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PERSONALIDADES
AUTORES: CATALINA M. AMATO – EDER DANIEL ZAGO
1. consideraciones preliminares
Los rehenadores pueden presentar diversas personalidades y cada una de ellas requiere
una forma de tratarlo durante la negociación diferente.
Cuando las personas tiene alguna personalidad con algún tipo de trastorno deben tomarse
ciertas precauciones al desarrollar los diálogos para evitar reacciones inapropiadas.
Si bien el negociador que administra las situaciones no debe ser un experto en psicología
debe tener algún conocimiento del tema para poder trabajar mejor y además poder
entender mejor el asesoramiento de profesionales de los aspectos humanos.
Poder individualizar las personalidades con las que se debe negociar en un caso de toma
de rehenes es el primer paso en el camino del éxito.
Conocer las características de la paranoia nos permite identificarla cuando nos informan
sobre las características del hecho delictivo, aun con los escasos antecedentes que nos
brindan, como podremos explicar mas adelante. Esto le da al negociador la ventaja de
poder adoptar medidas decisivas desde el comienzo, importantísimo cuando se trabaja en
este caso especialmente complicado.
Los mueve el miedo de perder lo que tienen y la avidez por extender el círculo de acción de
sus intereses materiales o espirituales.
Esta característica de desconfianza hace que estos sujetos sean reacios a confiar en los
demás, puesto que piensan que la información que dan pueda ser utilizada en su contra.
Su desconfianza los lleva a ser celosos, sospechando que su pareja les es infiel, queriendo
mantener un control total sobre las personas con las que tienen relaciones íntimas para que
estas no los traicionen.
Cuando nos referimos al orgullo que siente el paranoide nos estamos refiriendo al
patológico.
El orgullo que siente una personalidad normal es aquel que se refiere a las cualidades o
cosas que verdaderamente posee, por ejemplo inteligencia, belleza, riquezas, abolengo,
habilidades, títulos, etcétera y al que podemos considerar legítimo.
Intenta impresionar sin darse cuenta que los demás pueden advertir la falsedad de su
postura, es ostentoso, tiene aire suficiente y de superioridad.
Esta exagerada convicción de los propios valores hace que se eleve sobre sus semejantes
por la alta estima que tienen de sí mismo.
Presentan hipertrofia del YO. Estos sujetos son básicamente inadaptados por la pretensión
de que el mundo gire alrededor de su YO paranoico.
Este modo de ser y estar en el mundo suscita reacciones que provienen del medio social,
donde su desenvolvimiento crea antipatías y resistencias, lo que genera en el sujeto ira y
frustración, sintiéndose rechazado e incomprendido y buscando la soledad.
Hay otros con una gran sensibilidad profundamente emotivos y tímidos que eluden la lucha
sin renunciar a sus ambiciones y proyectos, con lo que acumulan tensiones emocionales
que descargan por vías aberrantes, desproporcionadas a los estímulos del momento, son
los autores de delitos a destiempo.
Las ideas sobrevaloradas tienen una gran sobrecarga afectiva, ordenando y canalizando el
sujeto su actividad y su vida en el sentido de los sentimientos que lo embargan, es una idea
creada por un juicio parcialmente interferido, es patológica, puede pasar inadvertida en
determinado lugar o circunstancia, como el caso de la idea sobrevalorada religiosa, que
puede pasar como normal en un ambiente religioso, pero resulta llamativa para un ambiente
corriente.
Las ideas delirantes del paranoico se refieren a situaciones que se pueden dar en la
realidad, por ejemplo ser engañado por el cónyuge o amante, ser difamado por sus
compañeros de trabajo porque sienten celos de su progreso profesional, ser perseguido por
la "mafia". La desviación del juicio los lleva a falsear los hechos y cosas reales. El paranoico
realiza falsas interpretaciones que se originan en un hecho real, que no es producto de la
imaginación del enfermo. Los hechos son interpretados falsa y defectuosamente por la
inteligencia afectiva, apartándose de la lógica intelectual y obedeciendo a una lógica
afectiva o catatímica, por lo que en el paranoico la afectividad desempeña un papel
importantísimo. La lógica del pensamiento cae vencida ante el embate de las vivencias
afectivas. El error judicativo es irreductible. Una vez establecido el delirio es irreversible.
Hay una notable alteración del significado, pero siempre es el YO CONTRA EL MUNDO.
No solo defiende la idea delirante sino que trata de imponérsela a los demás. Por ello
decimos que la idea paranoica es egosintónica.
Los delirios tienen un claro contenido persecutorio, tienen miedo que perjudiquen sus
bienes materiales o morales, se siente víctima de aquellos a los que adjudica la
responsabilidad de los padecimientos, tribulaciones y desgracias, pero frecuentemente de
víctima pasa a victimario y entonces a título de legítima defensa, aplica la ley a su modo
con la íntima convicción de proceder con aquella justicia que la sociedad le ha negado.
Pasa de ser perseguido a ser perseguidor.
Estos contaminantes del Yo Adulto alimentan la personalidad paranoide sin que puedan
adaptarse a las experiencias que sobrevienen en su vida.
Cuando las experiencias del Yo Niño se vuelven rígidas y permanentes puede sufrir ideas
delirantes relacionadas con personas cercanas buscando evidencias que las corroboren.
Es el caso del sujeto que ingresa a su lugar de trabajo con un arma o un recipiente con
líquido inflamable, y amenaza exterminarlos a todos porque un compañero ha convencido al
resto del personal sobre su falta de honestidad y la existencia de una posible defraudación
a la empresa.
Otros cometen delitos pasionales amorosos consecuencia del despecho, el amor propio
herido, el desdén o abandono del objeto amado, puesto que no acepta la derrota
sentimental y prefiere eliminar a la persona amada.
Se puede producir una toma de rehenes cuando está n involucrados en su delirio los
familiares de su amada/o quiénes, está convencido, han tenido alguna injerencia en la
decisión de la misma para que lo abandone o lo engañe y así encontrarnos con un sujeto
que atenta, no sólo contra el objeto de su amor, sino contra los padres y hermanos o
amigos.
En ambos casos dados como ejemplo anteriormente, al explicarnos la situación, quien nos
llama a negociar nos está facilitando la identificación del rehenador.
Cuando el negociador se encuentra con esta situación lo primero que debe hacer es
presentarse como ‚l mismo, no como perteneciente a una institución policial, puesto que son
desconfiados y recelosos de la autoridad. Pueden presentarse como negociadores de la
ciudad que fueron convocados para ayudarlos.
Al comenzar a negociar se debe tomar como ciertas las experiencias, ideas sobrevaloradas
o delirantes, de los paranoicos. El psiquiatra escocés R. D. Laing, señaló que cuando
invalidamos o negamos las experiencias o ideas de una persona, aun en el caso que la
persona sea normal y mas aún si es paranoica, la estamos invalidando mentalmente
acrecentando el problema. Se debe evitar discutir sobre lo irrazonable de la idea paranoica,
puesto que ellos tienen problemas únicamente en esta rea, si no tocamos su núcleo
delirante podemos empezar a negociar.
Podemos esperar rechazo y furia como respuesta a la manera del Yo Adulto del negociador
por parte de su Padre Protector, cuando se pregunta por una aclaración o por parafrasear lo
que se escuchó.
En este caso hay que tranquilizar al individuo diciéndole que el negociador es distinto a los
demás y que busca el bien común.
Tu eres una persona valiosa el hecho que te hallan engañado o difamado, para los
ejemplos anteriormente dados, no debe modificar esto, tenemos que encontrar la solución
para que puedas salir de esta situación, sin que debas pagar por los errores cometidos por
los demás. Pongámonos a pensar cual es la mejor manera de solucionar esto.
3. Sociópatas
El auge de las comunicaciones en el ámbito mundial, nos pone en contacto con los delitos
en los que participan individuos con personalidad perversa, incluso jóvenes y niños,
responsables de delitos graves, cometidos sin el menor escrúpulo, con ingredientes
perversos, todo esto agravado por la utilización de drogas, a lo que son proclives este tipo
de personalidades.
Para este tipo de personalidad la cárcel es una escuela volviendo a la sociedad mas
psicópatas que antes.
Se caracterizan por su impulsividad e inadaptación a las disciplinas sociales y morales, por
falta de déficit intelectual, angustia y delirio.
Estos rasgos del comportamiento son crónicos, formando parte del carácter mismo del
individuo, decimos que es un desarrollo, siempre son iguales a sí mismos, siendo su vida
comprensible a lo largo del tiempo.
En la etapa infantil, son niños difíciles, caprichosos, violentos, rebeldes, que hacen caso
omiso de las ordenes de padres y maestros, adoptando siempre una conducta muy
particular, en la que no está n excluidos juegos crueles en los que gozan martirizando
animales, pequeños robos, mentiras, faltas a clases sin avisar a sus padres. El niño
perverso, o como dicen los americanos con trastorno disocial, según Mƒle es indiferente,
inintimable e ineducable
Son incapaces de amar, tienen una vida sexual anormal, con muchos acompañantes
sexuales, sin una relación duradera monogámica, pueden ser homosexuales, sádicos,
masoquistas o fetichistas. Hacen parejas con depresivos a los que esclavizan (ejemplo
hombre psicópata con mujer depresiva). En estos sujetos el crimen y la sexualidad
regresiva está n profundamente unidos.
Presentan una exaltación permanente del tono emocional, pueden ser col‚ricos, irritables y
agresivos, estando involucrados frecuentemente en peleas.
Son culpógenos proyectan la culpa al otro. Se pueden presentar tendencias suicidas para
echarle la culpa al otro, con un patrón de autoderrota inexplicable.
Son individuos impulsivos, agresivos, con constantes conductas antisociales, que carecen
de sentimiento de culpa o remordimiento, cínicos, insensibles, irresponsables, no logran
insertarse en un grupo social, cuando no se autoabastecen terminan viviendo en las calles.
Viven menos años pues fallecen por causa violentas (suicidios, homicidios y accidentes)
Desde el punto de vista del Análisis transaccional lo que se evidencia es una falta de las
restricciones Parentales que normalmente tienen el común de las personas. Está n en paz
con su Yo Padre.
Son personas que han aprendido en etapas tempranas de la vida a desarrollar su Yo Niño
Rebelde, son irritables, agresivos y abusivos, aprenden que con los berrinches obtienen lo
que desean.
Con su Pequeño Profesor, que es la parte del Yo Niño que procesa la información, aprende
y forma un proceso lógico rudimentario, precursor del Yo Adulto, desarrolla ideas de como
es el mundo en edad temprana, aceptando suposiciones sin una evaluación crítica y
llegando a la conclusión de que si ellos son lo suficientemente fuertes y violentos, las
demás personas se repliegan.
Sus aptitudes psicológicas son asombrosas siendo admirable su destreza para manejar a la
gente.
Los denominados delincuentes normales son los que hacen "su trabajo" evitando ser
atrapados por la policía, sin desperdiciar tiempo, sin dejar huellas y sin utilizar la violencia.
Por ejemplo el ladrón normal de bancos, recaba previamente información sobre el
funcionamiento del mismo, los horarios de entrada y salida de los empleados, los
momentos de mayor y menor afluencia de público, para preparar el robo de la manera mas
limpia posible, tomando precauciones para evitar la violencia, son raramente apresados por
lo que no han sido poco estudiados social, psicológica y psiquiátricamente. Su Yo Niño trata
de no ser apresado ni perseguido. En caso de serlo tienen prevista la protección,
incluyendo abogados y el juego de tribunales.
El sociópata por el contrario juega a los Policías y Ladrones y cuando asalta un banco lo
que busca es descargar su rabia, dejando su tarjeta de presentación con actos de
vandalismo.
Los Sociópatas odian a la policía y obtienen tanta satisfacción por las ganancias como por
el hecho de haberlos derrotado.
Sus delitos llevados a cabo por el Yo Adulto tienen como fin conseguir ganancias
criminales, y a nivel Yo Niño sentir la emoción que produce la huida y la cacería.
Los niños pequeños normalmente juegan a las escondidas con sus padres, siendo este el
prototipo infantil del juego de Policías y Ladrones. Cuando los padres los encuentran
fácilmente se sienten desilusionados. Por el contrario cuando el padre es buen jugador y no
lo halla rápidamente, el pequeño jugador le da una pista, riéndose o haciendo ruido al dejar
caer un juguete, y es entonces cuando el padre lo encuentra. La diversión existe mientras
está escondido. Si el padre no lo descubre se siente muy decepcionado en lugar de
sentirse vencedor.
Cuando los psicópatas juegan a los Policías y Ladrones, existe una luchas de habilidades,
gozando con la cacería como en el juego de las escondidas.
Las transacciones ulteriores son las caracterizadas por involucrar mas de dos estados del
Yo simultáneamente, como las transacciones angulares, el ejemplo clásico utilizado es el
del vendedor, que ante la pregunta del cliente por el precio de un determinado modelo de
artículo que desea comprar, le informa que si bien es el de mejor calidad, se encuentra
fuera de sus posibilidades económicas, lo que produce como respuesta del cliente una
contestación que implica la desafiante compra del artículo. El vendedor se dirigió desde su
Yo Adulto al Yo adulto del comprador, puesto que es cierto que era el mejor artículo y
realmente el precio del producto escapaba a las posibilidades económicas del cliente, pero
también envió un estímulo a los sentimientos infantiles del comprador.
En este caso un estímulo dirigido al Yo adulto, oculta un estímulo dirigido al Yo niño, que es
quien responde, con la compra del producto, que era lo que el vendedor quería hacer.
Como vemos estas transacciones ulteriores, encierran un truco y conducen a un beneficio
definido.
En los Sociópatas los Juegos despiertan una excepcional curiosidad, tienen gran aptitud
para jugar, lo que nos permite tener cierta ventaja en el caso de una negociación.
Cuando se negocia con este tipo de personalidades, hay que recordar que en su relación
con la autoridad utilizan su Yo Niño Rebelde y que durante una crisis responden
automáticamente, tratan de usar lo aprendido y utilizan caminos regresivos, actúan
rápidamente con la parte menos madura de su personalidad.
Al igual que cuando negociamos con los paranoicos debe presentarse el negociador, como
una persona fuera de la institución policial.
Cuando utilizamos el razonamiento podemos por ejemplo decir: ¿Qué piensas que puede
suceder si lastimas a alguien y si esto sucede como puede ayudarte en tu situación?.
Cuando estamos razonando siempre debemos hacerlo desde el Yo adulto del negociador.
Nunca emplear el Yo Padre Protector. No debemos decirle por ejemplo "si lastimas o
matas a los rehenes vas a ir a la cárcel". Para el negociador este razonamiento es el
correcto, puesto que piensa que la cárcel es un lugar terrible, lo que no significa que el
sociópata piense lo mismo, entre otras razones porque está jugando a los "policías y
ladrones".
El sociópata en sus relaciones utiliza su Yo Niño a través del uso del Niño Rebelde, el Niño
Espontáneo y el Pequeño Profesor. Al emplear a su Pequeño Profesor puede evaluar las
posibles consecuencias de sus actos (recordemos que es imputable) y puede decidir que es
lo que le conviene, por esto podemos utilizar el razonamiento. Cuando lo empleamos
siempre debemos hacerlo desde el Yo adulto del negociador, convenciéndolo que lastimar
a los otros no está en sus intereses. Esto se debe hacer sin molestar su Niño Rebelde, que
actúa impulsivamente, atrayendo al Pequeño Profesor.
Como son personas a las que los juegos les despiertan mucha curiosidad también podemos
practicarlos.
Podemos jugar a ser tonto, cuando el rehenador está furioso o enojado, siendo un
comprensivo pero inepto Padre Protector lo cual puede resultar útil. Por ejemplo podemos
decir: "Si bien me estoy dando cuenta que esto se prolonga, estamos tratando de encontrar
soluciones, déjame consultar con el jefe del operativo policial".
Resumiendo cuando se negocia con un sociópata hay que considerar dos componentes de
su personalidad, por un lado lo impulsivo y violento, que actúa en forma regresiva y sin
pensar (el Yo Niño rebelde), y por otro lado la razonativa y fría, que maneja hábilmente a
los demás y encuentra placer en el juego con el que puede superarnos (el Yo Pequeño
Profesor del Niño).
Por esto debemos negociar cautelosamente ya que la retirada del componente racional de
la personalidad permite aflorar la parte impulsiva, que rápidamente puede ejercer violencia
sobre los rehenes.
Es por esta razón que cuando vemos al sociópata furioso y desencajado a punto de estallar
debemos emplear los juegos, puesto que el razonamiento con el es imposible.
Esto nos permite tranquilizarlo y una vez logrado esto podemos razonar directamente con la
parte adulta de su Niño, el Pequeño Profesor, siempre desde el Adulto del negociador, sin
emplear nunca el Padre, como hemos explicado anteriormente.
4. Depresivos
Los depresivos pueden suicidarse o matar a sus familiares, para liberarlos de las penurias
que le ocasionan, y luego matarse. Es importante que el negociador sepa como manejarse
cuando la persona lo está intentando, para poder salvarlo a él y también a los rehenes.
En todos los casos la característica principal de los cuadros depresivos es la falta de interés
por las actividades que antes resultaban placenteras.
Los individuos con un cuadro depresivo mayor son los mas peligrosos, puesto que no
intenta suicidarse como los neuróticos, para llamar la atención, lo que desea realmente es
matarse.
Las depresiones neuróticas pueden aparecer cuando se descompensa una neurosis previa
estable. Son los casos en los que existe un factor desencadenante, comprensible para el
resto de la gente, pero que no produce cuadros depresivos en todos, solo en las personas
predispuestas por esta personalidad previa. En resumen existe una personalidad de base
importante y el factor desencadenante es de menor rango.
También existen las depresiones reactivas que a diferencia de las anteriores son
reacciones neuróticas, pero agudas, desencadenadas por shocks emocionales importantes,
siendo el ejemplo mas claro la neurosis de pánico de los combates. En este caso la
personalidad previa es prácticamente normal y el factor desencadenante es importante.
Resumiendo las características de las depresiones neuróticas es que hay una personalidad
previa y un factor desencadenante, no hay ideas delirantes, el contenido de la tristeza es
comprensible, existen síntomas físicos de tristeza y predomina la astenia
Estos cuadros depresivos pueden iniciarse como tales o estar precedidos de episodios
hipomaníacos. Pueden presentarse siempre como depresiones o alternar con manías.
Cuando hablamos de depresión mayor y manía estamos hablando de una psicosis o como
se dice en el lenguaje corriente locura.
Existe malestar clínico, aparecen diversos síntomas, y también deterioro social, laboral o de
otras reas importantes en la actividad del individuo.
Las interacciones sociales son menos satisfactorias de lo que eran, podemos encontrar
entre los antecedentes importantes a considerar de estos sujetos que intentan suicidarse
y/o matar a toda su familia y luego suicidarse, problemas matrimoniales (separación) o
laborales (pérdida del trabajo por falta de interés en las tareas que habitualmente
realizaba), abuso de alcohol u otras sustancias. Es importante tener en cuenta que estos
episodios van precedidos de alguna forma de estrés psicosocial, como los anteriormente
mencionados.
El sujeto presenta un insomnio persistente que perjudica la conciencia pues pasa la noche
cavilando sobre sus dificultades.
Su humor es sombrío, su pensamiento es lento y está ligado a las dificultades para el
desarrollo de la vida familiar, social y laboral. Como el pensamiento es lento, se mantiene
en una temática constante (por ejemplo el arruinó a su familia), tiene que liberarla de los
sufrimientos que le está ocasionando, entonces la mata y se suicida.
La otra fase de estas psicosis es la manía, por esto se las conoce como psicosis maníaco
depresivas. A las fuerzas del orden se las puede llamar cuando un individuo presenta un
cuadro maníaco. El maníaco es el loco del cual nadie duda de que lo est‚. Cuando nos
encontramos hay que reducirlo sin lastimarlo, siguiendo ciertas reglas, no hay otra forma de
controlarlo hasta que actúa el chaleco químico o sea la medicación.
La manía al igual que el trastorno depresivo mayor anteriormente descripto son trastornos
de la esfera afectiva.
El cuadro se inicia con la denominada hipomanía, en la que el individuo no está loco. Están
alegres, optimistas, emprendedores, nada los detiene, sobrevalorados, con inquebrantable
optimismo que se irradia al medio, incremento de la actividad intelectual, hacen proyectos y
los concretan. La familia toma esta hiperactividad como una señal de bienestar. El sujeto
puede permanecer en esta situación, denominada hipomanía, en la que no está Psicótico,
o pasar a la manía o entrar lentamente en la depresión.
Cuando se instala la manía el sujeto está Psicótico, se dice con razón que el maníaco "es
el loco de cuya locura nadie duda" aparece una euforia expansiva e injustificada, hostil,
agresiva, la alegría que antes se irradiaba al medio lo contamina y llega a causar fastidio,
presenta gran labilidad afectiva, a la euforia le sigue la agresión sin solución de continuidad.
Siente una necesidad imperiosa de movimiento, existe una rapidez anormal en las
reacciones a los estímulos, sus actos son bruscos, sus ropas está n desordenadas y
ornamentadas con adornos extravagantes y llamativos, van con el pecho descubierto, con
los pantalones subidos hasta las rodillas o directamente desnudos. Hablan continuamente,
en tono alto, interpela a los que lo rodean.
Cuando las fuerzas del orden son llamadas para reducir a estos sujetos, nunca hay que
oponerse a sus ideas ni a su expansión eufórica, cuando se intenta frenarlos surge la
violencia. La exaltación del ánimo, la euforia y la alegría, conjuntamente con un
inquebrantable optimismo, dan la imagen de un hombre feliz, en todo maníaco hay un niño
que juega. Pero no hay que confundirse de esta alegría como hemos explicado puede
pasar a la irritación colérica.
Para recordar con este tipo de enfermos es que se vuelven muy violentos cuando se
contradicen sus ideas. Siempre hay que darles la razón.
Volviendo a los depresivos, con los cuales el negociador va a tener que tratar mas
frecuentemente, recordemos que pueden pasar por un cuadro previo de hipomanía.
El cambio entre los dos estados es llamativo en especial cuando su humor sombrío
trastorna las relaciones interpersonales en su hogar, en su lugar de trabajo, y en general.
Desde el punto de vista transaccional los depresivos tienen un buen desarrollo del Niño
sumiso y del Padre crítico.
Sienten que no se encuentran tan capacitados como otras personas para poder sortear
dificultades, están motivados pero piensan que no lo pueden hacer. Tratan con respecto a
las personas autoritarias.
La depresión puede ser desde un cuadro temporario, motivado por una pérdida reciente o
tratarse de un duelo crónico, o consistir un estado de ánimo depresivo desde siempre.
Sus crisis con la autoridad policial son temporarias, no confrontan constantemente como los
Sociópatas.
Cuando el negociador se aproxima a un depresivo debe recordar que tienen curso lento del
pensamiento, esto significa que las asociaciones de ideas es pausada. Sucede que su
psiquis está invadida por un problema afectivo displacentero de gran potencial, que
rechaza a las otras ideas. Ellos si bien son conscientes de esto no pueden remediarlo y lo
expresan diciendo que les cuesta pensar.
El negociador debe adecuar los tiempos del diálogo a esta característica. Hay que darle
tiempo para que procese la información y luego de un tiempo prudencial preguntarle si
entendió la pregunta.
Debe hablar desde su Yo Padre protector, puesto que el deprimido siempre busca
protección, hacerle saber que se encuentra en ese lugar para ayudarlo y recalcarlo una y
otra vez.
Si la persona no quiere responder se puede ser directo con las preguntas para iniciar el
diálogo.
En otras ocasiones el depresivo puede manifestarse violento, irritable, col‚rico, pero siempre
el tema del dolor está presente. Por ejemplo lo despiden del trabajo, su esposa lo
abandona, su vida está rota, etcétera
Los deprimidos piensan que sus problemas no van a terminar nunca, que son la causa de
todas las dificultades por las que atraviesan sus allegados. Cuando piensa de esta manera
está aceptando a su Yo Padre crítico sin oposición alguna.
Actuando en forma diferente a lo que hacemos cuando tratamos con los paranoicos,
cuando ya hemos entablado el dialogo y le hemos manifestado la voluntad de ayudar, se
pueden contradecir con evidencias en sentido contrario sus pensamientos depresivos. Se
lo puede interrogar sobre si tiene pruebas de que las cosas sucedieron de determinada
manera por su culpa. De esta manera le estamos dando la oportunidad para que pueda
razonar sobre la veracidad o no de sus afirmaciones, siempre recordando que su
pensamiento es lento y necesita tiempo para elaborarlo.
También se puede preguntar sobre la última vez que se sintió deprimido, que hizo para salir
de ese estado. De esta manera se engancha al Yo adulto del rehenador, dejándolo que
piense que la depresión anterior, si bien lo perturbó durante un tiempo mayor o menor, fue
pasajera, lo que puede hacerle pensar que el estado de ánimo actual también lo es:
También es importante conocer su vida actual, si es estable, vive con su familia y tiene un
trabajo permanente. Cuanto mas inestable es su vida familiar, laboral y social, mas grave es
el cuadro y existe mayor posibilidad de que ejerza violencia.
Conocer si utiliza drogas o alcohol para resolver estados de tensión, si lo hace mayor es la
posibilidad de que pierda el control.
Si tiene una larga historia de ruptura de parejas, abandono de trabajo, se trata de una
persona que hace frente a las situaciones conflictivas huyendo y en este momento trata de
escapar suicidándose.
Por otro lado el conocer sus antecedentes le permite al negociador valorar la dimensión real
de los problemas. Una larga historia de trastornos mentales con ansiedad y depresión
empeora el pronóstico.
Con la información que el negociador consigue y la que puede obtener del dialogo con el
sujeto se pueden buscar en conjunto alternativas para la solución de los problemas y en
ocasiones ofrecer otras.
Siempre se debe recalcar que los conflictos pueden solucionarse, que el dolor no se
mantiene para siempre, el recuerdo de experiencias anteriormente vividas puede reforzar
este razonamiento, y enfatizar que la muerte es lo único que no tiene solución.
5. Dependientes
Las personas dependientes tienen una necesidad excesiva de que se ocupen de ellas, son
sumisas y viven temiendo que los abandonen, se creen incapaces de funcionar sin la ayuda
del otro. Pueden depender del progenitor, de su cónyuge, de un amigo, o formar parte de
parejas delictivas donde el dominante es un sociópata. Tienen dificultades para expresarse
en desacuerdo puesto que temen perder la estima de quiénes dependen, es por esto que
las relaciones suelen estar severamente distorsionadas, pueden someterse a los demás
aun cuando las demandas del otro sean irrazonables, tolerando malos tratos psíquicos,
físicos o sexuales.
Cuando termina una relación importante pueden buscar urgentemente alguien que se
ocupe de ellos, puesto que necesitan imperiosamente que alguien los ayude, se consideran
incapaces de desenvolverse solos y paradójicamente es en esta encrucijada que les
plantea la vida cuando emplean, en forma ingeniosa y creativa recursos que, orientados
adecuadamente, les permitiría vivir en forma independiente y tomar sus propias decisiones.
Esta actitud les crea falta de confianza en sus posibilidades, se ven a si mismos como
ineptos, pero pueden funcionar adecuadamente si alguien les da seguridad. Tienen miedo a
demostrar sus habilidades por temor al abandono de la persona de la cual dependen.
Con la autoridad son cooperativos, salvo cuando esta les pide que sean independientes,
surge entonces la agresividad.
En su Yo niño el pequeño profesor asume que no puede resolver solo los problemas, que
necesita alguien que lo ayude.
El negociador puede ser llamado a actuar cuando un sujeto con estas características
intenta suicidarse, porque lo ha abandonado la persona de la cual depende, o porque toma
como rehén al dominante para no perderlo (suele verse cuando se disuelve una pareja) o
como la parte débil de un grupo criminal.
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Revista N° 14 – Junio 2006