CAPÍTULO III: LA POBLACIÓN FRENTE AL SANEAMIENTO AMBIENTAL
3.1 Población en la década Oligárquica
3.1.1 Elites e Higiene En las primeras dos décadas del siglo XX denominadas por Basadre como la “República Aristocrática”. El carácter oligárquico, el monopolio del poder político, los vínculos de dependencia económica con el capital extranjero y la aparente incapacidad de formular un proyecto nacional de dicha agrupación social han sido objeto de incontables debates. Sin embargo, la investigación histórica de las décadas de 1980 y 1990 ha revelado que la élite peruana de inicios del siglo XX no fue un cuerpo monolítico, sino que presentó una composición sumamente compleja y heterogénea (Franco & Neira, 1986). A partir del estudio de las bases económicas, la interacción social y espacial, y el acceso al ejercicio del poder, Osmar Gonzales tipifica tres sectores en dicha élite. En primer lugar, grupos tradicionales sin mayor innovación comercial, limitados a sectores agropecuarios y rentas urbanas. En segundo lugar, grupos de “avanzada” que diversificaron sus capitales al invertir en industrias y otras actividades no tradicionales, y que mostraron capacidad de adaptarse a la modernización y al desarrollo capitalista. En tercer lugar, intelectuales y funcionarios procedentes de élites provincianas que, por medio de la crítica política y del estilo de vida bohemio, colisionaron con los valores hegemónicos de la élite económica limeña. Es por ello que en este sentido, en los inicios del siglo XX, resurgió el republicanismo o liberalismo como discurso político, pero con una vena conservadora y autoritaria que se alejó de la prédica ciudadana y popular, y justificó una privatización de los espacios políticos por parte del civilismo. (Mc Evoy, 1997, págs. 47-48). Este republicanismo conservador fue, directa o indirectamente, compartido por varios sectores de la élite en cuanto a la población. La élite tomó forma a partir de las transformaciones culturales, tanto materiales como subjetivas, que se promovieron en Lima a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. La instalación de progresos tecnológicos, la preocupación por la salubridad pública, la promoción de la educación y el resguardo del orden interno, entre otros cambios, son sintomáticos de las intenciones de la élite modernizadora. Es decir, se trató de un proyecto de modernización con una vocación civilizadora que intentó “poner a cada quien en su lugar” y, de tal forma, garantizar el orden social y el consecuente progreso material. ¿Qué papel desempeñó la higiene y la salud pública dentro del proyecto modernizador de la élite de la “República Aristocrática”? Es claro que el cuidado de la salud pública, era entendido como una garantía para el crecimiento poblacional, condición imprescindible para el progreso nacional. Por ello, a inicios del siglo XX, el Estado peruano empezó paulatinamente a convertirse en el principal agente del sistema de salud en el Perú. Esto respondió a la profesionalización de la medicina, herencia de mediados del siglo XIX, y su mayor presencia en la opinión pública como voces autorizadas. Los médicos fueron actores claves para presionar al Estado de cara a que asumiera como parte de su tarea el cuidado de la higiene pública. En ese sentido, se inscribe la creación de la Dirección de Salubridad en 1903 y la intervención de los profesionales de la salud en la prensa y en la administración pública. Es así que la posición de la población explora las implicancias de la higiene en los cambios sobre las concepciones del cuerpo femenino, período, donde los discursos modernizadores de médicos y escritoras vanguardistas redefinieron la representación social del cuerpo femenino al formular posiciones higienistas que situaban la maternidad como centro de la identidad de las mujeres y como tema de interés público. El Estado, en su fuerte preocupación por incrementar la población, buscó reducir las inmensas tasas de mortalidad infantil. A partir de este interés, se comenzó a ver la maternidad como una preocupación académica y pública, en tanto estaba asociada al incremento de la población y a los controles de higiene que asegurasen lo primero. Estos intereses introdujeron nuevos enfoques sobre el sentido de la identidad femenina y su comportamiento sexual (MANNARELLI, 1999). En particular, los controles higienistas redefinieron la identidad femenina sustentada en la maternidad, apoyándose en el enraizamiento de la familia nuclear como la institución responsable del control de los impulsos. En suma, a lo largo de las primeras décadas del siglo XX se observa que la maternidad se constituyó para mujeres escritoras, médicos y burócratas en un tema público con implicancias legales y que definía el centro de la identidad femenina. En este contexto, la élite intelectual modernizadora cuestionó los hábitos de las mujeres de los grupos dominantes, porque impedían el curso civilizatorio, ya que ellas anteponían sus inquietudes estéticas y sus ambiciones sociales a su rol como madres y esposas. Recogiendo un estereotipo anterior, la mujer limeña fue vista como una persona frívola, ligera, inconstante y perezosa, un sujeto vencido por la moda, el lujo y la vanidad, y despreocupada de sus labores maternas y domésticas. Frente a esta situación, las mujeres educadas en el plano intelectual, moral y físico jugarían un papel central en el proceso de saneamiento social y en el engrandecimiento moral del país. A través del ejercicio de su maternidad, sobre ellas recaía la responsabilidad de forjar ciudadanos sanos y fuertes. Pero no solamente era necesaria la educación, sino también el cuidado higiénico del cuerpo femenino para asegurar el éxito de los embarazos y de la ansiada alza demográfica. En esta última tarea, el discurso médico, de carácter masculino y normativo, intentó intervenir sobre el cuidado de los cuerpos femeninos a través de controles vinculados con la higiene y la gestación. En resumen, de acuerdo con Mannarelli, en las primeras décadas del siglo XX, la maternidad empezó a definir de manera explícita y prescriptiva la función de las mujeres en la sociedad. Asimismo, el cuerpo femenino tomó un lugar central en las preocupaciones del Estado, de los médicos y de las propias mujeres. Las prescripciones higienistas empezaron a ser parte de la vida cotidiana y a moldear la experiencia individual femenina. Sin embargo otro tema central asociado a los controles higiénicos a inicios del siglo XX y que afecta en su mayoría a la población peruana, fue la crítica a la presencia de la población china. Para el Estado, la élite modernizadora y otros sectores, la colonia asiática era la depositaria de todos los males que se habían identificado en los peruanos, aquellos males que impedían el desarrollo y progreso de la sociedad nacional. En efecto, los principales argumentos utilizados para explicar la condición inferior de la “raza amarilla” eran la falta de higiene, y la adicción al opio y a los juegos de azar (BUSTÍOS ROMANÍ, 2004) En líneas generales, aunque hace falta mayor investigación al respecto, el proyecto modernizador de inicios del siglo XX otorgó un papel central a la higiene y a la salud pública en su discurso y en sus acciones. En este contexto, dichos temas empezaron a ser asumidos como tareas del Estado, en tanto iban asociados al crecimiento poblacional y al desarrollo físico y moral de los peruanos y las peruanas, componentes claves para el progreso nacional. La difusión y aplicación de los discursos higienistas se gestó desde una lógica modernizadora, en la que interesaba reafirmar los controles sociales para generar sujetos autorregulados y productivos. Situados en este escenario, en la siguiente sección, se profundizará en estos temas desde el discurso de los editores y redactores de la revista Variedades, quienes comparten los ideales higienistas y colaboran con ellos. 3.1.2 Políticas sociales, inversiones públicas y salubridad: 1903 Con respecto a las políticas sociales, los gobernantes del segundo civilismo no tuvieron una actitud indiferente. Pensaron que el Estado debía empezar a cumplir un rol moderador, promotor e integrador en el progreso del país, y que el Ejército, la educación y la salud pública debían servir para integrar y formar a la población indígena. Esto último significó la concepción de la educación y la salud como instrumentos civilizadores, formadores de ciudadanos y una mayor ingerencia del Gobierno Central en la sociedad a costa de las atribuciones que en parte tenían las municipalidades. Además, superando la antigua concepción de Sanidad como una acción policiaca, la elite civilista consideró a la protección sanitaria de los puertos, de las ciudades y de la población como una responsabilidad del Estado y como un requisito para la marcha normal de la economía de exportación, la intensificación de la productividad de una escasa fuerza de trabajo, así como la atracción de las inversiones y de los inmigrantes extranjeros. Es a partir de esa consideración, que por Ley del 6 de noviembre de 1903, promulgada por Manuel Candamo, se crea la Dirección de Salubridad Pública como nuevo órgano de línea del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, en dependencia directa del Ministro. Se formaliza, así, la existencia una estructura estatal permanente de fomento de la salubridad, de ámbito nacional, ubicada en un segundo nivel político-administrativo; que reemplazó a las Junta Suprema de Sanidad. Años antes, entre 1896 y 1903, la Sección de Beneficencia e Higiene, dependencia de la Dirección de Fomento del nuevo Ministerio, estuvo a cargo de la tramitación y ejecución de los acuerdos de la Junta Suprema de Sanidad. 3.2. MODERNIZACIÓN DEL ESTADO Y LA INSTITUCIONALIDAD DE LA SALUBRIDAD: 1903-1934 3.2.1 Dirección de Salubridad Pública La Dirección de Salubridad Pública, creada en 1903, fue la primera estructura estatal permanente, encargada de la gestión y ejecución de las funciones de protección higiénico- sanitaria a nivel nacional. Ubicada en un segundo nivel político-administrativo del Ministerio de Fomento, se desconcentró, en el año 1920, al crearse las Oficinas Regionales de Salubridad. La Dirección asumió formalmente la conducción política y la gestión de los servicios públicos sanitarios de carácter “profiláctico”. A partir de la creación de esta Dirección de Salud Pública se organizó la segunda modalidad de organización del cuidado de la salud en el período republicano que hemos denominado: “Salubridad Pública”. Modalidad que permanecerá vigente en el escenario nacional hasta el final de la crisis de los años 30, cuando dicha Dirección pasó a formar parte del nuevo Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social (MSPTPS). Desde sus inicios la Dirección de Salubridad Pública tuvo grandes dificultades para actuar como la autoridad política en el campo del cuidado de la salud poblacional. Entre otras razones, debido a que su ley de creación no estableció las vinculaciones que esta nueva estructura debía mantener con otras entidades que aún tenían responsabilidades en dicho campo, especialmente las Municipalidades y las Beneficencias Públicas Concejos Municipales continuaban con sus competencias en el campo del saneamiento ambiental señaladas en la Ley Orgánica correspondiente de 1892. 3.2.2 Creación del Ministerio de Fomento y Obras Públicas Desde el enfoque tecnócrata y positivista de la oligarquía-civilista, el progreso del país dependía de la actividad económica del sector privado, creadora de la riqueza. En consecuencia, el Estado debía asumir un nuevo e importante papel: el de fomentar e impulsar la participación del sector privado en la economía nacional. De manera concordante con ese enfoque, la burocracia estatal debía ser pequeña y de bajo costo, aunque se pretendía que hiciera una “administración científica” más eficiente. En cumplimiento de ese papel, el Gobierno dictó normas, creó instituciones y financió obras públicas (edificios, carreteras, pavimentación de calles, alumbrado, transportes, etc.) destinadas a establecer la infraestructura legal, administrativa y física requeridas para dicho fomento. Por lo comentado en el párrafo anterior, la creación del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, por ley del 22 de enero de 1896, fue central en el proyecto de modernización del Estado Oligárquico. El nuevo ministerio quedó a cargo de los despachos de los ramos de Obras Públicas, de Industria y de Beneficencia. Después de un mes, por Decreto del 25 de febrero de 1896, se crearon dos direcciones en el ministerio: la Dirección de Fomento, a cargo de los asuntos de minas, industrias, beneficencia e higiene; y, la Dirección de Obras Públicas e Irrigación. La amplitud del ámbito de tales asuntos implicó, inicialmente, la centralización de funciones en campos tan diversos como: transportes, comunicaciones, vivienda, construcción, trabajo, beneficencia, asuntos indígenas, agricultura, salubridad, minas, petróleo, aguas, irrigación, inmigración, escuelas técnicas, sismología, industrias, etc. En los siguientes años, ante la necesidad de especialización en la conducción y gestión en esos diversos campos, se fueron creando nuevas dependencias en el mismo ministerio; por ejemplo, la Dirección de Salubridad Pública y la Dirección de Aguas e Irrigación 3.3 Servicios Municipales de Saneamiento: 3.3.1 Servicios de las Municipalidades de provincias Las acciones de saneamiento ambiental en el ámbito local continuaron formalmente a cargo de las prefecturas y de las municipalidades durante todo el período. Con relación a la actuación de los Servicios de Saneamiento o de Higiene de las municipalidades de provincias, hacía, en el año 1918, críticas muy duras: (Mc Evoy, 1997)“… estos órganos de ejecución técnica llevan una vida lánguida, por no decir nula. (lo) Demuestra… el estado de abandono absoluto en que se halla la higiene urbana… La desconexión en que viven con relación a la autoridad sanitaria central; la falta de elementos científicos de combate contra las plagas…; la total incompetencia de los problemas modernos de la edilicia y razones políticas que intervienen para convertir al Municipio, en posición de predominio caciquil con menosprecio de las altas funciones de bien público, todo contribuye para que nuestra vida sanitaria urbana yazga en la penuria y ruina en que se encuentra” (MANNARELLI, 1999)La consecuencia práctica de esa pésima actuación era la deficiente salubridad urbana en casi todo el país, principalmente por las malas condiciones en que se prestaban los servicios de provisión de agua de bebida y de alejamiento de aguas y materias excluídas. Además, los Servicios Municipales nunca estuvieron implementados para poder cumplir o hacer cumplir lo dispuesto en las normas del “Servicio de la Sanidad Terrestre”, que incluía siete capítulos: de los establecimientos industriales; de los mercados; de los mataderos; de los cementerios; del reconocimiento y traslación de cadáveres; de las obras y edificios públicos y civiles; y, de los establecimientos higiénicos municipales. 3.3.2 Servicio de Higiene Pública del Concejo Provincial de Lima El Servicio de Higiene Pública del Concejo Provincial de Lima, efectuó entre 1901 y 1908, siendo alcalde don Federico Elguera, una importante labor de urbanización e higienización de la capital. Durante su gestión se inauguró el Instituto Municipal de Higiene, que estuvo a cargo del Dr. Juan B. Agnoli que cumplió un destacado papel en la lucha contra la peste bubónica en Lima. El control sobre las ordenanzas sobre suministro de sustancias alimenticias y bebidas, se efectuaba por un cuerpo de siete pesquisadores municipales; mientras que las operaciones bromatológicas eran ejecutadas por el Instituto Municipal de Higiene. Por decreto supremo de 18 de febrero de 1913, un año antes de finalizar el período de 50 años concedidos, el gobierno rescindió el contrato y compró la Empresa del Agua, “con el objeto de tomar a cargo el servicio de agua potable de Lima y ejecutar, oportunamente, las obras necesarias ‘para aumentar la actual provisión de agua, mejorar su calidad y colocarla, con presión bastante y sin intermitencias, al alcance de los consumidores y de los servicios públicos que urgentemente la reclaman’…”. En opinión de Julián Arce, tales medidas “son dignas del mayor encomio y comprometen la gratitud del vecindario”. Para administrar tales servicios se creó en ese mismo año de 1913 el Consejo Superior de Agua Potable de Lima, que luego se convertiría en la Junta Municipal de Agua Potable de Lima 3.3.3 Instituto Municipal de Higiene El Instituto Municipal de Higiene de la ciudad de Lima fue establecido en 1902 por el Concejo Municipal e inaugurado en 1903. Reemplazó al antiguo Laboratorio Químico Municipal. Especialmente contratado por la Municipalidad, para hacerse cargo de la Dirección Técnica del Instituto, llegó al Perú en 1902 el bacteriólogo italiano Ugo Biffi Gentile, ayudante del célebre Dr. Sannarelli de las Universidades de Bologna y Roma. Biffi trajo un moderno equipo de bacteriología que convirtió al laboratorio municipal en el más moderno de su tipo en el país. Posteriormente, durante el oncenio de Leguía, el Instituto tuvo que subordinar sus iniciales actividades de investigación a la atención de la demanda de servicios tales como el análisis bacteriológico de agua potable y de comestibles, exterminio de ratas y producción de sueros y vacunas. Esta demanda desbordó las capacidades institucionales, porque las necesidades de la ciudad estaban creciendo rápidamente mientras el personal y recursos del Instituto iban disminuyendo. Las sucesivas Memorias de la entidad indican que el otrora mejor laboratorio bacteriológico de Lima estaba en franco deterioro desde el año 1920. (Franco & Neira, 1986). CONCLUSIONES. El cuidado de la salud pública, era entendido como una garantía para el crecimiento poblacional, condición imprescindible para el progreso nacional. Por ello, a inicios del siglo XX, el Estado peruano empezó paulatinamente a convertirse en el principal agente del sistema de salud en el Perú. La población explora las implicancias de la higiene en los cambios sobre las concepciones del cuerpo femenino, período, donde los discursos modernizadores de médicos y escritoras vanguardistas redefinieron la representación social del cuerpo femenino al formular posiciones higienistas que situaban la maternidad como centro de la identidad de las mujeres y como tema de interés público. Ley del 6 de noviembre de 1903, promulgada por Manuel Candamo, se crea la Dirección de Salubridad Pública como nuevo órgano de línea del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, en dependencia directa del Ministro. La primera estructura estatal permanente, encargada de la gestión y ejecución de las funciones de protección higiénico-sanitaria a nivel nacional. Las acciones de saneamiento ambiental en el ámbito local continuaron formalmente a cargo de las prefecturas y de las municipalidades durante todo el período. Bibliografía BUSTÍOS ROMANÍ, C. (2004). Cuatrocientos años de la salud pública en el Perú (1533- 1933). Lima: Concytec/UNMSM. .
Franco, C., & Neira, H. (1986). El problema de las élites y el pensamiento. Los novecentistas peruanos, 1895-1930. Lima: Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación.
MANNARELLI, M. E. (1999). Limpias y modernas. Género, higiene y cultura en la Lima del
novecientos. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Mc Evoy, C. (1997). La utopía republicana: ideales y realidades en la formación de la
cultura política peruana (1871-1919). Lima: PUCP. ANEXO