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RESUMEN:
ABSTRACT
Although the flexibility of production activity in recent decades or outsourcing part of the
production process, appeared to be sufficient to eliminate the costs of sub-activity, they continue
to have a relative importance in business management. Incorrect identification of these costs may
cause that company assign costs erroneously or that some cost objects are overvalued. Our work
aims to study how these costs occur and its location in the different cost centres, and explore
implementation issues with the introduction of a small case study.
1. INTRODUCCIÓN
En principio, parece lógico que exista un equilibrio entre los outputs o servicios que presta la
empresa y la capacidad de los inputs disponibles. No obstante resulta difícil una armonización
completa de la estructura productiva de la empresa, lo que origina la existencia de factores de
producción ociosos o con potenciales rendimientos no totalmente aprovechados.
En este sentido debemos señalar que un gran número de empresas se enfrentan con un exceso
de capacidad productiva ocasionando un grave problema de gestión que se resume en como imputar los
recursos ociosos o infrautilizados.
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En algunos casos, una identificación incorrecta de dichos recursos puede provocar que la
empresa asigne costes de forma errónea o, en otras situaciones, al no ser considerados, puede existir la
sobrevaloración de algunos portadores de coste al absorber costes no necesarios.
Los principales motivos que en la práctica empresarial dan origen a la subactividad son las
modificaciones transitorias del comportamiento del mercado, cambios en la estructura productiva,
tiempos de mantenimiento superiores a los previstos, incumplimiento de horarios, etc.
El profesor Schneider, a mediados del siglo pasado, fue uno de los primeros en dar importancia
al estudio de los costes necesarios y no necesarios, como herramienta básica para intentar eliminar los
costes de subactividad, afirmando que solamente los primeros debían imputarse al producto.
Así pues, analizar correctamente los costes de subactividad permite realizar diagnósticos
adecuados y adoptar las decisiones correctas para subsanar algunos efectos distorsionadores que
provocan.
Para analizar cómo debemos acotar los costes de subactividad necesitamos unas definiciones
previas relacionadas con aspectos técnicos de los procesos productivos. Concretamente nos parece
oportuno definir los conceptos de capacidad técnica de producción y nivel de actividad que, en algunos
casos, pueden llegar a confundirse.
Por parte de los especialistas en la temática se han analizado distintos niveles de capacidad
productiva. Atendiendo a ellos, podemos clasificarlos en capacidad teórica, capacidad práctica,
capacidad normal, capacidad esperada y sobreactividad.
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alteración del factor tiempo y, por lo tanto, sin costes de interrupción de los procesos. Dicho de otra
forma, es la máxima capacidad a la que un proceso puede operar asumiendo el máximo de horas diarias
durante el máximo de días al año. Por lo tanto, debe ser la referencia para la mejora, en períodos
futuros, de los valores presentes.
3. TEMPORALIDAD Y PARCIALIDAD
Después de las diferentes reflexiones realizadas puede existir alguna confusión entre una
subactividad más relacionada directamente con los costes no necesarios, y otra que se produce por la
no utilización temporal de ciertos factores.
Se puede intuir, pues, que su principal rasgo distintivo es la temporalidad, por ello puede ser
clarificadora la clasificación que realiza el profesor Serra (1996) de las diferentes formas de
subactividad. En primer lugar, define una subactividad de parte de los factores que no son necesarios
para la producción de forma permanente. En segundo lugar, encuentra una subactividad de todos los
factores que interrumpen temporalmente su actividad de manera planificada. En tercer lugar, define
una subactividad de todos los factores que se utilizan parcialmente, trabajando a un menor ritmo, al
largo de su vida útil.
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reconducir los factores utilizados para su prestación, principalmente coste de personal, a mediciones de
potencial productivo introduciendo factores correctores para homogeneizar la producción. Una posible
solución sería introducir criterios de calidad, aunque su aplicación se nos antoja compleja.
Asimismo, el citado documento expone el concepto de subactividad exógena como la parte del
coste que puede asignarse a la desocupación productiva por un uso inferior, al considerado normal, de
los factores productivos.
El siguiente paso sería encontrar donde reside la responsabilidad del exceso de capacidad.
Diferentes autores han coincidido en que la clave consiste en considerar las necesidades a corto plazo o
a largo plazo. En este sentido, Ansón et alter (1995) consideran dos componentes en el exceso de
capacidad, necesario y no necesario. El primero hace referencia a los recursos no utilizados en el
período pero que se usarán en períodos futuros, mientras que el segundo se refiere a recursos que no se
van a utilizar en ningún momento.
Antes de entrar en las fórmulas de cálculo, nos permitimos una última reflexión. Si, como
buena parte de los autores consultados, consideramos que la subactividad es una magnitud a priori, la
desviación por exceso o defecto de la actividad real sobre la esperada de un período no debe ser
considerada en el cálculo de la tasa de subactividad.
Por otra parte, el Plan francés propone el método de imputación racional donde, para cada nivel
de producción, el valor de las cargas fijas retenidas para su incorporación a los costes se define como el
valor real de dichos costes multiplicado por el cociente entre el nivel real de actividad y el nivel de
actividad normal. Por lo tanto, se mantiene constante el coste fijo unitario por unidad de obra para que,
a medida que disminuya el nivel de actividad, no se incremente.
Siguiendo con la normativa, en la resolución del ICAC del año 2000 se establece la no
inclusión de los costes de subactividad en el coste del producto, considerándolo un gasto del ejercicio
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imputable a resultados. Así pues, los costes fijos realmente imputados serán iguales a los coste fijos
totales multiplicados por el cociente entre nivel de actividad real y capacidad normal. La misma
resolución advierte que, en caso de persistencia de subactividad, se deben realizar las oportunas
correcciones de los elementos del activo fijo afectados, por lo que se debería realizar un nuevo cálculo
de la cuota de amortización de dichos activos.
En parecidos términos lo define la NIC 2 (Existencias) del año 2004 donde especifica que el
proceso de distribución de los costes indirectos fijos a los costes de transformación será calculado a
partir de la capacidad normal del trabajo en los medios de producción. Así pues, los costes de
subactividad no se incluirán en el coste de producción sino como costes del ejercicio en que han sido
incurridos. En este mismo sentido, el PGC español de 2007 considera que para la valoración de
existencias, además del precio de adquisición de las materias primas, otros materiables consumibles y
los costes directamente imputables al producto, también deberán añadirse los costes indirectamente
imputables basados “en el nivel de utilización de la capacidad normal de los medios de producción”.
Así pues, podemos observar que para el cálculo de los costes de subactividad es muy
importante el concepto de capacidad normal. Antes hemos expuesto su definición teórica pero ¿cómo
podemos desarrollar una aplicación práctica? Según la mayoría de autores, la capacidad normal se
calcula sobre la base de la producción, de la demanda o de la cifra de ventas de los últimos tres o cinco
años representativos, excluyendo los períodos anómalos. En este sentido las profesoras Jiménez y
Villaluenga (2011) exponen que “el cálculo de la capacidad normal podría plantearse a partir de la
producción de los últimos 5 años tomando de ellos los tres años más próximos a los valores de la
producción esperada actual”.
No obstante, esta fórmula de cálculo plantea ciertos problemas en empresas de períodos cíclicos
de alta y baja demanda, empresas de servicios obligadas a una cierta flexibilidad por distintos niveles
de exigencia en el servicio, y empresas con alta heterogeneidad de producción.
Aunque existe una idea común de flexibilizar la actividad productiva como remedio común a
los costes de subactividad, ha significado un duro esfuerzo reducirlos.
No obstante, los sistemas modernos de organización, como por ejemplo el JIT, organizan la
producción en células independientes que poseen cierta capacidad de decisión que les permite actuar de
forma autónoma. Por ello, se eliminan los stocks de materias primas e intermedios y la cadena
productiva funciona sobre pedido con el consiguiente ahorro de tiempo. Asimismo, se exige a los
proveedores que cumplan un plan riguroso de suministro cuya excelencia dependerá del poder de
negociación de la empresa.
Las soluciones para estas ineficiencias en los sistemas modernos han llegado a partir del
aumento de la producción en otras células que realicen tareas parecidas, o bien trasladando personal de
unas células a otras. En algunos casos, deberá valorarse si el coste de subactividad por la ociosidad del
factor coste de personal es más alto que el coste de gestión de un exceso de stocks. Otra opción
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consiste en encomendar la producción a otro proveedor con la garantía de cuantificación de sanciones
si no se cumplen los plazos acordados.
Otro factor a tener en cuenta es el coste de personal, pues en muchas ocasiones la contratación
fija de los recursos humanos en épocas de expansión, se convierte en un coste semifijo irreversible
cuando no se puede producir toda la capacidad. Deberá analizarse el tiempo referido al factor trabajo
(tiempo-operario), analizar los períodos vacacionales, el tiempo de descanso del personal, los turnos
realizados por los diferentes operarios, entre otros, para hallar el tiempo desocupado, generador de
coste de subactividad. Este concepto, referido al tiempo en que el operario acude al trabajo y no tiene
lugar de trabajo asignado donde prestar sus servicios, no debe confundirse con el concepto de tiempo
inactivo, referido al tiempo en que un operario tiene un lugar de trabajo asignado sin desarrollar
actividad (por causa propia o ajena a él). No obstante, es cierto que la generación de costes de
subactividad en esta clase de coste dependerá de la tipología de los contratos y de la normativa laboral
vigente en cada momento.
Para ello, cada centro de coste deberá medir la subactividad con una variable representativa de
ésta, es decir, una unidad de obra identificativa del coste de dicho centro. El principal problema es la
correcta elección de la unidad de obra ya que la escogida debe permitir la correcta imputación de las
cargas indirectas, y para ello será necesario, principalmente, que sea la auténtica medida de la actividad
de la sección, es decir, que la relación entre los elementos integrantes de las partidas de coste y la
actividad debe ser tal que dicha actividad constituya la causa de la modificación de dichos costes. No
obstante, cada centro de coste tiene comportamientos diferentes, por lo que procedemos a analizar los
mas característicos de las empresas para detectar como puede ser de importante la subactividad en cada
uno de ellos.
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En la sección de aprovisionamiento, los principales costes de subactividad pueden ocasionarse
por la inactividad de algunos factores relacionados con el almacenaje de las materias primas, como
pueden ser el alquiler de los almacenes o su coste de amortización en caso de que sean propiedad de la
empresa.
En la sección comercial deberían localizarse pocos costes de subactividad, pues no existe una
relación tan directa entre los costes de los centros y la actividad de la empresa. No obstante, al igual
que en la sección de aprovisionamiento, el coste de almacenaje de los productos acabados puede dar
lugar costes fijos de alquiler o amortización que, en algunos casos, deben considerarse costes de
subactividad.
La sección de administración es una de las secciones donde menos costes variables se producen
y, además, los costes fijos suelen ser indirectos a los portadores de coste, por lo que se convierte en una
sección donde no existe una relación entre los costes y la capacidad productiva. No obstante, si aparece
subactividad por existencia de mayoría de costes fijos, estará más relacionada con los costes de
personal que con cualquier otra clase de coste.
7. CASO PRÁCTICO
En una primera fase, transforma la materia prima “A” a través de una producción alternativa,
generando dos productos semielaborados SEM1 y SEM2, que tienen una dificultad de fabricación
equivalente.
En una segunda fase, los productos semielaborados son transformados a través de una
producción alternativa, dando lugar a dos productos acabados, PAC (de la línea productiva de SEM1) y
PRODAC (de la línea productiva de SEM2).
Sobre la capacidad de producción, se han obtenido los datos siguientes, teniendo en cuenta que
la capacidad práctica se ha mantenido constante en los últimos 4 años:
- Capacidad teórica fase 1: 500 unidades/mes
- Capacidad teórica fase 2: 550 unidades/mes
- Capacidad normal fase 1: 430 unidades/mes
- Capacidad normal fase 2: 450 unidades/mes
- Capacidad práctica fase 1: 430 unidades/mes
- Capacidad práctica fase 2: 450 unidades/mes
Los costes reales de la materia prima, referidos a marzo de 2013 han sido 27.340,00 €.
Sobre los costes reales de la primera fase, referidos a marzo de 2013, se han obtenido los datos
siguientes:
- Costes de personal: 24.750,00 € (fijos)
- Costes de amortización: 45.390,00 € (fijos)
- Otros costes: 18.460,00 € (40% fijos, 60% variables)
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Sobre los costes reales de la segunda fase, referidos a marzo de 2013, se han obtenido los datos
siguientes:
- Costes de personal: 29.840,00 € (80% fijos, 20% variables)
- Costes de amortización: 49.110,00 € (fijos)
- Otros costes: 16.570,00 € (30% fijos, 70% variables)
-
Los costes de la materia prima se reparten en función de las unidades producidas.
Los costes de los factores activos relacionados con la actividad se reparten en proporción 2 a 1
entre el producto SEM1 y el producto SEM2 en la primera fase, y en proporción 3 a 1 entre el producto
PAC y el producto PRODAC.
Calcular el coste de producción unitario mediante un sistema de costes completos, sin tener en
cuenta la subactividad (a) y teniendo en cuenta la subactividad (b).
¿Qué sucedería con una capacidad práctica un 10% inferior, manteniéndose el resto de datos del
período inalterables? (c).
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ESTADÍSTICA
T1 T2 COMERCIAL ADMINISTRACIÓN SUBACTIVIDAD
DE COSTES
PERSONAL 20.720,93 25.065,60 32.460,00 16.250,00 8.803,47
AMORTIZACIÓN 38.000,93 39.288,00 12.372,00 8.242,00 17.211,07
OTROS COSTES 16.656,93 15.575,80 6.834,00 3.460,00 2.797,27
COSTES TOTALES 75.378,79 79.929,40 51.666,00 27.952,00 28.811,81
Como puede observarse el coste unitario de producción se reduce entre un 11 y un 15%, según
el producto, cuando la subactividad no se considera coste de producción.
En primer lugar, podemos observar que se modifica la capacidad práctica, pero se mantiene la
capacidad normal. En este caso, debemos plantear si para el cálculo de la subactividad utilizamos una
magnitud u otra. Si entendemos que la empresa mantiene una demanda homogénea en sus diferentes
ciclos, debemos utilizar la capacidad normal y, como ésta no se ha modificado, obtendremos los
mismos resultados que en el apartado b).
Por otra parte, si consideramos que la empresa tiene ciclos variables en su producción y, por lo
tanto, se requiere una cierta flexibilidad para analizar su capacidad productiva, estará justificado
utilizar la capacidad práctica. En este segundo caso, los nuevos valores serán los siguientes:
ESTADÍSTICA
T1 T2 COMERCIAL ADMINISTRACIÓN SUBACTIVIDAD
DE COSTES
PERSONAL 23.023,26 27.187,56 32.460,00 16.250,00 4.379,19
AMORTIZACIÓN 42.223,26 43.653,33 12.372,00 8.242,00 8.623,41
OTROS COSTES 17.687,26 16.017,67 6.834,00 3.460,00 1.325,08
COSTES TOTALES 82.933,77 86.858,56 51.666,00 27.952,00 14.327,68
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Como puede observarse, al reducirse la capacidad práctica de producción, aumenta el coste
unitario de los portadores de coste, entre un 6% y un 8%, dependiendo del producto analizado.
d) Cálculo del coste con una producción un 10% inferior
En este caso, tal como define el enunciado, vamos a suponer que los costes variables son
proporcionales y que, por lo tanto, la reducción de la producción implicará la misma reducción de
costes variables y el mantenimiento de los costes fijos.
Por otra parte, solamente analizaremos los datos teniendo en cuenta la separación entre costes
de actividad y de subactividad, para demostrar la validez de este procedimiento ante la toma de
decisiones. Los valores serán los siguientes:
ESTADÍSTICA
T1 T2 COMERCIAL ADMINISTRACIÓN SUBACTIVIDAD
DE COSTES
PERSONAL 18.648,84 23.155,84 29.214,00 16.250,00 12.785,32
AMORTIZACIÓN 34.200,84 35.359,20 12.372,00 8.242,00 24.939,96
OTROS COSTES 14.991,24 14.018,22 6.287,28 3.252,40 4.122,24
COSTES TOTALES 67.840,91 72.533,26 47.873,28 27.744,40 41.847,53
Como se puede ver, los costes unitarios de los portadores de coste apenas se modifican, incluso
en los productos semiacabados coinciden, y esto es así porqué los costes variables se han adaptado
proporcionalmente a la reducción de producción y la mayoría de costes fijos continúan siendo costes de
subactividad pero no costes del producto, por lo que la reducción de producción no afecta en demasía a
la productividad de la empresa.
e) Cálculo del coste con una producción un 10% superior
En este caso, tal como define el enunciado, vamos a suponer que los costes variables son
proporcionales y que, por lo tanto, el aumento de la producción implicará el mismo incremento de
costes variables y el mantenimiento de los costes fijos.
Por otra parte, solamente analizaremos los datos teniendo en cuenta la separación entre costes
de actividad y de subactividad, para analizar cómo se producen las variaciones respecto a los datos de
producción de los primeros apartados. Los valores serán los siguientes:
ESTADÍSTICA
T1 T2 COMERCIAL ADMINISTRACIÓN SUBACTIVIDAD
DE COSTES
PERSONAL 22.793,02 26.975,36 32.460,00 16.250,00 4.821,62
AMORTIZACIÓN 41.801,02 43.216,80 12.372,00 8.242,00 9.482,18
OTROS COSTES 18.322,62 17.133,38 7.380,72 3.667,60 1.472,30
COSTES TOTALES 82.916,67 87.325,54 52.212,72 28.159,60 15.776,09
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PRODUCCIÓN UN. PROCESADAS COEFICIENTES UN. EQUIVALENTES
SEM 1 220 2 440
SEM 2 176 1 176
PAC 220 3 660
PRODAC 176 1 176
Como puede comprobarse, los costes unitarios de los portadores de coste se reducen, porqué los
costes variables se han adaptado proporcionalmente al incremento de producción y una parte de los
costes fijos han sido absorbidos por los costes de la actividad.
8. CONCLUSIONES
Después de haber analizado las principales razones que dan lugar a los costes de subactividad
así como su localización según la organización de cada empresa, nos parece oportuno elaborar una
serie de conclusiones que son solamente un primer paso ante un problema que, debido a las
implicaciones técnicas en las que subyace, no ha sido tratado suficientemente en la literatura contable.
En primer lugar, la subactividad debe considerarse una magnitud prevista y el cálculo de su tasa
o coeficiente no debe tener en cuenta la diferencia entre la actividad real y la actividad esperada.
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