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Ensayo basado en la película “Una Cuestión de Género”

Identificación

-Teresa Calderón Toledo

Optativo general: Introducción a la Perspectiva de Género

Docente
-Pía Valdés Barraza

“Una Cuestión de Género”

El film “Una Cuestión de género” cuenta la historia de una mujer perteneciente a la


primera generación de sexo femenino que ingreso a estudiar Derecho en la Universidad de
Harvard, la cual pone de manifiesto las principales problemáticas a las cuales se vio
enfrentada la protagonista al ingresar a un mundo dónde sólo era posible que participaran
hombres destacados en el ámbito legal. Si bien está ambientada en siglo pasado, es
inevitable no realizar una comparación con los micromachismos que son observados de
manera actual y cotidiana, a los cuales nos enfrentamos a diario como mujeres. Décadas
han pasado y sin embargo, (a pesar de toda la lucha feminista que millones de mujeres por
el mundo han llevado a cabo) aún al día de hoy, seguimos siendo criticadas y forzadas a
realizar conductas y/o comportamientos que se espera que realicemos, sólo por el hecho de
ser mujeres.

En términos de la igualdad de derechos, existe una visión reduccionista en cuanto a


la premisa: “han cedido privilegios hacia las mujeres debido a sus reclamos”, lo cual no
refleja de manera correcta la problemática de fondo; en cuanto la lucha feminista no
incorpora o promueve ser considerado un género superior, sólo se trata de equiparar en
dignidad y libertad los derechos que intrínsecamente debe poseer un ser humano sin
distinción. Por lo cual, es menester decir que lo mencionado con anterioridad, no se cumple
de manera pragmática. No es curioso y por lo menos sorpresivo escuchar desde la
perspectiva de miles de mujeres lo insatisfactorio que resulta el hecho que se juzgue el
intelecto y la capacidad de liderar equipos de trabajos, sólo por la existencia del estereotipo
con base al género, que hace alusión a la falta de raciocinio y predominio de decisiones
viscerales y hormonales por parte de las mujeres, dejándonos de esta manera, como seres
incapaces de obtener un juicio claro, al igual como se observa en el filme, cuando la
capacidad intelectual de Ruth es puesta en tela de juicio y se ve menospreciado su
conocimiento sólo por el hecho de ser mujer, obviando su distinción y el esfuerzo que
realizó de compatibilizar su rol de dueña de casa con el de estudiante. Con respecto a esto
último, es posible observar de manera casi universal las problemáticas subyacentes de la
mujer en el intento de desarrollarse personalmente lejos de las labores que el patriarcado ha
decidido que debemos ejecutar. En este sentido, si comparamos las realidades que miles de
mujeres se enfrentan diariamente, dónde por una parte el compañero “apoya a que su pareja
se desenvuelva profesionalmente”, pero es incapaz de realizar labores cotidianas en post de
una convivencia con tareas compartidas haciendo alusión a la falta de tiempo para
“ayudarle”, podemos afirmar de manera contundente que estamos en presencia de unos de
los resabios más antiguos y obsoletos del machismo preponderante en la sociedad, como un
paradigma que se ha resistido a modificarse con el tiempo, y que promueve las principales
desigualdades en cuanto a peso de la responsabilidad que posee el rol de la mujer dentro de
la esfera familiar y doméstica: porque por una parte se exige que me destaque de mayor
manera para ser considerada en el ámbito profesional, pero no debo dejar al debe mi labor
de crianza y dueña de hogar.

Las construcciones sociales en torno al género (y no sólo refiriéndome al sexo


femenino) no sólo generan grandes desigualdades con consecuencias en la vida social o
personal de miles de mujeres, sino que además, dañan las relaciones y vínculos afectivos
con la intrínseca violencia que trae consigo las manifestaciones más sutiles (y no por eso
menos graves) del machismo y el patriarcado. Las altas tasas de femicidios, son un
indicador clave que éste fenómeno está lejos de desaparecer y gobernar nuestras vidas, a
pesar de todas las reformas y avances en legislación que han avanzado en forma, pero no en
fondo, perpetuándose de esta manera un sistema perverso que daña, maltrata y aniquila
nuestra salud mental. La culpa se ha convertido en el arma más eficaz en contra de las
mujeres y por tanto, creo firmemente que realizar un trabajo desde la toma de consciencia y
de la acción, es posible ir avanzando en recuperar la dignidad y libertad que durante siglos
se nos ha privado.

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