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EL TRABAJO DEL CORRECTOR Y SUS APORTACIONES A LA SOCIEDAD DE INFORMACIÓN

Por Luz Adriana Morán López

“La palabra justa era aquella –única- que podía expresar cabalmente la idea.
La obligación del escritor era encontrarla”. Flaubert

—YA VIENE EL CORRECTOR DE ESTILO


—¿Y ESE QUIÉN ES?
El corrector de estilo… meticuloso y perfeccionista, terco en la exactitud del lenguaje, en que
la confección del texto, al leerse, al grabar el lector su imagen en la memoria, al contemplar el
perfecto acomodo de sus ideas a punto de convertirse en redes…atrape al lector hasta guiarlo
por el camino de la fantasía o del conocimiento, del amor o del placer. Hasta hacer ver que,
importa mucho cómo y con qué palabras se dice y no la perfección sintáctica con la que se
escribe.

Desde sus inicios dentro del medio escrito, el corrector ha representado una figura, además
de interesante, de gran importancia para el desarrollo del mismo. A principios, cuando el término
no se acuñaba a esta acción, quienes escribían intercambiaban sus escritos entre sí para
enmendar errores y cuestionar el manejo de ideas. Esta esencia ha prevalecido en lo que ahora
se conoce como “Corrector de estilo, o de originales”, y busca esclarecer ideas y perfeccionar
las técnicas ortográficas y sintácticas en un texto, manteniendo la coherencia y sobretodo, algo
fundamental en lo escrito: la transmisión de un mensaje. Hoy, y cabe aclarar que no en todas
partes, su papel se reduce a “darle una revisada al texto, porque ya está escrito correctamente”,
según ciertos escritores de alto rango o editoriales que se preocupan por cuestiones mínimas
de ortografía.

MI TEXTO NO SE TOCA
¿A qué problemas se enfrenta un corrector de estilo?
Dentro del ambiente literario, hay, además de buenas tertulias, una lucha de egos que bien
podría parecerse a un juego de riña entre dos hermanos, durante la infancia. Escribir se ha
vuelto un acto de superioridad y proveniente de seres iluminados que ordenan una serie de
palabras e ideas y tienen el valor de compartirlas. Ya se ha esparcido bastante que la
superioridad se encuentra en el “hacer” y desgraciadamente la corriente de “todo lo que hago
vale” ha invadido a la literatura y no es más que un obstáculo para que gran cantidad de material
literario se produzca con un fin, más que catártico, de aprendizaje.

Para algunos autores no está previsto en su carrera literaria que otra persona revise lo que
ha escrito y que además sugiera ciertas correcciones que podrían dejar el texto cuasi en un
estado de perfección. A su parecer, estas ideas han salido del fondo de su memoria y están
cargadas de un sentimiento tan fuerte como el de una mamá cuervo defendiendo a toda costa

Taller de corrección de originales, mayo, 2017


a su pequeña cría. Y para algunos otros el que un corrector intervenga en su trabajo equivalga
a poner en duda su inteligencia.

CONFECCIÓN DEL TEXTO


Es necesario, como escritores, reflexionar sobre lo que vamos a hablar antes de escribirlo. Y
al entregarlo a un corrector, tener humildad para aceptar sugerencias y críticas por parte de un
ojo externo. Al escribir corremos el riesgo de idealizar nuestros resultados e hipnotizarnos por
cada palabra que disparamos, pero nunca está de más que otra persona, ajena a nuestro
apego, nos haga ver ligeros puntos a mejorar e incluso a cuestionar.

Cuando un autor no permite entrar al corrector de estilo a su vida literaria, a su mundo, ocurre
tal como en la historia bíblica que todos conocemos, su existencia sería lamentable pues no
podría contribuir al sentido del texto, no podría guiar el texto hasta su máxima potencia. Bien
decía Azorín, “Escribe prosa el literato, prosa correcta, prosa castiza, y no vale nada esa prosa
sin las alcamonías de la gracia, la intención feliz, la ironía, el desdén o el sarcasmo”. Justa
razón… para escribir hay que tener un fin.

“Hay una obligación de "proyectar las ideas de la manera más limpia que le sea posible.
Este editor debe ser una vía transparente, invisible capaz de forjar un enlace de gran pureza entre los dos
extremos del proceso de comunicación" (De Buen, J. 2008)

TIEMPOS MODERNOS, LA DESMESURA DE INFORMACIÓN


¿Para qué y para quién escribimos?
En el ritmo de la sociedad actual la producción de información se hace con desmesura y el
acceso a ella, quizá por ser tanta o tan accesible, se vuelve un laberinto de opciones confusas,
por su similitud. Esto provoca que la circulación de literatura, más que un medio de aprendizaje,
sea una fábrica de ideas sin aterrizar, se sobre exploten los recursos de imprenta y el proceso
de publicación se asemeje al industrial: rápido, en cantidad, reemplazable y desechable.

¿Debería ser la literatura desechable? Lo dudo. Y dudo también que en estos tiempos se
genere material que perpetúe, que no se olvide al cerrar el libro o apagar el ordenador, ¿qué
hace falta? ¿se contagió la creación literaria de la fugacidad actual?

Zygmunt Bauman, en su texto sobre La modernidad líquida, plantea tres problemáticas de la


sociedad actual respecto a la circulación de información que relaciono firmemente con la
situación que invade el medio literario actualmente. Primero: Las posesiones duraderas, tal
como en la sociedad de consumo, las satisfacciones se buscan para ser inmediatas y no de
largo plazo. Así pasa con la lectura, se lee ligero, se escribe ligero, no se busca, por la mayoría,
por lo menos, la lectura de textos mínimamente complicados que no entretengan o se asemejen
a la vida cotidiana. He ahí el éxito de la literatura ligera y los best sellers. Lo que es más
preocupante aun es que tampoco haya una preocupación de peso, por parte de los escritores

Taller de corrección de originales, mayo, 2017


por generar y promover otro tipo de literatura. Segundo: El cambio impredecible. Así como la
producción en serie de manufactura, la literatura se ha convertido en un producto desechable
a la mínima oferta de algo distinto. Tercero: Ya no hay búsqueda de conocimiento.

EL VALOR DE LA PUBLICACIÓN
Escribir, externar ideas al mundo, plasmarlas en papel y llevarlas a la publicación y
distribución de una manera tan sencilla como puede hacerse ahora, provoca que cada vez
menos escritores den revisión a sus textos antes de publicarlos, y que con toda facilidad auto
publiquen sus obras sin el filtro necesario que se realiza en las editoriales convencionales.
La publicación carga consigo cierta responsabilidad con el lector y con la historia en sí misma.
Sí, en nuestra cabeza abunda creatividad e ideas que merecen ser compartidas, pero el acto
de publicar, de promover y distribuir un texto, debe hacerse con cabeza fría considerando ¿a
quién le será provechoso?, ¿quién quiero que lo lea y con qué fin?

DEL SURGIMIENTO DE EDITORIALES INDEPENDIENTES


Las editoriales independientes surgen a falta de oportunidades para escritores incipientes
dentro de editoriales de alto prestigio. Podríamos hablar de censura, nepotismo, preferencia por
renombre, comercialización de la lectura y de ¿quién se toma el derecho a decidir qué merece
ser publicado y qué no?, pero sería tocar puntos innecesarios en este texto, así que
enfoquémonos en lo importante.

Algunas editoriales emergentes basan su filosofía en el libre derecho a la expresión e


imprimen toneladas de textos ilegibles, tanto por presentación escrita como la impresión en sí.
Otros, rechazados por alguna editorial, optan por auto publicarse, gestionan de prisa y sin la
adecuada revisión que merece su obra. Otros, por su parte, a modo consiente, buscan la
publicación de obras que perpetúen y que valgan por su contenido y presentación.

A propósito del tema, tuve una charla con un par de amigos de mi ciudad natal Ensenada,
Baja California: Adriana Flores y Mario Acevedo, que recién inician con Juanas Editoras,
editorial independiente cuyo objetivo es conjuntar el talento del escritor, el artista plástico y el
encuadernador, para generar piezas literarias únicas y artesanales de alto valor artístico.

La motivación de Adriana Flores, encuadernadora y fundadora de


Juanas Editoras, para contribuir al ámbito editorial creativo nace a partir
de que en Ensenada no había una editorial artesanal que buscara la
combinación y promoción de los distintos oficios artísticos en una
publicación literaria. “La necesidad consistía en generar una obra de arte
completa, dando importancia al contenido, a la obra gráfica y al vestido
del libro”.

Taller de corrección de originales, mayo, 2017


El proyecto se materializa al lanzar el Primer Concurso de Cuento en mayo 2015,
convocatoria a publicación literaria para autores y artistas locales con la temática de
“Hemingway: versión del pez en el viejo y el mar”. Certamen que invitó a toda la comunidad
bajacaliforniana a participar y se logró con éxito. La selección del texto ganador se realizó a un
mes después de cerrar la convocatoria, y el jurado del certamen otorgó el premio único al
escritor Jorge Postlethwaite, por la obra titulada Ichtus.

Al ser una editorial independiente y apenas conocida, el primer tiraje de libros se financió con
recursos del equipo de trabajo de Juanas Editoras, aunque pronto podrá sostenerse con la
venta de los ejemplares de Icthus, gracias a que el concepto de Juanas ha generado en la
población bajacaliforniana gran interés, por lo que habrá oportunidad de que otros escritores
sean publicados y de que su obra sea trabajada desde una perspectiva integral y creativa.

Adriana considera la vestidura del libro como algo que determina la experiencia del lector al
acercarse a un libro: “para Icthus buscamos un diseño orgánico que hiciera referencia a la vida
y talento costero, totalmente relacionado con el contenido del libro, así como materiales de fácil
adquisición y además estéticos”.

En 2016, Icthus de Jorge Postlethwaite, cuya publicación incluye grabados de Leonel Flores,
artista ensenadense, inaugura Juanas Editoras y da pie en el Puerto de Ensenada, a la
convergencia de las artes y la literatura a través de publicaciones literarias.

ICHTUS de Jorge Postlethwaite,


grabados de Leonel Flores,
colección Tierra Mojada,
editorial Juanas Editoras, 2016.

De repente me cubrió una sombra larga y densa. Pensé que se hacía de noche. No supe qué hacer. Nadé
más rápido, con todas mis fuerzas, moviendo mis aletas en pánico, y pensando que nadaría hasta encontrar
la luz. Seguí hacia enfrente. Sin ver nada más que el mar negro como un pozo profundo. Atravesé la masa
negra hasta que de pronto vi una luz amarillenta y distante filtrándose por el borde de una gran isla de sargazo.
Tardé en reconocer lo que era.
Cuando salí de la sombra, vi algo plateado y extraño tiritando a lo lejos. Era una mancha refulgente que se
hacía cada vez más grande conforme se acercaba a mí, giraba rápido como un trompo. No había dónde
esconderme de aquella vorágine iridiscente. Desde cerca parecía como una pared alucinante con miles de
ojos asomándose por mirillas. Antes de atropellarme y acabar conmigo, se frenó la pared, y por fin pude ver
que era un banco de sardinas. Todas se movían al mismo tiempo como obedeciendo a una mente maestra.
Dieron media vuelta cerrada, y se escabulleron de mi vista. El trompo plateado descomunal cambió su
trayectoria de manera impredecible. Rápido, histérico, como una torre de Babel móvil y subacuática.
Fragmento de Ichtus

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EL TRABAJO DEL CORRECTOR DENTRO DE UNA EDITORIAL INDEPENDIENTE

Por su parte, Mario Acevedo Andrade, corrector de


estilo y editor en Juanas Editoras, relaciona
estrechamente el contenido del libro con su diseño
gráfico y es él, dentro de esta editorial quien se
encarga de ello. Mario estudió Filosofía y Letras en
la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde
el 2004 trabaja para el Instituto Nacional de
Antropología e Historia como director del Museo
Histórico Regional de Ensenada en Baja California, y
en 2015 se une a Juanas Editoras.

Es corrector de estilo desde 1985 y ha trabajado para la Secretaría de Educación Pública en


las secciones de política y literatura; para el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante
dos años y otros cinco para la editorial Grijalbo, en ambos casos en la sección de literatura.
Mario recuerda el primer libro que corrigió: “Historia documental del cine mexicano, el primer
libro de Emilio García Riera, que puedes encontrar en internet, si te interesa”. Cada experiencia
dejó en él un aprendizaje distinto, aunque en cada medio la forma de corregir cambia muy poco,
pues los manuales de corrección generalmente son universales.

A su experiencia, Mario platicó sobre aspectos a considerar cuando se es corrector de estilo,


así como parte de las actividades que se llevan a cabo en Juanas Editoras durante el proceso
de publicación.
En principio considera que para ser un buen corrector se deben conocer las obras
fundamentales de la literatura universal que han sido traducidas al español y comprender sus
estilos, tener una excelente ortografía, conocimiento de la gramática y de los símbolos de
corrección. “Sólo así puedes discernir y definir estilos para corregirlos. Es cuestión de práctica
y de estar siempre informado”.

Una vez se tiene el texto en mano, listo para corregir, y según la extensión y tipo de texto,
éste pasa hasta por cuatro revisiones según las condiciones que lo rodean: si hay que verificar
referencias o si el texto es complicado, y en memorables casos, si el texto te hipnotiza y se te
pasan por alto detalles que después hay que verificar. Primero lo revisa el corrector y anota las
sugerencias, luego regresa al autor para que éste dé el “visto bueno”, después el editor verifica
que las correcciones fueron aplicadas sin errores, y otra vez vuelve al corrector. “Al final, el
autor siempre tiene que dar el visto bueno de cómo se va a publicar el texto, si no lo tienes no
puedes proceder a la publicación”.

Taller de corrección de originales, mayo, 2017


¿Cómo enfocarse únicamente en la corrección simplista del texto, si se notan incoherencias
en el texto, ideas difusas o incompletas, datos erróneos o cuestionables? Si se corrige un texto
sin fondo…o que se ve sin un rumbo. Mario considera inconveniente intervenir en las ideas del
autor al momento de corregir: “Se aprende de los maestros. Si sabemos distinguir el estilo de
Borges o Bioy Casares, distinguiremos el que estamos corrigiendo y lo respetaremos”.

Cuando se trata del tipo de soporte del texto, por costumbre Mario prefiere intercalar entre la
revisión digital y la impresa. Le resulta más práctico corregir en digital porque las correcciones
se hacen directamente en el documento y se le envía de vuelta al autor con los cambios
señalados para que los apruebe.

Otra de sus responsabilidades en Juanas Editoras es dirigir la formación digital del libro; es
decir, diseño tipográfico: tamaño de letra, interlineado, tamaño de la caja tipográfica, dónde van
los folios, los blancos que van alrededor de cada página, “arriba, abajo, más chico, más grande”.
Para Mario es importante el buen diseño editorial porque existen reglas universales para que el
texto tenga una estética en cada una de las páginas: “pequeños detalles dentro de la edición
facilitan la lectura y son atractivos para la lectura, por eso es que existen”.
El diseño tipográfico de un libro también es parte de la experiencia y estética con la que el
lector está en contacto con el texto y gracias a la cual, se apropia de él, y dependerá del tipo de
libro y su contenido: académico o género literario, por ejemplo.

Estos saberes editoriales son resultado de práctica, apoyo en otros correctores y de cursos
de programas digitales para diseño editorial como Adobe Design, que utiliza para el diseño del
libro. “La UNAM tiene manuales de diseño tipográfico y en ellos me he basado para hacer mi
trabajo. Con el tiempo vas formando tu estilo como editor”.

En conclusión, el trabajo de un corrector no sólo implica corregir, sugerir, cuestionar. Su


presencia en el medio define otros factores en la producción de información, y de tomársele en
cuenta en todo momento, podría moderarse el contenido que es difundido plagado de errores
y sería en cambio, un texto limpio, con ideas claras, transmisibles y sobre todo, impregnables
en el lector, que perduren y que inviten a compartirse a más lectores. En la literatura no existe
el placer momentáneo. Uno no termina igual después de leer, después de sumergirse en
mundos fantásticos. Y es responsabilidad del que decide ser este mentor, lograrlo.

Las novelas están hechas de palabras, de modo que la manera como un novelista elige y organiza
el lenguaje es un factor decisivo para que sus historias tengan o carezcan de poder de persuasión.
(Vargas Llosa, 2015

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Bibliografía:
Azorín, Madrid, Madrid, Biblioteca Nueva, 1941, p. 63.
Reyes, G. (1998): Cómo escribir bien en español. Madrid. Arco Libros.
Zygmunt Bauman. (2005). Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona: Gedisa.
Mario Vargas Llosa. (2015). Cartas a un joven novelista. México: De Bolsillo.
Jorge de Buen. (2014). Manual de diseño editorial. México: Gijón: Trea.

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