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Caminando con Dios

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22 de septiembre de
2016

Vivir con Dios es una experiencia maravillosa pero también es una gran responsabilidad
debido a que cada persona que dice conocer a Dios se convierte en un representante de Él
donde quiera que esté, de manera que su testimonio se verá reflejado en la forma como él
o ella actúe y se comporte. El andar con Dios no es simplemente una experiencia espiritual e
invisible, sino más bien una experiencia visible, real y tangible que se demuestra de manera
espontánea. Cuando caminas con Dios las personas se dan cuenta de que Dios está contigo.
¿Cómo? A través de tu comportamiento, de tu nueva forma de vida y también por la forma
en que tratas a las personas.

El andar con Dios es una aventura excitante y una experiencia grandiosa, donde Dios a
través del Espíritu Santo se convierte en el timonel y capitán de tu vida.

Cuando caminamos con Dios Él se convierte en nuestra guía, de manera que Él nos llevará a
situaciones y experiencias que son nuevas para muchos de nosotros. Es decir que en el
recorrido Dios permitirá que pasemos por diferentes estaciones de la vida para así poder
perfeccionar nuestro carácter. Es importante que cuando Dios nos lleve a esos lugares,
tengamos los tres elementos clave para poder ver su gloria. Antes de enseñarles cuáles son
esos lugares quiero mostrarles los tres elementos.

1. La fe (2 Corintios 5:7)
2. El amor (Efesios 5:2)
3. La santidad (2 Pedro 3:11)

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Sin estos tres elementos no vamos a poder estar firmes en los lugares o estaciones que
Dios nos permite atravesar.

Como les dije al principio, cuando caminamos con Dios, para perfeccionar nuestro carácter
Él nos llevará a diferentes lugares o estaciones para que allí podamos aprender algo. Esos
lugares nos lo muestra la Biblia en un lenguaje figurado y espiritual. Veamos cuáles son.

• El desierto: es ese lugar donde ninguno de nosotros quiere ir, sin embargo Dios nos lleva
allí para perfeccionar nuestra fe y nuestra confianza en Él. El desierto es también un lugar
de entrenamiento para poder purificarnos.
• El valle: es el lugar donde los sueños y las metas parecen imposibles de realizar. Sin
embargo Dios utiliza ese lugar para que nos volvamos a Él y así poder declarar vida a
nuestros sueños. (Ezequiel 37:4 y Salmo 23:4).
• El monte: es el lugar de la revelación, es allí donde Dios nos habla y nos muestra su
voluntad para nuestras vidas. Es en el monte donde aprendemos a buscar y a sentir su
presencia. (Éxodo 24:18, Marcos 6:46, 9:2, Hebreos 12:22).

La vida de Jesús se convierte en el modelo perfecto a seguir por todos. Jesús fue un hombre
que caminó con Dios en todo momento. Si decimos que caminamos con Dios, debemos
nada más y nada menos que vivir como Jesús vivió.

Esto nos da varias preguntas para reflexionar y considerar:

1. ¿Estamos viviendo como Jesús vivió?


2. ¿La gente puede reconocer a Jesús en nuestra vida?
3. ¿Qué podemos hacer para vivir como Jesús vivió?
4. ¿Qué debemos abandonar para poder parecernos más a Jesús?
5. ¿Qué cosas estamos haciendo que Jesús no haría?

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