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Globalización militar

Carlos Montemayor

En cierto modo resulta lógico aceptar que el narcotráfico afecta la seguridad interior del país
y que por lo tanto está dentro de las misiones del Ejército el combatirlo y desplazar, si es
necesario, a los cuadros policiacos especializados en esa lucha. Desde otra perspectiva, esto
parecería confirmar la creciente militarización del país. Pero cabe otra posibilidad: el empleo
del Ejército Mexicano en tareas policiacas de seguridad pública y en el combate al
narcotráfico es una forma de desnaturalizar, debilitar y desmantelar a mediano y a largo
plazos la estructura militar en México.

En 1996, cuando el Partido Republicano celebró su convención en San Diego, el entonces


candidato Robert Dole afirmó que de triunfar en las elecciones ordenaría a las Fuerzas
Armadas norteamericanas que participaran en la lucha antinarcóticos. El general Barry
McCaffrey se opuso de inmediato: tildó de grave error que se expusiera al Ejército
norteamericano al inmenso poder de corrupción del narcotráfico y se le desviara así de sus
funciones primordiales de seguridad nacional La misión de las Fuerzas Armadas era superior:
conservar la integridad y la capacidad de defensa de Estados Unidos, sobre todo ahora que
es el vencedor de la Guerra Fría A muchos nos resultó paradójico que se opusiera a que las
Fuerzas Armadas norteamericanas participaran en la lucha antinarcóticos y en cambio
aceptara —y exigiera— que las de América Latina lo hicieran ¿Por qué al Zar antidrogas
norteamericano sí le parece natural que nuestros ejércitos se expongan al inmenso poder de
corrupción del narcotráfico y el suyo no?

Las razones ocultas del general McCaffrey se transparentan si recordamos las declaraciones
que un año antes, el 24 de julio de 1995, dio a conocer en la Reunión Ministerial de Defensa
de las Américas, cuando se desempeñaba como comandante en jefe del Comando Sur Expuso
en esa ocasión que el fin de la Guerra Fría había llevado a Estados Unidos a cambiar
significativamente la orientación y naturaleza de sus Fuerzas Armadas y afirmó que, como
un “apéndice del norte”, también “nuestros colegas uniformados de toda América Latina
están atravesando por un proceso militar de análisis, transformación y orientación”; después
avanzó que los posibles papeles y misiones de los ejércitos latinoamericanos para el siglo
XXI, “serían operaciones de apoyo doméstico, protección del medio ambiente,
administración colectiva de las fronteras, operaciones humanitarias, operaciones
convencionales de los intereses del soberano y operaciones regionales contra el narcotráfico”
Es decir, durante el siglo XXI los ejércitos latinoamericanos tendrán que realizar tareas
distintas a las del Ejército de Estados Unidos Esta encomienda de nuevas misiones para
nuestras Fuerzas Armadas revela otro tipo de globalización Sería absurdo pensar que a la
globalización económica no sucediera la globalización de las fuerzas militares Al
sometimiento financiero, industrial, diplomático, sobreviene ahora en nuestros países el
sometimiento a nuevas estrategias militares A la apertura comercial de los mercados
corresponde un nuevo ajuste de fronteras desde la perspectiva de la teoría de seguridad
continental Ahora se trata de convertir a los ejércitos latinoamericanos en una especie de
fuerzas de complemento que puedan cooperarse con aquello que en el futuro será el único
cuerpo propiamente militar del continente: el ejército norteamericano El imperio no quiere
ya invadir: requiere la docilidad de fuerzas complementarias o de apoyo
Pues bien, la intervención del Ejército Mexicano en la lucha contra el narcotráfico lo expone
a los graves riesgos, primero, de la corrupción También lo obliga a desarrollar tareas
policiacas que no forman parte de sus misiones Lo somete, además, a una lucha desigual que,
desde la perspectiva de Estados Unidos, sólo se enfoca al control de la oferta externa de
narcóticos sin que se corresponda con una lucha de ese país contra la demanda y la oferta
internas; es decir, se le utiliza, según proponía McCaffrey en 1995, como un instrumento
regional de control externo en una lucha que más se dirige a consolidar el monopolio
norteamericano de los narcóticos dentro y fuera de Estados Unidos que a combatirlo dentro
y fuera de esas fronteras Por último, se le expone a severas fisuras con los cuerpos policiacos
y con los cuadros políticos del gobierno mexicano
El caso del general Gutiérrez Rebollo fue un duro golpe para la Secretaría de la Defensa y
para el país entero, dada la presión política y económica que representan los acuerdos
binacionales en esta materia y sobre todo el proceso de certificación Pero es imposible creer
que la corrupción del narcotráfico ha llegado solamente a los altos mandos militares y que
permanezcan al margen otras altas autoridades de las secretarías de Estado, de las
procuradurías del país o de los gobiernos estatales ¿Por qué nada más al Ejército se le obliga
a reconocerlo? ¿Por qué en otras áreas no se exige también lo mismo? ¿No podría originar
fisuras un trato así a la jerarquía militar y otro de protección a las jerarquías políticas?
Insisto, dentro del llamado proceso de militarización de México estamos presenciando no
necesariamente el encubrimiento militar, sino el repliegue e ineficiencia de los cuadros
políticos del país y el inicio del proceso de comportamiento militar acorde con la nueva
estrategia de seguridad nacional que Estados Unidos ajusta para el continente Dentro de este
proceso de desgaste debemos situar, como lo haremos en futuras entregas, y sobre todo ahora
que el EPR parece haber roto una aparente “tregua” y que el diálogo con el EZLN se
encuentra estancado, la lucha contra los movimientos guerrilleros.

31/Mayo/1997

Línea Proletaria y Gobernación


Carlos Montemayor
Uno de los nombramientos más relevantes en la Secretaría de Gobernación ha sido el
de Adolfo Orive como coordinador de asesores Es una poderosa señal de los posibles
cambios esenciales que el gobierno federal puede alcanzar Cambios que podrían ser
peligrosamente negativos; cambios esenciales que podrían ser incalculablemente
positivos Adolfo Orive es conocedor y protagonista de un proceso político reciente; una
parte importante de la historia social y política de México de finales del siglo XX se
relaciona con él y aún no se han descrito los alcances y consecuencias de su trayectoria
social y personal
Conocedor a profundidad de los movimientos campesinos y catequísticos de las
comunidades indígenas de los Altos y de las Cañadas de Chiapas, llegó a los extremos
de la coincidencia y la discrepancia con Samuel Ruiz y con la diócesis de San Cristóbal
de las Casas Los brigadistas encabezados por Adolfo Orive fueron expulsados de la
diócesis y esto afectó no solamente la memoria de esas brigadas, sino también el análisis
político que sobre el EZLN efectuaron Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho
Solís y sucesivos funcionarios y asesores de la Secretaría de Gobernación en el gabinete
del presidente Ernesto Zedillo Sobre todo, afectó por alentar la confusión del poder de
la diócesis con el movimiento mismo del EZLN La diócesis y el EZLN no son la misma
fuerza, no son la misma entidad Adolfo Orive tiene las condiciones, si se lo propone a
fondo, de aclararle esto al gobierno federal Tiene las condiciones para poner al servicio
de una solución pacífica todo su conocimiento Tiene que prohibirse la otra opción:
regresar con resentimiento y revanchismo ante viejos conocidos como Samuel Ruiz y
Gonzalo Ituarte, porque así cancelaría, de manera quizás irreparable, las posibilidades
del diálogo y la pacificación

El lector tendrá una idea más amplia de lo que estoy diciendo si retomamos algunos de los
datos que apunté en Chiapas, la rebelión indígena de México A finales de 1976, el obispo
Samuel Ruiz viajó a la comarca lagunera para apoyar como mediador a la diócesis de Torreón
El gobernador de Coahuila, Oscar Flores Tapia, había ordenado arrestar a algunas decenas
de campesinos que en demanda de tierras habían bloqueado los accesos a San Pedro de las
Colonias Entre los detenidos se hallaba el sacerdote José Batarse, eje de la negociación que
planteaba el gobernador: si dejaba la diócesis de Torreón, quedarían en libertad todos los
detenidos Para el gobernador era claro que el padre Batarse ejercía un gran ascendiente sobre
un nutrido grupo de sacerdotes que participaba en ciertas brigadas de acción política de una
organización llamada Línea Proletaria, derivada a su vez de otra más amplia, denominada
Política Popular, que desde los inicios del movimiento estudiantil de 1968 había ido
formando primero sus postulados de acción ideológica y luego brigadas activas en varias
zonas de Durango, Sonora y Michoacán, y en ciudades como Torreón, Monterrey y
Monclova
Durante ese viaje de 1976, Samuel Ruiz tuvo contacto con los cuadros de Línea Proletaria y,
a invitación suya, después de septiembre de 1977, los brigadistas comenzarían a trabajar en
Chiapas, en la región de las Cañadas, al lado de la línea pastoral propia de la diócesis de San
Cristóbal de las Casas, a fin de fortalecer la organización social, no sólo catequística, de las
comunidades
En sus orígenes, Política Popular aglutinó a estudiantes de varias instituciones de enseñanza
superior, particularmente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto
Politécnico Nacional Un grupo determinante en el futuro de la organización provino de la
Escuela Nacional de Economía y de la Facultad de Ingeniería Además de Hugo Andrés
Araujo, Adolfo Orive, hijo de Adolfo Orive Alva, secretario de Recursos Hidráulicos durante
el gobierno de Miguel Alemán, fue la cabeza ideológica y financiera; cursó un posgrado en
la Escuela Normal Superior de París y su ideología maoísta se estructuró a partir de la
orientación de su asesor, Charles Bettelheim, y de sus investigaciones sobre la Revolución
Popular Cultural China
El sábado 17 de septiembre de 1977, Adolfo Orive se reunió en la vicaría de la diócesis de
San Cristóbal con los sacerdotes que trabajaban con Samuel Ruiz; una semana después,
llegaron los primeros once brigadistas de Línea Proletaria a Chiapas Pero en el transcurso del
primer año, empero, la polarización entre los cuadros de Línea Proletaria y el obispado fue
en aumento, hasta la ruptura violenta Samuel Ruiz expulsó prácticamente a las brigadas de
Línea Proletaria Empleo la palabra expulsión porque es la que más se aviene con el recuerdo
que varios brigadistas tienen de esa ruptura y de su salida de Chiapas No todos lo vieron
como una discrepancia entre la línea pastoral y la organización política, pues a menudo los
cuadros preparados por la línea pastoral eran los mismos que encabezaban las organizaciones
agrarias en la demanda de tierras y en la regularización de su tenencia
Tengamos en mente que se preparó, por la línea pastoral, a 8,000 catequistas y a 400 diáconos
que actuaban en más de 2,500 comunidades indígenas de la diócesis Los diáconos o
tuhumeles podían administrar ciertos sacramentos, particularmente el del matrimonio, y a
menudo eran los líderes de las organizaciones campesinas Los mismos cuadros de catequistas
se convertían naturalmente en las bases de acción de Línea Proletaria, por lo que pronto la
discrepancia empezó a mostrar su principal factor: el deslinde de autoridad en esos grandes
e importantes cuadros de masas La acción pastoral de la diócesis y la acción política de los
brigadistas invitados convergieron durante algunos años en el fortalecimiento de
organizaciones campesinas, de cuadros activos en comunidades y de ciertos métodos de
acción rápida que el EZLN utilizaría después, como la construcción previa de estructuras de
viviendas y su desplazamiento sigiloso para “edificar” súbitamente, de la noche a la mañana,
un poblado o un campamento en terrenos disputados por las comunidades o las
organizaciones agrarias. La expulsión marcaría, en la memoria de quienes ya en ese momento
eran amigos cercanos de Carlos Salinas de Gortari, el deslinde de poder como elemento
básico de esa ruptura y el predominio indiscutible del obispo Samuel Ruiz Una premisa
natural para los exbrigadistas de Orive en Chiapas sería que el ingreso de los cuadros que se
convirtieron en el EZLN estaría determinado sólo por la decisión del obispo Es momento de
que esta confusión desaparezca Adolfo Orive es clave en el cambio de análisis que pueda
lograr el gobierno federal
Es raro que el destino ofrezca dos veces la misma posibilidad a un solo individuo Orive está
situado de nueva cuenta en el mismo camino hacia Chiapas, casi con los mismos
colaboradores y antagonistas que hace varios lustros Esperemos que llegue otra vez con
espíritu abierto, pensando otra vez en el país, en los cambios que México necesita No en
saldar viejas cuentas personales, sino en saldar las viejas cuentas de Chiapas

17/Enero/1998

México: Las FARP y Seguridad Nacional

Carlos Montemayor

Hay algunas incongruencias de seguridad nacional en la aprehensión de los presuntos


miembros de las FARP. Debemos tener presente que en 1994, a raíz del levantamiento del
EZLN en Chiapas, se incrementaron las tareas de inteligencia vinculadas con la detección de
grupos subversivos. Tales tareas abarcaban no solamente la localización y seguimiento de
elementos y células, también los intentos de infiltrarlos y de coparlos mediante grupos
paramilitares o mediante comandos de elite militar que se hacían pasar por las células de
grupos guerrilleros en diversas regiones detectadas como sensibles a estos levantamientos.
El incremento en las tareas tampoco se limitó a las dependencias federales; ahora sabemos
que hubo un intento de descentralización y de multiplicación de focos de inteligencia en
varios estados de la República.

La naturaleza de una parte de la información que privilegiaron estos centros de inteligencia


quedó clara en dos trabajos "historiográficos" y "periodísticos": La rebelión de las cañadas,
de Carlos Tello Díaz, y el de Bertrand de la Grange y Maite Rico, Marcos: la genial
impostura. En ambos casos la información provino de dos fuentes en ese momento muy
diferentes: el Cisen e Inteligencia Militar.

Un cambio cualitativo se dio en el momento que el almirante Wilfrido Robledo Madrid dejó
el Cisen y pasó a encabezar, como primer comisionado, la Policía Federal Preventiva (PFP).
Primero, parte del personal dedicado a las tareas de investigación de la subversión en México
se integró en la PFP. Segundo, la información de inteligencia sobre ese campo comenzó a
concentrarse en la PFP. Durante el periodo del almirante, las investigaciones sobre la
subversión, es decir, sobre EPR, ERPI, FARP y tres o cuatro organizaciones más, dieron un
giro esencial: se propusieron conocer la estructura toral, jerárquica, de los grupos guerrilleros,
pero no capturar las células que no conducirían a las cabezas rectoras de las organizaciones.

Veamos esto con cierto detenimiento. Es factible localizar o identificar elementos


individuales e incluso células de grupos subversivos. Es relativamente sencillo sostener un
seguimiento de esos elementos durante un tiempo prolongado. Por esa vía, es lógico que se
identifiquen una, dos o más casas de seguridad. A partir de ahí es factible aplicar un
seguimiento más fino: registros fotográficos, de audio y de filmación, y no sólo vigilancia
constante de las casas. Es factible todo esto, en efecto, pero no indefinidamente. Las
organizaciones mismas pueden abandonar casas y vehículos si detectan que han sido
localizados. Pueden y deben abandonarlos también por la necesidad misma de su movilidad.
En ambos casos suele decirse que los autos o las casas están "quemados" o "se quemaron".

Hace dos años, a la PFP no le importaba tomar por asalto ni catear una casa de seguridad,
porque entendía que las casas sólo eran canales de comunicación de una o varias jerarquías
de un grupo.

Tampoco le interesaba detener una célula o un comando guerrillero, porque entendía que las
células no conducen automáticamente a las jeraquías más altas; son estancos vinculados con
lazos muy tenues a otras células del mismo nivel o a otras de un nivel inmediatamente inferior
o superior. Para llegar a las células cupulares era necesario aguardar con paciencia, extender
con tenacidad la investigación para identificar todas las células posibles y descifrar la
estructura jerárquica de la organización guerrillera. En ese momento, pues, en ese culminante
momento, podrían actuar.

La base de datos que comenzó a construir la PFP era novedosa por su teoría, por sus
propósitos y por sus supuestos. La información sobre células, elementos individuales,
registros fotográficos y filmográficos que pudieron acumular de casas de seguridad llegó a
ser cualitativamente mejor que en otros tiempos de Seguridad Nacional. Así las cosas, ¿cómo
podríamos analizar o leer la "decisión" de Seguridad Nacional de aprehender a una presunta
célula de las FARP?

En primer lugar, debemos considerar que algo de fondo pudo haber cambiado con la
remoción del almirante Wilfrido Robledo, que se refleja en este nuevo modus operandi
repentino. Cuando una célula es interceptada, o cuando la organización detecta que una célula
es interceptada o incluso infiltrada, la organización misma bloquea los contactos o accesos
que esa célula tuviera con otros segmentos de la organización. En otras palabras, cuando se
captura una célula se corta la línea de cualquier posible investigación futura. Significa un
retroceso, puesto que se debe empezar, otra vez, de cero.

Lo mismo podemos decir de las casas de seguridad. En cuanto una organización guerrillera
detecta que la casa ha sido identificada, borra todos los canales que a través de ella solían
manifestarse. Es decir, una casa de seguridad se toma por asalto o se catea cuando se tiene la
certeza de que en ella se capturará una célula o un elemento indispensable de las jerarquías
cupulares de la organización. Pues bien, no se persiguió ninguno de estos objetivos con el
cateo de cuatro casas de seguridad ni con la detención de cinco presuntos miembros de las
FARP.

Sabemos que ahora se desempeña en la PGR el anterior responsable de inteligencia de


Wilfrido Robledo en PFP. No sabemos, en cambio, si la información que comenzó a
estructurarse de manera minuciosa en la PFP permanece intacta ahí o si se ha llevado también
a la PGR. Sabemos, eso, sí, que en la aprehensión de los presuntos guerrilleros no se capturó
a ningún dirigente de las FARP; incluso, no es seguro que los detenidos mismos pertenezcan
a las FARP. Por tanto, podemos afirmar, primero, que la información acumulada en los
últimos años por el Cisen y la PFP no se reflejó en absoluto en estas aprehensiones. Es decir,
se catearon casas y se detuvo a individuos que no afectan las posibles rutas y estructuras de
los grupos guerrilleros que se hayan identificado en los últimos años. Así las cosas, podemos
suponer que las casas de seguridad estaban ya "quemadas" y que Seguridad Nacional decidió
"quemar" una célula posible (en caso de que realmente lo sea). Esto nos lleva a una sola
conclusión: Seguridad Nacional prefirió dar un golpe publicitario a mantener vivo el orden
de investigación anterior.

El golpe publicitario va muy de acuerdo con el actual régimen, que privilegia la


mercadotecnia de la imagen a la eficacia en la realidad. El mensaje publicitario de estas
detenciones y cateos a casas de seguridad como resultado de una investigación de 15 días
forma parte del discurso del sueño y la imagen, no de lo real. Pero al golpe publicitario se le
agregan mensajes políticos. Estos mensajes son de endurecimiento oficial. Primero,
establecen que no habrá espacios de negociación para grupos como las FARP, el EPR o el
ERPI. Segundo, que no le importa a la autoridad actual cómo pueda leer estos mensajes
políticos el EZLN. Tercero, de ser cierta la reiterada afirmación del EPR acerca de los padres
de los estudiantes detenidos, que el mensaje político final es preocupante: con esta respuesta
Seguridad Nacional está advirtiendo que no le importará reiniciar, en estos tiempos de
"cambio democrático", la guerra sucia.

Son posibles, sin embargo, otras interpretaciones detrás de los mensajes políticos y detrás del
golpe publicitario mismo. Primero: hay ciertos cambios en las entrañas de Seguridad
Nacional que le impiden actuar con claridad. O peor aún: no hay cambios suficientes al
interior de Seguridad Nacional para sobreponerse a los desacuerdos internos que le han
impedido avanzar más allá de los discursos de hace diez meses.

28/Agosto/2001
Tradición y globalización
Carlos Montemayor

Acaso todavía nos falta entender de manera más profunda la diversidad de significados del
término globalización. A veces creemos que la globalización es una especie de realidad
natural como los ríos, el verano o la nieve. La globalización es un proceso de imposición de
reglas económicas a partir de intereses de corporaciones trasnacionales y no a partir de una
evolución del género humano. Hemos sido lentos en conceptualizar este proceso y debemos
distinguirlo como una nueva forma de colonialismo mundial, una forma de imposición que
tiende a uniformar ciertos segmentos de las sociedades del mundo.

Sin embargo, hay culturas que permanecen en sus territorios originales como fundamento
esencial de una migración mundial con otra dinámica y sentido. Las comunidades mixtecas
y zapotecas en Chicago o en Los Angeles, por ejemplo, van reafirmando su identidad cultural
aunque se encuentren en otro territorio. Es decir, la identidad cultural parece no requerir
necesariamente de la continuidad de un territorio de origen; sus fronteras pueden ser
migratorias. Esto es importante ahora, cuando la globalización busca un mundo con mayor
amplitud para capitales y mercancías y no para el trabajo, no para seres humanos. Tanto los
pueblos que permanecen en sus territorios de origen como los movimientos migratorios de
las culturas tradicionales están mostrando dos facetas opuestas a lo que establece
teóricamente la globalización económica contemporánea.

Si no existe una infraestructura familiar previa, un núcleo migratorio encuentra en una ciudad
su desaparición, su aniquilación cultural, su aniquilación lingüística. Por ello sorprende que
varios núcleos migratorios indígenas recuperen y fortalezcan, en otro territorio, su estructura
cultural, aunque hayan sido durante miles de años campesinos y ahora se conviertan en
mensajeros, jardineros o albañiles. Hay una reconstrucción del sistema de parentesco y de
comunidad, una voluntad de vinculación con sus tierras de origen. Los zapotecos retoman en
Los Angeles la Guelaguetza, recuperan la lengua, la gastronomía, incluso. La cultura
continúa como un soporte poderoso cuando la comunidad no dispone de la tierra original. La
cultura revela su naturaleza migratoria en la memoria misma y en la lengua. Así ocurre con
los kurdos en Alemania, los musulmanes en Francia, los gitanos en Italia, los marroquíes en
España. La presión en el territorio de origen los obligó a definir su identidad; el país al que
llegan les vuelve a exigir esa definición, porque de nuevo les dicen: "tú eres otro". En ese
proceso de definición, el "nosotros" que ellos quieren seguir siendo se convierte en una clave
fundamental para entender los procesos migratorios de hoy. Es, en términos humanos,
sicológicos, lingüísticos, un cuestionamiento a los procesos de la globalización económica
de hoy.

Hace poco visité Tlaxiaco, un punto importante de la sierra mixteca de Oaxaca. Al segundo
día entré en dos de los bancos que había en el centro. Dos ventanillas estaban ocupadas por
familiares de migrantes que trabajaban en algún punto de Estados Unidos y en ellas atendían
solamente el cobro de remesas en dólares. La ventanilla sobrante se dedicaba a operaciones
con moneda mexicana. Tlaxiaco posee una fuerte identidad en todos sentidos: lingüísticos,
religiosos, familiares, gastronómicos, musicales, dancísticos, pero pueden hoy fortalecer su
región con el trabajo de los migrantes que se encuentran en Estados Unidos. La relación
cultural entre los migrantes y sus familias en Oaxaca tiende a fortalecer las regiones mixtecas
donde permanecen los familiares de los migrantes, pero al mismo tiempo tiende a expandir
las posibilidades de trabajo para los futuros trabajadores mixtecos en Estados Unidos.
Estamos hablando de varias dinámicas de un solo proceso. No de hablantes de lengua
española, sino de la expansión de mixtecos que estaban sometidos a una presión específica
en México y que ahora se encuentran sometidos a otra presión en Estados Unidos; que tienen
que aprender a responder como pueblo tanto en el país de origen como en el nuevo. Son
pueblos que en ambos países saben recordar lo que son, fortalecer su memoria y fortalecer
los territorios donde se desenvuelven. Esto es una lección ante la globalización, esto es una
lección social, una lección moral. Porque la globalización se expande en el planeta sin
respetar el polo subyugado y estos migrantes se expanden a otros territorios limpiando,
alimentando, fecundando el territorio donde se expanden y fortaleciendo sus tierras de origen.
Son una muestra de que las fronteras abiertas a los trabajadores son un seguro de vida para
el planeta y que las fronteras abiertas para capitales y mercancías no son necesariamente un
seguro de vida ni de bonanza para el planeta ni para la humanidad.

A lo largo de más de 20 años he comprobado el compromiso que las comunidades indígenas


sienten con el mundo como ser vivo. Los pueblos indígenas sienten que deben conservar y
cuidar la tierra porque no solamente les pertenece a los que viven, sino también a los que ya
murieron y a los que aún no nacen. En este concepto de tiempo donde el pasado no es algo
ya agotado y el futuro no es algo inexistente, sino que son dimensiones que van concurriendo
a la vez, el respeto a la tierra es un compromiso diario y múltiple. Cuando he andado en
Chiapas en terrenos lodosos, reblandecidos por las lluvias, veo a mis compañeros indígenas
caminar por encima del lodo, limpios. A mí, en cambio, a cada paso se me forma un zapato
adicional de lodo que me impide avanzar; siento que me quedaré ahí para siempre, que no
saldré. En esos pueblos hay una elegancia, una limpieza para caminar y relacionarse con el
mundo que yo no he logrado aprender pero que sí he logrado respetar y admirar. Nosotros, a
partir de un razonamiento teórico, científico, debemos entender que sin el mundo no
existiremos. Ellos lo saben desde hace siglos y trabajan para eso. En Guerra en el
Paraíso transcribo parte de un discurso de Lucio Cabañas en el que afirma que la revolución
ayudará no solamente a los pobres. Explicaba que también serían más felices los arroyos y
los venados y las águilas, porque toda la naturaleza viviría mejor. Esto lo afirmó en 1970. La
ecología es una ciencia antigua que los pueblos indígenas del continente conocían y siguen
conociendo a la perfección, pero que nosotros descubrimos lentamente.

18/Mayo/2004
IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN *

Carlos Montemayor

Para los griegos, en la democracia el poder pertenecía al demos o pueblo. Ahora, ¿dónde
radica el poder?, ¿en los pueblos o demos?, ¿en el Estado?, ¿en los grandes consorcios
transnacionales que se autodenominan libre mercado?, ¿están formados los pueblos o demos
de hoy verdaderamente por hombres libres?, ¿en qué medida es válido seguir diciendo que
los gobiernos deben asegurar la libertad de los individuos?, ¿en qué medida la libertad de los
pueblos significa la integridad de un Estado?, ¿en qué medida el actual cambio del mundo
suprime o necesita de esa integridad? En los tiempos no muy remotos de Juan Jacobo
Rousseau, la soberanía popular y los derechos esenciales de los ciudadanos se derivaban
fundamentalmente de un supuesto político, no histórico, llamado Contrato Social. La
globalización está prescindiendo de ese supuesto y ya no es fácil asegurar que la libertad de
los pueblos o la soberanía popular signifiquen la integridad de un Estado. Hay una
permanente abdicación de las soberanías en materia de política económica que los gobiernos
actuales llaman modernización. Evidentemente que las reglas del comercio no las dictan ya
los Estados; hay otro poder por encima de ellos, tangible en términos financieros y políticos.

Sin embargo, sólo los sectores que gozan de bienestar social se desarrollan a plenitud tanto
política como culturalmente. Podemos decir que una sociedad que excluya de ese beneficio
de desarrollo pleno a la mayoría de su población no es democrática. En muchos países se
confunde la estabilidad social con la violencia institucional de la pobreza, el analfabetismo o
la desnutrición. La discriminación racial contra minorías turcas, negras, asiáticas o de origen
hispanoamericano en el llamado Primer Mundo es apenas una parte visible de estos cambios.
La nueva idea de la naturaleza del hombre y sus derechos lleva a los gobiernos a sancionar
legalmente la exclusión de trabajadores en muchas regiones del mundo sometidos a índices
de pobreza extrema o a rechazarlos bajo un estereotipo que los deshumaniza y que
usualmente se llama trabajador o migrante ilegal.

Resulta paradójico en la globalización el aumento de las organizaciones de defensa de


derechos humanos cuando de manera desmesurada aumenta la pobreza en el mundo y los
gobiernos se repliegan ante la fuerza de los organismos financieros internacionales. Es
extraño que no veamos en este empobrecimiento una violación más profunda y definitiva de
los derechos humanos. La miseria extrema cancela de manera definitiva el desarrollo
intelectual, físico y político de millones de individuos en zonas urbanas y rurales del mundo.
Esta cancelación de vida plena es en verdad equivalente a la cancelación de todos los
derechos humanos.

¿Por qué ahora la comunidad internacional aplaude que nuestros países sean democráticos
en un sentido electoral?, ¿por qué los organismos financieros internacionales se interesan en
países democráticos? Su actitud se contradice con el control que ejercen sobre los gobiernos
del mundo, que debilita cada vez más la rectoría de los Estados y aparta a los gobiernos

de políticas sociales prioritarias. Por otra parte, la implantación de esta

política económica mundial no fue producto de un acuerdo democrático


entre todos los países, sino impuesto. Los organismos financieros aplauden

la democracia electoral, pero los gobiernos electos deben aceptar los ajustes

forzosos, no democráticos, a un modelo piramidal y vertical.

Individuos, sectores, sociedades, regiones enteras del mundo pueden

quedar excluidos de la vida productiva de las repúblicas. Para el actual

modelo económico mundial no hay ahora pueblos para esclavizar, someter

o conquistar. Ahora hay pueblos prescindibles. En la nueva imagen del mundo

los pueblos prescindibles y sus territorios se localizan en una zona designada

con un término aparentemente geográfico, pero que es más espiritual y

político: se llama Sur. Por el contrario, el ser humano pleno y sus regiones

espirituales y políticas se localizan en los confines del planeta que espiritual

y políticamente se llaman Norte.

CARLOS MONTEMAYOR

ACTA SOCIOLÓGICA NÚM. 77, SEPTIEMBRE-DICIEMBREDE 2018, pp.111-116.

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Del Norte provienen las nuevas ideas sobre el ser humano, los derechos

humanos, la democracia y el libre comercio. Sin embargo, el Norte no es

en su totalidad geográfica el lugar donde reside el bienestar del Primer

Mundo ni el de la plenitud de todos los valores humanos que supone contener

el concepto político denominado Norte. El Sur tampoco es en su totalidad

geográfica el lugar de residencia del atraso, la superstición y la ineptitud.

La actual globalización no ha hecho por ello más universal a nuestro

mundo, sino más fragmentario. Antes se habló de un Nuevo Mundo por


contraposición al Viejo Mundo. No hace mucho comenzó a hablarse del

Primer Mundo que se distinguía de un Tercero compuesto por países en

desarrollo. A los vestigios del Segundo Mundo se la llama todavía países

del Este. La distinción Norte-Sur no ha recompuesto verdaderamente la

imagen del planeta como un solo lugar de ocupación de la vida humana. El

Norte es ahora el nombre del Primer Mundo y el Sur es ahora la denominación

del Tercero. Hay vacíos en esta imagen. Y los seguirá habiendo mientras

nos distingamos entre los valores políticos que han surgido de la historia

de los pueblos y los modelos que los núcleos de poder militar y económico

han querido imponer a los pueblos.

Estamos viviendo en una época caracterizada por el desplazamiento

de las categorías clásicas de la geografía y el ascenso de una nueva forma

de composición política y económica del mundo en la que los países se

definen con nuevos valores económicos y la población se somete a un

nuevo concepto de la naturaleza del hombre y de los derechos humanos.

Estamos, en materia económica, ante lo que en buen castellano y en el

análisis del pensamiento político debemos llamar un nuevo colonialismo y

no ante una nueva etapa del progreso humano.

Este proceso de neocolonialismo ha implicado también una

reestructuración de valores y contenidos culturales. Varios países del Norte

ejercen una poderosa atracción para movimientos migratorios provenientes

de la zona económica llamada del Sur. Es imposible cerrar fronteras a

estos movimientos. Llegan asiáticos y sudamericanos a Estados Unidos,


asiáticos a Europa, magrebíes y saharianos a España, nigerianos y argelinos

a Francia, kurdos a Alemania. Este flujo permanente va abriendo de manera

lenta las fronteras a contracorriente de lo que el modelo actual globalizador

establece o supone.

IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN

ACTA SOCIOLÓGICA NÚM. 77, SEPTIEMBRE-DICIEMBREDE 2018, pp.111-116.

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Ahora no podemos entender la identidad cultural como algo que sólo se

cohesiona a partir de un territorio específico, de un lazo que une a los pueblos

con la tierra (es decir, con la geografía), la lengua, la familia y el trabajo.

El “nosotros” que somos aquí, el “nosotros” de los magrebíes, de los kurdos,

de los musulmanes, de los tailandeses, de los salvadoreños, de los

zapotecos o mixtecos; ese “nosotros” está fuera de su medio geográfico y

de sus municipios, de su familia y de su contexto lingüístico. Sin embargo,

ese “nosotros” sigue manteniéndose coherente porque ha tenido que recurrir

a mecanismos peculiares de resistencia. Cada uno de esos núcleos no

son necesariamente “nosotros”, ahora son también “los otros” que “ellos”

(los del Norte) no quieren. No hay solamente una dinámica interna de

cohesión, también hay una dinámica exterior de identidad que se les va

imponiendo a los núcleos migratorios como “los otros”.

La sociedad francesa, alemana, española o norteamericana reconoce y

presiona con esa otra identidad específica a quien infringe el pulcro modelo

de fronteras cerradas a los hombres y de fronteras abiertas a mercancías


y capitales. Llegamos a vernos a “nosotros” mismos gracias a que nos

hacen sentir que somos “el otro” que ellos no quieren, sobre todo cuando

se nos otorga la identidad denominada migrante ilegal. Tal relación va

provocando en estos grupos étnicos minoritarios que llegan a Europa o a

Estados Unidos una reacción interna que toma varios cauces. Uno es la

especialización en el trabajo, que va convirtiéndose en una cadena que

enlaza y asegura la continuidad y expansión para el grupo que ha logrado

cruzar las fronteras. Junto al polo del trabajo vuelve a surgir también de

manera importante el parentesco; se convierte en otro dato vital para la

subsistencia de ese movimiento migratorio que ya está fuera de su geografía

y fuera de su estado natal, de su lazo territorial originario. También la lengua

vuelve a operar como un mecanismo de cohesión, de identidad.

En ocasiones igualmente sorprende la muy fuerte reacción religiosa de

gran parte de los jóvenes de la segunda o tercera generación de migrantes

musulmanes en Alemania o en Francia. Regresan de manera muy intensa,

en ocasiones casi fundamentalista, a sus hábitos religiosos tradicionales.

No sorprende ver en Egipto, Irak o Irán a las mujeres con velos. Pero

sorprende ver así a las jóvenes estudiantes en la Sorbona o en la Universidad

de Berlín.

CARLOS MONTEMAYOR

ACTA SOCIOLÓGICA NÚM. 77, SEPTIEMBRE-DICIEMBREDE 2018, pp.111-116.

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En ocasiones se mantiene además un lazo con la comunidad de origen.


Es el caso de los mazatecos, zapotecos o mixtecos en Estados Unidos.

Pero también ocurre en otras zonas de Europa y Asia con migrantes como

los kurdos, los bereberes y los chinos.

¿Cómo entender estos focos, estos nuevos niveles de procesos de

identidad que pueden generar cambios en el nuevo territorio de llegada y en

el viejo territorio de salida? En la colindancia de varias lenguas es un

fenómeno natural la subordinación de unas a otras. En México el idioma

español ha operado como un arma en contra de las culturas indígenas.

Hace 40 años en México no estudiábamos en primaria español o castellano,

estudiábamos lengua nacional, entendiendo como tal la que debía imponerse

por sobre todas las otras lenguas del territorio. Por tanto, la identidad cultural

a partir de la lengua española sólo ocurre en ciertos estamentos

sociales, en ciertas dinámicas regionales, pero no en las culturas o grupos

indígenas.

Desde hace algunos lustros, por no decir décadas, la lengua española

tampoco se ha visto como un patrimonio o un lazo de unidad en España

misma. Los catalanes, los vascos, los gallegos e incluso los valencianos

tienen su propia idea de lo que son las lenguas de España y de lo que es la

imposición del castellano. Una lengua da identidad cuando se sustenta en

una comunidad de intereses o valores compartidos por todos, no cuando

está impuesta por grupos o regiones que no parten de los mismos contextos.

En este sentido, la lengua española no es una garantía de identidad en

todos los pueblos que viven, han vivido o se han desarrollado bajo ese
patrón lingüístico. ¿Cuándo sí tiene este valor?, ¿cuándo no tiene ese valor?,

son preguntas útiles, porque en unos cuantos años Estados Unidos será,

después de México, el segundo país del mundo con mayor población

hispanohablante. Algo tenemos que revisar de nuestra cultura e identidad

dentro de nuestras fronteras y fuera de ellas. No sabemos cuáles son las

fronteras que se han llevado los hispanohablantes a lo que en algunos años

será el segundo país de habla española en el mundo. Algunas de esas

fronteras habrá de eliminarlas, algunas otras habrá que fortalecerlas.

En el mundo actual las fronteras están cambiando, pues, por un modelo

económico globalizador que no es inevitable ni eterno como las leyes naturales

del invierno o la primavera. Este modelo está afectando de manera

inmediata valores del pensamiento político clásico tales como Estado,

IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN

ACTA SOCIOLÓGICA NÚM. 77, SEPTIEMBRE-DICIEMBREDE 2018, pp.111-116.

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pueblo, democracia, justicia social o soberanía. Está afectando nuestra

idea de fronteras, además, por el libre paso que se exige para las

mercancías el capital y el aumento de obstáculos al libre flujo de

trabajadores reducidos al estereotipo de ilegales. Pero está afectándonos,

además, porque el modelo no puede contener el movimiento migratorio

de Asia, de África, de América, del mundo entero hacia los polos de mayor

enriquecimiento actual

De estos cambios de fronteras surgen procesos de modificación de


culturas que podríamos haber creído estáticas o definibles, pero que una

vez fuera de sus territorios están reflejando la diversidad cultural misma de

la que nacieron en sus propios lugares de origen. Se transforman y crean

una nueva dinámica, tanto con la sociedad donde se establecen ahora como

con las sociedades de donde salieron.

Uno de los puntos es la religión, como lo podemos observar sobre todo

en la migración musulmana. Otro de los puntos es la lengua, como lo

podemos observar en la mayor parte de los movimientos migratorios del

mundo, incluyendo aquellos grupos indígenas mexicanos que han ido

desplazando al español como lengua de trabajo hacia el inglés como nueva

lengua de labor. Estos procesos de cambio en el mundo nos exigen también

cambios a cuadros políticos. Ahora sabemos que nosotros no solamente

somos nosotros, somos también los otros que muchos no quieren. ¿Cuál

“nosotros” debemos seguir siendo?

30 de mayo del 2004

Sindicatos y seguridad nacional

Carlos Montemayor

A menudo los gobiernos mexicanos traducen toda movilización popular como manipulación
y toda solución como represión. Este rasgo, típico de viejos gobiernos priístas, se ha
agudizado en la administración de Felipe Calderón. Seguridad Nacional podría ser uno de los
contrapesos naturales para medidas gubernamentales desprovistas de una ponderación social;
podría generar una útil información de vastos alcances políticos de reconocer que no deben
desdibujarse las condiciones sociales que las acciones gubernamentales producen. No debe
ser un apoyo para el endurecimiento público, sino un recurso más para conocer lo que puede
llegar a ocurrir si no desaparecen medidas gubernamentales de índole política o económica
que puedan estar poniendo en peligro la seguridad del país entero. Creer que detrás de todo
movimiento campesino o urbano, que detrás de todo descontento social, hay un grupo que
manipula y que explica a satisfacción el descontento social o sindical, sin suponer que hay
errores graves en la conducción política o económica del país, es un error de seguridad
nacional.

Si Seguridad Nacional cumpliera a cabalidad su función, incluiría la detección de los posibles


detonantes de la inconformidad social, detonantes que podrían abarcar desde decisiones del
Presidente de la República hasta decisiones del agente del Ministerio Público presionado por
el poder o el soborno. Las tareas de Seguridad Nacional no implican, como quizás desean
algunas autoridades, que sus reportes confirmen que sólo aquellos pobres, indígenas o
sindicatos insumisos tienen la culpa de la catástrofe del país.

Desde 2007 se inició un gran despliegue militar en muchas zonas rurales y urbanas del país
en una lucha aparentemente a fondo contra el narcotráfico. Sin embargo, en los estados de
Guerrero, Sinaloa, Durango, Chihuahua o Tamaulipas los contingentes del Ejército
estuvieron operando como fuerzas de reacción, sin un plan de inteligencia. En regiones de
Guerrero o Oaxaca se efectuó un desplazamiento encubierto del Ejército para hostigar a bases
sociales inconformes o a bases posibles guerrilleras. En esta lucha contra el narcotráfico en
zonas rurales de Guerrero o de Chihuahua el Ejército mostró un comportamiento igual al de
la guerra sucia de los años setenta en perjuicio de la población civil; es decir, el terror, la
tortura, las desapariciones forzadas de personas, se convirtieron en rasgos característicos de
una búsqueda de información que los servicios de inteligencia no podían obtener por otras
vías más acordes con una estrategia que pudiéramos llamar, precisamente, inteligente.

La insuficiencia estratégica y operativa en los servicios de seguridad nacional se deben a un


error de análisis, pero también se acentúan por el sometimiento de las funciones de Seguridad
Nacional a los intereses políticos de los grupos de poder en turno.

Las medidas represivas policiales o militares no siempre han logrado frenar los movimientos
populares de inconformidad social. El 18 de mayo de 1967, en Atoyac, en la sierra de
Guerrero, la represión a la manifestación pacífica de los padres de familia de la escuela
primaria Juan Álvarez produjo la guerrilla de Lucio Cabañas. Ese año, en agosto, la masacre
de veintisiete copreros en Acapulco desencadenó las acciones de la guerrilla de Genaro
Vásquez Rojas. La represión policial y militar desplegada del 26 al 29 de julio de 1968 no
frenó las pugnas estudiantiles, sino que dio origen al movimiento estudiantil de 1968. La
represión del 10 de junio de 1971 en la ciudad de México y en el estado de Nuevo León no
detuvo la inconformidad popular; por el contrario, provocó el surgimiento de la Liga
Comunista 23 de Septiembre y de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), organización
esta última que en las décadas finales del siglo XX aportó la base de trabajo de la que surgió
en 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La respuesta a la masacre de
17 campesinos en el vado de Aguas Blancas en 1995, en Guerrero, se demoró un año: fue la
aparición de la guerrilla del EPR. Posiblemente conectada con el conflicto social de Oaxaca
del año 2006, la desaparición forzada el 25 de mayo de 2007 en perjuicio de dos militantes
eperristas, Eduardo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, provocó devastadores
atentados del EPR a oleoductos de Pemex en Querétaro y Guanajuato los días 5 y 10 de julio
de ese mismo año.

Ahora, con el país vuelto al revés por una lucha contra el narcotráfico mal conducida y sin
salida; con la economía en recesión y un proyecto de egresos para 2010 sin seso y sin corazón,
el ataque abierto al Sindicato Mexicano de Electricistas, en medio de la complaciente alianza
con lacras sindicales del magisterio, Pemex y del Congreso del Trabajo, es un peculiar alarde
del poder del Estado. No se escatima esfuerzo por apartar la inteligencia y la Seguridad
Nacional de las decisiones políticas. No se escatima esfuerzo por alejar la paz y la justicia
social en el presente y en el futuro inmediato del país. Difícil entender por qué al gobierno
federal le bastan las campañas mediáticas y no los análisis de inteligencia. ¿Una nueva visión
de Estado? ¿Una nueva demostración de que el Estado se derrumba?

10/Octubre/2009

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