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(Benardoni
y col, 2001, p. 235) afirma que la expresión condiciones detrabajo: Mora Bastidas,
(…) ha sido entendida en algunos casos muy restrictivamente, para referirse a las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se presta el servicio, en otros por el
contrario se le ha atribuido su sentido gramatical de “circunstancias” en que el
trabajador puede o debe realizarse según el ordenamiento jurídico, lo que amplía el
concepto para comprender todas las instituciones de Derecho del Trabajo que
establecen las obligaciones o derechos que rigen la ejecución de un trabajo.
Por su parte, (Santos, 1999, p. 177) afirma que las condiciones generales
del trabajo son el “Núcleo y expresión supina del contexto laboral contemporáneo, las condiciones
generales de trabajo constituyen el conjunto de obligaciones y derechos que se imponen
recíprocamente, trabajados y patronos en virtud de sus relaciones de trabajo”.
Por su parte ( Jaime y col, 2005, p. 196) afirma: (…) las condiciones de trabajo abarcan las
siguientes instituciones: 1) La remuneración, 2) el tiempo de trabajo y el tiempo de no trabajo
(jornada y descansos diarios, semanales o anuales); 3) la forma como se ejecuta la prestación
por parte del trabajador; y, 4) el ambiente de trabajo y la garantía de la seguridad integral del
trabajador. Tanto en la Ley Orgánica del Trabajo de 1997 como en la Ley Orgánica del Trabajo de
2012 se encuentra la regulación de las condiciones generales del trabajo, estableciendo un
conjunto de parámetros que deben asegurarse en la relación de trabajo y que son desarrollados
normativamente en el texto de la Ley. El artículo 156 de la Ley Orgánica del Trabajo, los
Trabajadores y las Trabajadoras, impone que en las condiciones generales de trabajo se
garantice: el desarrollo físico, intelectual y moral; el tiempo de descanso; el ambiente saludable
de trabajo, la protección a la vida, la salud y la segu- 71 ANUARIO DE DERECHO. Año 30 N° 30.
Enero-diciembre 2013. Mérida-Venezuela. ISSN:0076-6550. ridad laboral; la prevención y
condiciones necesarias para evitar el hostigamiento y el acoso. Estas garantías a que hace
referencia el artículo 156 de la LOTTT, son aseguradas con la regulación de las reglas para el
otorgamiento de las vacaciones y el pago del bono vacacional, los principios de aseguramiento
de un salario digno para el trabajador, el tiempo de descanso intrajornada, interjornada y
descanso semanal continuo y obligatorio; así como el pago de lo que le corresponde al
trabajador por los beneficios obtenidos por la entidad de trabajo.
condiciones laborales de Venezuela
solo mejorarán con un cambio de
gobierno: Habla Luis Zambrano
Sequín
Cierre de empresas, hiperinflación y salarios que no alcanzan. La
situación económica venezolana es cada vez más dramática e
impacta directamente en la masa laboral del país. Para el
profesor del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales
de la UCAB, las soluciones para mejorar la calidad de vida de los
trabajadores pasan por decisiones políticas
ierre de empresas, salarios que no alcanzan y una
inflación que crece diariamente. La situación económica
venezolana es cada vez más dramática y esta realidad
impacta directamente en la masa laboral del país.
El pasado 1° de mayo se conmemoró el
Día Internacional del Trabajador. A propósito de
esto, El Ucabista conversó con el economista Luis
Zambrano Sequín, investigador del Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales de la
Universidad Católica Andrés Bello (IIES UCAB), para
conocer, con cifras, cuál es el panorama del sector
laboral y las posibles soluciones para mejorar las
condiciones de los trabajadores.
Lo primero que advierte es que, desde 2015, la economía
del país se ha contraído 50%, es decir, que el sector
productivo se ha reducido a la mitad. Según el experto,
para este 2019 se estima que el Producto Interno Bruto
(PIB) se contraiga 22% adicional. Esto -dice- podría
causar que la tasa de desempleo aumente de manera
critica en el sector formal de la economía.
“La tasa de desempleo en el
mercado formal de la economía debe estar entre un 40%
y un 50%, según las últimas estimaciones de la banca
multilalateral (cifras de 2019). Ante esto, muchas
personas operan o buscan sobrevivir a través de
actividades informales, sobre todo en el sector comercio
y en el área de actividades especulativas”.
Para nadie es un secreto que cada día se hace más
cuesta arriba para el venezolano poder comprar los
artículos de la canasta básica alimentaria.
Recientemente, el gobierno aumentó 122% el salario
mínimo, el cual pasó de 18.000 bolívares mensuales a
40.000 bolívares. Éste es el segundo aumento en lo que
va de año.
A pesar de esto, el economista asegura que el
incremento no tendrá efecto alguno. Sostiene que, nada
más para mantener la capacidad de compra que tenían
los trabajadores en enero (cuando se estableció el
monto de Bs. 18.000) el sueldo debería estar en
alrededor de 152.000 bolívares, lo que no significaría
una mejora.
“Si el gobierno quisiera compensar por la inflación que
se ha acumulado de enero a abril, el sueldo debería pasar
a 152.000 bolívares. El nivel del salario mínimo oficial es
muy bajo y si tan solo se ajustara con la inflación que ha
habido en los últimos cuatro meses, el salario debería ser
más o menos en esa cantidad, no para mejorar sino para
mantener el mismo nivel de vida que en enero, que ya era
bastante precario”.
A esto hay que sumar la hiperinflación. Organismos
internacionales como el Fondo Monetario Internacional
han proyectado que, a cierre de 2019, este índice podría
superar 10.000.000 %.
El investigador del IIES UCAB apunta que la proyección
más optimista estima que este indicador llegue a
13.000%, algo que no parece que vaya a ocurrir. Afirma
que, en este escenario, la inflación promedio por mes se
ubicaría entre un 30% a 35%, cifra bastante baja en
relación con las tasas que se vienen observando en los
primeros meses del 2019, explica el experto.
“Si la tasa de la inflación fuese aproximadamente de un
50% mensual, que es hoy en día en Venezuela también
una cifra optimista, se necesitaría un salario de 7,8
millones de bolívares para diciembre, en el mejor de los
casos. Esto solo mantener el promedio actual de 6 o 7
dólares de salario mensual que se tienen actualmente.
Estas son cifras dramáticas. ¿Qué pasará si la inflación,
como estiman otros, llega a 1.000.000% o 10.000.000%?
Eso no pinta nada bien como perspectiva”.
Pero el economista advierte que estas no son las únicas
noticias alarmantes. Las ventas del petróleo durante el
primer trimestre del año bajaron significativamente. La
producción cayó a 900.000 barriles por día en el mes de
marzo, la más baja desde el paro petrolero del
2003. Ante esto, ¿De dónde sacará el dinero el gobierno
para financiar los aumentos de sueldo que haga?
“Como el gobierno tiene cada vez menos dólares porque
ingresan menos divisas y la producción petrolera ha
caído muchísimo, nadie le presta dinero y cada vez es
más difícil para el gobierno quedarse con el poco dinero
que ingresa del petróleo y por otras vías, porque las
sanciones que otros países le han impuesto son muy
fuertes. Entonces, la única manera que el gobierno tiene
para seguir pagando salarios es que presione al Banco
Central de Venezuela para que imprima o emita más
bolívares que no tienen ningún respaldo. Cada vez que el
gobierno aumenta los salarios, lo que realmente está
haciendo es aumentando los precios, porque todo ese
dinero que tjiene emitirse cuando se aumenta el salario,
al salir a la calle las personas al intentar gastarlo se
encuentran con muy pocos bienes y los bienes que están
son costosos. Aunque se aumentaran los salarios, la
manera en la que se están financiando esos aumentos, no
significan realmente una mejora”.
Sostiene además que la crisis económica de Venezuela
es una de las más fuertes de la historia del continente.
“La crisis venezolana, en
términos de magnitudes y términos de duración, ha sido
la más larga en América Latina. Esta situación ha sido
muy dramática, la caída de la producción, la magnitud en
la que aumentan los precios son cifras alarmantes. En
América Latina ha habido crisis e incluso esta situación
se ha repetido en varios países, pero nunca con esta
gravedad. En Venezuela, los ciudadanos han sido muy
tolerantes con la crisis y muestran un comportamiento
de acoplamiento y aceptación”.
Por otro lado, las relaciones laborales pueden verse afectadas por las distintas
representaciones sociales que poseen los actores/as de las relaciones de trabajo;
ya que la construcción de sentidos sobre el trabajo como categoría histórica está
cambiando, se transforma el concepto tradicional de trabajo formal, estable, para
toda la vida por un concepto ampliado de trabajo tal y como lo reseña De La Garza
(2006), que abriga otras modalidades de trabajo temporarias, frágiles, flexibles,
inestables y sin ninguna protección socio laboral.
Las razones que encontramos para explicar la pérdida de legitimidad del movimiento
sindical en Venezuela y en el mundo, obedecen a los cambios que se suscitan en
la organización y formas del trabajo que se han visto afectados por la flexibilidad
laboral, la desregulación y otros fenómenos en el contexto mundial que impactan
positiva y negativamente en las representaciones sociales laborales y en las propias
iniciativas del movimiento sindical en Venezuela y el mundo.
Mediante la disertación de estas reflexiones se intenta abordar el estudio de las
relaciones de trabajo en el marco de la economía venezolana y cómo el proceso de
mundialización afecta la polisemia de conceptos y construcciones
representacionales que se te tienen del mundo del trabajo, su organización y las
relaciones laborales.
A tales fines, se presenta este ensayo dividido en dos partes: la primera, en la que
se describe la conformación y evolución de los actores laborales en Venezuela y la
segunda, referida a las representaciones sociales del trabajo en jóvenes y
adolescentes.
Todo esto, por supuesto, ha sido parte del proceso modernizador de las relaciones
laborales en Venezuela, las cuales incluyen las representaciones sociales de las clases
trabajadoras al tratar de reglamentar las condiciones de trabajo y de empleo, cuyos
caracteres se identifican como formas socio-políticas que se instituyeron gracias al papel
que jugaron los trabajadores como la expresión típica de los sindicatos, y por tanto,
constituyeron así, la representación socio laboral ante la participación que tuvo el
trabajador en la gestión y el establecimiento de procedimientos de negociación colectiva.
Las relaciones laborales instituidas en Venezuela también son una cuestión que le
compete al sector patronal o empleador e indirectamente, involucra la función de
regulación económica que ejerce el Estado en términos de establecer su política de
rentas que incluye la determinación del salario mínimo, la inamovilidad laboral, las
políticas de ajuste, las políticas de seguridad social, la legislación a través de leyes,
como: la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio
Ambiente de Trabajo, la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social, además, de la
gestión laboral con la participación del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la
Seguridad Social, el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales
(INPSASEL), entre otros; estos elementos son determinantes en la administración del
trabajo y la justicia laboral y son aspectos que conciernen a la tripartita.
De allí pues, que se considere que el sindicalismo no sólo en Venezuela sino en América
Latina atraviesa una situación de crisis producto de las profundas transformaciones que
han acompañado la evolución histórica-económica del modelo capitalista, los cambios
en la producción y la forma de organización. Las exigencias internacionales en
competitividad y productividad ante el reto de afianzar la mundialización, las nuevas
prácticas empresariales, la flexibilización laboral, los cambios en la estructura del
mercado de trabajo, las tendencias políticas estatistas que se oponen al movimiento
sindical sobre todo el tradicional, la precarización en las condiciones de trabajo, entre
otros aspectos, son factores externos que median las representaciones laborales.
Por otra parte, vale reseñar que el estudio particular del sindicalismo en Venezuela no
solamente se ve afectado por el proceso de globalización sino por los acontecimientos
políticos suscitados en estos últimos 15 años, cuya circunstancia ha generado una serie
de transformaciones en el Estado venezolano que incidieron e incidirán sobre las formas
de funcionar del movimiento sindical que afectan además de su estructura organizativa,
las representaciones y construcciones tradicionales y culturales de identidad sindical y
gremial, en las que se sitúan preservar las aspiraciones de consolidación de los procesos
de negociación colectiva, entendida ésta como el único instrumento garante de la
defensa de los derechos socio-laborales de los trabajadores y trabajadoras.
Iturraspe (1999) señala una vasta complejidad de factores 3 que han afectado el interés
histórico real de la práctica sindical para la construcción de un sistema de
reivindicaciones idóneo ante el escenario intrincado y cubierto de dilemas que ha
suscitado la globalización en el mundo del trabajo.
Visto desde otra perspectiva, la temática que se viene desarrollando permite establecer
una vinculación entre las relaciones laborales y la representación del trabajo en los
jóvenes. Dicho vínculo estaría determinado por las representaciones sociales de la
juventud que se orientan hoy día, a lograr su inclusión en el mercado laboral; esto les
permitiría mantenerse, colaborar con los gastos del hogar, poder estudiar una carrera,
tener autonomía, les crea responsabilidades… y para ello, no sólo es necesario el papel
que juega el Estado y el sector privado en la acción pública y privada sino se exige en el
joven y en el adolescente tener una auto imagen positiva del trabajo como algo digno,
decente y que constituya un elemento central en la dimensión humana y existencial del
hombre.
Según Lucena (2003d:29), los conceptos del trabajo abarcan varias categorías
“ instrumental, individual, ética, social e institucional” , dichas categorías se asocian a
las representaciones sociales en los jóvenes y adolescentes. Por otra parte, existe un
conjunto de circunstancias que afectan su construcción de sentidos sobre el trabajo: la
inseguridad socio laboral que describen los jóvenes como población vulnerable, víctimas
de la exclusión y el anonimato como segmento laboral. Cuando se revisan por ejemplo,
las cifras que registra el desempleo juvenil urbano en América Latina 4 cercano a 17,7
millones entre 2008 y 2009, se observa un extenso nivel de deterioro en las actuales
condiciones de trabajo, se revela la debilidad del mercado laboral en la generación de
empleos productivos, la heterogeneidad estructural en las relaciones de trabajo, la caída
de los salarios reales, y los procesos de exclusión en el mercado de trabajo producto de
las transformaciones socio-económicas que supone el proceso de transnacionalización.
Todo lo referido precedentemente implica, que no hay una articulación entre las fuentes
de identidad social juvenil y la posibilidad en ellos, de asumir decisiones en las
negociaciones colectivas que estén sustentadas en la linealidad de la aplicación de
políticas de inclusión laboral, ya que los jóvenes en su condición de vulnerabilidad socio-
económica y orfandad describen la invisibilidad como actores sociales de desarrollo,
asociado esto, a los efectos de ese proceso ínter conectivo de la globalización 5 que ha
cimentado la proliferación de sectores desfavorecidos, con inclusiones débiles y
fragmentadas al sistema económico y social, con pocas alternativas para su formación,
donde es exacerbado el patrón de la exclusión, la desigualdad y la pobreza, las
privaciones de toda índole, entonces gracias a esto, los jóvenes se conceptúan a sí
mismos, sobre todo en sectores de menores recursos como un sector marginado
socialmente, en el que tiende a crearse una construcción negativa hacia la identidad del
trabajo; ya que para ellos y sus familias ha implicado: sacrificios, privaciones,
precarización, condiciones degradantes, carencias, altos niveles de riesgo social, entre
otros aspectos.
Toda esta caracterización del mundo del trabajo implica pues, para los jóvenes, una
visión adversa y hostil que les genera muchas veces ansiedad, zozobra e inseguridad,
más aún, cuando se ven en la necesidad de aceptar trabajos informales o en donde se
presumen relaciones de trabajo encubiertas, en condiciones sumamente precarias. Vista
la imposibilidad de inserción a un trabajo formal y seguro, se crea entonces, en la
población juvenil una especie de desaliento, de insatisfacción que exige hoy, y para el
futuro inmediato, una redefinición en su papel como actores sociales fundamentales del
desarrollo económico presente y futuro, donde la configuración social hacia el trabajo
sea positiva y se dignifique su papel como agentes de cambio.
Así mismo, exige que la población juvenil tenga una representación a nivel de las
organizaciones gremiales, ya que están en juego sus intereses y aspiraciones y, es
loable abrir el espacio de representatividad y legitimidad a todos los segmentos de
trabajadores para garantizarles su desarrollo laboral y profesional.
Esto no puede seguir siendo una utopía, y en este sentido Moral Jiménez y Ovejero
Bernal (2004:72-73), sostienen que,
Esto significa, que son diversas las conjeturas que se pueden plantear a la hora de dar
respuesta al origen de esta problemática relativa a las pautas mundiales del alto
desempleo entre los jóvenes: Se sitúan en primer término, las fluctuaciones que se
producen en los componentes de la demanda agregada sobre todo el consumo, además
de tomarse en cuenta: las escalas salariales juveniles, el incremento en la población
joven y la ausencia de calificaciones para el desempeño laboral; éstas serían parte de
las argumentaciones expuestas ya por la OIT en el año de 1999, sin embargo, es válido
decir, que el desempleo juvenil es un flagelo que no puede ser aislado del ámbito
económico y social, dentro del cual se manifiesta. Es un problema multidimensional.
Puede entonces, asumirse el desempleo juvenil como una dimensión más de la miseria
y la desigualdad, condicionada por un difícil acceso al mercado laboral que coloca a la
población de adolescentes y jóvenes en una situación de desventaja en la que muchas
veces se ven obligados a desertar tempranamente del sistema escolar y terminan siendo
víctimas de la inestabilidad laboral, integrándose a trabajos precarios, con
remuneraciones bajas y por debajo del salario mínimo, siendo trabajos temporales, a
destajo, precarios, sin contemplar muchas veces relaciones de trabajo expresas y
formales, y obviamente, sin ninguna protección socio-laboral. Un ejemplo de esta
situación es el trabajo que desempeñan los empacadores en las cadenas de
hipermercados, los parqueros en los estacionamientos de restaurantes, entre otros.
Tales circunstancias generan un gran riesgo social para esos segmentos llenos de
frustración y con escasas alternativas: son vulnerables a caer en el consumo de drogas,
en el alcoholismo, en la prostitución juvenil, en la delincuencia y en la violencia urbana
agravándose entonces, la problemática social de muchos países.
Para revertir esa concepción negativa que pudieran tener la mayoría de los jóvenes y
adolescentes de los estratos sociales más bajos sobre la representación individual y
social del trabajo se deben proponer a nivel gubernamental y con la anuencia
mancomunada de los diversos sectores que confluyen en la sociedad, la creación de
planes rectores de formación y empleabilidad e incorporación socio-productiva de los
jóvenes y adolescentes emprendedores siguiendo tendencias modernizantes y
adecuadas al contexto de nuestra realidad económica y social. Así podrían generarse en
ellos comunidades emprendedoras, donde ese segmento de jóvenes y adolescentes se
conozca a sí mismo, a partir de sus proyectos de vida, y retomen para sí los valores de
solidaridad, cooperativismo, honestidad, trabajo en equipo, sinergia de grupos, cohesión
y afiliación en el ámbito laboral, que les permitan constituirse en una prioridad para el
desarrollo de los esfuerzos políticos, formativos y socio laborales, donde las garantías
sociales del joven trabajador estén aseguradas asociativamente en un contexto global
de políticas económicas y socio-laborales, que posibiliten la inclusión en el Sistema de
Seguridad Social.
Esto hace suponer que dentro de la construcción que se hacen los adolescentes y jóvenes
sobre la identidad del trabajo en Venezuela y en muchos otros países, no esta implícita
la configuración de la afiliación y la acción gremial, no existe efectivamente una
plataforma reivindicativa que les sirva de base para exigir sus derechos sociales,
preceptivos, consagrados y referidos al trabajo.
Es decir, pese a que el trabajo está tutelado por el Estado, muchas veces no está sólo
en sus manos resolver esa dimensión compleja del problema de la representación social
del mismo, en la que sectores vulnerables e indefensos asumen una especie de conducta
conformista, que se intuye debe describir en el fondo una falsa resignación de estos
sectores oprimidos social y económicamente dentro de la imperante política económica
neoliberal internacional que bajo la estructura globalizante ha acentuado más la pobreza,
la desigualdad y la exclusión social en el mundo, describiendo inequidades que
desfavorecen a los más pobres y a los sectores más vulnerables como los jóvenes.
De igual manera, es importante retomar aquí los aspectos señalados por la Central
Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) (2004), en el documento denominado
“ Programas de reivindicaciones y plan de acción” , dentro del cual se señala: que 3 de
cada 5 personas son menores de 30 años, en un universo de 520 millones de personas,
según datos ofrecidos por la UNESCO, lo que se traduce en una elevada proporción de
jóvenes a nivel de diferentes regiones en el mundo. En este contexto, la CLAT ha
reconocido el menoscabo existente en la formulación e implementación de políticas y
estrategias por parte de las organizaciones sindicales, que no han permitido la afiliación
e intervención efectiva de los jóvenes y por ende, “ que éstos asuman su protagonismo
en las organizaciones gremiales” . Esto, ciertamente, ha inducido a la desidia y al
desgano en este sector de la población que no ha concientizado e internalizado su papel
preeminente dentro de los movimientos sociales de reivindicación laboral. En este
documento la CLAT expresa literalmente su pretensión de “ que es necesario que dentro
de la visualización de este organismo, se incluyan en el movimiento de los trabajadores
a los jóvenes de todos los sectores sociales y sindicales” para que éstos, participen en
diversas acciones que desplegarían como parte del futuro Movimiento de la Juventud
Trabajadora Latinoamericana, ex profeso como organismo de integración y ordenación
de las organizaciones sindicales en América Latina.
Eso significa por supuesto no sólo una aspiración, sino una prioridad para muchos
organismos internacionales, que están concientes de la necesidad de la inclusión de los
jóvenes y adolescentes como nuevos actores dentro del ámbito sindical, y en la
necesidad presente de dignificar las condiciones de trabajo y el medio ambiente laboral,
que tienen como desafío lograr y mantener la cohesión social que garantice una mayor
protección social de los trabajadores, que posibilite la mejora de sus condiciones de vida
y nivel de bienestar.
Debe existir por tanto un sentido de corresponsabilidad entre todos los sectores de
participación social, donde las relaciones de trabajo en términos de beneficios sociales
sean equitativas y prive en ellas el interés colectivo, donde el altruismo supere los
egoísmos individualistas, particulares y se propenda a la participación, donde tenga
cabida el capital social, la solidaridad social, donde se humanice el proceso de trabajo y
trascienda como parte de la ética social: el reivindicar la dimensión humana al trabajo,
la centralidad del trabajo para el desarrollo de la acción social comunitaria mundial.
Sin embargo, con el ascenso del Presidente Chávez al poder se agudizó el proceso de
debilitamiento sindical que se vio afectado por acontecimientos y acciones oficiales que
pudieran concebirse como una intromisión del Estado, que le restaron autonomía al
movimiento sindical. Así, por ejemplo, se señala la colisión existente entre el Art. 293,
numeral 6 de la CRBV que le otorga facultades al Consejo Nacional Electoral (CNE) para
organizar las elecciones de sindicatos, y el Art. 3 del Convenio 87 que consagra el
derecho de las organizaciones sindicales de elegir en forma libre a sus representantes,
sin la interferencia del gobierno; de igual forma, se soslaya el requerimiento globalizante
de fomentar el individualismo como consecuencia de las transformaciones que
experimenta el mundo del trabajo por el proceso de transnacionalización, cosa que
mermaría sensiblemente la cohesión y la fuerza sindical.
Ante toda esta serie de sucesos, es preciso cambiar la forma de hacer política sindical,
tratando de aglutinar a otros sectores anteriormente excluidos, haciendo del
movimiento sindical un movimiento inclusivo, por ejemplo, en lo que respecta a los
jóvenes y adolescentes, haciéndolos partícipes de la organización sindical como actores
de desarrollo que deben ser incorporados a sus acciones. La base para la reivindicación
del movimiento sindical y la reformulación de planes y políticas inclusivas y no
excluyentes que alcancen una mayor representación y legitimidad donde el campo
representacional de jóvenes y adolescentes se centre en un eje semántico positivo
cuyos valores apunten hacia la justicia social, la igualdad como principio ético-
económico, el valor de la dimensión humana y del trabajo se afiancen. Esto demanda
una conciencia colectiva que razonablemente abogue por la centralidad del trabajo, por
el alcance de trabajos dignos, que esa significación compartida de la identidad del
trabajo sea cónsona con el nuevo modelo de desarrollo económico sustentable y donde
las reacciones sindicales estén en sintonía con la búsqueda de reivindicaciones sociales
y la idea de asumir la responsabilidad individual de cada trabajador y la
responsabilidad social de los empleadores; estando éstas de acuerdo a las
posibilidades del ámbito productivo para dar respuesta real a las necesidades de los
trabajadores/as.
Esta polémica no termina aquí, siguen los escenarios de discusión donde la única salida
es no abandonar el espíritu crítico, no perder el valor de la cooperación, y asumir una
postura activa ante el tema de las luchas sociales, dentro de las cuales estarán
presentes siempre, las acciones de los trabajadores sea cual sea su ramo. En el
espacio geopolítico de hoy se requiere del anclaje territorial, esto es dirigir sus
acciones en función de su mundo de vida, de identificarse con su comunidad, que
como unidad político-territorial describe el contexto de la realidad del espacio donde
convive el trabajador y su familia, implica no perder de vista su entorno, es decir,
considerar los escenarios y los mundos de vida del trabajador.
Consideraciones Finales
Podemos asumir que las distintas reflexiones acerca del trabajo se sustentan en las
representaciones creadas por quienes han trabajado, trabajan o desean incorporarse al
mercado laboral; entendiéndolo a partir de sus condiciones y sus formas y de las
relaciones que se suscitan y se manifiestan a partir de él. Esto por supuesto permite
entrar en contacto con las matizadas maneras o encadenadas formas de
representación e identificación compartida, simbolizan tal y como lo señalara Ibáñez
(2005: 3) una “ forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientada
hacia la práctica y que concurre a la construcción de una realidad común a un conjunto
social” .
El camino está abierto, nuestra tarea es vencer los obstáculos, “ Caminante no hay
camino, se hace camino al andar” … estas letras llevan implícita una verdad, que está
expuesta a la continua meditación… cierro estas reflexiones con una cita de Iturraspe
(1999:113), cuando decía: “ los estudios diacrónicos demuestran el ascenso histórico
de la institución sindical entre nosotros, hasta ocupar un lugar importante en el
sistema de relaciones laborales, en el sistema político y en la vida cotidiana de
millones de personas… la idea de la organización sindical tiene una inocultable
impronta ideológica” . Esa huella deja entrever una forma particular de representación
social del accionar sindical, que hoy exige una virada filosófica, otro norte mucho más
participativo, más humano y menos burocrático; donde esa paradójica regla de la
mayoría no favorezca tan sólo a una minoría.
Notas
Dice la OIT que, a pesar del crecimiento que experimentó la economía mundial en
2017 –entre 3,2 y 3,8, según las distintas metodologías–, el desempleo mundial
alcanza a 190 millones de personas, equivalente a 5,5%. Durante 2018, la
estimación es que bajará una décima. De mantenerse esta tasa, en 2019 el número
de desempleados habrá aumentado en 1,3 millones de personas.
Pero este 42% es un promedio. En el caso de los países en desarrollo (que incluyen
a la casi totalidad de los países de África, a la mayoría de América Latina y a países
de Asia y Europa Oriental), la precariedad alcanza 76%. En el caso de los países
emergentes –en América Latina la categoría incluye a Brasil, Chile, Colombia,
Argentina y Perú– el promedio es de 46%.
Pero también tenemos que tener en cuenta que los ataques a la educación y
salud también degradan las condiciones de vida del pueblo trabajador, así lo
vimos con el crimen social de Sandra y Ruben en Moreno donde saltó a la
luz las verdaderas condiciones donde trabajan docentes y estudian niñes y
jóvenes. O los propios despidos del Posadas que como denuncian sus
trabajadores, deja sin atención a miles de pacientes que pasan noches
enteras esperando un turno.
Pero toda esta política por parte del macrismo tiene un trasfondo que se
llama “acuerdo con el FMI” donde abiertamente declaran la guerra al
pueblo pobre porque para pagar esa enorme deuda contraída significa
recorte y ajuste sobre les trabajadores, Mientras millones de capitales se
fugan al exterior y sectores empresariales se la siguen llevando en pala.
Ahora nada de todo esto sería posible sin el rol canalla de los sindicatos por
un lado la CGT que entrega abiertamente a lxs trabajadorxs y por el otro los
sindicatos peronistas en todas sus alas que se dicen opositores pero no
llamaron a enfrentar a la altura los ataques, así se vio en diciembre del año
pasado con la Reforma Jubilatoria, o con el presupuesto 2019 que se votó
en diputados y donde días antes, se jugaron a marchar a Luján mientras ese
dia formalmente movilizaron poco y nada y sin paro. Incluso vienen
negando los paros como este jueves la multisectorial del 21 f llamó a una
marcha de antorchas y velas cuando tienen la posibilidad de parar a un gran
sector de trabajadores formales y llamar a la movilización lo que
demostraría al gobierno la verdadera fuerza que tenemos los trabajadores o
unir y coordinar a les trabajadores que este año han intentado resistir los
despidos. Una vez mas aseguran la paz social. Los chalecos amarillos de
Francia vienen demostrando que para enfrentar los ataques hay que salir a
las calles.
Mientras tanto el PJ/Frente para la Victoria dice que hay que votar mejor en
el 2019 pero ¿mientras tanto? ¿permitimos que nos sigan atacando? Y los
que no estamos sindicalizados ¿vamos a quedarnos sentados esperando que
los sindicatos alguna vez se acuerden de nosotres? O le vamos a hacer el
juego a la Iglesia y las organizaciones que nos limitan a pelear solo por un
bolsón de comida y no por un trabajo genuino? Estas organizaciones
sociales bendecidas por Bergoglio aseguran la paz social y nos limitan a
pedir limosnas. Incluso ¿como terminar con la pobreza si no es negandonos
a pagar la fraudulenta deuda externa o tocando las ganancias empresariales?
Como planteo nuestro compañero Nicolás del Caño, ante los despidos
decimos trabajar 6hs repartiendo las horas de trabajo para responder a la
desocupación, salario igual a la canasta básica familiar, pase a plata de
todos los trabajadores, fábrica que cierra que funcione bajo control de sus
trabajadores.
Mientras tanto tenemos que unir por abajo lo que niegan los sindicatos a
unir por arriba, la fuerza de la juventud que en el 2018 tomó las
universidades en solidaridad con sus docentes, los terciarios que luchan
contra los cierres, las mujeres que por millones ganaron las calles peleando
por el derecho al aborto libre legal seguro y gratuito y contra la violencia a
las mujeres donde muchas son estudiantes secundarias.
Incluso los sectores que han resistido los ataques del gobierno como
Hospital Posadas, INTI, Mineros de Río Turbio, los trabajadores de SIAM
que vienen impulsando acciones en el Obelisco y luchan por los puestos de
trabajo.
Esa fuerza unida sería imparable, teniendo en cuenta que los que
trabajamos estamos en lugares claves de la economía donde una fabrica que
para puede atacar las ganancias empresariales.
La necesidad de tener dinero rápido está privando más que tener estabilidad
y seguridad social. La inflación no solo destruye al salario mínimo sino que
ha cambiado la preferencia laboral hacia el bachaqueo y ahora el país
enfrenta el reto de reeducar a los venezolanos sobre el verdadero valor del
trabajo formal
Cada vez son menos los venezolanos que cuentan con empleo. Durante
los últimos 12 meses la población activa perdió a 396.967
trabajadores en comparación con el año anterior. Esta caída se reflejó
en menos empleos tanto en el sector formal como en el informal y en
total, refleja el INE, se perdieron 440.456 puestos de trabajo.
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Para la investigadora una de las razones por las que está ocurriendo esto
es que el sector formal de la economía está tan deprimido por la
crisis existente que difícilmente un buen número de empresas o
instituciones, incluso las universidades, puedan ofrecer sueldos altos y
condiciones ajustadas a la realidad.
“Con una inflación tan alta en el país la gente prefiere tener efectivo lo
más rápido posible y entrar en ese mercado tan productivo que es la
reventa de productos con el bachaqueo, con el que pueden triplicar
o quintuplicar ese salario mínimo. ¿De qué vale entonces trabajar en
el sector formal?”.
Sobre estos datos del INE, Zúñiga hace una observación. “Una economía
que tenga un volumen tan grande de trabajadores en ese sector ya te
está dando indicios de que la situación en términos de estructura
productiva y de generación de empleo formal tiene problemas”.
17,4%
En promedio una tercera parte de los empleados de una empresa o institución dejan de ir al
trabajo por hacer cola para comprar comida
Ausentismo por las colas
El problema más allá de ese hecho, dice Marínez, es que “este sistema
tiene un decreto perverso de inamovilidad laboral que premia más la
irresponsabilidad y el ausentismo que a la excelencia por la meritocracia
o el logro de la responsabilidad”.
“Uno como individuo se identifica a partir del trabajo que hace, eres
plomero, eres profesor; tu vida se define en torno a tu actividad
económica porque eso te hace ciudadano y te define como individuo.
Si se pierde eso, que es lo que está ocurriendo, imagínate el trabajo que
eso implicaría para retomar y remontar al país hacia un proceso de
mejora económica”.
Zúñiga detalla que el reto que se tiene frente a esto es reeducar a las
personas en el tema de reinsertarse nuevamente en el ámbito laboral,
en lo que significa tener y cumplir horarios, en las responsabilidades, en
cumplir con lo que dice el jefe, en el esfuerzo que se debe hacer para
tener “un 15 y último”. “Meter a esa gente en esa cintura va a ser muy
complicado”.
245.000
“Los economistas han explicado cuáles son las cosas que habría que
hacer para reactivar el aparato productivo y lo primero que te dicen es
la eliminación de los controles y la excesiva fiscalización de las
empresas. Yo sí creo que el Estado debe fiscalizar pero debe permitir
que las empresas tengan cierta autonomía y que esa autonomía no
permita que haya un abuso hacia los trabajadores. Ahí el Estado debe
cumplir un papel de árbitro”.
“Es diseñar políticas para que esa otra parte del sector formal de la
economía comience a fortalecerse en pequeñas y medianas
empresas porque al final esas pequeñas y medianas empresas terminan
siendo el sostén económico del país”.
70.000
Por otra parte, Martínez no duda que la crisis que se refleja en las
empresas esté llevando a su personal a renunciar para dedicarse a la
economía informal o bachaqueo, o a buscar en ese sector un segundo
ingreso, pues en el sector formal “es imposible que puedas tener una
posibilidad exponencial de aumentos salariales porque las empresas no
dan con la rentabilidad, no puedes”.
Las causas por las cuales las empresas no puedan ofrecer sueldos altos
que medianamente ayuden al trabajador a enfrentar la situación
responden a una relación de costos-beneficios, porque se tiene un
sistema de pago de salario y de construcción de beneficios salariales que
es completamente inadecuado, que resulta en cargas financieras de
cara al futuro por el régimen de prestaciones sociales, detalla el
presidente de Fedecámaras.
Para el tercer trimestre de 2015 el INE refelejaba que los sectores más
deprimidos hasta esa fecha fueron las actividades agrícolas, pecuarias
y caza con una reducción de 245.000 empleos, y el sector comercio,
restaurantes y hoteles con 239.000 trabajadores menos.
Alí Poveda también asegura que el tejido empresarial del país se ha visto
disminuido en las empresas intermedias, con una especial caída del
comercio, que es un sector altamente empleador en Venezuela en un
70%. “Y seguramente los trabajadores que allí permanecen no pasan de
salario mínimo”.
El incremento de la dependencia de la industria petrolera a lo que se suman las limitaciones a la libertad
empresarial y autonomía sindical, el desestímulo a la inversión, la inseguridad jurídica y un desequilibrio en
términos del intercambio comercial, enmarcan las relaciones de trabajo y de empleo de la Venezuela de hoy.
El conjunto de estrategias, planes y políticas impulsadas desde el Gobierno a partir del año 1999 no han
generado los resultados esperados.
El sistema laboral venezolano está altamente intervenido por el Estado. Tanto los trabajadores como los
empresarios y sus representantes han perdido terreno, su legitimidad, prestigio y participación en la toma de
decisiones se ha visto mermada por un proceso degenerativo de larga data y agudizado por una postura
gubernamental que insiste en debilitarlo especialmente impulsando artificialmente una estrategia de
conformación de organizaciones paralelas de corte oficialista y de carácter vertical que pretenden llenar el
vacío dejado por un modelo corporativista raquítico y agotado.
Los nexos de subordinación entre el Gobierno y sus agencias y los representantes de los trabajadores
persisten, por otra parte el sector privado se ha visto constantemente presionado por un marco normativo que
le impone reajustes o reacomodos en muchos casos imposibles o insostenibles, dejándole poco margen de
acción y reacción. No cabe duda de que el deterioro de las relaciones Gobierno-empresarios-trabajadores y
de las instituciones que se han creado o relanzado en los últimos años tendrá un fuerte efecto negativo en el
crecimiento económico de largo plazo.
El desequilibrio del poder entre los actores fundamentales del sistema de relaciones de trabajo, no es
beneficioso. Esa correlación de poderes entre dos actores débiles con instituciones tambaleantes frente a un
Gobierno fuerte con instituciones que tienden a favorecerlo y con un marco normativo producto de su
interpretación particular sobre el “deber ser social” no favorecen un proceso de diálogo social y un equilibrio
que permita enriquecer las discusiones y orientar el país al desarrollo.
La definición de un “modelo de país” traducido en una forma de Estado ejercido por un Gobierno e
instituciones que contribuyan al equilibrio de fuerzas en la sociedad mediante actividades de mediación,
administración de justicia o regulación, es una tarea pendiente que no puede ser resuelta por un sector de la
sociedad, hace falta un acuerdo nacional que reconozca la importancia de las instituciones vinculadas a los
actores del sistema de relaciones de trabajo y de su fortalecimiento.
La coyuntura exige ser creativos en la concepción de un proceso de diálogo legítimo que permita tender
puentes entre los distintos actores y sectores sociales. Los retos que plantea el contexto y la propia dinámica
del sistema de relaciones de trabajo, se hacen mayores dada las características y la situación de crisis que
enfrentan los actores y sus organizaciones. El desarrollo de la institucionalidad para enfrentar los problemas
que afectan el mundo de las relaciones de trabajo pasa por el fortalecimiento del diálogo social como aspecto
clave.
La alta conflictividad socio-laboral ilustra la magnitud del problema, su crecimiento ha sido impresionante,
“No
estos niveles representan sólo un síntoma del desequilibrio que caracteriza a las relaciones de trabajo:
es una cosa fácil, pero con buena voluntad, con el esfuerzo se logran
resultados positivos”, añadió.
En los dos primeros meses de 2019 siguen sin tomarse los correctivos adecuados
para proteger el salario del trabajador, desacelerar la inflación, estimular el
aparato productivo y animar las inversiones locales y extranjeras, con miras a
garantizar el crecimiento sostenido de la economía, la generación de plazas de
trabajo de calidad e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.
Referencias:
1.- https://www.oas.org/juridico/mla/sp/ven/sp_ven-int-
const.htmlCONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA. PREÁMBULO. El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus
poderes creadores …
2.-https://oig.cepal.org/sites/default/files/2012_leyorgtrabajo_ven.pdf30
Abr 2012 ... La Ley Orgánica del Trabajo surgió como consecuencia de las
importantes contradicciones surgidas con la instauración del modelo
neoliberal .
Antecedentes
Con respecto a la realidad venezolana, agendah0.blogspot.com proporciona el
siguiente antecedente: En Venezuela, el Mercado Laboral, fue dado por la
reinserción del país en el sistema de relaciones económicas internacionales,
provocada a su vez, por la explotación y exportación de los hidrocarburos en la
década de los años 20. Esta actividad económica disminuye de forma gradual e
irreversible la producción tradicional del trabajo campesino y artesanal del
venezolano, y opera como agente catalizador del desarrollo capitalista.
Durante la década de los 80, la economía venezolana sufrió dos choques con la
caída de los precios petroleros en 1982 y 1986, que afectaron la capacidad de
crecimiento. En consecuencia, el Gobierno tomó, entre otras medidas, el control de
precios cuyo efecto práctico fue congelar la asignación de recursos entre las
distintas actividades, lo cual aceleró la inflación y redujo el ritmo del crecimiento
produciendo un impacto desfavorable en el mercado laboral.
Consideraciones básicas
Realidad
Comenta delm50, que en Venezuela desde hace varios años, más de 50% de la
población, trabaja informalmente. Se trata de un país rico en recursos naturales,
donde sus malos gobiernos han construido tan absurdos obstáculos al trabajo, que
un altísimo porcentaje de la ciudadanía no tiene más recurso que vivir y trabajar al
margen de la ley.
Aunque el sector informal funciona fuera del marco legal formal y de las instituciones
económicas, es una parte integral de las economías del Caribe, debido a su
absorción de grandes números de desempleados y a los bienes y servicios que
proporciona. En los últimos años, ha habido un creciente esfuerzo por parte de los
gobiernos de los países del Caribe por fortalecer sus economías y estimular el
crecimiento y desarrollo económico, a la luz de las recientes tendencias hacia la
globalización y la competencia en el mercado internacional. Además, ciertos
acontecimientos que tienen o tendrán un impacto significativo sobre la región del
Caribe, tales como: el movimiento hacia una economía de único mercado, el fin del
Régimen Bananero (particularmente en los países del Caribe Oriental), y los
avances hacia el Área de Libre Comercio de las Américas (ALGA), tienen el
potencial de ser transformados en oportunidades para la región si se aprovechan
de manera adecuada.