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El secreto para disfrutar
de una relación más estrecha con Jesús.
…que piensen y vivan como viviría Él,
que hablen como Él,
que se conduzcan como Él,
que luchen por sus mismas causas
y continúen su MISIÓN.

Pero ¿qué podemos hacer


para lograrlo?
¿Qué hacemos
para parecernos más a Él?
Como nos enseña esa fábula persa,
debemos vivir bien cerca de Él..

(2 Corintios 3:18).
Por muchas cualidades que tengamos,
por muy dinámicos que seamos,
por mucho don de gentes que poseamos
y por muchas buenas iniciativas que emprendamos,
si no dedicamos tiempo a Jesús,
no podremos ser un buen reflejo de Él
ni traslucir Su amor.
La forma más segura -de hecho, la única-
de alcanzar una renovación total y duradera
es pasar tiempo con Jesús.
Necesitamos su amistad, su amor,
sus fuerzas y su sabiduría,
y la única forma de obtenerlos
es dedicarle tiempo a Él.
Jesús nos enseñó que el requisito para llevar una vida fructífera
es permanecer en Él. «Permaneced en Mí, y Yo en vosotros» (Juan.15:4).
«Permanecer en Jesús» significa:
tomar tiempo para leer su Palabra,
acercarnos a Él en los Sacramentos,
orar y escucharlo íntimamente,
a fin de seguir conectados con Él.
Es fácil que la oración se convierta en puro formulismo.
Una de las maneras de evitar caer en una rutina es tratar al Señor
como el Amigo, Consejero y Amante que quiere ser para nosotros.
Como dijo alguien: «Cuanto más ama uno a Jesús,
más se deleita en estar a solas con Él.»
Si lo ponemos a Él en primer lugar y en el centro,
su poder y su asistencia se harán patentes en nuestra vida,
más de lo que nunca habíamos llegado a imaginarnos.
Nos inspira a todos los cristianos
lo que el papa Juan Pablo II aconsejaba
a religiosos consagrados:

“Cada religioso/a debe dar testimonio


de la primacía de Dios
y consagrar cada día
un tiempo suficientemente largo
a estar delante del Señor,
para decirle su amor
y, sobre todo, para dejarse amar por él”.
(… ¡Tú y yo!)

«En esto conocerán todos que sois Mis discípulos,


en el amor que os tengáis unos a otros».
Juan 13:35
Pero no hay auténtico discipulado
sin misión.
El cristiano, por naturaleza,
tiene que ser Discípulo-misionero.

La misión de Jesús, según Lucas 4, 18:


“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
él me ha ungido
para que dé la
Buena Noticia a los pobres; me
ha enviado a anunciar la
“Discípulos y misioneros libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos;
de Jesucristo para poner en libertad a los oprimidos;
para proclamar
para que nuestros pueblos el año de gracia del Señor”.

tengan vida en Él”.


“Los cristianos están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Esto conlleva seguirlo,
vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar testimonio. Todo bautizado recibe de Cristo, como los
Apóstoles, el mandato de la MISIÓN”.

“El discípulo se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus


hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla:
cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo
que sólo Él nos salva”.
Si aún no conoces
a Jesús personalmente,
te invitamos
a que lo conozcas.
Él te ama
y quiere darte
su regalo de vida eterna.
ORACIÓN:
«Señor, Jesús, deseo los dones que tú nos ofreces:
la vida eterna, el amor y un sentido de la vida.
Te abro ahora mi vida y mi corazón
y acepto tu don de salvación.
Te ruego que me perdones todo lo que hay de malo en mí,
que me ayudes a volver a empezar,
a llegar a conocerte íntimamente y a sentir fuertemente tu amor,
a seguirte con fidelidad
y a comprometerme generosamente en tu Misión.
Amén».
«Yo soy
la rosa de Sarón,
y el lirio de los
valles».
Cantar de los Cantares 2:1

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