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Psicopatología II

(Asignatura)

Fior Yvelisse Fabián Polanco


(Participante)

(Matricula)
16-2828

Ramona Jiménez
Facilitadora

Santo Domingo
14 de Junio 2019
Unidad V

5.1. Evaluación del daño cerebral

El daño cerebral adquirido se considera a cualquier tipo de lesión o cambios


que sufre el cerebro por el que surgen alteraciones en el funcionamiento
normal, bien por un traumatismo craneal, una isquemia (también conocida por
ictus, accidente cerebro-vascular, infarto cerebral), tumores cerebrales,
hidrocefalias, anoxias,…

La Neuropsicología clínica es extremadamente útil para completar el


diagnóstico neurológico, para la evaluación de los efectos de un tratamiento
médico o quirúrgico y para la readaptación funcional del enfermo con un
síndrome orgánico cerebral.

La Valoracíon Neuropsicológica se distingue de la exploración neurológica


clásica de las "funciones superiores" en que aporta un conocimiento en
profundidad de los procesos cognitivos (orientación, atención, percepción,
praxis, lenguaje, memoria, aprendizaje, funciones ejecutivas, capacidad
intelectual,...), afectivos (trastornos mentales funcionales u orgánicos, neurosis,
psicosis, alteraciones de la personalidad, síndrome orgánico de
personalidad,...) y comportamentales (agresividad, desinhibición,
impulsividad,...) del sujeto y de las repercusiones conductuales de la patología
cerebral (actividades de la vida diaria básicas e instrumentales, actividades
laborales y/o académicas, capacidad para la conducción,...) teniendo en cuenta
el nivel premórbido, el tipo de actividad laboral o académica previa y los déficits
físicos y sensoriales presentes.

5.2-Tipos de trastorno cognitivos.

Delirium

Se trata del deterioro agudo y global de las funciones superiores. Su dato más
característico es el deterioro del nivel de conciencia.

Al principio sólo se detectan dificultades de atención, concentración y


desorientación (temporal al inicio, luego espacial). Conforme se agrava, se
desestructura el pensamiento y la percepción.

En el delirium se diferencian 2 patrones según la alteración de la conducta:


agitado y estuporoso.
Demencia

La demencia es el síndrome caracterizado por el deterioro crónico y global de


las denominadas funciones superiores. Lo normal en estos casos es un
deterioro intelectual, acompañado de alteraciones de la conducta y del estado
de ánimo.

Su prevalencia aumenta con la edad (de 65 a 70 años, 2%; >80 años, 20%),
siendo la principal causa de incapacidad a largo plazo en la tercera edad.

Suele iniciarse con el deterioro de la memoria y cambios de personalidad, sin


que el paciente tenga conciencia de sus cambios que con frecuencia niega o
disimula. La conducta se vuelve inapropiada y se pierde el interés por las cosas
debido en gran parte a fuertes déficits de atención.

Trastornos amnésicos

El trastorno amnésico se trata de un deterioro específico en la memoria,


normalmente de la memoria reciente.

Los trastornos amnésicos más típicos son lo siguientes:

Psicosis de Korsakoff: Se define como un trastorno de la memoria provocado


por la deficiencia de vitamina B1. Afecta sobre todo a la memoria a corto plazo.
Los pacientes que presentan este síndrome manifiestan, por norma general
dificultad al caminar y con el equilibrio, confusión, somnolencia, parálisis de
algunos músculos oculares, neuropatía periférica, etc.

Traumatismos craneoencefálicos: Se asocian a la amnesia retrógrada y


anterógrada. Ambas se asocian con la intensidad del traumatismo. En él se
asocian déficits cognitivos leves (deterioro de la atención o la memoria) con
síntomas afectivos (ansiedad, labilidad emocional, tristeza), cambios de
personalidad, cansancio, fatiga, cefalea, insomnio, o inestabilidad.
Amnesia global transitoria: Se caracteriza por una pérdida brusca de la
memoria reciente, provocándole un estado de desorientación y perplejidad al
no poder retener información; el resto de la exploración es normal. El paciente
conserva recuerdos lejanos (nombre, lugar de nacimiento); pero es incapaz de
recordar cosas recientes a pesar de mantener un buen nivel de atención; es
característico que el paciente repita de forma insistente la misma pregunta.

5.3 Etiología de los trastornos cognitivos.

El deterioro cognitivo leve (DCL) es un estadio intermedio entre el deterioro


cognitivo esperado debido al envejecimiento normal y el deterioro más grave de
la demencia. Puede implicar problemas con la memoria, el lenguaje, el
pensamiento y el juicio que son más significativos que los cambios normales
relacionados con el envejecimiento.

Si tienes un deterioro cognitivo leve, puedes notar que tu memoria o tus


funciones mentales se han “reducido”. Tu familia y amigos cercanos también
podrán notar un cambio. No obstante, estos cambios no son tan graves como
para que interfieran significativamente en tu vida diaria y actividades habituales.

Es posible que el deterioro cognitivo leve aumente el riesgo de padecer


demencia en el futuro, causada por la enfermedad de Alzheimer u otro
trastorno neurológico. Pero algunas personas con deterioro cognitivo leve
nunca empeoran y algunas mejoran con el tiempo.

Síntomas

El cerebro, como el resto del cuerpo, cambia a medida que envejeces. Muchas
personas notan una reducción gradual de la memoria a medida que envejecen.
Puede tomar más tiempo pensar en una palabra o recordar el nombre de una
persona.

Sin embargo, la preocupación consistente o creciente sobre tu desempeño


mental puede sugerir un deterioro cognitivo leve. Los problemas cognitivos
pueden ser mayores de lo que se espera e indicar un posible deterioro
cognitivo leve si presentas algunos de los siguientes síntomas o todos ellos:
Te olvidas de las cosas con más frecuencia.

Te olvidas de eventos importantes como consultas o compromisos sociales.

Pierdes el hilo del pensamiento o de las conversaciones, los libros o las


películas.

Te sientes cada vez más abrumado al momento de tomar decisiones,


planificar pasos para realizar una tarea o comprender instrucciones.

Comienzas a tener dificultades para ubicarte en entornos familiares.

Te vuelves más impulsivo o muestras un sentido de la realidad cada vez más


deteriorado.

Tus familiares y amigos notan todos estos cambios.

5.4-Consideraciones sobre tratamiento y prevención

La psicoterapia y la anamnesis en el tratamiento de las memorias menguadas:

El caso de Amalia

Este es el caso de una mujer saludable de sesenta años de edad, casada, de


origen caucásico y madre de cuatro hijas adultas y saludables.

Su condición se sospechó por el hecho de que Amalia comenzó a demostrar un


déficit persistente en su memoria reciente, una tendencia a confusiones
transitorias y una dependencia en la asistencia de otros para orientarse en
lugares que les eran familiares, algo poco característico para ella.

Aunque de intensidad moderada, sus lapsos de recordación eran persistentes y


evidentes.

Además de las menguas de evocación, la paciente actuaba como si estuviese


deprimida y suspiraba muy frecuentemente sin poder atribuirle causa a este
fenómeno. Hábito que causaba molestia a quienes la rodeaban
De preocupación para todos en su familia inmediata era el hecho de que su
padre y un tío paterno habían sufrido y fueron diagnosticados con el Mal de
Alzheimer antes de sus respectivas muertes a edades relativamente
tempranas.

La paciente comenzó tratamiento conmigo como parte de la estrategia


empleada en la terapia de una hija de treinta años de edad, que entró
tratamiento intensivo tipo psicoanalítico por un trastorno asociado con una
pérdida narcisista severa en su niñez que la causaba conflictos con substratos
neuróticos.

Como diagnósticos de trabajo para la terapia de Amalia se utilizaron los de un


trastorno afectivo moderado de tipo depresivo y la posibilidad se dejó
entreabierta para la existencia de un trastorno cognitivo incipiente.

La terapia consistió en aplicar las maniobras que se explican en mi publicación:


La importancia de entretejer la historia personal: El hechizo fascinante de la
coherencia del ego. (Para leer más:
https://www.monografias.com/trabajos50/anamnesia-historia-
personal/anamnesia-historia-personal.shtml).

En esta técnica se elaboran las asociaciones libres de los pacientes, mientras


se conduce una exploración de eventos actuales y pasados. Recientes y
remotos.

Durante las etapas iniciales de la terapia se estableció que el afecto depresivo


que se detectara al principio en la paciente era debido a procesos de duelos
que habían permanecido sin resolución por pérdidas comunes en el período
actual de la vida de Amalia.

Por ejemplo, se había jubilado de una posición administrativa importante


mientras todavía echaba de menos sus contactos profesionales.
Algunas amigas habían caído víctimas de enfermedades comunes en el
período de la vejez, mientras que otras se habían alejado de las actividades
que acostumbradamente las ocupaban.

Pensamientos proféticos

La existencia misma le parecía monótona, ya que, por toda su vida adulta


había mantenido un alto relieve personal y profesional en el lugar donde viviera
con un marido muy exitoso, manteniendo posición social prominente. Lo que ya
no le pareciera viable.

La mayor parte de su experiencia cotidiana la consideraba superflua y banal.


Se quejaba que no le atraía mucho cuidar nietos.

"Yo ni sé qué me queda en la vida que pude haber hecho, que no hice y que
nunca podré hacer…" Era un lamento que, con frecuencia, repetía.

Durante esta parte del proceso, la paciente --- siguiendo mis instrucciones ---
se esmeró en trazar una anamnesis de su existencia, recordando eventos
remotos, ordenándolos como si fueran un puzle dentro del laberinto de sus
memorias recientes.

A menudo repetía, en letanía monótona, con aroma a reminiscencias religiosas


de un pasado de estudiante en un convento de monjas: "Perder las memorias
sería como si fuera morir en vida…"

Otras estrategias

Como asignaciones regulares para el intervalo que transcurría entre las tres
sesiones semanales asignadas, se ocupaba de aprender poemas que recitaba
de memoria cuando el tiempo para su exposición llegaba en el tratamiento la
semana siguiente.
El análisis de sus sueños formó parte integral y fructífera de la terapia.

Evolución y progreso

La terapia se llevó a cabo con una regularidad de tres horas a la semana por
un espacio de 11 meses. No fármacos se utilizaron resultando en una mejoría
marcada evidenciada en todos los aspectos de recordación, concentración e
independencia medidos.

Pruebas de inteligencia no pudieron establecer un diagnóstico definitivo de


demencia, como tampoco lo hicieran los exámenes de resonancia magnética y
neurológicos conducidos.

En resumen

No existen métodos de terapia establecidos para las demencias, aunque


existen ciertos fármacos de efectos paliativos que se aplican en la medicina
geriátrica.

Todos quienes investigan estas condiciones confían en que muchos de los


métodos tradicionales de aprendizaje y de "ejercitarse" en la memoria pueden
poseer un lugar legítimo en la prevención y en el tratamiento de estas
condiciones.

Unidad VI

Trastorno generalizado del desarrollo.

El trastorno generalizado del desarrollo (TGD) era una categoría incluida en el


DSM-IV de 1994 y se dividía en cinco subcategorías:

síndrome autista (autismo de Kanner).

síndrome de Rett

trastorno desintegrativo de la infancia

síndrome de Asperger
trastorno generalizado del desarrollo no especificado1

En el DSM III (1980) se consideraba una sola categoría, la de "autismo infantil",


siendo la primera edición de este manual que incluyó el trastorno;
anteriormente, aunque el autismo había sido ya identificado como entidad
específica, los comportamientos autistas eran asimilados a la esquizofrenia.

En el DSM-5, el término "trastorno generalizado del desarrollo" es sustituido por


el de trastornos del espectro autista, sin subcategorías, y se excluyen de él el
síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo de la infancia.

Para el CIE-10, los TGD (código F84) se definen como un grupo de trastornos
caracterizados por alteraciones cualitativas de las interacciones sociales
recíprocas y modalidades de comunicación así como por un repertorio de
intereses y de actividades restringido, estereotipado y repetitivo. Estas
anomalías cualitativas constituyen una característica persuasiva del
funcionamiento del sujeto, en todas las situaciones.

TDAH

TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se


trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que
implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que
en muchas ocasiones está asociado con otros trastornos comórbidos.1-2

Es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que estos síntomas


nucleares que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e
impulsividad) se presenten:

1. desde una edad temprana: antes de los 12 años1.

2. con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa


de desarrollo del niño.
3. que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del niño
en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social. 1-2

4. no ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro
problema psiquiátrico.3

Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el


diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es
frecuente que el TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la
educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la
presentación de disfunciones sociales.

Trastornos del Comportamiento Perturbador.

La categoría diagnóstica de “trastorno del comportamiento perturbador en la


infancia y en la adolescencia” hace referencia a la presencia de un patrón de
conducta persistente, repetitivo e inadecuado para la edad del menor, que se
caracteriza por el incumplimiento de las normas sociales básicas de
convivencia y por la oposición a los requerimientos de las figuras de autoridad,
generando como consecuencia un deterioro en las relaciones familiares y/o
sociales (APA, 2002).

Los sistemas de clasificación diagnóstica más utilizados en la actualidad (DSM


y CIE) consideran la existencia de un continuo en cuanto a la intensidad,
severidad, frecuencia y cronicidad de los trastornos del comportamiento
perturbador, que va desde la normalidad hasta los trastornos disociales. En
este sentido, hacen una distinción entre cuatro trastornos que se caracterizan
por la presencia de comportamientos disruptivos o perturbadores, que de
menor a mayor gravedad se ordenarían en: problemas paterno-filiares (Z 63.1,
si el objeto de atención clínica es el menor), comportamiento antisocial en la
niñez o adolescencia (Z 72.8), trastorno negativista desafiante (F 91.3) y
trastorno disocial (F 91.8) (APA, 2002).
La evolución dentro de dicho continuo podría producirse como consecuencia de
un desarrollo psicosocial deficiente, producto de unas pautas educativas
desajustadas y una mayor disponibilidad y accesibilidad a modelos
inadecuados (Bradley y Corwyn, 2005; Snyder y cols., 2005). Estos factores
promueven el mantenimiento o incremento de comportamientos disruptivos,
que en su origen pudieran considerarse como normales, pero que en ciertos
casos pueden evolucionar hasta convertirse en muy graves (Goldstein y cols.,
2005).

Muchos de los comportamientos considerados negativistas o disociales surgen


de forma natural durante el desarrollo evolutivo del menor. De esta forma, y a
modo de ejemplo, el comportamiento de desobediencia de un niño de 2 ó 3
años de edad ante la prohibición de los padres de tocar la televisión o la
conducta agresiva de un niño que aún no ha adquirido un nivel de expresión
verbal adecuado, pueden considerarse conductas normales y necesarias para
que el niño desarrolle las sensaciones de independencia y autonomía, las
cuales le permitirán conocer el mundo a través de su interacción con él
(Campbell, 1993). No obstante, la generalización y el mantenimiento de esos
comportamientos a lo largo de los años será lo que determine la presencia de
los problemas de conducta o de los trastornos del comportamiento perturbador
ulteriores (Díaz-Sibaja, 2005).

Los trastornos del comportamiento perturbador suponen hoy en día uno de los
diagnósticos más frecuentes en las unidades de salud mental infanto-juvenil,
tanto en España, que supone algo más de la mitad de las consultas clínicas
que se realizan (Herreros, Sánchez, Rubio y Gracia, 2004), como fuera de
nuestras fronteras (Dery, Toupin, Pauze y Verlaan, 2004).

Se ha constatado que la frecuencia de los trastornos del comportamiento


perturbador aumenta en función de la edad. En este sentido, la prevalencia es
de aproximadamente un 3% a los 10 años, llegándose a alcanzar el 8,7% a los
16 años (Kashani y cols., 1987). En este mismo sentido, se podría concluir que
cualquiera de estos trastornos son más frecuentes en la adolescencia, en una
proporción de 2 a 1 (Pedreira, 2004).
Trastorno de la eliminación

Trastorno de la eliminación - Encopresis

La característica esencial de la encopresis es la emisión repetida de heces en


lugares inadecuados (p. ej., la ropa o el suelo). En la mayor parte de los casos
esta emisión puede ser involuntaria, pero en ocasiones es intencionada. El
hecho debe ocurrir por lo menos una vez al mes durante 3 meses como
mínimo, y la edad cronológica del niño debe ser por lo menos de 4 años. La
incontinencia fecal no puede deberse exclusivamente a los efectos fisiológicos
directos de una sustancia (p. ej., laxantes) ni de una enfermedad médica,
excepto por algún mecanismo que implique estreñimiento.

Cuando la emisión de heces es más involuntaria que intencionada suele ir


asociada a estreñimiento, ventosidades y retención con el rebosamiento
consiguiente. El estreñimiento puede producirse por razones psicológicas (p.
ej., ansiedad al defecar en un lugar concreto o un patrón más general de
ansiedad o de comportamiento negativista), lo que conduce a una evitación de
la defecación. Las predisposiciones fisiológicas al estreñimiento incluyen la
deshidratación asociada a una enfermedad febril, el hipotiroidismo o el efecto
secundario de una medicación. Una vez establecido el estreñimiento, puede
complicarse por una fisura anal, defecación dolorosa y retención fecal posterior.
La consistencia de las heces puede variar. En algunos niños son de
consistencia normal o casi normal. En otros son líquidas, concretamente
cuando existe una incontinencia por rebosamiento, secundaria a una retención
fecal.

El niño con encopresis suele sentirse avergonzado y puede desear evitar las
situaciones (p. ej., campamento o escuela) que pudieran producirle embarazo.
La importancia de la alteración depende de su efecto sobre la autoestima del
niño, el grado de ostracismo social determinado por los compañeros y la cólera,
el castigo y el rechazo manifestados por los cuidadores. El embadurnamiento
con heces puede ser deliberado o accidental, resultando del intento del niño
por limpiar u ocultar las heces que expulsó involuntariamente. Cuando la
incontinencia es claramente deliberada, cabe observar características del
trastorno desafiante o de trastorno disocial. Muchos niños con encopresis
presentan también enuresis.
La encopresis no se diagnostica hasta que un niño ha alcanzado una edad
cronológica de por lo menos 4 años. Un adiestramiento del control de
esfínteres inadecuado e incoherente y el estrés psicosocial (p. ej., entrar en la
escuela o el nacimiento de un hermano) pueden ser factores predisponentes.

Tratamientos

Los tratamientos utilizados en la encopresis son de tipo médico, psicológico y


mixto (médico-psicológico).

El tratamiento médico consiste en el uso de la imipramina que se combina con


otros tratamientos. En el caso de la encopresis por estreñimiento se utilizan
enemas o laxantes para descongestionar el colon y que el intestino pueda
volver a su normalidad.

Entre los abordajes psicológicos, destacamos:

-Técnicas de reforzamiento.

-Técnicas para disminuir la ansiedad y la fobia a la defecación.

-Entrenamiento y psicoeducación con los padres.

6.4. Trastorno del aprendizaje.

El Trastorno del Aprendizaje se define como una dificultad inesperada,


específica y persistente para la adquisición de un aprendizaje pese a una
instrucción convencional, nivel de inteligencia y oportunidades socioculturales
adecuadas. Estos trastornos se incluyen dentro de los trastornos del
neurodesarrollo e interfieren en el aprendizaje de habilidades académicas y/o
sociales y a menudo coexisten con problemas de conducta, de estado de
ánimo y/o de ansiedad.
Los trastornos del aprendizaje, si no son detectados a tiempo, no se
diagnostican de manera correcta y no son tratados de forma efectiva exponen
al niño a repetidas experiencias fallidas, pueden reducir la motivación por el
aprendizaje y favorecer la aparición de problemas asociados que afectan la
autoestima y el bienestar emocional del niño. El niño puede mostrar signos de
tristeza, frustración o decepción. Pueden ocurrir también problemas
conductuales como mal comportamiento o presentarse conjuntamente a un
TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad). Aunque no existe
acuerdo acerca de las causas de la relación entre el TDAH y las dificultades de
aprendizaje la comunidad científica coincide en que las dificultades específicas
de cada trastorno favorecen el desarrollo del otro.

Cuando se da una detección temprana e intervención especial apropiada, la


mayoría de los niños y adolescentes pueden superar o aprender a compensar
los problemas escolares que se hayan podido presentar.

Principales Transtornos del Aprendizaje

Trastorno específico del aprendizaje con dificultad en la lectura o Dislexia

La dislexia o trastorno especifico del aprendizaje de la lectura, se refiere a una


dificultad inesperada para adquirir la lectura que presentan algunos niños con
inteligencia, motivación y escolarización adecuada.

Las dificultades para la lectura y sus repercusiones van cambiando a lo largo


de la vida, pero siempre están presentes. En el adulto se traduce en una baja
velocidad lectora y poco dominio ortográfico.

El tratamiento de la dislexia requiere un proceso de reeducación con técnicas


específicas individualizadas, con el fin de adquirir la capacidad de interpretar,
de forma casi automática, los símbolos gráficos habituales usados en la lectura
y la escritura. Este tratamiento debe empezar lo antes posible, evitando así la
posterior aparición de problemas más graves y garantizando el éxito de
adquisiciones más complejas.

Trastorno específico del aprendizaje con dificultad matemática o Discalculia

La discalculia o dificultad en el aprendizaje de las matemáticas, denominado en


el DSM5 como un trastorno específico del aprendizaje con dificultad
matemática, se refiere a una dificultad permanente para aprender o
comprender los conceptos numéricos, principios de conteo o aritmética.

Entre el tres y el seis por ciento de los niños en edad escolar, muestra
dificultades permanentes en el aprendizaje de tales conceptos matemáticos.
Alrededor de la mitad de los niños con discalculia también presenta un retraso
o deficiencias en el aprendizaje de la lectura, y muchos presentan también
TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). Se desconoce
aún la causa pero diferentes estudios científicos sugieren un componente
genético.

Retraso mental

El retraso mental es un estado de funcionamiento cognitivo significativamente


inferior al normal para la edad del paciente, que se manifiesta durante el curso
del desarrollo y que se expresa por el deterioro de las capacidades adaptativas
del mismo.

Según esta definición, y ajustándonos a la clasificación internacional DSM-IV,


en términos numéricos se definiría por un cociente intelectual (CI) menor de
dos desviaciones estándares para la media, es decir, un CI menor o igual a 70
en un test realizado individualmente y adecuado para la edad del paciente.
Esta discapacidad intelectual debe tener un inicio precoz (antes de los 18 años)
y asociarse a un déficit o alteración de la actividad adaptativa en al menos dos
de las siguientes áreas: comunicación, cuidado personal, vida doméstica,
habilidades sociales/interpersonales, utilización de recursos comunitarios,
autocontrol, habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud y
seguridad.

Clasificación

ya apuntábamos, el grado de afección intelectual tiene un gran interés


administrativo, social, educativo y pronóstico, entre otros.

Los grados de retraso mental se definirán de la siguiente manera: leve (CI entre
50-55 y 70), moderado (CI entre 35-40 y 50-55), grave: (CI entre 20-25 y 35-40)
y, por último, profundo (CI inferior a 20-25).
Bibliografía

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-
85972016000300004

https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-integral-63-articulo-retraso-mental-
desde-atencion-primaria-13028090

https://www1.nichd.nih.gov/espanol/salud/temas/hiv/.../tratamientos-
adolescentes.aspx

https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/mild-cognitive-
impairment/symptoms-causes/syc-20354578

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