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T
odos queremos hacer la voluntad de Dios porque sabemos que El solo
quiere lo mejor para nuestras vidas. Dios solo quiere lo excelente para
nosotros. Toda la vida la pasamos tomando decisiones. ¿Qué profesión
u oficio tendremos? ¿Dónde voy a estudiar? ¿Qué voy a estudiar? Me caso o
no me caso. Y si me caso con quién me caso. ¿Dónde voy a vivir? ¿Debo
comprar o alquilar? ¿Me conviene esta oferta de trabajo? ¿Qué marca de
automóvil debo comprar?
¿Qué quiere Dios que haga, cuál es su voluntad? Deseamos que Dios nos
ayude a tomar las decisiones correctas, pero no sabemos cómo obtener su
respuesta.
Ahora bien el conocer la voluntad de Dios en nuestras vidas no debe ser solo
para satisfacer nuestra curiosidad. Tenemos que realizar la voluntad de Dios.
En Colosenses 4:17 el apóstol Pablo dice: “Mira que cumplas el ministerio
que recibiste de Dios”. Dios quiere que nosotros no solo conozcamos su
voluntad, sino que la cumplamos. Cuando Pablo conoció que la voluntad de
Dios era que el predicara el evangelio, inmediatamente reconoció la
responsabilidad que esto conllevaba. Por eso en 1ra Corintios 9:16 el dice:
“ay de mí si no anunciare el evangelio”. Ay de nosotros si no hacemos la
voluntad de Dios.
Jesús dijo a sus discípulos en Marcos 3:35: “todo aquel que hace la voluntad
de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.
La mejor manera para oír la voz de Dios es a través de su Palabra. Quieres oír
la voz de Dios, lee su Palabra. Pero no te limites a leerla, medita en ella,
escudríñala. El Salmo 1 dice que Bienaventurado es aquel que en la ley de
Jehová está su delicia, y en su Ley medita de día y de noche. No leas la
Palabra para cumplir con una cuota, deléitate en ella sabiendo que estás
escuchando la voz de Dios.
La otra forma de conocer la voluntad de Dios es a través de la oración.
Cuando oramos estamos en comunión con Dios, conversamos con Él y
conocemos que es aquello que Él espera de nosotros. Cuando oramos Dios
habla a nuestros corazones. Eso solo lo experimentaremos cuando
ejercitamos la oración.