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Armonía

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Para otros usos de este término, véase Armonía (desambiguación).

Traité de l’harmonie de Jean-Philippe Rameau.

Armonía o harmonía (del griego «ἁρμονία») en música es el estudio de la técnica para


enlazar acordes (notas simultáneas). Desde una perspectiva general, la armonía es el
equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre
connota belleza. En música, el estudio de la armonía implica los acordes y su construcción,
así como las progresiones de acordes y los principios de conexión que los rigen.1 Por lo
general se suele entender que la armonía hace referencia al aspecto «vertical» (notas
simultáneas, que en la partitura se escriben una sobre otra) de la música, que se distingue del
aspecto «horizontal» (la melodía, formada por la sucesión de notas, que se escriben una
detrás de otra).2

Índice

 1Etimología
 2Definiciones
 3Historia
 4Estudio de la armonía
 5Desarrollo
o 5.1Armonía tonal o funcional
o 5.2Grados
o 5.3Funciones
o 5.4Clasificación
o 5.5Tensión y reposo
o 5.6En la música popular
 6Véase también
 7Referencias
o 7.1Notas
o 7.2Bibliografía
 8Enlaces externos

Etimología[editar]
El término «armonía» deriva del griego ἁρμονία (la diosa Harmonía), que significa ‘acuerdo,
concordancia’3 y este del verbo ἁρμόζω (harmozo): ‘ajustarse, conectarse’.4 Sin embargo, el
término no se utilizaba en su acepción actual de armonía polifónica (relación ordenada entre
varias melodías superpuestas, formando un todo que mantiene cierta autonomía respecto de
cada una de las partes), ya que la ejecución simultánea de notas distintas (exceptuando
las octavas, que el oído humano percibe como idénticas) no formó parte de la práctica musical
de Occidente hasta entrada la Edad Media.

Definiciones[editar]
Las definiciones habituales de la armonía suelen describirla como la «ciencia que enseña a
constituir los acordes y que sugiere la manera de combinarlos de la forma más equilibrada,
consiguiendo así sensaciones de relajación, sosiego (armonía consonante), o de tensión y
vibraciones hirientes (armonía disonante o dispuesta)».
Esta diferencia entre sonidos «consonantes» y «disonantes» tiene una base acústica: todo
sonido incluye dentro de sí a varios sonidos que suenan con menor volumen (el original sería
la nota «fundamental» y los menores, sus «armónicos»). Cuando la combinación de diversos
sonidos incluye a varias notas que son armónicos de la misma fundamental, tales
combinaciones serán percibidas como «consonantes». Este interés por relacionar los
conceptos de consonancia y disonancia con la naturaleza provienen, en su codificación
académica, del siglo XX, y del marco cultural del positivismo. Los autores positivistas,
como Helmholtz, trataron de explicar estos conceptos de consonancia y disonancia —los
cuales resultan fundamentales para el estudio del estilo musical— a partir de la física del
sonido con los mismos presupuestos que los biólogos, físicos y demás científicos de su época:
la idea de que existía una base científica en la naturaleza que podía ser descubierta y
aprovechada para el beneficio y progreso de la humanidad.
Ahora bien, en la percepción humana no sólo intervienen factores físicos, sino también (y
sobre todo) factores culturales. Lo que un hombre del siglo XV percibía como consonante,
puede sonar estridente para uno del siglo XXI, y una combinación de sonidos que sugiere una
sensación de reposo a un japonés puede no sugerírsela a un mexicano. A partir de la década
de 1980 comenzó a aparecer un corpus considerable de estudios centrados en la percepción
humana de la música, no desde el punto de la percepción psicológica —tal y como presenta
Janet Wydom Butler en su manual—, sino desde el punto de vista de su interpretación por un
sujeto que pertenece a una cultura determinada. Tal es el campo de estudio de la
actual psicosociología de la música.
De esta manera, el estudio en occidente de la armonía que trata de presentarla fundamentada
sobre elementos acústicos, tratando de acercar su análisis al análisis científico, es sólo un
intento de legitimar como válida universalmente una práctica musical concreta. Este intento es
el característico de la musicología en sus inicios en el siglo XIX, el cual tuvo un marcado
sesgo eurocéntrico.

Historia[editar]
En la música de la Antigua Grecia, el término se usaba más bien como un sistema de
clasificación de la relación entre un tono grave y otro agudo.1 En la Edad Media, el término se
usaba para describir dos tonos que sonaban en combinación, y en el Renacimiento el
concepto se expandió para denotar tres tonos sonando juntos.1
El Traité de l’harmonie (1722), de Rameau, fue el primer texto acerca de la práctica musical
que incluía el término «armonía» en el título. Sin embargo, no significa que esa fuera la
primera discusión teórica acerca de este tema. Como todo texto teórico (particularmente de
esta época), se basa en la observación de la práctica; Rameau observa la práctica musical de
su época y elabora algunas reglas, otorgándole una supuesta validez universal. Especial
importancia tiene en su desarrollo el fenómeno de la resonancia armónica para la justificación
de los distintos elementos. Este y otros textos similares tienden a relevar y codificar las
relaciones musicales que estaban íntimamente vinculadas con la evolución de
la tonalidad desde el Renacimiento hasta fines del periodo romántico.
El principio que subyace a estos textos es la noción de que la armonía sanciona
la armoniosidad (los sonidos que complacen) si se adapta a ciertos principios compositivos
preestablecidos.5

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