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Para nosotros las teorías preventivas serán entendidas como un medio para la obtención de ulteriores objetivos,

como un instrumento de motivación, un remedio para impedir el delito.

 Corrigiendo al corregible: resocialización


 Intimidando al intimidable.
 Haciendo inofensivos a quienes no son corregibles ni intimidables.

Los convictos comienzan su condena en una cárcel tradicional, es decir, en instalaciones seguras o herméticas, pero
además de eso, cuando una persona es condenada por violación a la ley penal, debe ser enviada a hacer parte de un
programa de rehabilitación o socialización que incluye distintas actividades de orden pedagógico y laborales.

El vínculo teórico entre educación y el comportamiento criminal es bastante directo: la educación aumenta las
oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las
actividades delictivas. Desde el punto de vista teórico podemos identificar varios canales a través de los cuales la
educación afecta al crimen.

Bajo estas actividades aprenden el valor del trabajo y de la ética y el ejercicio de sus talentos como fuerza
productiva. Deben ser formados intelectualmente, de modo que aprendan a integrarse en el mundo en que viven y a
identificarse con su realidad.

El mensaje de la política carcelaria debe hacer hincapié en privilegiar la necesidad de reintegración del condenado en
la sociedad más que en la necesidad de castigo. La justicia debe ser asociada con la restitución y con el equilibrio. Si
robaste, aprende a producir; si mataste, aprende el valor de la vida.

'Educad al niño para no castigar al hombre', decía Pitágoras.

Tampoco debemos olvidar que en la actualidad el denominado principio de resocialización, fruto del posmoderno
ideal resocializador, se ha constituido y estructurado como un límite al ius puniendi estatal característico del Estado
social y democrático de Derecho.

ENTONCES, Así, la pena, a nuestro juicio, a la vez que un mal necesario como Zaffaroni la denomina, debe ser un
instrumento que, utilizado en forma justa y necesaria, proteja los bienes jurídicos más preciados por la sociedad.
Instrumento que sólo se legitima en la medida en que, orientado hacia la consecución de los fines y objetivos
aceptados por la comunidad, se fundamenta en una Constitución y un Derecho Penal democrático, respetuoso de los
Derechos Humanos y de los principios materiales, generado a través de una representación efectiva y veraz de los
ciudadanos.

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