Sie sind auf Seite 1von 12

CORRELACIONES ENTRE CINEMÁTICAS DE LA PLACA DE NAZCA / FARALLÓN Y LA EVOLUCIÓN DE

LA CUENCA FOREARC EN ECUADOR

Estructura del antebrazo

La configuración estructural del antebrazo de Ecuador en términos del margen andino se describe
en la Figura 12. Seis eventos estructurales diferentes contribuyen a la evolución del antebrazo. La
vinculación de estos eventos con su respuesta sedimentaria, dado el buen control de la
bioestratigrafía, permite que los eventos se vean limitados tanto en el tiempo como en el espacio.

Esta evolución estructural será discutida en secuencia cronológica a continuación.

1. Una deformación temprana del Paleoceno al Eoceno Medio del Piñon dio como resultado la
erosión a gran escala de la formación Cayo y una discordancia angular con la piedra caliza de San
Eduardo y la formación de San Mateo que lo recubren (Figura 9). Esta deformación se atribuye a la
acreción del terreno de Piñon durante el Pococeno-Eoceno Inferior.

2. Durante el Eoceno Medio al Tardío, el basamento de Piñon y Cayo del Forearc tuvo fallas
extensivas y se estableció el patrón estructural principal de hoy (Figura 10). Este patrón comprende
una serie de fallas de tendencias principales de VNW-ESE: las Esmeraldas, la Bahía de Caráquez, el
Chongon Colonche y las fallas de Santa Cruz (Figuras 10 y 11). Aunque en su mayoría son estructuras
extensionales, cada una de estas fallas tiene un pequeño componente del movimiento de
deslizamiento lateral izquierdo [Benltex, 1986], visto hoy como compensaciones de estructuras de
basamentos. La formación de estas fallas coincide con el período de deposición del flysch del
Eoceno.

Las fallas WNW-ENE, en particular las Esmeraldas, Chongon Colonche y Santa Cruz, controlaron la
deposición del flysch del Eoceno. Las direcciones actuales dentro del flysch indican que fluyó
aproximadamente paralela a las tendencias de estas fallas que forman cuencas (F. Ramírez,
comunicación personal, 1987). También es evidente que la sección del Eoceno se hace más gruesa
en estas fallas, enfatizando su naturaleza sintética (Figura 11a).

Las fallas WNW-ESE se desarrollaron entre dos estructuras más grandes, la trinchera Farallon /
Nazca y la sutura Cauca-Pallatanga (Figura 10). La interpretación presentada es que las fallas en el
antebrazo de la tendencia de WNW-ESE representan características secundarias de un sistema de
deslizamiento de impacto más regional y dextral desarrollado entre la zanja y la sutura Cauca-
Pallatanga. La Figura 13 describe esta interpretación y sugiere que las fallas actuales de WNW y los
bloques delimitados por fallas han girado en sentido horario durante la formación de la cuenca. Este
período culminó en una fase menor de inversión (reactivación por contracciones de un sistema de
fallas o fallas extensivas preexistentes) en estas cuencas del Eoceno Medio a Tardío (Figura 9).

Este evento de formación de cuencas en el Eoceno Medio-Tardío y la sedimentación asociada con


el flysch, se superponen en el tiempo con el período de 21 a 13 (período Eoceno Medio a Tardío)
(período de convergencia rápida en la zanja de Ecuador). La oblicuidad de la convergencia implica
una componente de deslizamiento dextral paralela al margen activo.

3. La tercera deformación registrada en el antebrazo es una fase de la extensión este-oeste, antes y


durante la deposición del Oligoceno Tardío al Mioceno Medio de la formación Tosagua. La extensión
se ve en una serie de fallas de tendencia norte-sur a NNE-SSW que cortan la sección del Eoceno en
todo el antebrazo. La formación de Tosagua parece engrosarse en estas fallas, particularmente en
el caso de la falla de Portoviejo (Figura lib), indicando sus orígenes sindisimentarios.

Durante o inmediatamente antes de esta extensión, se produjo una ruptura regional en la


sedimentación en el antebrazo.

Este hiato puede deberse, en parte, al evento final de inversión del Eoceno, que resulta en
desordenes estructurales locales entre las secciones de Eoceno y Oligoceno. Sin embargo, la
naturaleza regional de la discordancia sugiere que también estaba en funcionamiento un control
más profundo. Baldock [1982] señala que esta ruptura parece ser representada como una
discordancia andina.

La extensión del oligoceno al Mioceno temprano normal a la zanja coincide con el rápido descenso
de la velocidad de convergencia de la cronona 13 y el período de sucesión de la cronología 13 a la
cronología 7 (Oligoceno al Mioceno temprano) de convergencia lenta.

4. La cuarta fase de la deformación en el antebrazo comienza en el Mioceno Medio con el inicio de


una inversión generalizada de las cuencas del antebrazo. El inicio de este evento está marcado por
la separación de las cuencas de Manabi y Progreso por el surgimiento de la cresta de Chongon
Colonche y la subsiguiente restricción de los sedimentos del Grupo Daule del Mioceno Medio al
norte de la cresta [Baldock, 1982].

El episodio de inversión culminó en el Mioceno-Piloceno Tardío con la formación del rango de la


colina de Chongon Colonche, una importante estructura monoclinal orientada hacia el sur que
afecta a todas las litologías del Mioceno (Figura 11a). Se puede mapear un pliegue monoclinal de
menor escala pero similar a lo largo de la costa del antebrazo al este de Playas al sur de la cuenca
Progreso (Figuras 10 y 11a). En el subsuelo de la cuenca Progreso, Benítez {1986] muestra una
inversión importante después de la deposición de la formación Progreso, lo que también implica
una edad del Mioceno tardío al Plioceno para la inversión. Un límite superior en el episodio de
inversión está definido por la formación de Bazar de Plio-Pleistoceno que se encuentra
horizontalmente sobre estratos plegados en la cuenca de Manabi al norte de las colinas de Chongon
Colonche.

Al mismo tiempo que la inversión de la cuenca, la formación de la cuenca continuó en el este del
antebrazo, localizada a lo largo de un complejo sistema de fallas de deslizamiento por impacto
dextral que se aproxima a la falla de Babahoyas (Figura 10). Los desplazamientos de deslizamiento
de impacto generaron la cuenca de separación Jammbeli en alta mar, con una sección gruesa de
sedimentos de Plio-Pleistoceno, y resultaron en una inversión local a medida que se desarrollaba el
sistema de deslizamiento de impacto.

Esta inversión del antebrazo del Mioceno Medio-Plioceno se correlaciona con la cronología 6 con el
aumento de la tasa de convergencia actual. Dentro de la misma ventana, se prevé que la cresta de
Carnegie haya chocado con la trinchera de Ecuador (8 Ma). De manera similar, la corteza flotante
de la cresta de Galápagos comenzó a ser subducida en la trinchera de Ecuador. No se cree que
ninguna de estas dos últimas características haya estado operando desde el Mioceno Medio cuando
se observan los primeros efectos de la inversión en el registro estratigráfico.
5. El evento de estructuración más reciente y en curso en el antebrazo es el levantamiento vertical
que ha traído a la Tierra sobre el nivel del mar hoy. Las regiones costeras del antebrazo están
subyacentes por los sedimentos marinos del Pleistoceno de la formación de Tablazo, una serie de
arenas bioclásticas. El levantamiento de estos sedimentos, como terrazas marinas, a una altitud de
hasta 225 m es claramente un evento reciente.

La causa de este levantamiento es incierta, sin embargo, obviamente no está controlado por fallas,
como lo es la inversión de la cuenca del Mio-Plioceno. El levantamiento puede ser el resultado de la
subducción de la cresta de Carnegie flotante o, alternativamente, algún tipo de subplatación de la
zona de subducción.

La evolución tectonoestratigráfica del terreno del antebrazo, como se discutió anteriormente, se


resume como una serie de reconstrucciones en la Figura 14. La evolución episódica del antebrazo
se destaca en esta secuencia desde la acumulación de Piñon hasta nuestros días.

DISCUSIÓN

La tectónica de placas y la geología del antebrazo ecuatoriano.

De los cinco eventos estructurales discutidos sobre todo, excepto el último levantamiento, pueden
estar ligados únicamente a un evento tectónico de placas en la trinchera de Ecuador.

1. La formación de la discordancia del Eoceno temprano entre el basamento oceánico y las


formaciones del Eoceno medio y tardío está relacionada con la acumulación del terreno Piñon en
América del Sur. La elevación registrada por la discordancia del Eoceno base se piensa que es el
resultado de la iniciación de una nueva zona de subducción. La tectónica de pliegue y empuje de la
Cordillera Occidental parece reflejar la colisión del pinón y la sutura de la antigua zona de
subducción a lo largo de la sutura Cauca-Pallatanga.

2. El evento de formación de la cuenca del Eoceno Medio y Tardío y la sedimentación del flysch en
el antebrazo de Ecuador coincidieron con la fase de convergencia rápida de la cronología 21-cron
13 (48-37 Ma) (Figuras 2a y 9).

La convergencia de Farallón / Nazca a Sudamérica fue oblicua, lo que resultó en un gran componente
del movimiento de deslizamiento de impacto dextral paralelo a la zanja (Figura 2b). Esto resultó en
el movimiento hacia el norte del terreno del antebrazo con respecto a América del Sur y la formación
asociada de la cuenca del antebrazo. La mayor extensión norte-sur ocurrió en el borde posterior de
los terrenos, generando la cuenca Esperanza.

3, El oligoceno-Mioceno temprano de este a oeste, la extensión normal de la zanja en el antebrazo


coincidió con la rápida disminución en la tasa de convergencia a la cronología 13 (37 Ma) y el período
subsiguiente de convergencia lenta hasta la cronología 7 o 6 (26 o 20 ma). La extensión se interpreta
como un colapso trinchado de la cuña del antebrazo durante este período de convergencia lenta.

4. El inicio de la inversión de la cuenca del Mioceno Medio coincide con un pulso de convergencia
relativamente rápida desde la cronología 6 (20 Ma) o posiblemente la cronología 7 (26 Ma). La fase
de inversión culminó en el Mioceno-Plioceno Tardío (10-2 Ma).
La culminación de la inversión puede ser únicamente el resultado de la rápida convergencia o puede
haber sido mejorada por la subducción de la corteza oceánica flotante de la cresta asísmica de
Carnegie.

A partir de este resumen, parece convincente que el desarrollo tectónico episódico de las cuencas
del antebrazo de Ecuador, visto tanto en su estructura como en la estratigrafía, haya sido controlado
por la tasa de convergencia cambiante de Farallón / Nazca a Sudamérica. La Figura 9 muestra esta
correlación yuxtaponiendo el gráfico de la tasa de convergencia con la cronoestratigrafía. Esta
relación sugiere que los cambios en la tasa de convergencia relativa, en lugar de las otras variables
discutidas, han sido los más críticos para dictar la tectónica del antebrazo de Ecuador.

También en apoyo de la interpretación de la tasa de convergencia es la naturaleza aparentemente


regional de los eventos tectónicos asociados con las dos fases de convergencia rápida. Steinman
[1929] reconoció tres fases de la actividad tectónica en los Andes peruanos; Dos de estos, el Eoceno
Incaico y Mio-Plioceno Quechua, corresponden a las rápidas fases de convergencia discutidas aquí.
Los trabajadores posteriores generalmente han apoyado y elaborado el carácter episódico y
regional de estos períodos de actividad tectónica [Baldock, 1982; Megard, 1984; Noble et al., 1979].
Este aspecto regional de la deformación argumenta en contra de la importancia de subducir tractos
localizados de la corteza flotante de crestas asísmicas o cambios en la edad de la losa a través de las
zonas de fractura.

Aunque es difícil probar la relación de reversión / reemplazo de la placa a través del tiempo, el
análisis presentado aquí argumenta que este es un control importante. El movimiento de América
del Sur con respecto al marco de referencia del punto de acceso implica un entorno de arco
constante con un pequeño componente de deslizamiento sinistral. Claramente, esto no concuerda
con la evolución geológica del antebrazo ecuatoriano. Similarmente difícil de restringir es la
estructura de edad de la placa Farallon / Nazca subducida, aunque la sugerencia es que la edad de
la placa subducida se vuelve cada vez más joven a través del Terciario. Esto tampoco puede explicar
la compleja secuencia de eventos geológicos discutidos. La subducción de la corteza oceánica
flotante de la cresta de Carnegie [Pilger, 1984] en aproximadamente 8 Ma puede haber aumentado
la inversión del antebrazo del Mioceno tardío. Sin embargo, la fase de compresión básica se
estableció durante el Mioceno Medio, significativamente antes de la edad modelada para la colisión
de la cresta de Carnegie. De manera similar, la muy joven corteza oceánica que ahora se está
sometiendo a la zanja de Ecuador parece haber llegado demasiado tarde para ser la única
responsable de la inversión. Sin embargo, también puede haber mejorado el proceso.

En conclusión, parece que la tasa de convergencia cambiante y la dirección de convergencia


bastante constante han sido el principal control sobre la evolución estructural y estratigráfica
terciaria de las cuencas del Forearc del Ecuador. Este control se ha ejercido durante un período de
subducción de losas jóvenes (<50 Ma) en un ángulo relativamente poco profundo. Puede ser que
para que la tasa de convergencia genere las relaciones detalladas descritas anteriormente sobre un
fondo de subducción superficial, la corteza oceánica joven es un requisito previo necesario.

Tasa de convergencia y la cuña orogénica

La convergencia puede controlar la tectónica de margen activo mediante un acoplamiento directo


entre la losa y la placa superior. Ruff y Kanaraori [1980] concluyeron que el entorno estructural en
los márgenes activos está controlado tanto por la tasa de convergencia como por la edad de losa,
que controlan el acoplamiento de la placa superior / placa. Jarrard [1986] estuvo de acuerdo con
esto, pero agregó el parámetro de inmersión de losa poco profunda. La base de su modelo es que
la tasa de convergencia y la edad de la losa determinan la tensión de corte en el límite de la placa,
mientras que la inmersión de la losa es una medida del área de contacto sobre la que actúa esta
tensión. Las observaciones geológicas descritas anteriormente indican que las variaciones en la tasa
de convergencia pueden ser los más críticos de estos parámetros.

Se ha sugerido que los cinturones orogénicos son análogos a la forma de cuña de la reología de tipo
Coulomb [Chappie, 1978; Davis et al., 1983; Dahlen, 1984]. Sin embargo, es probable que las cuñas
orogénicas gruesas en profundidad exhiban una reología más dúctil [Platt, 1986]. Si, como se sugirió
anteriormente, el acoplamiento en la zona de subducción está directamente relacionado con la tasa
de convergencia, entonces los cambios en la tasa de convergencia se reflejarán en los cambios en la
tensión de corte en la base de una cuña orogénica. Las consecuencias geológicas de tales cambios
dependerán de la reología de la cuña.

Se puede hacer una prueba cruda de la aplicabilidad del modelo de cuña a la evolución de las
cuencas del antebrazo de Ecuador. Tomando la zona de subducción como elemento decolente basal
de la cuña y los Andes altos como respaldo, y haciendo las suposiciones de que la losa se sumerge y
las propiedades físicas de la cuña permanecen constantes a lo largo del tiempo, se deduce que, para
una cuña de dúctil, depende de la velocidad. En la reología (p. ej., newtoniana), la pendiente de la
superficie de la cuña será directamente proporcional al esfuerzo de corte basal, que a su vez es una
función de la tasa de convergencia (Figura 15a). Una disminución en la tasa de convergencia daría
lugar a una deformación interna para reducir el estrechamiento. Geológicamente, esto se expresaría
como un colapso de la cuña del antebrazo por extensión normal a la zanja (Figura 15b). Un aumento
de la subsecuencia en la tasa de convergencia daría como resultado una deformación interna para
empeorar el estrechamiento.

Estas dos predicciones de causa y efecto se ajustan a las respuestas observadas de la geología a la
tasa de convergencia en la evolución de la cuenca del antebrazo de Ecuador.

Durante el Oligoceno, una marcada disminución en la tasa de convergencia coincidió con un período
de tectónica extensional normal a la tendencia de la zanja. Interpretado como reductor de
acoplamiento, la cobertura reducida disminuyó la tensión de corte basal de la cuña. La cuña
respondió por extensión y posterior colapso del antebrazo (Figura 15b). Esto fue seguido en el Mio-
Plioceno por una mayor tasa de convergencia y tectónica contraccional. Interpretado como un
aumento en el acoplamiento, esto incrementó el esfuerzo de cizallamiento basal y causó que el
estrechamiento disminuyera por la tectónica contraccional (Figura 15c).

La respuesta a la rápida fase de convergencia durante el Eoceno obviamente no se ajusta al modelo


de cuña. Sin embargo, el aumento en el acoplamiento implicado por la fase de rápida convergencia
fue el control primario sobre la falla de deslizamiento y el desarrollo temprano de la cuenca. A lo
largo del Terciario, la convergencia ha sido oblicua, pero solo durante las fases de la rápida
convergencia se han evidenciado las cuencas de separación y el desplazamiento del terreno hacia
el norte del antebrazo. Esto tiende a sugerir que un acoplamiento fuerte es un prerrequisito para
una falla significativa en el margen activo.
Un posible factor en las diferentes respuestas a la rápida convergencia fue la falta inicial de fallas
importantes en la corteza oceánica del antebrazo durante el Eoceno. Solo cuando el basamento
oceánico estaba suficientemente defectuoso, el terreno del antebrazo era lo suficientemente débil
como para responder como una cuña a los cambios en la tasa de convergencia
CORRELATIONS BETWEEN NAZCA/FARALLON PLATE KINEMATICS AND POREARC BASIN
EVOLUTION IN ECUADOR

Forearc Structure
The structural setting of the Ecuador forearc in terms of the Andean margin is outlined in
Figure 12. Six distinct structural events contribute to the evolution of the forearc. The tying
of these events to their sedimentary response, given the good control on the
biostratigraphy, allows the events to be constrained in time as well as space.
This structural evolution will be discussed in chronological sequence below.
1. An Early Paleocene to pre-Middle Eocene deformation of the Piñon resulted in the large-
scale erosion of the Cayo formation and an angular unconformity with the overlying San
Eduardo limestone and San Mateo formation (Figure 9). This deformation is attributed to
the accretion of the Piñon terrane during the Paleocene-Lower Eocene.
2. During the Middle to Late Eocene the Piñon and Cayo basement of the Forearc was
extensively faulted and the major structural pattern of today established (Figure 10). This
pattern comprises a series of major VNW-ESE trending faults: the Esmeraldas, the Bahia de
Caraquez, the Chongon Colonche, and the Santa Cruz faults (Figures 10 and 11). Although
largely extensional structures, each of these faults has a small component of left-lateral
strike-slip movement [Benltex, 1986], seen today as offsets of basement structures. The
formation of these faults coincides with the period of Eocene flysch deposition.
The WNW-ENE faults, in particular the Esmeraldas, Chongon Colonche, and Santa Cruz,
controlled the deposition of the Eocene flysch. The current directions within the flysch
indicate it flowed approximately parallel to the trends of these basin-forming faults (F.
Ramirez, personal communication, 1987). It is also evident that the Eocene section thickens
into these faults, emphasising their synsedimentary nature (Figure 11a).
The WNW-ESE faults developed between two larger structures, the Farallon/Nazca trench
and the Cauca-Pallatanga suture (Figure 10). The interpretation presented is that the WNW-
ESE trending forearc faults represent secondary features of a more regional, dextral strike-
slip system developed between the trench and the Cauca-Pallatanga suture. Figure 13
outlines this interpretation and suggests that the present WNW trending faults and fault
bounded blocks have rotated clockwise during basin formation. This period culminated in a
minor phase of inversion (contractional reactivation of a preexisting extensional fault or
fault system) in these Middle to Late Eocene basins (Figure 9).
This Middle-Late Eocene basin-forming event and associated flysch sedimentation, overlaps
in time with the chron 21 to chron 13, (Middle to Late Eocene) period of rapid convergence
at the Ecuador trench. The obliquity of the convergence implies a dextral strike-slip
component parallel to the active margin.
3. The third deformation recorded in the forearc is a phase of east-west extension, prior to
and during the Late Oligocene to Middle Miocene deposition of the Tosagua formation. The
extension is seen on a series of north-south to NNE-SSW trending faults that cut the Eocene
section throughout the forearc. The Tosagua formation appears to thicken into these faults,
particularly in the case of the Portoviejo fault (Figure lib), indicating their synsedimentary
origins.
During or immediately prior to this extension a regional break in sedimentation occurred in
the forearc.
This hiatus may, in part, be due to the end Eocene inversion event, resulting in local
structural disordances between Eocene and Oligocene sections. However, the regional
nature of the unconformity suggests that a more profound control was also in operation.
Baldock [1982] notes that this break appears to be represented as an Andean-wide
unconformity.
The Oligocene-Early Miocene extension normal to the trench coincides vith the chron 13
rapid decrease in convergence velocity and the suceeding chron 13 to chron 7 (Oligocene
to Early Miocene) period of slow convergence.
4. The fourth phase of deformation in the forearc commences in the Middle Miocene with
the onset of widespread inversion of the forearc basins. The beginning of this event is
marked by the separation of the Manabi and Progreso basins by the emergence of the
Chongon Colonche ridge and the subsequent restriction of the Middle Miocene Daule
Group sediments to the north of the ridge [Baldock, 1982].
The inversion episode culminated in the Late Miocene-Pilocene with the formation of the
Chongon Colonche hill range, a major south-facing monoclinal structure affecting all
Miocene lithologies (Figure 11a). A smaller scale but similar monoclinal fold can be mapped
along the forearc coast east of Playas to the south of the Progreso basin (Figures 10 and
11a). In the subsurface of the Progreso basin, Benitez {1986] shows major inversion
postdating the deposition of the Progreso formation, also implying a Late Miocene to
Pliocene age for the inversion. An upper limit on the inversion episode is defined by the
Plio-Pleistocene Balzaar formation that lies horizontally on folded strata in the Manabi basin
north of the Chongon Colonche hills.
Contemporaneous with the basin inversion, basin formation continued in the east of the
forearc, localized along a complex dextral strike-slip fault system approximating to the
Babahoyas fault (Figure 10). The strike-slip displacements generated the offshore Jammbeli
pull-apart basin, with a thick section of Plio-Pleistocene sediments, and locally resulted in
inversion as the strike-slip system developed.
This Middle Miocene-Pliocene forearc inversion correlates with the chron 6 to present-day
increased convergence rate. Within the same time window the Carnegie ridge is predicted
to have collided with the Ecuador trench (8 Ma). Similarly, the buoyant crust of the
Galapagos ridge began to be subducted at the Ecuador trench. Neither of these latter two
features are thought to have been operating as far back as the Middle Miocene when the
first effects of the inversion are seen in the stratigraphic record.
5. The latest and on-going structuring event in the forearc is the vertical uplift that has
brought the terrane above sea level today. The coastal regions of the forearc are underlain
by Pleistocene marine sediments of the Tablazo formation, a series of bioclastic sands. The
uplift of these sediments, as marine terraces, to an altitude of up to 225 m is clearly a recent
event.
The cause of this uplift is uncertain, however, it is not obviously fault controlled as is the
Mio-Pliocene basin inversion. The uplift may be a result of the subduction of the buoyant
Carnegie ridge or alternatively some form of subduction zone underplating.
The tectonostratigraphic evolution of the forearc terrane as discussed above is summarized
as a series of reconstructions in Figure 14. The episodic evolution of the forearc is
highlighted in this sequence from Piñon accretion to the present day.
DISCUSSION
Plate Tectonics and Ecuador Forearc Geology
Of the five structural events discussed above all but the very latest uplift may be uniquely
tied to a plate tectonic event at the Ecuador trench.
1. Formation of the Early Eocene unconformity between the oceanic basement and Middle
to Late Eocene formations is related to the accretion of the Piñon terrane to South America.
The uplift recorded by the base Eocene unconformity is thought to be a result of the
initiation of a new subduction zone. The fold and thrust tectonics of the Western Cordillera
appear to reflect the collision of the Piñon and suturing of the old subduction zone along
the Cauca-Pallatanga suture.
2. The Middle to Late Eocene basin-forming event and flysch sedimentation in the Ecuador
forearc was coincident with the chron 21-chron 13 (48-37 Ma) phase of rapid convergence
(Figures 2a and 9).
The Farallon/Nazca to South America convergence was oblique, resulting in a large
component of dextral strike-slip motion parallel to the trench (Figure 2b). This resulted in
the northward motion of the forearc terrane with respect to South America and the
associated forearc basin formation. The greatest north-south extension occurred at the
terranes' trailing edge, generating the Esperanza basin.
3. The Oligocene-Early Miocene east-west, trench normal extension in the forearc was
coincident with the rapid decrease in convergence rate at chron 13 (37 Ma) and subsequent
period of slow convergence up to chron 7 or 6 (26 or 20 Ma). The extension is interpreted
as a trenchward collapse of the forearc wedge during this period of slow convergence.
4. The initiation of the Middle Miocene basin inversion coincides with a pulse of
relatively rapid convergence since chron 6 (20 Ma) or possibly chron 7 (26 Ma). The
inversion phase culminated in the Late Miocene-Pliocene (10-2 Ma).
The culmination of the inversion may be solely a result of the rapid convergence or may
have been enhanced by the subduction of the buoyant oceanic crust of the Carnegie
aseismic ridge.
From this summary it seems compelling that the episodic tectonic development of the
Ecuador forearc basins, seen both in their structure and stratigraphy, has been controlled
by the changing Farallon/Nazca to South America convergence rate. Figure 9 shows this
correlation by juxtaposing the graph of convergence rate with the chronostratigraphy. This
relationship suggests that changes in relative convergence rate, rather than the other
variables discussed, have been most critical in dictating the tectonics of the Ecuador forearc.
Also in support of the convergence rate interpretation is the apparently regional nature of
tectonic events associated with the two phases of rapid convergence. Steinman [1929]
recognized three phases of tectonic activity in the Peruvian Andes; two of these, the Eocene
Incaic and Mio-Pliocene Quechua, correspond to the rapid convergence phases discussed
here. Subsequent workers have generally supported and elaborated the episodic and
regional nature of these periods of tectonic activity [Baldock, 1982; Megard, 1984; Noble et
al., 1979]. Such a regional aspect to deformation argues against the importance of
subducting localized tracts of buoyant crust from aseismic ridges or changes in slab age
across fracture zones.
Although it is difficult to test the rollback/overriding plate relationship back through time,
the analysis presented here argues against this being an important control. South Americas'
motion with respect to the hotspot reference frame implies a constant arc environment
with a small sinistral strike-slip component. Clearly, this does not agree with the geological
evolution of the Ecuador forearc. Similarly difficult to constrain is the age structure of the
subducted Farallon/Nazca plate, although the suggestion is that the age of the subducting
plate gets progressively younger through the Tertiary. This also cannot explain the complex
sequence of geological events discussed. Subduction of the buoyant oceanic crust of the
Carnegie ridge [Pilger, 1984] at circa 8 Ma may have enhanced the Late Miocene forearc
inversion. However, the basic compressive phase was established during the Middle
Miocene, significantly earlier than the modeled age for the Carnegie ridge collision.
Similarly, the very young oceanic crust now being subducted at the Ecuador trench appears
to have arrived too late to be solely responsible for the inversion. However, it also may have
enhanced the process.
In conclusion, it appears that the changing convergence rate and fairly constant
convergence direction have been the major control on the Tertiary structural and
stratigraphic evolution of the Ecuador torearc basins. This control has been exercised during
a period of young slab (<50 Ma) subduction at a relatively shallow angle. It may be that for
the convergence rate to generate the detailed relationships outlined above a background
of shallowly subducting, young oceanic crust is a necessary prerequisite.
Convergence Rate and the Orogenic Wedge
Convergence may control active margin tectonics by means of a direct coupling between
the slab and upper plate. Ruff and Kanaraori [1980] concluded that structural environment
at active margins is controlled by both convergence rate and slab age, which together
control slab/upper plate coupling. Jarrard [1986] agreed with this but added the parameter
of shallow slab dip. The basis of his model is that convergence rate and slab age determine
the shear stress at the plate boundary while slab dip is a measure of the contact area over
which this stress acts. The geological observations outlined above indicate that variations
in convergence rate may be the most critical of these parameters.
It has been suggested that orogenic belts are analogous to a wedge shape of Coulomb-type
rheology [Chappie, 1978; Davis et al., 1983; Dahlen, 1984]. However, it is likely that thick
orogenic wedges at depth exhibit a more ductile rheology [Platt, 1986]. If, as suggested
above, coupling at the subduction zone is directly related to convergence rate, then changes
in convergence rate will be reflected in changes in shear stress at the base of an orogenic
wedge. The geologic consequences of such changes will depend on the rheology of the
wedge.
A crude test may be made of the applicability of the wedge model to the evolution of the
Ecuador forearc basins. Taking the subduction zone as the basal decolleraent of the wedge
and the high Andes as a backstop, and making the assumptions that slab dip and the physical
properties of the wedge remain constant through time, it follows that, for a wedge of
ductile, rate dependant rheology (e.g. Newtonian), the surface slope of the wedge will be
directly proportional to the basal shear stress, which in turn is a function of convergence
rate (Figure 15a). A decrease in convergence rate would result in internal deformation to
reduce the taper. Geologically, this would be expressed as a collapse of the forearc wedge
by extension normal to the trench (Figure 15b). A subsequence increase in the convergence
rate would result in internal deformation to steepen the taper. Geologically, this would be
expressed as a compressive event thickening the forearc wedge (Figure 15c). In both cases
the deformation would be likely to be concentrated on existing fault structures.
These two cause and effect predictions fit the observed responses of geology to
convergence rate in the basin evolution of the Ecuador forearc.
During the Oligocene a marked decrease in convergence rate coincided with a period of
extensional tectonics normal to the trend of the trench. Interpreted as reducing coupling,
the decreased covergence lowered the basal shear stress of the wedge. The wedge
responded by extension and subsequent collapse of the forearc (Figure 15b). This was
followed in the Mio-Pliocene by an increased convergence rate and contractional tectonics.
Interpreted as an increase in coupling, this increased the basal shear stress and caused the
taper to steepen by contractional tectonics (Figure 15c).
The response to the rapid convergence phase during the Eocene does not obviously fit the
wedge model. However, the increased coupling implied by the phase of rapid convergence
was the primary control on the strike-slip faulting and early basin development. Throughout
the Tertiary, convergence has been oblique, yet only during the phases of rapid
convergence have pull-apart basins and northward forearc terrane displacement been
evident. This tends to suggest that strong coupling is a prerequisite for significant active
margin strike-slip faulting.
A possible factor in the differing responses to rapid convergence was the initial lack of major
faults within the forearc oceanic crust during the Eocene. Only when the oceanic basement
was sufficiently faulted was the forearc terrane weak enough to respond as a wedge to the
convergence rate changes.
BIBLIOGRAFIA
Dayly 1989

Das könnte Ihnen auch gefallen