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El término condiciones generales del trabajo tiene distintos significados.

(Benardoni

y col, 2001, p. 235) afirma que la expresión condiciones detrabajo: Mora Bastidas,

Freddy. Las condiciones de trabajo en la LOTTT/ pp. 67-85

(…) ha sido entendida en algunos casos muy restrictivamente, para referirse a las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se presta el servicio, en otros por el
contrario se le ha atribuido su sentido gramatical de “circunstancias” en que el
trabajador puede o debe realizarse según el ordenamiento jurídico, lo que amplía el
concepto para comprender todas las instituciones de Derecho del Trabajo que
establecen las obligaciones o derechos que rigen la ejecución de un trabajo.
Por su parte, (Santos, 1999, p. 177) afirma que las condiciones generales
del trabajo son el “Núcleo y expresión supina del contexto laboral contemporáneo, las condiciones
generales de trabajo constituyen el conjunto de obligaciones y derechos que se imponen
recíprocamente, trabajados y patronos en virtud de sus relaciones de trabajo”.
Por su parte ( Jaime y col, 2005, p. 196) afirma: (…) las condiciones de trabajo abarcan las
siguientes instituciones: 1) La remuneración, 2) el tiempo de trabajo y el tiempo de no trabajo
(jornada y descansos diarios, semanales o anuales); 3) la forma como se ejecuta la prestación
por parte del trabajador; y, 4) el ambiente de trabajo y la garantía de la seguridad integral del
trabajador. Tanto en la Ley Orgánica del Trabajo de 1997 como en la Ley Orgánica del Trabajo de
2012 se encuentra la regulación de las condiciones generales del trabajo, estableciendo un
conjunto de parámetros que deben asegurarse en la relación de trabajo y que son desarrollados
normativamente en el texto de la Ley. El artículo 156 de la Ley Orgánica del Trabajo, los
Trabajadores y las Trabajadoras, impone que en las condiciones generales de trabajo se
garantice: el desarrollo físico, intelectual y moral; el tiempo de descanso; el ambiente saludable
de trabajo, la protección a la vida, la salud y la segu- 71 ANUARIO DE DERECHO. Año 30 N° 30.
Enero-diciembre 2013. Mérida-Venezuela. ISSN:0076-6550. ridad laboral; la prevención y
condiciones necesarias para evitar el hostigamiento y el acoso. Estas garantías a que hace
referencia el artículo 156 de la LOTTT, son aseguradas con la regulación de las reglas para el
otorgamiento de las vacaciones y el pago del bono vacacional, los principios de aseguramiento
de un salario digno para el trabajador, el tiempo de descanso intrajornada, interjornada y
descanso semanal continuo y obligatorio; así como el pago de lo que le corresponde al
trabajador por los beneficios obtenidos por la entidad de trabajo.
condiciones laborales de Venezuela
solo mejorarán con un cambio de
gobierno: Habla Luis Zambrano
Sequín
Cierre de empresas, hiperinflación y salarios que no alcanzan. La
situación económica venezolana es cada vez más dramática e
impacta directamente en la masa laboral del país. Para el
profesor del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales
de la UCAB, las soluciones para mejorar la calidad de vida de los
trabajadores pasan por decisiones políticas
ierre de empresas, salarios que no alcanzan y una
inflación que crece diariamente. La situación económica
venezolana es cada vez más dramática y esta realidad
impacta directamente en la masa laboral del país.
El pasado 1° de mayo se conmemoró el
Día Internacional del Trabajador. A propósito de
esto, El Ucabista conversó con el economista Luis
Zambrano Sequín, investigador del Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales de la
Universidad Católica Andrés Bello (IIES UCAB), para
conocer, con cifras, cuál es el panorama del sector
laboral y las posibles soluciones para mejorar las
condiciones de los trabajadores.
Lo primero que advierte es que, desde 2015, la economía
del país se ha contraído 50%, es decir, que el sector
productivo se ha reducido a la mitad. Según el experto,
para este 2019 se estima que el Producto Interno Bruto
(PIB) se contraiga 22% adicional. Esto -dice- podría
causar que la tasa de desempleo aumente de manera
critica en el sector formal de la economía.
“La tasa de desempleo en el
mercado formal de la economía debe estar entre un 40%
y un 50%, según las últimas estimaciones de la banca
multilalateral (cifras de 2019). Ante esto, muchas
personas operan o buscan sobrevivir a través de
actividades informales, sobre todo en el sector comercio
y en el área de actividades especulativas”.
Para nadie es un secreto que cada día se hace más
cuesta arriba para el venezolano poder comprar los
artículos de la canasta básica alimentaria.
Recientemente, el gobierno aumentó 122% el salario
mínimo, el cual pasó de 18.000 bolívares mensuales a
40.000 bolívares. Éste es el segundo aumento en lo que
va de año.
A pesar de esto, el economista asegura que el
incremento no tendrá efecto alguno. Sostiene que, nada
más para mantener la capacidad de compra que tenían
los trabajadores en enero (cuando se estableció el
monto de Bs. 18.000) el sueldo debería estar en
alrededor de 152.000 bolívares, lo que no significaría
una mejora.
“Si el gobierno quisiera compensar por la inflación que
se ha acumulado de enero a abril, el sueldo debería pasar
a 152.000 bolívares. El nivel del salario mínimo oficial es
muy bajo y si tan solo se ajustara con la inflación que ha
habido en los últimos cuatro meses, el salario debería ser
más o menos en esa cantidad, no para mejorar sino para
mantener el mismo nivel de vida que en enero, que ya era
bastante precario”.
A esto hay que sumar la hiperinflación. Organismos
internacionales como el Fondo Monetario Internacional
han proyectado que, a cierre de 2019, este índice podría
superar 10.000.000 %.
El investigador del IIES UCAB apunta que la proyección
más optimista estima que este indicador llegue a
13.000%, algo que no parece que vaya a ocurrir. Afirma
que, en este escenario, la inflación promedio por mes se
ubicaría entre un 30% a 35%, cifra bastante baja en
relación con las tasas que se vienen observando en los
primeros meses del 2019, explica el experto.
“Si la tasa de la inflación fuese aproximadamente de un
50% mensual, que es hoy en día en Venezuela también
una cifra optimista, se necesitaría un salario de 7,8
millones de bolívares para diciembre, en el mejor de los
casos. Esto solo mantener el promedio actual de 6 o 7
dólares de salario mensual que se tienen actualmente.
Estas son cifras dramáticas. ¿Qué pasará si la inflación,
como estiman otros, llega a 1.000.000% o 10.000.000%?
Eso no pinta nada bien como perspectiva”.
Pero el economista advierte que estas no son las únicas
noticias alarmantes. Las ventas del petróleo durante el
primer trimestre del año bajaron significativamente. La
producción cayó a 900.000 barriles por día en el mes de
marzo, la más baja desde el paro petrolero del
2003. Ante esto, ¿De dónde sacará el dinero el gobierno
para financiar los aumentos de sueldo que haga?
“Como el gobierno tiene cada vez menos dólares porque
ingresan menos divisas y la producción petrolera ha
caído muchísimo, nadie le presta dinero y cada vez es
más difícil para el gobierno quedarse con el poco dinero
que ingresa del petróleo y por otras vías, porque las
sanciones que otros países le han impuesto son muy
fuertes. Entonces, la única manera que el gobierno tiene
para seguir pagando salarios es que presione al Banco
Central de Venezuela para que imprima o emita más
bolívares que no tienen ningún respaldo. Cada vez que el
gobierno aumenta los salarios, lo que realmente está
haciendo es aumentando los precios, porque todo ese
dinero que tjiene emitirse cuando se aumenta el salario,
al salir a la calle las personas al intentar gastarlo se
encuentran con muy pocos bienes y los bienes que están
son costosos. Aunque se aumentaran los salarios, la
manera en la que se están financiando esos aumentos, no
significan realmente una mejora”.
Sostiene además que la crisis económica de Venezuela
es una de las más fuertes de la historia del continente.
“La crisis venezolana, en
términos de magnitudes y términos de duración, ha sido
la más larga en América Latina. Esta situación ha sido
muy dramática, la caída de la producción, la magnitud en
la que aumentan los precios son cifras alarmantes. En
América Latina ha habido crisis e incluso esta situación
se ha repetido en varios países, pero nunca con esta
gravedad. En Venezuela, los ciudadanos han sido muy
tolerantes con la crisis y muestran un comportamiento
de acoplamiento y aceptación”.

No todo está perdido: el cambio necesario


Aunque el panorama no es nada favorable, el
economista Luis Zambrano Sequín ofrece algunas
soluciones para ir reconstruyendo el aparato
productivo y, por ende, recuperar la calidad de vida de
los trabajadores. En su menú, las acciones políticas son,
para él, fundamentales.

1. Cambio de régimen: “el régimen actual está


desgastado, ha perdido credibilidad, ha perdido el
control en las instituciones y se ha deteriorado de
forma significativa. Nadie apostaría a Venezuela,
ningún inversionista apostaría al país si el régimen
sigue y menos en estas condiciones. Las condiciones
laborales de Venezuela solo mejorarán con un
cambio de gobierno. Se necesita un cambio de
gobierno para que cambie la orientación, no solo
política, sino un cambio de objetivos, una nueva
visión y un cambio de planes”.
2. Un nuevo sistema jurídico: Zambrano Sequín
considera prioritario recuperar la confianza de los
inversores a través de leyes para que ofrezcan
seguridad jurídica. “Es necesario reestructurar y
organizar las leyes y el marco regulatorio para dar
señal de que efectivamente los inversionistas van a
contar con seguridad jurídica. Hay que crear un
sistema judicial que tenga autonomía y dé
confianza”.
3. Restablecer las libertades políticas: El economista
sostiene que regresar la libertad de prensa, la
libertad de expresión a los ciudadanos y la
apertura de los medios de comunicación -así como
la recuperar el sistema electoral- permiten
impulsar la expresión de los ciudadanos por
voluntad propia y fomentar la libertad de
emprendimiento de cualquier actividad
económica. “La libertad de presa y el sistema
electoral son importantes. La transparencia y la
confianza de los ciudadanos con las elecciones son
señales muy importantes para la autonomía” .
4. Apertura del sistema económico: el experto asegura que
una de las acciones prioritarias debe ser la
devolución de empresas al sector privado. “El
Estado tiene que dejar de realizar funciones que no
le corresponden, debe regresar las empresas al
sector privado para que la economía empiece a
funcionar”.
Zambrano concluye dejando claro que la crisis en
Venezuela es tan profunda y el país está tan deteriorado
que, para poder recuperarse, requerirá de mucha
solidaridad internacional. “Tanto el ingreso de la ayuda
humanitaria como la intervención de organismos
multilaterales mediante financiamiento serán necesarios
para estabilizar la economía del país”.
♦Texto: María José Rodríguez/Fotos: Manuel Sardá

El presente artículo analiza las relaciones laborales desde el punto de vista de


su conformación, evolución y vinculación en forma dimensional al proceso de
representaciones sociales del trabajo en jóvenes y adolescentes, para que a
partir de ello se identifiquen algunos elementos de significación empírica en el
contexto de la globalización, reflejados en los indicadores del cambio en el
mundo del trabajo, lo cual le ha restado importancia al movimiento sindical y
esto quizás producto de la flexibilización, la desregulación, entre otros
fenómenos laborales, que de modo particular inciden de diversas maneras en
este segmento de la población considerado altamente vulnerable. En este
sentido, se ha tomado en cuenta la teoría de las representaciones sociales a
partir de los postulados de Moscovici (1979) que se han propuesto desde la
perspectiva de la psicología social, vinculando todo esto al desarrollo de los
nuevos actores sindicales: los jóvenes y adolescentes desde sus propias
perspectivas de participación, unido a los cambios en cuanto a representatividad
y legitimidad del movimiento de los trabajadores/as que se manifiestan en el
nuevo contexto de lo laboral, que posibilitan la generación de nuevas ideas. Para
lograr esta disertación se procedió a realizar un arqueo de carácter documental
que permitió al autor hacer algunas conjeturas sobre cuál ha de ser el papel de
la juventud como nuevo actor social en el escenario de una mayor participación
sindical y de la activación de programas juveniles orientados hacia las acciones
de negociación colectiva.

El presente ensayo procura emprender algunas reflexiones en torno a la


conformación y evolución de los actores laborales en Venezuela y las
representaciones sociales del trabajo en los jóvenes y adolescentes.

Los enfoques sobre las representaciones sociales tienen su origen en los


postulados Durkheimnianos, en los que se hace referencia a la importancia de las
representaciones colectivas en la construcción de los hechos sociales inmateriales
y se las incluye como parte de la conciencia colectiva.

Moscovici (1979) rescata el concepto dado por Durkheim sobre las


representaciones y erige a partir de su trabajo de tesis doctoral que titula: “ El
Psicoanálisis, su imagen y su publico” escrito en 1961, la teoría de las
representaciones sociales, la cual nace en el contexto de investigación de la
Psicología social más sin embargo, se extiende a otros campos del conocimiento
social y científico: La Sociología del Trabajo, la Antropología, la Semiótica, el
Interaccionismo Simbólico, entre otros.

Jodelet (1988) discípula de Moscovici, destaca por sus contribuciones dentro de la


Escuela Clásica, cuyas aportaciones más relevantes se dieron en entender las
representaciones desde lo procesual a diferencia de otros enfoques, tales como: el
estructural y el sociológico.

Las representaciones sociales aluden a aquellos esbozos de discernimiento


compartidos desde la cotidianidad acerca de objetos sociales modelizados por un
grupo social, una colectividad adquiriendo de esta forma una tipología conceptual,
esto significa que las representaciones nacen del discurso. Así, las
representaciones sociales se entienden en función de la construcción de sentidos,
figuraciones simbólicas, asociadas al desempeño de roles precisos de los actores
socio laborales, como por ejemplo: el joven trabajador, los ciclos de la vida que él
cumple, los contextos que lo circundan (situación económica y social a la que
pertenece) que lo afectan como sujeto social en su construcción de la realidad socio
laboral.

Lo expresado anteriormente, revela porqué las representaciones están mediadas


por aspectos sociales, ideológicos, culturales, religiosos, políticos, además de los
grupos de referencia a los que pertenecen los actores/as laborales, deben de
considerarse un sin fin de factores contingentes que afectan la visión de la realidad
que los envuelve y por ende, la construcción de significados laborales se ve
mediada por determinantes externos que, a su vez, transforman las
representaciones por sus prácticas socio laborales y de vida. Tales consideraciones
están contenidas en los trabajos desarrollados por Pérez Rubio (2001), Bosio
(1995), entre otros autores que investigan sobre las representaciones sociales del
trabajo en los jóvenes.

Resulta sugerente mencionar el sentir de Moscovici (1988:474), al referirse al


concepto de Durkheim de las representaciones colectivas, que según él “ recubrían
está forma de pensamiento social sin circunscribirlo en su especificidad” . Más
concretamente, para este autor las representaciones sociales forman
“ modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la comunicación, la
comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal (…) El concepto de
representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber del
sentido común” .

Por otro lado, las relaciones laborales pueden verse afectadas por las distintas
representaciones sociales que poseen los actores/as de las relaciones de trabajo;
ya que la construcción de sentidos sobre el trabajo como categoría histórica está
cambiando, se transforma el concepto tradicional de trabajo formal, estable, para
toda la vida por un concepto ampliado de trabajo tal y como lo reseña De La Garza
(2006), que abriga otras modalidades de trabajo temporarias, frágiles, flexibles,
inestables y sin ninguna protección socio laboral.

El mundo laboral condiciona la personalidad y conducta de los trabajadores, forja


en ellos valores laborales, actitudes hacia el trabajo con sus prácticas socio
laborales. Un aspecto importante está inserto en la ideología del trabajador que
procura lograr reivindicaciones socio-laborales que le permitan instituir mecanismos
de diálogo y consenso dentro del contexto de las relaciones laborales que afiance
sus derechos fundamentales laborales y sus logros como clase trabajadora

La construcción de significados y simbologías de los propios actores socio laborales


implicados en las relaciones de trabajo crean representaciones en el marco de sus
actuaciones como sujetos involucrados en el proceso de trabajo, entendido como
un hecho de la cotidianidad humana y por ende, un hecho social que nos permite
explorar los nuevos paradigmas laborales y hacer una reflexión crítica de la realidad
del trabajo en Venezuela, que a su vez, nos permiten comprender la problemática
que rodea al movimiento sindical venezolano, los mecanismos por ellos utilizados,
las acciones emprendidas para el logro de reivindicaciones y protección socio
laboral, frente a los cambios y transformaciones que experimenta el mundo laboral
a nivel mundial donde el papel del movimiento de los trabajadores/as se ve cada
vez más disminuido.

Las razones que encontramos para explicar la pérdida de legitimidad del movimiento
sindical en Venezuela y en el mundo, obedecen a los cambios que se suscitan en
la organización y formas del trabajo que se han visto afectados por la flexibilidad
laboral, la desregulación y otros fenómenos en el contexto mundial que impactan
positiva y negativamente en las representaciones sociales laborales y en las propias
iniciativas del movimiento sindical en Venezuela y el mundo.
Mediante la disertación de estas reflexiones se intenta abordar el estudio de las
relaciones de trabajo en el marco de la economía venezolana y cómo el proceso de
mundialización afecta la polisemia de conceptos y construcciones
representacionales que se te tienen del mundo del trabajo, su organización y las
relaciones laborales.

La reflexión y el análisis acerca de las transformaciones económicas y socio-


políticas que afectan el mundo del trabajo y su organización, se efectúan en el
marco de un determinado contexto microsocial, en este caso: el venezolano y de
acuerdo a los argumentos aquí considerados, se toman en cuenta igualmente, el
andamiaje histórico -social, las referencias culturales y los hechos económicos
importantes que deben analizarse a fin de estudiar la conformación y evolución de
los actores laborales en nuestro país.

A tales fines, se presenta este ensayo dividido en dos partes: la primera, en la que
se describe la conformación y evolución de los actores laborales en Venezuela y la
segunda, referida a las representaciones sociales del trabajo en jóvenes y
adolescentes.

1. Reflexiones sobre la conformación y evolución de los actores laborales en


el mundo sindical venezolano

Las reflexiones acerca de la complejidad que encierra el mundo del trabajo en la


actualidad, y del sentido de vinculación que tiene éste, con la dimensión humana: la
dignidad1 en la condición del trabajo decente y, que como hecho social devela un
cúmulo de representaciones de índole diversa (filosófica, económica, política,
científica, ideológica, cultural y religiosa) que a lo largo del continuum histórico han
generado diversos significados sociales, modelos interpretativos en los actores
sociales que determinan sus propias similitudes y antagonismos por ejemplo, en
términos de sus juicios valorativos, sobre: como entienden la ideología laboral, las
diferencias de clase, la exclusión social, la discriminación y todo esto en
consonancia, con la coexistencia de identidades colectivas de grupos privilegiados,
aflorándose distintas construcciones sobre la realidad socio laboral que los
circunda, explica porqué las representaciones sociales son mediadas por los
modelos de pensamiento imperantes y por otros factores de carácter cultural que
modifican nuestras prácticas de vida, y por ende, nuestras representaciones.

En el ámbito interno de la economía venezolana, las relaciones de trabajo se


desarrollaron con un cierto rezago si se contrastan con otras economías de mayor
avance en América Latina y Europa; esta iniciación del movimiento sindical
venezolano nace con apego a los intereses de organizaciones políticas que
marcaron su importancia histórica en lo que se ha dado en llamar el período de la
cuarta república donde partidos como Acción Democrática y el Comité de
Organización Política Electoral Independiente (COPEI) fueron protagonistas,
ejercieron liderazgo e incidieron en la conformación del movimiento sindical en
Venezuela al igual que otros sectores de trabajadores petroleros que para la época
lograron cierto nivel de organización tal y como lo refiere Lucena (2003b) en uno de
sus escritos; vale decir que el florecimiento de las organizaciones sindicales en las
diferentes regiones del país estuvo siempre bajo la tutela del Estado venezolano.

Todo esto, por supuesto, ha sido parte del proceso modernizador de las relaciones
laborales en Venezuela, las cuales incluyen las representaciones sociales de las clases
trabajadoras al tratar de reglamentar las condiciones de trabajo y de empleo, cuyos
caracteres se identifican como formas socio-políticas que se instituyeron gracias al papel
que jugaron los trabajadores como la expresión típica de los sindicatos, y por tanto,
constituyeron así, la representación socio laboral ante la participación que tuvo el
trabajador en la gestión y el establecimiento de procedimientos de negociación colectiva.
Las relaciones laborales instituidas en Venezuela también son una cuestión que le
compete al sector patronal o empleador e indirectamente, involucra la función de
regulación económica que ejerce el Estado en términos de establecer su política de
rentas que incluye la determinación del salario mínimo, la inamovilidad laboral, las
políticas de ajuste, las políticas de seguridad social, la legislación a través de leyes,
como: la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio
Ambiente de Trabajo, la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social, además, de la
gestión laboral con la participación del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la
Seguridad Social, el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales
(INPSASEL), entre otros; estos elementos son determinantes en la administración del
trabajo y la justicia laboral y son aspectos que conciernen a la tripartita.

Sin embargo, las organizaciones sindicales venezolanas y de otros países de la región


han exteriorizado profundas dificultades producto de presiones externas e internas como
consecuencia de la crisis económica y socio-política,2 y también, han atravesado
problemas de convivencia, la coexistencia de derechos soslayados, y la evidencia de una
depauperación institucional que ha degenerado el movimiento sindical y lo delimitan en
términos de un problema de carácter ético, donde se desvirtúa por supuesto la función
de la organización gremial-sindical, la cual en muchos casos carece de formación y de
un verdadero liderazgo avocado efectivamente a los intereses de los trabajadores, al
logro de reivindicaciones socio-laborales, al alcance de principios éticos, tales como: la
justicia, la igualdad, la libertad, el humanitarismo que promueva e infunda una filosofía
de solidaridad, de cohesión entre los miembros de la organización; que propicie la
democracia, la autonomía y que estén abiertas a un programa constante de diálogo
social y con afiliación internacional sobretodo tomando en cuenta hoy, el contexto de la
globalización y sus implicancias en el movimiento sindical local, nacional e internacional.

De allí pues, que se considere que el sindicalismo no sólo en Venezuela sino en América
Latina atraviesa una situación de crisis producto de las profundas transformaciones que
han acompañado la evolución histórica-económica del modelo capitalista, los cambios
en la producción y la forma de organización. Las exigencias internacionales en
competitividad y productividad ante el reto de afianzar la mundialización, las nuevas
prácticas empresariales, la flexibilización laboral, los cambios en la estructura del
mercado de trabajo, las tendencias políticas estatistas que se oponen al movimiento
sindical sobre todo el tradicional, la precarización en las condiciones de trabajo, entre
otros aspectos, son factores externos que median las representaciones laborales.

Lo dicho anteriormente constituye hoy día, un motivo de reflexión y de discusión para


poder hacer un balance de las consecuencias que ha tenido todo este cúmulo de
transformaciones socio-económicas y políticas que han debilitado el papel del
sindicalismo, donde cada día pareciera perder legitimidad; además del cuestionamiento
que se le formula al movimiento sindical por acusaciones de corrupción, de velar por
intereses partidistas que estarían en detrimento de las clases trabajadoras, generándose
de esta forma una nuevo requerimiento en términos de una nueva relación social que
exige la inclusión de nuevos actores sociales ante una serie de nuevos desafíos: implica
entonces, determinar los componentes de la nueva identidad social dentro
del nuevo modelo sindical, tomando como referente el nuevo escenario mundial que
implica considerar los mecanismos de negociación colectiva.

Por otra parte, vale reseñar que el estudio particular del sindicalismo en Venezuela no
solamente se ve afectado por el proceso de globalización sino por los acontecimientos
políticos suscitados en estos últimos 15 años, cuya circunstancia ha generado una serie
de transformaciones en el Estado venezolano que incidieron e incidirán sobre las formas
de funcionar del movimiento sindical que afectan además de su estructura organizativa,
las representaciones y construcciones tradicionales y culturales de identidad sindical y
gremial, en las que se sitúan preservar las aspiraciones de consolidación de los procesos
de negociación colectiva, entendida ésta como el único instrumento garante de la
defensa de los derechos socio-laborales de los trabajadores y trabajadoras.

Lo anterior se traduce en la necesidad que tienen los sindicatos de ganar un espacio en


el nuevo escenario político laboral a través de fuentes de empoderamiento político-
económicas y de obtener recursos bajo estrategias de autogestión y cogestión que
renueven y fortalezcan las negociaciones colectivas, el diálogo social bajo la figura de
los movimientos sindicales no tradicionales y de otras manifestaciones legales y
espontáneas de inclusión laboral.

Significa entonces, redimensionar el valor de la participación social sindical como motor


y referente de los procesos de cambio socio-laboral y político-económico en Venezuela
y Latinoamérica que exige una reforma sustancial en el comportamiento de los actores
sindicales, de los sectores empresariales e inclusive del Estado; se procura generar una
especie de viraje conceptual que correspondería a fomentar la vía del consenso social
estratégico, la sinergia entre las fuerzas que intervienen en el juego de la negociación
colectiva que coadyuvará a la confluencia interactuante entre la gestión pública, la
sociedad y los grupos y sectores de interés como un factor imprescindible para dirimir
las reglas que sitúan y sostienen un emergente espacio sindical.

Iturraspe (1999) señala una vasta complejidad de factores 3 que han afectado el interés
histórico real de la práctica sindical para la construcción de un sistema de
reivindicaciones idóneo ante el escenario intrincado y cubierto de dilemas que ha
suscitado la globalización en el mundo del trabajo.

2. La Representación del trabajo en los Jóvenes en contraste con el mundo de


las relaciones laborales

Visto desde otra perspectiva, la temática que se viene desarrollando permite establecer
una vinculación entre las relaciones laborales y la representación del trabajo en los
jóvenes. Dicho vínculo estaría determinado por las representaciones sociales de la
juventud que se orientan hoy día, a lograr su inclusión en el mercado laboral; esto les
permitiría mantenerse, colaborar con los gastos del hogar, poder estudiar una carrera,
tener autonomía, les crea responsabilidades… y para ello, no sólo es necesario el papel
que juega el Estado y el sector privado en la acción pública y privada sino se exige en el
joven y en el adolescente tener una auto imagen positiva del trabajo como algo digno,
decente y que constituya un elemento central en la dimensión humana y existencial del
hombre.
Según Lucena (2003d:29), los conceptos del trabajo abarcan varias categorías
“ instrumental, individual, ética, social e institucional” , dichas categorías se asocian a
las representaciones sociales en los jóvenes y adolescentes. Por otra parte, existe un
conjunto de circunstancias que afectan su construcción de sentidos sobre el trabajo: la
inseguridad socio laboral que describen los jóvenes como población vulnerable, víctimas
de la exclusión y el anonimato como segmento laboral. Cuando se revisan por ejemplo,
las cifras que registra el desempleo juvenil urbano en América Latina 4 cercano a 17,7
millones entre 2008 y 2009, se observa un extenso nivel de deterioro en las actuales
condiciones de trabajo, se revela la debilidad del mercado laboral en la generación de
empleos productivos, la heterogeneidad estructural en las relaciones de trabajo, la caída
de los salarios reales, y los procesos de exclusión en el mercado de trabajo producto de
las transformaciones socio-económicas que supone el proceso de transnacionalización.

Todo lo referido precedentemente implica, que no hay una articulación entre las fuentes
de identidad social juvenil y la posibilidad en ellos, de asumir decisiones en las
negociaciones colectivas que estén sustentadas en la linealidad de la aplicación de
políticas de inclusión laboral, ya que los jóvenes en su condición de vulnerabilidad socio-
económica y orfandad describen la invisibilidad como actores sociales de desarrollo,
asociado esto, a los efectos de ese proceso ínter conectivo de la globalización 5 que ha
cimentado la proliferación de sectores desfavorecidos, con inclusiones débiles y
fragmentadas al sistema económico y social, con pocas alternativas para su formación,
donde es exacerbado el patrón de la exclusión, la desigualdad y la pobreza, las
privaciones de toda índole, entonces gracias a esto, los jóvenes se conceptúan a sí
mismos, sobre todo en sectores de menores recursos como un sector marginado
socialmente, en el que tiende a crearse una construcción negativa hacia la identidad del
trabajo; ya que para ellos y sus familias ha implicado: sacrificios, privaciones,
precarización, condiciones degradantes, carencias, altos niveles de riesgo social, entre
otros aspectos.

Toda esta caracterización del mundo del trabajo implica pues, para los jóvenes, una
visión adversa y hostil que les genera muchas veces ansiedad, zozobra e inseguridad,
más aún, cuando se ven en la necesidad de aceptar trabajos informales o en donde se
presumen relaciones de trabajo encubiertas, en condiciones sumamente precarias. Vista
la imposibilidad de inserción a un trabajo formal y seguro, se crea entonces, en la
población juvenil una especie de desaliento, de insatisfacción que exige hoy, y para el
futuro inmediato, una redefinición en su papel como actores sociales fundamentales del
desarrollo económico presente y futuro, donde la configuración social hacia el trabajo
sea positiva y se dignifique su papel como agentes de cambio.

Así mismo, exige que la población juvenil tenga una representación a nivel de las
organizaciones gremiales, ya que están en juego sus intereses y aspiraciones y, es
loable abrir el espacio de representatividad y legitimidad a todos los segmentos de
trabajadores para garantizarles su desarrollo laboral y profesional.

Esto no puede seguir siendo una utopía, y en este sentido Moral Jiménez y Ovejero
Bernal (2004:72-73), sostienen que,

“ Los adolescentes en su periodo de definición personal necesitan referencias y


referentes, acciones simbólicas e iconos, valores y significados atribuidos, etc., que, en
condiciones de inestabilidad, actúen como elementos que contribuyan a dar sentido a
sus búsquedas.(… ) Con objeto de profundizar en semejante influencia del sistema
postindustrial sobre el propio proceso de redefinición de las identidades juveniles sería
necesario profundizar en la reevaluación del significado del trabajo, vinculado en
nuestros días al nuevo orden informacional y global del que se derivan repercusiones
sobre el propio trabajo: que inciden decididamente sobre el mercado laboral y el empleo,
dada la emergente transformación del trabajo” .

Esto significa, que son diversas las conjeturas que se pueden plantear a la hora de dar
respuesta al origen de esta problemática relativa a las pautas mundiales del alto
desempleo entre los jóvenes: Se sitúan en primer término, las fluctuaciones que se
producen en los componentes de la demanda agregada sobre todo el consumo, además
de tomarse en cuenta: las escalas salariales juveniles, el incremento en la población
joven y la ausencia de calificaciones para el desempeño laboral; éstas serían parte de
las argumentaciones expuestas ya por la OIT en el año de 1999, sin embargo, es válido
decir, que el desempleo juvenil es un flagelo que no puede ser aislado del ámbito
económico y social, dentro del cual se manifiesta. Es un problema multidimensional.

Puede entonces, asumirse el desempleo juvenil como una dimensión más de la miseria
y la desigualdad, condicionada por un difícil acceso al mercado laboral que coloca a la
población de adolescentes y jóvenes en una situación de desventaja en la que muchas
veces se ven obligados a desertar tempranamente del sistema escolar y terminan siendo
víctimas de la inestabilidad laboral, integrándose a trabajos precarios, con
remuneraciones bajas y por debajo del salario mínimo, siendo trabajos temporales, a
destajo, precarios, sin contemplar muchas veces relaciones de trabajo expresas y
formales, y obviamente, sin ninguna protección socio-laboral. Un ejemplo de esta
situación es el trabajo que desempeñan los empacadores en las cadenas de
hipermercados, los parqueros en los estacionamientos de restaurantes, entre otros.
Tales circunstancias generan un gran riesgo social para esos segmentos llenos de
frustración y con escasas alternativas: son vulnerables a caer en el consumo de drogas,
en el alcoholismo, en la prostitución juvenil, en la delincuencia y en la violencia urbana
agravándose entonces, la problemática social de muchos países.

Para revertir esa concepción negativa que pudieran tener la mayoría de los jóvenes y
adolescentes de los estratos sociales más bajos sobre la representación individual y
social del trabajo se deben proponer a nivel gubernamental y con la anuencia
mancomunada de los diversos sectores que confluyen en la sociedad, la creación de
planes rectores de formación y empleabilidad e incorporación socio-productiva de los
jóvenes y adolescentes emprendedores siguiendo tendencias modernizantes y
adecuadas al contexto de nuestra realidad económica y social. Así podrían generarse en
ellos comunidades emprendedoras, donde ese segmento de jóvenes y adolescentes se
conozca a sí mismo, a partir de sus proyectos de vida, y retomen para sí los valores de
solidaridad, cooperativismo, honestidad, trabajo en equipo, sinergia de grupos, cohesión
y afiliación en el ámbito laboral, que les permitan constituirse en una prioridad para el
desarrollo de los esfuerzos políticos, formativos y socio laborales, donde las garantías
sociales del joven trabajador estén aseguradas asociativamente en un contexto global
de políticas económicas y socio-laborales, que posibiliten la inclusión en el Sistema de
Seguridad Social.

La regulación de las relaciones laborales no se ha avocado al tema de la inestabilidad y


la temporalidad como factores de precariedad laboral, ya que la continua sucesión que
se presenta entre los ciclos de ocupación y desempleo en los jóvenes, constituye una de
las fisonomías particulares de la inserción laboral de quienes subsisten en los segmentos
de oferta menos competitivos y rentables del mercado laboral. Esto, significa que los
jóvenes de estratos más pobres están en desventaja frente a otros segmentos etarios.
Tal y como lo refiere Ch’ Aparicio (2002) cuando invoca una cita de Castells (1998), que
indica:

“ La historia de los excluidos y de las exclusiones sociales estriba en la práctica social


(explícita y subyacente) de postergamientos y desposesión, donde la negación y lo
negativo como frontera estigmatizante descalifica en un continuum cualquier instancia
de reconocimiento, involucramiento o resistencia de los sujetos que participan de una
misma constelación histórica, política y social” .

Esto hace suponer que dentro de la construcción que se hacen los adolescentes y jóvenes
sobre la identidad del trabajo en Venezuela y en muchos otros países, no esta implícita
la configuración de la afiliación y la acción gremial, no existe efectivamente una
plataforma reivindicativa que les sirva de base para exigir sus derechos sociales,
preceptivos, consagrados y referidos al trabajo.

Es decir, pese a que el trabajo está tutelado por el Estado, muchas veces no está sólo
en sus manos resolver esa dimensión compleja del problema de la representación social
del mismo, en la que sectores vulnerables e indefensos asumen una especie de conducta
conformista, que se intuye debe describir en el fondo una falsa resignación de estos
sectores oprimidos social y económicamente dentro de la imperante política económica
neoliberal internacional que bajo la estructura globalizante ha acentuado más la pobreza,
la desigualdad y la exclusión social en el mundo, describiendo inequidades que
desfavorecen a los más pobres y a los sectores más vulnerables como los jóvenes.

Todo esto conduce a la formulación de interrogantes, tales como: ¿Cuál es la solución?;


¿Cómo contrarrestar y superar la exclusión económica laboral que experimentan jóvenes
y adolescentes en el mundo?; ¿Cómo construir una representación social positiva del
trabajo si estamos imbuidos en una serie de adversidades que desdibujan el futuro del
trabajo y del empleo?; ¿Tenemos alguna posibilidad?; ¿Cuál es el riesgo que se corre?

Las respuestas a estas preguntas estarían cimentadas en los valores esenciales de un


Estado verdaderamente democrático y social, que ratifique y consagre los derechos
humanos y donde se promueva la libertad sindical y gremial, con garantías sociales para
todos los trabajadores y trabajadoras que actuarían con pleno apego a las normas
establecidas e instituidas como parte de las negociaciones colectivas, la recuperación de
los valores sindicales, tratar de difundir y ampliar el grado de afiliación, la intensificación
a la implantación sindical y la expansión de los canales de participación para sectores
anteriormente excluidos entre ellos los jóvenes y adolescentes trabajadores, etc.

De igual manera, es importante retomar aquí los aspectos señalados por la Central
Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) (2004), en el documento denominado
“ Programas de reivindicaciones y plan de acción” , dentro del cual se señala: que 3 de
cada 5 personas son menores de 30 años, en un universo de 520 millones de personas,
según datos ofrecidos por la UNESCO, lo que se traduce en una elevada proporción de
jóvenes a nivel de diferentes regiones en el mundo. En este contexto, la CLAT ha
reconocido el menoscabo existente en la formulación e implementación de políticas y
estrategias por parte de las organizaciones sindicales, que no han permitido la afiliación
e intervención efectiva de los jóvenes y por ende, “ que éstos asuman su protagonismo
en las organizaciones gremiales” . Esto, ciertamente, ha inducido a la desidia y al
desgano en este sector de la población que no ha concientizado e internalizado su papel
preeminente dentro de los movimientos sociales de reivindicación laboral. En este
documento la CLAT expresa literalmente su pretensión de “ que es necesario que dentro
de la visualización de este organismo, se incluyan en el movimiento de los trabajadores
a los jóvenes de todos los sectores sociales y sindicales” para que éstos, participen en
diversas acciones que desplegarían como parte del futuro Movimiento de la Juventud
Trabajadora Latinoamericana, ex profeso como organismo de integración y ordenación
de las organizaciones sindicales en América Latina.

Eso significa por supuesto no sólo una aspiración, sino una prioridad para muchos
organismos internacionales, que están concientes de la necesidad de la inclusión de los
jóvenes y adolescentes como nuevos actores dentro del ámbito sindical, y en la
necesidad presente de dignificar las condiciones de trabajo y el medio ambiente laboral,
que tienen como desafío lograr y mantener la cohesión social que garantice una mayor
protección social de los trabajadores, que posibilite la mejora de sus condiciones de vida
y nivel de bienestar.

Debe existir por tanto un sentido de corresponsabilidad entre todos los sectores de
participación social, donde las relaciones de trabajo en términos de beneficios sociales
sean equitativas y prive en ellas el interés colectivo, donde el altruismo supere los
egoísmos individualistas, particulares y se propenda a la participación, donde tenga
cabida el capital social, la solidaridad social, donde se humanice el proceso de trabajo y
trascienda como parte de la ética social: el reivindicar la dimensión humana al trabajo,
la centralidad del trabajo para el desarrollo de la acción social comunitaria mundial.

Siguiendo además, muy de cerca las aseveraciones de Lucena (2003c:103), podría


reafirmarse que “ el eje central de la existencia de las relaciones de trabajo radica en el
reconocimiento de las partes o los actores colectivos entre si” esto de alguna manera
afianzó el desarrollo del movimiento de los trabajadores en Venezuela en la construcción
de sus logros y objetivos, donde la negociación colectiva tuvo un lugar privilegiado y
que, pese a no abarcar todos los sectores productivos marcó la trayectoria sindical del
país.

Sin embargo, con el ascenso del Presidente Chávez al poder se agudizó el proceso de
debilitamiento sindical que se vio afectado por acontecimientos y acciones oficiales que
pudieran concebirse como una intromisión del Estado, que le restaron autonomía al
movimiento sindical. Así, por ejemplo, se señala la colisión existente entre el Art. 293,
numeral 6 de la CRBV que le otorga facultades al Consejo Nacional Electoral (CNE) para
organizar las elecciones de sindicatos, y el Art. 3 del Convenio 87 que consagra el
derecho de las organizaciones sindicales de elegir en forma libre a sus representantes,
sin la interferencia del gobierno; de igual forma, se soslaya el requerimiento globalizante
de fomentar el individualismo como consecuencia de las transformaciones que
experimenta el mundo del trabajo por el proceso de transnacionalización, cosa que
mermaría sensiblemente la cohesión y la fuerza sindical.

Ante toda esta serie de sucesos, es preciso cambiar la forma de hacer política sindical,
tratando de aglutinar a otros sectores anteriormente excluidos, haciendo del
movimiento sindical un movimiento inclusivo, por ejemplo, en lo que respecta a los
jóvenes y adolescentes, haciéndolos partícipes de la organización sindical como actores
de desarrollo que deben ser incorporados a sus acciones. La base para la reivindicación
del movimiento sindical y la reformulación de planes y políticas inclusivas y no
excluyentes que alcancen una mayor representación y legitimidad donde el campo
representacional de jóvenes y adolescentes se centre en un eje semántico positivo
cuyos valores apunten hacia la justicia social, la igualdad como principio ético-
económico, el valor de la dimensión humana y del trabajo se afiancen. Esto demanda
una conciencia colectiva que razonablemente abogue por la centralidad del trabajo, por
el alcance de trabajos dignos, que esa significación compartida de la identidad del
trabajo sea cónsona con el nuevo modelo de desarrollo económico sustentable y donde
las reacciones sindicales estén en sintonía con la búsqueda de reivindicaciones sociales
y la idea de asumir la responsabilidad individual de cada trabajador y la
responsabilidad social de los empleadores; estando éstas de acuerdo a las
posibilidades del ámbito productivo para dar respuesta real a las necesidades de los
trabajadores/as.

Se requieren por ende, programas de educación para el trabajo y de desarrollo social


comunitario que guarden relación con la prospectiva de una mejor calidad de vida, esto
demanda unificar esfuerzos para vencer no sólo la pobreza, la exclusión social sino la
desidia que ha acompañado la gestión pública y el afán capitalista del sector
empresarial en detrimento de los trabajadores/as, también exige dirigir esfuerzos para
rescatar la dimensión humana fundamental de toda sociedad: el trabajo y con él, las
relaciones laborales a partir de sus protagonistas, los actores que en sus búsquedas
generan mecanismos de solución a los problemas laborales, a los conflictos, a la
confrontación.

Esta polémica no termina aquí, siguen los escenarios de discusión donde la única salida
es no abandonar el espíritu crítico, no perder el valor de la cooperación, y asumir una
postura activa ante el tema de las luchas sociales, dentro de las cuales estarán
presentes siempre, las acciones de los trabajadores sea cual sea su ramo. En el
espacio geopolítico de hoy se requiere del anclaje territorial, esto es dirigir sus
acciones en función de su mundo de vida, de identificarse con su comunidad, que
como unidad político-territorial describe el contexto de la realidad del espacio donde
convive el trabajador y su familia, implica no perder de vista su entorno, es decir,
considerar los escenarios y los mundos de vida del trabajador.

Consideraciones Finales

Podemos asumir que las distintas reflexiones acerca del trabajo se sustentan en las
representaciones creadas por quienes han trabajado, trabajan o desean incorporarse al
mercado laboral; entendiéndolo a partir de sus condiciones y sus formas y de las
relaciones que se suscitan y se manifiestan a partir de él. Esto por supuesto permite
entrar en contacto con las matizadas maneras o encadenadas formas de
representación e identificación compartida, simbolizan tal y como lo señalara Ibáñez
(2005: 3) una “ forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientada
hacia la práctica y que concurre a la construcción de una realidad común a un conjunto
social” .

Lo señalado en el párrafo anterior involucra de alguna manera la construcción social de


la legitimidad socio- jurídica y socio-política de los nuevos actores asociada a la
representación social que se tiene de esos actores que a su vez, configuran otras
simbologías asociadas al mundo del trabajo. Aquí se ha intentado visualizar la
perspectiva de los jóvenes y adolescentes a partir de una realidad que los circunda y
los limita; la cual no es más que la estructura globalizante del mercado en su
profundización y expansión capitalista: generadora de transformaciones profundas en
la organización del trabajo y cuyas repercusiones han incidido negativamente en los
segmentos de jóvenes y adolescentes sobretodo los de menos recursos. Sin embargo,
se ha intentado desdibujar los aspectos negativos que han empañado el desarrollo del
movimiento sindical y de esta manera abrir una ventana a la esperanza. Mientras
existan hombres y mujeres que en su accionar social estén en la continua búsqueda de
mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, estará latiendo el corazón de las luchas
sociales por un país mejor, con mejores condiciones de trabajo y de producción.
Obviamente, esto no puede concebirse si el sistema económico venezolano no
experimenta cambios estructurales, que permitan dinamizar la economía haciéndola
más diversificada y, de esta manera, enfrentar el desafío de ser más competitiva y
más próspera.

El camino está abierto, nuestra tarea es vencer los obstáculos, “ Caminante no hay
camino, se hace camino al andar” … estas letras llevan implícita una verdad, que está
expuesta a la continua meditación… cierro estas reflexiones con una cita de Iturraspe
(1999:113), cuando decía: “ los estudios diacrónicos demuestran el ascenso histórico
de la institución sindical entre nosotros, hasta ocupar un lugar importante en el
sistema de relaciones laborales, en el sistema político y en la vida cotidiana de
millones de personas… la idea de la organización sindical tiene una inocultable
impronta ideológica” . Esa huella deja entrever una forma particular de representación
social del accionar sindical, que hoy exige una virada filosófica, otro norte mucho más
participativo, más humano y menos burocrático; donde esa paradójica regla de la
mayoría no favorezca tan sólo a una minoría.

Notas

La precariedad laboral en Venezuela


6 junio, 2012

La Organización Internacional del Trabajo, entidad que cumplirá un siglo en 2019,


presentó el pasado mes de enero el Informe Perspectivas Sociales y del Empleo en
el Mundo 2018. Es un meritorio trabajo que, a pesar de la dificultad que representa
la falta de estadísticas confiables en algunos países –básicamente de África y
algunos de América Latina–, ha encontrado soluciones metodológicas que le
permiten ofrecer una visión amplia del estado de las tendencias del empleo en el
mundo. En este artículo me referiré de forma específica a la cuestión de la
precariedad laboral.

La noción de precariedad laboral es compleja. En su enunciado más general se


refiere al trabajo mal o pésimamente remunerado, que no le sirva al trabajador ni
siquiera para atender las más básicas de sus necesidades. En los países en que
existe el salario mínimo, el empleo precario es todo aquel que se remunera por
debajo de ese límite.

A lo anterior se añaden otros elementos que conforman un cuadro de precariedad:


total ausencia de garantías laborales, incluyendo las relativas a salubridad y
seguridad; contrataciones por horas o períodos de tiempo muy limitados; trabajo
esclavizante cuyas jornadas se extienden hasta 14, 16 y 18 horas diarias; vínculos
entre patrones y trabajadores que se establecen fuera del marco legal; exigencias
que, a veces, incluyen la realización de tareas que contravienen la ley, vinculadas
a las industrias de lo ilícito. Baste con recordar que, en miles de industrias
especializadas en falsificaciones, la tasa de precariedad laboral con frecuencia es
superior a 90% de los trabajadores.

Dice la OIT que, a pesar del crecimiento que experimentó la economía mundial en
2017 –entre 3,2 y 3,8, según las distintas metodologías–, el desempleo mundial
alcanza a 190 millones de personas, equivalente a 5,5%. Durante 2018, la
estimación es que bajará una décima. De mantenerse esta tasa, en 2019 el número
de desempleados habrá aumentado en 1,3 millones de personas.

Lo que la OIT llama empleo vulnerable –insisto, empleo precario y desprotegido–


es una cifra que causa asombro: 42% de los trabajadores del mundo, es decir, entre
1.400 y 1.500 millones de trabajadores. Este porcentaje se mantiene, con mínimas
alteraciones, desde 2012 y es probable que continúe así en el futuro inmediato.

Pero este 42% es un promedio. En el caso de los países en desarrollo (que incluyen
a la casi totalidad de los países de África, a la mayoría de América Latina y a países
de Asia y Europa Oriental), la precariedad alcanza 76%. En el caso de los países
emergentes –en América Latina la categoría incluye a Brasil, Chile, Colombia,
Argentina y Perú– el promedio es de 46%.

De los 1.400 a 1.500 millones mencionados, alrededor de 20% tiene ingresos


menores a 1,90 dólares diarios. Suman 300 millones de trabajadores cuyas
capacidades adquisitivas ni son regulares ni les permiten adquirir lo mínimo
necesario para alimentarse y garantizar los estándares básicos de salud. La cifra de
pobreza laboral moderada, que se refiere a los que devengan entre 1,90 y 3,10
dólares por día, agrupa a 430 millones de trabajadores. Si a todo lo anterior se le
añade la perspectiva de género, el resultado es todavía peor: los porcentajes de
desempleo y precariedad son más acusados en las mujeres.

Si vamos a la situación de América Latina, la expectativa de la OIT es que la


recuperación de la economía de 2017 se proyecte hacia los años 2018 y 2019: 1,8
y 2,4, respectivamente. Brasil, Chile y Argentina serán los países que muestran un
mejor potencial de desempeño. México, por el contrario, presenta cifras que
anuncian líneas hacia la baja.

La tasa de empleo vulnerable en América Latina fue de 32,2%, en 2017. La


expectativa para los años 2018 y 2019 es que se reduzca una décima: a 32,1%. Es
importante añadir que se proyecta una pequeña pero significativa reducción de la
tasa de pobreza laboral extrema: de 8,7 en 2017 pasaría a 8,5 en 2018, y a 8,1 en
2019.

De acuerdo con la OIT, el empleo informal sigue siendo “generalizado” en América


Latina y el Caribe. En conjunto, 58% de los empleos son informales. Bolivia (83%)
presenta el peor desempeño, seguida de Honduras, Nicaragua y Guatemala, con
tasas mayores a 60%. En el lado opuesto de la tabla, solo Uruguay y Costa Rica
presentan cifras por debajo de 30%. El informe llama la atención sobre los casos de
Chile, Brasil, Argentina, México y Colombia, países cuyos niveles de informalidad
podrían ser menores que los actuales.

Pero el asunto de la precariedad laboral también se manifiesta en países


desarrollados como Estados Unidos y se encuentran en el centro del debate
nacional. El salario mínimo federal en Estados Unidos no mejora desde hace más
de dos décadas y las formas de tercerización dominan la contratación laboral,
debilitando la contratación colectiva como medio de lucha por mejoras y garantías
laborales. Por otra parte, la ausencia de una reforma migratoria integral, con un
claro camino a la ciudadanía para millones de trabajadores hispanos y otras
minorías indocumentadas, añade un ingrediente que no contribuye a la solución del
problema y el estancamiento que perciben millones de ciudadanos a pesar de las
mejoras relativas en el campo económico de los últimos 8 años. De hecho, estudios
independientes de prestigiosos “think thanks” demuestran que una reforma
migratoria integral aceleraría el crecimiento económico en al menos 1,5% adicional,
e impactaría de forma definitiva en mejoras salariales y condiciones en el mercado
laboral de Estados Unidos.

La cuestión de la precariedad tiene, de acuerdo con los expertos, consecuencias


que sobrepasan la injusticia socioeconómica y se diseminan hacia la política. En
estudios de opinión realizados a lo largo de la última década, tanto en América
Latina como en Europa, hay un claro vínculo entre empleo precario y populismo. La
persona que tiene un empleo cargado de incertidumbre, que no recibe la
recompensa que merece por su trabajo, que vive bajo la sensación de estar siempre
a punto de quedar en la calle, que se ve obligado a aceptar condiciones laborales
que violan leyes y reglamentos, esas personas desarrollan una clara tendencia
antisistema, antipolítica, favorable a las propuestas políticas demagógicas y
destructoras de las instituciones.

La lucha contra la precariedad laboral no es solo legal y limitada a la acción de las


autoridades. Hay una cuestión que debe ser abordada con seriedad y rigor: la
contribución de los empresarios al objetivo de lograr en todo el planeta un estatuto
de empleos de calidad. Hacer llamados a la conciencia es riesgoso y puede
entenderse como una postura retórica y moralizante. Pero la cuestión, en su fondo,
excede lo legal: lo que se está poniendo en riesgo es la sostenibilidad de un sistema
productivo liderado por el sector privado, generador de empleo y riqueza, en el que
se funda la lógica del capitalismo. Si el sector empresarial rompe con una de sus
promesas fundamentales, la de ser fuente de beneficios y progreso para quienes
trabajan, entonces el riesgo de provocar políticas de intervencionismo estatal será
cada vez mayor.

Una de las falencias más importantes del gobierno de Hugo Chávez se


puede encontrar en el frente laboral. Con el anuncio de trece (13) planes de
empleo se desnuda una realidad demasiado evidente para que pueda ser
ocultada con el torrente de propaganda de cada día vacía el gobierno sobre
los venezolanos con el objeto de presentar un país que solamente existe en
la imaginación de los altos burócratas.
opinan los foristas
No ha sido el gobierno capaz de articular una política económica para lidiar
de forma efectiva con el drama del desempleo abierto y de aquellos que aún
cuando están trabajando lo hacen en situación de absoluta precariedad.
Buena parte de ese fracaso en lo laboral obedece a la política económica que
erráticamente ha aplicado el gobierno, con sus definiciones exóticas tales
como desarrollo endógeno, modelo cooperativo y las empresas de
producción social para finalmente definirse claramente su orientación
estatista, al igual que las experiencias del socialismo que fracasaron, han
fracasado y seguirán fracasando en todo el mundo, porque el socialismo
marxista-leninista frena el desarrollo de las fuerzas productivas al
restringir o acabar según sea el caso, con el incentivo para la elaboración
de bienes. Con la apropiación del Estado de los medios de producción y
destruirlos no puede haber generación de empleos.
La instrumentación de esa política destructiva del empleo, en Venezuela se
ha materializado en dos elementos. En primer lugar, la creencia, del cual es
firme partidario el ministro Jorge Giordani de que Venezuela debe
convertirse en una economía importadora toda vez que él considera que se
debe fijar el tipo de cambio y dejarlo congelado con el objeto de abaratar
las importaciones y con ello producir un efecto deflacionario en la
economía.
Como esa tesis no resiste un somero análisis, no insistiremos en ella. En
segundo lugar, el dogma según el cual los controles de precios contribuyen
a bajar la inflación. Tienen los cruzados de esta hipótesis un ligero
problema conceptual al confundir el nivel de los precios con su tasa de
variación.
En cualquier caso, si los controles de precios ayudaran a bajar la inflación
ya todos los países lo hubiesen aplicado y ese no ha sido el caso. Tal vez
convenga clarificar a quienes piensan que controles absolutos son eficaces
para detener el alza de precios que ya en el año 301 después de Cristo, el
emperador romano Dioclesiano trató de conjurar una espiral inflacionaria
producto del desorden monetario que causó el financiamiento de las guerra
y la frondosa burocracia. Estableció un sistema que fijaba el precios del
vino, el aceite, los vegetales, las frutas, las pieles, el cueros, el calzado, la
madera, entre otros bienes. El citado control tuvo dos efectos: no fue
acatado y agravó el problema al generar escasez.
Tanto el anclaje del tipo de cambio como los controles generalizados de
precios han contribuido a liquidar la industria manufacturera nacional,
hasta hace poco la mayor generadora de ingreso y una de las que creaba
más empleos de calidad. Así, el obrero manufacturero cuya empresa cerró
porque no pudo soportar la competencia de importaciones subsidiadas con
un tipo de cambio artificialmente bajo o que dejó de ser rentable en vista
de los controles, ahora es un desempleado o un vendedor ambulante, sin
ningún sistema de protección social.
Según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas,
correspondientes a abril de 2012 en Venezuela existen 1.152.522 personas
desempleadas y 3.480.970 de ocupados por cuenta propia que nos
profesionales, buena parte de ellos vendedores ambulantes. La suma de
ambos grupos representa el 40% de todos los ocupados.
Si a ello agregamos los tres millones de trabajadores que devengan salario
mínimo, completamos un cuadro donde más de siete millones de
venezolanos (62% de los ocupados) sufren de precariedad laboral, bien sea
porque no generan ingreso, porque éste es insuficiente o porque carecen de
cualquier protección social. En el gráfico adjunto de evidencia esa
situación. Por esa razón es que Henrique Capriles Radonski ha venido
insistiendo y persistiendo en su plan de empleo, porque no hay viabilidad
política ni social en un país con estos niveles de injusticia.

a tasa de empleo para las mujeres menores de 29 años es de 31,2 % y para


los hombres de 48,7 % y si lo comparamos con respecto a los adultos
mayores de 30 años vemos que dichas tasas aumentan a 60,7 % y 89,4 %,
respectivamente. Lo que demuestra que no solo las tasas de empleo en los
jóvenes son más bajas, sino que también hay una clara diferenciación en el
género.

Somos Miles les jóvenes que necesitamos contraer empleos precarizados


para poder mantener nuestros estudios y las universidades los promueven
ofreciéndonos trabajos bajo modalidades de “asistencia técnica” o
“pasantías”. Incluso, durante los gobiernos kirchneristas, estas formas de
contratación se extendieron enormemente en la Administración Pública
Nacional.

De hecho hoy el gobierno macrista puede hacer uso de ese “beneficio” y


decidir la continuidad o no de miles de trabajadores que renuevan su
contrato año a año en dependencias estatales. Un claro ejemplo de esto
ocurre en el Hospital Posadas, que a la llegada de Cambiemos en 2015 ,
tenía el 80% de su personal bajo contratación precaria.
Pero la precariedad del trabajo es la precariedad ante la vida, implica una
gran inestabilidad para quienes alquilamos, somos sostén de familia, con el
agravante de sueldos que están muy por debajo de la Canasta Básica
Familiar, mientras las tarifas aumentan, lo cual nos empuja a miles de
trabajadores a la pobreza. Ya es oficial que llegó a un nivel récord
comparado con el 2010, siendo el 33,6 % de los habitantes urbanos es pobre
y esto golpea sobre sectores más vulnerables como mujeres y niñes. Según
un relevamiento de la UCA, la cantidad de niños, niñas y adolescentes con
inseguridad alimentaria severa creció un 3,4 % el último año, esto es 1
millón y medio.

Pero también tenemos que tener en cuenta que los ataques a la educación y
salud también degradan las condiciones de vida del pueblo trabajador, así lo
vimos con el crimen social de Sandra y Ruben en Moreno donde saltó a la
luz las verdaderas condiciones donde trabajan docentes y estudian niñes y
jóvenes. O los propios despidos del Posadas que como denuncian sus
trabajadores, deja sin atención a miles de pacientes que pasan noches
enteras esperando un turno.

Pero toda esta política por parte del macrismo tiene un trasfondo que se
llama “acuerdo con el FMI” donde abiertamente declaran la guerra al
pueblo pobre porque para pagar esa enorme deuda contraída significa
recorte y ajuste sobre les trabajadores, Mientras millones de capitales se
fugan al exterior y sectores empresariales se la siguen llevando en pala.

Les jóvenes no les debemos nada a ningún gobierno patronal. Ya vimos


como en el gobierno k nos militarizaban las villas o vivimos día a día racias
en los colectivos cuando vamos al trabajo o volvemos a casa sólo por el
hecho de ser trabajadores. Este 26 se cumplen 10 años de la desaparición de
Luciano arruga en manos de la bonaerense. Es un hecho en la juventud que
nos persigan y nos sitien los barrios. No tenemos trabajos estables y ademas
en febrero en una sesión especial quieren tratar la baja de imputabilidad, no
nos dan salida alguna, más que el hostigamiento y la criminalización.

Ahora nada de todo esto sería posible sin el rol canalla de los sindicatos por
un lado la CGT que entrega abiertamente a lxs trabajadorxs y por el otro los
sindicatos peronistas en todas sus alas que se dicen opositores pero no
llamaron a enfrentar a la altura los ataques, así se vio en diciembre del año
pasado con la Reforma Jubilatoria, o con el presupuesto 2019 que se votó
en diputados y donde días antes, se jugaron a marchar a Luján mientras ese
dia formalmente movilizaron poco y nada y sin paro. Incluso vienen
negando los paros como este jueves la multisectorial del 21 f llamó a una
marcha de antorchas y velas cuando tienen la posibilidad de parar a un gran
sector de trabajadores formales y llamar a la movilización lo que
demostraría al gobierno la verdadera fuerza que tenemos los trabajadores o
unir y coordinar a les trabajadores que este año han intentado resistir los
despidos. Una vez mas aseguran la paz social. Los chalecos amarillos de
Francia vienen demostrando que para enfrentar los ataques hay que salir a
las calles.

Mientras tanto el PJ/Frente para la Victoria dice que hay que votar mejor en
el 2019 pero ¿mientras tanto? ¿permitimos que nos sigan atacando? Y los
que no estamos sindicalizados ¿vamos a quedarnos sentados esperando que
los sindicatos alguna vez se acuerden de nosotres? O le vamos a hacer el
juego a la Iglesia y las organizaciones que nos limitan a pelear solo por un
bolsón de comida y no por un trabajo genuino? Estas organizaciones
sociales bendecidas por Bergoglio aseguran la paz social y nos limitan a
pedir limosnas. Incluso ¿como terminar con la pobreza si no es negandonos
a pagar la fraudulenta deuda externa o tocando las ganancias empresariales?

Desde la juventud trabajadora desde Frente de izquierda PTS venimos


planteando la necesidad del no pago de la deuda como medida elemental,
decir que lograremos soberanía pagando es una utopía, ya vimos en el 2001
que significó pagar al FMI. No nos resignamos a vivir en la pobreza y
precarizados, hay que tocar las ganancias de los empresarios. Incluso el
kirchnerismo nos dice que los pequeños y medianos empresarios son
nuestros aliados, cuando son los que más nos explotan y los primeros que
cierran sus empresas porque no siguen ganando como hasta el momento. En
la zona oeste vimos cómo cerraron o vaciaron metalúrgicas sin medidas o
con acciones tibias de la UOM pero luego organizaba marchas como en el
caso de Morón, con el Frente para la Victoria y sindicatos afines,
planteando la defensa de la producción nacional, es decir salvar a los
empresarios.

Como planteo nuestro compañero Nicolás del Caño, ante los despidos
decimos trabajar 6hs repartiendo las horas de trabajo para responder a la
desocupación, salario igual a la canasta básica familiar, pase a plata de
todos los trabajadores, fábrica que cierra que funcione bajo control de sus
trabajadores.

Mientras tanto tenemos que unir por abajo lo que niegan los sindicatos a
unir por arriba, la fuerza de la juventud que en el 2018 tomó las
universidades en solidaridad con sus docentes, los terciarios que luchan
contra los cierres, las mujeres que por millones ganaron las calles peleando
por el derecho al aborto libre legal seguro y gratuito y contra la violencia a
las mujeres donde muchas son estudiantes secundarias.

Incluso los sectores que han resistido los ataques del gobierno como
Hospital Posadas, INTI, Mineros de Río Turbio, los trabajadores de SIAM
que vienen impulsando acciones en el Obelisco y luchan por los puestos de
trabajo.

Esa fuerza unida sería imparable, teniendo en cuenta que los que
trabajamos estamos en lugares claves de la economía donde una fabrica que
para puede atacar las ganancias empresariales.

La necesidad de tener dinero rápido está privando más que tener estabilidad
y seguridad social. La inflación no solo destruye al salario mínimo sino que
ha cambiado la preferencia laboral hacia el bachaqueo y ahora el país
enfrenta el reto de reeducar a los venezolanos sobre el verdadero valor del
trabajo formal

Patricia Marcano / Mónica Duarte

Tres años de aumentos salariales acumulados, con 11 anuncios


presidenciales, han llevado al sueldo mínimo del trabajador venezolano
a valer 465,46% más que en 2013. Sin embargo, el crecimiento de la
inflación hasta el mes de diciembre de 2015 ya había superado ese
porcentaje al sumar 639,32%, dejando una brecha de 173,86% difícil de
superar.

Este incremento inflacionario representa una amenaza para más de 14


millones de personas activas quienes representan la fuerza de trabajo
en el país, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE)
para diciembre de 2015, y sus efectos ya estarían incidiendo más allá del
hecho de que el salario mínimo no alcance.

Cada vez son menos los venezolanos que cuentan con empleo. Durante
los últimos 12 meses la población activa perdió a 396.967
trabajadores en comparación con el año anterior. Esta caída se reflejó
en menos empleos tanto en el sector formal como en el informal y en
total, refleja el INE, se perdieron 440.456 puestos de trabajo.

«Más del 60% de los trabajadores formales se ven


obligados a buscar otras formas de ingreso
meramente informales»
Con el último incremento anunciado el 30 de abril de este año y que lo
elevó a 33.636 bolívares mensuales (sueldo mínimo de Bs 15.051 más
otros 18.585 bolívares en cestatickets) un trabajador que labora un día
completo percibe un salario integral que le resulta insuficiente ante una
Canasta Básica Alimentaria de 142.853,20 bolívares y una Canasta
Básica Familiar de 203.943,95 bolívares, montos en el que se ubicaron
para marzo de 2016 según el Centro de Documentación y Análisis Social
de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

Alí Poveda, abogado laboral y directivo de la Asociación Civil de


Trabajadores Autónomos, Emprendedores y Microempresarios (Atraem),
afirma que en Venezuela “existe un salario insuficiente sea formal o
informal”. A su juicio, el trabajo ha perdido su razón de ser al intervenir el
estado en las negociaciones salariales particulares. “Se ha dejado de
premiar la productividad y el conocimiento, que generan las sociedades
altamente productivas y escolarizadas”.

Pero adicionalmente la crisis económica del país, marcada por


un crecimiento inflacionario acelerado y un sistema de controles, ha
ido modificando la apreciación o el valor que tenía la existencia de un
trabajo formal.

Genny Zúñiga, profesora e investigadora del Centro de Investigaciones


Sociales y Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab),
explica que una parte de la población se está redondeando
económicamente gracias a lo que los economistas llaman arbitraje
(capitalizar el desequilibrio de los precios sacando provecho de esa
diferencia entre dos o más mercados). Es decir, el bachaqueo.

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o Bachaqueros imponen su ley en las colas

“Eso no hay que calificarlo ni de bueno ni de malo. Sencillamente es una


oportunidad en la medida en que la persona visualice que haciendo una
cola y comprando un producto a precio regulado se va a ganar
muchísimo más que lo que podría ganar en un sueldo del sector formal
de la economía. Eso es un incentivo y la gente va a seguir haciéndolo,
pero también es una distorsión muy grave del mercado de
trabajo porque estamos apuntando al deterioro incluso de la cultura
laboral del venezolano”.

Para la investigadora una de las razones por las que está ocurriendo esto
es que el sector formal de la economía está tan deprimido por la
crisis existente que difícilmente un buen número de empresas o
instituciones, incluso las universidades, puedan ofrecer sueldos altos y
condiciones ajustadas a la realidad.

En consecuencia, el empleo formal estaría perdiendo valor para ciertos


venezolanos “en la medida en que ese empleo formal me da unas
vacaciones que no me sirven de mucho porque no tengo suficientes
ingresos, que después de trabajar todo un mes o una quincena ese
dinero me alcanza para comprar dos o tres cositas en los bachaqueros o
si no tengo que ir a hacer cola con el riesgo de que me boten porque
estoy pidiendo muchos permisos. Eso hace a la gente sacar cuentas
y esas cuentas no son siempre a favor del empleo formal. Ahí hay
una situación a la que habría que ponerle atención en el tema de las
políticas laborales y económicas”, sostiene Zúñiga.
No solo los bachaqueros cobran en efectivo, cada vez son más los negocios y locales de alimentos
y productos básicos que exigen billetes en lugar de tarjetas de débito o crédito
Menos seguridad, más dinero

Froilán Barrios, secretario general del Movimiento Laborista de


Venezuela, explica que todos estos factores impulsan a la población a
buscar oficios más rentables.

“Con una inflación tan alta en el país la gente prefiere tener efectivo lo
más rápido posible y entrar en ese mercado tan productivo que es la
reventa de productos con el bachaqueo, con el que pueden triplicar
o quintuplicar ese salario mínimo. ¿De qué vale entonces trabajar en
el sector formal?”.

La estabilidad y beneficios sociales que garantiza el empleo formal, como


pólizas de seguro, caja de ahorros, prestaciones sociales, quedan en un
segundo plano actualmente. La investigadora de la Ucab señala, al igual
que Barrios, que la principal razón para dedicarse a la informalidad
es el dinero. Más ahora cuando está representada por la distorsión de la
compra de productos baratos para revenderlos en el mercado
secundario.

“Estamos hablando de familias donde lo que necesitan es dinero, esa


visualización de planificación, de futuro, de previsión no priva en este
momento”, asegura Zúñiga, y agrega que en situaciones de crisis como
la actual tienden a aumentar las personas que tienen más de un
trabajo porque tienen que buscar la manera de complementar los
ingresos.

“Si gobierno no logra rescatar el verdadero valor del


trabajo vamos a seguir teniendo un progresivo
empobrecimiento de todos los venezolanos”
Alí Poveda, directivo de Atraem, también considera que la precariedad
salarial ha empujado a la sociedad hacia la “informalidad de
sobrevivencia”, con más de 50% de los trabajadores informales siendo
incentivados por razones puramente monetarias y de corto plazo.

Tomando como referencia un estudio realizado en 2015 por un grupo de


empresas de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria
(Venamcham), donde se señala que 53,8% de los trabajadores obtienen
su sustento mediante actividades informales, el abogado proyecta la
cantidad de venezolanos ocupados que se desempeñan dentro de la
economía informal en 58% para este 2016. Con esta cifra la informalidad
en Venezuela sería la principal fuente de empleo en el país.

Los últimos datos divulgados por el INE, correspondientes a diciembre de


2015, precisan la cifra de trabajadores del sector informal en
5.273.343 personas, representando el 40,1% de los ocupados. En este
reglón el Instituto agrupa a los trabajadores por cuenta propia no
profesionales, patronos o empleadores de empresas de menos de cinco
empleados y ayudantes familiares no remunerados.

Sobre estos datos del INE, Zúñiga hace una observación. “Una economía
que tenga un volumen tan grande de trabajadores en ese sector ya te
está dando indicios de que la situación en términos de estructura
productiva y de generación de empleo formal tiene problemas”.

Además agrega que dado el deterioro económico y social de los últimos


meses lo que se espera es que ese indicador aumente, pero más allá de
la cifra que se tenga lo importante, dice Zúñiga, es que ya esos números
muestran una situación deficiente y unas malas condiciones del
mercado de trabajo. “Lo que está detrás de la cifra y el significado
cualitativo de ella a veces es mucho más grave que la cifra en sí misma”.

17,4%

El FMI estima que en este 2016 Venezuela registre un índice de


desempleo de 17,4%. En 2015 la tasa fue de 7,4% según el INE. Y
para 2017 el FMI proyecta el índice en 20,7% en el país

Poveda identifica tres tipos de empleos informales en los cuales se


mueve la economía venezolana en la actualidad. Un primer sector
pequeño conformado por emprendimientos calificados en los que son
determinantes el concurso del conocimiento y la aplicación de tecnología
moderna, con potenciales de convertirse en microempresas formales. El
segundo tipo de informalidad estaría representada por las oportunidades
de negocio que deja la “aguda carencia de productos básicos”.

Pero existe un tercer sector “ambivalente” que el abogado identifica con


aquellos trabajadores formales que por la precariedad de sus
ingresos practican la informalidad al mismo tiempo. “Yo diría que más
del 60% de los trabajadores formales se ven obligados a buscar otras
formas de ingreso meramente informales”, comenta Poveda.

Para Froilán Barrios los principales afectados de este aumento de la


informalidad son los 200.000 jóvenes que se incorporan al mercado
laboral cada año. “La única oportunidad que tiene la juventud es el
sector informal, eso o irse del país, porque el sector formal se ha cerrado
como fuente de trabajo”.

En promedio una tercera parte de los empleados de una empresa o institución dejan de ir al
trabajo por hacer cola para comprar comida
Ausentismo por las colas

Así como el trabajo informal gana terreno, el ausentismo laboral derivado


de las colas para adquirir alimentos y productos regulados también va en
aumento.

El abogado laboral y consultor jurídico de Atraem sostiene que entre


36% y 40% del personal de las empresas pide permiso para ir a las
colas a abastecerse. Froilán Barrios sostiene que en el sector industrial
las ausencias por esta causa superan el 30%, haciendo que las
empresas trabajen entre un 50% y 30% de su capacidad productiva.
“Venezuela es uno de los países de más baja productividad del mundo y
eso aleja cualquier posibilidad de que se invierta en el país y se generen
nuevas fuentes de trabajo”, dice.

«Con el bachaqueo pueden triplicar o quintuplicar


ese salario mínimo. ¿De qué vale entonces trabajar
en el sector formal?”
Y Fedecámaras coincide con esa cifra. Francisco Martínez, presidente
del ente empresarial, comenta que en promedio el ausentismo está en
30%, aunque no ha podido medirlo con rigurosidad, y que si bien el
trabajador puede dejar de ir por motivos de salud desde el año pasado
no tienen duda de que casi la totalidad de ese porcentaje se ausenta por
ir a comprar productos regulados.

El problema más allá de ese hecho, dice Marínez, es que “este sistema
tiene un decreto perverso de inamovilidad laboral que premia más la
irresponsabilidad y el ausentismo que a la excelencia por la meritocracia
o el logro de la responsabilidad”.

Por ello sostiene que Venezuela necesita rescatar el significado del


“verdadero valor del trabajo” porque de lo contrario baja el rendimiento
laboral y eso se traduce en menos productividad y una serie de
distorsiones que al final afectan al consumidor venezolano.

Y lo dice no solamente por las circunstancias que han llevado a la


informalidad y al bachaqueo, sino también por los últimos decretos de
días no laborables y de reducción de jornadas de trabajo en el sector
público hasta las 2 de la tarde. “Eso va a traer impactos de eficiencia”.
“existe un salario insuficiente sea formal o informal”
Sanear la economía y reeducar

El hecho de que la gente pierda el significado y el valor de lo que tiene el


trabajo para un individuo, “es gravísimo para una sociedad”, advierte
Genny Zúñiga, profesora e investigadora de la Ucab.

“Uno como individuo se identifica a partir del trabajo que hace, eres
plomero, eres profesor; tu vida se define en torno a tu actividad
económica porque eso te hace ciudadano y te define como individuo.
Si se pierde eso, que es lo que está ocurriendo, imagínate el trabajo que
eso implicaría para retomar y remontar al país hacia un proceso de
mejora económica”.

Zúñiga detalla que el reto que se tiene frente a esto es reeducar a las
personas en el tema de reinsertarse nuevamente en el ámbito laboral,
en lo que significa tener y cumplir horarios, en las responsabilidades, en
cumplir con lo que dice el jefe, en el esfuerzo que se debe hacer para
tener “un 15 y último”. “Meter a esa gente en esa cintura va a ser muy
complicado”.

245.000

Los sectores más deprimidos hasta el tercer


trimestre de 2015 fueron las actividades agrícolas,
pecuarias y caza con una reducción de 245.000
empleos en comparación con 2014. El sector
comercio, restaurantes y hoteles
perdió 239.000 trabajadores en ese mismo lapso
También hace falta un trabajo de formación y capacitación técnica y
hacer un saneamiento económico.

“Los economistas han explicado cuáles son las cosas que habría que
hacer para reactivar el aparato productivo y lo primero que te dicen es
la eliminación de los controles y la excesiva fiscalización de las
empresas. Yo sí creo que el Estado debe fiscalizar pero debe permitir
que las empresas tengan cierta autonomía y que esa autonomía no
permita que haya un abuso hacia los trabajadores. Ahí el Estado debe
cumplir un papel de árbitro”.

Ambas cosas deben hacerse en paralelo, aclara Zúñiga, hacer que la


economía comience a funcionar y reeducar a la población, un trabajo
que incluso ha debido comenzar hace tiempo y hoy es “tarea vieja”.
Apuntar hacia ambas cosas ayudará a salir de la crisis actual.

La investigadora también propone incluir entre las políticas laborales el


tema del emprendimiento como una forma de generar nuevos empleos,
pero un emprendimiento de verdad como han hecho otros países
latinoamericanos.

“Es diseñar políticas para que esa otra parte del sector formal de la
economía comience a fortalecerse en pequeñas y medianas
empresas porque al final esas pequeñas y medianas empresas terminan
siendo el sostén económico del país”.

“Si gobierno no logra hacer todo lo humanamente posible, junto con el


sector privado, para rescatar el verdadero valor del trabajo en este país,
vamos a seguir teniendo una pérdida de eficiencia y un progresivo
empobrecimiento de todos los venezolanos”, agrega, en esta misma
línea, el presidente de Fedecámaras, Francisco Martínez.
Las plantas de Cervecería Polar están paralizadas desde el 29 de abril por falta de materia prima

Cerca de 500 mil empresas menos

El Instituto Nacional de Estadística reporta en sus estadísticas del año


pasado que entre diciembre de 2014 y diciembre de 2015 el sector
privado perdió 510.588 trabajadores, más 350.565 obreros y
empleados.

Para Francisco Martínez, presidente de Fedecámaras, más que analizar


la magnitud de la cifra oficial por alta o baja, lo lamentable es que se
estén perdiendo trabajadores y puestos de trabajo en el sector privado,
pues sostiene que la mayoría se debe al cierre de empresas.

70.000

En 2015 fueron creados 70.000 nuevos empleos en


el sector público mientras que 383.303 personas dejaron de
estar activas económicamente para dedicarse solamente a
quehaceres del hogar, indica el INE
Recuerda que en los últimos 15 años se han perdido entre 1.400 y 1.500
industrias al ser confiscadas, expropiadas o cerradas mediante de
decretos y acciones del gobierno nacional. A eso se suma que a
mediados de 2004 existían en el país cerca de 850.000 empresas y
actualmente, según datos promedio que maneja Fedecámaras, existen
entre 300.000 y 350.000 empresas.

“Hoy nos estamos enfrentando a cierres técnicos de grandes


corporaciones que están amenazadas y el caso mas emblemático que
tenemos es el de Cervecería Polar. El grupo Polar representa
aproximadamente el 4% del producto interno bruto del país,
representa la generación de unos 30.000 empleos directos y en empleos
indirectos que llega a 300 mil personas o familias que dependen de eso.

De ser cierta la existencia de una discriminación en la entrega de divisas


a este grupo, sería un hecho muy irresponsable de parte del Gobierno,
dice Martínez, porque más que afectar al empresario se afectan todos los
trabajadores, sus familias, y todos los venezolanos
que verán desaparecer más productos de los anaqueles.

Por otra parte, Martínez no duda que la crisis que se refleja en las
empresas esté llevando a su personal a renunciar para dedicarse a la
economía informal o bachaqueo, o a buscar en ese sector un segundo
ingreso, pues en el sector formal “es imposible que puedas tener una
posibilidad exponencial de aumentos salariales porque las empresas no
dan con la rentabilidad, no puedes”.

“Meter a esa gente en esa cintura va a ser muy


complicado”
“Todos los venezolanos estamos en proceso de deterioro crónico de
nuestra capacidad de compra y nuestra estabilidad económica. Si no
tienes dos o tres trabajos no vas a vivir”, agrega Martínez, quien
además recuerda que el país está sufriendo de economía inflacionaria en
la cual se tienen nueve trimestres consecutivos (más de dos años)
registrando la inflación mas alta de Latinoamérica y una de las más altas
del mundo.

Las causas por las cuales las empresas no puedan ofrecer sueldos altos
que medianamente ayuden al trabajador a enfrentar la situación
responden a una relación de costos-beneficios, porque se tiene un
sistema de pago de salario y de construcción de beneficios salariales que
es completamente inadecuado, que resulta en cargas financieras de
cara al futuro por el régimen de prestaciones sociales, detalla el
presidente de Fedecámaras.

Además sostiene que al no existir un sistema que permita resguardar las


prestaciones el empresario adquiere la “la gran responsabilidad de ser el
gran cuidador de las prestaciones sociales y colocarlas en un sistema
financiero para que a futuro no se lo coma la inflación”, afectando la
rentabilidad de la empresa dependiendo de la antigüedad de sus
trabajadores e impactando a futuro.

Sector comercial pierde fuerza

German Mora, vocero del sector de mercados de la Asociación de


Trabajadores Emprendedores y Microempresarios, asegura que las
actividades comerciales tradicionales se han visto afectadas por el
aumento de la informalidad. «Estamos casi todos quebrados y si no hay
productos que ofrecer no podemos pagarle a mucha gente por lo que
debemos prescindir de los empleados y ayudantes”.

Para los trabajadores autónomos, sin ingreso salarial fijo, mantenerse


trabajando es cada vez más difícil, pues los ingresos ya no representan el
mismo beneficio. “Muchas veces ya no se sabe para qué se va a
trabajar, ya los negocios no dan, las ventas caen, entonces hay que
buscar el sustento en otras cosas que se puedan hacer, algunos trabajan
de albañilería o ayudantes para poder sustentarse, porque en la venta de
productos regulados no hay margen de ganancia”, explica Mora.

Para el tercer trimestre de 2015 el INE refelejaba que los sectores más
deprimidos hasta esa fecha fueron las actividades agrícolas, pecuarias
y caza con una reducción de 245.000 empleos, y el sector comercio,
restaurantes y hoteles con 239.000 trabajadores menos.

Alí Poveda también asegura que el tejido empresarial del país se ha visto
disminuido en las empresas intermedias, con una especial caída del
comercio, que es un sector altamente empleador en Venezuela en un
70%. “Y seguramente los trabajadores que allí permanecen no pasan de
salario mínimo”.
El incremento de la dependencia de la industria petrolera a lo que se suman las limitaciones a la libertad
empresarial y autonomía sindical, el desestímulo a la inversión, la inseguridad jurídica y un desequilibrio en
términos del intercambio comercial, enmarcan las relaciones de trabajo y de empleo de la Venezuela de hoy.
El conjunto de estrategias, planes y políticas impulsadas desde el Gobierno a partir del año 1999 no han
generado los resultados esperados.

El sistema laboral venezolano está altamente intervenido por el Estado. Tanto los trabajadores como los
empresarios y sus representantes han perdido terreno, su legitimidad, prestigio y participación en la toma de
decisiones se ha visto mermada por un proceso degenerativo de larga data y agudizado por una postura
gubernamental que insiste en debilitarlo especialmente impulsando artificialmente una estrategia de
conformación de organizaciones paralelas de corte oficialista y de carácter vertical que pretenden llenar el
vacío dejado por un modelo corporativista raquítico y agotado.

Los nexos de subordinación entre el Gobierno y sus agencias y los representantes de los trabajadores
persisten, por otra parte el sector privado se ha visto constantemente presionado por un marco normativo que
le impone reajustes o reacomodos en muchos casos imposibles o insostenibles, dejándole poco margen de
acción y reacción. No cabe duda de que el deterioro de las relaciones Gobierno-empresarios-trabajadores y
de las instituciones que se han creado o relanzado en los últimos años tendrá un fuerte efecto negativo en el
crecimiento económico de largo plazo.

El desequilibrio del poder entre los actores fundamentales del sistema de relaciones de trabajo, no es
beneficioso. Esa correlación de poderes entre dos actores débiles con instituciones tambaleantes frente a un
Gobierno fuerte con instituciones que tienden a favorecerlo y con un marco normativo producto de su
interpretación particular sobre el “deber ser social” no favorecen un proceso de diálogo social y un equilibrio
que permita enriquecer las discusiones y orientar el país al desarrollo.

La definición de un “modelo de país” traducido en una forma de Estado ejercido por un Gobierno e
instituciones que contribuyan al equilibrio de fuerzas en la sociedad mediante actividades de mediación,
administración de justicia o regulación, es una tarea pendiente que no puede ser resuelta por un sector de la
sociedad, hace falta un acuerdo nacional que reconozca la importancia de las instituciones vinculadas a los
actores del sistema de relaciones de trabajo y de su fortalecimiento.

La coyuntura exige ser creativos en la concepción de un proceso de diálogo legítimo que permita tender
puentes entre los distintos actores y sectores sociales. Los retos que plantea el contexto y la propia dinámica
del sistema de relaciones de trabajo, se hacen mayores dada las características y la situación de crisis que
enfrentan los actores y sus organizaciones. El desarrollo de la institucionalidad para enfrentar los problemas
que afectan el mundo de las relaciones de trabajo pasa por el fortalecimiento del diálogo social como aspecto
clave.

La alta conflictividad socio-laboral ilustra la magnitud del problema, su crecimiento ha sido impresionante,
“No
estos niveles representan sólo un síntoma del desequilibrio que caracteriza a las relaciones de trabajo:
es una cosa fácil, pero con buena voluntad, con el esfuerzo se logran
resultados positivos”, añadió.

Por otro lado, también dijo que preocupa la migración de millones


de venezolanos porque “impacta la situación laboral” en los países
de destino, y la pretensión es buscar que ello “no deteriore
las condiciones laborales” de los nacionales de los países de
acogida.

Dijo que ese movimiento migratorio coincide con las


transformaciones en las formas de contratación en el mundo, y la
idea es que este fenómeno no desconozca que el trabajo “no es una
mercancía”, es una cuestión que va acompañada “con garantías
sociales” por lo que “hay que ser muy prudentes”.

La agudización de la crisis económica, violación a las conquistas laborales,


desconocimiento de los contratos colectivos, pérdida del poder adquisitivo del
salario, persecuciones, despidos, desmantelamiento del sector productivo y
criminalización de las protestas fueron las principales causas de conflictividad
laboral.

Esta situación no se escapó de la falta de políticas gubernamentales orientadas a


satisfacer las necesidades de los trabajadores, ausencia de diálogo entre los
actores laborales, amenazas y toma de decisiones unilaterales por parte del
Ejecutivo, como es el caso del salario mínimo.

La situación laboral que enfrentaron los trabajadores, y que siguen padeciendo,


ha llevado a este grupo a los peores niveles de vivencia de la región, con salarios
y condiciones de trabajo precarias. Los seis aumentos del salario mínimo
registrados el año pasado avivaron la espiral hiperinflacionaria.

En 2018 la escalada de precios cerró 1.698.488,2%, de acuerdo al índice que


suministra la Asamblea
Nacional a falta de la transparencia del Banco Central de Venezuela.

Las estimaciones de este año es que la inflación llegue a 10.000.000%, de


continuar la política
económica a cargo de la administración de Nicolás Maduro.

En los dos primeros meses de 2019 siguen sin tomarse los correctivos adecuados
para proteger el salario del trabajador, desacelerar la inflación, estimular el
aparato productivo y animar las inversiones locales y extranjeras, con miras a
garantizar el crecimiento sostenido de la economía, la generación de plazas de
trabajo de calidad e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

Es por ello que con la siguiente investigación el Observatorio Venezolano de


Conflictividad Social (OVCS) pretende hacer una revisión de lo que está
ocurriendo en el ámbito de los trabajadores y conocer su impacto a través de la
voz de sus protagonistas.

Esta investigación con enfoque en derechos humanos, forma parte de la serie


Venezuela: Conflictividad en la Emergencia Humanitaria Compleja. El
Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) hace una revisión de
lo que está ocurriendo en el ámbito de los trabajadores a través de la voz de sus
protagonistas, proponiendo acciones y soluciones a la crisis que atraviesa este
importante sector productivo del país.

Información completa: Situación de la Conflictividad Laboral en Venezuela 2018

Las condiciones laborales en los últimos años en Venezuela, corren por


una pendiente perversa de hiperinflación que ha llevado al poder
adquisitivo a un abismo, en el cual han quedado pulverizadas las
conquistas sociales alcanzadas principalmente entre 1999 y 2012 con el
aporte de algunas reformas laborales que apuntaban a consolidar logros
históricos muy significativos en el mundo del trabajo. Esto se ha ido
flexibilizando, para llegar hoy en día a un quiebre que atenta contra la
propia existencia de estos avances. En este contexto es que queremos
acercarnos en una mirada crítica al fenómeno complejo de las condiciones
laborales de las últimas décadas.

Cierto es que la contradicción Capital- Trabajo privilegia la lucha de


clases y posiciona los escenarios de permanentes conflictos en todos los
sectores de la sociedad, principalmente en los aspectos del
funcionamiento de la economía dependiendo de las fuerzas que logren
movilizarse para lograr obtener mejores condiciones de trabajo queden
que sean plasmadas en normas legales que regularicen los acuerdos que
generen mayor bienestar. De hecho los sectores patronales, tanto privados
como públicos u oficiales, están en constante pugna por lograr desarrollar
sus actividades buscando convenios colectivos de la manera más
armónica, pero es sabido que casi siempre terminan en una fuerte lucha
de posiciones e intereses, donde prevalece el que logra acumular la mayor
disposición de fuerzas en movimientos.

Esa contradicción expresa la esencia del fenómeno social que genera la


explotación de la fuerza del trabajo como estructura interna de un
proceso que trata de ocultar las relaciones de dominación económicas que
se manifiestan en las luchas de clases, como pugnas constantes de factores
opuestos que están en permanente movimiento. Es importante señalar,
que en las dos últimas décadas de comienzo de siglo XXI en Venezuela, el
proceso de la revolución Bolivariana impulsó de manera significativa un
conjunto de leyes que apuntaron a mejorar las condiciones laborales y en
este sentido se pueden señalar, que el proceso constituyente donde se
incorporó una participación protagónica del pueblo, logra un nuevo
Contrato Social configurado en la nueva Constitución de la Republica
Bolivariana de Venezuela(1) (CRBV) que prefiguró un avance en la
recomposición del proceso social del trabajo, tratando de acabar con la
informalidad al establecer nuevos mecanismos de protección laboral, que
estaba teñido por un alto nivel de inseguridad social, exclusión y
precariedad, como norma prevaleciente de los llamados gobiernos de la
"Cuarta Republica", que tenían una clara dirección flexibilizadora de las
condiciones laborales y entreguista en el marco de una política económica
inminentemente neoliberal.

El presidente Hugo Chávez se hizo eco de las exigencias históricas de los


trabajadores y ejecutó una serie de reformas para el fortalecimiento del
Estado y del Gobierno en la búsqueda de mejorar las condiciones sociales
de la población y específicamente en el impulso del cambio de leyes
fundamentales, que configuran una intencionalidad de justicia social en la
construcción de un nuevo marco jurídico, tales son los casos de la
aprobación vía constituyente de la CRBV, como inicio del cumplimiento
de su oferta electoral, como también materializó una nueva Ley Orgánica
del Trabajo, las trabajadoras y los trabajadores(2) (LOTTT) y la reforma
de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de
Trabajo(3) (LOPCYMAT) fundamentalmente.

Esa intencionalidad pasa por varios momentos de un proceso continuo,


comenzando por un diagnostico y evaluación de la realidad e
interpretación de los conflictos, estudiando sus estadísticas, para pasar al
debate y diseño de un nuevo instrumento legal, que de alguna manera se
abordó en lo que se llamó el Proyecto Nacional Simón Bolívar.

Los años posteriores permitieron a Chávez continuar con su proyecto de


reforma institucional que tuvo como resultado, entre otras cosas, que se
plasmara una nueva concepción constitucional del trabajo, entendiéndolo
como el proceso social para satisfacer las necesidades del pueblo,
mediante la justa distribución de la riqueza, tal como quedo plasmado en
el articulo N° 2 del texto constitucional, que dice: "Venezuela se
constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia…"
(5). Lo cual cambia la direccionalidad de las funciones del Estado en
correspondencia con una nueva manera de ver la sociedad.

Esto visto en su conjunto, es un avance del pensamiento jurídico laboral,


que rompe con el enfoque individual del trabajo, para colocarlo en una
dimensión de que el trabajo es un proceso social y hay que mirarlo en su
totalidad. Como lo señala Juan Garay en el prologo de su obra comentada
sobre la nueva LOTTT; "La Ley del Trabajo del 2012 es la más social y
avanzada de las promulgadas no solo en Venezuela, sino en muchos
países."(6).

La realidad jurídica conquistada en la primera etapa del proceso fue


rápidamente asimilada por la realidad de la lucha de clases: en la medida
que abundaba la renta los salarios eran muy altos y las reformas y leyes
parecían suficientes. Se desdibuja en la práctica y en lo concreto, ya que
no hay forma de conseguir los bienes y servicios indispensables para
materializar la sustentabilidad de la satisfacción familiar y del conjunto
de la sociedad, teniendo como ejemplo emblemático la suspensión de
hecho de la CRBV que ha sido reemplazada por una Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) cuya existencia es la punta de un iceberg de la
instrumentación de un nuevo rumbo político y económico donde el
trabajo viene siendo aplastado por su antagonista dialectico (capital-
burocracia) en sus distintas versiones y distintas retoricas.

La descomposición del salario debido al impacto de la hiperinflación


generada por las políticas económicas del gobierno de Nicolás Maduro, el
Gran defalco Nacional de más de 500 mil millones de dólares desde el
año 1999 hasta el años 2014, según investigaciones de Marea Socialista, lo
cual habla de una política estructural que consiste en privilegiar el pago
de la deuda externa, la corrupción extendida como un cáncer avanzado
en la mayor parte de las instituciones públicas y la débil respuesta y a
destiempo del desangre de las grandes corporaciones del Estado, la
ineficacia en el control de los procesos productivos, aunados al
burocratismo inoperante del gobierno que traba todo el funcionamiento
institucional, la obstrucción del registro y el paralelismo sindical , la
negación de las firmas de convenciones laborales vencidas, el
funcionamiento caprichoso de las Inspectoras del Trabajo, el
congelamiento de las normas técnicas del INPSASEL(7), la bonificación
del trabajo como elemento fundamental de esta última etapa, estructuran
un panorama maquiavélico que genera un abandono y fuga de las fuerzas
laborales, en proporciones nunca visto en la historia reciente del país(8).

La implementación de Zonas Económicas Especiales donde no se aplican


las normas constitucionales, dándoles el privilegio a empresas
transnacionales que depredan el medio ambiente como es en la práctica el
negocio del Arco Minero del Orinoco (AMO), han consolidado un
panorama muy complejo a nivel laboral, que potencializa la avasallante
emigración en todos los sectores de las clases sociales del país. Dejando
estructuras de alto desempeño sin el personal calificado para su
desarrollo, puesto que la bonificación salarial y la igualación de la
plantilla a costo de salario mínimo, que no alcanza para la compra de un
tercio de la canasta alimentaria, presentan una situación favorable a la
"Estampida Laboral" y para la configuración de una importante
problemática, que nos lleva a plantearnos algunas interrogantes; ¿Se
estará convirtiendo el mundo laboral venezolano, en una gran "Maquila"?
¿Estará en el diseño de las políticas públicas, la intencionalidad es profesa
de flexibilizar las relaciones laborales, para desmontar las conquistas
alcanzadas por los trabajadores? ¿Qué nos indica la fuerte conflictividad
laboral en sectores estratégicos del país? ¿Cómo se enmarca el Plan de la
Patria en el ámbito del trabajo? Estas, entre otras preguntas, nos plantean
la construcción de una agenda para el debate de nuestra realidad, desde
los movimientos sociales.

Entendiendo que ciertamente hay factores externos que siempre han


ejercido una presión desestabilizadora y conspirativa contra todo lo
nuevo que se levantó a principios del presente siglo y que daban nueva
forma a Venezuela como nación: los planes imperiales en conjunción con
factores internos de la burguesía y de los partidos tradicionales continúan
apostando al desmontaje definitivo del actual marco jurídico laboral, pero
el letargo en su aplicación contribuye a generar o favorecer la
conflictividad social, que atenta contra la independencia y sostenimiento
de la soberanía nacional, porque neutraliza o aleja a las fuerzas llamadas
a defender el orden constitucional que debería privilegiar sus intereses.

Estas reflexiones son el comienzo de una discusión sobre la acelerada


precarización laboral, que nos permita acercarnos a una realidad muy
contradictoria, llena de variados obstáculos y que tiene múltiples
miradas, pero que debe ser abordada desde un enfoque crítico.

Referencias:

1.- https://www.oas.org/juridico/mla/sp/ven/sp_ven-int-
const.htmlCONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA. PREÁMBULO. El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus
poderes creadores …

2.-https://oig.cepal.org/sites/default/files/2012_leyorgtrabajo_ven.pdf30
Abr 2012 ... La Ley Orgánica del Trabajo surgió como consecuencia de las
importantes contradicciones surgidas con la instauración del modelo
neoliberal .

3.-Articulo publicado en Aporrea: Reflexiones sobre la LOPCYMAT

No se puede pasar por desapercibida la realidad del mercado laboral o del


trabajo en Venezuela, que afronta un escenario de incertidumbre, de riesgo,
producto de su inestabilidad política que ha repercutido seriamente en el sector
empresarial productivo, como en la mala utilización de la fuerza laboral, dando paso
a altos índices de desempleo.

Hay constantes enfrentamientos obrero-patronales que se traducen en una


pérdida para la nación, obstruyendo el ritmo de su crecimiento, concluyendo por
afirmar que la solidaridad de los grupos debiera supeditarse a la Solidaridad superior
enmarcada dentro del contexto del desarrollo nacional y la elevación del nivel de
vida de sus habitantes.

Antecedentes
Con respecto a la realidad venezolana, agendah0.blogspot.com proporciona el
siguiente antecedente: En Venezuela, el Mercado Laboral, fue dado por la
reinserción del país en el sistema de relaciones económicas internacionales,
provocada a su vez, por la explotación y exportación de los hidrocarburos en la
década de los años 20. Esta actividad económica disminuye de forma gradual e
irreversible la producción tradicional del trabajo campesino y artesanal del
venezolano, y opera como agente catalizador del desarrollo capitalista.

Antes de esa época, a finales de la Guerra de Independencia, Venezuela era una


sociedad agrícola-pastoril, en la cual el trabajo y la casa eran la misma cosa para la
gran mayoría de personas. A medida que el sistema capitalista se extendía, los
individuos abandonaban el hogar por un salario en las industrias y establecimientos
mercantiles, lo que originó entonces la histórica clase trabajadora asalariada, con el
éxodo de campesinos a las ciudades. (Valecillos, 1990).

Durante la década de los 80, la economía venezolana sufrió dos choques con la
caída de los precios petroleros en 1982 y 1986, que afectaron la capacidad de
crecimiento. En consecuencia, el Gobierno tomó, entre otras medidas, el control de
precios cuyo efecto práctico fue congelar la asignación de recursos entre las
distintas actividades, lo cual aceleró la inflación y redujo el ritmo del crecimiento
produciendo un impacto desfavorable en el mercado laboral.

Consideraciones básicas

agendah2.blogspot.com, comenta, que en Venezuela el mercado laboral ha sido


poco estudiado, dado a que otros temas económicos (inflación, tipo de cambio y
otros), han ocupado las primeras páginas de las revistas, libros y otros documentos.
Sin embargo, en la última década, las cifras de desempleo han alcanzado las cifras
más altas que históricamente se hubieran conocido. Esto ha generado gran
malestar en la población venezolana y, a su vez, altos costos sociales a largo plazo,
razón por la cual merece especial atención por parte de quienes están encargados
de dirigir los destinos económicos del país. Como un espacio a la reflexión en torno
a la problemática existente en el mercado laboral, en el presente trabajo se pretende
analizar los principales componentes del mercado laboral, con el fin de explicar y
resumir algunas alternativas viables en torno a los desequilibrios evidenciados en
dicho mercado.

En Venezuela, los problemas de la economía laboral no han sido ampliamente


abordados; se le ha dado mayor relevancia a la política monetaria y fiscal, partiendo
de la premisa de que, a través de la estabilización microeconomía y el crecimiento
económico sostenido, se mejoraría la situación laboral del venezolano y se reduciría
considerablemente el desempleo. Pero los elevados niveles de desempleo como un
fenómeno relativamente nuevo, ha llamado la atención de la sociedad venezolana,
pues pese a que un número apreciable de economías latinoamericanas incluyendo
Venezuela han registrado incrementos en la tasa de producción, el nivel de vida de
sus habitantes no ha mejorado.

Características del mercado laboral venezolano

La fuente mencionada señala:

 Transición demográfica “potencialmente” genera una alta oferta laboral. Es decir,


que el número de personas que ingresan al mercado laboral (personas con más de
15 años), es mucho más elevado que el número de personas que se retiran
(personas mayores de 65 años).
 Alta informatización del empleo.
 Creciente desempleo estructural.
 El costo económico de la legislación laboral genera efectos adversos para la
generación de empleo. Es decir, la Legislación Laboral actual favorece el empleo,
pero promueve indirectamente la informalidad y el desempleo.
 La Ley del Trabajo otorga muy poco espacio para modalidades de contratación a
tiempo determinado. Igualmente, está cerrando alternativas no solo laborales sino
también industriales.

Oferta de trabajo en Venezuela

Sobre ello, indica la fuente mencionada Wikipedia, que es la solicitud de


trabajadores y trabajadoras realizada por el empresariado (público o privado) en las
oficinas de empleo o agencias privadas de colocación para cubrir un puesto de
trabajo.

En Venezuela, la oferta de trabajo es la totalidad de tiempo que las personas están


dispuestas a invertir en un empleo remunerado y, según el Instituto Nacional de
Estadística (INE), está constituida por todas las personas mayores de 15 años con
disposición y disponibilidad para trabajar en el período de referencia; también se le
denomina población activa.

Existe otro grupo denominado población inactiva, constituido por personas de 15


años que no trabajan, tampoco buscan empleo y hacen parte de las siguientes
categorías en el período de referencia: estudiantes, quehaceres del hogar, rentistas,
pensionados, jubilados, incapacitados para trabajar, trabajadores familiares no
remunerados con menos de 15 horas trabajadas. El INE venezolano denomina a
ambos grupos todas las personas mayores de 15 años como fuerza de trabajo (INE,
2005).

Realidad

Comenta delm50, que en Venezuela desde hace varios años, más de 50% de la
población, trabaja informalmente. Se trata de un país rico en recursos naturales,
donde sus malos gobiernos han construido tan absurdos obstáculos al trabajo, que
un altísimo porcentaje de la ciudadanía no tiene más recurso que vivir y trabajar al
margen de la ley.

La crisis económica del país sigue como si nada y las modalidades de la


supervivencia se consolidan, como posibilidades de estrategia de la vida real para
no quedarse en el camino. El sector informal de la economía aumenta gradualmente
llegando casi al 60% de la población y está generando una situación anárquica, sin
control, de grandes proporciones en las principales ciudades del país. Frente al
desempleo, el aumento de los precios de los alimentos y la escasez de vivienda,
dispara esa actividad especialmente en las calles del centro de la ciudad donde hay
vendedores de todo tipo.

Aunque el sector informal funciona fuera del marco legal formal y de las instituciones
económicas, es una parte integral de las economías del Caribe, debido a su
absorción de grandes números de desempleados y a los bienes y servicios que
proporciona. En los últimos años, ha habido un creciente esfuerzo por parte de los
gobiernos de los países del Caribe por fortalecer sus economías y estimular el
crecimiento y desarrollo económico, a la luz de las recientes tendencias hacia la
globalización y la competencia en el mercado internacional. Además, ciertos
acontecimientos que tienen o tendrán un impacto significativo sobre la región del
Caribe, tales como: el movimiento hacia una economía de único mercado, el fin del
Régimen Bananero (particularmente en los países del Caribe Oriental), y los
avances hacia el Área de Libre Comercio de las Américas (ALGA), tienen el
potencial de ser transformados en oportunidades para la región si se aprovechan
de manera adecuada.

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