no se redujeron
completamente. El Estado se comprometió en las transformaciones necesarias mediante
crédito, la demanda estatal y política de obras públicas. Las exportaciones aumentarían con la
reducción de los derechos arancelarios.
En los años siguientes a 1860, la mayoría de los países europeos firmarían con Francia e
Inglaterra tratados comerciales, vinculando a todos los países europeos en una red más
extensa de librecambio y reduciendo automáticamente los derechos aduaneros al más bajo
nivel. Las economías del continente europeo se orientaron comercialmente, por un lado, hacia
GB comprándole máquinas de hilados, lingotes, maquinarias, manufacturas, etc. Por otro lado,
hacia los vecinos menos adelantados a quienes exportaban tejidos y manufacturas de hierro.
El librecambio, no obstante, tiene dos limitaciones: por un lado, sus mejores resultados se
dieron en Europa y en una determinada fase de desarrollo. Por otro, la fuerte integración
económica, al sincronizar los movimientos de precios, hizo a la economía mundial más
vulnerable a las fluctuaciones cíclicas.
Para 1872, el Parlamento alemán fijó por ley para los productos agrarios y metalúrgicos
importados, altos aranceles. Si bien no se restablecieron los precios, se logró restaurar los
intereses de los terratenientes que iniciaron un proceso de modernización del campo,
mientras que los sectores industriales procedieron al dumping (vender a precios elevados en el
mercado interno para poder vender más barato que sus competidores en sus propios países y
otros mercados externos). Para 1890 la industria alemana desplaza del primer puesto a GB.
Pronto el proteccionismo se comenzó a ver como factor de incremento salarial, por lo que el
sector industrial comenzó a presionar para la reducción de las tarifas aduaneras de alimentos,
siendo que la depresión de precios había pasado.
Francia adoptó el proteccionismo, no por el efecto de la crisis (que fue escaso), sino porque
Alemania, su principal contrincante, lo adoptó primero. Así comienza el renacimiento de la
tradición arancelaria. Entre 1887-89 se aplicaron leyes aduaneras por la presión de distintos
sectores, en principal la industria. Con el auge de la economía alemana en 1890, Francia
aumentó su proteccionismo, fijando ahora aranceles agrícolas. En paralelo, entre 1880-95 se
desataron “guerras de aranceles”, entre distintas economías nacionales europeas. El
enfrentamiento aduanero se encrudeció por la deflación de precios y beneficios, y la amenaza
de la competencia internacional. Así, el sistema proteccionista incluía a Alemania, Francia,
Italia, Austria-Hungría, España y Rusia. Mientras que Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza y
Dinamarca permanecieron con el régimen de librecambio, siendo que el libre comercio de GN
seguía descansando en su imperio colonial, mientras que el resto dedicaba su producción a la
exportación, no concibiendo un cambio de posición al respecto.
La gran potencia de EEUU se convirtió hacia 1870 en una de las economías nacionales más
proteccionistas del mundo (hasta la 2ªGM). El período de Gran Depresión da comienzo a la
convergencia creciente entre política y economía. La acción estatal se fue fortaleciendo y en su
afán de proteger, terminó incidiendo poderosamente en la economía. La Gran Depresión
imprime una nueva dinámica al contexto mundial, dónde el librecambio parecía que dejaba
de ser funcional para el desarrollo de muchas economías nacionales en vías de
industrializarse. Pero ¿fue literalmente una gran depresión la sufrida por la economía mundial
entre 1873 y 1896? ¿Fue tan grande la marea proteccionista como para frenar el crecimiento
del comercio internacional?
Durante la Gran Depresión, la economía mundial sufrió un cambio en la distribución del poder.
GB ya no podía mantener la exclusividad/superioridad de su tecnología y organización
comercial, siendo que para 1880-95 su industria había sido superada por la de EEUU y
Alemania, más dinámicas e innovadoras. Pero GB continuó conservando y movilizando
recursos, manteniendo su liderazgo en la economía mundial, tanto en términos de inversiones
de capital extranjero, como en su hegemonía en los servicios financieros, monetarios,
comerciales y de transporte.
El patrón oro internacional era el eje en torno al cual giraban el sistema monetario y el
comercio multilateral de fines del s. XIX, y que permitió un alto grado de integración y
estabilidad de la economía mundial desde 1890 hasta 1914. El patrón-oro es un sistema de
cambio fijo. Un país se encuentra dentro del sistema cuando su banco nacional y/o central se
está en condiciones de asegurar la libre convertibilidad de los billetes de banco y depósitos
bancarios en oro y cuando no impone restricción alguna a la importación y exportación de oro.
La oferta monetaria del país, por lo tanto, está vinculada a las reservas de oro del banco
central, cuya reducción aumentaría los tipos de interés y reduciría la oferta monetaria y
crediticia. La función de un patrón monetario es definir la unidad de valor de un sistema
monetario, la unidad de cuenta en la cual son convertibles todas las demás formas de moneda.
Fue el patrón bimetálico (oro y plata) el que predominó en toda Europa hasta mediados del s.
XVIII. Pero fue Inglaterra quien a mediados de ese siglo, ante la escasez de plata y el aumento
de la entrada de oro, comenzó a abandonar el sistema bimetálico y se propuso a fijar la libra
esterlina a un precio de oro, estableciéndose hacia 1844 que la emisión de billetes del Banco
de Inglaterra tendría como reserva 1/3 de oro y los otros 2/3 en títulos.
Entre 1875 y 1914 gran parte del mundo ajeno a Europa y América quedó sometido al
gobierno formal o al dominio político informal de las potencias europeas, EEUU y Japón. Los
escenarios principales fueron por un lado África, que para 1914 pertenecía casi en su totalidad
a británicos, franceses, belgas, alemanes, portugueses y en menor medida, españoles; y por
otro lado, Asia donde los principales imperios tradicionales se mantuvieron independientes,
pero las potencias occidentales establecieron allí sus “zonas de influencia” que limitaban la
soberanía de los mismos. Los países “avanzados”, debido a su mayor grado de
industrialización, establecieron normas de dominación inéditas sobre aquellos considerados
“atrasados”. Esto inicia hacia 1880 la “época del imperialismo”.
¿Qué relación existe entre la importancia económica creciente del mundo periférico para la
economía mundial y la acelerada carrera de los estados industrializados por dividir el mundo
en colonias y esferas de influencia?
John A. Hobson ha establecido que las vinculaciones económicas con las colonias son
resultado del desequilibrio entre una demanda acotada y un ilimitado incremento de la
producción. La exportación de capitales pasa a ser el objetivo de los inversionistas que no
encontraban rentabilidad en la metrópoli. Por ende, las conquistas coloniales impulsadas por
intereses sectoriales han sido la consecuencia de esta fase del capitalismo. Así, el imperialismo
no es intrínseco al capitalismo, sino una distorsión originada por una minoría oligárquica que
arrastran al resto del país. Por otro lado, el alemán Rudolf Hilferding en “El capital financiero”
establece que la exportación de capitales hacia áreas subdesarrolladas permitía aumentar los
beneficios como resultado de privilegios y monopolios. Así, el dominio colonial no deriva de
nuevas características del capitalismo sino que surge de trabas por parte del país receptor del
préstamo o de la inversión productiva. Se requiere así la presencia del Estado para eliminar las
trabas a la penetración del capital.
Por su parte, la visión de Lenin en El imperialismo, etapa superior del capitalismo, innsiste en
afirmar que el imperialismo representa la etapa monopólica del capitalismo, resultado de la
evolución de sus contradicciones. Así, posee 5 características: 1) concentración de la
producción y el capital hasta el punto de crearse monopolios, decisivos en la vida económica,
2) fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación de una oligarquía financiera,
3) la exportación de capitales desplaza a la exportación de mercancías, 4) los grupos
monopólicos se reparten el mercado, 5) el mundo se distribuye territorialmente entre las
potencias imperialistas.
Será David Fieldhouse quien plantee que si bien los factores económicos tuvieron relevancia,
en el establecimiento de dominios imperialistas no hubo una vinculación estrecha entre
economía e imperio. Es más, las clases dominantes pensaban que las cuestiones económicas
internacionales debían resolverse sin intervención estatal, pero los problemas ocasionados a
las empresas en la periferia, los transformaron en temas políticos que llevaron en último
término a la anexión.
7. 3. 4 – LA EMIGRACIÓN TRANSOCEÁNICA
Luego del Tratado de Viena el movimiento migratorio alcanzó niveles enormes, siendo que
alrededor de 50 millones de personas se trasladaron a América en el siglo antes de la 1ªGM.
Todo se produjo en un contexto de libertad de inmigración, tanto respecto a la ausencia de
trabas de los países americanos, como la libertad de movilidad europea. El movimiento
transoceánico europeo se desplaza de oeste a este hasta afectar a todo el continente. Si bien
el movimiento migratorio afectó a toda Europa, el porcentaje de los migrantes por habitante
es significativamente diferente en las diversas naciones y regiones. Si la emigración hacia
América fue grande, también lo fue el retorno, también desigual de acuerdo a regiones y
naciones. Mientras Escandinavia y Alemania conocieron pocos retornos de migrantes, Europa
central e Inglaterra vieron retornar el mayor número de personas.
Entre las explicaciones del por qué las personas migran se encuentran las llamadas
pesimistas, que hacen hincapié en los factores de expulsión de los países de origen
(emigración masiva como resultado del encarecimiento del nivel de vida que acompaña al
capitalismo) y las optimistas que remarca los factores de atracción que ofrecían los países de
destino (nuevas oportunidades, como el diferencial de salarios y la capacidad de ahorro). Sin
embargo es difícil explicar los movimientos migratorios por una única causa, siendo que la
emigración de Inglaterra de la segunda mitad del s. XIX se incrementó aún cuando las
condiciones económicas locales mejoraron, siendo importante la circulación de información
sobre las nuevas oportunidades norteamericanas. En el caso de España, más que privilegiar los
altos salarios norteamericanos, dieron prioridad a otras cuestiones como la lengua o el tipo de
sociedad que se iban a encontrar. Esto muestra que los migrantes actúan de acuerdo a
distintos estímulos, algunos privilegiando máximas ganancias inmediatas mientras otros
desarrollan estrategias más a largo plazo en el nuevo país. Pero no hay que dejar de resaltar
que al explicar las migraciones se deben destacar las transformaciones demográficas que se
produjeron en Europa a mediados del s. XIX, conocido como “transición demográfica”, se pasa
de altas tasas de mortalidad y natalidad, a bajas tasas de mortalidad y natalidad, pero la
mortalidad desciende antes que la natalidad lo que genera un exceso de población, que es
mayor cuando más largo es el proceso de transición demográfica.
Los regímenes migratorios responden a distintas causas, y a todas las anteriores, hay que
añadirle otras cuestiones como los regímenes agrarios, características de la estructura familiar
o los sistemas de herencia.
7.4.1 – LA POBLACIÓN
La transición demográfica se caracteriza por ser una etapa en la que se combinan altas tasas
de natalidad y tasas decrecientes de mortalidad, generando un crecimiento poblacional sin
precedentes. Estos cambios respecto las terribles condiciones demográficas del s. XVII, se
debe a tres factores: el aumento de los recursos alimenticios, los progresos en medicina e
higiene y la difusión de la educación, que tuvo alto impacto en la mortalidad infantil. El
descenso de las tasas de mortalidad se dieron también en los países menos desarrollados
gracias al avance de la medicina, y este descenso en la mortalidad infantil, aumentó la
esperanza de vida. Pero hacia fines del s. XIX, se desarrolló un descenso en las tasas de
natalidad en los países desarrollados como resultado de la generalización de prácticas
anticonceptivas, reduciéndose la tasa de expansión de la población.
7.4.2 – LA URBANIZACIÓN
Antes de la 2º mitad del s. XIX, las condiciones de vida de los obreros era deplorable, tanto por
el contexto laboral, como por la insalubridad de las aglomeraciones de viviendas obreras.
Luego de 1850, sus condiciones mejoran como resultado de la expansión económica y de la
organización y acción obrera. La expresión “cuestión social” representa dos caras de la
situación: las deficientes condiciones de vida y el conflicto y la violencia. Con la difusión de
las relaciones de mercado y del laissez faire, desaparecen las antiguas leyes de pobres y se
impone la idea de que el individuo es responsable de sus condiciones de existencia. La
abolición de los gremios contribuyó a la desarticulación de los viejos mecanismos de
solidaridad. Las nuevas condiciones de trabajo y la nueva legislación generaron desde el
principio resistencia de los trabajadores. Paralelo a la resistencia mediante la destrucción de
las máquinas, se fueron consolidando nuevas asociaciones que darían origen a los sindicatos,
irrumpiendo el movimiento obrero en la escena política a mediados de siglo, surgiendo el
socialismo, el anarquismo y comunismo (fundamentales en la organización del movimiento
obrero). Con la implementación de los primeros sistemas de modernización de protección
social, van surgiendo conjuntamente a los trabajadores de cuellos azul (obreros), los
trabajadores de cuello blanco (empleados), separados de los obreros y no vinculados en el
sistema de producción. Así, desde fines del s. XVIII hasta la 2ª GM se consolida el siglo de la
burguesía, principal beneficiaria de las transformaciones ocasionada en este período.