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MAYORES DE 20 – FILOSOFÍA

TEMA 10: KANT

1. Objetivos didácticos de la unidad.

2. Contexto histórico.

3. Introducción a su filosofía.

4. Crítica de la Razón Pura. Uso teórico de la


razón.

5. Superación del racionalismo y del


empirismo.

6. La justificación de la ciencia: los juicios.

7. El proceso del conocimiento.

8. Crítica de la Razón Práctica.

9. Textos

1. OBJETIVOS DIDÁCTICOS DE LA UNIDAD

Al finalizar la unidad, los alumnos han de ser capaces de:

- Comprender los principios fundamentales del pensamiento kantiano.


- Relacionar el pensamiento de Kant con su contexto sociocultural y filosófico (la Ilustración).
- Comprender la trascendencia de Kant para la historia.
- Valorar la actualidad del pensamiento de Kant y comparar su pensamiento con el de autores
contemporáneos.

2. CONTEXTO HISTÓRICO

Resulta muy fácil para cualquier profesor de filosofía resumir la vida de Immanuel Kant en unas pocas
líneas; podría simplemente decir que el buen Kant no tuvo vida. Inútil escudriñar su biografía: ninguna tan
aburridamente metódica y falta de grandes episodios como la suya. Nació un 22 de abril de 1724 en
Königsberg, ciudad de Prusia oriental que a comienzos del siglo XVIII experimentó cierto auge económico
debido al comercio, con un mercado importante y un puerto frecuentado por mercantes ingleses y
holandeses. Era el cuarto de once hermanos, de los cuales sólo cinco llegaron a una edad avanzada. Su
padre, Johann Georg Kant, era guarnicionero o talabartero, un artesano que se dedicaba a hacer sillas
de caballo, albardas y demás correajes propios de guarniciones. Su madre, Anna Regina Reuter, fue la
primera en apostar por la educación de su hijo Immanuel (“Jamás olvidaré a mi madre, pues ella fue la
primera en sembrar y alimentar en mí la semilla del bien; ella abrió mi corazón a las impresiones de la
naturaleza; ella despertó y ensanchó mis ideas“).

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A. Schultz (importante personaje del pietismo) se encargase de su educación, pasando de una escuela
de los arrabales al CollegiumFridericianum. De los nueve años pasados en este colegio, como siempre,
nada digno de ser destacado. Únicamente señalar su admiración tanto por el latín como por su profesor,
lo que llevó a Kant, junto a un par de amigos, a la latinización de su nombre (Kantius) y a la posibilidad
de recitar en latín, muchos años después, largos párrafos de autores clásicos. Kant se expresaba en un
latín impecable y elegante (aunque sus obras importantes están escritas en alemán, Kant publicó algunos
textos en latín). Muchos años después también recordaba la coacción religiosa de sus educadores: el día
comenzaba con una larga oración; cada clase se iniciaba y acababa con una plegaria y se llamaba a los
alumnos a conversiones, instrucciones y conferencias religiosas. Esto originó en Kant una auténtica
aversión a la oración en todas sus formas; por lo mismo, tampoco frecuentaba la iglesia los domingos.

A los 16 años ingresó en la Universidad de Königsberg tras la realización de un examen de admisión del
que no se libró a pesar de sus excelentes notas de bachillerato, ya que sólo se eximía de dicho examen
a los hijos de los ricos que renunciaban a las becas universitarias. El pobre Kant no estaba en esa
circunstancia; habiendo abandonado la casa familiar (su madre había muerto hace tres años) vive en un
cuchitril con su amigo Wlömer, ganándose la subsistencia con clases particulares. De su paso por la
Universidad, como siempre, nada que destacar. Entró en contacto con el mundo de la ciencia de la mano
de Martin Knutzen que le inicia en la física de Newton y que le permite el acceso sin restricciones a su
biblioteca.

En 1746 muere su padre y desaparece la escasa ayuda económica que éste le daba. Si la situación
económica de Kant era ya antes mala, de tal modo que sólo tenía una chaqueta y en el caso de que
sufriera algún desperfecto tenía que quedarse en casa hasta que el sastre se la remendaba, ahora no le
queda más remedio que sobrevivir como preceptor. Como profesor particular trabajó desde 1746 hasta
1755 con tres familias diferentes, todas ellas en las cercanías de Königsberg. Muy crítico consigo mismo,
Kant dijo que seguramente no había existido otro preceptor tan malo con mejores principios. En 1755
inicia sus oposiciones en Königsberg, con intención de obtener la cátedra de Lógica y Metafísica, que no
conseguirá por avatares diversos hasta 1770, ya con 46 años. Este año es importante no sólo porque
consigue su ansiada y merecida cátedra sino también porque publica la Disertatio, iniciándose el llamado
periodo crítico. Durante 10 años guardará silencio y se dedicará al esfuerzo intenso y agotador que
desembocará en la Crítica de la razón pura. El paciente Kant había recibido su primer sueldo oficial a los
42 años como humilde segundo bibliotecario. A pesar de todo, consiguió su independencia económica,
gracias a su orden y parsimonia, lo que despertó en Kant un sentimiento de libertad e integridad base de
su pausada felicidad. Parece increíble que, con tan pocos ingresos, acumulase, a lo largo de su vida, una
considerable cantidad de dinero. Claro que Kant no tenía grandes gastos; su casa disponía estrictamente
de lo necesario y en las paredes colgaba sólo un retrato de Jean-Jaques Rousseau, el único filósofo que
alteró su orden de vida. Para no faltar a la verdad, he de decir que también tenía un espejo.

Su vida no cambió con el nombramiento como catedrático. Un día en la vida de Kant (o lo que es lo mismo,
todos los días de la vida de Kant) se desarrollaba con el mismo orden y método tiránico si no fuera porque
se había sometido a él voluntariamente: se levantaba a las cinco en punto de la mañana. Inmediatamente
comenzaba a preparar sus clases que daba puntualmente cuatro veces por semana de 7 a 9 y dos veces
de 8 a 10, junto con una clase de repaso los sábados. Después trabajaba ininterrumpidamente hasta la
una. La hora de comer era el rato de distensión en el día. Kant aprovechaba para charlar con sus invitados
(siempre más de tres y menos de nueve) en una apacible y tranquila tertulia en la que se discutían las
noticias y novedades de carácter político, económico o científico que llegaban a Königsberg. Durante la
Revolución Francesa el interés se centró en los acontecimientos que venían de Francia. Kant,
especialmente interesado, esperaba con tal ansiedad la llegada del periódico que solía enviar a su criado
en su búsqueda. Simpatizó con los ideales franceses y también con los americanos frente a los ingleses.

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Estando defendiendo un día en plena calle a los americanos y su causa, del grupo salió un inglés que le
exigió una satisfacción en duelo a sangre. Kant, con tono tranquilo, expuso sus principios políticos y el
inglés, no pudiendo resistir su lógica, pidió perdón y le tendió la mano. Se inició una de las amistades más
prolongadas y sinceras en la vida de Kant. Se preocupaba vivamente por sus amigos, y le provocaba
auténtico nerviosismo que éstos enfermaran, enviando a su cridado a casa del enfermo varias veces al
día. Sin embargo, sólo visitó a un enfermo, su amigo Trummer, compañero del Collegium. También fue a
él al único que Kant tuteó en su vida. No le gustaba el tuteo y se disculpaba por no ser capaz de cambiar
esa costumbre. Conversador fascinante y atractivo, pasaba y hacía pasar un agradable rato de tertulia a
sus amigos y, su carácter apacible y tranquilo, sólo se irritaba si a alguien se le ocurría introducir en la
conversación temas filosóficos o escritos de Kant. Cada cosa tenía su momento, y este era el reservado
a la distracción, no al trabajo. Terminada la tertulia, Kant se retiraba a leer y meditar, pero nunca por un
tiempo que le obligase a retrasar, ni por unos minutos, la hora del paseo, señalada para las siete. Tal era
la puntualidad del paseo que, según se cuenta, algunos ciudadanos de Königsberg aprovechaban el
momento en que Kant pasaba frente a su casa para ajustar los relojes de sus casas. Sólo una vez faltó
Kant al sagrado deber de ayudar a poner en hora los relojes a sus vecinos: se entusiasmó tanto con la
lectura del Emilio de Rousseau que no pudo interrumpirla hasta terminarla. Al regresar de su paseo solía
enfrascarse en la lectura, pero nada impedía que a las diez en punto estuviese acostado, para disponer
de las siete horas preceptivas de sueño que se había impuesto. Se había fijado ese tiempo de descanso
y la observaba con tanta rigidez que nada quebrantaba aquella regla. Además de éstas, fueron muchas
otras las reglas higiénicas y saludables, cumplidas a rajatabla, que Kant se autoimpuso. (Por ejemplo,
estando en casa ponía el pañuelo a cierta distancia para obligarse a moverse para cogerlo). La razón
última de este comportamiento, aparentemente maniático y carente de significado, reside en la debilidad
orgánica que Kant tenía. Medía apenas 157 centímetros y su osamenta no era precisamente fuerte ni su
musculatura muy desarrollada. Tenía el pecho hundido, lo que le provocaba cierta insuficiencia
respiratoria y opresión cardiaca. Consciente de los achaques vinculados a su cuerpo naturalmente
enclenque, Kant supo vencerlos con su titánica fuerza de voluntad, poniendo todos los medios a su
alcance para que no determinasen su vida. Puso todos los medios a su alcance para superar mediante la
voluntad lo que la naturaleza le había adjudicado. Gracias a ese conjunto de reglas fielmente observadas,
Kant jamás estuvo enfermo. A pesar de lo esmirriado de su cuerpo, su rostro estaba bien formado y
resultaba tan agradable que podríamos decir que era guapo. Su pelo era rubio; sus ojos, azules. Igual
que Nietzsche decía que la expresión de su espíritu estaba en sus manos, el de Kant residía en sus ojos:
“El ojo de Kant parecía hecho de éter celeste, del que brillaba un rayo de fuego algo amortiguado por una
leve nubecilla. Es imposible describir la mirada hechicera y mis sentimientos cuando Kant, sentado frente
a mí y con la mirada baja, la levantaba bruscamente y la fijaba en mí. Parecíame entonces como si a
través de aquel etéreo fuego azul estuviese viendo el interior del santuario de Minerva”.

Nadie piense que el conjunto de reglas al que se sometió Kant, lo convirtió en un hombre solitario y
aislado, parapetado detrás de sus libros. El rasgo más característico del carácter de Kant fue el trato
humano con amigos y conocidos. Su presencia social era siempre bien acogida, ya que su conversación
sencilla, ingeniosa y agradable le hacía uno de los contertulios más cotizados de Königsberg. Su buen
humor y sencillez lo convertían en el interlocutor competente, aunque se hablase de problemas de cocina.
Aunque no se lo crean, se le invitó a que escribiera un libro de arte culinario. Por cierto, le encantaban el
bacalao y el queso. Por su excelente trato con los demás, por su conversación siempre atractiva, por su
hermoso rostro y a pesar de su cuerpo enclenque, tuvo cierto éxito con las damas. Aunque permaneció
siempre célibe, parece que pensó en casarse en dos ocasiones, pero tardó tanto en decidirse que otros
pretendientes le tomaron la delantera.

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Enseñaba matemáticas, física, lógica y metafísica. Pero lo que más atraía a estudiantes y personas
ilustradas eran sus conferencias sobre antropología y geografía física. La prodigiosa memoria de Kant
(aunque nunca tuvo una biblioteca que merezca tal nombre, Kant leyó muchísimo y entre esas lecturas
estaban libros de viajes) junto con su magnífica imaginación hacía surgir ante sus oyentes, como un
cuadro, una realidad extraña de forma que nadie podía imaginar que no hubiese visitado las ciudades
que describía. Un inglés que escuchó a Kant describir el puente de Westmister creyó que Kant era un
arquitecto que había estado varios años viviendo en Londres. Les recuerdo que Kant no salió de las
inmediaciones de Königsberg en toda su vida.

Tras el conflicto con las autoridades de la censura prusiana, en 1794, cuando ya tenía terminada la
redacción de sus tres críticas, Kant fue retirándose paulatinamente de la enseñanza, hasta hacerlo
definitivo en 1797. Anciano ya, jubilado el profesor e inactivo el pensador, comienza el proceso de
debilitamiento generalizado que será considerablemente largo y trágico. Kant, que nunca había estado
enfermo, simplemente va perdiendo sus fuerzas, se va apagando. Pierde la vista del ojo izquierdo, pierde
el sentido del gusto no diferenciando lo dulce de lo salado. Pierde la memoria y no reconoce a sus amigos.
Pierde la capacidad de hablar y expresarse claramente, recurriendo a palabras sueltas sólo inteligibles
para los más allegados. Las últimas horas de Kant fueron las primeras del 12 de febrero de 1804. Su
pulso, cada vez más débil, se agotó definitivamente a las 11 de la mañana. Desaparició como vivió: sin
hacer ruido.

¿Cómo es posible que este hombrecito contrahecho de Königsberg, una ciudad provinciana de la
Alemania intelectual, haya elaborado el más impresionante sistema de pensamiento de la filosofía
alemana o acaso de la filosofía en general? ¿Cómo es posible semejante contraste entre la monótona
vida exterior y su pensamiento destructor? ¿Qué pensarían sus conciudadanos de Königsberg si hubieran
presentido el alcance de ese pensamiento revolucionario? Aquellas gentes sólo vieron en él a un
agradable y humilde profesor de filosofía al que, cuando paseaba a la hora prefijada, le saludaban
amistosamente y … ponían sus relojes en hora.

3. INTRODUCCIÓN A SU FILOSOFÍA

Kant es un autor decisivo en la historia de la filosofía. Su pensamiento ha tenido especial importancia en


el desarrollo de la ciencia, especialmente a finales del XIX y principios del XX. Su influencia está
relacionada con su concepción del conocimiento y, en función de ésta, de la forma de entender el mundo.

El problema central que Kant se plantea es el de nuestra capacidad para conocer, dicho de otra manera,
cuáles son los límites de nuestro conocimiento. Para él, este problema está ligado con la forma de
entender el conocimiento científico, expresado en la física de Newton. Algunos autores consideran que la
Crítica de la razón pura tiene como finalidad fundamentar filosóficamente la física de Newton,
estableciendo las condiciones teóricas en que se produce.

Las soluciones que Kant da a estas cuestiones no son separables de la influencia que recibe de los dos
movimientos filosóficos de la Filosofía Moderna: el racionalismo y empirismo. Kant se encuentra en la
confluencia de estas tres corrientes de pensamiento: racionalismo, empirismo y física de Newton.
Tampoco debemos olvidar que históricamente pertenece a la Ilustración.

Manteniendo el uso de la razón, propio de su época, como razón única, distingue un doble uso de la
misma, que da nombre a sus obras más conocidas: Crítica de la razón pura, en la que analiza el uso de

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la razón teórica y Crítica de la razón práctica, en la que analiza el uso de la razón en su función práctica,
como fundamento de la moral. Sin ninguna duda, estas son las preocupaciones fundamentales de Kant:
el conocimiento y la ética. Él mismo lo expresa: <<Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto,
siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el
cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí>>

Aunque estos son problemas centrales de la filosofía kantiana, su pensamiento no se agota en ellos.
Como ilustrado, siente una preocupación por la historia y las ideas de su tiempo. Su obra Crítica del Juicio
tuvo capital importancia para la estética posterior. Sin embargo, es un empeño inútil intentar abarcar todo
el pensamiento de Kant en este tema.

OBRA

El pensamiento de kant suele dividirse en dos etapas:

1ª Periodo precrítico. Término que se utiliza para designar el período del pensamiento kantiano anterior a
la publicación de la Crítica de la Razón Pura, obra con la que se abre el período conocido como filosofía
crítica. Se interesa por la ciencia y por la filosofía. Respecto a ésta considera que lo importante es
aprender a filosofar, no aprender filosofía. Para ello es necesario investigar, acercarse a la naturaleza
humana sin prejuicios ni dogmatismo, al igual que pretendía Hume, cuya lectura despierta a Kant de su
“sueño dogmático”. La obra más significativa y que pone fin a este periodo es la Disertatio.

En la Crítica de la razón pura analiza el uso teórico de la razón.

2ª Periodo crítico. En este periodo desarrolla su filosofía, llamada idealismo trascendental, filosofía crítica
o criticismo. Se inicia con la Crítica de la Razón Pura (1781), en la que analiza los límites del conocimiento
y la posibilidad de la metafísica como ciencia. Le sigue la Fundamentación de la Metafísica de las
Costumbres, en la que intenta encontrar un fundamento para la moral. Más tarde publica la Crítica de la
Razón Práctica(1987), en la que trata de fundamentar la moral siguiendo el esquema de trabajo de la
Crítica de la Razón Pura pero aplicado al uso práctico de la razón. También aparece una segunda edición
(B) de la Crítica de la Razón Pura. En 1890 publica la Crítica del Juicio, cuyo tema es el juicio estético.
De los escritos posteriores cabe destacar La Religión dentro de los límites de la mera razón, Metafísica
de las Costumbres y Antropología desde un punto de vista pragmático. A partir de estas obras los
problemas de salud no le permiten mantener el ritmo de trabajo llevado hasta entonces, pero su sistema
ya estaba elaborado y expuesto.

SENTIDO DE LA FILOSOFÍA PARA KANT

Él mismo lo resumió de alguna forma en las tres preguntas clásicas:

1ª. ¿Qué puedo conocer? Se trata del problema del conocimiento y los límites de éste. A esta pregunta
responde su Crítica de la Razón Pura.

2ª. ¿Qué debo hacer? Se trata del problema de la moral y establece los principios y condiciones para ella.
A esta pregunta responde su Crítica de la Razón Práctica.

3ª. ¿Qué me cabe esperar? Se trata del problema de la religión y de la historia. Responde con La Religión
dentro de los límites de la mera razón y Filosofía de la Historia.

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4ª. ¿Qué es el hombre? Esta última pregunta se añade como resumen a las tres anteriores, ya que el
sujeto de todas las cuestiones es el hombre, por lo que su investigación tiene un marcado carácter
antropológico.

4. CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. USO TEÓRICO DE LA RAZÓN.

No se trata sólo del título de una obra. Es el núcleo del pensamiento kantiano y el punto de partida de
toda su filosofía.

3.1. CRÍTICA, RAZÓN, PURA.

El uso de los términos crítica, razón y pura tienen un significado específico para Kant. Con ellos expresa
la tarea que se impone: el análisis del órgano del conocimiento, la razón misma; a la que va a someter a
crítica, en el sentido de establecer los límites de su capacidad, ya que muchas veces los errores se
comenten por extralimitarse, por rebasar los límites del conocimiento. Este estudio va a realizarse
examinando la razón pura, es decir, libre de cualquier dato extraño a ella, tal como es antes de cualquier
contenido empírico, todavía no contaminada por ningún aspecto proveniente de la sensación. Puro será
el conocimiento a priori que no tiene en absoluto mezcla de nada empírico, anterior lógicamente a
cualquier experiencia y, por ello, independiente de la experiencia.

De forma clara: Kant somete a la razón -órgano de conocimiento- a crítica -estableciendo sus límites-; a
la razón pura -tal como es previamente a la experiencia, independientemente de la experiencia.

Partiendo de la necesidad de establecer los límites de la razón, Kant trata de contestar a la pregunta de
si es posible la metafísica como ciencia. Para poder contestarla, analizará cuáles son los requisitos
necesarios para establecer el conocimiento científico. Una vez que sepamos cuáles son esos requisitos
podremos decir si la metafísica los cumple o no. Este análisis lo realiza a través de los distintos pasos
que constituyen las diversas partes de la obra.

De nuevo volvemos a decirlo de forma sencilla. La pregunta a la que Kant quiere dar respuesta es: ¿Es
posible la metafísica como ciencia?

Para poder contestar a esa pregunta tendré que saber: ¿cuáles son los requisitos de la ciencia?

Una vez que conozca los requisitos para que algo sea ciencia podré contestar a la primera pregunta:

» Si la metafísica cumple los requisitos necesarios para que algo sea ciencia, podré afirmar que es una
ciencia; en caso contrario, tendré que admitir que la metafísica no es una ciencia.

3.2. ESQUEMA DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA.

INTRODUCCIÓN. En ella trata de los diversos juicios existentes, señalando cuáles se emplean en la
ciencia. Tras este análisis se pregunta por las condiciones a partir de las cuales pueden darse los juicios
científicos que llamará sintéticos a priori. Dar contestación a esta pregunta supone establecer una teoría
del conocimiento que se desarrolla en las tres siguientes partes de la obra.

ESTÉTICA TRASCENDENTAL. Trata del conocimiento sensible y de las condiciones que lo hacen
posible. Además establece la posibilidad de las matemáticas como ciencia.

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ANALÍTICA TRASCENDENTAL. Trata del conocimiento intelectual y de las condiciones que lo hacen
posible. Establece la posibilidad de la física como ciencia.

DIALÉCTICA TRASCENDENTAL. Trata de la razón, sus ideas, clases y límites, y de la posibilidad de la


metafísica como ciencia.

El término trascendental también tiene un sentido específico en Kant. La crítica de la razón pura va a
hacerse mediante una indagación trascendental de la misma; es decir, averiguando cuáles son las
condiciones universales y necesarias (a priori) en las que ejerce su función de conocer, las condiciones
que hacen posible su uso correcto.

(La obra no acaba aquí -Doctrina trascendental de los elementos, tiene una segunda parte que es la
Doctrina trascendental del método)

En esquema, esta obra parece sencilla. Sin embargo, el riguroso sistema de exposición y el lenguaje
utilizado (nada que ver con los filósofos racionalistas y empiristas) la convierten en una obra de difícil
lectura y comprensión. Lo que os estoy diciendo, de forma muy correcta, es que Kant es un filósofo
excelente pero un mal escritor. Kant mismo lo reconoce: su exposición tiene rigor lógico y filosófico pero
no belleza literaria ni claridad expositiva.

4. SUPERACIÓN DEL RACIONALISMO Y DEL EMPIRISMO.

Kant es consciente del avance experimentado por las matemáticas y por la física y, al mismo tiempo,
observa como la metafísica, antes considerada la reina de las ciencias, ahora está en clara desventaja
frente a esas ciencias. Por eso es normal que se cuestione la posibilidad de la metafísica como ciencia.

La ciencia ha de tener dos características fundamentales UNIVERSALIDAD Y NECESIDAD. Todo


conocimiento científico tiene que ser universal y necesario.

El racionalismo y el empirismo, los dos grandes movimientos de la filosofía moderna, desde supuestos
filosóficos tan distintos, llegan a un mismo punto de llegada: la imposibilidad de la metafísica como ciencia.
Kant elaborará un nuevo sistema filosófico aceptando algunas de las ideas de ambos y rechazando otras.

Al racionalismo (especialmente la versión más conocida por Kant, que es la de Leibniz a través de Wolff)
lo acusa de dogmatismo: pretende avanzar con conocimientos conceptuales conformes a principios sin
haber examinado el modo ni el derecho con que se llega a ellos. Recordad cuando vimos el racionalismo
de Descartes y especialmente el método. Recordaréis que, a imitación del método establecido por la
ciencia moderna, se trataba de deducir toda la realidad a partir de unos principios evidentes; despreciando
por completo el papel de los sentidos. La razón es todopoderosa: todo se deriva de los presupuestos de
la razón y no se cuestiona su legitimidad. Dogmatismo se opone a criticismo; alguien es dogmático cuando
acepta sin cuestionarse ni criticarlos determinados presupuestos. Esto es lo que rechaza Kant del
racionalismo, su dogmatismo; es decir, que no se cuestione la validez de determinados presupuestos a
partir de los cuales se deriva todo lo demás. No examina el racionalismo ni el modo ni el derecho con que
se llega a esos principios.

La principal afirmación del empirismo es que la experiencia es la posibilidad y el límite del conocimiento.
Por experiencia sólo se puede llegar a la afirmación de una pluralidad de datos que jamás tendrán carácter
universal. Recordemos también como Hume constituye el primer ejemplo de rechazo a la metafísica ya
que trata de cuestiones que son absolutamente ajenas a la experiencia y, hemos quedado en que todo
conocimiento queda reducido a ella.

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En resumen: lo que rechaza del racionalismo es que deriva todo de los presupuestos de la razón sin
someterlos a crítica y del empirismo que sólo admite la experiencia.

Acepta del racionalismo la convicción de que en la mente hay algún tipo de contenidos con carácter
universal y que son anteriores a toda experiencia: son las condiciones a priori del conocimiento.

Del empirismo defiende el principio de que todo conocimiento parte de la experiencia: son los datos a
posteriori del conocimiento.

En frase famosísima de Kant: <<aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por
eso procede todo él de la experiencia>>

Para Kant, ambas condiciones son necesarias para la existencia de la ciencia:

a) Toda ciencia tiene que basarse en datos a posteriori que partan de la experiencia, que él llama
condiciones empíricas y que son particulares de cada sujeto.

b) Toda ciencia se apoya en unos contenidos a priori, anteriores a la experiencia, que llama
trascendentales por ser generales y necesarios, comunes a todo sujeto.

Al aceptar algo de los dos y rechazar algo de los dos, la filosofía de Kant supone la superación del
racionalismo y el empirismo: sólo por la razón es posible la ciencia y, al mismo tiempo, sólo si hay
experiencia hay ciencia. Evidentemente, ni la razón es la racionalista ni la experiencia la del empirismo,
es la transformación de estas dos, lo que hace que Kant represente su superación.

5. LA JUSTIFICACIÓN DE LA CIENCIA: LOS JUICIOS.

Las ciencias expresan sus conocimientos en juicios; es decir, en proposiciones en las que “algo” se dice
de “algo”. Por ejemplo: el átomo tiene un núcleo de carga positiva formado por protones y neutrones; todo
cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido
desalojado.

A. CLASIFICACIÓN DE LOS JUICIOS.

Si lo que tenemos en cuenta como criterio de clasificación es el origen de los conocimientos,


diferencia entre:

1.- JUICIOS A PRIORI. Son aquellos que no derivan de la experiencia (independientes de la experiencia),
universales y necesarios. Su verdad, como es lógico, es conocida independientemente de la experiencia.
Para ser originales pondremos un ejemplo que no hemos visto hasta ahora: <<el todo es mayor que la
parte>>

Resumen: UNIVERSALES, NECESARIOS, INDEPENDIENTES DE LA EXPERIENCIA.

2.-JUICIOS A POSTERIORI. Son aquellos que están relacionados con la experiencia y proceden por
generalización de ella. No son universales ni necesarios y su verdad es conocida a partir de la experiencia.
Por ejemplo: <<Las alumnas de 2º de Bachillerato son guapas>>

Resumen: NO UNIVERSALES, NO NECESARIOS Y SU VERDAD DEPENDE DE LA EXPERIENCIA

Si lo que tenemos en cuenta como criterio es la estructura misma de los juicios se clasifican en:

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1.- JUICIOS ANALÍTICOS. El predicado ya está contenido en el sujeto, al menos, implícitamente; por lo
tanto, si analizamos el sujeto, vemos que el predicado ya está contenido en él. El predicado no añade
nada al concepto sujeto, sino que simplemente lo descompone en conceptos parciales: el concepto
predicado es una propiedad que pertenece necesariamente al concepto sujeto. Dicho de otra manera, lo
que hace el predicado es explicar de forma más clara la noción que ya estaba pensada en el sujeto, por
eso son juicios explicativos. Son explicativos, pero no extensivos, ya que no amplían nuestros
conocimientos. Por ser originales, podríamos poner como ejemplo: <<el todo es mayor que la parte>> o
<<todos los cuerpos son extensos>>

RESUMEN: UNIVERSALES, NECESARIOS Y NO EXTENSIVOS

2.-JUICIOS SINTÉTICOS. El predicado no está contenido en el sujeto; el predicado dice algo que no
estaba en el sujeto. Estos juicios son extensivos, porque aumentan o amplían nuestro conocimiento. Por
seguir siendo originales: <<Las alumnas de 2º de Bachillerato son guapas>> o <<Esta tarde hace frío>>.

Resumen: NO UNIVERSALES, NO NECESARIOS Y EXTENSIVOS.

Si relacionamos las dos clasificaciones:

1. Los juicios analíticos son universales, necesarios y no extensivos (no amplían conocimientos, no hacen
progresar la ciencia). Son a priori, pero no son científicos.

2. Los juicios sintéticos sí hacen progresar la ciencia, porque amplían nuestros conocimientos, son
extensivos, pero no son universales ni necesarios. Son a posteriori, pero no son científicos.

Si os acordáis, esta clasificación coincide con la que ya hizo Hume al clasificar los tipos de conocimiento
entre relaciones entre ideas y cuestiones de hecho. Kant da un paso más al admitir la existencia de juicios
sintéticos a priori. Pensad en los siguientes ejemplos:

<<La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos>>

<<7+2 = 9>>

<<Todo cambio tiene una causa>>

Analicemos el primer ejemplo. No es un juicio analítico, ya que el concepto de línea recta no incluye, ni
siquiera implícitamente la idea de distancia. Es, por lo tanto, sintético, ya que el predicado no está incluido
en el sujeto. No es a posteriori ya que nos consta que es verdadero sin tener que medir las distancias, sin
recurrir a la experiencia. Es universal y necesario (a priori).

Estos juicios son extensivos (por ser sintéticos) y universales, necesarios e independientes de la
experiencia (por ser a priori).

Hemos comenzado el tema señalando que la pregunta que se hacía Kant era si la metafísica era una
ciencia o no. Para saberlo, teníamos que ver cuáles eran los requisitos de la ciencia. Ahora ya lo sabemos
porque acabamos de decir que los juicios sintéticos a priori son los juicios científicos. Si en la metafísica
son posibles los juicios sintéticos a priori, será una ciencia; si no son posibles, no lo será. Para ello primero
demostrará cómo son posibles estos juicios en las matemáticas y en la física.

¿Cómo se forman los juicios científicos, los juicios sintéticos a priori? ¿Cuáles son las condiciones que
hacen posible la formación de esos juicios?

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7. EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO.

Kant diferencia entre dos tipos de conocimiento: sensible e intelectual, correspondiéndoles dos facultades
o capacidades distintas: la sensibilidad y el entendimiento.

Kant llamará sensibilidad a la capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por
los objetos. Los objetos nos vienen dados por la sensibilidad y nos suministra intuiciones.

Kant llamará entendimiento a la capacidad (espontaneidad) de producir conceptos. Por medio del
entendimiento los objetos son pensados y de él proceden los conceptos.

Todo pensar tiene que hacer referencia a intuiciones, directa o indirectamente, ya que ningún objeto se
puede dar de otra forma. <<Intuiciones sin conceptos son ciegas, conceptos sin intuiciones, vacíos>>.
Imaginad que podéis recoger información pero que no podéis pensarla, ¿os serviría para algo? Ahora
imaginad que podéis pensar pero carecéis de información sobre la que pensar, ¿os serviría para algo?

EL CONOCIMIENTO SENSIBLE. ESTÉTICA TRASCENDENTAL

Nuestro conocimiento comienza al recibir algo que viene del exterior a través de la sensibilidad. Esta es
una mera capacidad de recibir impresiones de las cosas.

Esas cosas producen en nosotros una sensación que da lugar a una intuición empírica.

Lo que conocemos con la sensación no son las cosas tal y como son en sí mismas sino tal y como son
en relación con la sensibilidad, tal como nos aparecen y por ello recibirá el nombre de fenómeno.

El fenómeno es el objeto de la intuición empírica, del conocimiento sensible. En él se distingue:

a) Materia del conocimiento. (Material en Kant es todo lo que tiene contenido). Es lo que proviene de la
sensación: los distintos datos empíricos. Procede del exterior y es a posteriori.

b) Forma del conocimiento. (Formal en Kant es aquello que carece de contenido, vacío de contenido). Es
lo que proviene del sujeto que ordena los diversos datos y que existe con anterioridad a la recepción de
cualquier dato empírico. Procede del sujeto y es a priori. Son las condiciones de posibilidad del
conocimiento sensible, condiciones universales y necesarias, trascendentales, del conocimiento sensible.
Son el espacio y el tiempo. Se pueden denominar de diferentes maneras:

1. Formas a priori de la sensibilidad.

2. Formas puras a priori de la intuición sensible.

3. Intuiciones puras.

Que sean formas quiere decir que son vacías de contenido empírico; que sean a priori, que se encuentran
de antemano en el sujeto para ser aplicadas a los datos de la intuición sensible, a los datos empíricos de
la sensación y que sean formas puras, que no hay nada en ellas procedente de la experiencia.

El conocimiento sensible sólo es posible con la conjunción de materia y forma: se necesita una materia,
un contenido variable, procedente de las cosas, y unas formas a priori capaces de organizar esos datos
y constituir propiamente el fenómeno.

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Recurramos a un ejemplo muy sencillo para entender a Kant. Imaginad que queréis llenar un vaso de
agua. ¿Qué necesitáis? Es evidente que un vaso y agua ¿Qué tiene que adaptarse a qué? Es evidente
también que el agua tiene que adaptarse a la forma del vaso. ¿Cuál es la única manera posible de que el
agua se adapte a la forma del vaso? Vale, no contestaré. De la misma manera, para que el conocimiento
sensible sea posible necesito un contenido, los distintos datos empíricos, y una forma, las condiciones de
posibilidad para que esos datos sean dados, la ordenación de los distintos datos empíricos. Dicho de otra
manera: para poder percibir cualquier objeto este tiene que adaptarse a las condiciones que imponen a
priori el espacio y el tiempo. O dicho de otra manera: no puede haber experiencia alguna que no esté en
el espacio y en el tiempo. Imaginad que os digo:

“Todo objeto es percibido en el espacio y en el tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad
de todo objeto sensible”.

<<Estoy viendo una casa>>, vosotros me preguntáis, << ¿dónde?>>, a lo que yo contesto <<En ningún
sitio>> , e insistís, <<¿cuándo?>>, y yo os digo <<En ningún momento>>. ¿Podéis imaginar un objeto
que no ocupe un lugar en el espacio y en el tiempo? Por eso Kant dice que espacio y tiempo son a priori
(es imposible percibir nada que no ocupe espacio ni tiempo) y son las condiciones de posibilidad de los
objetos (todo objeto para poder ser percibido tiene que ajustarse al espacio y al tiempo). El hecho de que
el espacio y el tiempo ordenen y unifiquen las distintas representaciones sensibles, no quiere decir que
primero captemos esas representaciones desordenadas y después las organicemos gracias al espacio y
al tiempo.

Espacio y tiempo hacen posible la primera síntesis a priori. Las matemáticas son una ciencia

Recordad que son las condiciones necesarias a priori del conocimiento sensible; son las condiciones, no
las consecuencias. La separación de materia y forma es abstracta, lógica, no real. Los objetos de la
intuición empírica están sujetos a las formas a priori de la sensibilidad.

Espacio y tiempo posibilitan la formación de juicios sintéticos a priori en las Matemáticas, por lo que éstas
quedan establecidas como ciencias.

EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL. ANALÍTICA TRASCENDENTAL

El segundo nivel de conocimiento, tras el sensible, es el intelectual, cuya función es pensar los objetos.

Con el conocimiento sensible se constituyen una pluralidad de fenómenos que no poseen unidad. La
unidad se dará mediante el pensar, la capacidad o actividad capaz de unificar la pluralidad del fenómeno.
Esta actividad la realiza el entendimiento que atribuye a los fenómenos determinados conceptos. Por
ejemplo: Si observamos un cuadro, gracias al conocimiento sensible recibiremos representaciones o
imágenes como sensaciones; gracias al entendimiento podremos pensar el cuadro y elaborar el concepto
<<belleza>>.

Por la sensibilidad captamos impresiones y por el entendimiento pensamos los objetos. Ambas
capacidades se relacionan: el entendimiento se apoya en la sensibilidad.

En la presentación del proceso del conocimiento nosotros separamos el sensible del intelectual, y
separamos también sus facultades, la sensibilidad y el entendimiento. Es verdad que son facultades
diferentes pero que actúan unidas; y con el conocimiento, pasa lo mismo. En frase de Kant: <<Intuiciones
sin conceptos son ciegas; conceptos sin intuiciones, vacíos>>. Gracias a la sensibilidad los objetos nos
son <<dados>>, gracias al entendimiento podemos <<pensarlos>>. Necesitamos sumar las dos cosas
para poder conocer los objetos. Pensad: si tenéis objetos pero no podéis pensarlos ¿para qué os sirven?

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Y si podéis pensar pero no tenéis sobre qué pensar ¿para qué os sirve? Ni la intuición puede pensar
nada, ni el entendimiento intuir nada. Para conocer los objetos necesitamos la suma de las dos facultades.

De la misma manera que en la Estética Trascendental Kant establecía el conocimiento sensible y


señalaba las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo) como condiciones a priori necesarias para
que los objetos nos sean dados en la intuición sensible, en la Analítica trascendental estudiará las formas
puras del entendimiento como condiciones a priori necesarias para pensar los objetos, los datos de la
intuición sensible.

Si aplicamos el mismo esquema de materia y forma del conocimiento:

1. En este caso la materia sería el fenómeno, el resultado del conocimiento sensible, el objeto de la
intuición empírica

2. La forma del conocimiento intelectual son los conceptos a priori o categorías. Proceden del
entendimiento mismo, son espontáneos y no provienen de la experiencia, son puros. Cumplen
exactamente el mismo papel que espacio y tiempo en el conocimiento sensible: condiciones de posibilidad
a priori y necesarias para poder pensar los objetos. Se pueden denominar: formas puras del
entendimiento, formas puras a priori del entendimiento, conceptos puros o a priori, categorías. Kant
establece la existencia de 12 categorías a partir de la división de los juicios (El entendimiento es tanto la
facultad de los conceptos como la de los juicios; el entendimiento unifica, sintetiza, juzga). La más
importante es la de causalidad, recordad la crítica que había hecho Hume.

Esta deducción no es la auténticamente importante. La importante es la deducción trascendental de las


categorías: demostrar que son las condiciones para que los objetos sean pensados, la justificación de la
aplicación de las categorías a objetos porque los objetos no podrían pensarse sino por medio de las
categorías. Lo veremos inmediatamente; antes, concluyamos el conocimiento intelectual.

Hemos dicho que el objetivo del conocimiento intelectual es pensar los objetos que nos vienen dados por
la intuición sensible. Esta actividad la lleva a cabo el entendimiento, que tiene la capacidad de unificar la
pluralidad de los objetos elaborando conceptos. Los conceptos son, por lo tanto, el resultado del
conocimiento intelectual. Estos conceptos son a posteriori, provienen de la experiencia, de la observación
de datos comunes a diversos objetos (casa, piedra, etc…) Para su elaboración se necesita, como hemos
dicho, la materia (el fenómeno) y la forma (las condiciones de posibilidad de dichos conceptos, las
categorías). No confundáis los conceptos a posteriori con los conceptos a priori o categorías.

Aplicación de las categorías. Las categorías no pueden aplicarse a nada que no tenga su origen en la
sensibilidad y, por lo tanto, no puede conocerse nada que no provenga de ella. Aparece la posibilidad y
límite de nuestro conocimiento: ni el entendimiento puede intuir nada, ni la sensibilidad puede pensar
nada. El conocimiento surge de la unión de los dos. Recordad la frase: <<Intuiciones sin conceptos son
ciegas; conceptos sin intuiciones, vacíos>>.

Las categorías sólo pueden aplicarse a los fenómenos.

Este es el origen del fenómeno -objeto del que tenemos una intuición sensible y noúmeno -una cosa que
no es objeto de la intuición sensible, lo que sea la cosa en sí, independientemente de nuestro modo de
conocerla.

Las categorías no son aplicables a los noúmenos, ya que están fuera del ámbito de la sensibilidad.
Nuestro conocimiento queda restringido al ámbito de la experiencia.

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Las categorías hacen posibles los juicios sintéticos a priori en la Física, por lo que se demuestra que es
una ciencia.

REVOLUCIÓN COPERNICANA DEL CONOCIMIENTO: IDEALISMO TRASCENDENTAL

Kant realiza un giro copernicano en la teoría del conocimiento: el sujeto construye, en parte, los objetos.

Es el propio Kant el que menciona el giro copernicano de su teoría del conocimiento. Como todos vosotros
sabéis, Copérnico revolucionó la astronomía al cambiar el lugar del sol y de la tierra. Ese cambio, acarrea
una nueva forma de concebir el mundo. Aplicado al conocimiento en Kant:

1. Antes de Kant. Se defiende una postura realista: se conoce una realidad en sí, externa al sujeto. El
sujeto se acomoda al objeto y lo conoce tal como es.

2. Kant. Con Kant se invierte la relación. Ya no es el sujeto el que se acomoda al objeto y lo conoce tal
como es, sino que el objeto es el que se pliega a la forma de conocer del sujeto, de tal manera que lo que
sea en sí mismo ese objeto permanece desconocido. El sujeto actúa en el proceso del conocimiento y
contribuye a formar el concepto del mundo; no sólo nosotros nos adaptamos a las cosas, sino que las
cosas se adaptan a nuestro modo de conocer. Lo que vemos procede del mundo fuera de nosotros, pero
el cómo lo vemos está relacionado con nosotros. De ahí que el sistema filosófico de Kant se denomine
idealismo trascendental. (Se llama idealismo a toda teoría del conocimiento que defiende que no
conocemos las cosas tal y como son en sí, sino que el sujeto construye, al menos en parte, el objeto.
Trascendental es el conocimiento independiente de la experiencia. El idealismo de Kant es trascendental
porque el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad del conocer, y las pone el
sujeto pero sólo pueden aplicarse a la experiencia. Nuestro conocimiento está limitado a los fenómenos,
no tenemos conocimiento de las cosas en sí. Si buscamos una definición sencilla podríamos decir que en
el idealismo trascendental el sujeto construye, en parte, el objeto al poner las condiciones trascendentales
del conocimiento.

La comparación con Copérnico es clara: Kant también revoluciona la teoría del conocimiento, su idea es
nueva y genera una forma nueva de concebir el conocimiento. El sujeto que conoce pasa a ocupar el
lugar del Sol copernicano y, el objeto, al igual que la Tierra, tiene que adaptarse a él.»

LA RAZÓN. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL

El conocimiento intelectual no acaba con el entendimiento. En otro nivel se encuentra la razón. La razón
tiene una función unificadora que pretende integrar todos los conocimientos y acciones humanas en una
totalidad, mediante la dirección del entendimiento. No es tan difícil como pudiera parecer en un principio.
Acordaos de que la sensibilidad unificaba las impresiones formando un objeto, el entendimiento unificaba
los objetos bajo un concepto formando juicios. La razón lo que intenta es unificar los conocimientos del
entendimiento, formando las ideas.

Una idea es un concepto necesario de la razón de la que no se da en los sentidos un objeto


correspondiente; carece de relación con lo empírico. Por lo tanto, no forman parte de lo que podemos
conocer.

Las ideas son conceptos necesarios de la razón.

Aunque son sólo ideas no carecen de valor ya que determinan el uso del entendimiento en la experiencia
tomada en su conjunto. Tres son las ideas trascendentales: alma, mundo y Dios. En tanto que ideas no

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tenemos conocimiento de ellas, ya que no se refieren a objetos de experiencia. No podemos conocer lo


incondicionado, porque sobrepasa nuestra capacidad de conocimiento.

Imposibilidad de la metafísica como ciencia. Recordaréis que comenzábamos el tema con la pregunta
¿es posible la metafísica como ciencia?. Ya tenemos la respuesta: NO. La metafísica no es una ciencia
sino el resultado del uso de la razón desligado de la experiencia. No es más que el resultado de una
tendencia natural de la razón a sobrepasar el campo de la experiencia.

Recordaréis también como decíamos que durante siglos la metafísica no sólo fue considerada una
ciencia, sino la reina de todas ellas. El origen del error está en lo que Kant llama ilusiones trascendentales:
uso de las categorías más allá de lo empírico, en la aplicación de las categorías a objetos trascendentales
-lo que lleva a hacer de las ideas de la razón pura, alma-mundo-Dios, objetos reales.

Las ilusiones trascendentales dan lugar a errores específicos en cada una de las disciplinas de la
metafísica:

1. De la idea de alma como objeto derivan los paralogismos (falsos silogismos) que llevan a afirmar la
existencia de un ser pensante como sustancia espiritual (alma) de cuyo estudio se ocupa la psicología
racional.

2. De la idea de mundo como objeto derivan las antinomias, posibilidad de emitir dos juicios dogmáticos
contrarios para explicar un aspecto de la naturaleza (necesidad/libertad), habiendo razones para aceptar
cualquiera. Con ello se pretende elaborar una teoría general sobre el mundo como totalidad de la que se
ocupa la cosmología.

3. De la idea de Dios como objeto deriva el ser supremo que da lugar a las distintas pruebas de la
existencia de Dios (físico-teológica, cosmológica y ontológica) de las que se ocupa la teología racional.

USO TEÓRICO Y USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN

La negación de la metafísica como ciencia viene a demostrar que la razón, que se cree todopoderosa,
tiene límites en el conocimiento. El problema que Kant se plantea es si no habrá otro modo de
funcionamiento de la razón que dé respuesta a la tendencia que tenemos los humanos a preguntarnos
sobre lo incondicionado.

Limitar el campo de la razón en el uso teórico, abre la posibilidad al uso práctico de la razón. La distinción
entre fenómeno y cosa en sí hace que aunque alma, mundo y Dios no son objetos de conocimiento, sí
pueden ser ideales conforme a los cuales organizar nuestro comportamiento.

La razón no va a quedarse en la postura negativa de la Crítica de la razón.

Que sólo podamos conocer los fenómenos u objetos de experiencia no excluye otro uso de la razón.
Precisamente es la distinción entre fenómeno y noúmeno lo que hace posible el uso práctico de la razón
pura. Que sólo podamos conocer lo que entra dentro de los límites de la sensibilidad no quiere decir que
sea de lo único que puede hablarse o pensarse. De los ideales es de lo que se ocupará el uso práctico
de la razón. Ya no se trata de conocer, de entender las leyes deterministas que explican el funcionamiento
del mundo físico sino de las leyes prácticas que determinan nuestra conducta y que no responden a qué
puedo conocer sino a qué debo hacer.

8. CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA

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Kant se ocupa de estudiar el deber ser, buscando una ética universal, válida para todos, puesto que se
basa en la razón. El deber moral consiste en actuar más allá de cualquier interés, y como veremos va a
ser la clave del formalismo kantiano.

En la Crítica a la Razón Práctica, Kant pretende dar respuesta a la segunda gran pregunta que
preocupa al hombre: ¿Qué debo hacer? Así, el objetivo fundamental de la obra será fundamentar la
moral, es decir, establecer las condiciones de posibilidad de la moral (esto de hablar siempre de
condiciones de posibilidad es el rasgo característico de la forma de pensar de Kant): ¿Qué condiciones
debe tener un principio o ley moral para ser considerado válido o legítimo? ¿Qué nos obliga a acatar
tales principios o normas? Al igual que a nivel de conocimiento, Kant considera que para que un
principio moral sea legítimo, válido, debe ser universal y necesario, es decir, que todo el mundo lo
acepte y se sienta vinculado a respetarlo.

Éticas materiales y formales

Kant dedica su obra “Crítica de la razón práctica” a desarrollar una reflexión crítica sobre las teorías
morales precedentes, y a elaborar una teoría moral absolutamente distinta: formal o sin contenido.
Todas las teorías filosóficas anteriores han propuesto Éticas Materiales, es decir, una teoría ética en la
que se propone un fin último para la acción humana, y una serie de mandamientos o imperativos que
nos aleccionan acerca de lo que debemos hacer para alcanzar este fin o bien último.

(Algunos ejemplos: Aristóteles declara que el máximo bien para el ser humano es el desarrollo de la
racionalidad, su cualidad esencial, que la virtud máxima es el “mesostés” o moderación, definida como
“hábito de elegir el término medio”. En su “Ética a Nicómaco”, nos ofrece toda una amplia gama de
consejos para que sepamos distinguir la actitud más moderada y actuar en consecuencia. Epicuro, por
su parte, nos dice que el máximo bien es el placer y que, para obtenerlo, debemos realizar unas
actividades concretas como cultivar la amistad y evitar otras como meterse en política…).

Para Kant, son dos propuestas morales totalmente distintas, basadas en dos experiencias vitales
absolutamente dispares, y ése es precisamente su inconveniente, que fundamentan sus mandamientos
en la experiencia (son a posteriori), y, claro, las experiencias vitales pueden ser muy diferentes.

Kant se propone, en la “Crítica de la razón práctica” elaborar una ética formal, es decir, una ética que
nos diga, no lo que debemos hacer, sino qué forma o características ha de tener nuestra actuación,
para poder ser considerada, verdaderamente, una acción moral. Esta ética, que es completamente
distinta a todas las anteriores:

a) No nos dice qué es lo bueno, no propone ningún fin último.

b) no propone, por lo tanto, mandamientos o imperativos para conseguir un fin que no existe, La ética
Kantiana tiene mandamientos, pero lo único que nos dicen es la forma que ha de tener nuestra
actuación para ser verdaderamente moral, por eso se trata de una ética formal.

c) Estos mandamientos se denominan imperativos categóricos, veamos algunos ejemplos: - “Obra


según una máxima que puedas querer que, al mismo tiempo, se convierta en una ley universal”. - “Obra
siempre de tal manera que uses a la humanidad, tanto en tu persona, como en la de cualquier otro,
siempre como un fin, y nunca como un medio”.

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Análisis de la acción moral

La moral kantiana se concreta a través de las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo debemos actuar?: debemos obrar de buena voluntad. La bondad de una acción no hay que
buscarla en ella misma (en su contenido) sino en la voluntad con que se ha hecho (forma). Según Kant,
no es tan importante lo que se hace como la voluntad (intención) con la que eso se hace. Por ejemplo,
entregar un regalo como contenido puede parecer una buena acción, pero se puede hacer desde las
peores intenciones.

2. ¿Cuándo nuestra voluntad es buena? La buena voluntad es aquella que actúa por respeto al deber
(incondicional) sin razones diferentes del cumplimiento del deber o la sujeción a la ley moral. Esta ley
moral es universal y no tiene contenido concreto: es el imperativo categórico.

3. ¿Qué significa actuar por deber? Significa el sometimiento a la ley, no por la utilidad o la
satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por respeto a la misma. Para ilustrarlo,
Kant pone el siguiente ejemplo de imperativo moral: "No se debe cobrar precios abusivos". Al fijar el
precio de sus productos, un comerciante lo puede hacer de diferentes formas:

- Conforme al deber. Lo hace pero de cara a la consecución de un fin: asegurarse la clientela.

- Por deber. Considera que ese es su deber: su acción no es un medio para conseguir un fin, sino que
es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí. Esto es obrar de buena voluntad: creer y aceptar la
ley sin otro interés que su cumplimiento.

- Contrario al deber. Es cuando cobra precios abusivos

4. ¿Cuándo actuamos por deber? ¿Cuál es la forma que debe determinar toda ley moral o
imperativo?: Cuando actuamos como seres racionales. La buena voluntad actúa por deber cuando
actúa de un modo universal, o sea, de acuerdo con una máxima universalizable (válida no sólo para mí,
sino también para los demás). La buena voluntad de actuar por deber adopta la FORMA de mandato o
de un imperativo cuya fórmula suprema es aquella que expresa la universalidad más absoluta: el
imperativo categórico.

Los postulados de la razón práctica

A la luz de la función práctica de la razón podemos plantearnos nuevamente el problema de las ideas y
de los contenidos tradicionales de la metafísica. Como vimos, desde la razón teórica este tipo de ideas
no tenían validez objetiva.

Así, respecto a los contenidos de la metafísica, la razón teórica no podía proporcionarnos


conocimientos objetivos sobre ellos, pues eran objetos trascendentes que se encontraban más allá de la
experiencia. En definitiva, en la Crítica de la Razón Pura (Dialéctica Trascendental), Kant había llegado
a la conclusión de que era imposible la metafísica como ciencia. Sin embargo, en la Crítica de la Razón
Práctica va a retomar este tipo de temas, planteando que la razón en su uso práctico exige la libertad, la
inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Estas tres ideas de la metafísica son denominadas por
Kant postulados, porque son algo no demostrable que sin embargo, hay que suponer necesariamente
para que la moral tenga sentido. Los postulados que presenta Kant en la Crítica de la Razón Práctica
son:

1º. Postulado: la Libertad. Si existe la ley moral y el hombre debe cumplirla es porque es libre.

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2º. Postulado: la inmortalidad del alma. Como garantía de un proceso indefinido de la virtud. El alma
no puede en un tiempo limitado llegar a cumplir a la perfección la ley moral y sin embargo estamos
llamados a hacerlo, por tanto tenemos que ser inmortales.

3º. Postulado: la existencia de Dios. Dios es la garantía de que la virtud y la felicidad coincidan, es
decir, Dios es la garantía de que recibamos un premio, por nuestro progreso en la virtud. En Dios ser y
deber ser coinciden.

9. TEXTOS

TEXTO 1.

“La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la


imposibilidad de servirse de su inteligencia sin guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su
causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin
tutela de otro. Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la
ilustración.”

Kant: “Qué es la ilustración”

TEXTO 2.

“Si se nos preguntara ¿vivimos ahora una época ilustrada? responderíamos que no, pero sí en una
época de ilustración. Todavía falta mucho para que la totalidad de los hombres, en su actual condición,
sean capaces o estén en posición de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento. Sin
embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremente por el logro de esa meta, y los
obstáculos para una ilustración general, o para la salida de una culpable minoría de edad, son cada vez
menores.”

Kant: “Qué es la ilustración”

TEXTO 3.

“No hay duda alguna de que todo conocimiento comienza por la experiencia. Pues, ¿cómo podría ser
despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros
sentidos…Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede
todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una
composición de lo que recibimos mediante las impresiones de los sentidos y lo que nuestra propia
facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma.”

Kant: “Crítica de la razón pura”.

TEXTO 4.

“Cuando Galileo hizo bajar por el plano inclinado unas bolas de un peso elegido por él mismo, o cuando
Torricelli hizo que el aire sostuviera un peso que él, de antemano, había supuesto equivalente al de un
determinado volumen de agua (…), entonces los investigadores de la Naturaleza comprendieron
súbitamente algo. Entendieron que la razón sólo reconoce lo que ella misma produce según su
bosquejo, que la razón tiene que anticiparse con los principios de sus juicios de acuerdo con leyes

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constantes y que tiene que obligar a la Naturaleza a responder sus preguntas, pero sin dejarse conducir
con andaderas, por así decirlo (…). De modo que incluso la física sólo debe tan provechosa revolución
de su método a una idea, la de buscar (no fingir) en la Naturaleza lo que la misma razón pone en ella, lo
que debe aprender de ella, de lo cual no sabría nada por sí sola. Únicamente de esta forma ha
alcanzado la ciencia natural el camino seguro de la ciencia, después de no haber sido más que un mero
andar a tientas.”

Kant: “Crítica de la razón pura”

TEXTO 5.

“(…) todas las ideas trascendentales podrán reducirse a tres clases: la primera de ellas incluirá la
unidad absoluta del sujeto pensante; la segunda, la unidad absoluta de la serie de las condiciones del
fenómeno; la tercera, la unidad absoluta de la condición de todos los objetos del pensamiento en
general.” Kant: “Crítica de la razón pura”.

Kant: “Crítica de la razón pura”

TEXTO 6.

“El resultado de todas las tentativas dialécticas de la razón pura no solamente confirma (…) que todas
las inferencias que pretenden superar el campo de la experiencia son falacias y están carentes de
fundamento, sino que nos enseña, al mismo tiempo, esto: que la razón humana posee una tendencia
natural a superar este campo; que las ideas trascendentales son tan naturales a la razón como las
categorías al entendimiento, con la diferencia, no obstante, de que, mientras estas nos llevan a la
verdad, es decir, a la concordancia de nuestros conceptos con su objeto, aquellas producen una simple
ilusión, pero una ilusión que es irresistible y apenas neutralizable por medio de la crítica más severa”.

Kant: “Crítica de la razón pura”.

TEXTO 7.

“En cambio, conservar la propia vida es un deber y, además, todos tienen una inclinación inmediata a
ello. Por este motivo, la preocupación a menudo angustiosa que tiene la mayor parte de los hombres no
tiene un valor intrínseco ni su máxima posee un contenido moral. Sin duda, conservan su vida de un
modo conforme al deber, pero no por deber. Al contrario, cuando unas 3 contrariedades y un rencor
desesperado han eliminado completamente el gusto por la vida, cuando el desgraciado, de ánimo firme,
más soliviantado por su destino que no apocado o abatido, desea la muerte y, sin embargo, conserva la
vida sin quererla, no por inclinación o por temor, sino por deber, entonces su máxima tiene un contenido
moral.”

Kant: “Fundamentación metafísica de las costumbres”.

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