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“Se trata de la típica decisión sobre si hacerlo uno mismo o comprarlo (make-or-
buy decision)”, dice Morris Cohen, profesor de producción y logística en Wharton. ”
¿Produzco algo en la empresa o lo compro en el mercado? ¿Cómo consigo valor
añadido de la forma más efectiva? Desde hace décadas se está estudiando este
problema en economía y gestión. No es un tema nuevo y tampoco va a
desaparecer”. Lo que sí ha cambiado, dice Cohen, es que ahora hay más empresas
que practican el outsourcing, y también emplean nuevos métodos. Por ejemplo, “la
idea de trasladar tareas a otros países y fuera de las fronteras; la mayor parte está
teniendo lugar con procesos para los que nunca hubieses creído que fuese posible.
Tener a gente en la India contestando el teléfono, ¿quién iba a poder
imaginárselo?”
Cohen parece estar de acuerdo en que a través del outsourcing las empresas
pueden conseguir algo más que ahorro en costes. “Una de las ventajas estratégicas
del outsourcing es el conocimiento de las tecnologías, el acceso a mejores procesos
o eficiencias, o el poder aprender sobre procedimientos de gestión más eficientes.
Otra empresa puede ser especialista en fabricar diferentes tipos de componentes de
precisión. Al externalizar tienes acceso a mayores conocimientos y habilidades.
También hay empresas que subcontratan por temas de capacidad. Saben cómo
hacer un producto pero no tienen capacidad, o no quieren invertir en su
fabricación”.
Puede que el ahorro no sea el único motivo por el que una corporación le haya
echado “un ojo estratégico” a los países de bajos costes, pero es el principal.
Hemerling señala que el ahorro puede llegar a ser del 50%. La mayor parte del
mismo se debe a las menores tasas salariales. Pero también influyen otros factores:
menores costes de los equipamientos, herramientas, materias primas o propiedad
inmobiliaria, así como la existencia de incentivos gubernamentales.
Las empresas, al igual que las unidades empresariales que las componen, se
comportan de un modo muy diferente a la hora de aprovechar las ventajas que
ofrecen los países de bajos costes. BCG, que ha analizado la tendencia del
outsourcing en once países de bajos costes –Brasil, China, la República Checa,
Hungría, India, Indonesia, Malasia, México, Polonia, Rusia y Tailandia-, clasifica a
las empresas en cinco categorías.
Es más, otras empresas han alcanzado la siguiente etapa en la que se adopta una
estrategia de outsourcing integrada. Por ejemplo, los principales fabricantes de
automóviles en un principio consideraban que países como China eran sobre todo
lugares donde producir coches para después venderlos en el mercado propio. Sin
embargo, hoy en día los fabricantes de coches consideran a los países de bajos
costes como bases para producir bienes que después se venden en otros sitios y
también como importantes mercados. Es necesaria una estrategia integrada para
que cada línea de negocio pueda subcontratar componentes de productos que luego
serán exportados, y también producir bienes que vayan a ser vendidos en el
mercado doméstico. Las empresas que se encuentran en ésta etapa están
consiguiendo beneficios mucho mayores. Un enfoque integrado genera una
variedad de ventajas nada fáciles de copiar por los competidores, como ser capaz
de utilizar las plantas para aprovechar las economías de escala e incrementar las
oportunidades para aumentar las ventas.
Un paso más allá en el abanico de posibilidades del outsourcing, afirma BCG, lo han
dado aquellas empresas –por el momento muy pocas-, que reconocen que deben
capturar las ventajas globales. Estas empresas saben que si gestionan su negocio a
través de múltiples países de bajos costes pueden lograr un mayor crecimiento a
todos los niveles: local, regional y global. Por ejemplo, Toyota tiene subcontratado
el ensamblaje en varios países asiáticos, lo cual le permite mantener los costes
bajos y conseguir entregas just-in-time.
Capturar las ventajas globales –lograr los menores costes y al mismo tiempo
emplear las mejores prácticas y recursos humanos-, es el santo grial para explotar
los países de bajos costes. Es difícil conseguirlo, pero también es muy difícil que los
competidores lo puedan copiar. Para capturar ventajas globales “necesitas pensar
cuál es el mejor lugar para lograr ventajas competitivas”, señala Hemerling. “Y
tienes que hacerlo de forma dinámica y poner al día tus conocimientos
constantemente sobre qué subcontratar en dónde, sobre los riesgos inherentes de
todo país y así evaluar tu exposición al riesgo”.
¿Cuál es la senda que han de seguir las empresas hasta lograr las ventajas
competitivas? BCG ha identificado tres pasos. Las empresas deben analizar las
oportunidades y determinar qué debería ser externalizado; crear una
infraestructura para apoyar las operaciones de outsourcing; superar las barreras de
toda externalización.
Hemerling añade que una de las mayores barreras a la hora de explotar países de
bajos costes no es la falta de proveedores o mano de obra barata, sino las barreras
existentes dentro de la organización que decide practicar el outsourcing. “Si piensas
en una gran empresa con múltiples negocios, sus funciones y procedimientos se
encuentran a menudo descentralizados y se realizan en las unidades de negocio o
las fábricas. En una empresa global, la complejidad organizativa al intentar
orquestar las cosas es realmente extraordinaria. Conseguir que se encuentren la
información y los responsables de tomar la decisión sobre dónde reubicar la
producción y la externalización es una tarea enormemente ardua”.
Cambios en Europa
La rapidez con la que las empresas se están movilizando para investigar las
ventajas de los países de bajos costes puede comprobarse en un tipo de
outsourcing: el aprovisionamiento. Pascal Cotte, vicepresidente y director de la
oficina de BCG en París, y responsable de aprovisionamientos a nivel internacional,
afirma haber sido testigo de una acentuada aceleración del outsourcing desde
mediados de 2002.
En opinión de Cotte, durante años las empresas -tanto en Estados Unidos como
sobre todo en Europa-, no han estado dispuestas a trasladarse a países de bajo
coste, y preferían opciones más tradicionales para reducir sus costes, opciones que
además consideraban más seguras. “Se decían ¿Por qué nos tendríamos que
molestar en asumir el riesgo de ir a países de Europa del Este o más lejos, a China
o India? ¿Para qué? Algunas de esas empresas estaban dispuestas a probar, pero
muchos [programas piloto] fracasaron estrepitosamente por diversos motivos. Se
decían Cada vez que lo intentamos nos cuesta dinero. Así, preferían quedarse con
lo conocido”.
“Ahora las empresas tienen la sensación de estar en punto muerto”, dice Cotte.
“Ven cómo están despegando los mercados de Europa del Este, China e India.
Antes, debido a los requisitos regionales o a temas arancelarios, [las empresas
europeas] estaban obligadas a adquirir los productos dentro de su territorio. Tengo
entendido que hoy en día algunas empresas todavía adquieren algunos de sus
componentes en Europa para servir al mercado chino. Utilizan vendedores
franceses, alemanes o italianos, lo cual es realmente extraño. Era un círculo
vicioso. Pero la calidad y la fiabilidad [entre los productores en los países de bajos
costes] ha mejorado significativamente. Ahora las empresas europeas ya no piensan
en utilizar empresas locales. Se puede observar un cambio real”.
Algo que saben perfectamente muchos de los ejecutivos europeos, es que existen
riesgos asociados al outsourcing que no deberían ser ignorados a la ligera: cadenas
de suministros más largas, incertidumbre política, posibles dificultades para
supervisar el trabajo de los proveedores y temas relacionados con el lenguaje y la
cultura. Efectivamente, en artículos de prensa publicados durante estas últimas
semanas se describe como algunas empresas estadounidenses han recortado o
eliminado la subcontratación de centros de atención de llamadas en la India debido
a problemas culturales y quejas de los clientes.
Pero Sirkin señala que, a la hora de rechazar el outsourcing, es posible que lo más
importante para una empresa sea su irracional aversión al riesgo. Los riesgos
asociados con la inercia y la poca disposición a realizar cambios pueden situar a la
empresa detrás de los competidores que estén dispuestos a enfrentarse al riesgo.
“Hay una falsa percepción del riesgo. Existen riesgos que se pueden ver y otros que
no. Si permites que tu empresa tenga una desventaja en costes o te obligas a
invertir más de lo necesario en producción, los riesgos en los que estarás
incurriendo son enormes pero más difíciles de percibir”.
El futuro próximo